02/12/21

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Por: . | Fuente: Agustinos-es.org

Seglar Agustina

Martirologio Romano: En Spoleto, ciudad de la Umbría, beata Cristina (Agustina) Camozzi, la cual, muerto su esposo, cedió por un tiempo a la concupiscencia de la carne, pero convertida, escogió la vida penitente, ingresando en la Orden Secular de San Agustín, distinguiéndose por su vida de plegaria y por el servicio a enfermos y pobres (1458).

Etimología: Cristina = Aquella que sigue al Mesías, es de origen griego.

Fecha de beatificacion: Culto confirmado por el Papa Gregorio XVI en el año 1834.

El inicio de la vida de esta figura femenina italiana puede muy bien colocarse en el instante en el que ella, en torno a 1450 o algo más tarde, decidió cambiar de vida y, abandonando la familia y los lugares en que había vivido, vistió el hábito de agustina secular. De ella sólo se sabía que era muy joven, hermosa, que decía llamarse Cristina, y que deseaba ardientemente dedicarse al seguimiento de Cristo.

Su existencia fue un peregrinar permanente en busca de un lugar donde vivir en el olvido más absoluto. Su penitencia fue extraordinariamente dura. La vida de piedad, su oración y sus obras de misericordia con los necesitados se multiplicaban cada día. Vivió en diversos monasterios de Agustinas; pero se alejaba de ellos tan pronto como advertía que le dispensaban trato y aprecio especiales.

En 1457, comenzó una peregrinación, deseosa de visitar los lugares santos de Asís, Roma y el Santo Sepulcro. En compañía de otra terciaria, llegó a Spoleto, donde permaneció hasta el final de sus días, dedicándose a la asistencia de los enfermos en el hospital de la ciudad.

Después de haber vivido intensamente su nueva vida durante unos años, quizá sin alcanzar los treinta de edad, el 13 de febrero de 1458 entregó su alma al Señor, con gran fama de santidad, sellada con muchos milagros.

En estas noticias hay concordia entre los hagiógrafos. No así sobre el tiempo precedente a su heroica decisión de huir del mundo permaneciendo en él, motivo por el que se la conoce bajo varias denominaciones. Algunos la consideran perteneciente a la familia de los Visconti de Milán o a la de los Semenzi de Calvisano, no distante de Brescia. Para éstos la fuga habría sido motivada por el deseo de liberarse de quienes insistían en casarla contra sus propios deseos e ideales. Otros la presentan con el nombre de Agustina, nacida en las proximidades del lago de Lugano entre 1432 y 1435.

Según esta versión, se llamaba Agustina Camozzi, hija de un médico de nombre Juan Camozzi, vecino de Osteno (Como), y casada todavía muchacha con un artesano del lugar, un cantero. Al quedar viuda tras breve convivencia, habría mantenido una relación con un caballero milanés, oficial del ejército, del que tuvo un hijo, muerto muy niño. Casada en segundas nupcias, con un campesino de Mariana, diócesis de Mantua. Se enamoró perdidamente de ella un militar, que terminó por asesinar a su marido. Por ésta, u otras causas, el asesino fue castigado con la pena capital.

Agustina decide cambiar totalmente de vida. Escoge Verona como residencia y allí, deseando imitar a Cristo y tomando el nombre de Cristina, hace profesión como agustina secular.

¿Visconti, Semenzi o Camozzi? ¿Modelo de vida sin mancha o de convertida? La respuesta se la llevó Cristina consigo a la tumba.

Su cuerpo fue sepultado en la iglesia de san Nicolás de Spoleto, en aquel entonces regida por los agustinos. Numerosas gracias y milagros atribuidos a su intercesión contribuyeron a acrecentar y difundir el culto nacido inmediatamente después de su muerte, que Gregorio XVI ratificó en 1834, proclamándola beata.

ORACIÓN
Oh Dios,
que no quieres la muerte del pecador,
sino que se convierta y viva;
haz que, también nosotros,
siguiendo el ejemplo de la beata Cristina,
demos frutos saludables de verdadera penitencia y conversión.
Por Nuestro Señor Jesucristo.
Amén.

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Por: . | Fuente: santiebeati.it

Monja

Martirologio Romano: En Padua, en la región de Venecia, beata Eustoquia (Lucrecia) Bellini, virgen de la Orden de San Benito (1469).

Etimología: Lucrecia = Aquella que gana, es de origen latino.

Fecha de beatificación: El Papa Clemente XIII, que anteriormente fuera obispo de Padua, confirmó su culto en 1760.

Su nacimiento no fue propiamente legítimo, Lucrecia Bellini nació en Padua en el año 1944, era fruto de la adultera relación mantenida por una monja del monasterio benedictino de San Prosdocimo con Bartolomé Bellini; cuando tenía cuatro años de edad el demonio se posesionó de su cuerpo, quitándole el uso de la razón, y atormentándola prácticamente toda la vida.

