08/18/14

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Martirologio Romano: En Santiago de Chile, beato Alberto Hurtado Cruchaga, presbítero de la Compañía de Jesús, que fundó una obra para que los pobres que carecen de techo y los vagabundos, sobre todo niños, pudieran encontrar un verdadero y familiar hogar (1952).

UN SANTO DE NUESTRO TIEMPO


Muchos artículos escribió el Padre Alberto Hurtado, grande fue y es su obra, su trabajo fue tan impresionante como su legado, pues lo que dejó y transmitió a sus sucesores y a su pueblo, es una tarea de amor total, es así como me es difícil tomar una decisión sobre que escrito mostrar para hacer ver como pensó este santo de nuestro tiempo, porque cada cosa que leo, artículos, pensamientos, cada hecho o suceso, cada instante de su vida y obra, es camino de santidad.


En uno de sus tantos artículos escribió: “Sería peligroso sin embargo, bajo el pretexto de guardar contacto con Dios, refugiarnos en una pereza soñolienta, en una quietud inactiva. Entra en el plan de Dios el ser estrujado... La caridad nos urge de tal manera que no podemos rechazar el trabajo; consolar un triste, ayudar un pobre, un enfermo que visitar, un favor que agradecer, una conferencia que dar; dar un aviso, hacer una diligencia, escribir un artículo, organizar una obra, y todo esto añadido a las ocupaciones de cada día, a los deberes cotidianos. Si alguien ha comenzado a vivir para Dios en abnegación y amor a los demás, todas las miserias se darán cita en su puerta. Si alguien ha tenido éxito en el apostolado, las ocasiones de apostolado se multiplicarán para él. Si alguien ha llevado bien las responsabilidades ordinarias, ha de estar preparado para aceptar las mayores. Así nuestra vida y el celo por la gloria de Dios nos echan a una marcha rápidamente acelerada, que nos desgasta, sobre todo porque no nos da el tiempo para reparar nuestras fuerzas físicas o espirituales... y un día llega en que la máquina se para o se rompe. ¡Y donde nosotros creíamos ser indispensables se pone otro en nuestro lugar!”


“Con todo esto, ¿podríamos rehusar? ¿No era el amor de Cristo la que nos urgía? y darse a los hermanos ¿no es acaso darse a Cristo?”


“Mientras más amor hay, más se sufre: el deseo de hacer el bien, siempre el bien, de socorrer a los desgraciados, de siempre enseñar y siempre adaptar la verdad eterna, todo esto no se puede realizar sino en ínfima medida. Aun rehusándonos mil ofrecimientos, imponiéndose una línea de frecuentes rechazos, queda uno desbordado y no nos queda el tiempo de encontrarnos a nosotros mismos y de encontrar a Dios. Doloroso conflicto de una doble búsqueda: la del plan de Dios que hemos de realizar en nuestros hermanos y la búsqueda del mismo Dios que deseamos contemplar y amar; conflicto doloroso que no puede resolverse sino en el amor que es indivisible.”


BIOGRAFIA


Valparaíso, es la segunda provincia en importancia de mi país, esta larga y angosta faja de más de 5.000 kilómetros, que nace por el oriente al pie de la cordillera de los Andes, la que en muchos lugares llega hasta el mismo mar, Océano Pacifico, dejando algunos valles entre mar y cordillera. Junto al mar, en la misma ciudad donde nací, Viña del Mar, pero 49 años antes, nace Alberto Hurtado Cruchaga nació el 22 de enero de 1901, hijo de Ana y Alberto, luego hermano también de Miguel, otro de los hijo del matrimonio.


El padre de Alberto murió cuatro años después que el hubo nacido, se dice que por asuntos económicos, luego su madre vendió las propiedades familiares y emigró a Santiago, la capital donde vivió como allegada, el espíritu solidario de su familia y su madre fue una característica que llego a marcar y formar a Alberto "Las manos juntas para orar, pero abiertas para dar", quien de nacer en un hogar acomodado, hace luego una infancia que lo acerca a la vida humilde y a la pobreza.


