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Martirologio Romano: En Olomuc, en Moravia, san Juan Sarkander, presbítero y mártir, que, siendo párroco de Holesov, por negarse revelar el secreto de confesión fue sometido al suplicio de la rueda y, arrojado a la cárcel cuando aún respiraba, falleció apenas un mes más tarde (1620).

Etimológicamente: Juan = Dios es misericordia, es de origen hebreo.



Jan Sarkander, sacerdote diocesano y mártir de la fidelidad al servicio ministerial, y en particular, al secreto del sacramento de la confesión, nació el 20 de diciembre de 1576 en la ciudad de Skoczbw, en Silesia, entonces en el principado de Cieszyn, que desde 1291 formaba parte del reino de Bohemia. Fue hijo de Gregorio Matias Sarkander y de Elena Gorecka.

En 1593 ingresó en el colegio de los jesuitas en Olomouc para realizar los estudios superiores y de filosofía, que terminó en 1602 en Praga, con la consecución del titulo de Magister. Fue ordenado sacerdote en Brno, el 22 de marzo de 1609.


Sucesivamente, desempeñó su ministerio sacerdotal en la cura de almas en diversos lugares de la diócesis de Olomouc. Desde 1616 hasta su muerte, fue párroco en la ciudad de Holesov, sede del lugarteniente de Moravia, Ladislao Popel de Lobkovic, de quien fue consejero y confesor.


Su programa de renovación de la vida católica de la parroquia encontró grandes dificultades, sobre todo después de la insurrección de los nobles de Bohemia, en su mayor parte protestantes, contra el imperio de Austria.


El príncipe de Moravia, Wenceslao Bitovsky, protestante, lo mandó encarcelar en Olomouc con la acusación de traición a la patria. Se trataba de un pretexto de carácter político, porque en realidad lo hacia por odio a la fe católica.


El proceso se desarrolló del 13 al 18 de febrero de 1620. En calidad de confesor y consejero de Lobkovic, fue acusado de estar al tanto de la invasión militar de Moravia. Él se defendió diciendo que nada de eso le fue revelado en confesión, pero que, si hubiera sabido algo en la administración de ese sacramento no lo habría revelado de ninguna manera.


En los interrogatorios lo sometieron a numerosos tormentos, entre ellos el potro y la aplicación de antorchas encendidas.


Herido e inconsciente fue arrojado a un calabozo húmedo y oscuro. Allí, después de un mes de sufrimientos a causa de los suplicios, murió el 17 de marzo de 1620. La noticia de una muerte tan cruel se difundió rápidamente y dio origen a una veneración que se ha mantenido hasta nuestros días, especialmente en Moravia, Silesia y en todas las regiones del ex imperio de Austria.


El proceso de beatificación fue introducido en 1715, pero las vicisitudes históricas poco favorables no permitieron concluirlo antes del 11 de septiembre de 1859. El Papa Pio IX lo proclamó beato, el 6 de mayo de 1860.


El domingo 21 de Mayo de 1995, en Olomouc (República Checa) Su Santidad Juan Pablo II lo canonizó.



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Martirologio Romano: En Nivelles, en Brabante, santa Gertrudis, abadesa, la cual, nacida de muy preclara estirpe, recibió de san Amadeo el sagrado velo de las vírgenes, presidió sabiamente el monasterio construido por su madre y, asidua en la lectura de las Escrituras, consumió su vida con la austeridad de vigilias y ayunos (659).

Etimológicamente: Gertrudis = Aquella que es una defensora fiel, es de origen germánico.



Nació en Bravante (Bélgica) en el año 626, murió en Ivi el 17 de Marzo de 659.

Esta joven belga vivió y nació en el siglo VII. Era hija de Pipino de Landen, un señor noble de mucho prestigio y emparentado con Carlomagno.


Cuando murió su padre, pensó en hacerse monja juntamente con su madre Ita.


Para ello fundaron dos conventos: uno para hombres y otro para mujeres, pero ambos estaban gobernados por la madre abadesa, que, en este caso, fue Ita hasta su muerte.


Después le sucedió Gertrudis, aunque todos los asuntos administrativos se los encargó a un hermano.


Su gran deber consistió en entregarse a dar cultura a aquella gente ignorante. Era la época de las grandes supersticiones.


Por eso, le pidió a los obispos y abades de Irlanda que enviasen monjes para culturizar a su tierra, Brabante.


Lo mismo hizo con Roma. Quería que, o bien vinieran, o bien dejaran ir a la ciudad eterna a aprender liturgia y la forma de rezar.


Su fama crecía a pasos agigantados no sólo por la santidad de vida, sino también porque se convirtió en una excelente diplomática.


Sí, es cierto. Durante aquellos años había muchas guerrillas y luchas entre distintas familias señoriales.


Mediante su intervención logró llevar a todos la reconciliación y el perdón.


Murió muy joven, y su culto se extendió en seguida por todos sitios.


Había un relicario del siglo XIII, pero un bombardeo de la Segunda Guerra Mundial lo destruyó.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!


Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com



11:12 p.m.

Presbítero y Fundador

de la Congregación de las Hermanas de la Caridad

de la Santísima Virgen María de la Merced


Martirologio Romano: En la ciudad de Málaga, en España, beato Juan Nepomuceno Zegri y Moreno, presbítero, que consagró su vida en el ministerio al servicio de la Iglesia y de las almas, y, para procurar mejor la gloria de Dios Padre en Cristo, fundó la Congregación de las Hermanas de la Caridad de la Santísima Virgen María de la Merced (1905).

Etimológicamente: Juan = Dios es misericordia, es de origen hebreo.



Juan Nepomuceno Zegrí y Moreno, fundador de la Congregación religiosa de las Hermanas Mercedarias de la Caridad, nació en Granada, el 11 de octubre de 1831, en el seno de una familia cristiana. Sus padres, don Antonio Zegrí Martín y doña Josefa Moreno Escudero, le dieron una esmerada y cuidada educación. Forjaron su rica personalidad en los valores humano‑evangélicos, haciendo de él un verdadero cristiano, comprometido con la causa de Jesucristo y de los pobres, desde su juventud. Fue un excelente estudiante y una gran persona. Cursó estudios de humanidades y de jurisprudencia, destacando por su inteligencia, pero, sobre todo, por su gran humanidad y por una intensa vida cristiana: dedicado a la oración y a la caridad con los pobres.

Dios Padre, que llama a los que quiere para realizar sus grandes obras, le llamó a participar del sacerdocio de Jesucristo para servir a los seres humanos el Evangelio de la caridad redentora. Cursó sus estudios en el Seminario de San Dionisio de Granada, siendo ordenado sacerdote en la catedral de Granada el día 2 de junio de 1855. Ser sacerdote de Jesucristo fue su gran vocación, de tal manera que estaba dispuesto a los mayores sacrificios, con tal de realizar este sueño, alimentado desde su temprana juventud.


Como sacerdote estuvo en las parroquias de Huétor Santillán y de San Gabriel de Loja (Granada). En ambas parroquias desarrolló su vocación de pastor, a ejemplo del Buen Pastor, que da la vida por sus ovejas. Cuando tomó posesión de una de estas parroquias, dijo lo que quería ser para los demás desde la vocación que había recibido: como buen pastor, correr tras las ovejas descarriadas; como médico, curar los corazones enfermos a causa de la culpa y derramar sobre todos la esperanza; como padre, ser la providencia visible para todos aquellos que, gimiendo en la orfandad, beben el cáliz de la amargura y se alimentan con el pan de la tribulación. Su vida sacerdotal estuvo presidida por una profunda experiencia de Dios; un profundo amor a Jesucristo Redentor, con quien se configuró, aprendiendo desde el sufrimiento la obediencia; un gran amor a María, su sin igual Madre y protectora; una vida intensa de oración, fuente de caridad; una pasión grande por el Reino en sus pobres, y un intenso amor a la Iglesia, viviendo la comunión con ella, a pesar de la oscuridad de la fe y de los sufrimientos que le llegaron desde el seno de la misma Iglesia.


