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Martirologio Romano: En el lugar de ad-Dahr, en el Líbano, santa Rebeca de Himlaya ar-Rayyès, virgen de la Orden Libanense de San Antonio de los Maronitas, que ciega a los treinta años, y paralizada después en todos los miembros, permaneció en oración, fija sólo en Dios (1914).

Etimológicamente: Rebeca = Aquella que conquista con su belleza y simpatía, es de origen hebreo.

Etimológicamente: Pierrette = versión francesa del nombre Petronila = Aquella que es firme como la roca, es de origen latino.


Fecha de canonización: 10 de junio de 2001 por el Papa Juan Pablo II.



(n. Himlaya, 29 de junio de 1832 - m. Batroun, 23 de marzo de 1914)

Fue una religiosa maronita libanesa , su nombre real era Petra Choboq Ar-Rayes, descendía de una familia campesina.


Su vida religiosa

Desde su juventud, Petra sintió un profundo amor por Cristo y la Eucaristía, por lo que quería ingresar como novicia en las Hermanas de María, pero la fuerte influencia de los que más tarde serían futuros santos libaneses, los maronitas, Charbel Makhlouf y Nimatullah Al-Hardini, la volvieron hacia el monasterio maronita de San José de Batroun, al cual ingresó en 1897, tomando el nombre de Sor Rafka (en español, Rebeca).


En el 1860, Rafqa le fue trasladada a Deir al-Qamar, para enseñar el Catecismo a los jóvenes. Tuvieron lugar en aquel período los dramáticos acontecimientos que ensangrentaron Líbano en aquel año. Rafqa vio con los mismos ojos el martirio de un gran número de personas. También tuvo el ánimo de esconder a un niño bajo su propia capa, salvándolo de la muerte. Rafqa estuvo en Deir al-Qamar cerca de un año: luego regresó a Ghazir.


El primero domingo de octubre del 1885, en la iglesia del monasterio, mientras estuvo en oración, le suplicó a Dios hacerla participar en su Pasión redentora. Su ruego fue atendido esa misma tarde: ella empezó a sentir fuertes dolores de la cabeza y poco después el dolor se extendió a sus ojos. Todos los tratamientos resultaron inefectivos y se decidió mandarla a Beirut para intentar otros tratamientos. Durante el viaje se detuvo en Biblos, dónde fue confiada a un médico americano que, después haber analizar su caso, decidió operarla, pero durante la operación le extrajo por error el ojo derecho. La enfermedad pronto afectó al ojo izquierdo; ahora los médicos juzgaron que cualquier tratamiento sería inútil y Rafqa regresó a su monasterio, donde el dolor ocular la acompañó por 12 años. Soportó su dolor con paciencia, en silencio, en oración y con alegría, repitiendo continuamente: "En unión con la Pasión de Cristo”.


En 1897, un grupo de monjas del convento de San Simeón de Aitou se trasladó al nuevo convento de San José de Ad-Daher. La Madre Úrsula, que iba a ser la superiora de la nueva fundación, pidió que la hermana Rafqa fuera incluida en el grupo, para que su ejemplo ante las hermanas disminuyera las dificultades que siempre existen en una nueva fundación.


La Hermana Rafqa pasó los últimos diecisiete años de su vida en este convento, que iba a ser el escenario de sus más grandes sufrimientos, así como de sus alegrías más espirituales.


Rafqa no decepcionó a la Madre Úrsula. Su ejemplo y ayuda resultó muy valiosa en el establecimiento del nuevo monasterio. Las novicias fueron especialmente impresionadas con el espíritu de oración de la monja ciega, además de su humildad y caridad. Muchos años después de su muerte, varias de las hermanas que, o bien habían llegado con ella a la nueva fundación, o que habían sido novicias durante los diecisiete años que vivió en San José de Ad-Daher, y que no habían olvidado lo vivido junto a ella, dieron testimonio de su santidad...


