marzo 2014

10:32 p.m.
El XIV obispo de Mérida, Renovato, cierra la época gloriosa de santidad y esplendor emeritense: fue un varón ecuánime, justo e ingenioso. Maestro acabado por su doctrina y ejemplaridad de vida.

Después de gobernar la Iglesia durante muchos años murió en la paz de Dios en el año 633.


Su cuerpo, junto con los de sus obispos predecesores (Masona e Inocente), descansan sepultados con los mayores honores en una misma cripta en Mérida, en la cripta de la Iglesia martirial de Santa Eulalia. Ante sus sepulcros se dieron continuos signos de protección; de aquí que su culto se iniciara por asentimiento o aclamación de la iglesia local en la liturgia, al uso de la época.


Es el último biografiado por el autor de las "Vitas" que dice: ´El santo Renato, hombre adornado de todas las virtudes; godo de origen, nacido de rancia prosapia e insigne por el lustre de su familia. Era esbelto de cuerpo, de distinguidos modales, de singular estatura... era mayor aún por dentro su hermosura, inundado en la posesión del Espíritu Santoª.


Antes había sido abad del monasterio de Cauliana. Se distinguió en las artes y en las ciencias eclesiásticas, especialmente en las Sagradas Escrituras. Su agudo ingenio le hizo maestro de no pocos discípulos.


Su fiesta se celebra el 31 de Marzo.



10:32 p.m.
Martirologio Romano: En Carlisle, en Inglaterra, conmemoración del beato Cristóbal Robinson, presbítero y mártir, que fue testigo del martirio de san Juan Boste y, finalmente, bajo el reinado de Isabel I, en día no precisado, sólo por el hecho de ser sacerdote, también fue ajusticiado, recibiendo de esta forma la palma de la gloria. (1597)

Fecha de beatificación: 22 Noviembre de 1987 por el Papa Juan Pablo II, junto a otros 84 mártires de Inglaterra, Gales y Escocia.



Cristóbal Robinson está en todas las antiguas listas de mártires durante la Reforma Protestante, pero su vida es todavía poco conocida. Sin embargo, su memoria nunca ha sido olvidada en Cumberland (hoy es parte de Cumbria), en donde él es el único mártir católico. Su muerte, evidentemente, causó una profunda impresión, especialmente en su natal: Carlisle.

Cristóbal Robinson nació probablemente en Woodside, cerca de Carlisle, entre 1565 y 1570. Fue admitido, con otras seis jóvenes, el 17 de agosto 1589 en el colegio de Douai como estudiante. Esta escuela había sido fundada el 29 de septiembre de 1568 por William Allen, un ex profesor de Oxford y que más tarde llegaría a ser cardenal. Los primeros cuatro sacerdotes fueron enviados a Inglaterra en 1574, y en los próximos diez años algo más de un centenar serían ordenados y partirían hacia Inglaterra.


De 1568 a 1594 el Colegio fue reasentado junto a la Universidad de Reims y fue en este período en el que Cristóbal Robinson era estudiante del Colegio.


Inmediatamente comenzó sus estudios teológicos y recibió la tonsura y las primeras Órdenes Menores el 18 de agosto de 1590. Era tal la necesidad urgente de sacerdotes que habían concedido al Colegio una dispensa general para acortar el tiempo de formación para el sacerdocio que habitualmente es de seis años. Cristóbal Robinson recibió el resto de órdenes menores y también las ordenes del subdiaconato y el diaconato en ceremonias realizadas durante los tres últimos días del mes de marzo de 1591. El 24 de febrero de 1992 fue ordenado sacerdote por el Cardenal Philip Sega en su capilla privada en Reims. Partió para Inglaterra el 1 de septiembre de 1592.


Cumberland y probablemente parte de Westmorland iban a ser su campo de trabajo. Existe una lista de 1596 en la que junto a su nombre se indica “vive principalmente en Woodside, cerca de Carlisle en Cumberland”. La única vivienda conocida con certeza por haber sido visitada y usada por él fue Johnby Hall, hogar de la familia Musgrave, a unas seis millas de Penrith, cerca de Castillo de Greystoke.


Él seguramente conocía a John Boste, natural de Dufton, cerca de Appleby, quien era el sacerdote más perseguido en los condados del norte. Él sería eventualmente capturado cerca de Brancepeth, en el Condado de Durham, el 13 de septiembre de 1593. Cristóbal Robinson se enteró de su captura y, teniendo la seguridad de que nadie lo reconocería, cabalgó para asistir a su juicio. Después escribió un detallado relato del proceso y muerte de John Boste. Este es el único documento de tu testigo presencial de un martirio, escrito inmediatamente luego de ocurrido los hechos.


Él mismo fue detenido tres años y medio después, el 4 de marzo de 1597. Una carta del P. Henry Garnett S.J., fechada el 7 de abril de 1597 establece lo siguiente:


"Robinson, un sacerdote del seminario, fue recientemente encarcelado y ahorcado en Carlisle. Durante la ejecución la cuerda se rompió dos veces y a la tercera el P. Robinson reprochó al comisario por su crueldad, diciéndole que, aunque él nunca cedería y se alegraba de su lucha, sin embargo la carne y la sangre eran débiles, por lo pedía un poco más de humanidad para no atormentar a un hombre durante tanto tiempo. Cuando ellos optaron por usar dos cuerdas, él dijo: con eso tardaré más en morir, pero no importa, estoy dispuesto a sufrir todo”.


El tiempo se ha encargado de hacer desaparecer los motivos por los que Cristóbal Robinson fuera juzgado, pero hay pruebas abundantes de que la única causa de su ejecución fue el ser un sacerdote católico.


También hay muchas evidencias de que en Carlisle el nombre de Cristóbal Robinson no es sólo recordado sino también invocado como un verdadero mártir.



10:32 p.m.
Martirologio Romano: En el lugar de Argol, en Persia, san Benjamín, diácono, que al predicar insistentemente la palabra de Dios, consumó su martirio con cañas agudas entre sus uñas, en tiempo del rey Vararane V (c. 420).

