08/01/20

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Mártires de Barbastro

Martirologio Romano: En Barbastro, en España, beatos Felipe de Jesús Munárriz Azcona y 50 compañeros, mártires, todos ellos Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de la Bienaventurada Virgen María (Claretianos), que, fueron asesinados a las puertas del cementerio por milicianos. ( 1936)

Fecha de beatificación: 25 de octubre de 1992 por S.S. Juan Pablo II

Breve Reseña


Todo comenzó con la sublevación del 17 de julio de 1936. En la ciudad de Barbastro (Huesca) se vivía en una serena tensión. 59 misioneros claretianos, la mayoría jóvenes estudiantes, confiaban en las palabras del coronel Villalba: "Las tropas están acuarteladas. En el momento dado responderán". El día 20, lunes, a las 5,30 de la tarde llegó el registro a la casa. Todos fueron enviados a la cárcel entre insultos y amenazas. Esta estaba a tope. En la misma plaza se alzaba el colegio de los Escolapios, con un salón relativamente amplio. Esa sería la prisión de los claretianos. Todavía escuchaban de los escolapios palabras de esperanza, pero pronto se iría ensombreciendo el paisaje. Los pocos colchones se los llevaron, no podían cambiarse y debían lavar los pañuelos en el agua que les daban para beber. En tres semanas y media sólo pudieron afeitarse tres veces. Todos sumados eran 49 personas en un local de 25 metros de largo por 6 de ancho. Aquel agosto era especialmente caluroso.

Dos estudiantes argentinos, liberados unos días antes de los fusilamientos, nos han transmitido los momentos de sufrimiento moral a los que fueron sometidos. Parussini, uno de ellos, escribía: "Cierto día nos dijeron que la cena sería nuestra última comida. Oída la feliz nueva, busqué un trozo de papel y escribí unas líneas de despedida...". Más de cuatro veces recibieron la absolución general creyendo que la muerte era inminente. Los largos días de encierro dieron tiempo para muchas cosas, también para los recuerdos anecdóticos y el humor. Siempre llenos de paz, tranquilidad y alegría. Uno de los estudiantes argentinos declaraba: "Nos lo repetían constantemente: No odiamos vuestras personas. Odiamos vuestra profesión, vuestro hábito negro, vuestra sotana". La causa de la detención y la ejecución estaba clara.

El lunes 10 de agosto, aunque no lo sabían, comenzaba la última semana de su vida. Hacía 8 días que habían fusilado ya al P. Superior y a los dos consejeros junto con otros sacerdotes y seglares del pueblo. También habían fusilado al obispo de Barbastro D. Asensio Barroso. El día 11 de agosto recibieron la visita de un representante del comité. Las acusaciones de posesión de armas y de complots no conseguían abrirse paso ante la inocencia de los jóvenes religiosos. Les prohibieron hablar en voz alta y agruparse más de dos. El Rector de los Escolapios les bajó unos libros, pero ya no era tiempo de leer sino de prepararse para morir.

El 12 de agosto sería un día inolvidable para nuestros jóvenes. Eran las siete de la mañana. Uno del comité irrumpía en el salón pidiendo los nombres. La lista negra ya estaba confeccionada. Uno de los dos estudiantes argentinos escribía después: "Todos se confesaron por última vez y pasaron el día en oración...Todos estaban contentos de sufrir algo por la causa de Dios. Todos perdonaban a sus verdugos y prometían rogar por ellos en el cielo". Leer sus escritos produce escalofríos. En libretas de música, en el taburete del piano, en los papeles de chocolate: "Con el corazón henchido de alegría santa, espero confiado el momento cumbre de mi vida: el martirio". "No se nos ha encontrado ninguna causa política. No se nos ha habido ningún juicio. Morimos todos contentos por Cristo, por su iglesia y por la fe de España". "Queridos padres: muero mártir por Cristo y por la Iglesia. Muero tranquilo cumpliendo mi sagrado deber. Adiós, hasta el cielo". Aquel día se llevaron a los seis mayores.

