05/06/16

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Presbítero

Martirologio Romano: En Turín, Italia, beato Francesco Paleari, sacerdote del Instituto Cottolengo, que se dedicó a los pobres y a los enfermos en la Pequeña Casa de la Divina Providencia, y a la enseñanza, distinguiéndose por su afabilidad y paciencia. ( 1939)

Fecha de beatificación: 17 de septiembre de 2011, durante el pontificado de S.S. Benedicto XVI.

Breve Biografía

"Señor, enséñame a ser inteligente" es su plegaria favorita, la reza y enseña a sus penitentes, como recuerda el futuro cardenal Ballestero, quien a menudo fue a confesarse con él. Y "ser inteligente", para él, es pensar que todo pasa, sólo el paraíso es eterno, y entonces todo se tiene que hacer en vista de lo que está por venir, sin cálculos y sin distraerse con las cosas de aquí.

Nacido en 1863 en Pogliano Milanese, en una casa donde es fácil reunir el almuerzo con la cena (se come una sola vez cada día), pero en la que los padres comulgan todos los domingos (¡en esos tiempos!), y nunca vuelven a casa sin haber invitado a algún pobre a almorzar. Porque están convencidos, y así lo enseñan a sus hijos, que no se puede recibir a Jesús sin abrir la puerta a los pobres. Por ello no es de extrañar que de entre los cinco hijos sobrevivientes de los ocho que tuvieron, uno eligiera el camino de Cottolengo de trabajar entre "los más pobres entre los pobres".

Siendo aún muy joven, y por consejo de su párroco, se traslada a Turín, fue muy duro para él alejarse de los suyos, tuvo que luchar contra la nostalgia y la duda de haber tomado la decisión correcta, lucha que en una ocasión lo llevo a intentar franquear la tapia del seminario durante la noche pensando retornar a su casa, pero el sentido común prevalece y la gracia de Dios hace el resto, y así fue ordenado sacerdote a los 23 años gracias a una dispensa papal por su corta edad, realmente nadie tiene dudas sobre su vocación.

El joven sacerdote (quien además es de estatura muy pequeña), encuentra rápidamente su sitio dentro del Cottolengo: por 53 años será maestro, predicador, confesor y director espiritual, en una actividad vortiginosa y simple al mismo tiempo, haciéndose todo para todos y salpicando todo con su inconfundible sonrisa. Porque, si de Cottolengo se dijo que era "el buen canónigo", de Don Franceschino simplemente dicen que es "el cura que sonríe". La suya es una sonrisa que conquista: a los niños, en primer lugar, que les encanta ir a confesarse con un sacerdote que es apenas un poco más alto que ellos, pero también, indistintamente, obispos y sacerdotes, nobles y campesinos, monjas y seminaristas, que cuando necesidad de consuelo, consejo o aliento van a buscar a ese sacerdote que les hace sonreír el corazón.

Los santos tienen buen olfato y suelen reconocerse a distancia, por ello fue fácil ser conquistado por el canónigo José Allamano, que primero le invitó a confesar regularmente a los jóvenes sacerdotes del Convictorio eclesiástico y luego a los futuros Misioneros de la Consolata, iniciando así una fraternal rivalidad en virtudes, con la familiaridad y la sincera amistad que solamente los verdaderos santos suelen tener.

Tampoco para la diócesis de Turín pasa desapercibido la perla de sacerdote que tenían, y le comienzan a llover tareas. El obispo de Turín lo quiere como confesor de los seminaristas, a quienes les dice que el curita "es otro de San Luis", luego le pide predicar cursos de ejercicios espirituales, lo nombra confesor de varias instituciones de monjas; lo selecciona como pro-vicario de la diócesis, consultor para el cambio de sacerdotes y profesor del seminario, aunque alguien, tal vez más por envidia que por convicción, tuerza la nariz diciendo que, en cuanto a inteligencia y habilidad, en Turín podría encontrarse algo mejor.

Cono podía Don Franceschino lograr atender tal cantidad de tareas es todavía un misterio, el no objeta, no se queja, casi se disculpa por no poder hacer más porque los compromisos diocesanos se suman a los que regularmente sigue desempeñando en la "Pequeña Casa".

"Es s mi padre", responde con desarmante sencillez a aquel que señala que incluso en lo físico tiene un cierto parecido con Cottolengo.

Desde que el padre ha heredado sobre todo la fe, pero una fe "de aquellas", que le hace cumplir pequeños prodigios, como el leer en los corazones, ver a la distancia y obrar curaciones con simples compresas de agua fresca, dejando en claro que el remedio no está en medicinas sino en la fe.

Él nunca dijo "no puedo más", pero su corazón es quien se rebela, está hecho jirones por su continua entrega. Es obligado a quedarse en total inactividad, pasando de la cama a la silla, hasta el 7 de mayo de 1939 cuando se apaga. Ricos y pobres, sacerdotes y obispos desfilan frente a su ataúd, y por él, en 1947, se hizo una excepción a la norma de no encaminar causas de beatificación que tiene la Pequeña Casa, y así Don Franceschino es el primer sacerdote del Instituto Cottolengo, después del fundador, en ser elevado a la gloria de los altares.

responsable de la traducción: Xavier Villalta

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Por: . | Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01

Eremita

Martirologio Romano: En Kiev, en Rusia (hoy en Ucrania), san Antonio, ermitaño, que inició su vida monástica en el monte Athos y después la prosiguió en el monasterio de esa ciudad, denominado de las Grutas (1073).

Etimológicamente: Antonio = Aquel que es digno de estima, es de origen latino.