Así fue, como a los ocho años de edad, Alberto ingresa a estudiar en el colegio San Ignacio de Santiago como alumno becado, donde se destaca por cumplir con sus obligaciones, reflejado en sus calificaciones, su natural inclinación por hacer el bien, su incondicional entrega a sus compañeros y amigos, sin dejar de ser un muchacho muy alegre y juguetón, lo que atrae con admiración a sus compañero de curso y sus maestros.


Por ser una escuela católica el Colegio San Ignacio, Alberto recibió una educación sólida y reforzada en la fe, es así como con tan sólo 15 años él manifestó sus inquietudes por ingresar a la Compañía de Jesús, siendo motivado a completar previamente su Bachillerato, del que egresó con el premio en Apologética y mención honrosa en todas las materias posteriormente, ya en 1918, ingresó a la Escuela de Derecho de la Universidad Católica.


Por el año 1920, el país sufría algunas crisis laborales en el área minera, principal fuente de riqueza hasta el día de hoy, como así mismo la más importante fuente laboral, y no habiendo otros recursos de trabajos Santiago, la capital, recibía gran cantidad de emigrantes que quedaban marginados en la pobreza, habitando en miserables albergues. En esa realidad, Alberto, quien se destacaba por su espíritu solidario, siendo estudiante , luego de las clases universitarias, visitaba asiduamente a los trabajadores desamparados a fin de ofrecer su apoyo moral y espiritual, esta tarea la hacia motivando a otros amigos para que lo acompañaran.


No descanses mientras haya un dolor que mitigar, era un bello lema del Joven Alberto, quien desde temprana edad adolescente fue inquieto luchador por los más necesitados. Su labor inicial la hizo apoyada desde el Patronato de Andacollo, ubicado en un sector marginal de Santiago, barrio de Mapocho. Allí su acción y su entrega a favor de lucha contra la miseria, le permitió ejercer una loable actividad, motivando su apostolado de carácter social.


Alberto siente un natural impulso de aliviar el dolor de los demás, es así como este Joven de profunda espiritualidad, y de gran servicio a su prójimo, comienza a manifestar una bella actitud solidaria y samaritana en los pobres y sufridos hombres, abandonados a su suerte experimentando una espiritualidad muy profunda y de gran servicio. Es así, como en una ciudad fría, de cemento, inclemente, con una sociedad donde la aristocracia no se la juega por los pobres, y con grandes problemas de cesantía, Alberto, con un gesto valiente, solidario, inspirado en el amor de Cristo, su amigo y líder, vuelca todo su amor y muestra su adhesión y presta su apoyo a una causa ajena, en situaciones difíciles, llevando palabras de aliento y el mensaje de la Iglesia en cada albergue que visita.


El ejemplar comportamiento de vida y el respeto por la vida institucional de Alberto, se muestra también en el cumplimiento de su deber patriótico, y lo hace ingresado a cumplir con sus obligaciones militares como cualquier estudiante responsable en este deber.


Del mismo modo el vio la necesidad de no dejar de participar en los debates contingentes de la época en asuntos sociales a través de las organizaciones estudiantiles.


Dentro de toda su actividad, Alberto no descuida la oración, no deja de lado el ejercicio espiritual, participa en retiros, lo que indica que su buena enseñanza católica del Colegio san Ignacio, su buena educación en la familia, su grupo de amigos, es y sigue siendo algo muy importante en su fe cristiana, adoptando como forma de vida, las enseñanzas de Cristo y su incondicional amor por El, algo que refleja en sus actitud permanente con su prójimo y consigo mismo.


De esta manera, con esta actitud solidaria y comprometida con Cristo y sin entrar aún a la Compañía de Jesús, Alberto Hurtado concluye sus estudios de Derecho, con distinción unánime en la Universidad Católica de Chile.


Pero no era su carrera como abogado lo que el deseaba en su corazón, y es así como el 14 de agosto de 1923, ingresa a la Compañía de Jesús, con sus estudios en el Noviciado de Chillán, distante a poco mas de 400 Km. de su casa al sur de Chile, en ese lugar estaría dos años, después viaja a Argentina, ciudad de Córdoba, lugar donde continua con su etapa inicial preparatoria. En su caminar continua trasladándose por el año 1927 al Colegio Máximo de Sarriá de Barcelona, en España, hasta el año 1931, para cursar por tres años filosofía y teología y a continuación como consecuencia de la realidad política española de la época con la instauración de la República, se ve obligado a viajar a Bélgica, donde continua estudiando en la Universidad de Lovaina, allí cursa otras materia relacionadas con la pedagogía y psicología.


