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Martirologio Romano: En el monasterio de San Isidoro de Dueñas, en España, san Rafael Arnáiz Barón, religioso de la Orden Cisterciense, que, aquejado todavía novicio por una grave enfermedad, soportó con gran paciencia su maltrecha salud, confiando siempre en el Señor. ( 1938)

Fecha de canonización: 11 de octubre de 2009, durante el pontificado de S.S. Benedicto XVI



Nació en Burgos (España) el 9 de abril de 1911, de una familia de alta sociedad y profundamente religiosa. En esa misma ciudad fue bautizado y confirmado. Comenzó sus estudios en el colegio de los padres jesuitas y recibió por primera vez la Eucaristía en 1919.

En esos años tuvo la primera visita de la que habría de ser su asidua compañera: una enfermedad de fiebres colibacilares que le obligó a interrumpir sus estudios. Cuando se recuperó, su padre, en agradecimiento a lo que consideró una intervención especial de la santísima Virgen, a finales del verano de 1921 lo llevó a Zaragoza, donde lo consagró a la Virgen del Pilar.


Su familia se trasladó a Oviedo, y allí continuó sus estudios de bachillerato, en el colegio de los padres jesuitas y al terminar se matriculó en la Escuela superior de arquitectura de Madrid, donde supo unir el estudio con una ardiente y asidua vida de piedad; había introducido en su horario de estudio una larga visita diaria a "el Amo" en el oratorio de Caballero de Gracia, y participaba puntualmente en su turno de adoración nocturna.


De inteligencia brillante y ecléctica, Rafael tenía destacadas dotes para la amistad y buen trato. Poseía un carácter alegre y jovial; era deportista, rico en talento para el dibujo y la pintura; le gustaba la música y el teatro. A la vez que crecía en edad y desarrollaba su personalidad, crecía también en su experiencia espiritual de vida cristiana.


En su corazón bien dispuesto a escuchar Dios quiso suscitar la invitación a una consagración especial en la vida contemplativa. Había conocido la trapa de San Isidro de Dueñas y se sintió fuertemente atraído porque la percibió como el lugar que correspondía a sus íntimos deseos. Así, en diciembre de 1933 interrumpió sus cursos en la universidad, y el 16 de enero 1934 entró en el monasterio de San Isidro.


Después de los primeros meses de noviciado y la primera Cuaresma vividos con entusiasmo en medio de las austeridades de la trapa, de improviso Dios quiso probarlo misteriosamente con una penosa enfermedad: una aguda diabetes sacarina, que lo obligó a abandonar apresuradamente el monasterio y a regresar a casa de sus padres para ser cuidado adecuadamente.


Regresó a la trapa apenas restablecido, pero la enfermedad le obligó a abandonar varias veces el monasterio, donde volvió otras tantas veces para responder generosa y fielmente a la llamada de Dios.


Se santificó en la gozosa y heroica fidelidad a su vocación, en la aceptación amorosa de los planes de Dios y del misterio de la cruz, en la búsqueda apasionada del rostro de Dios; le fascinaba la contemplación de lo Absoluto; tenía una tierna filial devoción a la Virgen María —la "Señora" como le gustaba llamarla—. Falleció en la madrugada del 26 de abril de 1938, recién cumplidos los 27 años. Fue sepultado en el cementerio del monasterio, y después en la iglesia abacial.


Muy pronto su fama de santidad se extendió fuera de los muros del convento. Sus numerosos escritos ascéticos y místicos continúan difundiéndose con gran aceptación y para el bien de cuantos entran en contacto con él. Ha sido definido como uno de los más grandes místicos del siglo XX.


El 19 de agosto de 1989 el Papa Juan Pablo II, con ocasión de la Jornada mundial de la juventud en Santiago de Compostela, lo propuso como modelo para los jóvenes del mundo de hoy y el 27 de septiembre de 1992 lo proclamó beato.


La canonización la realizó el Papa Benedicto XVI el 11 de octubre de 2009. Con su canonización el Papa Benedicto XVI lo presenta como amigo, ejemplo e intercesor a todos los fieles, sobre todo a los jóvenes.


Su fiesta se celebra el 26 de abril.


Algunas máximas espirituales de San María Rafael

¡Sólo Dios llena el alma..., y la llena toda!


La verdadera felicidad se encuentra en Dios y solamente en Dios.


El que no tiene a Dios necesita consuelo; pero el que ama a Dios, ¿qué más consuelo?


Honrando a la Virgen, amaremos más a Jesús; poniéndonos bajo su manto, comprenderemos mejor la misericordia divina.


¡Qué grande es Dios, qué dulce es María!



