08/11/13

Eleazar es un nombre que significa: "Dios me ayuda".

La Santa Biblia, en el 2o. libro de los Macabeos (capítulo 6) narra así la historia de ese mártir.

"Eleazar era de los principales especialistas en explicar al pueblo la Ley del Señor. Era varón de avanzada edad y de muy noble aspecto. Los enviados del impío rey Antíoco, querían obligarlo a desobedecer la santa ley de Dios, pero él prefiriendo una muerte honrosa a una vida infame, dispuso marchar voluntariamente al suplicio del apaleamiento, después de rechazar valientemente todo lo que iba contra las leyes santas".


"Los que estaban ecargados de obtener que los israelitas renunciaran a sus antiguas y sagradas costumbres, lo invitaban a simular que sí hacía lo que la ley prohibía, aunque no lo hiciera, para que obrando así se librara de la muerte y por su antigua amistad con ellos alcanzara benevolencia y buen trato."


Tomando una noble resolución, digna de su edad, de la venerablidad de su ancianidad, del inmejorable proceder que había tenido desde niño, y sobre todo de su inmensa veneración a las leyes santas dadas por Dios, se mostró consecuente con lo que profesaba, y pidió que más bien lo enviaran a la muerte, en vez de hacerle propuestas que iban en contra de su conciencia. Y dijo estas inmortales palabras: "a mi edad no es digno finjir hacer lo malo, aunque lo que se haga sea bueno. Porque después muchos jóvenes, creyendo que Eleazar a los 90 años se ha pasado a las costumbres de los que no tienen ninguna religión,se podrán desviar, y yo por haber simulado lo que no era cierto con el pretexto de conservar el poco tiempo de vida que aún me queda atraería deshonra e infamia a mi vejez. Porque aunque yo lograra en el presente librarme de los castigos de los hombres, ni vivo ni muerto podré librarme de los castigos que Dios tiene reservados para los que van contra su santa Ley. Por eso al sacrificar ahora valientemente la vida, me mostraré digno de mi ancianidad, dejando a los jóvenes un ejemplo noble, al morir generosamente, con valentía y nobleza, por defender las leyes de nuestra sagrada religión".


Al terminar Eleazar de decir las bellas palabras anteriores, se fue enseguida al suplicio. Los que lo llevaban, cambiaron su suavidad de poco antes en dureza, después de oír sus valientes declaraciones, y empezaron a apedrearlo sin compasión.


El, cuando ya estaba a punto de morir, dijo entre suspiros: "El Señor Dios que posee la ciencia santa, sabe muy bien que yo pudiéndome librar de la muerte, soporto por su amor los crueles dolores que produce en mí este apaleamiento, pero en mi alma lo sufro con gusto porque se trata de demostrarle a mi Dios cuanto lo quiero y lo estimo". De este modo murió santamente. Y Eleazar no dejó sólo a los jóvenes sino a todos los creyentes, con su heróica muerte, un ejemplo de nobleza, valor y generosidad y una invitación a preferir morir antes que pecar.


No tengas respetos humanos que vayan contra tu alma. (Eclesiásticos).


Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com



Nació en 1088, en Ávila, España.

Educado muy cristianamente, desde la niñez dio muestras de sus virtudes. Al quedarse huérfano se retiró a un rincón de lo que es hoy la Ribera barcense. Empezó a roturar y a labrar estas tierras, así como a socorrer a los pobres y a enseñar a las gentes. Creció la fama de su virtud y el Obispo de Segovia le nombró canónigo de sus Catedral.


En el año 1149 regresó al Barco con su amigo San Pascual, natural de Tormellas. Como estaba muy viejo buscó a un mozalbete para que lo ayudara. la tradición y la leyenda dicen que pidió al Señor que le diera a conocer el momento de su muerte. Le anunció que sucedería cuando el agua de la fuente en que bebía se convirtiese en vino. En octubre de 1155, San Pedro tuvo sed y pidió al muchacho le trajeses un poco de agua, al probarla observó que era vino. A los 3 días murió.


La tradición y la leyenda siguen contando: Como no hubo acuerdo sobre dónde enterrarle, se decidió montarle en una mula, a la que habían vendado los ojos; en el lugar donde se parase, allí se le enterraría. La mula partió de El Barco, pasó Piedrahíta y al llegar a Ávila, se dirigió a la Iglesia de San Vicente donde se paró y dejó marcada su huella, conservándose ésta actualmente. La mula cayó muerta y fue enterrada en el trozo de muralla más cercano a la iglesia, que conserva todavía el nombre de “Cubo de la mula”.


San Pedro fue enterrado en la iglesia y allí permanece, salvo el húmero que fue extraído para depositarlo en la ermita de San Pedro, en El Barco de Ávila. Actualmente está en el Museo de la Iglesia Parroquial.



Fray Buenaventura de san Luis Bertrán García Paredes nació y fue bautizado el 19 de abril de 1866 en castañedo de Valdés, Luarca (Asturias), de padres muy piadosos, llamados Serapio García Paredes, y María Pallasá, ésta hija de padre procedente de la Navarra francesa; recibió una óptima formación en el hogar paterno, y dio ya de niño signos de su futura vocación eclesiástica; tuvo un hermano sacerdote y también durante algún tiempo una hermana dominica en el convento de la Anunciación de Ávila; en la niñez pastoreó las ovejas de su padre, realizó estudios primarios en el pueblo natal y en una preceptoría, aconsejado por el dominico Esteban Sacrest, que había misionado en su pueblo; regentaba la mencionada preceptoría el párroco Antonio Francos Pertierra; acudió a sus clases durante un año; ingresó después en la escuela apostólica o seminario menor de Corias (Asturias), donde cursó dos años, tras los cuales sus maestros lo consideraron apto para comenzar el noviciado; sin embargo, por problemas de salud se restituyó, aconsejado por los superiores de Corias, al hogar paterno; una vez restablecido se dirigió a la escuela apostólica de Ocaña (Toledo), perteneciente a la Provincia del Santo Rosario.