Por que así Dios lo quiso, así fue en el Plan de Vida de Alberto, es ordenado sacerdote en Lovaina, el 24 de agosto de 1933, luego continuando con su brillante formación recibe el grado de doctor en Pedagogía de la Universidad de Lovaina, finalizando su etapa de estudios jesuitas.


Así es, como en una de sus cartas escrita en le año 1933, refleja su inmensa alegría de ser sacerdote, expresándose así "¡Ya me tiene de sacerdote del Señor! Bien comprenderá mi felicidad y con toda sinceridad puedo decirte que soy plenamente feliz”, luego, tres años mas tarde, regresa a su país natal que es Chile a ejercer su tarea encomendada divinamente. Sus primeras tareas, como educador y formador, la hace impartiendo clase en la misma escuela que lo formó, el Colegio san Ignacio, en la misma Universidad Católica de Chile y en el Seminario Pontificio Mayor.


Sin embargo, el país no había experimentado grandes cambios y los problemas sociales continuaban, como país subdesarrollado, pobre, marginal, clasista y racista, donde los que tenía buena situación económica se autoproclamaban aristócratas, formando una clase separatista en categoría Alta, que se mostraba indiferente a los afligido. En esa realidad, el Padre Alberto Hurtado, siente la enorme necesidad de acudir a los desamparados, viendo en cada pobre el rostro sufriente de Jesús.


Pero como el Plan de Dios en los hombres ha de cumplirse, en el año 1937, la gran formadora de este Jesuita, doña Ana Cruchaga, madre de Alberto, se encamina al encuentro con el Señor, cuando ella muere, Alberto estaba en esos momento en sus Ejercicios Espirituales, y a pesar del dolor por la partida de su madre, se siente reconfortado porque su convicción de la vida eterna en la manos de Dios es dueña de su corazón.


El Padre Alberto, hombre de gran carisma, atrae a personas de toda edad, es feliz trabajando con los jóvenes, es feliz oyendo a cada necesitado, y con mucho entusiasmo invita a enloquecerse por Cristo, lo que el llamada con alegría motivadora el "chiflarse" por Cristo.


Entonces observando y sintiendo la triste realidad social del país, se empeña en llevar a cada rincón del territorio una palabra de aliento y esperanza, es así, como en este ambiente el ve la necesidad permanente de la Iglesia de aumentar las vocaciones sacerdotales, entonces esta la oportunidad de captar nuevos servidores y los exhorta a seguir el bello camino del servicio, con su ejemplo de vida la motivación siempre estaba en buenas manos. Es así como impartió Ejercicios Espirituales y dirigió espiritualmente a un grupo de jóvenes, que mas tarde dio como resultado a buenos hombres de fe y servicio social.


Por el año 1941, es nombrado asesor de la Juventud de la Acción Católica, que a partir de ese instante y a través de su conducción, el movimiento cobra gran auge, debiendo viajar constantemente por distintos lugares del país. El además se caracteriza por ser buen escritor, excelente crítico social, buen observador de las cosas cotidianas, buen analista de la realidad social de país, todo inspirado en su gran amor a Cristo, su irrenunciable fe, su amor al prójimo, su espíritu de servicio, su gran preocupación por la comunidad y principalmente los pobres.


El Padre Hurtado, conciente de lo que llamaba la “injusticia social trae más males que los que puede reparar la caridad", se transforma en un buen obrero luchador por la transformación de una sociedad más justa, las tristes y pobres condiciones en las cuales viven los marginados socialmente en chile, la situación de los obreros, le causa un gran dolor, y una gran motivación para dedicarse a ellos, es tan vehemente, que busca, piensa y expresa todo los que puede ser de ayuda a los sufridos trabajadores, bajo el único concepto de justicia y amor que habita en su corazón, que es el espíritu de Cristo. Es así como él se hace presente en muchos sectores laborales, pala en mano se hace presente en las minas salitreras o de carbón en Chile.


