11/04/14

12:50 a.m.

Por: . | Fuente: ACI Prensa


El Domingo de Ramos abre solemnemente la Semana Santa, con el recuerdo de las Palmas y de la pasión, de la entrada de Jesús en Jerusalén y la liturgia de la palabra que evoca la Pasión del Señor en el Evangelio de San Marcos.

En este día, se entrecruzan las dos tradiciones litúrgicas que han dado origen a esta celebración: la alegre, multitudinaria, festiva liturgia de la iglesia madre de la ciudad santa, que se convierte en mimesis, imitación de los que Jesús hizo en Jerusalén, y la austera memoria - anamnesis - de la pasión que marcaba la liturgia de Roma. Liturgia de Jerusalén y de Roma, juntas en nuestra celebración. Con una evocación que no puede dejar de ser actualizada.


Vamos con el pensamiento a Jerusalén, subimos al Monte de los olivos para recalar en la capilla de Betfagé, que nos recuerda el gesto de Jesús, gesto profético, que entra como Rey pacífico, Mesías aclamado primero y condenado después, para cumplir en todo las profecías. .


Por un momento la gente revivió la esperanza de tener ya consigo, de forma abierta y sin subterfugios aquel que venía en el nombre del Señor. Al menos así lo entendieron los más sencillos, los discípulos y gente que acompañó a Jesús, como un Rey.


San Lucas no habla de olivos ni palmas, sino de gente que iba alfombrando el camino con sus vestidos, como se recibe a un Rey, gente que gritaba: "Bendito el que viene como Rey en nombre del Señor. Paz en el cielo y gloria en lo alto".


Palabras con una extraña evocación de las mismas que anunciaron el nacimiento del Señor en Belén a los más humildes. Jerusalén, desde el siglo IV, en el esplendor de su vida litúrgica celebraba este momento con una procesión multitudinaria. Y la cosa gustó tanto a los peregrinos que occidente dejó plasmada en esta procesión de ramos una de las más bellas celebraciones de la Semana Santa.


Con la liturgia de Roma, por otro lado, entramos en la Pasión y anticipamos la proclamación del misterio, con un gran contraste entre el camino triunfante del Cristo del Domingo de Ramos y el Viacrucis de los días santos.


Sin embargo, son las últimas palabras de Jesús en el madero la nueva semilla que debe empujar el remo evangelizador de la Iglesia en el mundo.


"Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". Este es el evangelio, esta la nueva noticia, el contenido de la nueva evangelización. Desde una paradoja este mundo que parece tan autónomo, necesita que se le anuncie el misterio de la debilidad de nuestro Dios en la que se demuestra el culmen de su amor. Como lo anunciaron los primeros cristianos con estas narraciones largas y detallistas de la pasión de Jesús.


Era el anuncio del amor de un Dios que baja con nosotros hasta el abismo de lo que no tiene sentido, del pecado y de la muerte, del absurdo grito de Jesús en su abandono y en su confianza extrema. Era un anuncio al mundo pagano tanto más realista cuanto con él se podía medir la fuerza de la Resurrección.


La liturgia de las palmas anticipa en este domingo, llamado pascua florida, el triunfo de la resurrección; mientras que la lectura de la Pasión nos invita a entrar conscientemente en la Semana Santa de la Pasión gloriosa y amorosa de Cristo el Señor.



12:50 a.m.

Por: . | Fuente: Santiebeati.it



Terciaria Franciscana


Martirologio Romano: En Montefusco, Italia, beata Teresa Manganiello, laica, de la Tercera Orden de San Francisco ( 1876)

Fecha de beatificación: 22 de mayo de 2010 durante el pontificado de S.S. Benedicto XVI



Es "la analfabeta Sabia" de Montefusco en la provincia de Avelino (Italia); Teresa Manganiello nació cerca de Montefusco el 1 de enero de 1849, undécima de doce hijos de aquella familia presidida por sus padres campesinos. Hacia los siete años recibe la Primera Comunión en la iglesia de San Egidio, anexa al homónimo convento Capuchino.

