12/14/17

11:22 p.m.

Por: Carmen Elena Villa. | Fuente: Zenit.org

Mártires de Drina

Martirologio Romano:En Gorazde, en el cantón de Podrinje Bosnio, hoy Bosnia y Herzegovina, beatas Marija Jula (en el siglo Kata Ivanisevic) y cuatro compañeras, vírgenes de la Congregación de la Divina Caridad y mártires, muertas por la fe, en la fidelidad a sus votos religiosos.( 1941)

Este grupo de mártires está integrado por: beatas Marija Bernadeta (Terezija Banja,) Marija Krizina (Jožefa Bojanc), Marija Antonija (Jožefa Fabjan) y Maria Berchmana (Karoline Anna Leidenix)

Fecha de beatificación: 24 de septiembre de 2011, durante el pontificado de S.S. Benedicto XVI

Conocidas como las mártires de Drina, estas cinco religiosas pertenecientes a la orden de la Divina Caridad, fueron asesinadas por las milicias nacionalistas de Serbia durante la Segunda Guerra Mundial.


Ellas son Jula Ivaniševi, croata, que era la superiora de la comunidad ubicada en Pale; Krizina Bojanc y Antonija Fabjan, provenientes de Eslovenia, la austríaca Berchmana Leidenix, la mayor del grupo con 76 años, y Bernadeta Banja, húngara, la más joven, con 29 años.

Vivían en una población llamada Pale, ubicada al suroeste de Sarajevo que hoy cuenta con 30.000 habitantes. Allí tenían una comunidad, llamada la Casa de María en la que se dedicaban al cuidado de los enfermos y a alimentar a los niños huérfanos de la Casa del Niño, un orfanato que pertenecía al Estado. También daban socorro y medicina a todos los pobres y mendigos que venían de la montaña de Romanija.

En 1941, después de la rendición de Yugoslavia ante los nazis, el ejército de los chetniks, bajo la idea de la creación de un gran estado serbio, quería expulsar a todos los grupos minoritarios de su territorio, incluyendo los religiosos.

Muchos aconsejaron a estas hermanas huir a un lugar seguro. Pero ellas rechazaron la propuesta: "No les hemos hecho nada malo a esta gente", decían las hermanas. "Sólo hemos hecho el bien sin tener en cuenta su credo, nacionalidad. Debemos permanecer aquí con ellos, y apoyarlos en este momento difícil", insistieron.

En la nevada mañana del 11 de diciembre de 1941 un grupo de chetniks (guerrilleros serbios) rodearon la Casa de María, atacando el convento donde vivían. Antonija recibió un disparo. Además de ella estaban presentes en ese momento Berchmana, Bernadeta y Krizina junto con el sacerdote católico Franc Ksaver Meško. El convento fue saqueado y quemado.

La hermana Jula, por su parte, se encontraba fuera haciendo algunas compras. Al regresar se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo, y a pesar del peligro que corría, decidió entrar para acompañar a sus hermanas. Los oficiales del ejército se sorprendieron al verla pues pensaron que escaparía.

Ellos, amenazándolas con revolver, las obligaron a dejar la casa sin ponerse ningún abrigo, pese al intenso frío que hacía afuera. Caminaron durante cuatro días y cuatro noches a Gorade a través de las montañas de Romanija. Todas excepto la hermana Berchmana, quien por su edad fue separada del grupo.

Llegaron el 15 de diciembre y los soldados intenaron obligarlas a renunciar a sus votos pero ellas se negaron a hacerlo. Ellos les dieron un tiempo para reconsiderar su decisión. Luego regresaron borrachos, quisieron abusar de ellas, les rasgaron sus ropas y comenzaron a golpearlas. Las hermanas se desataron de los brazos de los agresores diciendo “Jesús, sálvanos” y saltaron por las ventanas. Los chetniks corrieron frente a los cuarteles y vieron que estaban todavía vivas pero muy lastimadas. Comenzaron a acuchillarlas una a una hasta que murieron. Sus cuerpos fueron arrojados al río Drina.