A los siete años fue confiada a las monjas de San Prosdocimo que mantenían en su monasterio una especie de escuela; la conducta de la comunidad no era ejemplar, pero Lucrecia despreciaba el ocio mundano, prefería los retiros, los trabajos y la oración, siendo muy devota de Nuestra Señora, de San Jerónimo y de San Lucas.

En 1460 el Obispo Jacopo Zeno, tras la muerte de la abadesa, intentó imponer una mejor disciplina en el monasterio, pero las monjas y las alumnas de la escuela, se regresaron a sus casas quedándose tan sólo Lucrecia Bellini en el monasterio.

Entonces vinieron a reemplazarlas unas monjas del monasterio benedictino de Santa María de la Misericordia, bajo la guía de la abadesa Justina de Lazzara. Lucrecia tenía casi dieciocho años, pidió ingresar a la orden, y el 15 de enero de 1461 toma el negro habito benedictino y cambia su nombre al de Eustoquia; el demonio que durante algún tiempo la había dejado en paz, tomó control de su cuerpo, obligándole a realizar actos contarios a la Regla; llevándola incluso a realizar actos tan ruidosos y violentos, que las hermanas estaban aterradas que optaron por tenerla atada a una columna durante varios días.

Más la calma duró poco, luego de que Eustoquia fuera desatada, la abadesa cayó enferma con un extraño malestar, ella sospechaba que Eustoquia tenía algo que ver con sus síntomas, creyendo incluso que practicaba brujería, por lo que fue obligada a mantener reclusión e ingerir tan sólo pan y agua durante los siguientes tres meses.

Pero todas estas pruebas no desaniman a la novicia quien y a todos aquellos que le proponían que retornara al mundo o que cambiara de monasterio ella les decía que todas aquellas tribulaciones eran bienvenidas ya que deseaba expiar el pecado del que ella había nacido, hacerlo allí donde fue cometido, en la soledad ella se confortaba recitando un rosario o una corana de salmos y oraciones que ella componía.

Una vez que fue liberada, el demonio volvió a atormentarla, con flagelaciones sangrientas, nauseas incontrolables y otras extrañas aflicciones que ella soportaba con una inflexible paciencia, lo que convenció a las hermanas de sus virtudes, y finalmente el 25 de marzo de 1465 se admitió su profesión solemne, y como era costumbre de aquel tiempo, dos años después se le impuso el negro velo de las benedictinas.

Su vida no fue larga, tubo gran belleza, pero las posesiones diabólicas, las enfermedades y penitencias, la habían reducido a casi un esqueleto viviente, por lo que los últimos años de su vida los pasó casi siempre enferma en una cama, absorta en la oración y meditación de la Pasión de Jesús.

Ella murió el 13 de febrero de 1469 cuando tenía tan sólo 25 años, su final fue tan sereno que su rostro pudo recobrar su antigua belleza, el demonio la había dejado finalmente en paz.

Eustoquia es que el único caso conocido de un creyente que logró triunfar en su deseo de santidad, aunque todos su vida fue poseída por el diablo.

Cuatro años después de su muerte, el cuerpo fue exhumado del sepulcro original, el que empezó a llenarse de una agua pura y milagrosa, que dejó de surgir sólo cuando el monasterio fue cerrado.

En 1475 su cuerpo fue trasladado a la iglesia del monasterio, y en 1720 fue puesto dentro de una arca de cristal. El monasterio de San Prosdocimo se suprimió en 1806 y el cuerpo de la beata benedictina fue trasladado a la Iglesia de San Pedro de Padua; sobre el altar de mármol que contiene su cuerpo, se encuentra una pintura de Guglielmi que representa a la beata pisoteando al diablo.

Su fiesta religiosa, actualmente oficiada en toda la diócesis de Padua, es el 13 de febrero.

traducido por Xavier Villalta

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Por: . | Fuente: EWTN.com

Sucesor de Santo Domingo de Guzmán

Martirologio Romano: Cerca de Ptolemaida, en Palestina, tránsito del beato Jordán de Sajonia, presbítero de la Orden de Predicadores, sucesor e imitador de santo Domingo, que trabajó incansablemente para extender la Orden y pereció en un naufragio (1237).

Etimología: Jordán = "Aquel que baja o desciende", hace referencia al río Jordan del suroeste de Asia. Es de origen hebreo.

Fecha de beatificación: Culto confirmado en 1825 por el Papa León XII

Fue el sucesor de Santo Domingo de Guzmán, y el gran propagador de la Comunidad de Padres Dominicos.