En una envoltura de chocolate se conservan las últimas palabras de todos a la madre Congregación. Las encabeza un nombre decisivo: Faustino Pérez, estudiante. Y dice así:

"Agosto, 12 de 1936, en Barbastro. Seis de nuestros compañeros son ya mártires: Pronto esperamos serlo nosotros también. Pero antes queremos hacer constar que morimos perdonando a los que nos quitan la vida y ofreciéndola por la ordenación cristiana del mundo obrero, el reinado definitivo de la Iglesia Católica, por nuestra querida Congregación y por nuestras queridas familias.¡LA OFRENDA ULTIMA A LA CONGREGACIÓN, DE SUS HIJOS MÁRTIRES!" (Y a continuación cuarenta firmas precedidas de Vivas a Cristo y al Corazón de María). Y terminaba: "Vive inmortal, Congregación querida. Mientras tengas en las cárceles hijos como los que tienes en Barbastro, no dudes de que tus destinos son eternos. ¡Quisiera haber luchado en tus filas: Bendito sea Dios!".

La noche del 12 al 13 iba a ser para algunos la última. Todos se habían confesado y rezado. Los estudiantes extranjeros habían oído las últimas confidencias y enjugado las últimas lágrimas. Todos se habían acostado. Aún no habían pasado las dos horas cuando, a media noche, se abrieron las puertas entrando milicianos con cuerdas ya ensangrentadas. "Atención, bajen del escenario los que tengan más de 26 años!". Como nadie los tenía nadie se movió. Tampoco de 25. Entonces mandaron encender las luces y leyeron los primeros veinte nombres. Detrás de cada nombre una voz firme: "¡Presente!", y bajaban del escenario. Formaban una sola fila en la pared mientras les ataban las manos a la espalda y los codos de dos en dos. "Todos estaban tranquilos y resignados: sus rostros tenían algo de sobrenatural que no es posible describir. En todos se notaba el mismo valor, el mismo entusiasmo; ninguno desfalleció ni mostró cobardía". Los que quedaban en el escenario contemplaban estupefactos la escena. Oyeron a algunos perdonar a los que les ataban, a otros les vieron coger del suelo las cuerdas, besarlas y dárselas a los que les ataban. Alguno gritó: "Adiós hermanos, hasta el cielo". Uno de los guardias comentó dirigiéndose a los que quedaban en el escenario: "Vosotros todavía tenéis un día entero para comer, reír, divertiros, bailar y hacer lo que queráis. Mañana a esta misma hora vendremos a buscaros como a esos y os daremos un paseíto a la fresca hasta el cementerio. Ahora, apagad las luces y a dormir". Las detonaciones fueron oídas por los que quedaban en el salón.

Por fin, a las 5,30 de la tarde, dejaron libres a los dos estudiantes argentinos Hall y Parussini, que se despidieron con lágrimas de los que poco después morirían mártires. Es necesario ahora citar un nombre: Faustino Pérez. En él el heroísmo aparecía con caracteres más vehementes. A él se debe, entre otras cosas, la despedida que dedicó a la Congregación, una despedida que no se puede leer sin sentir un profundo escalofrío de emoción:

