05/20/20

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Obispo

Martirologio Romano: En Dariorige (hoy Vannes), en la Bretaña Menor (actualmente en Francia), conmemoración de san Paterno, obispo, de quien se cuenta que en este día fue ordenado obispo en el concilio provincial reunido por san Perpetuo de Tours en esta misma sede ( c.460-490).

Etimológicamente: Paterno = Padre, es de origen latino.

Breve Biografía


San Paterno de Vannes nació probablemente en Poitiers, Francia, y llegó a ser obispo de Vannes, en ese mismo país.

A diferencia de los demás obispos fundadores de diócesis en Bretaña, San Paterno no era de origen bretón. Por su nombre, su origen quizás haya sido galo romano. Sin embargo se desconocen muchos detalles acerca de su vida.

Al parecer, un concilio del año 465 celebrado por seis obispos resolvió la necesidad o la contingencia de nombrar un obispo para Vannes, y el cargo recayó en San Paterno.

Luego de fijar los límites del nuevo obispado, San Paterno enfrentó difíciles conflictos, tanto con los partidarios de un cristianismo local de tradición celta, como los de un cristianismo de corte más bien galo-romano.

Una inmigración de bretones que regresaba de la Gran Bretaña vino a complicarle la situación, pues tenía que conciliar a gente con ideas y experiencias distintas. Dentro de este contexto, San Paterno fue un artífice de la unidad, y durante un tiempo supo mantener el equilibrio con las distintas facciones en pugna.

Sin embargo, las intrigas y la incomprensión lo forzaron a dimitir y a exilarse, por lo que se retiró a la soledad de una ermita, donde murió en penitencia y en el olvido total.

En 1964, el papa Paulo VI declaró a San Paterno santo patrono de la diócesis de Vannes.

San Paterno de Vannes nos enseña la importancia de transmitir y mantener la unidad entre grupos con intereses distintos.

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Por: . | Fuente: Vatican.va

Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano: En Três Passos, Brasil, beatos Manuel Gómez González, presbítero, y Adílio Daronch, joven acólito suyo, mártires. ( 1924)

Fecha de beatificación: 21 de octubre de 2007, durante el pontificado de S.S. Benedicto XVI

Nació el 29 de mayo de 1877 en As Neves (cerca de Tuy, provincia de Pontevedra, España). Al día siguiente fue bautizado en la iglesia parroquial. Era el hijo primogénito de José Gómez Rodríguez y Josefa González Durán. Recibió la confirmación el 20 de septiembre de 1878.

Después de los estudios de primaria en su pueblo natal, entró en el seminario menor diocesano de San Pelayo, en Tuy. Luego pasó al seminario mayor, donde hizo los estudios de filosofía y teología. Recibió la ordenación sacerdotal el 24 de mayo de 1902.

Durante el breve período de tiempo que permaneció en su diócesis, ejerció el ministerio sacerdotal como coadjutor en la parroquia de As Neves, pero en 1905, con los debidos permisos, se incardinó en la vecina archidiócesis de Braga (Portugal). Allí, su primer cargo fue el de párroco de Nossa Senhora di Extremo, en Valdevez (1906-1911). Luego fue trasladado a las parroquias de Taias y Barroças, en Monsão, donde estuvo hasta 1913 cuando, a causa de la persecución religiosa en Portugal, le permitieron partir para Brasil.

En este nuevo destino, después de una breve estancia en Río de Janeiro, monseñor Miguel de Lima Valverde, lo acogió en la diócesis de Santa María (Rio Grande do Sul). Cuando el párroco de Saudade, João Antônio Faria, también él de la archidiócesis de Braga, tuvo que volver a Portugal por enfermedad de su padre, don Manuel lo sustituyó durante varios meses; al regresar don João, le ayudó como coadjutor hasta que, a fines del año 1915, el obispo nombró al padre Manuel párroco de Nonoai.

En su parroquia, que tenía una extensión inmensa, promovió y organizó la catequesis; impulsó la participación de los fieles en las santas misas y en los sacramentos. Con tenacidad y gran celo apostólico logró vencer la indiferencia de mucha gente; asimismo, contribuyó a mejorar la calidad de vida de los fieles.

Allí llevó a cabo una labor pastoral tan intensa que en ocho años cambió el rostro de la parroquia, cuidando también de los indios. Recorrió a lo largo y a lo ancho el territorio de su vasta parroquia, fundando pequeñas comunidades. Dado que no había escuelas en aquellos lugares, abrió una en su propia casa; en ella enseñaba gratuitamente a niños y adolescentes. Además, como había gran carestía de todo, con espíritu de iniciativa, construyó un horno para la fabricación de ladrillos; así pudo edificar la casa parroquial y viviendas para la población, que destinó a los más pobres, los cuales no necesitaban pagar alquiler. Restauró la iglesia y se esforzó por fomentar el cultivo de arroz y patatas.

Como atestiguan quienes le conocieron, era un sacerdote alegre y caritativo. Sufría con los que sufrían. Hacía siempre el bien. Sepultaba a los muertos y ayudaba a las viudas.

Carmelinda Daronch Socal, hermana del acólito Adílio, muerto mártir con don Manuel, atestiguó: "Era muy amable y respetado por todos. Era considerado la persona más importante del lugar. Aconsejaba a las personas. Era caritativo. Poseía un carisma muy especial. Don Manuel enseñaba a orar, a leer y a escribir. Sus misas eran muy hermosas. Yo participaba siempre en las celebraciones con mi familia".

