04/11/20

11:49 p.m.

Por: . | Fuente: SagradaFamilia.DeVigo.net

Mártir

Martirologio Romano: En Capadocia, hoy en Turquía, san Sabas Godo, mártir, que durante la persecución contra los cristianos bajo Atanarico, rey de los godos, por haber rechazado tres días después de la celebración de la Pascua los alimentos inmolados a los ídolos, fue arrojado a un río tras crueles tormentos. ( 372)
Una carta sobre su martirio escrita muy poco después de su muerte fecha con notable exactitud los sucesos, que debieron de tener por escenario las tierras del norte del Danubio, posiblemente Tirgoviste, en la actual Rumania.

Sabas, al parecer lector en la iglesia, no debía de ser considerado como una lumbrera, y es significativo que de él se nos diga que «no era elocuente en las palabras»; cantaba y decía los oficios del culto divino, pero su elocuencia para incitar a todos a vivir bien residía mucho más en el ejemplo que en la voz.

En el curso de una persecución fue prendido y soltado al poco tiempo por juzgársele persona insignificante; no valía la pena ensañarse con un infeliz como él, quizá de cortas luces o de muy escasa instrucción, en cualquier caso un don nadie en la comunidad cristiana de aquella turbulenta Gotlandia.

Prendido por segunda vez, «le llevaron desnudo por lugares ásperos y espinosos, dándole muchos palos y azotes», y al ver que su actitud era de mansedumbre y de alegría, una fe tan elocuente exasperó a sus verdugos, que le torturaron hasta dejarle por muerto. Una piadosa mujer le desató de noche y le llevó a su casa, pero volvió a caer en manos de sus perseguidores.

Entonces se le exigió que comiese manjares sacrificados a los ídolos, dando así un testimonio público de apostasía. Es improbable, como sugiere algún hagiógrafo, que en esta ocasión se le desatara la lengua, no era hombre de grandes discursos. Tal vez sólo dijo no o hizo un gesto negativo con la cabeza, aceptando el martirio. Se le ató a un tronco y murió ahogado en el río Buzau.

Nota: No se nos ha escapado, al leer el texto antes de publicarlo, que existe una incompatibilidad entre lo expuesto en el elogio del Martirologio Romano, que habla de Capadocia como lugar del martirio, y lo escrito en la breve biografía, que habla de Tirgoviste, en la actual Rumania.

No hemos encontrado el porqué de esta diferencia, pero hemos preferido presentarlos tal como las encontramos, antes de alterar los textos poniéndonos a favor de una u otra versión.

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11:49 p.m.

Por: . | Fuente: santiebeati.it

Obispo y Abad

Martirologio Romano: En la región de Calais, en la Galia, san Erkembodone, abad de Sithiu y, a la vez, obispo de Thérouanne. ( 742)
San Erkembodone entró como monje en la abadía de Sithiu, cercano a Saint-Omer, después del 707 y transcurridos diez años fue elevado a la dignidad abacial, llevando así a término la reforma columbiana de la Regla benedictina. Los soberanos Chilperico II y Tierrico IV le confirmaron los privilegios de inmunidad acordados a la abadía por Clodoveo y sus sucesores. Erkembodone demostró ser un administrador astuto y aumentó sensiblemente las posesiones de tierra de la abadía. En el 723 fue llamado a suceder al difunto Ravangerio, obispo de Thérouanne, pero mantuvo los dos cargos: el de obispo y el de abad. Murió finalmente el 12 de abril del 742.

Desde la muerte vemos que el santo obispo y abad fue objeto de culto popular, y en 1052 tuvo su “elevación a los altares”. Su tumba, situada hoy en la catedral de Saint-Omer, es un arca monolítica puesta bajo una cubierta en forma de techo a dos aguas, que en el pasado era sostenida por cuatro leones de mármol, de los que ahora quedan tan sólo dos. Entre el 1152 y 1250 los canónigos de Sain-Omer hicieron edificar una iglesia sobre su tumba, sustituida después por al actual catedral.