"Querida Congregación. Anteayer, día 11, murieron, con la generosidad con que mueren los mártires, 6 de nuestros hermanos; hoy, 13, han alcanzado la palma de la victoria 20, y mañana, 14, esperamos morir los 21 restantes. ¡Gloria a Dios! ¡Gloria a Dios! ¡Y qué nobles y heroicos se están mostrando tus hijos, Congregación querida!. Pasamos el día animándonos para el martirio y rezando por nuestros enemigos y por nuestro querido Instituto; cuando llega el momento de designar las víctimas hay en todos serenidad santa y ansia de oír el nombre para adelantarse y ponerse en las filas de los elegidos; esperamos el momento con generosa impaciencia, y cuando ha llegado, hemos visto a unos besar los cordeles con que les ataban, y a otros dirigir palabras de perdón a la turba armada; cuando van en el camión hacia el cementerio, les oímos gritar ¡Viva Cristo Rey! El populacho responde ¡Muera! ¡Muera! Pero nada los intimida. ¡SON TUS HIJOS, CONGREGACIÓN QUERIDA, estos que entre pistolas y fusiles se atreven a gritar serenos cuando van a la muerte VIVA CRISTO REY! Mañana iremos los restantes y ya tenemos la consigna de aclamar, aunque suenen los disparos, al Corazón de nuestra Madre, a Cristo Rey, a la Iglesia Católica y a Ti, MADRE COMÚN DE TODOS NOSOTROS. Me dicen mis compañeros que yo inicie los vivas y que ellos responderán. Yo gritaré con toda la fuerza de mis pulmones, y en nuestros clamores entusiastas adivina tú, Congregación querida, el amor que te tenemos, pues te llevamos en nuestros recuerdos hasta estas regiones de dolor y muerte. Morimos todos contentos sin que nadie sienta desmayos ni pesares; morimos todos rogando a Dios que la sangre que caiga de nuestras heridas no sea sangre vengadora, sino sangre que entrando roja y viva por tus venas, estimule su desarrollo y expansión por todo el mundo. ¡Adiós, querida Congregación! Tus hijos, mártires de Barbastro, te saludan desde la prisión y te ofrecen sus dolorosas angustias en holocausto expiatorio por nuestras deficiencias y en testimonio de nuestro amor fiel, generoso y perpetuo. Los mártires de mañana, 14, recuerdan que mueren en vísperas de la Asunción; ¡y qué recuerdo éste! Morimos por llevar la sotana y morimos precisamente en el mismo día en que nos la impusieron. Los mártires de Barbastro, y en nombre de todos, el último y el más indigno, Faustino Pérez, cmf. ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva el Corazón de María! ¡Viva la Congregación! Adiós, querido Instituto. Vamos al cielo a rogar por ti. ¡Adiós! ¡Adiós!".

A pesar de las amenazas transcurrió todo el día 13 y 14 sin novedad. Cuando dormían la noche del 14 al 15 de agosto un grupo irrumpió en el salón. Todos se levantaron como un solo hombre. Quedó excluido el H. Ramón, cocinero de la comunidad. Se abrazaron mientras les ataban y les golpeaban. Era de noche cuando salían los 17 jóvenes del salón-cárcel. Iban cantando cuando subían al camión. De los golpes con el fusil uno cayó en el camión mismo. Colocados junto a un ribazo, unos de pie, otros de rodillas, unos con los brazos en cruz, otros con el rosario o un crucifijo entre las manos, escucharon la última proposición: "Aún estáis a tiempo. ¿Qué preferís: ir en libertad al frente o morir? Apagadas por las descargas se oyó: ¡MORIR! ¡VIVA CRISTO REY!". La soledad era casi absoluta. Desde el santuario del Pueyo la Virgen, en su fiesta, abrió los brazos con infinita ternura y los recibió en su CORAZÓN.
Unos sencillos monumentos ocupan hoy los lugares exactos de su martirio. Sus restos reposan en la iglesia de Barbastro, en su nuevo mausoleo. 51 en total. La historia de estos jóvenes ha dado la vuelta al mundo. Su Congregación ha cuidado su memoria como un tesoro. Hoy todos podemos, por fin, reconocer públicamente su santidad. Son Beatos, son Bienaventurados. Su fiesta se celebra el 13 de agosto.

