04/04/20

10:40 p.m.

Por: . | Fuente: misa_tridentina.t35.com

Virgen y Mártir

Martirologio Romano: En Tesalónica, ciudad de Macedonia, santa Irene, virgen y mártir, que por haber ocultado los libros sagrados, en contra de la prohibición del emperador Diocleciano, fue conducida a un lupanar público y después quemada por orden del prefecto Dulcecio, bajo cuyo mandato también sus hermanas Ágape y Quionia habían padecido, poco antes, el martirio. ( 305)

Breve Biografía

Después del martirio de sus hermanas mayores, Irene compareció de nuevo ante el gobernador, quien le dijo: "Ahora se ha descubierto vuestra superchería; cuando te mostramos los libros, pergaminos y escritos referentes a la impía religión cristiana, tuviste que reconocer que eran tuyos, aunque antes habías negado los hechos. Sin embargo, a pesar de tus crímenes, estoy dispuesto a perdonarte, con tal de que adores a los dioses... ¿Estás dispuesta a hacerlo?" "No", replicó Irene, "pues con ello correría peligro de caer en el infierno". "¿Quién te aconsejó que ocultaras esos libros y escritos tanto tiempo?" "Nadie me lo aconsejó fuera de Dios, pues ni siquiera lo dijimos a nuestros criados para que no nos denunciaran". "¿Dónde os escondísteis el año pasado, cuando se publicó el edicto imperial?" "Donde Dios quiso: en la montaña" "¿Con quién vivíais? "Al aire libre, a veces en un sitio, a veces en otro" "¿Quién os alimentaba?" "Dios, que alimenta a todos los seres vivientes" "¿Vuestro padres estaba al corriente?" No, ni siquiera lo sospechaban". "¿Quién de vuestros vecinos estaba al tanto?" "Manda preguntar a los vecinos". "Cuando volvísteis de las montañas, ¿leísteis esos libros a alguien? "Los libros estaban escondidos y no nos atrevíamos a sacarlos; eso nos angustiaba, pues no podíamos leerlos día y noche, como estábamos acostumbradas a hacerlo". La sentencia que dic tó el gobernador contra Irene fue más cruel que la pena impuesta a sus hermanas.

Dulcició declaró que Irene había incurrido también en la pena de muerte por haber guardado los libros sagrados, pero que sus sufrimientos serían más prolongados. En seguida ordenó que la llevasen desnuda a una casa de vicio y que los guardias vigilasen las puertas. Como el cielo protegió la virtud de la joven, el gobernador la mandó matar. Las actas afirman que pereció en la hoguera, obligada a arrojarse ella misma a las llamas. Esto es muy poco probable y algunas versiones posteriores dicen que murió con la garganta atravesada por una flecha.

Ante el ejemplo de estas mujeres que prefirieron morir antes que entregar la Sagrada Escritura y, ante el ejemplo de los monjes que pasaron su vida más tarde en copiar e iluminar los Evangelios, se impone un examen del aprecio en que tenemos la Palabra de Dios. Irene y sus hermanas se angustiaban de no poder leer la Sagrada Escritura día y noche. Muchos de nosotros no la leemos cada día, a pesar de que tenemos la oportunidad de hacerlo. La historia de Agape, Quionia, e Irene es una lección saludable.

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Por: . | Fuente: Catholic.net

Abad

Martirologio Romano: En el monasterio de Sauve-Majeure, en Aquitania, ahora en Francia, san Geraldo, abad, que desde el monasterio de Corbie fue elegido abad de Laon, pero, pasado un tiempo, tras varias peregrinaciones santas, se retiró a la espesura del bosque. ( 1095)

También es conocido como: San Gerardo de Corbie,
También es conocido como: San Gerardo de Sauve- Majeure, o
También es conocido como: San Geraud

Fecha de canonización: En el año 1197 por el Papa Celestino III.