Ingreso y formación en la orden


Tomó el hábito en la fiesta de santa Rosa de Lima, 30 de agosto de 1883; durante el noviciado habitó en la misma celda que en otro tiempo ocupó el mártir asturiano san Melchor García Sampedro, o.p. hizo la profesión simple el 31 de agosto de 1884; profesó solemnemente el 8 de septiembre de 1887, en manos del rector del convento de Ávila fray Santiago Payá, siendo Maestro de la Orden fray José María Larroca, y provincial de la Provincia del Santísimo Rosario de Filipinas fray Lucio Asensio; tuvo como maestro en Ocaña a fray José Trobat, que fue misionero en Vietnam.

Estudió un trienio de Filosofía en Ocaña; después pasó a cursar teología al convento de santo Tomás de Ávila; estudió directamente el texto de la "Suma de teología" de santo Tomás de Aquino. Cumplido el tercer año de teología lo enviaron a la Universidad de Salamanca a cursar Derecho Civil, que luego continuó, junto con Filosofía y Letras, en las Universidades de Valencia y Madrid. En Salamanca obtuvo el bachillerato en Derecho Civil el 29 de enero de 1891; en el mismo año, el 25 de julio, en el oratorio del Palacio Episcopal de Ávila, fue ordenado sacerdote por el obispo Juan Muñoz y Herrera, gran amigo de la Orden; celebró su primera misa en la fiesta del beato Manés.

Tanto en Valencia como en Madrid obtuvo las mejores calificaciones. En la Universidad Central de Madrid obtuvo el Doctorado en Filosofía y Letras el 30 de junio de 1897; al año siguiente, el 20 de junio, fue promovido al Doctorado en Derecho Civil. Para la consecución del título en Filosofía presentó una tesis sobre "Santo Tomás y la Estética moderna. Necesidad de restaurar el pensamiento estético del angélico doctor en la ciencia de lo bello"; para el Derecho Civil: "La Iglesia y el Estado en la Teoría jurídico-social de santo Tomás comparada con las Teorías modernas sobre el mismo asunto".


Profesor y superior


En 1899, tiempo muy difícil para las Islas Filipinas, fue destinado a Manila y allí se examinó y obtuvo el grado de Lector, que le abría las puertas para poder dedicarse a la docencia en los estudios generales de la Orden; en 1900 le encargaron la cátedra de Derecho Político y Administrativo en la Universidad de santo Tomás. Comenzó por entonces a publicar artículos, especialmente en el diario católico Libertas, del que fue director por breve tiempo, desde el 21 de abril de 1901 hasta el verano del mismo año; defendió la causa de Bernardino Nozaleda, o.p. (1844-1927), Arzobispo de Manila, también cuando éste fue nombrado Arzobispo de Valencia (1903). Con feliz éxito abogó ante el Tribunal Supremo de Manila a favor del derecho que tenía a sus bienes la Iglesia de san José.

En 1901 lo eligieron prior del convento de santo Tomás de Ávila; fue confirmado en el oficio el 31 de julio y comenzó a ejercer el cargo el 14 de octubre; mereció en alto grado el aprecio de los habitantes de la ciudad, así como de las autoridades civiles y eclesiásticas; terminado el priorato permaneció todavía por algún tiempo en aquel convento; dio clases de derecho canónico en el Seminario Conciliar. Continuó la historia eclesiástica del P. Francisco Rivas, editada en tres tomos en Madrid en 1877; completó dicha historia con la adición de temas pertenecientes al el pontificado de León XIII (1877-1903).

Fundó un Colegio de Enseñanza Media en Santa María de Nieva (Segovia); se comenzó a tratar de este asunto en septiembre de 1903, y en 1904 se inició el primer año escolástico; el colegio, abierto al alumnado de la población y de otras localidades vecinas, comenzó a florecer bajo su gobierno. En 1910 lo eligieron prior de Santo Domingo de Ocaña; asistió al Capítulo Provincial de Manila y allí lo eligieron Prior Provincial, el 14 de mayo de 1910.


Al frente de la Provincia del Santo Rosario


Se trataba entonces de la Provincia más numerosa de la Orden, con cerca de seiscientos hermanos; de regreso del Capítulo participó en el cincuentenario de la fundación de Corias, convento de la Provincia de España, donde tuvo un memorable discurso; habló de la necesidad de restaurar la Provincia de Aragón; llegado el momento de tal restauración en 1912, con la aprobación de su Consejo, cedió a la misma el convento de Valencia, que pertenecía a la del Santo Rosario.