Rafqa sufrió durante esos diecisiete años de ceguera. Sólo Dios sabe lo mucho que tuvo que soportar. Su dolor era continuo noche y día, sin embargo, las demás hermanas nunca la oyeron murmurar o quejarse. A menudo la oyeron dar gracias a Dios por sus sufrimientos, "... porque sé que la enfermedad que tengo es para el bien de mi alma y de Su gloria" y que "la enfermedad aceptada con paciencia y acción de gracias purifica el alma como el fuego purifica el oro".


Siempre estaba tranquila, sonriente, soportando incluso el dolor más grande, con paciencia, confiando en el Señor quien se comprometió a aumentar el deleite de sus siervos fieles en el cielo (cf. Lucas 21:19).


Por su paciencia, se puede comparar con el mayor de los santos.


Sus últimos años

Sor Rafka se caracterizó también por el amor que sintió hacia los enfermos y los niños abandonados, y oraba por ellos. En 1899, la religiosa sufre de diversas enfermedades, queda paralítica y ciega, pero su fe no se quebrantó, y ofreció sus dolores físicos para propiciación de los pecados de toda la humanidad, sobre todo, de su nación.


Murió en Batroun en 1914, a la edad de 82 años, fue beatificada en 1985, y canonizada en Roma, en 2001.



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Hijo de Clementina Diez de Sollano (mexicana) y de Ramón del Portillo y Pardo (español), Álvaro del Portillo nació en Madrid el 11 de marzo de 1914. Era el tercero de ocho hermanos.

Después de cursar el bachillerato en el Colegio El Pilar (Madrid), ingresó en la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, en la que terminó sus estudios en 1941. Posteriormente trabajó en diversas entidades oficiales con competencia en materia hidrográfica. A la vez, estudió Filosofía y Letras (Sección de Historia) y se doctoró en 1944 con la tesis Descubrimientos y exploraciones en las costas de California.


En 1935 se incorporó al Opus Dei, institución de la Iglesia Católica que había sido fundada siete años antes por san Josemaría Escrivá de Balaguer. Recibió directamente del fundador la formación y el espíritu propios de aquel nuevo camino en la Iglesia. Desarrolló una amplia labor de evangelización entre sus compañeros de estudio y trabajo, y desde 1939 realizó numerosos viajes apostólicos por diferentes ciudades de España.


El 25 de junio de 1944 fue ordenado sacerdote por el obispo de Madrid, Mons. Leopoldo Eijo y Garay, junto con José María Hernández Garnica y José Luis Múzquiz: son los tres primeros sacerdotes del Opus Dei, después del fundador.


En 1946 se trasladó a Roma, pocos meses antes de que fijara allí su residencia san Josemaría, con el que convivió también en los años siguientes. Se trata de un periodo crucial para el Opus Dei, que recibe entonces las primeras aprobaciones jurídicas de la Santa Sede. Para Mons. del Portillo empieza también una época decisiva en la que, entre otras cosas, realizará —con su actividad intelectual junto a san Josemaría y con su trabajo en la Santa Sede— una honda reflexión sobre el papel y la responsabilidad de los fieles laicos en la misión de la Iglesia, a través del trabajo profesional y las relaciones sociales y familiares. “En un hospital —escribirá años más tarde, para ejemplificar esta realidad— la Iglesia no está solo presente por el capellán: también actúa a través de los fieles que, como médicos o enfermeros, procuran prestar un buen servicio profesional y una delicada atención humana a los pacientes; en un barrio, el templo será siempre un punto de referencia indispensable: pero el único modo de llegar a los que no lo frecuentan será a través de otras familias”.


Entre 1947 y 1950 empujó la expansión apostólica del Opus Dei en Roma, Milán, Nápoles, Palermo y otras ciudades italianas. Promovió actividades de formación cristiana y atendió sacerdotalmente a numerosas personas. De la huella que su labor ha dejado en Italia hablan hoy las numerosas calles y plazas que se le han dedicado en distintos núcleos urbanos del país.