Otra hermana de Adílio, Zolmira, también da un testimonio de su admiración por el santo párroco: "Don Manuel era una persona muy amiga de mi familia. Él y mi padre dialogaban con frecuencia. Fue él quien me dio la primera Comunión. Todos los parroquianos lo admiraban porque era una de las pocas personas que se preocupaba de la gente e instruía a los fieles. Don Manuel era simpático, amable, humilde; tenía buenas relaciones con todos. Era un hombre trabajador, recorría todos los lugares a lomos de su asno".

En varias ocasiones debió ocuparse incluso de la vecina parroquia de Palmeiras das Missões, en calidad de administrador, en la región de Colônia Militar, cerca del río Uruguay, en las inmediaciones de la frontera con Argentina. Fue precisamente en el territorio de esta segunda parroquia encomendada a su cuidado pastoral donde sufrió el martirio.

En el mes de mayo de 1924, el obispo de Santa María, monseñor Àtico Eusébio da Rocha, le pidió que fuera a visitar a un grupo de colonos brasileños de origen alemán instalados en la floresta de Três Passos. El padre Manuel celebró la Semana santa en la parroquia de Nonoai; luego emprendió el viaje, acompañado del joven Adílio, sin preocuparse de los peligros de esa región, sacudida por movimientos revolucionarios.

La primera etapa fue Palmeiras das Missões —distante 80 km—, donde administró los sacramentos. Prosiguió después su viaje hasta Braga y, luego, a Colônia Militar donde, el 20 de mayo de 1924, celebró por última vez la santa misa.

Los fieles indígenas avisaron al sacerdote del peligro que correría si penetraba en la floresta, pero él no les hizo caso, porque ardía en deseos de llevarles la gracia divina.

Al llegar a un emporio, en busca de informaciones sobre cómo llegar a los colonos de Três Passos, se encontraron con algunos militares que, amablemente, se ofrecieron para acompañarlos. En verdad, se trataba de una emboscada organizada premeditadamente. El padre Manuel y su fiel monaguillo Adílio, que entonces sólo tenía dieciséis años, en realidad fueron llevados a una zona remota de la floresta, donde los esperaban los jefes militares para asesinarlos.

Un testigo narra: "No había pasado media hora cuando repentinamente se escucharon varios disparos procedentes del bosque, a poca distancia de donde nos encontrábamos. Eran las nueve de la mañana del miércoles 21 de mayo de 1924. Nos preguntábamos a qué habían disparado los soldados. Luego, cuando, media hora después, volvieron los militares, nadie se atrevía a decir nada, por miedo a los revolucionarios, y menos a ir al bosque a averiguar lo que había pasado. Podía haber sucedido cualquier cosa.

Al día siguiente, jueves, por la tarde, aparecieron dos asnos sin aparejos, comiendo. El campesino del lugar, al no conocerlos, los echó de allí; por la tarde, llegaron a la tierra del señor Diesel, el cual reconoció que eran los asnos del sacerdote y del muchacho. Sin perder un instante, montó a caballo y fue de prisa hasta la capilla católica de Três Passos. Al llegar, preguntó: ¿Ha llegado el padre Manuel para celebrar la misa? Le respondieron que no. Entonces dedujeron que los habían matado en la floresta de Feijão Miúdo".

Efectivamente, don Manuel Gómez González y Adílio Daronch, en un altozano, habían sido maltratados, y luego atados a dos árboles y fusilados, muriendo así por odio a la fe cristiana y a la Iglesia católica.

Reproducido con autorización de Vatican.va

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Por: . | Fuente: Vatican.va

Monaguillo

Martirologio Romano: En Três Passos, Brasil, beatos Manuel Gómez González, presbítero, y Adílio Daronch, joven acólito suyo, mártires. ( 1924)

Fecha de beatificación: 21 de octubre de 2007, durante el pontificado de S.S. Benedicto XVI

Nació el 25 de octubre de 1908 en una familia descendiente de emigrantes de Italia. Sus abuelos, Sebastiano Daronch y Francesca Schena, llegaron a Brasil en 1890, junto con sus hijos Luigi, Vincenzo, Giovanna Maria y Pietro, el padre de Adílio. Se establecieron cerca de Río de Janeiro, pero Pietro, a la edad de 18 años, se trasladó a Dona Francisca (distante 30 km) para trabajar como aprendiz de zapatero y talabartero. El 15 de enero de 1905, se casó con Judithe Segabinazzi. El nuevo matrimonio se instaló en Dona Francisca, donde nacieron sus tres primeros hijos: Herminia, Abílio Francisco y Adílio. Sin embargo, algunos años después, la familia tuvo que trasladarse a Passo Fundo y luego a Nonoai.

Pietro y Judithe formaron un ambiente familiar unido y profundamente religioso. Eran muy caritativos. Dado que tenían una farmacia, aprovechaban la ocasión para ayudar a muchos enfermos que no tenían recursos: distribuían medicinas, sobre todo en el tiempo de la epidemia de fiebre española, en 1918, que mató a millones de personas en todo el mundo. Pietro murió el 5 de mayo de 1923 y Judithe el 23 de marzo de 1932.

Adílio era un niño sencillo y religioso. Le gustaba mucho orar y acompañar al párroco don Manuel. Sobre todo le ayudaba en las misas como monaguillo.

Cuando don Manuel recibió el encargo de dirigirse a la floresta de Três Passos, cerca de la frontera con Argentina, para realizar una visita pastoral a un grupo de colonos brasileños de origen alemán, tenía decidido llevar como acompañante a Cândido dos Santos, pero este se enfermó. Entonces pidió a Judithe Daronch que le permitiera llevarse a su hijo Adílio. Así la divina Providencia condujo al joven acólito hasta la gloria del martirio.

Reproducido con autorización de Vatican.va

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