Fue un evangelizador infatigable. Le gustaba orar, reflexionar y escribir sus sermones. No decía lo que no oraba, y proclamaba lo que estaba en el centro de su corazón, inflamado por el amor de Dios. Anunciaba lo que creía. Su palabra invitaba a todos a vivir la vida cristiana con radicalidad y los sagrados vínculos de la religión cristiana. Toda su vida fue Eucaristía, pan partido para ser comido; celebración del amor de Dios en la entrega de su propia existencia. Y fue, también, reconciliación. Celebró el sacramento del perdón haciéndose perdón, misericordia y compasión para todos, especialmente para sus enemigos y para aquellos que le calumniaron.


Ostentó cargos importantes, pero él vivió la maravillosa humildad de Dios, revelada en el himno de la carta a los Filipenses 2,5. Fue examinador sinodal en las diócesis de Granada, Jaén y Orihuela; juez sinodal y secretario en oposiciones a curatos en la diócesis de Málaga; Canónigo de la catedral de Málaga y visitador de religiosas. También fue formador de seminaristas, predicador de su Majestad la Reina, Isabel II, y capellán real.


Impactado por los problemas sociales y por las necesidades de los más desfavorecidos, se sintió llamado a fundar una Congregación religiosa para liberar a los seres humanos de sus esclavitudes. La funda bajo la protección e inspiración de María de la Merced, la peregrina humilde de la gratuidad de Dios, en Málaga, el 16 de marzo de 1878. El fin: Practicar todas las obras de misericordia espirituales y corporales en la persona de los pobres , pidiendo a las religiosas que todo cuanto hicieran fuera en bien de la humanidad, en Dios, por Dios y para Dios . La Congregación, en pocos años, se extiende por muchas diócesis españolas bajo la exigencia de la dinamicidad de su inspiración carismática: Curar todas las llagas, remediar todos los males, calmar todos los pesares, desterrar todas las necesidades, enjugar todas las lágrimas, no dejar, si posible fuera en todo el mundo, un solo ser abandonado, afligido, desamparado, sin educación religiosa y sin recursos. El P. Zegrí, inflamado en el amor de Dios, llegó a decir que la caridad es la única respuesta a todos los problemas sociales y que no concluirá mientras haya un solo dolor que curar, una sola desgracia que consolar, una sola esperanza que derramar en los corazones ulcerados; mientras haya regiones lejanas que evangelizar, sudores que verter y sangre que derramar para fecundar las almas y engendrar la verdad en la tierra .


Probado como oro en el crisol, y enterrado en el surco de la tierra, como el grano de trigo, pues fue calumniado y apartado de la obra por él fundada, primero por la Iglesia, y después, por las mismas religiosas, muere un 17 de marzo de 1905 en la ciudad de Málaga, solo y abandonado, como él había decidido morir; a ejemplo del Crucificado, fijos los ojos en el autor y consumador de nuestra fe. Muere como fiel hijo de la Iglesia, y bajo el signo de la obediencia de la fe, como los grandes testigos y los grandes creyentes.


Elaboró una rica espiritualidad en la que hoy bebemos las religiosas, los mercedarios de la caridad y tantos laicos que, impactados por su vida, por la caridad que derramó en los pobres y por la forma en que decidió morir, quieren hacer camino de vida cristiana desde su inspiración carismática. Los ejes fundamentales de la misma son:


— la caridad redentora, para hacer beneficios a la humanidad y servir a los pobres el Evangelio del amor y de la ternura de Dios, pues la caridad, que es Dios, se manifiesta enjugando lágrimas, socorriendo infortunios, haciendo bien a todos y dejando a su paso torrentes de luz


— el amor y la configuración con Jesucristo Redentor, en su misterio pascual, pues el rasgo de amor místico que casi identifica con Jesucristo el corazón del hombre, desprendido de toda recompensa, es el sublime ideal de la caridad


— el amor a María de la Merced, pues Ntra. Sra. de las Mercedes es de todos y para todos, ya que no hay título más dulce, invocación más suave, nomenclatura más amplia que la merced y misericordia de María.


Vivió e hizo suyas todas las virtudes cristianas de manera heroica, sobre todo la fe, la esperanza y la caridad, y todas aquellas virtudes humanas que dan elegancia a la caridad y la hacen entrañable en las relaciones: humildad, afabilidad, dulzura, ternura, misericordia, bondad, mansedumbre, paciencia, generosidad, gratuidad y benevolencia. También se distinguió por su prudencia, por su fortaleza en el sufrimiento, por su transparencia en la búsqueda de la verdad y por el sentido de la justicia que tuvieron todos sus actos y decisiones. La Iglesia reconoció sus virtudes heroicas proclamándolo Venerable el día 21 de diciembre del año 2001.


Dios Padre, por su intercesión, realizó un milagro, en la persona de Juan de la Cruz Arce, en la ciudad de Mendoza, Argentina, que la Iglesia ha considerado de segundo grado, restituyéndole el páncreas, que se le había extirpado totalmente en una intervención quirúrgica.


Su vida es un desafío para todos los que seguimos su espiritualidad, no tanto por lo que hizo, sino porque supo amar a la manera de Dios, sirviendo el Evangelio de la caridad a los más necesitados. Él nos reveló que la ternura y la misericordia de Dios se hacen realidad en el corazón de los seres humanos por el misterio de la redención del Hijo y haciendo camino con Él. El P. Zegrí hizo camino de discipulado entregándose total y exclusivamente a Jesucristo crucificado, como podemos leer en su testamento espiritual, viviendo sus mismas actitudes y sentimientos, ofreciéndose totalmente a Él para bien de la humanidad; perdonando a quienes le calumniaron, no teniendo en cuenta el mal y creando lazos de comunión, de encuentro y de relación; construyendo humanidad nueva en aras de la caridad más exquisita y amando a María, la mujer nueva, que sostuvo su existencia en la fe y su fe anclada en el misterio de Dios.


Su beatificación, (realizada el 9 de noviembre de 2003), nos introduce a todos en la merced de Dios, en ese espacio de gratuidad en la que el Señor es jaris permanente, gracia liberada y redención de todo lo que oprime a los hombres y mujeres de hoy. A este testigo de la caridad de Dios nos encomendamos para que el Espíritu Santo transforme nuestra vida en fuego de amor, de tal manera que en nuestro camino de discipulado, y cargando sobre nuestros hombros los dolores de la humanidad, nos asemejemos a un astro que ilumina sin quemar, a una ráfaga que purifica sin destruir, a un arroyo que fecunda sin inundar.


Si usted tiene información relevante para la canonización del Beato Juan Nepomuceno Zegrí y Moreno, contacte a:

Hermanas Mercedarias de la Caridad

C/ Serrano, 132

28006 Madrid, ESPAÑA



10:52 p.m.
Martirologio Romano: En Edesa, en la antigua Siria, San Abraham, anacoreta, cuya vida fue descrita por el diácono San Efrén.

Etimológicamente: Abraham = Aquel que es padre de muchos pueblos.


El admirable varón san Abraham, cuya vida nos dejó escrita san Efrén, nació en las cercanías de Edesa en la Mesopotámica, de padres muy ricos, los cuales le amaban tiernísimamente, y fue tanta la instancia que le hicieron para que se casase, y tantas las lágrimas que derramó la madre, que sólo por no contristarlos dijo que se casaría.

Preparáronse las fiestas y bodas, y habiendo durado seis días el regocijo, el séptimo, al tiempo que toda la casa estaba ocupada en convites, músicas, bailes y danzas, salióse Abraham secretamente de ella y fue a encerrarse en una gruta que distaba a más o menos una legua del lugar.


Halláronle allí al cabo de diecisiete días, y el santo habló a sus padres con tanto espíritu de Dios, que hasta recabó de su esposa que consintiese en una perpetua separación. Todo cuanto poseía en la tierra era una túnica de pelo de cabra, un manto, una escudilla para comer y beber, y una estera de juncos para acostarse.


En esta vida había pasado ya algunos años cuando el obispo de Edesa le mandó que se ordenase de sacerdote y evangelizase una población de gentiles muy obstinados que había en la diócesis. Tres años gastó el santo en la obra de convertirlos: le apedrearon, le dejaron por muerto, le arrastraron tres veces por las calles; pero finalmente se rindieron, y se echaron .a sus pies para que les bautizase.