Etimológicamente: Benjamín = Aquel que es el último nacido o Hijo de dicha, es de origen hebreo.



El rey Yezdigerd, hijo de Sapor II puso fin a la cruel persecución de los cristianos que había sido llevado al cabo en Persia durante el reinado de su padre. Sin embargo, el obispo Abdas con un celo mal entendido incendio el Pireo o templo del fuego, principal objeto del culto de los persas.

El rey amenazó con destruir todas las iglesias de los cristianos, a menos que el obispo reconstruyera el templo, pero éste se rehusó a hacerlo; el rey lo mandó a matar e inició una persecución general que duró 40 años.


Uno de los primeros mártires fue Benjamín, diácono. Después de que fuera golpeado, estuvo encarcelado durante un año.


Benjamín era un joven de un gran celo apostólico en bien de los demás. Hablaba con fluida elocuencia.


Incluso había logrado muchas conversiones entre los sacerdotes de Zaratustra. Los meses que pasó en la cárcel le sirvieron para pensar, orar, meditar y escribir.


En estas circunstancias llegó a la ciudad un embajador del emperador bizantino y lo puso en libertad. Y le dijo el rey Yezdigerd: "Te digo que tú no has tenido culpa alguna en el incendio del templo y no tienes que lamentarte de nada".


¿No me harán nada los magos?, preguntó el rey al embajador. No, tranquilo. No convertirá a nadie, añadió el embajador.


Sin embargo, desde que lo pusieron en libertad, Benjamín comenzó con mayor brío e ímpetu su trabajo apostólico y convirtió a muchos magos haciéndoles ver que algún día brillará en sus ojos y en su alma la luz verdadera.


De no ser así –decía – yo mismo sufriré el castigo que el Señor reserva a los seguidores que no sacan a relucir los talentos que él les ha dado.


Esta vez no quiso intervenir el embajador. Pero poco después, el rey lo encarceló de nuevo y mandó que le dieran castigos hasta la muerte,siendo luego decapitado


Murió alrededor del año 420.


¡Felicidades a quienes lleven este nombre!



10:32 p.m.
Se encuentran en Roma recuerdos de Santa Balbina en tres puntos diferentes, que están relacionados con las primeras antigüedades de la Cristiandad en esa ciudad.

En el relato puramente legendario del martirio de San Alejandro (acta SS., Maii, I, 367 sqq.) se menciona al tribuno Quirino, quien murió mártir y fue enterrado en la catacumba de Praetextatus sobre la Via Appia.


Su gracia fue estimada con gran veneración y se describe en los viejos itinerarios (guías para los peregrinos) de las catacumbas romanas. La tradición dice que su hija Balbina, quien había sido bautizada por San Alejandro y que pasó su vida siendo soltera, fue enterrada luego de la muerte de su padre en la misma catacumba.


La fiesta de Santa Balbina se celebra el 31 de marzo. Usuardo habla de ella en su martirologio, y su relato de Santa Balbina se apoya en los registros del martirio de San Alejandro.


Existe otra Balbina cuyo nombre fue dado a una catacumba (come. Balbinae) que se extiende entre la Via Appia y la Via Ardeatina, a poca distancia de la pequeña Iglesia llamada Domine quo vadis (Dónde vas Señor).


Sobre este cementerio en el siglo cuarto el Papa Marcos erigió una basílica. Existe todavía sobre la pequeña Aventina dentro de la misma ciudad el viejo título de San Balbina, primero mencionado en un epitafio del siglo sexto y en las firmas del Consejo romano (595) en tiempos del Papa Gregorio I. Esta iglesia fue erigida en un antiguo y amplio salón. Su santo titular se supone es idéntico con San Balbina que fue enterrada en las catacumbas de Praetextatus y cuyos huesos junto con los de su padre fueron traídos aquí en fecha más tardía. Sin embargo, no es seguro que los dos nombres se refieran a la misma persona.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!



12:25 a.m.
Martirologio Romano: En Aguilera, en la región española de Castilla, san Pedro de Valladolid Regalado, presbítero de la Orden de Hermanos Menores, conspicuo por la humildad y el rigor de la penitencia, que fundó dos conventos, para que en ellos viviesen sólo doce hermanos solitarios (1456).

Fecha de canonización: 29 de junio de 1746 por el Papa Benedicto XIV.



«Pisad despacio, que debajo de estas losas descansan los huesos de un santo» decía Isabel la Católica a las damas de su séquito aquel día veraniego del 1493, cuando visitaba el convento de la Aguilera. Se refería a la tumba que guardaba los restos de Pedro Regalado, fraile franciscano, pobre y humilde que había muerto aún no hacía cuarenta años. Antes que la reina había estado allí mismo el cardenal Cisneros en las postrimerías de la vida del santo. Luego vendrían también el emperador Carlos -el que decía que al salir de Aranda hacia La Aguilera debía ir el visitante con la cabeza descubierta-, don Juan de Austria, Felipe II y tantos obispos, nuncios y legados papales. Eran tiempos dorados; se habían unido las dos Castillas, se había descubierto el nuevo mundo, se reconquistó Granada y se había echado a los moros de España.

Nació Pedro en Valladolid, en el año 1390. A los trece años -bien joven- entró en el convento de los franciscanos de la ciudad que entonces era Corte. Cuando tiene quince se hace compañero inseparable del anciano y enjuto Pedro Villacreces -antiguo profesor de Salamanca, franciscano andante por Guadalajara- que tiene sueños de reforma y ha obtenido permiso del obispo de Osma para fundar por tierras burgalesas, en La Aguilera. Desde esa época serán maestro y discípulo, dos frailes con verdaderos deseos de santidad; el mayor pondrá al joven en la órbita de la más pura observancia franciscana.