El 29 de junio de 1948, el fundador del Opus Dei erigió en Roma el Collegio Romano della Santa Croce, centro internacional de formación del que Álvaro del Portillo fue primer rector y en el que enseñó teología moral (1948-1953). En ese mismo año (1948) obtuvo el doctorado en Derecho Canónico en la Universidad Pontificia de Santo Tomás.


Durante sus años en Roma, los diversos Papas que se suceden (desde Pío XII hasta Juan Pablo II) le llamaron a desempeñar numerosos encargos, como miembro o consultor de 13 organismos de la Santa Sede.


Participó activamente en el Concilio Vaticano II. Juan XXIII le nombró consultor de la Sagrada Congregación del Concilio (1959-66). En las etapas previas al Vaticano II, fue presidente de la Comisión para el Laicado. Ya en el curso del Concilio (1962-65) fue secretario de la Comisión sobre la Disciplina del Clero y del Pueblo Cristiano. Terminado este evento eclesial, Pablo VI le nombró consultor de la Comisión postconciliar sobre los Obispos y el Régimen de las Diócesis (1966). Fue también, durante muchos años, consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe.


La vida de Álvaro del Portillo está estrechamente unida a la del fundador. Permaneció siempre a su lado hasta el mismo momento de su muerte, el 26 de junio de 1975, colaborando con san Josemaría en las tareas de evangelización y de gobierno pastoral. Con él viajó a numerosos países para disponer y orientar los diversos apostolados del Opus Dei. “Al advertir su presencia amable y discreta al lado de la dinámica figura de Mons. Escrivá, me venía al pensamiento la modestia de san José”, escribirá a su muerte un agustino irlandés, el Padre John O´Connor.


El 15 de septiembre de 1975, en el congreso general convocado tras el fallecimiento del fundador, don Álvaro del Portillo fue elegido para sucederle al frente del Opus Dei. El 28 de noviembre de 1982, cuando el beato Juan Pablo II erigió el Opus Dei en prelatura personal, le designó Prelado de la nueva prelatura. Ocho años después, el 7 de diciembre de 1990, le nombró obispo y, el 6 de enero de 1991, le confirió la ordenación episcopal en la basílica de San Pedro.


A lo largo de los años en que estuvo al frente del Opus Dei, Mons. Álvaro del Portillo promovió el comienzo de la actividad de la prelatura en 20 nuevos países. En sus viajes pastorales, que le llevaron a los cinco continentes, habló a miles de personas de amor a la Iglesia y al Papa, y predicó con persuasiva simpatía el mensaje cristiano de san Josemaría acerca de la santidad en la vida ordinaria.


Como Prelado del Opus Dei, Mons. Álvaro del Portillo estimuló la puesta en marcha de numerosas iniciativas sociales y educativas. El Centre Hospitalier Monkole (Kinshasa, Congo), el Center for Industrial Technology and Enterprise (CITE, en Cebú, Filipinas) y la Niger Foundation (Enugu, Nigeria) son ejemplos de instituciones de desarrollo social llevadas a cabo por fieles del Opus Dei, junto a otras personas, bajo el impulso directo de monseñor del Portillo.


Asimismo, la Universidad Pontificia de la Santa Cruz (desde 1985) y el seminario internacional Sedes Sapientiae (desde 1990), ambos en Roma, así como el Colegio Eclesiástico Internacional Bidasoa (Pamplona, España), han formado para las diócesis a miles de candidatos al sacerdocio enviados por obispos de todo el mundo. Son una muestra de la preocupación de monseñor del Portillo por el papel del sacerdote en el mundo actual, tema al que dedicó buena parte de sus energías, como se puso de manifiesto en los años del Concilio Vaticano II. “El sacerdocio no es una carrera —escribió en 1986— sino una entrega generosa, plena, sin cálculos ni limitaciones, para ser sembradores de paz y de alegría en el mundo, y para abrir las puertas del Cielo a quienes se beneficien de ese servicio y ministerio”.


Mons. Álvaro del Portillo falleció en Roma en la madrugada del 23 de marzo de 1994, pocas horas después de regresar de una peregrinación a Tierra Santa. La víspera, el 22 de marzo, había celebrado su última misa en la iglesia del Cenáculo de Jerusalén.