Volvióse después Abraham a su antiguo encerramiento, y en esta sazón una sobrina suya llamada María quedó huérfana a los siete años de su edad, y la llevaron al santo; el cual la puso en una celda inmediata a la suya y allí por una ventanilla la instruía en las cosas de Dios.

Pero como a los pocos años de su recogimiento viniese la doncella a perderse por la tentación de un mozo que en hábito de monje fue a visitar al santo, en lugar de arrepentirse de su pecado, se fue a una ciudad, que estaba de allí a dos jornadas, y con hábito de seglar, galano y lascivo se entró en un mesón para perderse del todo.


Tuvo Abraham revelación de la caída de su sobrina, y deseoso de sacar aquella alma de las garras del dragón infernal y restituirla a Jesucristo, buscó un caballo, y vestido de soldado, se fue a la ciudad y al mesón donde María vivía, a la cual habló con tan tiernas palabras, que compungida y llena de confusión se deshizo en lágrimas,


Sin osar mirar la cara de su tío. «No te desesperes, hija, -le dijo el santo- porque no hay llaga tan incurable que con la sangre de Cristo no se pueda curar». Volvió luego María a su antigua morada, donde se dio de tal suerte a la penitencia, que fue un perfecto retrato de la santidad de su tío, y finalmente compañera de su gloria en su dichoso tránsito.



Oh Dios,

que cada año nos alegras con la fiesta,

de tu confesor,

el bienaventurado Abraham,

danos tu gracia para que

celebrando la nueva vida

de que goza en la gloria,

imitemos sus virtuosas acciones en la tierra.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.


10:52 p.m.
Martirologio Eomano: En Colonia, en Alemania, san Heriberto, obispo, que, siendo canciller del emperador Otón III, fue elegido a la fuerza para la sede episcopal, desde donde iluminó constantemente al clero y al pueblo con el ejemplo de sus virtudes, que también recomendaba en la predicación (1021).

Etimológicamente: Heriberto = Aquel que es temido en la batalla, es de origen germánico.



Nació en Worms, en el año 970, murió el 16 de Marzo de 1021 en Colonia.

Fue arzobispo de Colonia, canciller del emperador Otón III y fundador de la abadía de Deutz.


Heriberto era hijo del duque Hugo de Worms. Tras estudiar en la escuela de la catedral de Worms, su ciudad natal, pasó algún tiempo en el monasterio benedictino de Gorza, situado en el ducado de Lorena.


Después de este periodo fue nombrado rector de la catedral de Worms.


En 994 fue ordenado sacerdote. Ese mismo año el rey Otón III le nombró canciller para Italia y cuatro años más tarde, también para Alemania, cargo que mantuvo hasta la muerte del emperador en 23 de enero de 1002.


Como canciller, Heriberto se convirtió en el consejero más importante de Otón III, a quien acompañó a Roma en 996 y 997. Todavía estaba en Italia cuando en 999 fue elegido arzobispo de Colonia.


Recibió la investidura eclesiástica y el palio de parte del papa Silvestre II el 9 de julio de 999 en la ciudad italiana de Benevento, siendo consagrado en la Catedral de Colonia en día de Navidad de ese mismo año.


El año 1002 estuvo presente en el lecho de muerte del emperador en Paterno.


Caundo regresaba a Alemania con los restos del emperador y la insignia imperial, fue hecho prisionero por un tiempo por el futuro rey Enrique II, a cuya candidatura Heriberto se había opuesto inicialmente.


Tan pronto como Enrique fue elegido nuevo rey, el 7 de junio de 1002, cambió de postura para pasar a reconocer al nuevo rey y servirlo fielmente, acompañándolo a Roma en 1004 y mediando entre el monarca y la Casa de Luxemburgo entre otras obras.


Sin embargo Heriberto nunca se ganó la total confianza de Enrique II hasta el año 1021, cuando el rey reconoció su error y pidió perdón al arzobispo, el mismo año de la muerte del santo.


Heriberto fundó el monasterio benedictino y la iglesia de Deutz, al que hizo generosos donativos y donde se encuentra su tumba. Heriberto fue considerado santo ya en vida.


El papa Gregorio VII lo canonizó entre 1073 y 1075. Su fiesta se celebra el mismo día de su fallecimiento, el 16 de marzo.



10:52 p.m.
Santos Hilario, obispo, y Taciano, mártires

En Aquileia, en el territorio de Venecia, santos Hilario, obispo, y Taciano, mártires (s. inc.).

San Papas, mártir

En Seleucia, en Persia, san Papas, oriundo de Licaonia, que, tras muchos tormentos, afrontó el martirio por la fe de Cristo (s. IV).


San Julián, mártir

En Anazarbo, en Cilicia, san Julián, el cual, atormentado por largo tiempo, fue metido con serpientes en un saco y precipitado al mar (s. IV).


Santa Eusebia, abadesa

En Artois, de Neustria, santa Eusebia, abadesa de Hamay, que, tras la muerte de su padre, con su santa madre Rictrude se retiró a la vida monástica y, todavía adolescente, fue elegida abadesa después de su abuela santa Gertrudis (c. 680).


San Juan Sordi o Cacciafronte, monje, obispo y martir

En Vicenza, en el territorio de Venecia, beato Juan Sordi o Cacciafronte, obispo y mártir, el cual, siendo abad, fue exiliado por su fidelidad al papa, y elegido después obispo de Mantua y trasladado a la sede de Vicenza, murió en defensa de la libertad eclesiástica, asesinado por un sicario (1181).



6:47 p.m.
Martirologio Romano: En Viena, en Austria, san Clemente María Hofbauer, presbítero de la Congregación del Santísimo Redentor, que trabajó admirablemente por la propagación de la fe y la reforma de la disciplina eclesiástica. Preclaro tanto por su ingenio como por sus virtudes, impulsó a entrar en la Iglesia a no pocos varones prestigiosos en las ciencias y en las artes ( 1820)

Fecha de canonización: 20 de mayo de 1909 por el Papa Pío X



Nació en Tasswitz, Moravia, el 26 de diciembre de 1751; murió en Viena el 15 de marzo de 1821. El nombre de familia de Dvorak era mejor conocido por su equivalente alemán. Fue el más joven de doce niños, e hijo de un carnicero. Tenía seis años cuando su padre murió.

Su gran deseo fue ser sacerdote, pero su familia siendo incapaz para darle la educación necesaria, forzó a que fuera ayudante de panadero; consagrando todo su tiempo de descanso al estudio.


Era sirviente en el monasterio de premonstratensiano de Bruck, en el período de 1771 a 1775. Vivió durante algún tiempo como ermitaño.


Cuando el Emperador José II abolió a los hermitaños en Viena, fue a trabajar una vez más como panadero.


Luego de dos peregrinaciones a Roma fue nuevamente un ermitaño (1782-3); este tiempo estuvo bajo la protección de Barnaba Chiaramonti, Obispo de Tivoli, quien después sucedería al Papa Pío VII; él tomó el nombre de Clemente, por el que fue mejor conocido.


Una vez que retornó a Viena, la generosidad de los benefactores hizo posible que regresara a la universidad y completara sus estudios.


En 1784 realizó una tercera peregrinación a pié a Roma, fue con amigo, Thaddäus Hübl, y ambos fueron recibidos en el noviciado redentorista de San Giuliano en el Esquilino.


Después de un corto período de prueba, hicieron su profesión el 19 de marzo de 1785, y fueron ordenados sacerdotes unos días más tarde.


Fueron enviados a fines de esse mismo año, a fundar una casa al norte de los Alpes, San Alfonso, quien todavía estaba vivo profetizando con éxito. Fue imposible, bajo el mandato de José II, fundar una casa en en Viena, por ello, Clemente y Thaddäus volvieron a Varsovia. Allí el rey Estanislao Poniatowski, a requerimiento del nuncio, hizo que existiera un lugar en San Benno, la iglesia nacional alemana, a disposición de ellos.