Se esforzó grandemente por fomentar las misiones; visitó más de una vez regiones inmensas de China, Japón, Vietnam, y tomó contacto con los misioneros, a los que auxiliaba cuanto podía. Erigió hospitales, colegios para la formación de niños y jóvenes de ambos sexos; se destacaron los colegios de Fochoow, en la Provincia china de Fokien, y el de Taipeh, en la Isla de Formosa. Cedió campos misionales en China a la Provincia de Teutonia, y en Vietnam a la de Lyon. Fundó en octubre de 1917 la revista "Misiones dominicanas"; deseaba que fuera reflejo de cómo se propagaba el reino de Cristo en los muy vastos territorios confiados a su Provincia, y que diera a conocer las fatigas de los misioneros así como el fervor de los nuevos cristianos; en el primer número se presentaba ya a santo Domingo como modelo de misioneros.

Planificó y construyó la sede central para la Curia Provincial en Manila; en 1911, al cumplirse los trescientos años de su fundación, adquirió 50.000 metros cuadrados para la ampliación de la Universidad de santo Tomás, y colocó la primera piedra de los nuevos edificios. Por mandato del Capítulo Provincial de 1910 fundó en 1912 la Escuela Apostólica de la Mejorada (Olmedo, Valladolid). Extendió la presencia de la Provincia hacia los Estados Unidos de América del Norte (Tangipahoa, y Centro de Estudios Teológicos de Rosaryville, Nueva Orleáns, Luisiana, inaugurado el 16 de noviembre de 1911).

Terminado el cuatrienio de su provincialato continuó en el cargo por voluntad explícita del papa san Pío X, y a beneplácito de la Santa Sede. Terminado el mandato en 1917 se encargó de la construcción y lo hicieron superior de la casa del Santísimo Rosario de Madrid (c/ Conde de Peñalver, entonces calle Torrijos, nº 28); esta casa en 1921 contaba con seis frailes, de los cuales tres han sido elevados al honor de los altares, y uno más está en proceso; además del beato Buenaventura puede recordarse a los beatos Manuel Álvarez Álvarez (Quirós, Asturias, 1871 - † Madrid 14 de septiembre de 1936) y José Luis Palacio Muñiz (Tiñana, Siero, Asturias, 1870 - † Algodor, Madrid, 25 de julio de 1936); el cuarto, en la actualidad siervo de Dios, es fray José Mira Lloret (Alcoy, Alicante, 1872 - † Ocaña, Toledo, 11 de agosto de 1936), cuya "positio" o ponencia está en espera de redacción.

Durante nueve años se entregó al apostolado y dirección de almas, tanto seglares como religiosas, dominicas o de otras congregaciones; entre las personas aconsejadas por él se contaba d. Antonio Maura, cinco veces presidente del gobierno español.


Maestro de la Orden


El 22 de mayo de 1926 fue elegido Maestro de la Orden. En la alocución que tuvo este mismo día el definidor de la Provincia del Santo Rosario, fray José Noval, se pedía para el que debía ser elegido: que destacara en ciencia, verdadero maestro que ayudara a la conquista y predicación de la verdad; debía, igualmente, resplandecer en la virtud de la vida regular y apostólica; finalmente se quería que poseyera prudencia comprobada por la experiencia en gobernar, porque -se afirmaba- regir almas es el arte de las artes. Cuatro miembros del Capítulo se trasladaron aquel mismo día desde Ocaña a Madrid para anunciarle la elección y acompañarlo al aula capitular; eran los provinciales Getino, Tapie, Leca y Tamayo. Llegado al convento de Ocaña aquella misma tarde se postró en tierra y suplicó a los capitulares que lo eximiesen del oficio. Fray Luis G. Alonso Getino, Provincial de España, en nombre de todos, le animó a que tuviera confianza en la divina providencia y en la ayuda de la Santísima Virgen del Rosario, de santo Domingo y de los mártires de la Provincia del Santo Rosario, y, sin compás de espera, imploró del recién elegido la bendición de santo Domingo. Bendiciendo a todos los presentes emitió el juramento de servir con fidelidad a los hermanos. Entre los electores se contaba el futuro mártir beato Luis Urbano, socio del Prior Provincial de Aragón, así como los frailes Ludovico Fanfani, Beda Jarret, Albert Janvier, Vincent Mac Nabb, Juan Casas, Vicente Beltrán de Heredia, el siervo de Dios Iocondo Pio Lorgna, Santiago Ramírez...


Carta a la Orden


En su primera carta pidió colaboración sincera y la ayuda de la plegaria, porque se atravesaba tiempos difíciles y hasta de persecución; la Primera Guerra Mundial (1914-1918), entre otras causas, dejó desoladas o afectadas por graves heridas algunas Provincias: "¡cuánto derramamiento de sangre!", exclamaba. Se proponía con la ayuda de Dios poner remedio; lo deseaba vehementemente, sin ahorrarse ningún sacrificio. Anhelaba una Orden robusta en su constitución orgánica, rica en la acción sobrenatural por la santidad de vida y la observancia regular, con renombre por la firmeza y esplendor de la doctrina, incansable en el ministerio apostólico, abierta a las misiones, con aprecio por la vida espiritual -de manera velada se podía ver una alusión a la ingente obra llevada a cabo por el siervo de Dios Juan G. Arintero -,comprometida de manera habitual y permanente en la enseñanza de la sagrada doctrina, en ascenso continuo por la vía de la perfección, con celo apostólico proveniente de manera exclusiva de la caridad. Quería establecer una verdadera comunión con sus hermanos acerca del modo de concebir y estimar la naturaleza, fin y medios esenciales propios de la Orden, y así manifestaba con claridad meridiana su pensamiento, deseos, objetivos y norma de gobierno.