Breve Biografía

San Geraldo nació en Corbie , Picardía, y fue educado en la abadía existente en su pueblo local, donde más tarde se convertiría en monje y ocuparía el puesto de bodeguera. Sufría mucho de violentos dolores de cabeza lo que le impedía llevar a cabo sus actos de piedad. En un esfuerzo para curarse hizo una peregrinación a Roma, junto a su abad, en el viaje pasaron por el Monte Gargano y Monte Cassino, donde oraron pidiendo la intercesión de San Miguel Arcángel y San Benito, respectivamente. Durante su estancia en Roma fue ordenado sacerdote por el Papa León IX . A su regreso, luego de orar pidiendo ayuda a San Adelardo, antiguo abad de Corbie, su salud mejoraría de manera impresionante. Geraldo es autor de una hagiografía de San Adelardo.

Más tarde hizo una peregrinación a Palestina, tras lo cual fue elegido abad de la Abadía de San Vicente en Laon , pero los monjes terminaron rechazando la interpretación severa de como debía llevarse correctamente la vida monacal, por lo que lugo de cinco años se retiró de Laon. Posteriormente llegó a ser abad en la Abadía de San Medardo en Soissons, pero fue expulsado por un usurpador.

Entonces se puso a la búsqueda de un lugar para fundar un nuevo monasterio benedictino, el Duque Guillermo VIII de Aquitania le ofreció una enorme extensión de bosque en Gironde, cerca de Burdeos, para que pudiera hacer la construcción, y fue allí en donde, con ayuda de otros monjes fundó la abadía de la Sauve-Majeure, de la que además fue el primer abad. Esta abadía se convirtió en una poderosa comunidad para el progreso de la regla y el modo de vida benedictino, además tenía una significativa influencia de las costumbres de la región.

Geraldo comenzó la práctica de celebrar la misa y la Oficio de Difuntos 30 días después de la muerte de un miembro de la comunidad. Murió en la abadía de la Sauve-Majeure el 5 de abril de 1095.


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Obispo

Martirologio Romano: En Montecorvino, en la Apulia, en Italia, san Alberto, obispo, que dedicó su vida a la oración continua y a buscar el bien de los pobres. ( 1127)

Breve Biografía

El padre de San Alberto se estableció con su hijito en Montecorvino de Apulia, cuando el pueblo empezaba a transformarse en ciudad. La gran estima que la población profesaba a Alberto le mereció ser elegido obispo de Montecorvino. Poco después, el santo perdió la vista; pero el cielo le concedió una gran penetración interior y el don de profecía. La fama de San Alberto creció mucho a raíz de los milagros.

En un ardiente día de verano, el santo pidió a uno de sus criados fuese a traerle agua de la fuente. "Hijo mío", le dijo el obispo después de beber un sorbo, "yo te pedí agua y me has traído vino". El criado declaró que le había llevado agua de la fuente y fue de nuevo a llenar el vaso; pero el agua se convirtió otra vez en vino. Poco después, un habitante de Montecorvino, que había sido hecho prisionero, invocó el nombre del obispo; al punto un ángel le sacó de su prisión en los Abruzos y le trasladó a los alrededores de Montecorvino. El hombre fue a ver a San Alberto al día siguiente, y éste le dijo: "No me gradezcas a mí, sino a Dios, hijo mío; es Él quien, con su gran poder, consuela a los afligidos y liberta a los cautivos."

Cuando el santo era ya muy anciano, se le dio como ayudante a un sacerdote llamado Crescencio. Era éste un hombre poco escrupuloso, que deseaba que San Alberto muriese cuanto antes para sucederle en el cargo. En vez de ayudar al obispo, Crescencio y sus amigos le dificultaban la tarea y se burlaban de él cruelmente. El siervo de Dios lo soportó todo con gran paciencia, pero predijo a Crescencio que no disfrutaría mucho tiempo de la sede que codiciaba.

El pueblo de Montecorvino amó a su obispo hasta el fin. Cuando corrió la noticia de que había entrado en agonía, los hombres, las mujeres y los niños se reunieron llorando a las puertas de su casa. El santo les dio la bendición y los exhortó a vivir piadosa y rectamente. Después se quedó dormido y murió apaciblemente.