Álvaro del Portillo es autor de publicaciones sobre materias teológicas, canónicas y pastorales: Fieles y laicos en la Iglesia (1969), Escritos sobre el sacerdocio (1970) y numerosos textos dispersos, gran parte de ellos recogidos póstumamente en el volumen Rendere amabile la Verità. Raccolta di scritti di Mons. Álvaro del Portillo, publicado en 1995 por la Libreria Editrice Vaticana. En 1992 se publicó el volumen Intervista sul Fondatore dell´Opus Dei, fruto de sus conversaciones con el periodista italiano Cesare Cavalleri, sobre la figura de san Josemaría Escrivá, que ha sido traducido a varias lenguas.


Tras su muerte en 1994, miles de personas han testimoniado por escrito su recuerdo de monseñor Álvaro del Portillo: su bondad, el calor de su sonrisa, su humildad, su audacia sobrenatural, la paz interior que su palabra les comunicaba.


El milagro de la beatificación


La Santa Sede reconoció como milagrosa la recuperación del niño José Ignacio Ureta Wilson tras un paro cardíaco de más de media hora, acaecido el 2 de agosto de 2003.


José Ignacio nació el 10 de julio de 2003 en Santiago de Chile con un cuadro clínico grave, en el que destacaban un onfalocele –una hernia a nivel umbilical que contenía el hígado y otras vísceras abdominales– y una “tetralogía de Fallot” (una combinación de cuatro defectos cardíacos que comporta la mezcla de sangre oxigenada con la que no lleva oxígeno).


Dos días después del nacimiento, fue operado del onfalocele. Durante la intervención quirúrgica tuvo un primer paro cardíaco por hipotermia. Entre el 19 y el 25 de julio tuvo tres crisis anoxémicas (falta de oxígeno en la sangre): una el 19, por retracción o atelectasia del pulmón izquierdo; y dos el 25, por un problema idéntico en parte del pulmón derecho. Estos eventos tuvieron consecuencias graves en la región cerebral: una ecografía del 28 de julio muestra lesiones hipóxico-isquémicas (es decir, falta de oxigenación por circulación sanguínea insuficiente) en el cerebro. Al cabo de poco, el cuadro empeoró: en la noche del 29 al 30 de julio, José Ignacio tuvo una crisis epiléptica.


Los médicos decidieron entonces realizar una intervención cardio-quirúrgica paliativa que consistía en aplicarle el llamado “shunt de Blalock-Taussig”. Esta operación tuvo lugar el mismo 30 de julio.


El 2 de agosto, alrededor de la una de la tarde, se presentó una insuficiencia cardíaca aguda, manifestada por un ritmo cardíaco muy lento e hipotensión. A las dos se repitió una crisis similar y se diagnosticó un taponamiento cardíaco masivo: se había producido una acumulación de sangre alrededor del corazón que dificultaba los latidos. A pesar del tratamiento que se le aplicó, la situación continuó deteriorándose gradualmente, y alrededor de las 15:30 se produjo un paro cardíaco que duró entre 30 y 45 minutos.


Enseguida los médicos comenzaron las maniobras de reanimación: masaje cardíaco, punciones evacuadoras de la sangre acumulada en el pericardio y repetidas transfusiones de sangre. Las punciones no dieron ningún resultado, pues el derrame se reproducía continuamente, lo que daba lugar a un empeoramiento de la situación. La hemorragia superó los 140 mililitros, cantidad que se estima superior al volumen total de sangre de José Ignacio.


Después de 30-45 minutos de esfuerzos inútiles, los médicos —como se hace habitualmente— redujeron el ritmo de las maniobras de ventilación manual y de masaje cardíaco, pues pensaban que el bebé estaba muerto. En ese momento, sin ningún tratamiento adicional y de modo totalmente inesperado, el corazón del recién nacido comenzó a latir de nuevo, hasta alcanzar en seguida un ritmo de 130 pulsaciones por minuto.