Estas fueron las palabras del Papa en su beatificación el 25 de octubre de 1992: "Es todo un seminario el que afronta con generosidad y valentía su ofrenda martirial al Señor... Todos los testimonios recibidos nos permiten afirmar que estos Claretianos murieron por ser discípulos de Cristo, por no querer renegar de su fe y de sus votos religiosos. Por eso, con su sangre derramada nos animan a todos a vivir y morir por la Palabra de Dios que hemos sido llamados a anunciar. Los mártires de Barbastro, siguiendo a su fundador San Antonio María Claret, que también sufrió un atentado en su vida, sentían el mismo deseo de derramar la sangre por amor de Jesús y de María, expresada con esta exclamación tantas veces cantada: "Por ti, mi Reina, la sangre dar". El mismo Santo había trazado un programa de vida para sus religiosos: "Un Hijo del Inmaculado Corazón de María es un hombre que arde en caridad y que abrasa por donde pasa; que desea eficazmente y procura por todos los medios, encender a todo el mundo en el fuego del divino amor".
 


Estos son sus nombres: Felipe de Jesús Munárriz, José Amorós, José Badía, Juan Baixeras, Javier L. Bandrés, José Blasco, José Brengaret, Rafael Briega, Manuel Buil, Antolín Calvo, Sebastián Calvo, Tomás Capdevila, Esteban Casadeval, Francisco Castán, Wenceslao Claris, Eusebio Codina, Juan Codinach, Pedro Cunill, Gregorio Chirivas, Antonio Dalmau , Juan Díaz, Juan Echarri, Luis Escalé, José Falgarona, José Figuero, Pedro García, Ramón Illa, Luis Lladó, Hilario Llorente, Manuel Martínez, Luis Masferrer, Miguel Masip, Alfonso Miquel, Ramón Novich, José Ormo, Secundino Ortega, José Pavón, Faustino Pérez, Leoncio Pérez, Salvador Pigem, Sebastián Riera, Eduardo Ripoll, José Ros, Francisco Roura, Teodoro Ruiz de Larrinaga, Juan Sánchez, Nicasio Sierra, Alfonso Sorribes, Manuel Torras, Atanasio Viadaurreta y Agustín Viela.

Película "Un Dios prohibido"

La película “Un Dios prohibido”, que narra la historia de los 51 mártires claretianos de Barbastro, dirigida por Pablo Moreno, se estrenó el 14 de Junio de 2013 en los cines de España.


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Por: . | Fuente: Somos.Vicencianos.org

Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano: En distintos lugares de España, Beatos Fortunato Velasco Tobar y 13 compañeros, de la Congregación de la Misión;asesinados por odio a la fe ( 1934-1936)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.

Natural de Villarmentero (Burgos). Nació el 18 de marzo de 1895. Sus padres, José y Engracia. Perteneció a la Apos­tólica de Tardajos.

Ingresó en la Congregación en Madrid, el día 29 de agosto de 1911. Hizo los votos el 1 de enero de 1914. Estudió la carrera en Hortaleza y Madrid.

Se ordenó de Menores y Subdiácono, respectivamente, los días 6, 7 y 8 de mayo de 1921; de Diácono, el día 21 de mayo de 1922, y de Presbítero, el 10 de julio de este mismo año.

La anormalidad de fechas que habrá podido advertirse, en cuanto a la demora en hacer los votos y recibir las sagra­das Ordenes, debióse a que le salió un bulto en la rodilla, que juzgaron tumor blanco desde el principio. Ello suponía una irregularidad; pero era una verdadera lástima despedir a un sujeto que, por lo demás, tan buenas dotes intelectuales y mo­rales reunía. En esta alternativa se mantuvieron los Superiores durante diez años. Realizada la operación, quirúrgica, el resul­tado fue bien desgraciado, por cierto, aumentando entonces los escrúpulos. Diferidas las Órdenes, se procuró, por todos los medios, corregir las deficiencias hasta lograr un notable éxito ortopédico.