Nació en Sajonia (al sur de Alemania) y se doctoró en la Universidad de París. Santo Domingo de Guzmán le envió a un hombre de toda su confianza (a Fray Reginaldo) a que le propusiera hacerse religioso dominico, y aceptó. El Miércoles de Ceniza del año 1220 entró a la Comunidad de Santo Domingo.

El caso de Jordán de Sajonia es uno de los más impresionantes de la historia. Un hombre que entra a una comunidad y a los solos tres años de estar de religioso reemplaza al santo Fundador y llega a ser Superior General de toda la Comunidad.

Jordán sobresalía por su gran elocuencia y por la eficacia maravillosa de su palabra para conmover los corazones de los creyentes.

Primero fue nombrado superior Provincial de la región más difícil de gobernar que tenía esa comunidad, que era la Lombardía, Italia. Luego al morir santo Domingo, en 1222, los delegados de toda su Orden religiosa lo eligen como Superior General y reemplazo del fundador. Y en este cargo dura 15 años, hasta su muerte en 1237. Santo Domingo tiene el honor de haber sido el fundador de la Comunidad de Padres Dominicos, pero Jordán de Sajonia fue el gran propagador de esta comunidad. Basta con recordar que durante su mandato se fundaron 249 Casas de Congregación y se hicieron seis nuevas provincias de religiosos.

Dicen que Jordán de Sajonia es el Patrono de los Capellanes de Universidades, porque este santo sacerdote recibió de Dios unas cualidades admirables para lograr ejercer influencia entre los universitarios. Por nueve años había estudiado en la más famosa Universidad de La Sorbona en Paría, y allí aprendió muchas técnicas para lograr influir en favor de los estudiantes. Su gran preocupación fue siempre lograr hacer mejores a los que estudiaban en las Universidades. Un año predicaba la cuaresma en la Universidad de París y al año siguiente en la concurridísima Universidad de Bolonia y al tercer año se dirigía a predicar a la Universidad de Oxford, en Inglaterra, y en todas partes los frutos espirituales que cosechaba eran admirables. En la Universidad de Alemania conquistó para su comunidad al más grande sabio en ciencias naturales de su época, a San Alberto Magno. Y conquistó también a Pedro de Tarantasia, que llegó a ser después el Pontífice Inocencio Quinto. Un famoso profesor de universidad previno a sus alumnos para que no se dejaran convencer por los discursos de Jordán, pero al oírle uno de sus elocuentes sermones, se convirtió él también en uno de sus más fervientes admiradores.

Uno de los antiguos biógrafos, compañero suyo, dice: "Las casas religiosas donde habitaba el Padre Jordán parecían colmenas, por los muchos jóvenes que entraban a hacerse religiosos, y por los muchos que de allí salían para ser superiores de otras casas religiosas. Por eso él al llegar a un convento mandaba hacer muchos hábitos religiosos, teniendo confianza en que Dios le enviaría muy numerosas vocaciones, y así le sucedía en todas partes".

El Padre Jordán no sólo se iba a las universidades a conseguir jóvenes muy bien instruidos, para que se hicieran religiosos, sino que también se iba a los campos y a los barrios obreros a invitar muchachos sanos, aunque fueran ignorantes, a que entraran en la comunidad. Y esto le valió la acusación de que él recibía a gentes que no le iban a dar gloria a su Congregación. Y sucedió una vez que recibió a unos 60 muchachos tan poco estudiados que casi no eran capaces ni de leer los salmos en la oración de la comunidad. Y a quienes lo criticaban por recibir esta clase de gentes, les respondió con unas palabras que resultaron ser una profecía o anuncio de lo que iba a suceder en el futuro: "Ténganles paciencia por ahora y concédanles tiempo para instruirse poco a poco, que un día se convertirán en grandes predicadores". Y esto se cumplió exactamente varios años después.

Cuando Dios le confía a una persona un oficio especial, le concede las cualidades que para ese oficio necesita. Y al Padre Jordán le confió Dios el oficio de conseguir muchísimas vocaciones para la vida religiosa, y por eso le concedió unas cualidades admirables. Recordemos algunas:

El Padre Jordán tenía unas cualidades que excedían a las que posee el común de las gentes. Dicen los que vivieron junto a él que la austeridad en el dominio de su lengua, de sus ojos y de la gula era algo impresionante, pero que sobre todo llamaba la atención el modo heroico como dominaba su ira para no ofender a nadie ni amargar la vida a ninguno.

Y no es que no fuera valiente. Cuando el emperador Federico II empezó a atacar ferozmente al Sumo Pontífice y a la religión, el Padre Jordán se fue al palacio y le dijo frente a frente al Emperador que ésta conducta era reprensible y que si no cambiaba de modo de proceder le llegarían desgracias muy grandes.