Después de un paro cardíaco tan prolongado, el cerebro del paciente –ya afectado por graves daños vasculares en los primeros días de vida– habría tenido que experimentar un nuevo daño, mucho más serio que el descubierto por la ecografía del 28 de julio. Sin embargo, esto no ocurrió.


Las condiciones de José Ignacio fueron mejorando en los días siguientes y, el 3 de septiembre de 2003, fue dado de alta. Actualmente, diez años después, hace vida completamente normal.


Los padres de José Ignacio habían rezado por su hijo a través de la intercesión del Venerable Siervo de Dios Álvaro del Portillo ya desde el embarazo, que presentó numerosas dificultades. Por algún tiempo, la madre llevó sobre el vientre una estampa de don Álvaro. Después puso también una estampa sobre la cuna del niño y pidió a sus amigas que encomendaran la salud de José Ignacio a Mons. del Portillo.


El 2 de agosto, durante el prolongado paro cardíaco, los padres pidieron con gran fe la curación de su hijo, recitando la estampa de don Álvaro sin cesar. Al referirse a aquellos momentos, la madre de José Ignacio ha afirmado: “Supongo que mientras lo reanimaban y yo rezaba, eso fue coincidente con el tiempo de la mejoría. Yo diría que hubo un paralelo. (…) Yo nunca dejé de pensar que podía ser un milagro”.




NOTA: El 5 de julio de 2013 el Papa Francisco firmó el decreto en el cual se reconoce un milagro obtenido por su intercesión, tan sólo falta que se conozca la fecha en que se realizará la ceremonia de beatificación.



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Martirologio Romano: En Leopoldvara, ciudad de Eslovaquia, beato Metodio Domingo Trcka, presbítero de la Congregación del Santísimo Redentor y mártir, que en tiempo de persecución por causa de la fe, cambió su peregrinar terreno en vida eterna con su glorioso martirio (1959).

Etimológicamente: Metodio = Aquel que es estudioso e investigador, es de origen griego.


Fecha de beatificación: 4 de noviembre de 2001 por S.S. Juan Pablo II



Dominick Trcka nace el 6 de julio en Frydlant nad Ostravici (actualmente Republica Checa), ultimo de los siete hijos de Františka Šterbova y Tomaš Trcka. Fue bautizado el día siguiente de su nacimiento, el 7 de julio de 1886. Crece en una familia católica donde recibe una buena educación cristiana. Una de sus hermanas fue religiosa.

Dominick comenzó sus estudios en la escuela elemental de Frydlant y después paso al instituto de Mistek. Durante el curso 1902/1903 comenzó a frecuentar la clase sexta del Jovenado Redentorista a Cervenka. Tras esos contactos, decidió entrar en la Congregación del Santísimo Redentor. La etapa siguiente de su vida religiosa fue su ingreso en el noviciado de Bilsko que comenzó en agosto de 1903. Emite la profesión religiosa el 25 de agosto de 1904 (curiosamente la fecha de su martirio).


Después del noviciado continuo los estudios de filosofía y teología en el seminario redentorista, en Oborišt. Aquí se llenó de los ideales de los Santos Hermanos Cirilo e Metodio, primeros evangelizadores de Europa Oriental y Patronos de Europa. Ambos son los fundadores de esas iglesias y los creadores de sus caracteres en la escritura. Trcka quería con todo el corazón trabajar en el campo de la unidad de la iglesia. En su rara correspondencia aparece con evidencia que esperaba con gloria el día de su ordenación sacerdotal. El 17 de julio de 1910 es ordenado presbítero por el arzoobispo de Praga, el cardenal Leo Skrbensky. Después de su primera misa, celebrada el 18 de julio en San Kajetan a Praga, regreso a Oborište para terminar el ultimo ano de estudios teológicos.


De Oborište fue trasferido a Praga (1911) donde comenzó, bajo la guía del P. Fratišek Polepil, para el segundo noviciado y donde continuará como misionero.