Como muchos niños campesinos del sur de Italia de aquella época, no asistió a ninguna escuela y siempre creció a la sombra de la casa colonial edificada en los campo de aquella zona del país. Ya adolescente manifestó el deseo de consagrar su vida a Dios; cuando tuvo 18 años, llegó al convento de San Egidio el padre Ludovico Acernese quien, ante el despertar en la vida cristiana de aquella zona, instituyó en Montefusco la Tercera Orden Franciscana.


Teresa se sintió fuertemente atraída por el ideal franciscano y corrió enseguida a registrarse, convirtiéndose en la primera terciaria de Montefusco, eligió al padre Acernese como a su guía y confesor. El 15 de mayo de 1870 a los 21 años, vistió el hábito terciario y al año siguiente hizo la profesión de los votos tomando el nombre de hermana María Luisa.


El padre Ludovico Acernese supo reconocer en ella todas cualidades más profundas de su alma, por lo que la nombró primera concejera y luego, por la perfección de su ideal franciscano, maestra de las novicias.


La familia nunca apoyó su deseo de hacerse monja, principalmente para no privarse de la gran ayuda que era tener a Teresa viviendo en casa, ella llevó un estilo de vida monacal; fue llamada popularmente "monachella1 santa"; estaba siempre presente en la Misa diaria en la iglesia de San Egidio, además vivía intensamente la oración, que junto a ásperas mortificaciones corporales, las ofrecía por la reparación de los escándalos; a pesar de eso siempre y dondequiera tenía una encantadora sonrisa que atraía a todos.


Aunque era analfabeta, contestaba con sabiduría incluso a personas de vasta cultura; fue la artífice de la extensión, en Irpina y en Sannio, del Movimiento Terciario Franciscano, que conducía junto al padre Acernese, quien ante la insistencia de Teresa Manganiello de su ideal religioso y hablando de aquello con otras terciarias, planeó la fundación de una Comunidad por ellas.


Para tener una aprobación especial, la mandó en 1873 a una audiencia con el Papa Pío IX, para que le presente su intención; el beato pontífice la bendijo y la animó a ir adelante; y cuando ya era considerada como la primera superiora de la naciente Congregación de Monjas Terciarias Franciscanas, su salud empezó pero a declinar.


El 14 de febrero de 1874, mientras oraba en la iglesia tuvo la primer hemoptisis2 acompañada de una grave artritis; en aquella época fue una enfermedad maliciosa que atacó a personas de toda edad y condición social. Siguió adelante, entre los altos y bajos de la enfermedad, hasta que en el verano del 1876 el mal la postró; a los muchos sacerdotes y fieles que fueron a visitarla les regaló siempre su maravillosa sonrisa; totalmente entregada a las manos de Dios la Virgen a quienes oraba fervorosamente.


Murió el 4 de noviembre de 1876 con tan sólo 27años y fue enterrada en el cementerio de Montefusco; cinco años después de su muerte, el padre Ludovico Acernese, confiando en su espiritual protección, fundó en Pietradefusi la Congregación de las ´Monjas Franciscanas Immaculatinas´ de las que Teresa es "Piedra angular" y "Madre espiritual." En su patrimonio espiritual cada monja encuentra ricos ejemplos y enseñanzas, por una vida de total consagración al servicio de Dios y la Iglesia.


A 100 años de su muerte, en 1976, las Monjas Franciscanas Immaculatinas, iniciaron la causa por su beatificación, reconociendo en ella, el papel fundamental en la fundación de la Congregación. El proceso se cerró en el archidiócesis de Benevento el 29 de septiembre de 1991 y las actas fueron aprobados por el Santa Sede el 12 de diciembre1992.


Continúan siendo frecuentes las señales de gracias, curaciones y favores de orden moral y espiritual, conseguidos por su intercesión.


1Pequeña ave, de la misma familia de la collalba rubia.

