03/13/19

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Por: . | Fuente: Vatican.va

Virgen

Martirologio Romano: En Nápoles, Italia, beata María Josefina de Jesús Crucificado (Josefina Catanea), virgen de la Orden de las Carmelitas Descalzas. ( 1948)

Fecha de beatificación: 1 de junio de 2008 por S.S. Benedicto XVI

Nació en Nápoles el 18 de febrero de 1894, en el seno de una familia de nobles, los marqueses Grimaldi. Desde su niñez mostró una predilección particular por los pobres y los más necesitados, destinándoles el dinero que le daban para juguetes o para merendar, y ayudando a dos viejecitas que vivían solas.

El testimonio ejemplar de su abuela y de su madre fue la escuela donde aprendió a conocer a Jesús y a enamorarse de él. Tuvo particular devoción a la Eucaristía y a la Virgen María, especialmente con el rezo del rosario.

Después de realizar estudios de comercio, el 10 de marzo de 1918, superando la oposición de su madre y de sus familiares, entró en el Carmelo de Santa María, en "Ponti Rossi", lugar así llamado porque allí se encontraban los restos de un acueducto romano.

Allí aprendió a amar a Cristo en medio del sufrimiento, ofreciéndose como víctima por los sacerdotes. Supo aceptar la voluntad de Dios, aunque implicara gran dolor físico: se vio afectada por una forma grave de tuberculosis en la espina dorsal, con dolores en las vértebras, que la paralizó completamente. El 26 de junio de 1922 se curó milagrosamente, de forma instantánea, después del contacto con el brazo de san Francisco Javier, que le llevaron a su celda.

La "monja santa", como la llamaba la gente, inició un largo apostolado principalmente en el locutorio del convento, acogiendo a todo tipo de personas enfermas y necesitadas de ayuda tanto material como espiritual, a los que proporcionaba consuelo y consejo, para encontrar el amor de Dios. Incluso realizó milagros.

Su abnegación prosiguió, también cuando llegaron otras enfermedades, obligándola a estar en silla de ruedas, crucificándose con Jesús por la Iglesia y por las almas.

En 1932 la Santa Sede reconoció la casa de "Ponti Rossi" como convento de la segunda orden de Carmelitas Descalzos, y Josefina Catanea recibió el hábito de santa Teresa de forma oficial, tomando el nombre de María Josefina de Jesús Crucificado. El 6 de agosto de ese mismo año hizo la profesión solemne según la Regla carmelitana, que ya vivía desde 1918.

Desde 1934 el cardenal Alessio Ascalesi, arzobispo de Nápoles, la nombró subpriora; luego, en 1945, vicaria; y el 29 de septiembre de ese mismo año, en el primer capítulo general, fue elegida priora de la comunidad, cargo que desempeñó hasta su muerte.

Su espiritualidad, su docilidad amorosa, su humildad y sencillez, le granjearon gran estima durante los años de la segunda guerra mundial. Oraba sin cesar, alimentando así su confianza en Dios, de la que contagiaba a todos los que se dirigían en peregrinación a "Ponti Rossi" para escuchar su palabra de aliento, consuelo y estímulo a superar las pruebas y los dolores de las tristes situaciones debidas a la guerra.

El día de su toma de hábito dijo: "Me he ofrecido a Jesús crucificado para ser crucificada con él", y el Señor le tomó la palabra. Compartió los sufrimientos de Cristo de forma silenciosa, pero alegre. Soportó durante largos años duras pruebas y persecuciones con espíritu de abandono a la voluntad de Dios. También gozó de carismas místicos extraordinarios.

Por obediencia y por consejo de su director espiritual, escribió su "Autobiografía" (1894-1932) y su "Diario" (1925-1945), así como numerosas cartas y exhortaciones para las religiosas.

