03/02/19

11:25 p.m.

Abad Premostratense

Martirologio Romano: En Frisia, beato Federico (Frederik), presbítero, que siendo párroco en la ciudad de Hallum, llegó a ser después abad del monasterio de Mariengaarde, de la Orden Premostratense (1175).

Fecha de beatificación: Culto confirmado en 1728 por el Papa Benedicto XIII.

Federico Feikone era el hijo de una pobre viuda de Hallum en Frisia (ahora en Holanda). Su vocación sacerdotal era notoria en su infancia por lo que su párroco le dio sus primeras lecciones de latín. Estudió artes liberales y las Sagradas Escrituras en Münster. Federico tenía una devoción especial a la Santísima Virgen María, a San Juan Evangelista, y Santa Cecilia. Al regreso de de Münster, fue maestro. Fue ordenado sacerdote siendo ya bastante mayor. Fue designado como sacerdote auxiliar en la parroquia de Hallum donde fue creciendo su prestigio.

Federico deseaba construir un hospital y consultó al obispo Godfrey de Utrecht (1156-1177) solicitando su permiso para establecer un para el permiso de establecer un monasterio de canónigos. Para el efecto acudió a la abadía Norbertina de Mariënweerd como novicio en la vida monástica. Posteriormente recorrió ciudades y pueblos buscando compañeros para su monasterio. En 1163 él construyó la iglesia del monasterio y la dedicó a la Virgen María (Mariëngaarde). Al principio los sacerdotes y monjas vivían bajo el mismo techo, pero pronto las hermanas fueron trasladadas a su propio monasterio: Belén en Oudkerk.

En este punto viajo a Steinfeld para unir la fundación a la Orden Norbertina. Federico era el abad, párroco de Hallum, y rector de Belén, todo al mismo tiempo. Un seminario para educar a los futuros sacerdotes fue anexado a la abadía, mismo que ganó fama en poco tiempo. Mientras visitaba el convento Norbertino de Belén se sintió enfermo y regresó a Hallum. En la iglesia en la cual él había celebrado su primera Misa también celebraría la última.

Después de la Misa, retorno a la abadía para morir. Les habría dicho a sus hermanos conventuales: “Recen por mí, porque yo no pude atender a los pobres tanto como deseaba por la pobreza del monasterio”. Los motivó a seguir la Regla y les aseguró que él nunca abandonaría a los monjes de su abadía mientras ellos permanecieran fieles. Murió el 3 de marzo de 1175.

Ocurrieron tantos milagros entre quienes acudían a pedir su intercesión al pie de su tumba, que la iglesia de Mariëngaarde llegó a ser un sitio de peregrinación muy visitado.

En 1614, durante el ataque calvinista en Frisia, el Abad Nicolas Chamart envió las reliquias a la abadía de Bonne-Espérance (Buena Esperanza) en Vellereille (Bélgica) donde fueron sepultados en la iglesia abacial en 1616. Durante la Revolución Francesa los restos fueron ocultados en Vellereille, y en 1938, durante el período del Abad Bouven, se trasladaron a la abadía de Notre-Dame de Leffe en Dinant (Bélgica).

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Mártires

Martirologio Romano:En Cesarea de Palestina, santos Marino, soldado, y Asterio, senador, mártires bajo el emperador Galieno. El primero, delatado que era cristiano por un compañero envidioso, profesó su fe ante el juez con palabras muy claras y, decapitado, alcanzó la corona del martirio. Asterio, por haber honrado el cuerpo del mártir extendiendo por debajo la propia veste con que se cubría, mereció a su vez ser martirizado (c. 260).
En la «Historia Eclesiástica», Eusebio describe el martirio de San Marino. El santo pertenecía a una noble familia de Cesárea de Palestina y se había distinguido en el ejército. Iba ya a ser condecorado con el emblema de centurión, cuando uno de sus rivales objetó que no tenía derecho de aspirar a esa dignidad, pues era cristiano y no podía ofrecer sacrificios al emperador. El gobernador, Aqueo, interrogó a Marino y como éste confesara a Cristo, le dio tres horas para reflexionar. En la puerta de la sala del juicio Marino encontró al obispo de la ciudad, llamado Teotecno, quien le condujo a la iglesia.

El obispo señaló a Marino el libro de los Evangelios que se hallaba sobre el altar y la espada que éste llevaba al cinto, y le dijo que escogiese entre esos dos objetos. Marino tomó sin vacilar el libro de los Evangelios en sus manos. El obispo le dijo: «Entonces acógete a Dios y pídele que te de fuerza para ganar lo que has escogido. Vete en paz». Marino retornó a la sala del juicio y confesó su fe con la misma valentía que antes. Fue ejecutado inmediatamente.

San Astirio, un senador romano que gozaba del favor del emperador, asistió al martirio de Marino, envolvió el cadáver en su propia capa, se lo echó sobre los hombros y le dio cristiana sepultura. Eusebio no habla del martirio de San Astirio, pero Rufino lo supone en su traducción latina de la historia y, tanto el Martirologio Romano como el Menaion griego (7 de agosto) conmemoran a San Astirio como mártir.

VIDAS DE LOS SANTOS Edición 1965
Autor: Alban Butler (†)
Traductor: Wilfredo Guinea, S.J.
Editorial: COLLIER´S INTERNATIONAL - JOHN W. CLUTE, S. A.

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Mártires

Martirologio Romano: En Amasea (hoy Amasya), en el Ponto, hoy en Turquía, santos Cleónico y Eutropio, mártires en la persecución bajo el emperador Maximiano, siendo procurador Asclepiódato (s. IV).
Existe una antigua narración relativa a tres mártires, militares de profesión: los hermanos Eutropio, Cleónico y Basilico, este último pariente de san Teodoro el recluta, quienes fueron descubiertos como cristianos y después de haber sido sometidos a una gran variedad de tormentos, fueron trasladados a Comona donde Eutropio y Cleónico fueron ejecutados inmediatamente, mientras Basilico tuvo que esperar al 22 de mayo para recibir su palma de martirio.

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