En su incansable preocupación por los asuntos sociales, este notable solidario con sus hermanos, viaja a otros lugares como Paris en busca de elementos de juicio que aporten a su causa, llega a entrevistarse hasta con el Papa S.S.Pío XII, en Roma, a quien expone y presenta la realidad religiosa, social y política de su país Chile, haciéndole notar temas tan urgentes como llevar la doctrina social de la Iglesia al mundo sindical y hacer presente el espíritu cristiano en los trabajadores. También pasa por Bélgica, donde se ordeno sacerdote, para estudiar la liga de los campesinos católicos y los sindicatos cristianos.


En el año 1944 se involucra en lo que sería su proyecto más importante y de gran reconocimiento hoy en todo el País. Este comienza en una noche fría y lluviosa en una fecha que no es tradicional para la estación primaveral, en el mes de octubre, cuando es interceptado por un hombre de condición económica pobre que le solicita ayuda porque no tiene un lugar en donde dormir. Alberto con su gran corazón, se estremece, al verlo, desamparado y enfermo, y ve en aquel hombre pobre al mismo Cristo desolado.


Absolutamente conmovido, mas tarde cuenta su experiencia a un grupo de señoras de la congregación del Apostolado Popular que se encontraba en un retiro, con una gran respuesta, porque ellas también se conmovieron y sintieron el llamado de Cristo y decidieron entregar sus joyas y bienes que tenían a mano para dar impulso a una gran obra de caridad, así el 21 de diciembre de ese mismo año, el Padre Alberto Hurtado coloca la primera piedra del Hogar de Cristo.


El Hogar de Cristo es una de las obras de caridad mas grande y talvez la de mayor reconocimiento en el país, en ella el chileno expresa su solidaridad, en ella se refugian los pobres de Chile, en ella encuentran paz, descanso, comida y la presencia espiritual del Padre Alberto Hurtado. Esta obra surge de la espiritualidad del Padre Alberto, y de su gran concepto de lo que es ser solidario en Cristo, viéndolo a El en el rostro del desolado, el desamparado, el marginado y el hambriento hombre en busca de refugio.


“Dar al que lo necesita hasta que duela”, es una expresión acuñada en el corazón de muchos chilenos por el Padre Alberto Hurtado. También fue la invitación que ha sido acogida por sacerdotes y laicos que han estado dispuestos a trabajar por los más pobres, en un hogar que mucho amor, respeto y consideración se respira un aroma de autentica caridad para niños, adulto y ancianos, enfermos y sanos, chicos vagabundos, que habían hecho su hogar junto al Río, debajo de un puente, en una humilde choza de cartón, quienes en principio fueron recogidos por una típica camioneta de los años cincuenta que aún se conserva en excelentes condiciones.


Pero también, preocupado por la suerte del obrero chileno y sus paupérrimas condiciones, el Padre Alberto, se introdujo en el mundo del trabajo creando además la Acción Sindical y Económica Chilena (ASICH) en 1947, ocupando el cargo de Capellán. Allí en la (ASICH), formó dirigentes cristianos y organizó los servicios jurídicos y sociales para defender sus derechos. Cabe destacar el reconocimiento y la afiliación de esta organización a la Confederación Internacional de Sindicatos Cristianos e integrada a organismos internacionales como la ONU, UNESCO y la Organización Internacional del Trabajo.


También es el creador de la revista Mensaje, que público su primer número en octubre de 1951, revista con la cual se hicieron presente los valores de solidaridad, el servicio, la justicia social, y el Evangelio.


Así fue, como el 18 de agosto de 1952, a los cincuenta y dos años de edad, y estando enfermo de cáncer, fue llamado por Dios, del cual tenemos la convicción total, que fue recibido amorosamente, como uno de sus predilectos hijos, que se entregó por entero a vivir y trabajar en el espíritu del amor de Cristo como uno mas de sus apóstoles.


El Padre Alberto Hurtado Cruchaga, fue beatificado en Roma en 1994 y es el segundo de los chilenos, después de la carmelita Teresita de los Andes, y muy pronto también la joven Laurita Vicuña, que tiene un puesto de honor junto a todos los santos de Dios. Canonizado el 23 de octubre de 2005, por el Santo Padre, Papa Benedicto XVI.