Ya sacerdote, fue destinado a Teruel, para profesor de la Escuela Apostólica. Su espíritu de regularidad, amor al traba­jo, celo de la gloria del Señor. y prosperidad de la Compañía, logró fruto copiosísimo en la formación de los futuros levitas y misioneros, durante los catorce años largos que dedicó a tan sublime labor, en Teruel y Alcorisa. Nunca los Superiores tu­vieron por qué arrepentirse de haber hecho con él la bondadosa excepción arriba aludida. Fue decoro de la Casa de Dios, no desdoro.

Los últimos momentos de su vida y su gloriosa muerte los describe así el Rvdo. P. Santamaría, su Superior de Alcorisa:

“Salió de Alcorisa el día 28 de julio, al tener noticia de que los rojos estaban en Calanda, sembrando el espanto y co­sechando víctimas.

“Llegó este día a la masía de “Las Lomas”, propiedad del médico de Alcorisa, D. Recaredo Arillo. Salió de allí la noche del 30, a las dos de la mañana, con el H. Larrallaga, para “La Masía de los Frailes”, adonde el Sr. Conde le llevó una medi­cina para los pies.

“Después se acogió a “La Mascarada”, propiedad de los Espallargas del Comercio, familia de la confianza de la Casa; estuvo allí como unos tres días, al cabo de los cuales, al verse y ver al Padre en peligro, el mediero le despidió, cambiándo­le el vestido nuevo que llevaba por uno viejo y los zapatos por alpargatas. Con este atuendo camuflado, dejando al masovero 200 pesetas en depósito, y, si ‘las cosas empeoraban, le apli­casen misas, se puso el P. Pérez en camino por aquellas agres­tes montañas de Alloza, hasta dar en la hermosa huerta de Olie­te, pueblo muy frío en religión y entonces, en su mayoría, rojo.

“Era el 2 de agosto, víspera de entrar los comunistas en Oliete, y se encontraba este pueblo sin autoridades, pues ha­bían huido hacia Zaragoza, en vista de la proximidad del ene­migo, y, al acercarse nuestro muy confiado P. Pérez, en él puente, se le hizo encontradizo un individuo de lo más extre­mista del pueblo, llamado José Santiago, de suyo cobarde, aun­que valiente con los débiles y medrosos, que iba al acarreo de mieses con dos caballerías. Al verle con el báculo en la mano y mal trajeado, le dijo el vivo:

-¿Adónde se va por aquí?

-A buscar trabajo.

-Pues aquí no lo encontrará usted.

-Si aquí no lo hay, me dirigiré a Zaragoza.

-¡Oh, a Zaragoza! ¡No se necesita andar!

“Así fueron siguiendo la conversación, hasta la entrada del pueblo. Conducía el malvado comunista dos caballerías; le hizo montar en la una, camino de Zaragoza. A tres kilómetros y medio le desvió de la carretera y le condujo por un camino muerto, que conducía al monte. Cuando ya se habían adentra­do un kilómetro, dijo el fingido que bajase de la caballería, para descender al barranco, y mientras estaba desmontando el Padre, le dio un garrotazo con el baste de acarrear y le dejó en el sitio, robándole, acto seguido, cuanto llevaba.

“Luego, le fue arrastrando, barranco abajo, en donde ha­bía una roca hendida, como de metro y medio de alta.

“No parece que le rematara al punto; señales había de la lucha que tuvo que sostener con el criminal, que le prolongó un cruel martirio, rematando su víctima, una vez hundió a ésta en la cueva, que sirvió de sepulcro y, encerramiento, durante veinte meses.

“Fue la primera víctima, entre las varias que se ejecuta­ron en Oliete.

“Compadezcamos a la víctima inocente y alegrémonos del premio que le acarrearía tan cruel martirio.

“Este fue el fin del buen Padre Pérez…

“El 2 de agosto del 36 fue su martirio y el 22 de abril de 1939 fue trasladado al cementerio local, pues nosotros está­bamos ignorantes de su paradero. Allí se le dio sepultura, por el Sr. Cura, con otras víctimas de la revolución, hasta que el 22 de agosto fue el Superior a trasladar tan gloriosos restos a nuestro panteón de Alcorisa, donde yacen honrosamente.

