10/22/13



Etimológicamente significa “Dios es misericordia”. Viene de la lengua hebrea.

Nació en Capistrano, diócesis de Sulmona, Italia, en 1385.

Hijo de un caballero francés o alemán que murió cuando Juan era joven.

Estudió con esmero en la Universidad de Perugia (Cerca de Asís).

Fue abogado y juez. En 1412 fue nombrado gobernador de Perugia por Landislaus rey de Nápoles, quien tenía control de esa ciudad. Luchó contra la corrupción y el soborno.


Cuando estalló la guerra entre Perugia y Malatesta en 1416, Juan trató de conseguir la paz, pero en vez lo tomaron prisionero de guerra. En la cárcel decidió entregarse del todo a Dios. Tuvo un sueño en el que vió a San Francisco que le llamaba a entrar en la orden franciscana. Juan se había casado justo antes de caer preso, pero el matrimonio nunca se consumó y fue declarado anulado.


Entró en la orden franciscana en Perugia el 4 Octubre de 1416. Tenía 30 años por lo que el maestro de novicios lo puso a prueba dándole los mas humildes oficios.


Fue discípulo de san Bernardino de Siena quien le enseñó teología. Se distinguió como predicador aun siendo diácono. Ordenado a los 33 años. Por 40 años fue predicador itinerante por Italia y otros países. Una vez en Brescia (Italia) predicó a una multitud de 126,000 personas que habían venido de las provincias vecinas. Por su radical llamada a la conversión y su sencillez, la gente lo relacionaba con San Juan Bautista. Traían las cosas de superstición y ocultismo y las quemaban en hogueras públicas. Tenía gran fama por su don de curación y le traían a los enfermos para que les haga la señal de la cruz. Como San Bernardino, propagó la devoción al nombre de Jesús, por lo ambos, junto con otros franciscanos, fueron acusados de herejes. El defendió al grupo con éxito.


Muchos jóvenes le seguían a la vida religiosa. Estableció comunidades franciscanas. Escribió extensivamente, sobre todo contra las herejías de su época. Muchos de sus sermones se conservan.


Dormía y comía poco. Hacía mucha penitencia.


Dos veces la comunidad franciscana lo eligió como vicario general. En visita en Francia conoció a Sta. Colette, reformadora de la orden de las clarisas, con la que simpatizaba.


Juan tenía gran don para la diplomacia. Era sabio y prudente, sabiendo medir sus palabras para que estas sirvan la voluntad de Dios. Cuatro Pontífices (Martín V, Eugenio IV, Nicolás V y Calixto III) lo emplearon como embajador en muchas y muy delicadas misiones diplomáticas con muy buenos resultados. Tres veces le ofrecieron nombrarlo obispo de importantes ciudades pero prefirió seguir siendo un pobre predicador.


Fue nuncio apostólico en Austria donde predicó extensivamente y combatió la herejía de los husitas. También predicó con gran fruto en Polonia, invitado por Casimiro IV.


Los cruzados defienden Europa


En 1451 el Sultan Mahoma II se lanzó una campaña con el fin de lograr la conquista de Europa. Conquistó a Constantinopla en 1453 y entonces se preparó para invadir a Hungría. En 1454 Servia cayó en sus manos. Las noticias procedentes Servia eran horribles: quienes se resistían a renunciar a Cristo eran torturados. Todo lo que fuese cristiano era destruido o confiscado.


En 1454 Juan Capistrano participó en la dieta de Frankfort y se dispuso a preparar la defensa de Hungría. Fue a Hungría y predicó una cruzada en defensa de la cristiandad. A la edad de 70 años el Papa Calixto II lo comisionó para dirigirla. En Szeged unió el ejercito de campesinos que había reunido con el ejército de Hunyady y ambos se dirigieron a Belgrado. Se decía que los cuarteles parecían casas de religiosos mas que campamentos militares porque en ellos se rezaba y se predicaba la virtud. Se celebraba misa diaria. A Juan Capistrano le tenían un gran respeto.


Batalla de Belgrado, 1456, salva a Europa de los musulmanes.


Los musulmanes atacaban a Belgrado Contaban con 200 cañones, 50,000 de caballería y una gran flota que penetró por el río Danubio. Ante la superioridad de las fuerzas enemigas, los cristianos pensaban retirarse. Pero intervino Juan de Capistrano convenciendo a Hunyady a que atacara la flota turca a pesar de ser mucho más numerosa. En el momento en que los defensores de la ciudad se iban a retirar dándose por vencidos, Juan los animó llevando en sus manos una bandera con la cruz y gritando sin cesar: "Jesús, Jesús, Jesús". Recorrió todos los batallones gritando entusiasmado: "Creyentes valientes, todos a defender nuestra santa religión". Juan nunca utilizó las armas de este mundo sino la oración, la penitencia y la predicación.


Mientras se luchaba en Belgrado, el Papa pidió rezar el Angelus por la victoria. Los musulmanes fueron vencidos y tuvieron que retirarse de la región. Así se ganó la batalla de Belgrado el 21-22 de julio de 1456.


