12/30/19

11:23 p.m.

Obispo

Martirologio Romano: En Lausana, entre los helvecios (hoy Suiza), san Mario, obispo, que trasladó allí la sede de Aventicum, edificó muchas iglesias y fue defensor de los pobres (594).

En recientes investigaciones que ha llevado a cabo Mario Besson, se han encontrado noticias seguras acerca de la vida y de las obras apostólicas de san Mario.


Por lo que dice, parece ser que nació en el año 530, y que llegó a ser obispo de Aventicum en el 574.

En el 587 tomó parte activa en el concilio de Macon.

En ese mismo año consagró una iglesia dedicada a la Virgen de Payerne.

Para mayor seguridad de su persona, lo trasladaron a Aventicum como obispo. Había luchas políticas e inseguridad social.

Murió aquí en el año 594. Lo enterraron en la iglesia de san Tirso, pero más tarde se llamó de san Mario.

Su culto empezó a ponerse en práctica al principios del primer milenio.

Su representación como obispo no aparece hasta el siglo XVI. Una veces aparece con una palma y ornamentos episcopales y el título de mártir.

Mario es el autor de una crónica de san Próspero. Es un documento muy exacto, breve y precioso para los históricos.

Basten estas notas para hacerse una idea de cómo estaba Italia y el Oriente, los reinos francos y el de Borgoña.

¡Felicidades a quien lleve este nombre! y ¡Feliz final de Año!

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11:23 p.m.

Por: . | Fuente: Vatican.va

"Sor Sonrisa"
Hija de la Caridad de San Vicente de Paúl

Martirologio Romano: En Cagliari, Italia, beata Josefina Nicoli, virgen, religiosa de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl. ( 1924)

Fecha de beatificación: 3 de febrero de 2008, durante el pontificado de S.S. Benedicto XVI

Josefina Nicoli nació en Casatisma (Pavía, Italia) el 18 de noviembre de 1863. Era la quinta de diez hijos de una familia de clase media y de profunda fe.

Cursó la escuela primaria con las religiosas agustinas, en Voghera; y estudió magisterio en Pavía. Su deseo secreto, que la impulsó a realizar estos estudios, era el de dedicarse a la educación de niños pobres en un tiempo en el que era muy alto el porcentaje de analfabetismo entre la gente de menos recursos. Este deseo fue madurando, sobre todo, a través de la experiencia del dolor, que visitó su familia con la muerte de algunos de sus hijos, entre ellos Juan, de quien Josefina se había convertido en su servicial enfermera personal. En medio de estas situaciones dolorosas aprendió a considerar el valor de la vida y la fragilidad de las cosas humanas.

Josefina era querida por todos, su carácter dulce era un don natural; y un sacerdote de Voghera, don Giacomo Prinetti, su director espiritual, la guió en el camino de la perfección del espíritu, mientras maduraba la llamada a consagrar su vida a Dios.

El 24 de septiembre de 1883, a la edad de veinte años, ingresó en la Compañía de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, en la casa "San Salvario" de Turín, donde hizo el postulantado y el noviciado. Recibió el hábito propio de la Compañía en París, en una ceremonia que tuvo lugar en la Casa madre de las Hijas de la Caridad.

En el año 1885 fue trasladada a Cerdeña. Su primera misión, que acogió con gran entusiasmo, fue la de enseñar en el "Conservatorio de la Providencia" de Cágliari. La experiencia educativa entre niñas pobres la marcó de forma especial. Durante este tiempo no se limitó a mirar sólo lo que sucedía entre los muros del conservatorio, sino que intensificó cada vez más su unión con el Señor crucificado en medio de las vicisitudes cotidianas.

En el año 1886, la ciudad de Cágliari fue azotada por la epidemia del cólera, y sor Josefina, juntamente con sus hermanas del conservatorio, se dedicó, en los momentos que le quedaban libres después del horario escolar, a socorrer a las familias pobres de la ciudad, organizando "cocinas económicas" que pusieron a disposición de las autoridades civiles.

Este servicio le permitió salir al encuentro de los muchachos abandonados por las calles de Cágliari, enseñándoles el catecismo en los encuentros que programaba los domingos. Más tarde organizó a los muchachos en una asociación que llamó "Los Luisitos", estimulándolos a vivir en actitud de ayuda fraterna y educándolos a una sana sociabilidad que, a muchos de ellos, los condujo a cambiar de vida.