En la primavera de 1927 quiso dirigir también un mensaje a las monjas y hermanas, sustancialmente unidas al árbol de la Familia Dominicana; entendía que la multitud de congregaciones no quebraba la unidad original, ni cambiaba la naturaleza y cualidad de la sangre entre los seguidores de santo Domingo. Eran más de 4.600 religiosas de vida contemplativa, y sobre 20.000 las hermanas de vida apostólica, multiplicándose por todas partes del mundo, tanto entre los católicos, como entre otros grupos cristianos y entre los que no habían recibido todavía la fe, afanosas de remediar las necesidades espirituales y corporales del prójimo. Entendía que si todas las fuerzas dominicanas se unieran más estrechamente, sin duda se aumentaría el valor efectivo de la Orden; de ello no se seguiría ningún mal, antes al contrario, sería muy provechoso: "nos vivifica uno y el mismo espíritu de familia; late en todo corazón dominicano un mismo amor hacia el bien común de la Orden; el mismo ardor en el sagrado apostolado recibido del santo fundador, el cual arde como una llama en nuestras voluntades y aspira a lo mismo de manera unánime"


Actividad como Maestro


Con el fin de adaptar las constituciones al nuevo Código de Derecho Canónico nombró dos Comisiones (1926); entre los miembros de la primera se hallaba el que será elevado a los altares con él, beato Vicente Álvarez Cienfuegos. El 10 de febrero de 1927 instituyó una nueva comisión para examinar las constituciones de las monjas y presentarlas a la aprobación de la Santa Sede. La presidió el p. Juan Casas, de la Provincia de Andalucía.

En el año 1927 promovió una solemne celebración en honor de santo Tomás en la basílica de Santa María sopra Minerva de Roma; por otra parte, en la sede del Colegio "Angelicum" (Via san Vitale) presidió el acto académico el 16 de marzo; tuvo la disertación principal el futuro Maestro de la Orden y Cardenal M. Browne, que habló del Idealismo a la luz de la doctrina de santo Tomás. El 2 de marzo presidió la estación de comienzo de la Cuaresma en santa Sabina, que no era todavía sede de la Curia; participaron más de dos mil personas en la procesión; multitud de fieles de Roma, aunque por entonces no acudía el Papa al Aventino, continuaban visitando durante todo el miércoles de ceniza la basílica y participaban en el oficio vespertino con los frailes. La fiesta académica en honor de santo Tomás al año siguiente se celebró, no en la pequeña aula del "Angelicum", sino en el aula magna de la Cancillería Apostólica, al frente de la cual se hallaba el Cardenal Früwirth, o.p. acompañaron al Maestro de la Orden los cardenales Laurenti y Erhle.

Siguió con interés la marcha de los centros de estudio. Nombró director de L´ecole biblique de Jerusalén a fray Paul Dhorme, y asistió personalmente a una conferencia que dictó en el "Angelicum" sobre la Sabiduría de los antiguos.

Se mantuvo cercano a los hermanos y hermanas de México en la dura persecución religiosa que padecieron, cuando algunas hermanas tuvieron que refugiarse en La Habana (Cuba); lo mismo hizo cuando fue devastada la santa infancia de Foochow (China), en enero de 1927. Devolvió a sus primitivos límites la antigua Provincia de san Jacinto de Polonia (2 de julio de 1927), deseando que tal medida llevara a una renovación del espíritu en Cristo.

Animó a la Familia Dominicana en Italia a participar en el Congreso Eucarístico Nacional que se celebró en Bolonia a comienzos de septiembre de 1927. A comienzos de julio había visitado las comunidades de Friburgo; en el mes de septiembre estuvo en España. En octubre nombró regente del "Angelicum" a fray Mariano Cordovani, Profesor de Teología hasta entonces en la Universidad Católica del Sacro Cuore de Milán. El centro de estudios "Angelicum" contaba a principios de 1928 con 430 alumnos, de los cuales 80 pertenecían a la Orden; la Universidad de Friburgo, en Suiza, tenía matriculados algo más de 600, de ellos 246 en la Facultad de Teología, 155 en Derecho, 114 en Filosofía, y el resto en la de Ciencias.

El 14 de octubre de 1927 envió una carta de apoyo al presidente del comité constituido en Siena para restaurar la Basílica de santo Domingo y deseaba en la misiva que volviera a florecer, bajo el cuidado de los dominicos, el esplendor del culto y la devoción a santa Catalina. A finales de 1927 nombró a fray José Espina, de la Provincia del Rosario, como representante suyo para preparar una exposición misionera dentro de la magna exposición internacional de las industrias que estaba programada para 1929 en Barcelona. El 5 de diciembre de 1927 nombró vice-regente del centro de estudios de Le Saulchoir, Provincia de Francia, al p. Enrique D. Noble. Como prior del centro de estudios filosóficos establecido en Pistoya, nombró al p. Alberto Zucchi, de la Provincia Romana, y lector primario al p. Thomas Pègues, de la Provincia de Toulouse; el convento comenzaba una nueva etapa con 50 frailes, después del cierre del mismo que hizo el gran duque de Toscana Leopoldo II.