Aquí, en 1795, ellos vieron el fin de la independencia polaca. Los trabajos realizador por Clemente y sus compañeros en Viena, de 1786 a 1808, fueron increíbles. Además de San Benno, otra iglesia grande fue reservada para ellos, donde se predicaron sermones en francés, y había clases diarias de instrucción para protestantes y judíos.


Además de esto, Clemente fundó un hospicio y una escuela para muchachos. Su asistente principal, Thaddäus Hübl, murió en 1807. Al año siguiente fueron suprimidas con base en órdenes de París, la casa en Varsovia y tres otras casas que Clemente había fundado. Los redentoristas fueron expulsados del Gran Ducado. Clemente junto a uno de sus compañeros, fue a Viena, donde durante los últimos doce años de su vida sirvió como capellán y director de un convento ursulino.


Durante esos años ejerció un verdadero apostolado que se extendió hacia todas las clases sociales en la capital, desde el Emperador Franciso. Incapaz para fundar una casa regular para su congregación, la que sin embargo se estableció (inmediatamente luego de su muerte) tal y como había predicho, se dedicó a las conversiones y a la capacitación de hombres jóvenes. "Yo sé de tres hombres con energía sobrehumana", había dicho su amigo, Werner, "Napoleon, Goethe, y Hofbauer Clemente". "la Religión en Austria", dijo Pío VII, "ha perdido su apoyo principal". De hecho Clemente Hofbauer fue el factor calave, más que cualquier otro, para la desaparición del josefinismo.


Fue beatificado por León XIII, el 29 de enero de 1888. Canonizado el 20 de Mayo de 1909.



6:47 p.m.
Martirologio Romano: En Przemysl, ciudad de Polonia, beato Juan Adalberto Balicki, presbítero, que se dedicó con ardor al ejercicio de su ministerio en favor del pueblo de Dios, demostrando una especial disposición para predicar el Evangelio y asistir a las jóvenes descarriadas.( 1948)

Fecha de beatificación: 18 de agosto de 2002 por el Papa Juan Pablo II



Juan Adalberto Balicki nació el 25 de enero de 1869 en Staromiescie, Polonia (hoy el distrito de Rzeszow). Murió de pulmonía y TBC en Przemysl el 15 de marzo de 1948.

Educación


Juan Adalberto vió la luz en el seno de una familia profundamente religiosa y, aunque materialmente pobre, eran ricos en honestidad y virtud. De 1876-1888 asistió a las escuelas de Rzeszow bajo la guía de educadores de alto nivel y con amor por la cultura polaca. En Septiembre de 1888 entró en el Seminario diocesano de Przemysl. Después de cuatro años de estudio preparación espiritual, el 20 de julio de 1892 fue ordenado.


El obispo lo envió a que fuera pastor auxiliar en la parroquia de Polna. Fue apreciado como un hombre de oración, confesor paciente y predicador dotado. Después de aproximadamente un año, lo enviaron a Roma para seguir su formación en la Pontificia Universidad Gregoriana. Durante sus cuatro años de estudio (1893-1897), era consciente de su doble responsabilidad: como sacerdote, para continuar haciendo progresos en la perfección Cristiana, y como estudiante, para completar sus estudios.


Su acercamiento espiritual a la teología fue fruto posterior a su período de aprendisaje. Escuchaba las conferencias por la mañana. Por la tarde leía a los autores de referencia y, sobre todos, a Santo Tomás de Aquino. Entonces iba a la capilla para orar sobre lo que había estudiado. Usó su tiempo libre en Roma para visitar las urnas de los Apóstoles y los cuartos de los santos. Era una manera concreta de aprendizaje sobre la fe.


Profesor de teología, prefecto de estudios.


En el verano de 1897, reresó a su diócesis, donde fué colocado como profesor de teología dogmática en el seminario. Era un convencido de que la Teología no sólo es la ciencia relativa a Dios, sino que es la ciencia que ayuda al hombre a encontrar a Dios. Sus lecciones constituían verdaderas meditaciones sobre los misterios divinos y tenían una buena influencia en la formación moral de sus estudiantes. A partir de 1900, Fr. Balicki también fue prefecto de estudios.


Rector del seminario


En 1927, en espíritu de obediencia, aceptó el puesto de vice-rector del seminario y un año después asumió el rectorado. Se preocupaba por la formación espiritual de los sacerdotes. Antes de que presentar los candidatos al obispo, estudiaba los informes y oraba pidiendo iluminación para tomar la decisión apropiada.


Dirección espiritual y confesión


En 1934 fue forzado a dejar su cargo de rector y de profesor de teología debido a pobre estado de salud, pero continuó viviendo al seminario. De 1934-1939 podría sólo sólo confesiones y dar dirección espiritual. Muchos de sus penitentes testificaron que él tenía un don extraordinario para penetrar en la profundidad de sus almas. Como confesor tenía un corazón abierto para todos quines se acerban con sinceridad. Siempre estaba disponible para recibir confesión a pesar de pobre salud. No era tan sólo un juez justo o un "dador de absoluciones", hacía todo lo que podía para motivar a sus penitentes para que crecieran espiritualmente. Dió también dirección espiritual a través de cartas.


Segunda Guerra Mundial: restricciones y deterioramiento de salud.


En Septiembre de 1939, Polonia se sumergió en la tragedia de la Segunda Guerra Mundial. En seguida la ciudad de Przemysl quedó dividida en dos partes: la sección vieja ocupada por tropas soviéticas, y el resto de la ciudad ocupada por los alemanes. Aunque los sacerdotes, el obispo y sus colaboradores podían moverse libremente hacia el lado Alemán, Fr Balicki permanecía en la zona soviética en la espera de iniciar nuevamente la actividad de formación en el Seminario. Al final, fue obligado a trasladarse a un cuarto en la casa obispal temporal.


En Octubre de 1941, las peleas en la zona terminaron y la barrera artificial que dividía la ciudad fue demolida. Fr Balicki permaneció allí en su cuarto temporal en el obispado.


En la segunda mitad de Febrero de 1948, se puso gravemente enfermo y se le diagnosticó pulmonía bilateral y tuberculosis en fase avanzada. Fue admitido en el hospital donde murió el 15 de Marzo de. Fue considerado por todos un "sacerdote santo" y "la humildad personificada".


Después de su muerte, la fama de su santidad se extendió a lo largo y más allá de Polonia a través de los emigrantes polacos. Luego las personas empezaron a informar a las autoridades las respuestas a sus oraciones en las que ellos pedían a Juan Adalberto que intercediera por ellos.


Modelo de Sacerdote Diocesano

El 22 de Diciembre de 1975, el entonces Cardenal Wojtyla escribió a Pablo VI pidiéndole que sea reconocidocomo un modelo para los presbíteros de nuestro tiempo.


Reproducido con autorización de Vatican.va



6:47 p.m.
Martirologio Romano: En Roma, junto a San Pablo, en la vía Ostiense, beato Plácido Riccardi, presbítero de la Orden de San Benito, quien, a pesar de sentirse afectado por fiebres continuas, enfermedades y parálisis, abrazó incansablemente la observancia de la Regla y la oración. ( 1915)

Fecha de beatificación: 5 de diciembre de 1954 por el Papa Pío XII.



Tomás Riccardi nació el 24 de junio de 1844 en Trevi, pequeña ciudad de Umbria. Su padre fabricaba aceite de oliva y tenía un comercio de especias; gozaba de una gran fortuna, que le permitió poner a su hijo en el convento para nobles de Trevi, donde estudió humanidades. Tomás era un buen alumno; le gustaba el teatro y la música; se confesaba regularmente, pero en su piedad no había nada excesivo.

En 1865, fue a Roma para estudiar filosofía en el Angélico, célebre colegio de los dominicos. Aunque él declaró que no tenía vocación religiosa, ciertamente por este lado era por donde buscaba orientar su vida. Conoció y admiró a los dominicos y a los jesuitas, pero, poco atraído por el apostolado activo y menos aún por la agitación de la ciudad, se presentó a la abadía de San Pablo Extramuros, que, situada en pleno campo, le ofrecía la soledad, el recogimiento, y la vida de oración que deseaba.