Después de casi quince años de activa vida apostólica en Cágliari, en el año 1889 fue trasladada al orfanato de Sássari. También allí desarrolló un amplio proyecto apostólico, organizando diversas instituciones orientadas siempre al servicio hacia los pobres.

Se preocupó por la formación de escuelas de catequesis que cada domingo reunían a cerca de 800 niños, y, sobre todo, dedicó muchas de sus energías a dar vida a la "Escuela de religión" para las jóvenes universitarias, con el fin de prepararlas para ser buenas maestras en la fe, y así contrarrestar la masonería que se difundía por Sássari y trataba de debilitar la presencia de los católicos en la ciudad.

En los proyectos de la divina Providencia, le espera un nuevo destino: Turín (1910-1913). Por sus dotes organizativas la nombraron ecónoma provincial, y un tiempo después pasó a ser directora de la casa de formación de las Hijas de la Caridad, misión a la que se dedicó con gran entrega. Se enfermó gravemente de tuberculosis y fue trasladada a Cerdeña —con gran dolor para el consejo provincial—, ya que el clima de las islas era favorable para su salud.

De regreso a Sássari, en el año 1914, reinaba un ambiente hostil a causa del anticlericalismo. Su permanencia en las islas mejoró el estado de su salud, pero comenzó su calvario interior. Una serie de malentendidos y falsos testimonios por parte de la administración del orfanato obligaron a los superiores a trasladarla nuevamente. Sor Josefina estaba a completa disposición, aceptando en silencio la humillación más grande que hubieran podido hacerle: la declararon incapaz de administrar el orfanato. Ante esta situación se repetía a sí misma: "Josefina, esto te viene muy bien. Aprende a ser humilde". La Providencia la condujo en la última etapa de su vida al Asilo de la Marina, en Cágliari.

En su nuevo destino, se encontró en medio de un barrio superpoblado, ubicado en las cercanías del puerto, y donde la pobreza alcanzaba índices muy altos, haciendo que las condiciones de vida fueran muy precarias. A los niños, por ser pobres, se les negaba el derecho a la educación, lo que favorecía los malos comportamientos.

En el contacto directo con la pobreza material descubrió heridas aún más secretas: las de la pobreza moral y espiritual. Su celo apostólico la impulsó nuevamente a salir al encuentro de los jóvenes, enseñándoles el catecismo, y orientando a quienes emigraban de las zonas rurales a la ciudad. Fundó la primera sección en Italia de la "Pequeña obra de Luisa de Marillac". Formó también el primer grupo de la Acción Católica femenina en Cágliari. Pero a quienes dedicó gran parte de sus iniciativas apostólicas, como una bondadosa y paciente madre, fue a los llamados "is piccioccus de crobi", "los muchachos de la cesta". Era un grupo numeroso que vagaba por la ciudad, sobre todo en las cercanías del mercado de la ciudad, llevando consigo su instrumento de trabajo: una cesta; y se ganaban su sustento llevando equipajes de la estación al puerto.

La caridad fue la norma de su vida, y en cada circunstancia hizo realidad su constante deseo de entregarse al Señor, formulando, desde edad muy temprana, como un firme propósito: "Deseo ser toda suya".

En el último año de su vida, no obstante todo el bien realizado, se repitió la situación de calvario al ser calumniada ella y su obra en el Asilo de la Marina. Como en otras ocasiones, sor Josefina aceptó en silencio cuanto acontecía, y el testimonio de su vida llevó al funcionario que la calumnió a retractarse y reconocer su error. La caridad humilde que testimonió hizo que el funcionario difamador se acercara a su lecho de muerte, y ella, sonriendo, lo perdonó.

Murió en Cágliari, a causa de una bronco-pulmonía, el 31 de diciembre de 1924; el funeral se celebró el día 1 de enero. Su muerte —dijo una hermana de la comunidad— fue "la corona de una vida íntegra y la prueba de una virtud practicada de modo heroico".

El milagro por su intercesión presentado para la beatificación tuvo lugar en Milán: un joven militar fue curado de un tumor óseo.

