11/20/14

1:10 p.m.

Por: P. Felipe Santos | Fuente: Catholic.net


Este joven, juntamente con Solutor y Octavio (Octaviano), se celebran hoy en la iglesia de Turín, Italia.

Eran soldados de la Legión Tebea. Combatían valientemente durante el imperio que mandaba por aquel tiempo Maximiano.


Eran valientes en la lucha y valientes en confesar su fe en Cristo el Señor.


El clima y el ambiente no les eran propicios. Ya habían visto con sus propios ojos morir a muchos cristianos.


No hay datos exactos de cómo murieron. Sin embargo, a personas de tanto brillo militar y de tanta fama entre los creyentes, fue fácil componerles un teatro o “Pasión” entre los años 432-450.


Ellos murieron como mártires en el siglo III, es decir cuando las persecuciones arreciaron como nunca.


La “Pasión” narraba que lograron escapar de la masacre de Agaunum.


Su fuga no pasó desapercibida. La policía militar los cogió en seguida. Los llevaron presos a Turín.

También se escaparon de la prisión. Empezaron a caminar por lugares inhóspitos. Y ya esta vez, fueron enviados a la muerte por su fe en Dios único y verdadero.


Los turineses le levantaron pronto un templo en su honor. Este templo se convertiría más tarde, por mandato del obispo Gezone, en un monasterio benedictino.


Cuando los franceses ordenaron la demolición del monasterio en 1536, los tres cuerpos fueron llevados a la Consolata y finalmente a la iglesia de los mártires, en la que están hoy en día.



6:09 a.m.
Nació en el año 762 en Irenopoli, murió en Constantinopla en 862.

Abrazó la vida monástica y después la de anacoreta.


Más tarde, peregrinando, se detuvo bastante tiempo en Tesalónica, y finalmente se afincó en Constantinopla, donde, luchando fuertemente en defensa de las imágenes sagradas, entregó su alma al Señor (s. IX).


Sus reliquias son beneradas hoy en tierra romana.



6:09 a.m.
Nació en el año 762 en Irenopoli, murió en Constantinopla en 862.

Abrazó la vida monástica y después la de anacoreta.


Más tarde, peregrinando, se detuvo bastante tiempo en Tesalónica, y finalmente se afincó en Constantinopla, donde, luchando fuertemente en defensa de las imágenes sagradas, entregó su alma al Señor (s. IX).


Sus reliquias son beneradas hoy en tierra romana.



6:09 a.m.

Por: J. de Assís | Fuente: EnAccionDigital.com


Nació en el seno de una familia profundamente cristiana, un 28 de noviembre de 1882, siendo bautizada en la Parroquia Santa Catalina de la ciudad del Turía.

Milagro siempre se distinguió por su piedad y su sencillez. Era de carácter sensible, alegre, jovial y muy querida y valorada por todos cuantos la conocieron. No le gustaban las vanidades, ni fue mujer de guardar las apariencias. Se dice de ella que a pesar de pertenecer a una clase social acomodada, pues sus padres eran los dueños de una importante tienda y fábrica de abanicos de la calle de Zaragoza, entonces núcleo comercial por excelencia, nunca consintió llevar sombrero, sino mantilla, ni sentarse en silla en la Iglesia, sino en el suelo, como los más humildes. Buscaba además la compañía de las niñas de clase más humilde.


A los diecinueve años manifestó su voluntad de ingresar en un convento, y su madre la invitó a hacerlo en las religiosas Reparadoras, pero ella prefirió el convento de Capuchinas de Santa Clara, lo cual llevó a cabo, un 9 de octubre de 1902, profesando como hermana de coro.


Entre los servicios que prestó a la comunidad se encuentran los de enfermera, refitolera (encargada de comedor), sacristana, consejera de la abadesa y en sus últimos tiempos el de maestra de novicias. Todos los testigos señalan en ella virtudes como el de la prudencia, el espíritu de mortificación, su profundo y sentido amor a la Virgen y a la Eucaristía, su observancia fiel a la regla capuchina.


Durante la República, ya antes de la guerra, se vio obligada a abandonar el convento en dos ocasiones, pero no sufrió mayores molestias que los sobresaltos.


El viernes día 20 de Noviembre de 1936, al atardecer, Milagros, su hermana María y 15 Hermanas de la Doctrina Cristiana, fueron obligadas a subir a un vehículo, al que accedieron a empellones y con dificultad, y que les condujo al picadero de Paterna. Allí algunas de ellas fueron torturadas, sufriendo mutilaciones y vejaciones durante muchas horas, para lo cual fueron utilizados instrumentos metálicos de los utilizados con los caballos. Un estudio elaborado en la “Unitat Docent de Medicina legal de la Facultat de Medicina de la Universitat de Valencia” en base a la fotografía del cadáver de sor Milagro describe perfectamente el terrible martirio al que fue sometida esta monja.