Para la Iglesia no andan muy bien las cosas. Los reductos de los monjes no son modelo ni de observancia ni de casi nada. Las consecuencias del Cisma de Occidente se hicieron notar en la clerecía alta y baja. La peste negra dejó también tambaleando los monasterios que abrieron sus puertas para reponer números -que no vocaciones- a gente no preparada. Reforma, lo que es reforma, sí se necesitaba. Y allá van los dos Pedros dispuestos a dar entre los monjes la batalla franciscana. Desde muy pronto se les juntan en La Aguilera jóvenes que quieren dar su vida y el maestro Pedro Villacreces puede formarlos desde los cimientos, sin las malformaciones y tibiezas de otros frailes mayores que tuvieran adheridas pesadas taras. Fray Pedro Regalado fue recorriendo en once años todos los cargos propios de un convento pobre: limosnero, sacristán, cocinero y encargado de dar limosna a los pobres que llaman a la puerta.


Villacreces va de nuevo a Valladolid, funda en El Abrojo, y ahora es Pedro Regalado el maestro de novicios. Madura en todas las virtudes: tiempo de oración y mucha penitencia, cumplimiento estricto, por amor, de toda la Regla; predica en los pueblos de alrededor con sencillez y persuasión propiciando conversiones numerosas y la gente ya habla de su ejemplar presencia, y hasta de milagros.


En el 1422 los religiosos de La Aguilera y El Abrojo eligen a Regalado prelado o vicario, cuando muere Villacreces. La reforma se va extendiendo con nuevas fundaciones hasta llegar a ser conocidas como «las siete de la fama» donde se respetan doce horas de oración diarias repartidas entre el día y la noche, trabajos en el campo para ayudar a los agricultores y obtener limosnas, prohibición absoluta de almacenar provisiones, celdas pobres para dormir, silencio casi continuo y nada de dinero por misas o celebraciones litúrgicas. Pasa el tiempo de un convento a otro distinguiéndose por la discreción de espíritus y por la predicación elocuente con ciencia aprendida más en la oración que en los libros. La Aguilera le proporciona el mejor de los retiros y la mejor contemplación para los últimos años de su vida. No abandona la penitencia habitual, pero añade ayuno diario, disciplinas que mortifican la carne, y tres pilares donde basa con toda intensidad su fuerza: amor a la Eucaristía, devoción ternísima a la Santísima Virgen y recuerdo de la Pasión.


¿Algo llamativo?


Cuentan que más de una noche se le podía ver por el cerro del Aguila, próximo al retiro, siguiendo los pasos de la Pasión del Señor con una soga al cuello, cruz de madera pesada en los hombros y una corona de espinas en su frente.


También se conoce un hecho milagroso de su vida recogido en el proceso de canonización y que ofrece los elementos iconográficos de Pedro Regalado. En la madrugada del 25 de marzo, fiesta de la Anunciación, está el fraile Pedro rezando maitines en el convento de El Abrojo; siente añoranza por honrar a María en el convento de La Aguilera consagrado por él a la Virgen bajo esa advocación; los ángeles lo transportan por los aires en los ochenta kilómetros que separan las casas y lo devuelven de nuevo a El Abrojo, cumplido su deseo.


El sencillo y santo patrono de Valladolid, el Poverello de Castilla, murió con fama de taumaturgo en 1456.



12:24 a.m.
Martirologio Romano: En Vercelli, en el Piamonte, beato Amadeo IX, duque de Saboya, que en el gobierno que se le había confiado fomentó de todas formas la paz y, con su ayuda y celo, sostuvo las causas de los pobres, viudas y huérfanos (1472).

Etimológicamente: Amadeo = Aquel que ama a Dios, es de origen latino.


Fecha de beatificación: 3 de marzo de 1677 por el Papa Inocencio XI.



Fue el noveno de este nombre y el tercer Duque de aquel Estado, entre los de la familia Saboya ( 1435-1472). Reinó solamente siete años (1465-1472). Obtuvo el título de Beato dos siglos más tarde, bajo el Pontificado del Beato Inocencio XI. — Fiesta litúrgica: 31 de marzo.

«Mucho os recomiendo a los pobres, derramad sobre ellos liberalmente vuestras limosnas, y el Señor derramará abundantemente sobre vosotros sus bendiciones. Haced justicia a todos sin acepción de personas; aplicad todos vuestros esfuerzos para que florezca la Religión y para que Dios sea servido”.


Éste fuel el testamento que el Beato Amadeo dio de palabra a su esposa, momentos antes de morir; que había servido de consigna a toda su vida de cristiano y político.


Es muy recomendable, amigo lector, que nos detengamos un poco en contemplar la riqueza de Dios, que ha escogido santos en todas las épocas de la Historia, y en cada uno de los diversos estamentos sociales, de todas las edades, con las más variadas inclinaciones naturales y carismas sobrenaturales. Amadeo supo conocer y amar, y descubrir a Cristo en los hermanos. Esto desde el trono, de donde apareció con más claridad ante sus súbditos su acrisolada virtud cristiana: sobre todo, sus obras de misericordia y deseo de regir justamente a la nación.


Nació y se educó en la región alpina que se extiende, desde la Francia Oriental, en las grandes cordilleras suizas. Cerca tenía el pacífico lago de Ginebra. No muy lejos aparecían las nieves perpetuas del San Bernardo y Monte Blanco. Ello comunicaba gran paz a su interior y a los espíritus de todos los habitantes del Ducado de Saboya; sencillos, religiosos, apegados a sus tradiciones, algo toscos.


La tradición familiar, profundamente religiosa, le llevó por los senderos del bien, de modo espontáneo. En una corte del medievo, pacífica y hogareña, uno puede conservarse sereno y virtuoso, trabajar por el gran ideal. Así las obras de Amadeo fueron conquistando admiradores y seguidores.


Muy joven, contrajo matrimonio con Violante de Valois, hija del rey de Francia. Fue una unión feliz, pues los dos procuraban hacerse suyas las necesidades y gustos del cónyuge para ponerles remedio: hicieron del amor el lema de sus relaciones con Dios y mutuas.