En el mes de junio de 1927, desde el "Angelicum", en la vía san Vitale, nº 15, donde residía, dirigió una carta de aliento a los misioneros dominicos de Canelos, en el Ecuador, asegurándoles que cumplían con el fin de la Orden, que es la salvación de las almas mediante la predicación, empleada en alto grado por santo Domingo. "continúen, queridos padres, -escribía- su obra, quizá dura e ingrata a la carne; obra desconocida de los hombres y, como tal, no cantada en el coro de las alabanzas humanas; mas, por eso mismo, obra de sumo mérito ante Dios y ante la misma humana sociedad que con el tiempo se verá obligada a reconocer la grandeza e importancia de la labor realizada por los pp. Misioneros del Ecuador, como ha reconocido ya el mérito de otros misioneros; obra, sobre todo, alabada y cantada allí donde se da y se recibe la única verdadera gloria, que existe y puede existir, porque la da el Señor de la gloria, infalible en sus juicios, infinito en su bondad y en sus riquezas. Yo los bendigo de todo corazón"

En el mes de diciembre de 1927 fue recibido dos veces en audiencia privada por el Santo Padre Pío XI, y lo mismo en febrero, abril y junio de 1928 .

En enero de 1928 confirmó la elección como prior del convento de santa María sopra Minerva de roma a fray Innocenzo Taurisano, e instituyó como vicario general de la Provincia de Argentina a fray Jacinto Estévez. Envió también una carta de felicitación a fray Ceslao Rutten, por la intervención que tuvo en el Senado de Bélgica defendiendo la justicia social y la caridad evangélica, fines que con plena conciencia perseguía la orden; aprobaba de corazón el apostolado social que llevaba entre manos, exhortándole a que lo prosiguiera. El p. Rutten, en 1928, levantó también su voz en el mismo senado en favor de la paz en México y contra la persecución religiosa que azotaba al mencionado país; en tal circunstancia recordó la labor en el siglo XVI del hoy siervo de Dios fray Bartolomé de las Casas .

En marzo y abril de 1928 hizo visita canónica a los conventos de Roma: la Minerva, Santísimo Rosario, Santa Sabina, San Clemente, Angelicum, y monasterio de santo Domingo y san Sixto; giró también visita y dejó muy grato recuerdo en el monasterio de Marino Laziale, en la Provincia de Roma. Durante los meses de junio y julio visitó las casas de formación de las provincias de Nápoles, Sicilia y Malta; se dirigió igualmente al santuario de santo domingo en soriano, en la región de Calabria, e hizo todo lo posible para que los frailes reasumieran cuanto antes el cuidado pastoral de dicho santuario; para ello se entrevistó con las autoridades civiles y eclesiásticas. En agosto de 1928 salió de Roma para hacer la visita canónica a las provincias de Italia y de España; terminó la visita a España en el mes de noviembre, y se reintegró a su sede en el "Angelicum"; el 14 de noviembre le concedió una audiencia Pío XI.


Una nueva sede para el "Angelicum"


El 9 de junio de 1928, tras superar no pocas dificultades, se consiguió del gobierno italiano que volviera a la Orden "pleno iure" el monasterio de santo Domingo y san Sixto de Roma; se deseaba trasladar allí el colegio "Angelicum", que el Maestro de la Orden beato Jacinto mª. Cormier había inaugurado en la varias veces mencionada vía de san Vitale. El p. Paredes venía trabajando para conseguir este objetivo desde hacía casi dos años; estimaba él y estimaban otros que el lugar en que se hallaba era inmejorable, equidistante entre las colinas del Esquilino y el Quirinal, en pleno centro de la Roma antigua. Desde 1873, en virtud de una ley llamada de supresión, habían quitado a las monjas que allí vivían desde 1575 más de tres cuartas partes del antiguo monasterio construido desde los cimientos por san Pío V. En 1927 el estado italiano puso en venta la parte que ocupaba la administración de los bienes del culto, y la Orden decidió comprarla, sobre todo porque el "Angelicum" resultaba cada vez más angosto. La nueva adquisición alcanzaba unos 17.000 metros cuadrados. La misa de apertura del curso 1928-1929 se celebró ya en la iglesia de santo Domingo y san Sixto, y tuvo la lección solemne aquel año fray Reginald Garrigou-Lagrange. En este curso los alumnos llegaron a 490, de los cuales 77 eran de la Orden.

Con motivo de la compra del monasterio de santo Domingo y san Sixto envió el papa Pío XI el 11 de junio de 1928 una carta al Maestro, congratulándose porque así se disponía de un edificio adecuado para promover el "apostolado doctrinal"; el lugar -estimaba el papa- era por demás apropiado, como todos lo reconocían; disponía, además de una huerta, en orden a realizar las edificaciones oportunas. Estaba seguro que la compra resultaría de gran provecho, no sólo para la Familia Dominicana, sino también para la Iglesia, aunque reconocía el Pío XI que el coste económico fue muy importante, y todavía sería necesario invertir en la acomodación para los nuevos fines a que estaba destinado. Por lo mismo deseaba que el Maestro recibiera el apoyo de toda la Orden.


Animación de la vida de la Orden


En 1928 fundó el fray Marie-Vincent Bernadot, de la Provincia de Francia, la revista La vie intellectuelle; desde el 1º de enero de 1929 se comenzó a publicar en Zagreb, en la provincia de Dalmacia, una nueva revista titulada Duhovni Zivot (vida espiritual), dirigida por el p. Jacinto Boskovic.