La caridad ha glorificado a sor Josefina en un camino de humildad que la llevaba a ocultarse ante los aplausos del mundo y le abría las puertas a la inhabitación de Cristo. La caridad era la norma de todos sus pensamientos, de todas sus palabras, de todas sus acciones; y así penetró el misterio de la caridad hacia los pobres como acto de amor hacia el Señor, esa fue su gloria.

Reproducido con autorización de Vatican.va

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11:23 p.m.

Por: P. Felipe Santos | Fuente: Cathoic.net

Diciembre 31

Etimológicamente significa “oscura”. Viene de la lengua griega.

Dice mateo: “Los discípulos se acercaron a Jesús y él les enseñaba diciendo: Dichosos los que tienen un corazón de pobre, pues el Reino de Dios les pertenece”.

A los 14 años, esta chica aristócrata romana se casó con su primo Pinio, que tenía 17.

Diez años más tarde, perdieron a sus dos hijos.

En su desconsuelo, tomaron una opción en la vida.

Se pusieron de mutuo acuerdo para seguir los consejos evangélicos.

Como quiera que eran ricos, se reunieron para ver la manera de repartir sus bienes a los pobres.

Una vez que lo hicieron, salieron para Roma poco antes de que Alarico pudiese llevárselos.

En primer lugar, se retiraron a Sicilia, después a Tagaste cuya diócesis tenía por pastor a un amigo y vecino, San Agustín, obispo de Hipona.

Llegaron con ellos quince eunucos y otras tantas esclavas.

Le pertenecían todas las tierras de Tagaste.

Los fieles querían que Pinio fuera el obispo., pues de esta manera estaba asegurada la fortuna para la comunidad cristiana.

Pero Pinio y Melanie se fueron a Jerusalén.
El murió allí en el año 432.

Melanie fundó un monasterio no lejos del lugar de la Ascensión, en el Monte de los Olivos, en el que murió a la vuelta de una fiesta.

¡Felicidades a quien lleve este nombre!

“Conócete a ti mismo” (Sócrates).

¡Feliz final de Año!


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5:29 p.m.

SAN SILVESTRE I

PAPA XXXIII




El largo pontificado de San Silvestre (del 314 al 335) transcurrió paralelo al gobierno del emperador Constantino, época muy importante para la Iglesia que acababa de salir de la clandestinidad y de las persecuciones. Fue en ese período cuando se formó una organización eclesiástica que duraría varios siglos. En esta obra tuvo Constantino un lugar de consideración. Este, efectivamente, era el heredero de la gran tradición romana imperial y por eso se consideraba el legítimo representante de la divinidad (nunca renunció a ostentar el titulo pagano de “pontifex maximus´), y por tanto del Dios de los cristianos.

Fue él, por tanto, y no el Papa Silvestre, quien convocó en el 314 un sínodo para acabar con el cisma que había estallado en África; y fue también él quien convocó en el 325 el primer concilio ecuménico de la historia, en Nicea (Bitinia), residencia veraniega del emperador.

Al obrar así, Constantino introdujo un método de intromisión del poder civil en los asuntos eclesiásticos que tendría desastrosas consecuencias. Pero por ahora las consecuencias fueron positivas, entre otras cosas por la buena armonía que reinaba entre el Papa Silvestre y Constantino. Este, en efecto, no ahorró sus aprobaciones y sus apoyos aún económicos para la vasta obra de construcción de edificios eclesiásticos.

Precisamente Constantino, en su calidad de “pontifex maximus”, fue quien pudo autorizar y consentir el “sacrilegium” de construir una gran basílica en honor de San Pedro sobre la colina Vaticana, después de haber parcialmente destruido o tapado el cementerio pagano, descubierto por las excavaciones ordenadas por Pío XII en 1939. Fue también la colaboración entre el Papa Silvestre y Constantino la que permitió la construcción de otras dos importantes basílicas romanas, una en honor de San Pablo sobre la vía Ostiense, y sobre todo la otra en honor de San Juan. Inclusive, Constantino quiso manifestar su simpatía por el papa Silvestre dándole su mismo palacio lateranense, que desde entonces y por varios siglos fue la residencia de los Papas.

Hermanos Franciscanos

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