Fecundo matrimonio, tuvieron nueve hijos a los que, sobre las riquezas, supieron darles educación religiosa esmerada. Una de sus hijas subió a los altares con el nombre de Beata Luisa de Saboya.


Dios puso a prueba su virtud, para hacerla más firme y mayor. Tuvo un reinado molestado por luchas frecuentes con señores feudales colindantes; hasta por pretendientes al trono, entre los suyos. Su mansedumbre y misericordia fueron su gran defensa.


También, a menudo, era atacado por la epilepsia, que consideraba como un freno providencial de las pasiones y necesaria mirra entre las dulzuras de la vida. Por esto es invocado contra esta enfermedad.


Su vida entera queda resumida en una anécdota que vamos a citar y que ha sido conservada por la tradición.


Se trata de un diálogo que sostuvo con el embajador de un príncipe extranjero cuando éste le preguntaba qué diversiones tenía, si le gustaba la caza como entretenimiento, y cómo solía solazarse.


—Tengo otros entretenimientos, en los que me ocupo con mayor placer; deseo que vea el señor embajador con sus propios ojos el objeto de mis diversiones.


Seguidamente el príncipe abrió el balcón de la sala, mostrándole un gran patio, en el cual había un incesante desfile de numerosos criados, atendiendo y dando de comer a más de quinientos pobres.


—Ved ahí, señor embajador, mis distracciones, con las que intento conseguir el reino de los Cielos.


El embajador se decidió a censurar diplomáticamente la conducta del bondadoso Duque, y le dijo:


—Muchas gentes se echan a mendigar por pereza y holgazanería.


A lo que respondió el caritativo príncipe:


—No permita el Cielo que yo entre a investigar con demasiada curiosidad la condición de los pobres que acuden a mis puertas; porque si el Señor mirase de igual manera nuestras acciones, nos hallaría con mucha frecuencia faltos de rectitud.


Replicó el embajador:

—Si todos los príncipes fuesen de semejante parecer, sus súbditos buscarían más la pobreza que la riqueza.


A lo que contestó el Beato Amadeo de Saboya:

—¡Felices los Estados en los que el apego a las riquezas se viera por siempre desterrado! ¿Qué produce el amor desordenado de los bienes materiales, sino orgullo, insolencia, injusticia y robos? Por el contrario, la pobreza tiene un cortejo formado por las más bellas virtudes.


Añadió el embajador:

—En verdad que vuestra ciencia, en relación con los restantes príncipes de este mundo, es totalmente distinta; porque en todas partes es mejor ser rico que pobre, pero en vuestros Estados los pobres son los preferidos.


Y contestó el Duque:

—Así lo he aprendido de Jesucristo. Mis soldados me defienden de los hombres; pero los pobres me defienden ante Dios.



12:24 a.m.
Los padres del santo fueron terratenientes sicilianos, que dedicaron a su pequeño hijo al servicio de Santa Lucía y lo colocaron, a la edad de siete años, en un monasterio que llevaba el nombre de la santa, cerca de su hogar.

Allí su principal ocupación fue la de cuidar las reliquias de la santa, tarea que no iba con la manera de ser del niño acostumbrado a la vida de campo, llegando a escapar del convento.


Fue devuelto con humillación y tras soñar con San Lucía -quien tenia un semblante de enojo- y ver a la Santísima Madre interceder por él, Zósimo prometió que nunca haría de nuevo tales cosas, adaptándose a la vida del claustro.


Durante 30 años vivió casi olvidado; al morir el abad de Santa Lucía, recayó en el obispo de Siracusa designar al nuevo abad, quien eligió a Zósimo, siendo ordenado luego unos días después como sacerdote.


El santo gobernó el monasterio con tal sabiduría, amor y prudencia que superó a todos sus predecesores y a todos sus antecesores.


Cuando la sede de Siracusa quedó vacante, el Papa Teodoro designó a Zósimo y lo consagró. Durante su episcopado, el santo fue notable por su celo en la enseñanza del pueblo y por su generosidad con los pobres.


San Zósimo murió alrededor del año 660, a la edad de 90 años.



12:24 a.m.
Martirologio Romano: En Turín, Italia, san Leonardo Murialdo, presbítero, que fundó la Pía Sociedad de San José, para educar en la fe y la caridad cristianas a los niños abandonados (1900).

Etimológicamente: Leonardo = Aquel hombre con la fuerza de un león, es de origen germánico.


Fecha de canonización: 3 de mayo de 1970 por el Papa Pablo VI.



Leonardo Murialdo no es un hombre lejano: nace en Turín (Italia) el 26 de octubre de 1828 y muere en la misma ciudad el 30 de marzo de 1900. Es una persona dulce y noble, un hermano que se entrega todo a otros hermanos que no tienen casa y familia, que están solos y sin cariño, que non conocen a Dios.

A los 17 años, después de una crisis religiosa, decide consagrarse a Dios y en 1851 recibe la ordenación sacerdotal. Es el cura de los barrios pobres, el apóstol de los pequeños limpiachimeneas, de los chicos de la calle, de los encarcelados, de los jóvenes obreros.


Piensa en la formación profesional de los jóvenes, en su capacitación para el mundo adulto y obrero. En 1866 acepta dirigir el colegio "Artesanitos", una institución para chicos pobres y huérfanos.


Dócil a la voluntad de Dios y para dar continuidad a su misión educativa, el 19 de marzo de 1873 dio vida a la Congregación de San José (Josefinos de Murialdo), formada por sacerdotes y laicos.


La pedagogía de san Leonardo se puede resumir "en el espíritu de dulzura, de paciencia y de familiaridad, porque éste es el secreto para realizar el bien entre los niños y los jóvenes". Este estilo educativo encuentra su fuente en el amor misericordioso de Dios que Murialdo experimentó desde su juventud. Todo esto se puede resumir en el vivir con los niños y jóvenes como "amigo, hermano y padre".