Por su parte, la hermana Berchmana permaneció en Sjetlina cerca de diez días y luego le concedieron la libertad. Se fue en un carro a Gorade junto con otros aldeanos, supuestamente a ver a sus hermanas, pues no sabía que habían muerto; pero al ver que tenía un rosario en el cuello, la asesinaron el 23 de diciembre de 1941.

"Este año, la alegría del nacimiento de Cristo se mezcla con la ansiedad por las noticias sobre nuestras hermanas desaparecidas", escribía la superiora general de las hermanas de la Divina Caridad, Lujza Reif, antes de conocerse la noticia del asesinato de las religiosas.

El 13 de febrero de 1942 llegó un informe militar del puesto de mando de Vojna Krajina, que confirmó el asesinato.

"Las hermanas quedaron afectadas por un profundo dolor por sus mejores hermanas", dice la página oficial de su beatificación. "Pero al mismo tiempo, ellas dieron ejemplo de perseverancia y fidelidad. Por su muerte, la Iglesia católica se enriquece con cinco vírgenes mártires, y la Congregación de las hijas de la Divina Caridad se enriquece por cinco intercesoras en el cielo".

La noticia de la muerte de las cinco hermanas se difundió rápidamente en Sarajevo -pese a ser tiempo de guerra- la gente las recordaba y las invocaba como intercesoras a estas "mártires de Drina", como las llamaron.

Entre los católicos se dijo rápidamente que eran mártires de la fe, mártires de la propia vocación y de los votos religiosos.

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Virginia Centurione, viuda de Bracelli, nació el 2 de abril de 1587 en Génova (Italia). Fue hija de Jorge Centurione, dux de la República en el bienio 1621-1622, y de Lelia Spínola, ambos descendientes de familias de antigua nobleza. Bautizada dos días más tarde, recibió la primera formación religiosa y literaria de su madre y de un preceptor doméstico.

Aunque ya desde su adolescencia manifestó inclinación a la vida del claustro, tuvo que aceptar la decisión de su padre, que quiso que se casara, el 10 de diciembre de 1602, con Gaspar Grimaldi Bracelli, un joven rico, heredero de una ilustre familia, pero inclinado a una vida desordenada y al vicio del juego. De esa unión nacieron dos niñas: Lelia e Isabel.

La vida conyugal de Virginia duró poco tiempo. Gaspar Bracelli, no obstante el matrimonio y la paternidad, no abandonó su estilo de vida disipada, hasta el punto de poner en peligro su propia existencia. Virginia, con silenciosa paciencia, oración y amable atención, procuró convencer a su marido a emprender una conducta más morigerada. Desafortunadamente, Gaspar se enfermò, pero falleció cristianamente el 13 de junio de 1607 en Alessandria, asistido por su esposa, que se había trasladado allí para curarle.

Al quedarse viuda con sólo 20 años, Virginia hizo voto de castidad perpetua, rechazando las ocasiones de contraer segundas nupcias, tal como se lo propuso su padre, y vivió retirada en casa de su suegra, aplicándose a la educación y a la administración de los bienes de sus hijas y dedicándose a la oración y a la beneficencia.

En 1610 sintió más claramente la vocación especial a «servir a Dios en sus pobres».Aunque estaba severamente controlada por su padre, y sin descuidar nunca el cuidado de su familia, comenzó a trabajar en favor de los necesitados. Los atendía directamente, distribuyendo en limosnas la mitad de sus propias rentas, o por medio de las instituciones benéficas de aquel tiempo.

Una vez que colocó de forma conveniente a sus hijas en el matrimonio, Virginia se dedicó por completo al cuidado de los muchachos abandonados, de los ancianos y de los enfermos, y a la promoción de los marginados.

La guerra entre la República de Génova y el Duque de Saboya, apoyado por Francia, sembrando el desempleo y el hambre, indujo a Virginia, en el invierno de 1624-1625, a acoger en casa, primero a unas quince jóvenes abandonadas, y luego, al aumentar el número de los prófugos en la ciudad, a todos los pobres que pudo, especialmente mujeres, proveyendo en todo a sus necesidades.