Sus superiores dan los siguientes informes: "El Padre Trcka, preparando la predica, quiere ser original. No siempre lo consigue, pero acepta las criticas. En cuanto a la proclamación, lo hace bien, afablemente".


En diciembre de 1914 fue transferido a Svata Hora, donde trabajo como misionero. Cuando el P. Sorko, a causa de su mala salud, deja el trabajo entre los emigrantes Croatas, el P. Trcka rápidamente se muestra disponible a asumir un encargo tan delicado.


Así inicio la actividad de guia espiritual entre los Croatas, que se convirtieron "en sus abandonados" y que sirvió en el ministerio de la caridad, mostrándose imagen del amoroso Padre Celeste. Se entrego con todas sus energías en la transmisión de la fe, sobre todo con la catequesis y la celebración de la santa liturgia, celebrada para los Croatas, Eslovenios y Rutenos, sea para los fugitivos como para los soldados del hospital de Pribran. Parecía que donde ocurría alguna cosa entre los eslavos, allí aparecía "casualmente" el P. Trcka.


Misionero entre los greco-católicos


El 2 de agosto de 1918 se encontraba en la comunidad de Svata Hora cuando fue trasladado a Brno, para trabajar entre los greco-católicos, según mandato del Padre General de los Redentoristas: "El reverendísimo P. General ha nombrado a usted y al P. Stanislav Nekula como misioneros en Halic, para los greco-católicos. Deberán partir apenas las condiciones lo permitan".


Estaba en curso la guerra polaco-ucraniana, aunque ésta termino pronto y sin grandes catástrofes. Por fin se cumplía el gran deseo del Padre Trcka de celebrar en rito oriental y trabajar por los cristianos de tradición eslava. Parte, junto al P. Nekula, a Galizia. LLegan a Leopolis agotados por el viaje, pero felices de estar ya en casa. Los padres belgas que atendían a los greco-católicos se sorprendían solo de la rapidez con la que aprendían la nueva lengua, el rito y la tradición oriental.


En este lugar recibe el P. Dominik el nombre de Metodio, en honor de uno de los dos Santos Apóstoles de las Iglesias Orientales. En todo era guiado y acompañado casi siempre por Nikolaj Carnecky, otro futuro beato mártir redentorista, que en este periodo era tan sólo novicio. El cambio, a pesar de ser deseado, no fue fácil: nueva lengua, nuevo rito, nueva cultura.


En enero de 1920 se funda el convento de Stanislavov (hoy Ivanofrankivsk) al que es destinado el P. Metodij. Como el mismo escribe en la carta a los superiores, había tanto trabajo que no encontraban tiempo para la misión que tenían. Al inicio de octubre de 1921 el P. Provincial llama de nuevo al P. Trcka y al P. Nekula a Galizia. Irán a Eslovaquia en diciembre, a la Comunidad de Stropkov.


Se intensificaron los trabajos de apostolado en la diocesis de Prešov, se abrieron nuevos campos para las misiones de S. Giosafat, el culto a la Virgen del Perpetuo Socorro, la fiesta anual a Maria, los ejercicios espirituales y los retiros para los seminaristas, curas y religiosos: estas eran las obras apostólicas en las que trabajaba. Su preocupación primordial era estar al servicio del pueblo de Dios, ofrecer instrumentos para una aumento de los valores morales , reconstruir y consolidar la conciencia católica entre los greco-católicos -a menudo infravalorados tanto por romano-católicos como por ortodoxos-. Las misiones populares gozaban de gran respuesta y popularidad.


El estado de guerra permanente no permitía realizar muchos proyectos, y se presentaba como un obstáculo difícil de superar. Para el estado Eslovaco, los redentoristas de Michalovce eran sospechosos, tanto por su nacionalidad checa, como por ser considerados fanáticos religiosos (ya que no eran ortodoxos); otros les acusaban de hacer propaganda checa. Hicieran lo que hicieran, siempre se interpretaba mal su actuación y buscaban la forma de expulsarlos del país. La situación empeoró todavía más en 1940, cuando el obispo de Prešov Gojdie escribió una carta pastoral, y el P. Metodio fue acusado por la policía de difundir la carta y actuar contra el estado.