Hoy los Josefinos de Murialdo continúan en la Iglesia su amor hacia los niños y los jóvenes en los centros juveniles, colegios, casa-hogar, parroquias, misiones... Están presentes en varios países de América Latina, de Europa y de Africa.


Su fiesta se celebra el 30 de Marzo, los salesianos lo festejan el 18 de Mayo.



10:42 p.m.
Gladys nació en Gales en el siglo V. Era la mayor de los 24 hijos de Brychan de Brecknock, esposa de san Gundleus, y madre de los santos Cadoc y, posiblemente de Keyna.

Gladys llevó una vida muy interesante. Se dice que después de su conversión por el ejemplo y la exhortación de su hijo, ella y Gundleus vivieron una vida austera.


Adquirieron la costumbre de tomar baños de noche en Usk, seguidos de un buen paseo.


Su hijo los convenció para que pusieran fin a esa práctica y que se separaran.


Gladys se fue a Pencanau en Bassaleg. Los detalles de esta historia provienen del siglo XII.


Incluye milagros que tuvieron lugar en tiempos de san Eduardo el Confesor y Guillermo I.


También se cuenta que los primeros años de su matrimonio no fueron muy ejemplares que digamos.


Tuvo que ser su hijo que les convenciera para que se corrigieran de sus defectos.


A ruegos de su hijo, se marchó a llevar una vida de eremita en el lugar llamado hoy Stow, en donde hay una iglesia levantada a san Wooloo.


A raíz de que la mujer se fuera de eremita, el marido hizo otro tanto.


La fiesta de Gladys y de su marido es hoy.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!


Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com



10:42 p.m.
No tenemos muchas noticias acerca de san Guillermo Tempier, pero su memoria estuvo desde el origen ligada al 29 de marzo y así la reporta el Martirologio Romano.

Se desconoce cuándo y dónde nació, se cree que en Poitiers (Francia), porque era Canónigo Regular en San Hilario de Poitiers, fue elegido obispo de esa ciudad en 1184, como lo prueba un documento de ese año.


Es recordado por su valentía en la defensa de los derechos y bienes de su diócesis; esto también se sustenta en un documento de 1185, que lo señala como defensor contra los perseguidores de la Diócesis, y dotado de viril paciencia.


En 1191 aparece como «Guillermo el fuerte», en ese año obligó a una de sus vasallos a prestarle el debido homenaje; no hay que olvidar que era la Edad Media, y las costumbres generales de la época obligaban a asumir actitudes, para nosotros hoy incomprensibles.


Después de trece años de intenso episcopado, murió el 29 de marzo de 1197, y fue enterrado en la iglesia de San Cipriano. Guillermo Tempier, el obispo que en vida fue fuertemente confrontado por los notables de la diócesis, de muerto fue honrado como santo; señal de que, además de la energía expresada en la conducción administrativa y política de la diócesis, en el campo pastoral fue un gran obispo, atento a la vida espiritual de sus fieles, para quienes era un ejemplo íntegro.


El pueblo de Poitiers se dirigía a su tumba para ser curados de hemorragias.



10:42 p.m.


Propuso matrimonio santa Gladys, la hija de Brychan de Brecknock.

Cuando Brychan se negó, él la secuestró, y se cuenta que los primeros años de su matrimonio no fueron muy ejemplares que digamos.


Padre de San Cadoc quien fue los convenció a Gundleus y a Gladys que dejaran su forma de vida, y sigan un camino religioso.


Ingresó a un monasterio en Newport, Monmouthshire.


Ya muy mayor se volvió un ermitaño en Gales.


Una catedral anglicana se dedica a él en Newport, Gwent, Gales.


La fiesta de Gundleus y de su mujer es hoy.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!



10:42 p.m.
La Iglesia oriental conmemora en este día a San Marco, obispo de Aretusa en el Monte Líbano, Baronio.

La confesión de fe de San Marco es en sí misma intachable, pero entre los anatemas que le siguen hay un pasaje ambiguo que puede fácilmente entenderse en sentido herético.


De todas maneras, los elegios que le tributan San Gregorio Nazianceno, Teodoro y Sozomeno al relatar sus sufrimientos, nos hacen concluir que aun cuando se manchó en algún tiempo con el semi-arrianismo, se adhirió en seguida a la estricta ortodoxia y expió completamente cualquier anterior vacilación.


Durante el reinado del emperador Constantino, Marco de Aretusa demolió un templo pagano y construyó una iglesia, convirtiendo a muchos a la fe cristiana.


Al hacer esto, se granjeó el resentimiento de la población pagana, que, sin embargo, no pudo vengarse mientras el emperador fuera cristiano.


Su oportunidad llegó cuando Juliano el Apóstata ocupó el trono y proclamó que todos aquellos que hubieran destruido templos paganos deberían reconstruirlas o pagar una fuerte multa.


Marco, que no podía ni quería obedecer, huyó de la furia de sus enemigos, pero enterándose de que algunos de sus fieles habían sido aprehendidos, regresó y se entregó.


El anciano fue arrastrado por las cabellos a lo largo de las calles, desnudado, azotado, arrojado en una sentina de la ciudad y después entregado al arbitrio de jóvenes escolares para que lo punzaran y desollaran con agudos estiletes.


Ataron sus piernas con correas tan apretadas, que le cortaron la carne hasta el hueso, y le arrancaron las orejas con pequeños cordeles. Finalmente, lo untaron de miel y encerrándolo en una especie de jaula, lo suspendieron en alto al medio día, bajo los ardientes rayos del sol de verano, para que fuera presa de avispas y moscones.


Conservó tanta calma en medio de sus sufrimientos que se mofó de sus verdugos por haberlo elevado más cerda del cielo, mientras ellos se arrastraban sobre la tierra.


A la larga, la furia del pueblo se tornó en admiración y lo dejaron en libertad, en tanto que el gobernador acudía a Juliano para recabar el perdón.