Desde 1943 comenzó a sufrir varias enfermedades especialmente dolorosas, que incluyeron la pérdida progresiva de la vista. Convencida de que esas enfermedades eran voluntad de Dios, las acogía como "un don magnífico" que la unía cada vez más a Jesús crucificado. Con una sonrisa en los labios, ofrecía su cuerpo como altar de su sacrificio por las almas. Murió el 14 de marzo de 1948 en su ciudad natal.

Reproducido con autorización de Vatican.va

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Por: . | Fuente: santiebeati.it

Religiosa

Martirologio Romano: En la región de Fulda, en Alemania, santa Paulina, religiosa. ( 1107)

Breve Biografía

Tras la muerte de su segundo marido, el caballero Ulric von Scharaplan, decidió ingresar a algún monasterio y pidió consejo al Papa, quien le sugirió que hablase con el abad Odón de St. Blasien. Desafortunadamente la muerte del abad lo impidió.

Moric, su padre, que se había hecho hermano converso en Hirsau, murió también.

Para no perder tiempo, con un grupo de amigas se retiró a un bosque de la región de Turingia y fundó el monasterio de Paulinzella. La dirección fue confiada a monjes y Werner, hijo de Paulina, asumió el cuidado de los asuntos materiales, como hermano lego.

Paulina y sus compañeras abandonaron el lugar; en 1107 se dirigía a Hirsau, (donde había vivido su padre), en el camino enfermó y pidió ser admitida en el hospital para pobres de Münsterschwarzach, allí recibió la visita de 6 monjes destinados a Paulinzella y su superior, Gerug, le dio los sacramentos.

Murió el 14 de marzo de 1107.

El monasterio de Paulinzella fue destruido durante la reforma protestante.</span>

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Por: . | Fuente: P. Felipe Santos

Monja de Claustro

Martirologio Romano: En Lieja, en la actual Bélgica, beata Eva del Monte Cornelio, recluida junto al cenobio de San Martín, que con santa Juliana, priora del mismo cenobio, trabajó mucho para que el papa Urbano IV instituyese la fiesta del Cuerpo de Cristo. ( 1265)

Fecha de beatificación: El Papa León XIII confirmo su culto el 22 de abril de 1902

Etimológicamente significa “la que da vida”. Viene de la lengua hebrea.

Este nombre, que llevan tantas chicas de cualquier cultura, aparece, de una forma más clara, en el libro titulado “Vida de la beata Juliana”, su amiga íntima.

Eran tan amigas que todo se lo confiaban. De ellas surgió la celebración de la fiesta del Corpus.

Vino al mundo en 1205. El ambiente en el que se educó no era el más propicio para alimentar una profunda vida cristiana. Era un mar de dudas.

Poco a poco, sin embargo, Juliana le fue aclarando todo su rico manantial -aunque inexplorado– de su alma estupenda.

La amistad sincera ayuda en momentos cruciales de la existencia. Guiada, pues, por su amiga entró en el convento de san Martín de Lieja (Bélgica).

Tuvo la fortuna de que la visitara a menudo su amiga. Le confiaba el gozo que sentía de haber fundado un instituto dedicado a la glorificación del Sacramento de la Eucaristía.

Por diversas circunstancias, Juliana tuvo que salir para estar junto a su amiga Eva en el mismo convento. Aquí fue donde Eva constató personalmente los arrebatos místicos de su amiga.

Al principio dudaba de que los tuviera. Se convenció más tarde del alto grado de santidad de su amiga y de los éxtasis con que Dios le regalaba.

Gracias a las dos, el Papa Urbano IV publicó la Bula en la que anunciaba la fiesta de la institución de la fiesta del Corpus para toda la Iglesia.

Esta Bula es un documento importante de la fecha de la institución, en agosto- septiembre del año 1264.

Justamente, al año siguiente moría en olor de santidad. Se le da de forma indistinta el título de santa o beata.

Sus restos mortales por una u otras razones han ido de aquí para allá hasta el 18 de diciembre de 1746, fecha en la que se colocaron en el altar de san Martín. Su popularidad va siempre unida a Juliana.

¡Felicidades a quien lleve este nombre!

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Hermanos Franciscanos

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