El 21 de diciembre de 1945 se creaba la nueva Viceprovincia de Michalovice, de Redentoristas de Rito Greco-Católico, independiente de los redentoristas de rito latino o romano. Su primer superior viceprovincial fue P. Metodij Dominick Trcka. Cuando acepto el encargo entre otras cosas dijo: "¿Qué es esta nueva viceprovincia? Somos los aquí presentes. Depende de nosotros y de cómo la construyamos". Era un entusiasta para todas las iniciativas y tenia en consideración las buenas propuestas. En los anos 1946-48, el P. Trcka se empeñó en la fundación de nuevos monasterios en Stropkov y Savinov, la reconstrucción de la iglesia de Stropkov y la formación de los jóvenes redentoristas. Fue un periodo de desarrollo y de grandes esperanzas par el futuro.


Como se ha podido ver con el paso de los años, no todos los proyectos se realizaron, porque cuando el partido comunista llegó al poder, la actitud hostil del Estado contra la Iglesia aumentó. Los redentoristas eran controlados, sobretodo en la iglesia durante las homilías y predicaciones. El superior, P.Metodij, era requerido en los despachos en muchas ocasiones, donde se le reprochaba que permitía abusar del pulpito en contra del régimen actual. El 19 de julio de 1948, la policía entró en el convento y registró la casa, no encontrando nada comprometedor.


El régimen comunista y la Iglesia


La presión del régimen comunista contra la Iglesia aumentaba. El P. Metodij, como superior de los redentoristas greco-católicos, sentía los efectos. Fue abolido el jovenado para futuros misioneros redentoristas de Michalovice y suprimida una revista muy popular de los redentoristas.


Hasta la misma viceprovincia fue disuleta por el régimen comunista, por lo que los redentoristas greco-católicos se vieron obligados a pasarse a la viceprovincia de los redentoristas de rito latino. El P. Trcka es obligado a irse de Michalovce y se instala en Sabinov, donde continuaba guiando secretamente a los miembros de la viceprovincia. Esta situación duro hasta la noche del 13 de abril de 1950, día en que el gobierno comunista checo suprime todas las comunidades religiosas del país.


Cerca de las once de la noche, se oyó un estruendo muy fuerte en la puerta del convento. Cuando el hermano Nikifor abrió la puerta de la comunidad, ve delante de él a un gruipo de enviados a suprimir la comunidad de los redentoristas de Sabinov. El P. Trcka y el hermano Nikifor son llevados a Podoline. Los enviados por el régimen informan así a sus oficiales: "En los documentos he encontrado material que le compromete: una carta del P. Mastiliak de 1937, en la cual Roma agradece por las buenas noticias que venían de la Eslovaquia oriental. Carta dirigida a P. Trcka. Además hemos encontrado el pasaporte del P. Trcka. Estas cartas junto con otros materiales han sido retirados por la policía de estado. La intención de P. Metodij Trcka acerca de su viaje al exterior están confirmados también en esta circunstancia. Hasta hace un día ha estado buscando astutamente una nueva legalidad, probablemente bajo otro nombre, por que ha estado en el barbero de Sabinov y le ha dicho que se debía cortar la barba." Por esta "Hoja de cargos", una simple carta de un cohermano y la historia inventada del intento de fuga al exterior con un pasaporte falso, el P. Metodij fue condenado en juicio sumadisimo, a 12 años de sufrimientos en las cárceles. Recibe esta cruz con esperanza y confianza en Dios, que da la cruz pero también la fuerza de soportarla.