Ingresó en la abadía el 12 de noviembre de 1866 y tomó el hábito benedictino y el nombre de Plácido, el 15 de enero de 1867. Desde un principio, mostró una gran asiduidad a la oración. Tuvo, por el contrario gran repugnancia por la claridad de conciencia que contradecía completamente su independencia de carácter; sin embargo, lejos de obstinarse ante las instancias de su padre maestro, reflexionó, se humilló, y animosamente intentó practicar esta ascesis tan poco atractiva. Y fue fiel a esta práctica toda su vida, primero con su padre maestro, y después con los abades sucesivos. Plácido Riccardi, durante todo su noviciado, se acomodó muy bien a esta vida austera casi eremítica, y la comunidad se regocijó de las cualidades del recluta. Hizo su profesión el 19 de enero de 1868.


Volvió a estudiar la filosofía y después, con mayor placer, la teología, a la que se entregó con amor. Nunca cesó de repasar sus conocimientos religiosos, calmadamente, a la manera de los monjes antiguos. Pronto le disgustaron los manuales, que no había abierto más que por deseo de prepararse terminan por obstaculizar la conducta que los confesores deben seguir con los penitentes. Más que del espíritu de bondad del Salvador, parecen estar llenos de los principios sutiles de los antiguos rabinos. A los modernos expositores, prefería los autores antiguos; leía asiduamente a Cornelio a Lápide, las "Mora les" de San Gregorio, San Bernardo, San Agustín, y de los Padres de la Iglesia. Frecuentaba algunos libros más recientes: los "Sufrimientos de Jesús", del padre Tomás de Jesús; las obras de Catherine Emmerich, del padre Faber, de Mons. Gay... y, por el contrario, descartaba deliberadamente todos los libros profanos, considerándolos no sólo inútiles, sino dañosos para un monje.


El 26 de abril de 1868, Plácido Riccardi recibió de su abad la tonsura y las órdenes menores; fue ordenado subdiácono el 7 de abril de 1870, diácono el 4 de septiembre de 1870, tres días después de haber entrado el ejército piamontés en Roma. El no había cumplido su servicio militar, lo que le valió ser arrestado como desertor, el 5 de noviembre, y ser condenado a un año de prisión en Florencia. Puesto en libertad el mismo año, fue enviado al 57 regimiento de infantería en Liborno. Fue dado de baja en Pisa, el 26 de enero de 1871: el ejército italiano perdió un soldado, pero la abadía de San Pablo encontró con alegría a su monje, que fue admitido a la profesión solemne ello de marzo de 1871 y ordenado sacerdote, el 25 de marzo.


Don Plácido fue empleado, al principio, en la escuela de la abadía. Cuándo contaba los recuerdos de esta época, los comentaba con un proverbio: "a quien los dioses odian, lo hacen pedagogo". Vigilar a infantes turbulentos era un suplicio para un hombre miope y amante de la paz y del silencio. Los chicos le preparaban sorpresas demasiado extrañas al reglamento. El clima malsano de Roma acabó de quebrantar su frágil salud; tuvo crisis de paludismo, que, a pesar de algunos calmantes, nunca cesaron completamente.


Su abad, sin embargo, se preocupó en darle un oficio más adaptado a sus gustos: lo nombró ayudante del maestro de novicios, confesor de las monjas de Santa Cecilia en Roma, después, el 22 de agosto de 1864, lo envió como vicario abacial a las monjas de San Magno D´ Amelia. La comunidad, abusando de la debilidad de una anciana abadesa, se había relajado un poco. Don Plácido lo tomó muy a mal: no contento con multiplicar sus exhortaciones públicas y privadas, entró a los detalles de la observancia, suprimió las pláticas inútiles y las habladurías, y revisó con cuidado el horario del día. No tenía cuidado de su enfermedad y jamás intentó acortar las confesiones prolijas; preparaba además con cuidado sus sermones. Bien pronto, las hermanas, cuyos defectos había que atribuir principalmente a su falta de formación, mostraron un fervor digno de su excelente maestro.


El nombramiento de Don Plácido en Amelia se justificaba por su capacidad para desempeñar el cargo; sin embargo, tenía otro motivo: había entonces en San Paulo Extramuros un novicio, en quien se tenían grandes esperanzas, quien al cabo de algún tiempo fue favorecido por gracias místicas extraordinarias. Todo el mundo pudo ver sus estigmas y escucharle narrar sus visiones; el abad, el padre maestro y muchos otros vacilaban en confiar en él; Don Plácido, a quien se pidió al principio su opinión por deferencia, pronto se dio cuenta de que este novicio, aparentemente místico, ignoraba la humildad y la mortificación. Lo invitó a ir a pasar con él algunas horas de la noche delante del Santísimo Sacramento. Mientras Don Plácido permanecía de rodillas delante del altar, como lo hacía frecuentemente cuando estaba solo, el novicio se instaló del coro. Don Plácido no llevaba en Roma una vida distinta de aquella que él tanto amaba en Sanfiano y en Farfa.


La salud de Don Plácido decaía cada día más, y su abad le envió para que lo ayudara a un monje alemán, que se consideró también como el superior. Los campesinos de Sabine no tenían costumbres delicadas e intentaron desembarazarse del encumbrado personaje, colocando arriba de la puerta del santuario una viga que debía caerle sobre la cabeza cuando entrara; el atentado fracasó, pero la iglesia se vio abandonada por los fieles. Don Plácido se afligió sobre manera al ver aniquilada su obra, su salud sufrió por ello y su desarreglo intestinal se agravó, al punto de que le fue completamente imposible celebrar la misa.


El 17 de noviembre de 1912, cuando subía una escalera, un ataque de parálisis, acompañada de convulsiones, lo tiró por tierra y lo hizo rodar por los escalones de mármol. Su estado pareció tan grave, que se le administró inmediatamente la extremaunción; sin embargo, soportó la prueba y se le pudo conducir de nuevo a la abadía de San Pablo Extramuros, el 23 de diciembre siguiente.


Quedó paralítico del lado derecho; sus piernas se encogieron, después se arquearon, y no podía permanecer ni siquiera recostado sobre la espalda. Acaba do físicamente, hizo de sus días una oración perpetua y no se quejaba jamás, ni reclamaba nada, atento solamente a no molestar o contrariar a aquellos que se ocupaban de él. Durante este penoso período, tuvo la alegría de ver con frecuencia a su lado al joven y fiel amigo Don Ildefonso Schuster, quien lo había dirigido por los caminos de la perfección monástica. Liturgista, arqueólogo, historiador, excelente administrador, Schuster, el futuro cardenal, arzobispo de Milán tenía gustos y aptitudes absolutamente opuestas a las de su viejo maestro; sin embargo, tenían en común un amor a Dios, sincero y profundo, y el atractivo por una vida ascética seria y severa. Don Plácido mostró su confianza al discípulo escogiéndolo como confesor; Don Schuster obtuvo para su maestro el favor que podía agradarle más: Pío X autorizó la celebración de una misa, cada se- mana, en la celda del enfermo.


Don Plácido, murió dulcemente mientras Don Schuster velaba cerca de él el 15 de marzo de 1915.



AÑO CRISTIANO Edición 2003

Autores: Lamberto de Echeverría (†), Bernardino Llorca (†) y José Luis Repetto Betes

Editorial: Biblioteca de Autores Católicos (BAC)

Tomo III Marzo ISBN 84-7914-663-X


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Matilde era descendiente del célebre Widukind, capitán de los sajones en su larga lucha contra Carlomagno, como hija de Dietrich, conde de Westfalia y de Reinhild, vástago de la real casa de Dinamarca. Cuando la niña nació en el año 895, fue confiada al cuidado de su abuela paterna, la abadesa del convento de Erfut. Allí, sin apartarse mucho de su hogar, Matilde se educó y creció hasta convertirse en una jovencita que sobrepasaba a sus compañeras en belleza, piedad y ciencia, según se dice. A su debido tiempo se casó con Enrique, hijo del duque Otto de Sajonia, a quien llamaban "el cazador". El matrimonio fue excepcionalmente feliz y Matilde ejerció sobre su esposo una moderada, pero edificante influencia. Precisamente después del nacimiento de su primogénito, Otto, a los tres años de casados, Enrique sucedió a su padre en el ducado. Más o menos a principios del año 919, el rey Conrado murió sin dejar descendencia y el duque fue elevado al trono de Alemania. No cabe duda de que su experiencia de soldado valiente y hábil le resultó muy útil, puesto que su vida fue una lucha constante en la que triunfó muchas veces de manera notable.