2 La hemoptisis incluye la emisión de flema hemóptica o de sangre fresca procedente del aparato respiratorio.


Reproducido con autorización de Santiebeati.it


responsable de la traducción: Xavier Villalta



12:50 a.m.

Virgen Clarisa


Martirologio Romano: En Padua, en la región de Venecia, beata Elena Enselmini, virgen de la Orden de las Clarisas, que sufrió con admirable paciencia multitud de dolores y hasta la pérdida del habla (1242).

Etimología: Elena = Aquella que brilla como una antorcha, de la lengua griega


La suerte viene en nuestra ayuda con un documento de importancia excepcional, conservado en la Biblioteca Antoniana, el Códice 559, que describe las vidas de san Antonio, del beato Antonio Manzoni y de la beata Elena Enselmini. Las compuso entre los años 1433 y 1437 el notario Sicco Polentone, archivero municipal, filósofo, astrólogo, literario y escritor de numerosas obras, una de las personalidades más destacadas de la Padua humanista del siglo XV.


El código, copiado con elegante escritura en 1439 por el conventual fray Giacomo, "era considerado -dice el padre Ruggero Lotto- un "best seller" del siglo XV y, aunque no es obra de alto nivel, no deja de ser un interesante documento de sociología religiosa, del que emana la mansa luz de una simpática joven santa, a la que nos sentimos afectuosamente cercanos, incluso después de tanto rechinar de siglos".


En un latín elegante, Polentone inicia así: "Mi querido hijo Lázaro, hace mucho que me solicitas e incitas a escribir las memorias del beato Antonio Pellegrino y de la beata Elena, monja de la orden franciscana. Siempre me ha parecido justa y loable esta petición tuya. Pues, si bien el culto de ninguno de los dos ha sido aprobado por el sumo pontífice, uno y otra son conocidos, sin embargo, por sus milagros, y venerados como beatos por la opinión del pueblo. Además, son de buena raza paduana: Antonio era originario de los Manzoni. Elena, de los Enselmini, a cuya estirpe pertenece también su madre".


La jovencita Elena se hizo monja para servir al Señor en el monasterio que hospedaba, en dos moradas distintas, a las monjas y a los frailes de la Orden de san Francisco, en una zona llamada "la Celda vieja" (la actual Arcella), monasterio destruido en 1509, para realizar la "explanada".


Añade el historiador: "Ninguna más diligente que ella en la oración litúrgica, ninguna más obediente a la abadesa, ninguna más observante de la regla, ninguna más solícita en realizar las tareas domésticas. Su vida estaba tejida de penitencias y ayunos, colmada de santidad y austeridad. Tan áspera fue su existencia, que, agotada, con frecuencia caía enferma, víctima de la fiebre".


Más allá del intento hagiográfico y enaltecedor, Sicco, autor de indudable probidad, realizó cuidadosas investigaciones sobre ella, disponiendo de excelentes fuentes en el antiguo monasterio de la Arcella, antes de incendiarse el archivo.


De complexión grácil y enfermiza, padeció en los últimos quince meses de vida repetidas fiebres, y permaneció durante tres meses sin comer, ni beber, ni pronunciar palabra.


El historiador se detiene ampliamente en describir las visiones celestiales de las que gozó Elena, como indicio de su unión con el Señor, visiones que ella, de palabra, daba a conocer a las hermanas, y cuyos contenidos sabían también a admonición.


El 4 de octubre de 1231, arrebatada en éxtasis, vio a los santos Francisco y Antonio en actitud de cantar las alabanzas del Señor. En definitiva, "el cielo en la celda", hasta el 4 de noviembre, cuando expiró, a los 24 años. Polentone concluye así: "Desde el día de su tránsito hasta hoy, su cuerpo se conserva tan bien, que no puede verse sin admirarse, y eso por un privilegio divino que testifica la santidad de Elena". Y añade un halo de misterio: "A menudo, especialmente cuando cae algún desastre sobre la ciudad, ha ocurrido que el cuerpo de Elena se agitó con estrépito, casi como si quisiera prever el futuro".