Tras el fallecimiento de su suegra, en el mes de agosto de 1625, no sólo comenzó a acoger a las jóvenes que llegaban espontáneamente, sino que ella misma andaba por la ciudad, sobre todo por los barrios de peor fama, en busca de las más necesitadas y que se hallaban en peligro de corrupción.

Para salir al paso de la creciente miseria, dio origen a las Cien Señoras de la Misericordia protectoras de los Pobres de Jesucristo, una asociación que, en unión con la organización local de las «Ocho Señoras de la Misericordia», tenía la tarea específica de verificar directamente, a través de las visitas a domicilio, las necesidades de los pobres, especialmente si se trataba de pobres de solemnidad.

Al intensificar la iniciativa de la acogida de las jóvenes, sobre todo durante el tiempo de la peste y de la carestía de 1629-1630, Virginia se vio obligada a tomar en arriendo el convento vacío de Montecalvario, a donde se trasladó el 14 de abril de 1631 con sus acogidas, a las que puso bajo la protección de Nuestra Señora del Refugio. Tres años después la Obra contaba ya con tres casas en las que residían casi 300 acogidas.Por esto Virginia consideró oportuno pedir el reconocimiento oficial al Senado de la República, que lo concedió el 13 de diciembre de 1635.

Las acogidas de Nuestra Señora del Refugio se convirtieron para la Santa en sus “hijas” por excelencia, con las que compartía la comida y los vestidos, y a las instruía con el catecismo y las adiestraba en el trabajo para que se ganasen el propio sustento.

Proponiéndose dar a la Obra una sede propia, después de haber renunciado a la adquisición del Montecalvario debido a su precio demasiado elevado, compró dos casitas contiguas en la colina de Carignano, que, con la construcción de una nueva ala y de la iglesia dedicada a Nuestra Señora del Refugio, se convirtió en la casa-madre de la Obra.

El espíritu que animaba a la Institución fundada por Virginia Bracelli estaba ampliamente presente en la Regla redactada en los años 1644-1650. En ella se estable que todas las casas constituyen la única Obra de Nuestra Señora del Refugio, bajo la dirección y administración de los Protectores (laicos noble designados por el Senado de la República); se reafirma la división entre las «hijas» con hábito e «hijas» sin hábito; pero todas deben vivir - aunque no tengan votos - como las monjas más observantes, en obediencia y pobreza, trabajando y orando; además, deben estar dispuestas a ir a prestar servicio en los hospitales públicos, como si estuvieran obligadas por medio de un voto.

Con el tiempo la Obra se desarrollará en dos Congregaciones religiosas: las Hermanas de Nuestra Señora del Refugio de Monte Calvario y las Hijas de Nuestra Señora en el Monte Calvario.

Después del nombramiento de los Protectores (el 3 de julio de 1641), que eran considerados los verdaderos superiores de la Obra, Virginia Bracelli no quiso inmiscuirse más en el gobierno de la casa: ella estaba sometida a su querer y seguía sus disposiciones, incluso en la aceptación de cualquier joven necesitada. Virginia vivía como la última de sus «hijas», dedicada al servicio de la casa: salía mañana y tarde a mendigar para conseguir el sustento para toda la casa. Se interesaba por todas como una madre, especialmente por las enfermas, prestándolas los servicios más humildes.

Ya en los años anteriores había comenzado una acción social sanadora, destinada a curar las raíces del mal y a prevenir las recaídas: a los enfermos y los inválidos se les había de internar en centros apropiados para ellos; los hombres útiles debían ser iniciados en el trabajo; las mujeres debían ejercitarse en los telares y en hacer labores de corte y confección; y los niños tenían la obligación de ir a la escuela.

Al crecer las actividades y redoblarse los esfuerzos, Virginia vio disminuir a su alrededor el número de colaboradoras, sobre todo las mujeres burguesas y aristocráticas, que temían comprometer su reputación al tratar con gente corrompida y siguiendo a una guía que, aunque fuera noble y santa, aprecia un tanto temeraria en sus empresas.

Abandonada por las Auxiliares, desautorizada de hecho por los Protectores en el gobierno de su Obra, y ocupando el último lugar entre las hermanas en la casa de Carignano, mientras que su salud física se debilitaba rápidamente, Virginia parecía que encontraba nueva fuerza en la soledad moral.