El mismo Enrique y sus súbditos atribuyeron sus éxitos, tanto a las oraciones de la reina, como a sus propios esfuerzos. Esta seguía viviendo en la humildad que la había distinguido de niña. A sus cortesanos y a sus servidores, más les parecía una madre amorosa que su reina y señora; ninguno de los que acudieron a ella en demanda de ayuda quedó defraudado. Su esposo rara vez le pedía cuentas de sus limosnas o se mostraba irritado por sus prácticas piadosas, con la absoluta certeza de su bondad y confiando en ella plenamente. Después de veintitrés años de matrimonio, el rey Enrique murió de apoplejía, en 936. Cuando le avisaron que su esposo había muerto, la reina estaba en la iglesia y ahí se quedó, volcando su alma al pie del altar en una ferviente oración por él. En seguida pidió a un sacerdote que ofreciera el santo sacrificio de la misa por el eterno descanso del rey y, quitándose las joyas que llevaba, las dejó sobre el altar como prenda de que renunciaba, desde ese momento, a las pompas del mundo.


Habían tenido cinco hijos: Otto, más tarde emperador; Enrique el Pendenciero; San Bruno, posteriormente arzobispo de Colonia; Gerberga que se casó con Luis IV, rey de Francia y Hedwig, la madre de Hugo Capeto. A pesar de que el rey había manifestado su deseo de que su hijo mayor, Otto, le sucediera en el trono, Matilde favoreció a su hijo Enrique y persuadió a algunos nobles para que votaran por él; no obstante, Otto, resultó electo y coronado. Enrique no aceptó de buena gana renunciar a sus pretensiones y promovió una rebelión contra su hermano, pero fue derrotado y solicitó la paz. Otto lo perdonó y, por la intercesión de Matilde, le nombró duque de Baviera. La reina llevó desde entonces una vida de completo auto-sacrificio; sus joyas habían sido vendidas para ayudar a los pobres y era tan pródiga en sus dádivas, que dio motivo a críticas y censuras. Su hijo Otto la acusó de haber ocultado un tesoro y de mal gastar los ingresos de su corona; le exigió que rindiera cuentas de todo cuanto había gastado y envió espías a vigilar sus movimientos y registrar sus donativos.


Su sufrimiento más amargo fue descubrir que Enrique instigaba y ayudaba a su hermano en contra de ella. Lo sobrellevó todo con paciencia inquebrantable, haciendo notar, con un toque de patético humor, que por lo menos la consolaba ver que sus hijos estaban unidos, aunque sólo fuera para perseguirla. "Gustosamente soportaré todo lo que puedan hacerme, siempre que lo hagan sin pecar, si es que con ello se conservan unidos", solía decir, según se afirma.


Para darles gusto, Matilde renunció a su herencia en favor de sus hijos y se retiró a la residencia campestre donde había nacido. Pero poco tiempo después de su partida, el duque Enrique cayó enfermo y comenzaron a llover los desastres sobre el Estado. El sentimiento general era que tales desgracias se debían al trato que los príncipes habían dado a su madre; Edith, la esposa de Otto, lo convenció para que fuera a solicitar su perdón y le devolviera todo lo que le habían quitado. Sin que se lo pidieran, Matilde los perdonó y volvió a la corte, donde reanudó sus obras de misericordia. Pero no obstante que Enrique había cesado de importunarla, su conducta continuó causándole gran aflicción. El nuevamente se volvió contra Otto y, posteriormente castigó una insurrección de sus propios súbditos en Baviera con increíble crueldad; ni aun los obispos escaparon a su cólera.


En 955, cuando Matilde lo vio por última vez, le profetizó su próxima muerte y lo instó a arrepentirse, antes de que fuera demasiado tarde. En efecto, al poco tiempo, murió Enrique y la noticia causó un dolor muy profundo en la reina.


Emprendió la construcción de un convento en Nordhausen; hizo otras fundaciones en Quedlinburg, en Engern y también en Poehlen, donde estableció un monasterio para hombres. Es evidente que Otto jamás volvió a resentirse porque su madre gastara los ingresos en obras religiosas, pues cuando él fue a Roma para ser coronado emperador, dejó el reino a cargo de Matilde.


La última vez que Matilde tomó parte en una reunión familiar fue en Colonia, en la Pascua de 965, cuando estuvieron con ella el emperador Otto "el Magno", sus otros hijos y nietos. Después de esta reaparición, prácticamente se retiró del mundo, pasando su tiempo en una y otra de sus fundaciones, especialmente en Nodhausen. Cuando se disponía a tratar ciertos asuntos urgentes que la reclamaban en Quedlinburg, se agravó una fiebre que había venido sufriendo por algún tiempo y comprendió que pronto iba a llegar su último momento. Envió a buscar a Richburg, la doncella que la había ayudado en sus caridades y que era abadesa en Nordhausen. Según la tradición, la reina procedió a hacer una escritura de donación para todo lo que hubiera en su habitación, hasta que no quedó nada más que el lienzo de su sudario. "Den eso al obispo Guillermo de Mainz (que era su nieto). El lo necesitará primero que yo". En efecto, el obispo murió repentinamente, doce días antes de que ocurriera el deceso de su abuela, acaecido el 14 de marzo de 968. El cuerpo de Matilde fue sepultado junto con el de su esposo, en Quedlinburg, donde se la venera como santa desde el momento de su muerte.



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Martirologio Romano: En Lieja, en la actual Bélgica, beata Eva del Monte Cornelio, recluida junto al cenobio de San Martín, que con santa Juliana, priora del mismo cenobio, trabajó mucho para que el papa Urbano IV instituyese la fiesta del Cuerpo de Cristo. ( 1265)

Fecha de beatificación: El Papa León XIII confirmo su culto el 22 de abril de 1902



Etimológicamente significa “la que da vida”. Viene de la lengua hebrea.

Este nombre, que llevan tantas chicas de cualquier cultura, aparece, de una forma más clara, en el libro titulado “Vida de la beata Juliana”, su amiga íntima.


Eran tan amigas que todo se lo confiaban. De ellas surgió la celebración de la fiesta del Corpus.


Vino al mundo en 1205. El ambiente en el que se educó no era el más propicio para alimentar una profunda vida cristiana. Era un mar de dudas.


Poco a poco, sin embargo, Juliana le fue aclarando todo su rico manantial -aunque inexplorado– de su alma estupenda.


La amistad sincera ayuda en momentos cruciales de la existencia. Guiada, pues, por su amiga entró en el convento de san Martín de Lieja (Bélgica).


Tuvo la fortuna de que la visitara a menudo su amiga. Le confiaba el gozo que sentía de haber fundado un instituto dedicado a la glorificación del Sacramento de la Eucaristía.


Por diversas circunstancias, Juliana tuvo que salir para estar junto a su amiga Eva en el mismo convento. Aquí fue donde Eva constató personalmente los arrebatos místicos de su amiga.


Al principio dudaba de que los tuviera. Se convenció más tarde del alto grado de santidad de su amiga y de los éxtasis con que Dios le regalaba.


Gracias a las dos, el Papa Urbano IV publicó la Bula en la que anunciaba la fiesta de la institución de la fiesta del Corpus para toda la Iglesia.


Esta Bula es un documento importante de la fecha de la institución, en agosto- septiembre del año 1264.


Justamente, al año siguiente moría en olor de santidad. Se le da de forma indistinta el título de santa o beata.


Sus restos mortales por una u otras razones han ido de aquí para allá hasta el 18 de diciembre de 1746, fecha en la que se colocaron en el altar de san Martín. Su popularidad va siempre unida a Juliana.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!