Pero con los pequeños sabía hacerse pequeño y con los débiles era extraordinariamente comprensivo. El tenía por cierto lo que más tarde afirmará y repetirá San Francisco de Sales, que "más moscas se logran cazar con una cuchara de dulce miel que un barril de amarga hiel".

Sus contemporáneos alababan mucho "las dotes de buen amigo" que poseía el Padre Jordán. Comprensivo, lleno de caridad, con deseos continuos de amoldarse a los demás para poder hacerles mayor bien. El mismo lo dice en uno de sus escritos: "Siempre me esforcé por tratar de estar de acuerdo con los demás en todo lo bueno y por tratar de no chocar contra nadie. Quise colocarme en el sitio de los otros para poder comprenderlos mejor. Nunca preferí mis propios gustos en contraposición de los de los demás. Con los soldados traté de amoldarme a ellos como si yo fuera un soldado. Con los campesinos como si fuera un campesino. Y sobre todo me propuse ser extremadamente comprensivo con los que sufren tentaciones, angustias y depresiones".

San Pablo recomienda a los seguidores de Cristo: "Rían con los que ríen, y lloren con los que lloran" (Rom. 12, 15). Es lo que hizo siempre Fray Jordán. Leamos un ejemplo: Una noche estaba rezando los salmos con un grupo de jóvenes recién llegados a su Comunidad, y de pronto a uno de ellos le vino una risa nerviosa y no fue capaz de controlarla, y enseguida los demás compañeros se contagiaron también y empezaron a reír todos, y no se pudo seguir el rezo. Uno de los superiores quiso regañarlos, pero el Padre Jordán les dijo: "Mis buenos jóvenes: tenemos que reírnos alegremente porque hemos logrado salirnos de la esclavitud del pecado y de los vicios en que nos tenía presos el mundo y ahora hemos llegado a ser del grupo de los preferidos de Dios. ¡Riámonos pues alegremente! Y él personalmente participó de aquella alegría juvenil.

Alguien le preguntó si un Padrenuestro rezado por un ignorante valía menos que uno rezado por un gran doctor de la Teología, y él respondió: "Un diamante valo lo mismo si está en manos de un sabio, que si está en manos de un analfabeta". Otro le preguntó: ¿Qué es más necesario para la vida del alma: rezar o meditar? Y le dijo: "Eso es como preguntar qué es más necesario para la vida del cuerpo si comer o beber. Ambas cosas son sumamente necesarias". Alguien le dijo: ¿Cuál es la posición mejor para rezar, sentado, arrodillado, de pies o postrado? Y respondió: "La mejor posición para rezar es aquella en la cual cada uno se siente mejor, con más fervor y con más inclinación a rezar bien". (Esta frase la repitió textualmente el Papa Pío XI, 700 años después de haber sido pronunciada por nuestro santo). El superior de una Comunidad le pidió que le quitara aquel cargo, aduciendo que ese oficio le traía cuatro males: orgullo, honores, trabajos y humillaciones. El Padre Jordán le respondió: "Los dos primeros sí son males y de ellos te libre Dios, y esfuérzate por evitarlos. Los otros dos, el trabajo y las humillaciones, son grandes bienes que te conseguirán un puesto altísimo en el Reino de los cielos".

El Padre Jordán, aprovechando que Dios le había concedido tal eficacia de la palabra que dondequiera que predicaba o hablaba la gente, conseguía vocaciones, fue recorriendo ciudades y países predicando y consiguiendo que muchísimos jóvenes entraran de religiosos. El Señor le concedió la inmensa alegría de que el fundador de la Comunidad, Domingo de Guzmán, fuera declarado santo por el Sumo Pontífice en 1234. Con esta bella noticia ya Jordán podía irse al cielo tranquilo. Y dispuso viajar a Jerusalén para visitar los Santos Lugares donde vivió y murió Nuestro Señor Jesucristo, y para visitar a los Padres Dominicos que trabajaban en esas tierras.

Pero en el viaje de regreso, el barco que lo transportaba fue lanzado por una violenta tempestad a las costas de Siria, frente a la ciudad de Tolemaida y Fray Jordán y los demás pasajeros murieron ahogados. Era el 13 de febrero del año 1237.

Las olas llevaron a las orillas del mar el cadáver del Padre Jordán y sus religiosos lo sepultaron con toda solemnidad. Después las gentes empezaron a conseguir milagros por su intercesión, y el Papa León Doce lo declaró Beato.

Padre Jordán: Gran promotor de vocaciones: recuérdanos siempre aquella frase de un gran Pontífice: "Las vocaciones existen. Lo que hay que hacer es cultivarlas."

¡Feliz día a quienes lleven este nombre!

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