El santo es invocado en especial para la curación de enfermedades de las piernas. Su Vita fue redactada en el siglo XIV por Juan Lelong, abad de San Bertin.

Reproducido con autorización de Santiebeati.it

responsable de la traducción: Xavier Villalta

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11:49 p.m.

Por: . | Fuente: santiebeati.it

Virgen y Mártir

Martirologio Romano: En Fermo, en el Piceno, Italia, santa Visia, virgen y mártir. ( c.250)

También es conocida como Santa Visia de Fermo

Una cosa está segura, la Iglesia por su texto oficial, el ´Martirologio Romano´ recuerda el 12 de abril a las santos Vissia y Sofía, vírgenes y mártires de Fermo, en el Piceno, Italia; luego de esto, no se sabe nada más, ni de su vida, ni del porque se las menciona juntas.

Por lo demás, se cuenta con alguna que otra noticia esparcida en distintos documentos. El historiador Ughelli, en su «Italia Sacra», vol. II, hablando de la diócesis de Fermo, menciona que el cuerpo de santa Vissia reposa en la catedral, y en efecto, en la iglesia metropolitana de la ciudad (el Domo) hay algunos relicarios, entre los cuales, en una llamativa urna de ébano, con ornamentos en metal dorado de estilo barroco, se conserva la cabeza de santa Vissia, mártir; extrañamente en otra urna se conserva la cabeza de santa Sofía, también mártir.

Esta coincidencia de tener dos cráneos hace suponer que habrían sido martirizadas al mismo tiempo, aunque no necesariamente juntas, y probablemente fueron decapitadas.

Según tradiciones locales, Sofía y Vissia sufrieron el martirio hacia el 250, bajo el imperio de Decio (249-251), durante la séptima persecución ordenada por él. Hay en la catedral una lápida que indica que santa Vissia ennoblece su ciudad natal con su martirio; su nombre se encuentra en una lista de santos venerados en Fermo, transmitida el 5 de agosto de 1581 por un prelado local a un sacerdote oratoriano, amigo del Cardenal Baronio quien fue, como se sabe, quien compiló el primer Martirologio Romano, e insertó a las dos vírgenes y mártires juntas el mismo día 12 de abril.

Según algunos documentos locales a santa Sofía también se la celebraba el 30 de abril, tal vez a ello se debe que en la actualidad se las recuerde en fechas separadas.

Reproducido con autorización de Santiebeati.it

responsable de la traducción: Xavier Villalta

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5:07 p.m.


SAN JULIO I 

PAPA





En Roma, en el cementerio de Calepodio, en el tercer miliario de la vía Aurelia, sepultura del papa san Julio I, quien, frente a los ataques de los arrianos, custodió valientemente la fe del Concilio de Nicea, defendió a san Atanasio, perseguido y exiliado, y reunió el Concilio de Sárdica. († 352)

Fecha de canonización: Información no disponible, la antigüedad de los documentos y de las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y en muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que tengamos esta concreta información el día de hoy. Si sabemos que fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Obispo de Roma: el Papa.

Se conocen pocos datos de su vida anterior a la elección para Sumo Pontífice el 6 de febrero del 337, muerto el papa Marcos y después de ocho meses de sede vacante. El Liber Pontificalis nos dice que era romano y que su padre se llamaba Rústico. 

La primera de las actuaciones que deberá realizar -que le seguirá luego por toda su vida- está directamente relacionada con la lucha contra el arrianismo. Había sido condenada la herejía en el Concilio universal de Nicea, en el 325; pero una definición dogmática no liquida de modo automático un problema, cuando las personas implicadas están vivas, se aferran a sus esquemas y están preñadas de otros intereses menos confesables. 

A la muerte del emperador Constantino, por decreto, pueden regresar a sus respectivas diócesis los obispos que estaban en el destierro. Es el caso de Atanasio que vuelve a su legítima sede de Alejandría con el gozo de los eclesiásticos y del pueblo. Pero los arrianos habían elegido para obispo de esa sede a Pisto y comienzan las intrigas y el conflicto. El Papa Julio recibe la información de las dos partes y decide el fin del pleito a favor de Atanasio.