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Etimológicamente significa “de pascua”. Viene de la lengua hebrea.

San Pascasio Radberto, abad de Corbie y famoso escritor carolingio. Nacido en Soissóns a finales del siglo VIII, padece de niño la más dura necesidad al fallecer su padre ya que se encontró en la miseria. Atendido y formado en una Institución de Religiosas, más tarde ingresa en la Orden Benedictina, en la Abadía de Corbie; donde pronto se distingue por su vida religiosa y por sus estudios científicos y teológicos. Renuncia a recibir el sacerdocio, movido por su humildad.


Con el tiempo llegó a ser un afamado profesor y, gracias a Él, las escuelas de Corbie adquirieron fama en todos sitios. En el año 844, los monjes lo eligieron como su abad, pero a los siete años hubo una revolución que le obligó a refugiarse en la abadía de san Riquier.


Los monjes de Corbie volvieron a llamarlo. Retornó a vivir con ellos como simple religioso. Y siguió escribiendo.


Escribió en prosa y en verso, comentó a San Mateo en doce libros, narró las vidas de algunos Santos y varones ilustres, intervino en las polémicas de su tiempo con gran erudición escriturística y agudeza de ingenio, y fruto de estos debates son sus tratados Del parto de la Virgen y Del cuerpo y la Sangre del Señor.


Murió el 26 de abril de 860 en Corbie.



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Etimológicamente significa “laureado, coronado”. Viene de la lengua griega.

Nació entre los años 1340 y 1345 en Velikiy Ustyug, una población de la región de Vologda, en Rusia.


Era hijo de un clérigo de Oustoug de Rusia. Desde muy joven, apenas sintió la vocación en su alma, pidió entrar en el monasterio de Rostov-el Antiguo.


Aquí aprendió, al mismo tiempo que las cosas propias de la carrera eclesiástica, el griego y se hizo todo un especialista en la Biblia.


Tenemos la suerte de conocer su vida, gracias al historiador san Sergio de Radonege.


Una vez que terminó sus estudios, lo ordenaron de sacerdote.


Sin la menor duda, salió para evangelizar las tribus paganas que vivían alejadas en los Urales.


¿Cuál fue su labor en este sitio inhóspito?


En primer lugar, para poder entrar en contacto con ellos, aprendió su lengua, la transcribió a un alfabeto y tradujo los Libros Santos con esta intención humana, cultural y religiosa.


En su trabajo pastoral con aquella gente tuvo muchas dificultades para que aceptaran la nueva luz que dimana del Evangelio.


Como persona que sentía la presencia de Dios en su vida, sobrellevaba con paciencia todo dolor y toda pena.


No obstante, su éxito entre aquella población muy excelente. Por esta razón, el metropolita de Moscú lo llamó para consagrarlo obispo.


No cambió para nada con su nuevo cargo. Se entregó como antes a la gente pobre. Sobrevino una hambre terrible. Entonces, gracias a su intervención, trajeron trigo de Vologda para repartirlo gratis a todos.


Murió en Moscú, Rusia, el 26 de abril de 1396.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!


Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com



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Alda de Siena, Santa
Alda de Siena, Santa

Viuda


Etimológicamente significa “extremadamente bella”. Viene de la lengua celta.


Esta mujer fue una viuda del siglo XIV. La hija de Francisco Ponzio y de Inés Bulgarini nació en Siena en 1249.


En el bautismo le pusieron por nombre Aldobrandesca. Pasado algún tiempo, todo el mundo la llamaba Alda.


Desde muy joven sintió el cambio radical que el Evangelio propone a la persona que quiere hacer la voluntad de Dios.


Le gustaba quedarse en casa. Tan sólo salía para participar en la Eucaristía y escuchar las homilías o sermones de los padres franciscanos o dominicos.


Siendo aún muy joven contrajo matrimonio con un joven noble y culto como ella, Bindo Bellanti.


Fue una esposa ejemplar en casa y, sobre todo, durante la larga enfermedad de su esposo.


Al quedarse viuda – como era tan guapa y tenía “pasta” – tuvo varios pretendientes.


Ella, a contracorriente, aceptó su estado de viudez para siempre.


Se quedó en el palacio como terciaria. En realidad, llevaba una vida de religiosa.


Era terciaria de los “Humillados”, que como todo el mundo conoce, tuvieron una gran importancia en todo el Medioevo.


Fueron los fundadores del primer capitalismo industrial. Para que todo marchara bien y estuviera todo bien controlado en plan de que produjera cuanto más mejor, fundaron las asociaciones profesionales. Alda fue un alma entregada a lo espiritual, y sus bienes de Siena los distribuyó entre los pobres. Murió el año 1309.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!