“¡Y cuál no fue nuestra pena al ver que sólo estaba en el cementerio de Oliete el tronco de su sagrado cuerpo! La ca­beza estuvo rodando por aquellos barrancos por espacio de casi un año, hasta que en dicho día apareció, encontrando también en el lugar del suplicio una Medalla Milagrosa, encerra­da en una bolsa que llevaba pendiente del cuello.”

Hasta aquí la relación del P. Santamaría, que nosotros nos permitimos apostillar.

Sin pretender negar el carácter de martirio, parece ser que la ejecución la inspiró principalmente el deseo desenfrenado del lucro a un criminal marxista, sí, pero ante todo ladrón vul­gar, que supo captarse la confianza del P. Pérez fingiéndose fa­langista, y deducido que tenía dinero, ofrecióse a llevarle a Zaragoza, para desvalijarle con oportunidad criminal preme­ditada. El plan de ocultación de su vil asesinato tiene fácil explicación si se considera que la situación política era con­fusa; de haber creído en el positivo triunfo de los rojos en Oliete, es probable que el bandolero no habría andado con :antas añagazas.

Los detalles del martirio nos parecen simples conjeturas, desposeídas incluso algunas de probabilidad. Así, por ejemplo, se afirma que la víctima fue rematada en la cueva y que la muerte le fue ocasionada únicamente por los golpes. ¿Cómo se explica entonces que, mientras el cuerpo estaba oculto en la cueva, su cabeza anduviese rodando por el barranco? ¿Cuándo fue ésta cortada, antes de ocultar el cuerpo o después? Si des­pués, ¿cómo tantos meses fue de todos desconocido el sepulcro roqueño del tronco? Se nos ocurre preguntar: aun concedien­do que el primer golpe fuese un garrotazo traidor, que atonl tara a la víctima, el criminal, pues iba de siega, ¿no segaría con su hoz la cabeza al P. Pérez?

En previsión de inculpaciones del todo injustas, adverti­mos que al P. Pérez no le dejaron sus hermanos solo en la huida, lo que hubiera supuesto una falta grave de caridad, dado que le era imposible correr, por estar cojo; le acompa­ñaron hasta la masía de “Las Lomas” el P. Conde y el H. La­rrañaga. Al correr por allá la noticia de que la llegada de los rojos a Alcorisa era falsa, el P. Conde volvió en busca de noticias. Habiendo tenido lugar, desgraciadamente, la conquista del dicho pueblo por las hordas, el H. Larrañaga acompañó al P. Pérez hasta la finca de los Espallargas, donde podía estar seguro por la justa confianza que inspiraban los masoveros, y quedarse allí era lo aconsejable, ya que proseguir hasta Zara­goza andando era una aventura demasiado difícil para el po­bre impedido. El pánico, la turbación, etc., trastocaron el plan.

Dios, en sus adorables designios, así lo tenía prefijado. ¡Loado sea!

BIOGRAFÍAS DE MISIONEROS PAULES Edición 1942
Autor: Elías Fuente

Este grupo de mártires está integrado por:

1. TOMÁS PALLARÉS IBÁÑEZ
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 06 Marzo1890 en Iglesuela del Cid, Teruel (España)
martirio: 13 Octubre 1934 en Oviedo, Asturias (España)

2. SALUSTIANO GONZÁLEZ CRESPO
hermano de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 01 Mayo 1871 en Tapia de la Ribera, León (España)
martirio: 13 Octubre 1934 en Oviedo, Asturias (España)

3. LUIS AGUIRRE BILBAO
hermano de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 13 Septiembre 1914 en Murguía, Vizcaya (España)
martirio: 30 Julio 1936 en Alcorisa, Teruel (España)

4. LEONCIO PÉREZ NEBREDA
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 18 Marzo1895 en Villarmentero, Burgos (España)
martirio: 02 Agosto 1936 en Las Planas de Oliete, Teruel (España)