El martirio: interrogatorios, cárcel y maltratos


El P. Metodij fue a Podoline solo por un breve periodo de tiempo. En mayo lo condujeron a Leopoldov y de aquí a Bac. Otro redentoristas informará así a Roma del suceso: "en los meses de mayo y junio de 1950, cinco de nuestros padres, Trcka, Fail, Dirkan, Szitas y yo, fuimos llevados a los edificios adyacentes a la prisión y arrojados en la terrible cárcel de Leopoldov, donde hemos sufrido por casi 40 días, en camisa y pantalones, con los pies descalzos, sin ningún trabajo, sin la eucaristía, ni breviario ni rosario, bajo una luz fuerte de día y de noche, cada minuto bajo la mirada de los peores guardias, sufriendo terribles interrogatorios durante el día y durante la noche, con los métodos más terribles, psíquicos e físicos juntos, que la moderna criminología comunista tenia a su disposición. Dicho humanamente, era casi insoportable. Cada momento deseábamos morir más bien que vivir. No sabíamos los unos de los otros. Después de 40 días en la celda de interrogatorio, hemos sido trasladados con los otros al convento-cárcel".


En el mes de septiembre fue abolido el campo de internamiento de Bac y todos sus prisioneros fueron trasladados a Podolinec.


En diciembre de 1950, el P. Trcka estaba de nuevo en Podolinec. Según cuentan testigos oculares, el P. Metodij, después del sock inicial por todo lo sucedido, recuperó de nuevo su equilibrio y su buen humor. Se alegraba cuando los jóvenes cohermanos lo visitaban, y siempre les daba las cosas que él había recibido. Bromeaba con ellos, con el fin de que los cohermanos tuvieran buen humor y serenidad. Los prisioneros religiosos vivian bajo presión psíquica, siempre en la incertidumbre del futuro.


El P. Metodij compareció ante un tribunal el 21 de abril de 1952. El procurador del estado le acusó de colaboración con el obispo Gojdie, de difundir sus ilegales cartas pastorales en contra del estado y de enviar información secreta a través de sus superiores en Praga a Roma: ha de ser condenado por crímenes de alto espionaje. Fue condenado por alta traición y espionaje político. Considerando su grado de peligrosidad, se le impuso una pena de reclusión y trabajos forzados, además de una cuantiosa multa por penas menores. A partir de aquí comenzó su largo camino de sufrimiento, que terminara con su martirio.


Después de la sentencia fue llevado a Llava, con el numero 2535. La vida en esta carcel era muy dura, especialmente para los ancianos. El P. Trcka pertenecía a los prisioneros más débiles. Su salud y edad no le permitían de trabajar plenamente. La fuerza para soportar la persecución y la tortura le venía de la liturgia, celebraba secretamente en prisión, con objetos que le enviaba un sobrino: ".. pido algún limón y uva pasa, porque no tenemos frutas. Envíame unos panes, un dulce y también un bollo de trigo puro con levadura y el agua, sin grasa ni sal, al menos de vez en cuando...". Así pedía pan y vino (uva pasa), con el fin de poder celebrar la Eucaristía.


El 22 de abril de 1958, el P.Metodij fue trasferido nuevamente a la prisión de Leopoldov. En la cárcel reservada a los curas vivían 18 sacerdotes, de los cuales 5 eran ancianos y enfermos. La Noche de Navidad de 1958 canta una canción navideña. Por este hecho es confinado a una celda de castigo y aislamiento. Allí contrae una grave pulmonía, que le llevará a la muerte el 23 de marzo de 1959.


Al día siguiente lo enterraron, obviamente sin ningún sacerdote, en el cementerio de la cárcel con la asistencia de un guardia.


Después de la restauración de la iglesia greco-católica en el 1968, los redentoristas pudieron pedir el traslado de los restos mortales de P. Trcka del cementerio de la prisión de Leopoldov a Michalovice. En el 1969, los redentoristas pidieron que el régimen comunista lo rehabilitara, sin éxito. En 1990, después de la caída del régimen comunista, el P. Metodij Dominik Trcka fue rehabilitado por el tribunal regional de Kosice, y con esto fue oficialmente reconocida la culpa del estado por su encarcelación injusta, por su condena y por su muerte.


Si usted tiene información relevante para la canonización del Beato Metodio, contacte a:

Redemptoristi, Masarykova 35

071 01 Michalovce, ESLOVAQUIA



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