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Fundador del Instituto Artigianelli y de la

Congregación de la Sagrada Familia de Nazaret


Martirologio Romano: En la aldea de Remedello, en la provincia de Brescia, en Italia, San Juan Piamarta, presbítero, que tras grandes dificultades fundó el Instituto de los Artesanitos de Brescia en las cercanías de una colonia agrícola, con la finalidad de facilitar a los jóvenes una formación religiosa, así como también el aprendizaje de un oficio, lo que dio vida a la Congregación de la Sagrada Familia de Nazaret. ( 1913)

Fecha de beatificación: 12 de octubre de 1997 por el Papa Juan Pablo II.


Fecha de canonización: 21 de octubre de 2012 por el Papa Benedicto XVI



San Giovanni Battista Piamarta, nacido en Brescia en 1841 de una familia pobre artesana, se sentirá impulsado a abrazar la causa de los huérfanos y de los jóvenes no sólo por la indigencia infantil, sino también por la filantropía evangélica y por el espíritu de León XIII, el Papa dé los obreros y de la "Rerum 1vIovarum" (1891).

Debía poseer una excepcional sutileza selectiva, aquel Don Pancracio Pezzana, párroco de Vallio, que apreció los requisitos vocacionales de aquel muchacho, que emprendería la cartea eclesiástica sin ningún propósito calculador, sino con la única pasión de hallar la felicidad en el servicio gratuito a los últimos. El nunca querría elevarse al rol de protagonista en la compleja realidad eclesiástica bresciana.


La Divina Providencia lo había esignado "manager" de la caridad y de la sociabilidad, tras de los turineses Don Bosco y Murialdo y del bresciano Pavoni, de quien, bajo cierto aspecto, recogerá la herencia. Los hombres lo hubiesen querido como un artesano perfecto, ojalá peluquero como lo fuera el padre, o colchonero refinado al estilo de Zanolini.


Otras voces evangélicas, otras instancias desde lo alto y desde abajo lo llamaron a su auténtica vocación humanitaria.


Puesto a prueba por la indigencia familiar y por la muerte prematura de la extraordinaria madre, se templó sin lloriqueos en el brioso ambiente del Oratorio bresciano, donde un innato anticonformismo y una espontánea religiosidad fueron canalizados por el camino de una sólida formación católica.


A imagen y semejanza de Don Bosco, él se inserta en el contexto de su tiempo y percibe las exigencias de la clase obrera y campesina en el período final del siglo XIX.


En el andar de este hombre, falto de títulos académicos, pero doctorado en amor, hallamos un ejército de personas, de las cuales no podemos prescindir: Mons. Bonomelli, obispo de Cremona, había sido su profesor de teología y lo había ayudado a romper el pequeño "guetto" de sacristía para mirar "en grande" los problemas del hombre; Mons. Pietro Capretti, el "leader" del movimiento católico bresciano, que le inspiró varios proyectos y no le regaló sólo buenos consejos, sino también conspicuas ayudas económicas; y luego el grupo de laicos comprometidos como Giuseppe Tovini, Giorgio Montini, padre de Paulo VI, y Luigi Bazoli, a los cuales probablemente el P. Piamarta debe no sólo el apoyo económico, sino también una equilibrada selección de fidelidad creativa a las reglas de la Santa Sede (piénsese en la feliz fórmula "preparación en la abstención").


Siguiendo la huella del venerable Pavoni, cuya obra providencial para los aprendices se había derretido bajo el calor candente del anticlericalismo del "Risorgimento", el P. Piamarta creó hace cien años el Instituto Artigianelli (3 de diciembre de 1886).


La iniciativa no bastó para su fervor de sociabilidad evangélica. La caridad cristiana es como el fuego, que salta de una rama a otra e incendia el bosque. En 1895, junto con Bonsignori, fundó la Colonia Agrícola de Remedello Sopra, que transformó una tierra casi árida como un desierto, en edén de fecundidad y bienestar.


En mayo de 1902 el Padre de los "Artigianelli" (Pequeños Artesanos) es el fundador de la Sagrada Familia de Nazaret, la Congregación masculina destinada a recoger su herencia moral. Algunos años después, en pía solidaridad con Elisa Baldo, da inicio a las Humildes Siervas del Señor. Estas dos ramas religiosas, que se adecuaron a continuación con las normas del derecho canónico y se pusieron al día con la urgencia de los tiempos, mantienen viva la llama del P. Piamarta, que se dirige hacia los altares.