El 20 de junio de 1928 firmó una carta dirigida a toda la Orden en la que declaraba a san Luis Bertrán patrono especial de los noviciados; tomó la iniciativa el Capítulo General de 1926, pero confesaba el Maestro que nada era más grato y feliz para él que ejecutar la determinación de sus hermanos; san Luis -escribía- había formado durante mucho tiempo y de manera muy sólida a los jóvenes religiosos que le confiaron; iba por delante de sus discípulos dando ejemplo de prudencia, rectitud y saludable disciplina, verdadero hijo de santo Domingo, que predicó también el evangelio en regiones de Colombia, y mereció agregar una multitud de gentes a la iglesia de Cristo . Días antes, el 13 de junio de 1928, dio una nueva prueba de su devoción a santa Catalina asistiendo al congreso que reunió el colegio de los "Caterinati", para dar a conocer, sobre todo, la convocatoria de un congreso internacional que debía celebrarse en roma en 1930. El 7 de junio nombró a fray Dominique Chenu secretario del estudio general de Le Saulchoir.


Renuncia al gobierno de la Orden


El 30 de marzo de 1929 el cardenal Pietro Gasparri le comunicó, en nombre del Santo Padre Pío XI, la aceptación de la renuncia que había presentado. El papa -se decía en la carta del cardenal- había aceptado la dimisión con dificultad o desagrado -ægre. Pero en la aceptación había pesado sobre todo la consideración de su salud. Se reconocían sus méritos y se alababa el desempeño del oficio de Maestro de la Orden a lo largo de casi tres años. Unos días más tarde el Prefecto de la Congregación de Religiosos nombró Vicario General hasta el próximo Capítulo a fray Juan casas, socio del Maestro, nacido en Cataluña e hijo de la Provincia de Andalucía.

El 27 de marzo -presentada ya la renuncia, aunque todavía no aceptada-salió para el santuario de Madonna dell´Arco, cerca de Nápoles; buscaba un poco de alivio para su salud; al hacerse pública la renuncia tornó a Roma el 10 de abril para hacer el traspaso de los asuntos al Vicario General. Dejó su sede en el colegio "Angelicum" el 30 de abril y pasó al convento romano de la Santísima Trinidad (Via Condotti), perteneciente a su Provincia; días después marchó para España. El cronista de la revista Analecta OP., concluía su relato con estas palabras: "tanto en la elección de Maestro de la Orden hecha en favor de su persona, como en el retiro del oficio, ofreció a los hermanos presentes y futuros un preclaro ejemplo de sencillez y humildad que no podrá borrarse de su memoria" .

Tras una breve estancia en Madrid, a principios de junio de 1929 se dirigió al convento de Ocaña, donde, en conformidad con las constituciones, eligió su domicilio. Las razones de salud para su dimisión fueron las únicas que se adujeron de manera explícita en los documentos oficiales, aunque la citada carta del Cardenal Secretario de Estado Pietro Gasparri dejaba entrever que había aducido también otras razones. Desde Francia llegaron algunos informes a la Santa Sede, según los cuales ciertos frailes estaban envueltos en el movimiento "Action Française" -movimiento nacionalista de índole monárquico- que Pío XI había condenado a partir de diciembre de 1926 . Ante el deseo de la Santa Sede de que el Maestro removiese de sus conventos a frailes acusados de apoyar el mencionado movimiento, éste dilató por algunos meses la intervención hasta tanto que él investigase personalmente la veracidad de los informes, cosa que disgustó al papa.

Es evidente que se precisa de una biografía documentada del nuevo beato con la utilización de fondos, vaticanos y de la Orden, que hoy son accesibles a los estudiosos. Es sabido que la documentación correspondiente al pontificado de Pío XI está ya abierta a la consulta en el Archivo Secreto Vaticano. Con mayor facilidad podrán consultarse las respectivas secciones del Archivum Fratrum Prædicatorum, en el convento de santa Sabina de Roma.

Por una crónica que publicó la revista "Rosas y espinas", fundada en Valencia por el beato Luis Urbano, se sabe que viajó a París en el mes de septiembre de 1926; por tanto, es seguro que estuvo en Francia. Fue desde España y, antes de cruzar la frontera, desvió su ruta hacia Vic (Barcelona) y presidió la toma de hábito de treinta postulantes de la congregación de Dominicas de la Anunciata. Habló en la ceremonia del reinado de Cristo en la tierra, y animó a procurarlo con firmeza y valor por el ejercicio de las virtudes religiosas. En nombre de la congregación le dio la bienvenida la priora general, H. Mercedes Miralpeix; recibió también el saludo del obispo de Vic Dr. Muñoz, del terciario dominico Jaume Collell y del profesor del seminario Ramón Puig y Coll, sobrino segundo del beato Francisco Coll, martirizado en 1936.

Medio año después de que fuera descargado de su oficio, el 31 de diciembre de 1929, escribió desde Ocaña a la religiosa dominica Sor Pilar de Jesús manifestándole cuanto sigue: "he preferido venirme a este convento donde hice mi noviciado, y que además es un verdadero santuario de la Provincia, pues que se formaron nuestros mártires del Tonquín. Ahora han traído aquí uno de los cursos de nuestros estudios y la regular observancia se tiene con el mayor cuidado. No ceso de dar gracias a Dios por el beneficio que me ha concedido y por la paz suavísima de espíritu que me ha concedido y me da a gustar".

Fue elegido para sucederle el 21 de septiembre de 1929 el p. Martín s. Gillet (1875-1951), que rigió la Orden durante diecisiete años, hasta 1946. En este Capítulo electivo, celebrado en el "Angelicum", estuvo fray Buenaventura Paredes, y ofreció en primer lugar su obediencia al nuevo elegido. Fueron también capitulares el hoy venerable fray Titus M. Horten, el ya mencionado beato Luis Urbano, y el siervo de Dios José Garrido Francés, mártir perteneciente a la comunidad del estudio general de Almagro, de la Provincia de Andalucía. El ex Maestro tomó parte, igualmente, en los Capítulos de Le Saulchoir (1932), y Roma (1935).