El 25 de marzo de 1637 consiguió que la República tomara a la Virgen María como protectora. Suplicó con insistencia ante el Arzobispo de la ciudad la institución de las Cuarenta Horas, que comenzaron en Génova hacia finales de 1642, y la predicación de las misiones populares (1643). Se interpuso para allanar las frecuentes y sanguinarias rivalidades que, por motivos fútiles, surgían entre las familias nobles y los caballeros. En 1647 obtuvo la reconciliación entre la Curia arzobispal y el Gobierno de la República, en lucha entre sí por puras cuestiones de prestigio.Sin perder nunca de vista a los más abandonados, estaba siempre disponible, independientemente del rango social, para cualquier persona que acudiese a ella para pedir ayuda.

Enriquecida por el Señor con éxtasis, visiones, locuciones interiores y otros dones místicos especiales, entregó su espíritu al Señor el 15 de diciembre de 1651, a la edad de 64 años.

El Sumo Pontífice Juan Pablo II la proclamó Beata, con ocasión de su viaje apostólico a Génova, el 22 de septiembre de 1985, el mismo Pontífice la canonizó en la Basílica Vaticana el 18 de Mayo de 2003.

Reproducido con autorización de Vatican.va

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Por: P. Felipe Santos | Fuente: Catholic.net

Abad

Martirologio Romano:En la región de Orleans, en la Galia Lugdunense, san Maximino, presbítero, considerado como primer abad de Micy. ( 520)

Etimológicamente: Maximino = "el más grande". Viene de la lengua latina

Maximino era sumamente conocido en Verdun por su vida y la e de su tío, el sacerdote Hospocio.Este tuvo que hacer de diplomático ante el rey Clodoveo a causa de una sublevación que el pueblo llevó a cabo contra el monarca.Desde luego, gracias a su humildad y a su insistencia, el buen sacerdote logró que el rey perdonara a su pueblo.

Pero a cambio, el rey le pidió que se fuera con él a la corte de Orleáns acompañado de su sobrino. Y se fueron. Sin embargo, la corte no era el mejor sitio para que é pudiese ejercitar su apostolado de sacerdote.  Cansados de esta clase de vida, le rogaron al rey que les permitiese salir del palacio.  Le pidió también un lugar en el que pudiera edificar un monasterio. El soberano, que lo quería mucho, consintió.

Y efectivamente, se construyó el monasterio. Y cuentan que eran tan observantes los monjes que pronto se convirtió en un semillero de vocaciones y de monjes santos. Además de sus plegarias y trabajo en la huerta, se dedicaban a socorrer a los pobres y les ayudaban en varias calamidades que se vinieron sobre aquella región.

Maximino, ya de sacerdote, hizo grandes obras para su pueblo antes de morir en el año 520.

¡Felicidades a quien lleve este nombre!

“En mar tranquila todos son buenos pilotos” (Siro).

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Nace en Burdeos (Francia) en el siglo VIII, en tiempos en que la invasión musulmana de la península traspasa los Pirineos y llega hasta Poitiers. El joven Urbicio y su madre son apresados en una de estas correrías militares. La madre muere en el cautiverio mientras Urbicio es convertido en esclavo. Sirve a sus amos con honradez y humildad, esperando la pronta libertad, pidiendo la intercesión de los niños santos de Alcalá, los santos [Justo] y [Pastor]. Su libertad, cuando llega, la atribuye a la intercesión de estos santos de los que se siente deudor. Programa y realiza un viaje de agradecimiento a Alcalá y, viendo allí los peligros de profanación a que están expuestas las reliquias, las roba y lleva consigo a Burdeos. La última fase de su vida la pasa en Huesca, retirado en oración, pobreza y penitencia. Muere en el año 802.

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En Brescia, de la Lombardía, santa María Crucificada de Rosa, virgen, que gastó sus riquezas y se entregó ella misma por la salud de las almas y de los cuerpos del prójimo, y fundó el Instituto de las Esclavas de la Caridad.