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De la noble familia de los De Concorégio, nació en Milán entre los años 1240 y 1250; de su juventud no se sabe nada, lo encontramos ya en la universidad de Bolonia donde algunos ciudadanos de Lodi le proponen, que a partir de octubre de 1287, sea el profesor de Derecho en su ciudad; en el mayo de 1287, el obispo de Lodi le pide su opinión sobre algunos temas legales, esto nos hace entender que gozó de fama de jurisconsulto y en efecto tuvo el título académico de ´magister´ en 1295.

En 1289 entró en el equipo de trabajo del vice canciller de la Curia romana, el cardenal milanés Pietro Peregrosso, quien viendo los buenos resultados de varias misiones en Francia que llevó a feliz término, en 1295 lo designó entre sus herederos.


Continuó su labor en la Curia romana como secretario del cardenal Benedetto Gaetani y luego capellán del papa Bonifacio VIII. El 13 de octubre de 1296 el papa lo nombra obispo de Vicenza, sede que alcanzó de modo borrascoso, porque los vicentini1 eligieron otro obispo, pero al final la autoridad del papa prevaleció.


Tuvo en aquel período encargos diplomáticos especiales siendo arbitro en las contiendas que agitaron Francia e Inglaterra a propósito de Guinea; fue llamado por el papa a Florencia para apoyar a los ´Neri´, como vicario en la Romaña2 (1302), llegando a ser el Rector espiritual y temporal de la Región.


En esta función se encontró enredado en las conocidas turbulencias de esta zona que vivía en continuos conflictos, en Forlì, su sede, bajaba a la plaza para llevar la paz, pero fue atacado y herido gravemente, curó milagrosamente de las profundas heridas y continuó su labor pero sin éxito.


La "bofetada de Anagni"3 y la posterior muerte de Bonifacio VIII, 11 de octubre1303, determinó la caída de la autoridad pontificia en Romaña. En el mismo año, tras la muerte de Obizzo Sanvitale arzobispo de Ravena, el clero ignorando las disposiciones del anterior pontífice, que asumía el nombramiento de los sucesores episcopales, se reunió y dividido en dos grupos, eligieron cada uno un sucesor; el nuevo papa Benedetto XI, acogió la solicitud de quienes habían elegido a Reinaldo de Concorégio, quien después de haber sido reemplazado en la sede de Vicenza y en la rectoría de Romaña, en octubre de 1305 tomaba posesión de la nueva sede arzobispal.


En 1307 convocó un Concilio local, recompuso las relaciones con Roma, retomó la antigua práctica de las visitas parroquiales con un preciso ceremonial. Tuvo en 1309 un según concilio en Bolonia provincial y un tercero en Ravena en 1311.


Viajó mucho por los grandes e incómodos encargos que recibió tanto del Papa cuanto del rey de Francia; por encargo de Enrique VII, rey de Alemania, dio una vuelta por varias ciudades lombardas intentando lograr las reconciliaciones.


Fue artífice de la absolución a los Templarios italianos en el Concilio de Rávena, indagados y amenazados con la disolución de la orden por deseo de Felipe el Hermoso. Condenó junto a sus obispos coadjutores la tortura y la amenaza como medios para conseguir confesiones, no aceptándolas si eran obtenidas con estos métodos. En este tema discrepó con el Papa Clemente V.


Durante Concilio de Vienne, Francia, (1311 -1312), aunque la orden de los Templarios fue disuelta, el papa Clemente V, quien seguía consejos del rey de Francia, tuvo que admitir que ninguna de las acusaciones fueron probadas y Reinaldo, que participó en el Concilio, tuvo así una bonita confirmación a su recto actuar.


En 1314, convocó el cuarto Concilio diocesano en Argenta, con el objetivo de recobrar los bienes de la Iglesia, restablecer la disciplina del clero, de los fieles y del culto. Un quinto y último Concilio local se efectuó en Bolonia en 1317.


Con imponentes trabajos hizo restaurar la catedral de san Orso, incrementó la predicación en lengua vulgar. En 1314, ya inestable de salud, se estableció en el castillo de Argenta y gobernó la sede episcopal de Rávena por vicarios, alejándose paulatinamente de la acción política y limitándose a la dirección de la diócesis.