Algunas memorias, aún todas por verificar, sostienen que en su curso de estudios no brillase por un alto coeficiente intelectual. Sin embargo, este cura de Ars bresciano fue un creador de cultura y emprendió afortunadas iniciativas en el campo tipográfico editorial, imprimiendo en su imprenta artesanal diarios y periódicos, monografías apologéticas y libros de formación de vasta resonancia, apoyando la propaganda de las sociedades obreras (¡la buena sangre no miente!).


Su promocionalidad creativa ni siquiera rozó el rumor del dinero. Su obra se desarrolló bajo la insignia de la alegre pobreza franciscana.


Afligido por una salud enfermiza se le pronosticó una corta vida.


Llegó a los ?2 años y bajó a la tumba el 25 de abril de 1913, al cabo de un ritmo tan intenso de vida, que habría abatido constituciones más robustas. Tenía mente de padre y corazón de madre, fuerza de caudillo y dulzura digna de S. Francisco de Sales y alegría como la de S. Filippo Neri, el buen "Pippo" de los chistes y de las burlas.


Un amigo. escritor, alérgico al agua santa y bien conocido por una historia de Italia de muy gustoso corte periodístico, hace algún tiempo desahogaba su malhumor, diciéndome: "La Iglesia está desahuciada: las ha hecho de demasiados colores".


La réplica es fácil. Ninguna sociedad ha generado una galería tan tupida de benefactores de la humanidad como el catolicismo.


Hombres como el P. Piamarta valen bastante más que una enciclopedia apologética. Su aventura humana es una apología viviente.


El milagro para su canonizaciòn


Era un miércoles a la hora del almuerzo, cuando a Esteban Figueiredo de Paula Pessoa le quedó una espina de pescado atrapada en la garganta. La mujer y la hija que estaban con él, le suplicaban que fuese al hospital, mas él les dice que no era necesario, porque conocía un secreto casero para hacer descender la espina: comer plátano y harina.


Así lo hizo y, efectivamente, la espina descendió de la garganta. Sin embargo, cerca de 8 días después, Esteban despertó a su mujer diciéndole que tenía un fuerte dolor en el tórax y quería ir al hospital. Ya de mañana, lo llevan a un centro hospitalario. Los médicos de turno lo revisaron y le dieron una medicina para el dolor, diagnosticándole una “virosis” (infección causada por un virus). Volvieron a casa y a la mañana siguiente Esteban continuaba con el mismo malestar, lo llevaron a otro hospital y nuevamente le dijeron que era virosis. Esteban continuó así.


Viendo que su padre no mejoraba, los hijos decidieron llamar a una amiga médico, la doctora Teresina do Merino Jesús Silva, quien indicó que lo mejor era llevarlo a un centro de especialistas en enfermedades infecciosas.


Decidieron llevarlo al Hospital San Mateo. Entró caminando y hablando, pero cuando menos lo esperaban fue colocado en la Unidad de Terapia Intensiva con diagnóstico de “Mediastenite”, que es una infección gravísima. El médico les explicó que esta infección era ocasionada por espinas de pescado que se alojaban en el intestino. En el caso de Esteban, la espina que tiempo atrás había tragado le ocasionó una herida y causó esta grave infección. El médico les explicó la real dimensión del caso: este tipo de infecciones es gravísimo al punto que rara vez las personas sobreviven. Además, les explicó que se debería llevar en forma urgente al paciente a un pabellón quirúrgico para una operación. Fue entonces cuando todo comenzó.


Después de la primera operación aparecieron varias complicaciones y quedó días y días en la UTI, siempre bajo sedantes para no sentir dolor. Vino la segunda operación, la tercera, la cuarta y él cada vez más debilitado. A la quinta operación, los médicos lo declararon sin esperanzas.


Recibió más de 150 bolsas de sangre, porque la infección era muy grave. Los riñones dejaron de funcionar y hubo que hacer diálisis diariamente.


Su esposa estaba muy angustiada, sobre todo después de la quinta operación, cuando los médicos no le dieron más esperanza.


Un amigo de la familia, Raimundo Arcebio Silva, sabedor de la aflicción de la familia, fue donde su esposa Euridice Almeida, que tenía una imagen del Padre Piamarta en la propia Biblia. Ella miró al marido y le dijo: “Esteban no moriría, porque Padre Piamarta intercedió por él”. Le pidió que le entregara la imagen a la esposa de Esteban para que la colocara en su cama y junto a la familia pidiesen la intercesión del Padre Piamarta.