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Dios confía a todos una o varias personas. Más o menos, todos han recibido un don pastoral para escuchar a otro y llegar a captar lo que le hace mal. Escuchar, para allanar el terreno y preparar los caminos de Cristo.

Desde muy joven entró en el monasterio de santa Justina, al lado de Padua.


Tanta era su devoción, su austeridad de vida y su ejemplo viviente para los hermanos, que lo eligieron abad a los 24 años.


Era una persona muy inteligente y, como tal, se dedicó a defender los derechos de los monasterios reivindicando antiguos privilegios.


Uno de estos privilegios era que el abad tenía derecho a participar en la elección del obispo.


También restauró el monasterio e hizo otros nuevos.


Cuando el rey Ezelino de apoderó de Padua en el año 1237, metió en la cárcel al abad del otro monasterio. Arnaldo huyó.


En 1238 el rey Federico II devolvió el monasterio a los monjes e incluso se quedó con ellos durante dos meses.


Pero la historia es cosa distinta de la vida religiosa. Apenas se marchó el emperador, Ezelino arrestó a Arnaldo y lo encerró en una fortaleza comiendo pan y agua.


De esta forma, lentamente fue perdiendo la salud, hasta que murió el diez de febrero de 1246.


Apenas se fue el rey, sus restos se trasladaron a santa Justina.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!



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Martirologio Romano: En Palermo, en la región de Sicilia (Italia), beato Giacomo Cusmano, presbítero, que fundó la Congregación de Siervos y Siervas de los Pobres, y se destacó por su caridad hacia los necesitados y enfermos. ( 1888)

Fecha de beatificación: 30 de Octubre de 1983 por Su Santidad Juan Pablo II.



El Beato Giacomo Cusmano nació el día 15 de marzo del año 1834 en la ciudad de Palermo, Italia.

Quedó huerfano de madre cuando tenía apenas 3 años de edad, es educado por monjas Vicentinas. Desde su niñez mostró una gran sensibilidad al sufrimiento de los demás.


Terminados sus estudios superiores en el Universidad Jesuita Máximo, se inscribió en la facultad de medicina y cirugía, graduándose a los 21 años de edad. Por su generosidad y desinterés se volvió "doctor de los pobres".


Pero la voz de Dios, cada vez más imperiosa, empuja al jóven doctor a completar y enriquecer su noble profesión con la dedicación y consagración total a Dios y, por amor a Él, a los pobres. Abrozó su vocación eclesiástica y se ordenó sacerdote el 22 de Diciembre de 1860.


El 12 de Febrero de 1867 se fundó la Associazione del Boccone del Povero, conformada por sacerdotes y hombres y mujeres laicos, bajo la presidencia de Monseñor Naselli, Arzobispo de Palermo, quien bendice la obra, recibiendo luego la bendición papal, instituyéndose canonicamente en 1868.


El 23 de Mayo de 1880, fiesta de la Santísima Trinidad, entrega el hábito a las primeras monjas. El 4 de Octubre de 1884 entrega el habito a los primeros fraternos y el 21 de Noviembre de 1887 se reune la Comunidad Misionera que ya llebava algún tiempo sirviendo a los pobres, fundándose así oficialmente las Congregaciones de las Siervas y los Siervos de los Pobres.


Abre hospitales, casas para ancianos pobres y abandonados y para huérfanos. Lo llamadan el "Padre de los Pobres".


Muere, con fama de santidad, el 14 de Marzo de 1888 en Palermo, extrañado por todos, sin distingo de clases sociales, ideológicas o partidistas.


La obra fundada por él se extiendía -hasta la fecha de publicación de este artículo- por Italia, Rumania, Estados Unidos, México, Brazil, Camerún, Uganda, República Democrática del Congo, Filipinas e India.



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Martirologio Romano: En Nápoles, Italia, beata María Josefina de Jesús Crucificado (Josefina Catanea), virgen de la Orden de las Carmelitas Descalzas. ( 1948)

Fecha de beatificación: 1 de junio de 2008 por S.S. Benedicto XVI



Nació en Nápoles el 18 de febrero de 1894, en el seno de una familia de nobles, los marqueses Grimaldi. Desde su niñez mostró una predilección particular por los pobres y los más necesitados, destinándoles el dinero que le daban para juguetes o para merendar, y ayudando a dos viejecitas que vivían solas.

El testimonio ejemplar de su abuela y de su madre fue la escuela donde aprendió a conocer a Jesús y a enamorarse de él. Tuvo particular devoción a la Eucaristía y a la Virgen María, especialmente con el rezo del rosario.


Después de realizar estudios de comercio, el 10 de marzo de 1918, superando la oposición de su madre y de sus familiares, entró en el Carmelo de Santa María, en "Ponti Rossi", lugar así llamado porque allí se encontraban los restos de un acueducto romano.


Allí aprendió a amar a Cristo en medio del sufrimiento, ofreciéndose como víctima por los sacerdotes. Supo aceptar la voluntad de Dios, aunque implicara gran dolor físico: se vio afectada por una forma grave de tuberculosis en la espina dorsal, con dolores en las vértebras, que la paralizó completamente. El 26 de junio de 1922 se curó milagrosamente, de forma instantánea, después del contacto con el brazo de san Francisco Javier, que le llevaron a su celda.


La "monja santa", como la llamaba la gente, inició un largo apostolado principalmente en el locutorio del convento, acogiendo a todo tipo de personas enfermas y necesitadas de ayuda tanto material como espiritual, a los que proporcionaba consuelo y consejo, para encontrar el amor de Dios. Incluso realizó milagros.


Su abnegación prosiguió, también cuando llegaron otras enfermedades, obligándola a estar en silla de ruedas, crucificándose con Jesús por la Iglesia y por las almas.


En 1932 la Santa Sede reconoció la casa de "Ponti Rossi" como convento de la segunda orden de Carmelitas Descalzos, y Josefina Catanea recibió el hábito de santa Teresa de forma oficial, tomando el nombre de María Josefina de Jesús Crucificado. El 6 de agosto de ese mismo año hizo la profesión solemne según la Regla carmelitana, que ya vivía desde 1918.


Desde 1934 el cardenal Alessio Ascalesi, arzobispo de Nápoles, la nombró subpriora; luego, en 1945, vicaria; y el 29 de septiembre de ese mismo año, en el primer capítulo general, fue elegida priora de la comunidad, cargo que desempeñó hasta su muerte.


Su espiritualidad, su docilidad amorosa, su humildad y sencillez, le granjearon gran estima durante los años de la segunda guerra mundial. Oraba sin cesar, alimentando así su confianza en Dios, de la que contagiaba a todos los que se dirigían en peregrinación a "Ponti Rossi" para escuchar su palabra de aliento, consuelo y estímulo a superar las pruebas y los dolores de las tristes situaciones debidas a la guerra.


El día de su toma de hábito dijo: "Me he ofrecido a Jesús crucificado para ser crucificada con él", y el Señor le tomó la palabra. Compartió los sufrimientos de Cristo de forma silenciosa, pero alegre. Soportó durante largos años duras pruebas y persecuciones con espíritu de abandono a la voluntad de Dios. También gozó de carismas místicos extraordinarios.


Por obediencia y por consejo de su director espiritual, escribió su "Autobiografía" (1894-1932) y su "Diario" (1925-1945), así como numerosas cartas y exhortaciones para las religiosas.


Desde 1943 comenzó a sufrir varias enfermedades especialmente dolorosas, que incluyeron la pérdida progresiva de la vista. Convencida de que esas enfermedades eran voluntad de Dios, las acogía como "un don magnífico" que la unía cada vez más a Jesús crucificado. Con una sonrisa en los labios, ofrecía su cuerpo como altar de su sacrificio por las almas. Murió el 14 de marzo de 1948 en su ciudad natal.


Reproducido con autorización de Vatican.va



3:34 a.m.
Etimológicamente significa “pacífico”. Viene de la lengua hebrea.

En esta espera, al que escucha a Dios, de día o de noche, se le responde: paz Tanto si vives solo como con otros, ¿llegará tu casa, o tu única habitación, a ser como una "casa de Nazaret" donde acoger la paz?