Podemos decir que su cuerpo sufrió en la muerte un proceso natural de momificación y quedó intacto, y las manifestaciones de temblor son exageradas, pero revelan la espontaneidad de una devoción popular hacia esta ilustre clarisa.


Su cuerpo, por una circunstancia fortuita, fue colocado en una urna y conservado en la pequeña iglesia del monasterio, hasta el año 1509, en que fue trasladado a la iglesia de Santa María de los Armenios, luego llamada de la Beata Elena. Y, desde 1810, fue trasladado a la de Santa Sofía, donde permaneció hasta el 23 de mayo de 1958, en que fue devuelto a la iglesia de La Arcella.


El 29 de octubre de 1695, el papa Inocencio XII la inscribió en el Catálogo de los beatos, reconociendo su culto secular, y en 1956 se iniciaron los trámites para su canonización.


La caja de madera de la beata, en la capilla del beato Lucas


Cuando las clarisas de la Arcella se trasladaron en 1509 al monasterio de Santa Elena, y luego al de San Bernardino, se llevaron consigo el cuerpo de la beata. Pero, al ser suprimidos dichos monasterios en el año 1810, ofrecieron su tesoro a la Basílica [de San Antonio]. De modo que, el 20 de mayo, el cuerpo de Elena Enselmini fue llevado a la sacristía del templo antoniano, y allí guardado. Mientras tanto, los presidentes del Arca pidieron al obispo Dondi dell´Orologio que lo dejara en la iglesia, pero el 6 de junio siguiente, "muy airado por la donación de las monjas, y más aún por la sustracción nocturna, había mandado colocar los sellos, ordenando que fuera entregado a la iglesia de Santa Sofía, para ser venerado junto a la beata Beatriz de Este".


La caja que guardó los huesos de Elena hasta el 1810 fue primero colocada en la urna que había sido de san Antonio, debajo del altar del beato Lucas Belludi, y luego, en 1985, en la urna empotrada en la pared.


Presencia de Elena en el arte y en las reliquias


La reliquia de un brazo fue donada a la iglesia de Santa Sofía, mientras que su cuerpo se conserva aún bajo el altar del templo de la Arcella.


Para encontrar un relicario de la beata Elena hay que trasladarse a la sacristía de la Basílica. Firmado por el artista Pinton, es de las primeras décadas del siglo pasado, de tipo arquitectónico, en plata labrada y repujada, cuyo nudo y receptáculo representa la fachada de la iglesia de la Arcella. En lo más alto de la pequeña cúpula preside una estatua de Elena.


Una bella imagen de ella la encontramos en la puerta de bronce norte de la Basílica, llamada "de los beatos Lucas y Elena". Antes era la entrada más utilizada. Fundida en 1904 por el paduano Giuseppe Michieli, la donó el doctor Giovanni Guolo, y una inscripción la recuerda como "virgen paduana".


Entrando en el claustro del Noviciado se puede admirar una bonita pintura de ella, dentro de una monófora, en el lado occidental. Es una reproducción del 1994, de una pintura que realizó el artista de Bérgamo Giuseppe Amadio Riva, en 1923. El actual fue realizado, curiosamente, no en base al bronce original, sino a una copia suya firmada por Giovanni Zabai en 1932. La beata sostiene un lirio y un libro, claro indicio de la pureza de vida llevada por ella, en la secuela de la Palabra del Señor.


En la iglesia de la Arcella hay más recuerdos de Elena. En primer lugar, en la estatua del pequeña hornacina derecha de la fachada, obra de Pedro Bertocco. Luego, en la capilla de los "Santos franciscanos", donde está representada en un lienzo de Pedro Pajetta (1905), y en otras pinturas.



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Por: . | Fuente: ACI Prensa



Fundador


Martirologio Romano: En Cerfroid, en el territorio de Meaux, en Francia, san Félix de Valois, que, después de una larga vida de solitario, se le considera compañero de san Juan de Mata en la fundación de la Orden de la Santísima Trinidad, para la redención de los cautivos (1212).