Desplegó también una actividad apostólica y así, por ejemplo, en julio de 1930, dirigió los ejercicios espirituales a las hermanas Dominicas de la Anunciata de Oviedo, entre cuyos miembros se hallaba la hoy sierva de Dios Dominga Benito Rivas, que consignó el hecho el la crónica de la comunidad.


Persecución y martirio


Retirado, como se ha dicho, al convento de santo Domingo de Ocaña, se hallaba en Madrid a mediados de julio de 1936, en el convento ya mencionado del Santísimo Rosario. Este convento, convertido en priorato en 1935, fue asaltado el domingo 19 de julio de 1936; se hallaban en la comunidad 15 religiosos, unos por asignación y otros de paso, de los cuales 11 fueron beatificados el 28 de octubre de 2007. El beato Buenaventura había salido del convento la víspera del asalto, invitado por d. Pedro Errazquin, que ofreció refugio también a otros frailes. Un mes antes había escrito a esta familia Errazquin - Garmendía, a la que había comenzado a tratar en 1915 en Filipinas: "yo ya no puedo sobreponerme a la abrumadora realidad que sufrimos. Solamente esperando en la misericordia de Dios cabe concebir alguna esperanza" Esta familia se ofreció a tramitarle un pasaporte y un billete para que viajara a Filipinas, pero él, anciano y enfermo, experimentaba una dificultad invencible a emprender el viaje y manifestaba que sólo lo haría si se lo permitían sus superiores de Roma; de hecho escribió a Roma y obtuvo el billete para el viaje; el amigo Pedro Errazquin presentó una solicitud para el pasaporte, aunque este documento le fue negado por ser religioso.

Mientras estuvo refugiado en casa de d. Pedro Errazquin iba a celebrar la Eucaristía a un oratorio; pero este hogar era vigilado por la policía y le buscaron a finales de julio alojamiento en el Hotel del Carmen, en la plaza de santa Bárbara. Al fin este caballero católico sufrirá, al fin, la muerte en la pradera de san Isidro de Madrid, porque le encontraron en casa el cáliz que pertenecía al beato Buenaventura. Convencido este último de la estrecha vigilancia que ejercía la policía sobre él se refugió en una pensión llamaba del infante Don Juan, en la calle Recoletos; administró el sacramento de la confesión a algunas personas residentes; en la habitación que le asignaron llevaba una vida recogida y de oración, rezaba el breviario y hasta celebraba la santa misa. Decía una testigo: "el p. Buenaventura estaba delante de una mesita con un panecito y un vaso, y yo creo que era que estaba celebrando la santa misa".

Fue detenido el 11 de agosto y conducido por gente armada; se había identificado como religioso y sacerdote, y se entregó con gran valor: "no tengo más delito que el de ser sacerdote y religioso; la divina providencia así lo quiere", aseguran que declaró. Lo llevaron a un lugar de tortura, denominado checa, situado en la madrileña calle García de Paredes. Al día siguiente, 12 de agosto de 1936, lo condujeron al pueblo de Fuencarral y, hacia las 10 de la mañana, lo ejecutaron por arma de fuego en el paraje denominado Valdesenderín del Encinar, entre Fuencarral y Alcobendas; conservó hasta el último momento el rosario y el breviario. Lo enterraron en le cementerio de Fuencarral, localidad en que la Orden tuvo convento durante siglos y cuya iglesia está dedicada a "Nuestra Señora de Valverde".

Los restos fueron exhumados el 24 de octubre de 1940 y llevados a la cripta de la iglesia del Santísimo Rosario de Madrid. En 1967 los trasladaron de nuevo a la capilla - panteón del convento de santo Tomás de Ávila donde siguen localizadas sus reliquias.

Recordado como mártir por su sucesor

El Maestro de la Orden fray M. E. Gillet escribió una carta dedicada a los mártires en la persecución religiosa en España y en ella trató ampliamente y con elogio de su predecesor; estimaba que su vida podría resumirse en una perpetua unión sobrenatural con Dios por la exquisita humildad y práctica de la mansedumbre con sencillez y magnanimidad, algo que se advertía en él como connatural, y así se preparó para el martirio. Esperaba que en el futuro la Iglesia lo declarara mártir. Ofrecía, en fin, el nombre de otros hermanos de las Provincias de España, Aragón, Andalucía y Santo Rosario que dieron, asimismo, testimonio de su fe con la efusión de su sangre. Eran 136 en total.


Fama de santidad


Todos los testigos procesales que conocieron al nuevo Beato Buenaventura García Paredes resaltan unánimemente sus virtudes. Era hombre de fe arraigada y profunda, que manifestaba en el recogimiento y unión con Dios; tenía para con todos sentimiento humanitarios y buenos, siempre dispuesto a perdonar; destacó por su cercanía al mundo obrero y a las gentes humildes, sencillas y pobres; muy prudente y sabio, paciente, justo y ecuánime; constante en el cumplimiento del deber, firme y, a la vez, compasivo y humano; comedido en el comer, en el beber, en sus expansiones y en todo; edificante por su profunda humildad.