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SAN VICENTE FERRER

Presbítero





San Vicente Ferrer, presbítero de la Orden de Predicadores, de origen español, que recorrió incansablemente ciudades y caminos de Occidente en favor de la paz y la unidad de la Iglesia, predicando a pueblos innumerables el Evangelio de la penitencia y la venida del Señor, hasta que en Vannes, lugar de Bretaña Menor, entregó su espíritu a Dios. († 1419) 

Fecha de canonización: 3 de junio de 1455 por el Papa Calixto III.

“Bebe el agua del maestro Vicente” se dice todavía en España para recomendar el silencio. La expresión se refiere a un sabio consejo que el dominico san Vicente Ferrer dio a una mujer que le preguntaba qué podía hacer para congeniar con el malhumorado marido. “Tome este frasco de agua -contestó el santo- y cuando tu esposo regrese del trabajo, tómate un sorbo y mántenlo en la boca el mayor tiempo posible”. Era el mejor modo de hacer que la mujer tuviera la boca cerrada y no contestara al marido. 

La anécdota hace ver la humana simpatía de este hombre, acérrimo fustigador de las costumbres, que le mereció de sus contemporáneos el título de “ángel del Apocalipsis”, porque en sus sermones acostumbraba amenazar con flagelos y tribulaciones. 

Vicente nació en Valencia (España) en 1350. A los 17 años había ya terminado con tanto éxito sus estudios de filosofía y teología que sus profesores lo incluyeron inmediatamente en el cuerpo docente. 

Entró al convento de los dominicos de Valencia y fue ordenado sacerdote en 1375, una fecha que en la historia de la Iglesia se recuerda como el comienzo del gran cisma de Occidente (1378-1417). La gran confusión dividió a los cristianos en dos obediencias: a Roma y a Aviñón. Era inevitable que aun espíritus rectos, como Vicente Ferrer, estuvieran de parte del Papa ilegítimo. La buena fe de Vicente Ferrer se prueba con el hecho de que él hizo todo lo posible para solucionar el gran conflicto y restituir así la unidad a la Iglesia. Recorrió toda Europa, entusiasmando con su gran oratoria a las muchedumbres de fieles, atraídos también por un fenómeno especial: al predicador dominico -que sólo conocía el castellano, el latín y un poco de hebreo- le entendían todos los fieles de las diversas naciones a donde él iba, cada uno en su lengua, repitiéndose así el milagro de Pentecostés. 

Auténtico predicador del mensaje cristiano, San Vicente recuperaba todo el vigor juvenil aun en avanzada edad tan pronto subía al púlpito o en los palcos improvisados en las plazas, porque las iglesias no eran suficientes para las grandes muchedumbres; y esto a pesar de no conmover al auditorio con palabras de esperanza, sino que fustigaba las costumbres con tono amenazador. Lograda la unidad del pontificado con el concilio de Constanza y con la elección de Martín V, Vicente recorrió el norte de Francia tratando de poner fin a la guerra de los Cien años. Murió el 5 de abril de 1419, durante la misión en Vannes, y fue canonizado por su compatriota Calixto III en 1455.

ORACIÓN

¡Amantísimo Padre y Protector mío, 
San Vicente Ferrer! 
Alcánzame una fe viva y sincera 
para valorar debidamente las cosas divinas,
rectitud y pureza de costumbres 
como la que tú predicabas, 
y caridad ardiente para amar a Dios 
y al prójimo. 
Tú, que nunca dejaste sin consuelo 
a los que confían en ti, 
no me olvides en mis tribulaciones. 
Dame la salud del alma 
y la salud del cuerpo. 
Remedia todos mis males. 
Y dame la perseverancia en el bien 
para que pueda acompañarte 
en la gloria por toda la eternidad. 
Amén.

Tres Padrenuestros a San Vicente Ferrer pidiendo por las necesidades de todos sus devotos.