Esa misma noche fueron fusiladas y sus cadáveres depositadas en el cementerio de Valencia donde serían fotografiadas y enterradas en cajas de madera.



6:09 a.m.

Por: J. de Assís | Fuente: EnAccionDigital.com


Nació en el seno de una familia profundamente cristiana, un 28 de noviembre de 1882, siendo bautizada en la Parroquia Santa Catalina de la ciudad del Turía.

Milagro siempre se distinguió por su piedad y su sencillez. Era de carácter sensible, alegre, jovial y muy querida y valorada por todos cuantos la conocieron. No le gustaban las vanidades, ni fue mujer de guardar las apariencias. Se dice de ella que a pesar de pertenecer a una clase social acomodada, pues sus padres eran los dueños de una importante tienda y fábrica de abanicos de la calle de Zaragoza, entonces núcleo comercial por excelencia, nunca consintió llevar sombrero, sino mantilla, ni sentarse en silla en la Iglesia, sino en el suelo, como los más humildes. Buscaba además la compañía de las niñas de clase más humilde.


A los diecinueve años manifestó su voluntad de ingresar en un convento, y su madre la invitó a hacerlo en las religiosas Reparadoras, pero ella prefirió el convento de Capuchinas de Santa Clara, lo cual llevó a cabo, un 9 de octubre de 1902, profesando como hermana de coro.


Entre los servicios que prestó a la comunidad se encuentran los de enfermera, refitolera (encargada de comedor), sacristana, consejera de la abadesa y en sus últimos tiempos el de maestra de novicias. Todos los testigos señalan en ella virtudes como el de la prudencia, el espíritu de mortificación, su profundo y sentido amor a la Virgen y a la Eucaristía, su observancia fiel a la regla capuchina.


Durante la República, ya antes de la guerra, se vio obligada a abandonar el convento en dos ocasiones, pero no sufrió mayores molestias que los sobresaltos.


El viernes día 20 de Noviembre de 1936, al atardecer, Milagros, su hermana María y 15 Hermanas de la Doctrina Cristiana, fueron obligadas a subir a un vehículo, al que accedieron a empellones y con dificultad, y que les condujo al picadero de Paterna. Allí algunas de ellas fueron torturadas, sufriendo mutilaciones y vejaciones durante muchas horas, para lo cual fueron utilizados instrumentos metálicos de los utilizados con los caballos. Un estudio elaborado en la “Unitat Docent de Medicina legal de la Facultat de Medicina de la Universitat de Valencia” en base a la fotografía del cadáver de sor Milagro describe perfectamente el terrible martirio al que fue sometida esta monja.


Esa misma noche fueron fusiladas y sus cadáveres depositadas en el cementerio de Valencia donde serían fotografiadas y enterradas en cajas de madera.



6:09 a.m.
El Beato Ambrosio fue un teólogo y escritor italiano, nacido en Pórtico, cerca de Florencia el 16 de septiembre de 1386; murió el 21 de octubre de 1439.

Su nombre era Ambrosio Traversari. Entró en la Orden de Camaldoli a la edad de catorce años y se convirtió en su Director General en el 1431.


Conocía el Griego al igual que el Latín. Estos dotes y su familiaridad con los asuntos de la Iglesia hicieron que Eugenio IV le llevará al Concilio de Basle, donde Ambrosio fuertemente defendió la primacía del pontífice romano y ordenó al Concilio a no partir la túnica sin costura de Cristo.


Fue posteriormente enviado por el Papa al Emperador Sigismundo a pedir su ayuda en los esfuerzos del Pontífice para terminar el Concilio que por cinco años había estancado las prerrogativas papales. El Papa transfirió el Concilio de Basle a Ferrara el 18 de Septiembre de 1437.


En este Concilio y posteriores en Florencia, Ambrosio por sus esfuerzos y caridad hacia los pobres Obispos Griegos, ayudó grandemente en lograr una unión de las dos Iglesias, decreto el cual el 6 de Julio de 1439 él fue llamado a redactar. Murió poco después. Sus obras son; un tratado sobre la Santa Eucaristía, uno sobre la Procesión del Espíritu Santo, muchas de las vidas de los santos y una crónica de su generalazgo de los Camaldolitas.


Tradujo del griego al latín la vida de Crisóstomo (Venecia, 1533); la Sabiduría Espiritual de Juan Mosco; la Escalera del Paraíso de San Juan Clímaco (Venecia, 1531), P.G., LXXXVIII. También tradujo libros contra los errores de los Griegos por Manuel Kalekas, Patriarca de Constantinopla, un monje Dominico (Inglostadt, 1608), P.G., CLII, col. 13-661, una obra conocida solamente por la traducción de Ambrosio.


Tradujo también muchas homilías de San Juan Crisóstomo; el tratado de pseudo Denis el Areopagita sobre la jerarquía celestial; el tratado de San Basilio sobre la virginidad; treinta y nueve discursos de San Efrén el Sirio y muchas otras obras de los Padres y escritores de la Iglesia Griega.



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