El conocido historiador fray Vicente Beltrán de Heredia se pronunció así: "Siento devoción, sobre todo, por el P. Paredes, del que tengo una impresión muy grata por el hecho de que cuando fue elegido General incluyendo mi voto a su favor, vi hasta donde llegaba su humildad en no aceptar el cargo. No se me olvidan aquellos diez minutos de forcejeo, cuando resultando él General hubieron de convencerle, y dio tales muestras de humildad que uno de los Padres asistentes, el P. Getino, tuvo que adelantarse para pronunciar unas palabras de aliento y ayudarle, de tal suerte que un padre austro-húngaro P. Cornelius Boller , dijo: "Jamás en mi vida he presenciado escena tan hermosa" " .

Después de dejar el cargo no se mostró dolido y trató incluso de justificar la acción de la Santa Sede con respeto y mansedumbre. Verle celebrar la Misa emocionaba. En su visita como Prior provincial al Vietnam se postró en tierra ante la lápida de los Mártires, y estuvo un rato bien grande de bruces sobre el suelo; cuando se incorporó notaron los presentes que tenía el rostro bañado en lágrimas. Reflejaba las virtudes de un santo, exclamaba su sucesor fray Aniceto Fernández.

En la diócesis de St. Hyacinthe de Québec se publicó en 1944 una estampa recordatorio de nuestro Mártir, con una oración aprobada por la autoridad eclesiástica en que se pedía al Señor "el don insigne de los milagros necesarios para su beatificación terrestre, a fin de que podamos pronto con la Iglesia venerarlo e invocarlo como un santo".

Desde el 28 de octubre de 2007 la Orden de Predicadores venera con gozo a este hijo suyo con el título de Beato y Protomártir elevado a los altares entre sus Maestros. La Provincia del Santo Rosario como al Maestro que ha dado a toda la Orden. En el día de su Beatificación ha encabezado un grupo de 74 Mártires, representantes de toda la Familia de Santo Domingo: 40 sacerdotes, 18 hermanos cooperadores, 3 estudiantes clérigos, un novicio clérigo, una monja contemplativa, 7 hermanas de la Congregación de la Anunciata, fundada por el Beato Francisco Coll, 2 hermanas de la Congregación de la Enseñanza de la Inmaculada, 2 laicos dominicos. Todos ellos integraban el grupo de 498 mártires españoles beatificados, en la fecha señalada, por S.S. Benedicto XVI.



Martirologio Romano: En la localidad de Planegg, cerca de Munich, en Baviera, de Alemania, beato Carlos Leisner, presbítero y mártir, que encarcelado, cuando todavía era diácono, por la proclamación pública de su fe y el constante servicio en favor de las almas, fue ordenado sacerdote en el campo de concentración de Dachau. Puesto en libertad, murió a causa de los sufrimientos soportados durante su cautividad (1945).

Nació en Rees/Niederrhein (Alemania) el 28 de febrero de 1915, se crió en Kleve y de estudiante de bachillerato ingresó en el Movimiento Juvenil Católico de Schonstatt.


En dicho Movimiento, además de disfrutar de la comunidad con los jóvenes y de poder realizar largos viajes, adquiere conocimientos de las Sagradas Escrituras y sobre todo de la Eucaristía. En su diario escribe: „Cristo – Tú eres mi pasión!“.


Karl Leisner desea ser sacerdote. El obispo de Münster le asigna el cargo de director de la juventud diocesana. La Gestapo le observa. Durante el año de estancia en Friburgo le conmueven duras luchas interiores: ¿sacerdocio o matrimonio y familia? El 25 de marzo de 1939 es ordenado diácono. En pocos meses debería recibir las sagradas órdenes.


La Divina Providencia designa otra cosa: Una repentina tuberculosis le obliga a permanecer en St. Blasien en la Selva Negra. Allá, el 8 de noviembre de 1939, es detenido por la Gestapo a causa de un comentario hecho en relación con el atentado contra Hitler: cárcel en Friburgo.

Internamiento en el campo de concentración de Sachsenhausen y de allá, en 1940, traslado al campo de concentración de Dachau en el que sucede lo inesperado: el 17 de diciembre de 1944, en el bloque 26, y con gran peligro para todos los participantes, el moribundo diácono, Karl Leisner, es ordenado sacerdote por el obispo Gabriel Piguet, recluso francés.


El nuevo sacerdote celebra su primera y única Santa Misa el día de San Esteban, en el año 1944. El 4 de mayo de 1945 es puesto en libertad.

Pasa sus últimas semanas en el sanatorio antituberculoso de Planegg en Munich. Sólo dos pensamientos absorben su mente: el amor y la penitencia. Entregado al amor de Dios, a ese amor en el que él creyó y que deseó transmitir a los hombres, fallece el 12 de agosto. La última inscripción de su diario reza: „Bendice, Oh Altísimo también a mis enemigos!“.


Sus restos mortales reposan en la cripta de la Catedral de Xanten.


El 23 de junio de 1996 Karl Leisner fue beatificado por el Papa Juan Pablo II, quién en parte de su homilía señaló: “La prueba de un seguimiento auténtico de Cristo no consiste en las lisonjas del mundo, sino en dar testimonio fiel de Cristo Jesús. El Señor no pide a sus discípulos una confesión de compromiso con el mundo, sino una confesión de fe, que esté dispuesta incluso a ofrecerse en sacrificio. Karl Leisner dio testimonio de esto no sólo con palabras, sino también con su vida y su muerte: en un mundo que se había vuelto inhumano.

(…) Cristo es la vida: ésta fue la convicción por la que vivió y por la que, finalmente, murió Karl Leisner. Apóstol de una profunda devoción mariana, a la que lo impulsó el padre Kentenich y el movimiento de Schoenstatt”



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