Eventualmente, el emperador lo concedió, diciendo que no era una deseo dar mártires a los cristianos. Aún lo retórico pagano, Libanio, parece haberse dado cuenta del que la crueldad que provocó tal heroísmo solamente fortaleció la causa cristiana, e imploró a los perseguidores que desistieran en su persecución.


Nos cuenta el historiador Sócrates que la población de Aretusa quedó tan impresionada con la fortaleza del obispo, que muchos pidieron ser instruidos en una religión capas de inspirar tal firmeza, y que muchos de ellos abrazaron el cristianismo.


Así Marco fue dejado en paz hasta el fin de su vida y murió durante el reinado de Joviano y el de Valente.



10:42 p.m.
Martirologio Romano: En el monte Carmelo, en Palestina, beato Bertoldo, que, abandonando la milicia, fue admitido entre los hermanos que profesaban vida religiosa en ese monte, y más adelante, elegido prior, encomendó la piadosa comunidad a la Madre de Dios. (c. 1188)

También se lo conoce como: Bertoldo de Limoges o Bertoldo de Calabria



San Bertoldo nació en Francia y estudió teología en París, donde fue elevado al sacerdocio.

Con su pariente Aimerico, que después llegó a ser patriarca latino de Antioquía, acompañó a los cruzados hacia el oriente y, se encontraba en Antioquía en el tiempo en que ésta fue sitiada por los sarracenos.


Se dice que tuvo una revelación divina, por la que se le dio a conocer que el sitio de la población era un castigo por los pecados y especialmente por la vida licenciosa de los soldados cristianos.


Bertoldo se ofreció en sacrificio e hizo voto de que si los cristianos eran salvados de ese gran peligro, dedicaría el resto de su vida al servicio de la Santísima Virgen. En una visión se le apareció Nuestro Señor acompañado de Nuestra Señora y San Pedro, llevando en sus manos una gran cruz luminosa; el Salvador se dirigió a Bertoldo y le habló de la ingratitud de los cristianos, en pago por todas las bendiciones que habían llovido sobre ellos.


Debido a las insistencias y advertencias del santo, los ciudadanos y los soldados fueron movidos a penitencia. Aunque estaban débiles por los ayunos y privaciones, salieron completamente victoriosos cuando tuvo lugar el siguiente asalto y la ciudad y el ejército fueron liberados. Todo esto sin embargo, al parecer, es una leyenda.


Lo cierto es que por los esfuerzos de un Bertoldo, pariente del patriarca Aimerico, se formó una congregación de sacerdotes en el Monte Carmelo.


Se dice que Bertoldo llevó a su comunidad muchos de los dispersos ermitaños latinos que habían habitado anteriormente en la comarca. Más aún, gracias a su desprendimiento y santidad, fue un ejemplo para la Orden de los Carmelitas, de la que es llamado a menudo fundador.


Parece haber sido probable mente su primer superior, y haber sido alentado por Aimerico.


La vida de Bertoldo transcurrió, en gran parte, en la oscuridad y no hay mucho que relatar acerca de él, excepto el haber emprendido la construcción y reconstrucción de edificios monásticos y el haberlos dedicado en honor del profeta Elías.


Así lo informó después Pedro Emiliano al rey Eduardo I de Inglaterra, en una carta fechada en 1282. San Bertoldo gobernó la comunidad por cuarenta y cinco años y parece haber permanecido allí hasta el tiempo de su muerte, que ocurrió alrededor del año 1195.


El padre Papebroch el bolandista, escribiendo en el Acta Sanctorum, marzo, vol. III, sostenía que San Bertoldo fue el primer superior de la orden carmelitana y que los ermitaños que él reunió a su alrededor no tenían más comunicación con Ellas, que el hecho de haber vivido cerca del Monte Carmelo y haber venerado su memoria. Esta afirmación llevó a una deplorable y acre controversia que duró más de dos siglos, pero todos los estudiosos están de acuerdo en que la opinión del bolandista estaba plenamente justificada. Falta evidencia histórica que pueda establecer cualquier clase de continuidad entre el grupo de ermitaños carmelitas de San Bertoldo y los "Hijos de los Profetas".



12:08 a.m.
Martirologio Romano: En Tours, ciudad de Francia, beata Juana María de Maillé, la cual, al morir su esposo en la guerra, quedó reducida a la miseria y, desalojada por los suyos de su casa, vivió abandonada de todos y recluida en una pequeña celda cerca del convento de los Hermanos Menores, mendigando el pan, mas llena de confianza en el Señor.

Fecha de beatificación: Su culto fue confirmado el año 1871 por el Papa Pío IX.



La Beata Juana María de Maillé es un ejemplo ideal de mujer noble terciaria. Viuda y virgen de un valiente, el barón de Silly.

En la penitencia y en la caridad pasó su larga vida desenvolviendo una acción religiosa y patriótica en la corte de Carlos VI y entre los grandes de Francia para salvar la nación de las luchas civiles y de los ingleses.


El deseo de la vocación evangélica la impulsó al apostolado y a la penitencia solitaria por los caminos de una despojada pobreza.


Juana María de Maillé nació el 14 de abril de 1331 en el castillo de La Roche, en la diócesis de Tours. Tuvo una primera visión de la Virgen María y del Niño Jesús en 1342 y se consagró a honrar la Pasión de Cristo.


Recibió la primera educación religiosa de un Padre Franciscano, confesor de la familia; él le enseñó el amor ardiente a Cristo muerto por la salvación de la humanidad, a nuestra Señora, Madre de Dios y Madre de los hombres, y al Seráfico Pobrecillo San Francisco.


Ella se empeñó en imitar sus virtudes, especialmente el amor a la pobreza, a la humildad y a la oración, y se hizo hija suya militando entre los hermanos y las hermanas de la Penitencia de la Tercera Orden Franciscana.