San Eulogio es el escritor más importante de los muchos Mártires de Córdoba en tiempos de los musulmanes y sus califas.


De entre esos mártires, los mas típicos y característicos son, sin duda alguna, Salomón y Rodrigo.


Córdoba, la preciosa ciudad andaluza, plagada de monumentos y de historia, tuvo ilustres pensadores en aquellos tiempos. Baste recordar a Séneca, Lucano, Averroes.


En el siglo X vivió su mejor apogeo cultural y artístico antes de que la reconquistara el rey Fernando III de Castilla.


Hubo épocas en las que la convivencia de musulmanes, judíos y cristianos fue ideal. Eso sí, los cristianos no podían hacer gala de su fe con manifestaciones públicas. Sin embargo, sí se les exigía grandes tributos.


Era, en realidad, una paz comprada o silenciosa. No podía durar demasiado tiempo.


Los cristianos más sensibilizados no querían vivir una hibernación religiosa.


Por eso, de vez en cuando, había reacciones contra la dominación musulmana.


Los musulmanes contestaban con persecuciones esporádicas. Este creyente fue uno de los cabecillas de una de las reacciones. Se les unieron Rodrigo y Eulogio.


No hay muchos datos acerca de Salomón antes de que sufriera la prisión y el martirio, que tuvo lugar el 13 de marzo del año 857.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!



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Martirologio Romano En Salvador de Bahía, Brasil, Beata Hermana Dulce (en el siglo Maria Rita Lopes Pontes), religiosa profesa de la Congregación de las Hermanas Misioneras de la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios ( 1992)

Fecha de beatificación: 22 de mayo de 2011 durante el pontificadc de S.S. Benedicto XVI.



Nacida el 26 de mayo de 1914 en Salvador, capital del estado nororiental de Bahía y bautizada como María Rita Lopes Pontes, la religiosa, de la Congregación de las Hermanas Misioneras de la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios, puede convertirse en la primera santa nacida en el Brasil, el país con el mayor número de católicos del mundo.

La Hermana Dulce entregó su vida al servicio de los necesitados y desarrolló una obra social en su natal Bahía donde fundó varios hospitales de caridad y una red de apoyo social que dirigió hasta su muerte, el 13 de marzo de 1992, a los 77 años de edad.


Por su obra, en 1988 fue candidata al Premio Nobel de la Paz y, en octubre de 1991, cinco meses antes de su muerte, recibió en su lecho de enferma la visita del hoy beato Juan Pablo II, durante la segunda visita del pontífice a Brasil.


Las Obras Sociales "Hermana Dulce", que continúan con el legado de la inminente beata, incluyen el Complejo Roma, una red de hospitales y centros de salud para los más pobres que atiende en Bahía a cinco millones de personas al año y el Centro Educativo San Antonio. Adicionalmente, la organización gestiona varios centros de salud del Municipio de Salvador.


El milagro


El proceso de beatificación de la hermana Dulce comenzó en 1999 y cuatro años después, en 2003, diez médicos brasileños y tres italianos certificaron un "caso extraordinario de cura", milagro que fue reconocido por unanimidad por la Congregación para las Causas de los Santos.


El milagro ocurrió en enero de 2001 cuando Claudia Santos de Araújo, del estado de Sergipe y devota de la Hermana Dulce, sufrió una grave hemorragia durante un parto y quedó en estado de coma, con lo cual los médicos le dieron sólo horas de vida.


Sin embargo, un sacerdote amigo que sabía de la fe de la mujer en la Hermana Dulce le oró pidiéndole por su salud y en cuestión de horas la parturienta estaba plenamente recuperada. Dos días después recibió el alta del hospital con su bebé, sin que los médicos lograran explicar lo sucedido.


La Hermana Dulce fue declarada venerable por el Vaticano en 2009 y el año pasado, cuando su cuerpo fue exhumado y transferido a la catedral de Salvador, el cadáver estaba intacto, momificado naturalmente, lo que fue interpretado por la Iglesia como una señal de santidad.


"Su caridad fue maternal, tierna. Su dedicación a los pobres tenía una raíz sobrenatural y de lo alto trajo energías y medios para poner en práctica una asombrosa actividad de servicio a los más humildes", consignó en su voto uno de los teólogos favorables a la apertura de la causa de beatificación.


Si después de la beatificación se comprueba un segundo milagro por su intercesión, la Hermana Dulce puede convertirse en la primera santa nacida en el Brasil, país que hasta ahora sólo tiene en lo más alto de los altares a Frei Antonio de Santa Anna Galvao (1739-1822), canonizado el 11 de mayo de 2007 por el Papa Benedicto XVI durante su visita al Brasil.



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Sacerdote de la Primera Orden (1194‑1236).


Martirologio Romano: En Oxford, en Inglaterra, beato Agnelo de Pisa, presbítero, que enviado por san Francisco a Francia y después a Inglaterra, estableció allí la Orden de los Hermanos Menores y promovió las ciencias sagradas ( c.1236)

Fecha de beatificación: León XIII el 4 de septiembre de 1892 aprobó su culto.



Agnelo de Pisa es gloria no sólo de Pisa, su ciudad natal, sino de Oxford, donde murió en 1236.

Recorrer, tras sus pies descalzos su itinerario entre el Arno y el Támesis, es seguir una de las etapas más importantes de la difusión del franciscanismo en Europa.


El joven Agnelo conoció a San Francisco en Venecia, y había sido uno de los muchos atraídos por su palabra y por su ejemplo.


A los 17 años de edad fue recibido en la Orden por el mismo San Francisco. Siguiéndolo descalzo por amor de la Dama Pobreza, pronto mostró sus dotes de óptimo organizador y realizador, a pesar de su modestia de verdadero franciscano, que conservó durante toda su vida. Por esto, muy joven, tenía apenas 23 años, fue enviado a Francia por el mismo San Francisco, con un grupo de hermanos destinados a fundar los primeros conventos franciscanos en París.


Fray Agnelo fue el primer custodio, o superior de las casas allí fundadas por él, dando pruebas de gran celo y de ejemplar sabiduría. Por esto en el capítulo general de 1223, San Francisco le encomendó una tarea todavía más exigente: la conquista espiritual de todo un país, Inglaterra, fundando allí una Provincia Franciscana. Fray Agnelo desembarcó en Dover con ocho compañeros, el 10 de septiembre de 1224.


Para finales de aquel año, ya había fundado dos conventos: uno en Cornhill, cerca de Londres, y el otro en Oxford. En los años siguientes las casas franciscanas se multiplicaron en Inglaterra por sobre toda previsión. Fray Agnelo comprendió la importancia de los estudios y de la enseñanza para el provenir de la Orden y de su Provincia. Oxford, donde él fundó el segundo convento, era – y es todavía hoy – el máximo centro universitario del país. Los Dominicos ya habían abierto allí una casa de estudios; lo mismo hicieron pocos años después los franciscanos con fray Agnelo, que invitó a enseñar teología allí al mismo canciller de la Universidad, Roberto Grossatesta. La escuela franciscana de Oxford pronto adquirió grandísima importancia, y tal siguió siendo en los siglos siguientes.


Toda la provincia franciscana de Inglaterra se hizo admirable por su virtud y su doctrina. Estos éxitos sin embargo no disminuyeron la humildad de fray Agnelo, que no se ensoberbeció ni siquiera cuando fue escogido como consejero del rey Enrique III, ni cuando fue sabio mediador en las controversias políticas y diplomáticas. Por obediencia aceptó la ordenación sacerdotal; como ministro provincial fue a Asís para el capítulo de 1230; luego volvió a Inglaterra, por petición de los obispos del país. Se estableció en el convento de Oxford, por él mismo fundado. Poco después murió, a la edad de 42 años, en Oxford, en 1236. La fama de santidad bien pronto rodeó a este inglés de Pisa, símbolo viviente de la unidad espiritual de los dos países.


Su sepulcro en la iglesia franciscana de Oxford fue destruido durante la persecución de Enrique VIII.



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