5. ANDRÉS AVELINO GUTIÉRREZ MORAL
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 11 Noviembre 1886 en Salazar de Amaya, Burgos (España)
martirio: 03 Agosto 1936 en Gijón, Asturias (España)

6. ANTONI CARMANIÚ MERCADER
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 17 Agosto 1860 en Rialp, Lleida (España)
martirio: 17 Agosto 1936 en Llavorsi, Lleida (España)

7. FORTUNATO VELASCO TOBAR
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 31 Mayo 1906 en Tardajos, Burgos (España)
martirio: 24 Agosto 1936 en Alcorisa, Teruel (España)

8. RICARDO ATANES CASTRO
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 05 Agosto 1875 en Cualedro, Orense (España)
martirio: 14 Agosto 1936 en Gijón, Asturias (España)

9. PELAYO JOSÉ GRANADO PRIETO
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 30 Julio 1895 en Santa María de los Llanos, Cuenca (España)
martirio: 27 Agosto 1936 en Gijón, Asturias (España)

10. AMADO GARCÍA SÁNCHEZ
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 29 Abril 1903 en Moscardón, Teruel (España)
martirio: 24 Octubre 1936 en Gijón, Asturias (España)

11. IRENEO RODRÍGUEZ GONZÁLEZ
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 10 Febrero 1879 en Los Balbases, Burgos (España)
martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)

12. GREGORIO CERMEÑO BARCELÓ
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 09 Mayo 1874 en Sitios, Zaragoza (España)
martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)

13. VICENTE VILUMBRALES FUENTE
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 05 Abril 1909 en Reinoso de Bureba, Burgos (España)
martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)

14. NARCISO PASCUAL y PASCUAL
hermano de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 11 Agosto 1917 en Sarreaus de Tioira, Orense (España)
martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)

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Por: . | Fuente: vocationist.org

Sacerdote y Fundador
de la Comunidad de Padres Vocacionistas
y de la Comunidad de Hermanas Vocacionistas

Martirologio Romano: En Pianura, Italia, Justino María Russolillo, sacerdote, párroco y fundador de la Sociedad de las Divinas Vocaciones ( 1955)

Fecha de beatificación: 7 de mayo de 2011, durante el pontificado de S.S. Benedicto XVI.

Padre Justino Russolillo nació el 18 de enero 1891 y fue bautizado en Pianura (Nápoles), al día siguiente. Después de terminar los estudios en su ciudad natal, ingresó en el Seminario de Pozzuoli, donde se distinguió por su inteligencia, humildad y piedad. El Obispo Zezza y Marquis Zampaglione estaban contentos de pagar la matrícula de dicho Seminario al piadoso y brillante seminarista.

El 20 de septiembre de 1913, Justino fue ordenado sacerdote. Mientras estaba arrodillado ante el obispo para la ordenación, juró al Señor para fundar una congregación religiosa para cultivar las vocaciones a la fe, el sacerdocio y la santidad.

Como sacerdote, intensificó el trabajo que ya había empezado como estudiante del Seminario. Cuando fue nombrado Párroco de Pianura el 20 de septiembre de 1920, pronto comenzó a trabajar para la realización de su misión.

El 18 de octubre del mismo año, la primera comunidad de Padres Vocacionistas vio la luz en la rectoría de la parroquia de San Jorge. Un año más tarde se formó la Comunidad de las Hermanas Vocacionistas con los mismos objetivos y metas que la de los Padres.

Los Padres y Hermanas Vocacionistas se extendieron rápidamente por toda Italia, Francia, Brasil, Argentina y EE.UU. y, últimamente han llegaron a Nigeria, India, Filipinas, Madagascar, Colombia y Ecuador.