Etimología: Felix = Aquel que es feliz. De la lengua latina.


Algunos escritos de la "Orden de la Santísima Trinidad", afirman que San Félix llevaba el apellido de Valois porque pertenecía a la familia real de Francia, pero en realidad el nombre proviene de la provincia de Valois donde habitó originalmente.


Según se dice, vivió como ermitaño en el bosque de Gandelu, en la diócesis de Soissons, en un pueblo llamado Cerfroid. Tenía el propósito de pasar su vida en la oscuridad pero Dios lo dispuso de otro modo.


En efecto, San Juan de Mata, discípulo de San Félix, le propuso que fundase una orden para el rescate de los cautivos. Aunque el santo tenía ya setenta años, se ofreció a hacer y sufrir cuanto Dios quisiera por un fin tan noble. Así, los dos santos partieron juntos a Roma en el invierno de 1197 para solicitar la aprobación de la Santa Sede.


San Félix propaga la orden en Italia y Francia. En París fundó el convento de San Maturino y cuando San Juan volvió a Roma, San Félix a pesar de su avanzada edad, administró la provinica francesa y la casa madre de la orden en Cerfroid. Ahí murió a los ochenta y seis años de edad en 1212.


Según la tradición de los trinitarios, los dos santos fueron canonizados por el Papa Urbano IV en 1262. Alejandro VII confirmó el culto de los dos fundadores en 1666.


El 4 de noviembre recordamos su ingreso al Reino, y el 20 del mismo mes se celebra su fiesta litúrgica.



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Por: . | Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01



Protomártires Boloñeses


Martirologio Romano: En Bolonia, de la Emilia, santos Vidal y Agrícola, mártires, que, según nos refiere san Ambrosio, el primero de ellos fue antes siervo del segundo y luego compañero y colega en el martirio. Vidal padeció tantos tormentos que no le quedó parte de su cuerpo sin heridas y Agrícola, a su vez, sin asustarse por el suplicio de su antiguo criado, le imitó en el mismo martirio, siendo crucificado (304).

Etimología: Vidal = aquel que está lleno de vida, viene del latín.


Agrícola = aquel que viene del campo, viene del latín.


Los Santos Mártires Vidal y Agrícola, en Bolonia. El primero siendo esclavo del segundo, llegó después a ser compañero suyo en el martirio: atormentáronle los perseguidores con tal crueldad, que en todo su cuerpo no se encontraba parte sana; lo cual sufrió con la mayor constancia, y puesto en oración entregó su alma a Dios.


A Agrícola le dieron muerte enclavado en una cruz con muchísimos clavos. San Ambrosio, que se halló presente a la traslación de estos Santos, refiere que recogió los clavos, la sangre vencedora y la cruz, y lo colocó todo debajo del sagrado altar. El citado San Ambrosio nos informa de que Agrícola era un caballero de Bolonia, y que Vidal, su esclavo, aprendió del él la religión cristiana, y recibió primero la corona, porque para Cristo no hay diferencias en la condición de siervo ni de señor. Ambos fueron presos probablemente el año 304. El castigo de Agrícola fue dilatado por una cruel compasión por ver si la vista de los tormentos del siervo le hacía mudar de resolución; pero lejos de ello quedó más animado con el ejemplo.


Entonces toda la compasión del pueblo y de los jueces se convirtió en furor, y el cuerpo del Mártir enclavado en una cruz fue tan herido y penetrado de innumerables clavos, que el número de sus heridas excedió en mucho al de sus miembros. Los Cuerpos de los Mártires fueron colocados en lugar de la sepultura de los judíos. Huyendo San Ambrosio de las manos del tirano Eugenio, entró en Bolonia el año 393, y allí descubrió estas reliquias. Juliana, devota viuda de Florencia, le convidó a dedicar una Iglesia que había fundado en aquella ciudad, y le pidió este tesoro: el que no tuvo arbitrio de negarle una parte de ellas, y cuyo valor ponderó mucho él mismo a las tres hijas de Juliana, mandándolas que le recibiesen con respeto, como presente de salvación.