Murió el 18 de agosto de 1321, quizás en su castillo de Argenta, el culto a Reinaldo siempre ha sido una constante tradición de la Iglesia ravenesa; en un documento del 1340 le es atribuido el título de ´beato´; en el 1413 el franciscano Niccolò de Rimini escribe ´Actos y milagros´ relatando esos hechos; en el 1566 durante un reconocimiento, el cuerpo fue encontrado casi intacto y con una larga barba y así es representado.


Sus reliquias están en Lodi, Concorégio, Vicenza, lugares dónde incluso es venerado. El culto oficial fue concedido a la diócesis de Ravena y a las otras ciudades, por el papa Pío IX, el 15 de enero de 1852.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!




1vicentini: gentilicio de Vicenza. arriba

2La Romaña es una región histórica de Italia central que actualmente forma parte de la región de la Emilia-Romaña. 3La bofetada de Anagni es un episodio sucedido en la ciudad de Anagni el 7 de septiembre de 1303. Actualmente se cree que no se trató propiamente de una bofetada materialmente dada, sino más bien a un golpe moral, aun cuando algunos historiadores atribuyen a Sciarra Colonna el acto de abofetear al Papa Bonifacio VIII: El episodio fue cantado por Dante Alighieri en su Divina Comedia (Purgatorio, Canto XX, 85-90).

El absolutismo monárquico del rey de Francia, Felipe IV el Hermoso, teorizado por los romanistas de su corte, no admitía ningún poder exterior a su voluntad, por lo que chocó con la doctrina teocrática del papa Bonifacio VIII, que afirmaba el derecho pontificio sobre todos los hombres, incluso los soberanos. Para ello promulgó la bula "Unam Sanctam" (1302), que desató la tormenta entre los dos poderes, puesto que la acompañó poco después con la excomunión del rey. El canciller de Felipe IV, Guillaume de Nogaret, aconsejó al rey la acción directa contra el Papa. Con la calumnia, Nogaret indispuso los ánimos, al mismo tiempo que con sus tropas se presentó en la residencia papal de Anagni, forzó la guardia del castillo y en una escena violenta y humillante ultrajó al pontífice y se apoderó de su persona. Libre al día siguiente, con la ayuda de tropas romanas amigas, Bonifacio VIII no resistió la afrenta; al cabo de tres días murió en Roma (11 de octubre de 1303).

El ultraje causó la ira incluso de algunos adversarios de la política del Papa, como el mismo Dante, que consideró la ofensa como realizada contra Cristo mismo.arriba



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Martirologio Romano: En la Iliria, los santos Mártires Floro y Lauro, canteros, los cuales, en tiempo del prefecto Licinio, después del martirio de sus maestros Próculo y Máximo, ambos, al cabo de muchos tormentos, fueron sumergidos en un pozo profundo.

Los gemelos Floro y Lauro eran aprendices de escultores y Proclo y Máximo sus maestros. Dejando Bizancio, su ciudad natal se establecieron en la región de la Dardania, en Ulpiano, donde ejercían su arte.


Fueron llamados por Licinio para la construcción de un templo a los dioses paganos; un día, Alejandro, hijo de Anastasio, sacerdote pagano, mientras asistía a la construcción, fortuitamente fue golpeado en un ojo.


Floro y Lauro instruyeron a Alejandro en la fe de Cristo cuando éste se convirtió al cristianismo, los Santos obraron el milagro de devolverle la vista al ojo enfermo.


Tal fue la admiración del padre por el prodigio, que también él se convirtió. Terminada la construcción del templo, Floro y Lauro, reunidos con los cristianos del lugar, entraron al templo con velas encendidas, portando en andas la Cruz.


Enterado Licinio de este hecho, les propuso perdonarlos, siempre que hicieran sacrificios a los dioses. Habiendo obtenido como respuesta una enérgica negativa, los Santos fueron flagelados, quedando su sangre esparcida por todo el piso, y luego ahogados en un pozo


Iliria es una antigua región histórica de Europa que, en su mayor extensión, incluía la parte occidental de la península Balcánica en la costa oriental del Mar Adriático, en lo que hoy es Albania. Su nombre griego fue Illyris, y el latino Illyricum. El nombre de Iliria prácticamente no fue usado por los autores clásicos.