En la vida todo tiene razón, todo sucede por algo. Es así como en los momentos de máxima aflicción de este grupo familiar, aparecieron la señora Eurídice y el señor Raimundo, amigos de la familia y devotos del Padre Piamarta, junto a quienes rezaron y pidieron la intercesión del Padre Piamarta. Esteban volvió a la vida, se produjo el gran milagro



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Religioso Franciscano y

Fundador de la Orden de Nuestra Señora de Belén (Bethlemitas)


Martirologio Romano: En Antigua, cerca de la ciudad de Guatemala, en América Central, san Pedro de San José Bethencourt, religioso de la Tercera Orden Regular de San Francisco, que bajo el patrocinio de Nuestra Señora de Belén se entregó ejemplarmente a la asistencia de huérfanos, mendigos, enfermos, jóvenes sin formación, extranjeros y condenados a trabajos forzados. ( 1667)

Fecha de canonización: 30 de julio de 2002, por el Papa Juan Pablo II.



San Pedro de San José Betancurt nace en Vilaflor de Tenerife, (Islas Canrias, España), el 21 de marzo de 1626 y muere en Guatemala el 25 de abril de 1667.

La distancia en el tiempo no opaca la luz que emana de su figura y que ha iluminado tanto a Tenerife como a toda la América Central desde aquellos remotos días de la Colonia.


San Pedro de San José Betancurt supo leer el Evangelio con los ojos de los humildes y vivió intensamente los Misterios de Belén y de la Cruz, los cuales orientaron todo su pensamiento y acción de caridad. Hijo de pastores y agricultores, tuvo la gracia de ser educado por sus padres profundamente cristianos; a los 23 años abandonó su nativa Tenerife y, después de 2 años, llegó a Guatemala, tierra que la Providencia había asignado para su apostolado misionero.


Apenas desembarcado en el Nuevo Mundo, una grave enfermedad lo puso en contacto directo con los más pobres y desheredados. Recuperada inesperadamente la salud, quiso consagrar su vida a Dios realizando los estudios eclesiásticos pero, al no poder hacerlo, profesó como terciario en el Convento de San Francisco, en la actual La Antigua Guatemala, con un bien determinado programa de revivir la experiencia de Jesús de Nazaret en la humildad, la pobreza, la penitencia y el servicio a los pobres.


En un primer momento realizó su programa como custodio y sacristán de la Ermita del Santo Calvario, cercana al convento franciscano, que se convierte en el centro irradiador de su caridad. Visitó hospitales, cárceles, las casas de los pobres; los emigrantes sin trabajo, los adolescentes descarriados, sin instrucción y ya entregados a los vicios, para quienes logró realizar una primera fundación para acoger a los pequeños vagabundos blancos, mestizos y negros. Atendió la instrucción religiosa y civil con criterios todavía hoy calificados como modernos.


Construyó un oratorio, una escuela, una enfermería, una posada para sacerdotes que se encontraban de paso por la ciudad y para estudiantes universitarios, necesitados de alojamiento seguro y económico. Recordando la pobreza de la primera posada de Jesús en la tierra, llamó a su obra «Belén».


Otros terciarios lo imitaron, compartiendo con el santo penitencia, oración y actividad caritativa: la vida comunitaria tomó forma cuando el Santo escribió un reglamento, que fue adoptado también por las mujeres que atendían a la educación de los niños; estaba surgiendo aquello que más tarde debería tener su desarrollo natural: la Orden de los Bethlemitas y de las Bethlemitas, aún cuando éstas sólo obtuvieron el reconocimiento de la Santa Sede más tarde.


El Santo Hermano Pedro se adelantó a los tiempos con métodos pedagógicos nuevos y estableció servicios sociales no imaginables en su época, como el hospital para convalecientes. Sus escritos espirituales son de una agudeza y profundidad inigualables.


Su caridad no le daba reposo. Su esperanza y su fe lo mantenían en vigilia, el oído atento al dolor. Pedro, un hombre sin techo y sin pan, daba de comer al hambriento y vestía al desnudo. Acudía a los ricos y acercándoles la llama de su caridad derretía su egoísmo y encendía la generosidad de aquellos hombres.


Muere apenas a los 41 años el que en vida era llamado «Madre de Guatemala». A más de tres siglos de distancia, la memoria del «hombre que fue caridad» es sentida grandemente, viva y concreta, en su nativa Tenerife, en Guatemala y en todos los lugares donde se conoce su obra. El Hermano Pedro fue Beatificado solemnemente por S.S. Juan Pablo II el 22 de junio de 1980, y canonizado el 30 de julio de 2002 por el mismo Papa, en un acontecimiento de incalculable valor pastoral y eclesial para Guatemala y para toda América.


Reproducido con autorización de Vatican.va



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