Durante la época de la evangelización de Rusia floreció mucho la vida monástica bizantina. El monasterio de Studios, en Constantinopla, así como los que surgieron de él, se hallaban en la cumbre de su esplendor (aunque muy poco después iba a empezar a decaer su influencia) y comenzaban a hacerse las grandes fundaciones del Monte Athos. Pero los primeros monasterios que hubo en Rusia, que debían su existencia a la intervención de los grandes príncipes y obispos griegos, no tuvieron mayor importancia. La época del florecimiento de la vida monástica en Rusia empezó con la fundación del monasterio de las Cuevas en Kiev (Kiev-Pecherskaya Lavra). Dicho monasterio no nació por iniciativa de los grandes de este mundo, sino que fue fundado por monjes rusos y para monjes rusos. Mons. Alejandro Sipiaguin ha escrito que fue "el primer monasterio ruso, cronológicamente hablando y también el primero en importancia, por los grandes valores espirituales con que enriqueció el tesoro de la religión del pueblo." Sus fundadores, "primeras luces brillantes encendidas por Rusia ante la imagen del Cristo universal", fueron San Antonio y San Teodosio Pechersky.

Antonio nació el año de 983, en Lubeck, cerca de Chernigov. En su juventud vivió algún tiempo en la soledad, según el ejemplo de los anacoretas de Egipto. Pero pronto comprendió que esa forma de vida, como cualquier otra, exigía cierta preparación. Así pues, emprendió el viaje al Monte Athos, donde practicó la vida eremítica con los monjes del monasterio de Esfigmenu. Al cabo de algunos años, su abad le mandó que regresase a su patria, a pesar de la repugnancia de Antonio, diciéndole: "El Señor te ha fortalecido en el camino de la santidad, y ahora te toca guiar a otros por ese camino. Vuelve a tu patria, con la bendición del Monte Santo; ahí serás padre de muchos monjes."

Antonio obedeció. Sin embargo, como no encontrase paz ni soledad suficientes en los monasterios fundados por los príncipes, se refugió en la cueva de un acantilado a orillas del Dniéper, en Kiev. Se alimentaba de pan, verduras y agua, cultivaba una parcela de tierra y pasaba el resto del tiempo en oración. Algunas personas acudían a consultarle o a pedirle su bendición; de cuando en cuando, le hacían algún regalo, que el santo distribuía inmediatamente entre los pobres. Algunos de esos visitantes acabaron por quedarse con él. El primero fue el monje Nikon, que era sacerdote; a éste siguieron otros aspirantes a la vida religiosa, los cuales vivían en celdas excavadas en la roca. Ampliaron algunas cuevas para instalar la capilla y el refectorio. Al contrario de otros abades de la época, San Antonio aceptaba a todos los candidatos que poseían las cualidades necesarias, ya fuesen ricos o pobres, libres o esclavos. La comunidad creció tanto, que empezó a faltar el sitio. Entonces, el príncipe Syaslav les ofreció las tierras situadas en lo alto del acantilado, y ahí construyeron los monjes un monasterio y una iglesia, dedicados a la Dormición de la Santa Madre de Dios. El cronista Néstor dice: "Muchos monasterios fueron construidos con la ayuda de los príncipes y los nobles, en cambio, este monasterio se construyó con lágrimas, ayunos y oraciones. Antonio no poseía oro ni plata y por ello se valió de estos medios."

San Antonio confió pronto la dirección de la comunidad a un monje llamado Barlaam. Después, para no verse mezclado en las disensiones de los nobles de Kiev, se retiró a Chernigov, donde fundó otro monasterio. Sin embargo, más tarde volvió a Pecherskaya Lavra y ahí murió, en su cueva, el año 1073, a los noventa años de edad.

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Por: . | Fuente: Catholic.net

Reina, Viuda y Abadesa

Martirologio Romano: En el monasterio de Niedernburg, cercano a Passau, de Baviera, en Alemania, beata Gisela, que estuvo casada con san Esteban de Hungría, a quien ayudó en la propagación de la fe, pero a la muerte del rey fue privada de sus bienes y de su reino, retirándose al citado monasterio, que gobernó después como abadesa ( 1060).

Etimológicamente: Gisela = Aquella que es una flecha poderoza, es de origen germánico.

Breve Biografía

Nacida a finales del siglo X, fue hija de Enrique II, emperador de Baviera.

Se casó con San Esteban de Hungría, de quien fue la primera y más importante colaboradora en la conversión al catolisismo de Hungría, fundando y ayudando con muchas donasiones a monasterios e iglesias del reino.

En el año 1031 murió su hijo Emerico y en el año 1038 falleció su esposo, lo que fue el inicio de un acoso por parte del sucesor al trono, Pedro Orseolo, quien le privó todas sus posesiones y fue obligada a dejar Hungría.

Regresó a Baviera e ingresó al monasterio benedictino de Niedernburg, cercano a Passau, donde fue elegida abadesa.

Falleció en el año 1060 y fue enterrada en el mismo monasterio.


 

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En Berveley, en Northumbria, san Juan, obispo de Hexham, y después de York, en Inglaterra, que unió el trabajo pastoral a la oración en soledad y, después de haber renunciado a su cargo, transcurrió los últimos años de su vida en el monasterio que él mismo había fundado.

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En Génova, en Italia, san Agustín Roscelli, presbítero y fundador de la Congregación de Hermanas de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María, para la formación de las niñas.

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En Kiev, en Rusia (hoy en Ucrania), san Antonio, ermitaño, que inició su vida monástica en el monte Athos y después la prosiguió en el monasterio de esa ciudad, denominado de las Grutas.

Hermanos Franciscanos

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