Dondequiera que iba, su objetivo principal era la búsqueda y el cultivo de las vocaciones, especialmente entre los pobres y los desfavorecidos. La Santísima Trinidad, la Sagrada Familia y la Iglesia Madre fueron la fuente y el centro de su espiritualidad y de sus múltiples ministerios.

Las dos congregaciones religiosas Vocacionistas se convirtieron en congregación de derecho pontificio, el 3 de enero de 1948 y el 24 de mayo de 1947, respectivamente.

El P. Justino completó su misión en la tierra el 2 de agosto de 1955, confortado por los sacramentos de la Iglesia. El 18 de diciembre 1997 el Papa Juan Pablo II declaró oficialmente que el Padre Justino había practicado las virtudes cristianas de manera heroica, por lo que estaba siendo elevado a la dignidad del Venerable.

responsable de la traducción: Xavier Villalta

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NUESTRA SEÑORA DE LOS ÁNGELES


Patrona de Costa Rica




PALABRA DE DIOS DIARIA

La ciudad de Cartago, como muchas otras en la época colonial, segregaba a los blancos de los indios y mestizos. A todo el que no fuera blanco puro se le había prohibido el acceso a la ciudad, donde una cruz de piedra señalaba la división y los límites.

Estamos en los alrededores del año 1635, en la sección llamada "Puebla de los Pardos" y Juana Pereira, una pobre mestiza, se ha levantado al amanecer para, como todos los días, buscar la leña que necesita. Es el 2 de agosto, fiesta de la Virgen de los Ángeles, y la luz del alba que ilumina el sendero entre los árboles, le permite a la india descubrir una pequeña imagen de la Virgen, sencillamente tallada en una piedra oscura, visiblemente colocada sobre una gran roca en la vereda del camino. Con gran alegría Juana Pereira recogió aquel tesoro, sin imaginar que otras cinco veces más lo volvería a hallar en el mismo sitio, pues la imagen desaparecía de armarios, cofres, y hasta del sagrario parroquial, para regresar tenazmente a la roca donde había sido encontrada. Entonces todos entendieron que la Virgen quería tener allí un lugar de oración donde pudiera dar su amor a los humildes y los pobres.

La imagen, tallada en piedra del lugar, es muy pequeña, pues mide aproximadamente sólo tres pulgadas de longitud. Nuestra Señora de los Ángeles lleva cargado a Jesús en el brazo izquierdo, en el que graciosamente recoge los pliegues del manto que la cubre desde la cabeza. Su rostro es redondeado y dulce, sus ojos son rasgados, como achinados, y su boca es delicada. Su color es plomizo con algunos destellos dorados como diminutas estrellas repartidas por toda la escultura.

La Virgen se presenta actualmente a la veneración de sus fieles en un hermoso ostensorio de nobles metales y piedras preciosas, en forma de resplandor que la rodea totalmente, aumentando visualmente su tamaño. De la base de esta "custodia" brota una flor de lis rematada por el ángel que sostiene la imagen de piedra. De esta sólo se ven los rostros de María y el Niño Jesús, pues un manto precioso la protege a la vez que la embellece.

La "Negrita" como la llama el cariño de los costarricenses, fue coronada solemnemente el 25 de abril de 1926. Nueve años más tarde, su Santidad Pío XI elevó el Santuario de la Reina de los Angeles a la dignidad de Basílica menor.

A Cartago llega un constante peregrinar de devotos que vienen a visitar a su Madre de los cielos; muchos entran de rodillas, como acto de humildad y de acción de gracias y luego van a orar ante la roca donde fue hallada la bendita imagen. Esta piedra se ha ido gastando por el roce de tantas manos que la acarician agradecidas mientras oran, dan gracias y piden alivio a su dolor, sus sufrimientos o sus necesidades. Debajo de esta piedra brota un manantial cuyas aguas recogen los que acuden en busca de la misericordia y la salud. El agua es signo del bautismo. No hay otra cosa que mas quiera la Virgen a que vivamos profundamente las gracias de nuestro bautismo.