Su tutor en 1347 decidió casarla con Roberto de Silly. Los dos jóvenes esposos decidieron de común acuerdo conservar la castidad y se dedicaron a socorrer a los desventurados durante la gran epidemia de peste negra en los años 1346•1353. Roberto, capturado por los ingleses y rescatado a precio de su fortuna, murió en 1362.


Juana María, como en otro tiempo Santa Isabel de Hungría, fue expulsada brutalmente por la familia de Silly. Ella perdonó generosamente a cuantos le habían procurado tanto dolor y bendijo a Dios en el momento de la prueba.


Se retiró a Tours para dedicarse a la oración y a las buenas obras. Hizo voto de perpetua castidad en las manos del arzobispo de Tours y entró en el hospicio de los enfermos, decidida a llevar una vida sacrificada por el bien de los hermanos pobres, enfermos y necesitados, como hacían los primeros terciarios franciscanos.


Perseguida por la malevolencia de los que la rodeaban, se retiró al eremitorio de Planche de Vaux, donde llevó vida contemplativa. Obligada por las condiciones de salud a regresar a Tours en 1386, se fue a vivir junto al convento de los Cordígeros, nombre popular de los Franciscanos, y se puso bajo la dirección del Padre Martín de Bois Gaultier. Su celo la llevó varias veces a la corte de Carlos VI, el rey loco, ya a Tours, ya a París, para intentar que corrigiera sus costumbres.


Fue favorecida con carismas místicos, era consultada en todas


Murió el 28 de Marzo de 1414.



12:08 a.m.
San Doroteo de Gaza es entre los muchos santos de este nombre, el que goza de mayor reputación. Nació en Palestina a finales del siglo VI. Se hizo proverbial la aversión que sintió por las letras y por cualquier género de estudio durante su niñez y juventud. Pero habiendo ingresado en calidad de hermano lego en el monasterio del abad Seridio, situado en el torrente entre Gaza y Ascarón, se puso bajo la dirección del monje Juan, llamado el profeta, y de san Barsanufio. Fue tan grande el amor que le hicieron sentir estos maestros por el estudio, que acabó siendo éste su mayor pasión. Pero no prosperó sólo en sabiduría, sino también en virtud.

De acuerdo con su trabajo, Doroteo llevó una vida austera y ascética. Después de terminar sus oraciones, que se aventuran en el calor del mediodía y recoger piedras a lo largo de la orilla del mar para construir celdas para los demás ermitaños. Por la noche se tejen cestas, a cambio de lo cual recibió los suministros que necesitan para vivir.


Su alimento consistía en pan y el de la hierba de la selva y se comen sólo una vez al día y bebió un poco de agua. Apenas dormía, pero sólo a veces, se quedó dormido en el trabajo, o después de comer.


Una vez, San Doroteo envió a sus discípulos a buscar agua, pero volvieron diciendo que habían visto una serpiente y que el agua en el pozo estaba envenenada. San Doroteo fue al pozo, tomó un cucharón de agua e hizo la señal de la cruz sobre ella bebió, diciendo: "Cuando la Cruz, allí los poderes demoníacos no hacer daño".


Siendo su misión en el monasterio cuidar a los monjes ancianos y enfermos, tuvo la mejor ocasión de practicar con ellos una exquisita caridad cristiana. Muertos sus maestros, él mismo tomó el relevo: formó a san Dositeo, que brilló por su santidad. Fundó el monasterio situado entre Gaza y Majuma, del que fue abad. Escribió un tratado ascético dedicado a la vida monástica, que se conserva en versión griega y latina.


San Doroteo murió en paz a una edad avanzada en el primer tercio del siglo VII.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!



12:08 a.m.

Obispo de Przemyśl

Fundador de la Congregación de las

Siervas del Sagrado Corazón de Jesús


Martirologio Romano: En Przemysl, lugar de Polonia, san José Sebastián Pelczar, obispo, fundador de la Congregación de Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús y maestro eximio de la vida espiritual.

Fecha de canonización: 18 de mayo de 2003 por el Papa Juan Pablo II.





José Sebastián Pelczar nació el 17 de enero del 1842 en la pequeña ciudad de Korczyna (Polonia), cerca de Krosno al pie de los montes Cárpatos. Pasó la niñez en su ciudad natal, creciendo en una atmósfera de fe profunda que sus padres Adalberto Pelczar y Marianna Mięsowicz le inculcaron. Estos, viendo que su hijo tenía aptitudes extraordinarias para el estudio, al terminar los dos años de escuela popular en Korczyna, lo enviaron a Rzeszów para continuar sus estudios.

Ya de estudiante tomó la decisión de entregar su vida al servicio de Dios, como lo expresa en su diario: “Los ideales de la tierra palidecen, el ideal de la vida lo veo en el sacrificio y el ideal del sacrificio en el sacerdocio”. Al terminar el sexto curso, entró al Seminario Menor y en el año 1860 empezó los estudios de teología en el Seminario Mayor de Przemyśl.


Después de la ordenación sacerdotal (17 de julio de 1864), trabajó en la parroquia de Sambor durante año y medio y luego fue enviado a Roma (1866-1868) donde estudió a la vez en dos universidades, Collegium Romanum (hoy Universidad Gregoriana) y en el Instituto de san Apolinar (hoy Universidad Lateranense), donde profundizó sus conocimientos y fortaleció su gran amor a la Iglesia y a su cabeza visible, el Papa. Después, al regresar a su patria, trabajó como profesor en el seminario de Przemysl, y luego durante 22 años en la Universidad Jagelónica de Cracovia. Como profesor y decano de la Facultad de Teología, gozaba de estima y grande fama como hombre culto, buen organizador y amigo de los jóvenes. Como reconocimiento a sus valores, le confiaron la dignidad de Rector del Almae Matris de Cracovia (1882-1883).