Eusebio de Nicomedia, Patriarca proarriano con sede en Constantinopla, envía una embajada a Roma solicitando del papa la convocatoria de un sínodo. Por su parte, Atanasio -recuperadas ya sus facultades de gobierno- ha reunido un importante sínodo y manda al papa las actas que condenan decididamente el arrianismo y una más explícita profesión de fe católica.

Julio I, informado por ambas partes, convoca el sínodo pedido por los arrianos. Pero estos no envían representantes y siguen cometiendo tropelías. 

Muere Eusebio y le sucede Acacio en la línea del arrianismo. Otro sínodo arriano vuelve a deponer a Atanasio y nombra a Gregorio de Capadocia para Alejandría. 

El papa recoge en Roma a los nuevamente perseguidos y depuestos obispos con Atanasio a la cabeza. Como los representantes arrianos siguen sin comparecer, Julio I envía pacientemente a los presbíteros Elpidio y Filoxeno con un resultado nulo en la gestión porque los arrianos siguen rechazando la cita que pidieron.

En el año 341 se lleva a cabo la convocatoria del sínodo al que no quieren asistir los arrianos por más que fueron ellos los que lo solicitaron; ahora son considerados por el papa como rebeldes. En esta reunión de obispos se declara solemnemente la inocencia de Atanasio; el papa manda una encíclica a los obispos de Oriente comunicando el resultado y añade paternalmente algunas amonestaciones, al tiempo que mantiene con claridad la primacía y autoridad de la Sede Romana.

Los arrianos se muestran rebeldes y revueltos; en el mismo año 341 reúnen otro sínodo en Antioquía que reitera la condenar a Atanasio y en el que se manifiestan antinicenos.

Estando así las cosas, el papa Julio I decide convocar un concilio más universal. En este momento se da la posibilidad de contar con la ayuda de Constancio y Constante -hijos de Constantino y ahora emperadores- que se muestran propicios a apoyar las decisiones del encuentro de obispos arrianos y católicos. El lugar designado es Sárdica; el año, el 343; el presidente, el español -consejero del emperador- Osio, obispo de Córdoba. El papa envía también por su parte legados que le representen. 

Pero se complican las cosas. Los obispos orientales arrianos llegan antes y comienzan por su cuenta renovando la exclusión de Atanasio y demás obispos orientales católicos. Luego, cuando llegan los legados que dan legitimidad al congreso, se niegan a tomar parte en ninguna deliberación, apartándose del Concilio de Sárdica, reuniendo otro sínodo en Philipópolis, haciendo allí otra nueva profesión de fe y renovando la condenación de Atanasio. El bloque compacto de obispos occidentales sigue reunido con Osio y los legados. 

Celebran el verdadero Concilio que declara la inocencia de Atanasio, lo repone en su cargo, hace profesión de fe católica y excomulga a los intrusos rebeldes arrianos. Como conclusión, se ha mantenido la firmeza de la fe de Nicea, reforzándose así la ortodoxia católica.

Aún pudo Julio I recibir una vez más en Roma al tan perseguido campeón de la fe y ortodoxia católica que fue Atanasio, cuando va a agradecer al primero de todos los obispos del orbe su apoyo en la verdad, antes de volver a Alejandría.

Julio I escribirá otra carta más a los obispos orientales y de Egipto.

En los 15 años de papado, sobresale su gobierno leal no exento de muchas preocupaciones y desvelos por defender la verdad católica. La lealtad a la fe y la búsqueda de la justicia en el esclarecimiento de los hechos fueron sus ejes en toda la controversia posnicena contra el arrianismo. Su paciente gobierno contribuyó a la clarificación de la ortodoxia fortaleciendo la primacía y autoridad de la Sede Romana.





Hermanos Franciscanos

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