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Por: P. Rafael María López-Melús | Fuente: Carmelnet.org



Religiosa Carmelita


Martirologio Romano: En el convento de Nuestra Señora des Cöts, de Nantes, en Francia, beata Francisca de Amboise, que, siendo duquesa de Bretaña, fundó en Vannes el primer Carmelo femenino francés, donde se retiró como sierva de Cristo al quedar viuda (1475).

Nació en Thouars (Francia) el 28 de Septiembre de 1427, hija del vizconde Luis y de la baronesa María de Rieux.


A los cuatro años fue prometida esposa de Pedro, hijo del duque de Bretaña. Su futura suegra, Juana, hermana del rey Carlos VII de Francia, imprimió en su alma un espíritu profundamente cristiano.


El 1450, en lacatedralde Reims, era coronada como Duquesa de Bretaña juntamente con su esposo, Pedro. De común acuerdo con él, decidieron conservarse castos y ofrecer a la alta sociedad un modelo de hogar cristiano con la práctica asidua de excelsas virtudes Juntos se consagraron a la Virgen María en su santuario de Folgoët, donde dejaron fundada una misa para ser celebrada todos los sábados.


Francisca supo frenar los excesos de la moda femenina en la corte y se dedicó particularmente a obras de piedad y caridad.


Todos los miércoles sentaba a su mesa a 11 doncellas pobres, el día de Navidad escogía a un niño pobre, lo vestía con traje nuevo ylo hospedaba como representante del Niño Jesús, el jueves santo lavaba los pies a doce pobres y les ofrecía un traje nuevo.


Trabajó tanto en favor de la religión catolica que, según dice un historiador, "Dios se sirvió de esta joven para realizar una reforma general en la Bretaña y para hacer reflorecer, después de tantas desgracias y misenas, un siglo de Oro"


Muerto su esposo y conocedora a fondo de las miserias de la corte, resolvió hacerse monja de clausura. Mil dificultades le salieron al paso; Luis Xl, rey de Francia, puso en juego todos los medios para que desistiera, pero todo fue en vano, y el monarca acabó de desengañarse cuando ella en el acto de recibir la comunión, hizo en alta voz el voto de castidad.


Después de un providencial encuentro con el beato Juan Soreth (+1471), a la sazón Prior General de los carmelitas, se decidió a ingresar entre las monjas carmelitas de clausura que habían sido instituidas poco antes canónicamente por la Bula de Nicolás V "Cum nula", del 7 de Octubre de 1452.


El mismo Beato le impuso con toda solemnidad el hábito una vez resueltos todos sus compromisos ducales.


Junto con un grupo de carmelitas venidas de Bélgica, inició Francisca su vida religiosa en el convento de Bondón, fundado por ella misma.


Renunció a sus títulos y no quiso trato ni distinción especial, sino ser considerada como Humilde sierva de Cristo".


Desde entonces su gran empeño fue la de hacer efectiva su total entrega a Dios.


Nombrada priora por la comunidad, tuvo que dirigirse más tarde con el mismo título a un nuevo convento, fundado también por ella cerca de Nantes.


En el ejercicio de este cargo alimentaba el espíritu de sus religiosas con sabias "Exhortaciones", que fueron publicadas más tarde. Ella era ejemplar en todas las virtudes, descollando por su espíritu de oración y penítencia.


Insistió siempre en la práctica del silencio, la obediencia y la pobreza. Introdujo la comunión frecuente y una estricta clausura. Fueron sus últimas palabras:


"¡Adiós, hijas mías! Voy a probarlo que es amar a Dios sobre todas las cosas".


Bien puede ser llamada como la "Madre" de las carmelitas, ya que es la primera santa desde que el Carmelo femenino tuvo existencia canónica.


El 4.11.1485 expiró santamente.


Su culto fue reconocido por el papa Pío IX el 16 de julio de 1867.