Deseando realizar el ideal de “sacerdote y Polaco, que trabaja con devoción por su pueblo”, el sacerdote Pelczar no limitaba su actividad al campo de la ciencia, sino también al trabajo social y caritativo. Fue miembro activo de la Asociación de san Vicente de Paúl y de la Asociación de la Educación Popular. Durante los 16 años que fue presidente de la Asociación de la Educación popular, fundó numerosas salas de lectura y bibliotecas. Esta Asociación promovió numerosas charlas gratis, editó y distribuyó entre el pueblo más de cien mil libros y abrió una escuela para las empleadas del servicio doméstico. En 1891, por iniciativa suya, se creó “La Fraternidad de la Inmaculada Virgen María, Reina de Polonia”, que además de los fines religiosos tenía una dimensión social: se ocupaba de la protección de los artesanos, de los pobres, de los huérfanos y empleadas del servicio doméstico (de las empleadas enfermas y las que no tenían trabajo).


Viendo en los problemas de su tiempo, un signo de la voluntad de Dios , fundó en el año 1894, en Cracovia, la Congregación de las Siervas del Sagrado Corazón de Jesús, siendo su fin la proclamación del Reino del Amor del Sagrado Corazón de Jesús. Fue su deseo que las Hermanas fueran signo e instrumento de este amor para con las jóvenes, enfermos y todos los que necesitasen cualquier tipo de ayuda.


En el año 1899 fue nombrado Obispo auxiliar y un año mas tarde, después de la muerte del Monseñor Ł. Solecki, fue Obispo de la diócesis de Przemyśl. Durante los 25 años de su ministerio episcopal, se dio a conocer como un valiente pastor, celoso por el bien de las almas a él confiadas.


A pesar de su debilitada salud, Mons. Pelczar seguía desempeñando actividades religiosas y sociales. Para animar a los fieles a mantener y renovar la fe, visitaba frecuentemente las parroquias, se preocupaba además por la dimensión moral e intelectual del clero, dando a la vez ejemplo de una profunda piedad que se expresaba en la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y a la Madre de Dios. Tenía gran devoción al Santísimo Sacramento e invitaba a los fieles a participar en las celebraciones eucarísticas. Gracias a sus diligencias, aumentó el número de nuevas iglesias y capillas, también fueron restaurados muchos templos. No obstante las difíciles circunstancias políticas, realizó tres sínodos diocesanos, organizando en unas normas legislativas diferentes iniciativas, dándoles mayor apoyo y asegurando su estabilidad.


El obispo José Sebastián conocía las necesidades de sus fieles y rodeaba de cuidados a los más pobres de su diócesis. Las guarderías para los niños, los comedores populares para los pobres, los refugios para los que no tenían casa, la preparación en las labores domésticas para las jóvenes, las becas para los seminaristas sin recursos económicos, son algunas de las obras existentes debidas a su iniciativa. Se compadecía de las injusticias sufridas por los trabajadores, y se dedicó con empeño por solucionar algunos problemas de su tiempo como la emigración y el alcoholismo. En sus cartas pastorales, en los artículos publicados y en otros escritos subrayaba la necesidad de respetar estrictamente la enseñanza social del Papa León XIII.


Dotado copiosamente por Dios, no desperdiciaba los talentos recibidos sino que los desarrollaba y multiplicaba. Una de las pruebas de su increíble laboriosidad son sus numerosos escritos que contienen obras teológicas, históricas, libros sobre la ley canónica, manuales, devocionarios, cartas pastorales, charlas y homilías.


Monseñor Pelczar murió la noche del 27 al 28 de marzo de 1924. Quedó en la memoria de la gente como hombre de Dios que, a pesar de los tiempos difíciles que le tocó vivir, cumplió siempre su voluntad. El profesor, P. Antonio Bystrzonowski, discípulo y sucesor del prof. Pelczar en la cátedra universitaria, el día de su entierro dijo: “El difunto Obispo de Przemyśl unía en sí las más bellas cualidades y talentos: un celo apostólico y un espíritu de iniciativa llevado a la práctica con energía. La luz de una gran sabiduría, tal vez más grande por sus virtudes. Monseñor, brillaba como modelo y ejemplo de un trabajo extraordinario unido a un entusiasmo juvenil”.


El 2 de junio del 1991, durante su IV peregrinación a Polonia, el Santo Padre, Juan Pablo II beatificó al Mons. José Sebastián Pelczar en Rzeszów. Las Reliquias del Beato se encuentran en la catedral de Przemyśl. En Cracovia el beato José Sebastián es venerado, de modo especial, en la iglesia de las Siervas del Sagrado Corazón de Jesús, donde se encuentra la capilla a él dedicada.


Reproducido con autorización de Vatican.va



12:08 a.m.

Rey de Borgoña y Orleáns.


Era nieto de Santa Clotilde. Hermano de los reyes Charibert y Sigebert.

Sus primeros pasos del monarca no fueron los de un santo precisamente. Repudió a su primera esposa, Veneranda, luego de haberle dado sólo un heredero que murió a edad temprana. La segunda esposa, Merestrude no tuvo mejor suerte, murió poco después de su parto junto con el niño. Austrechilde, la tercera esposa, le dio dos niños que murieron jóvenes.


Guntrano, luego de estas vivencias, llegó a la conclusión de que su luto era consecuencia de los pecados cometidos, se comprometió a no caer en la tentación de cambiar de esposa en la búsqueda de un heredero, adoptando a su sobrino Chieldeberto, huérfano de uno de sus hermanos.


En su conversión al cristianismo superó así con remordimiento los actos anteriores de su vida, consagrando su energía y fortuna a construir la Iglesia.


Pacificador, protector de los oprimidos, atendía a los enfermos, tierno con sus súbditos, generoso en sus limosnas, especialmente en épocas de hambre o plaga. Obligaba al correcto cumplimiento de la ley sin favoritismos, perdonó incluso ofensas contra él incluyendo a dos que intentaron asesinarlo.


Murió el 28 de Marzo de 592, fue enterrado en la Iglesia de San Marcelo que él habia fundado, su craneo ahora se conserva en una urna de plata.


Fue declarado santo casi inmediatamente después de su muerte por sus súbditos.



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