San Juan de Capistrano había ofrecido a Dios su vida por salvar la cristiandad. Dios le aceptó su oferta y pronto murió junto con Hunyady víctimas del tifo. Los cadáveres de los muertos en batalla causaron una epidemia de tifo que también contagió al santo que ya estaba débil y anciano. Murió en Villach, Hungría, unos meses mas tarde, el 23 de octubre.


En Estados Unidos su nombre es famoso por la misión franciscana en California que lleva su nombre.


Beatificado: 19 Diciembre 1650 por Inocente X

Canonizado: 16 Octubre 1690 por Alejandro VIII











Servando y Germán Santos
Servando y Germán Santos

Octubre 23




Etimológicamente significa “ el que guarda y lancero, guerrero”. Vienen de la lengua latina y alemana.


Dice Miqueas: “¿Quién como tú, Señor, que quite la culpa? Te compadecerás una vez más de nosotros y nos perdonarás”.


Se puede decir que hay santos con suerte. En tiempos difíciles logró nada menos que sobrevivir a las persecuciones de los emperadores romanos.


Desde Cádiz hasta Mérida era sumamente conocido juntamente con san Germán.


Mas no todo le iban a ser alegrías y venturas para este santo y su compañero.


Su fama, sus milagros y su santidad llegaron hasta los oídos del lugarteniente de Diocleciano, el más feroz perseguidor de los cristianos.


Iba de camino a Tánger. Mandó, una vez que se enteró de la noticia, que los cogieran prisionero en Mérida.


Y efectivamente, orgulloso de su pesquisa, los ató a su cabalgadura y, pasando tormentos, hambre y sed.


Los había hecho prisioneros a la vuelta de Tánger.


Pero como eran tan valientes, antes incluso de que llegaran a Mérida, ordenó que les cortaran la cabeza cerca de Osuna y Cádiz respectivamente.


Los cristianos, cuando pudieron, con gran veneración, respeto y oración, trasladaron sus cuerpo a Mérida el de Germán y a Sevilla el de san Servando.


Era el año 305.


¡Felicidades a quien lleve alguno de estos nombres!




San Alucio, patrono de Pescia de Toscana, era pastor.

Debido al gran interés que se tomó por el hospital de Val di Nievole, fue nombrado director de él y se le considera como su segundo fundador.


Más tarde, Alucio se dedicó a fundar albergues en los puertos y pasos peligrosos de las montañas y a otras obras de beneficencia pública, tales como la construcción de un puente sobre el Arno.


Los jóvenes que formó para el servicio en los hospitales, recibieron el nombre de hermanos de San Alucio.


Se cuentan muchos milagros del santo y a él se atribuye la reconciliación entre las ciudades enemigas de Ravena y Faenza. En 1182, cuarenta y ocho años después de la muerte de San Alucio, sus reliquias fueron trasladadas al hospital de Val di Nievole, que recibió su nombre.


El culto del santo fue confirmado por Pío IX, quien concedió una misa propia para el día de su fiesta.



Julio Nicolás Rèche nace en una familia pobre de Landroff en Lorraine.

Abandona pronto la escuela para trabajar como mozo de caballerizas, cochero y finalmente carretero al servicio de una empresa de construcción.


Siendo joven, es conocido por sus compañeros de trabajo por su piedad y su autodisciplina. Conoce a los Hermanos Cristianos de La Salle por primera vez cuando sigue clases nocturnas y pide ingresar en la congregación tomando por nombre Arnoldo.


Enseña durante cuatro años en un pensionado de la calle de Venecia en Reims. A pesar de las exigencias de un tiempo completo dedicado a la enseñanza, logra estudiar y llega a ser competente en teología, matemáticas, ciencias y agricultura que enseña a pequeños grupos de alumnos más adelantados.


Durante la guerra Franco-Prusiana de 1870, trabaja con otros Hermanos como enfermero, para dar respuesta a las necesidades médicas y espirituales de los heridos de los dos bandos. Por ello es condecorado con la cruz de bronce.


La intensidad de su vida de oración y su amor por las prácticas de penitencia deciden a los superiores a nombrarle Director del Noviciado de Thillois. Conquista el corazón de aquellos de quienes está encargado por su atención evidente a su desarrollo espiritual y profesional.


Se habla de pequeños milagros de curación, así como de su sorprendente capacidad para discernir los pensamientos secretos. El Hermano Arnaldo es conocido por su devoción a la Pasión del Salvador y su docilidad al Espíritu Santo, que, como a menudo lo hace observar "fortifica el corazón de los hombres". Cuando el Noviciado se traslada a un nuevo centro en Courlancy cerca de Reims en 1885, el Hermano Arnaldo contribuye a hacérselo dedicar al Sagrado Corazón. Fallece a la edad de 52 años, con fama de santidad, solamente unos meses después de haber sido nombrado Director del Sagrado Corazón.


Nacido en Landroff, Francia, el 2 de septiembre de 1838

Entrado en el Noviciado, el 23 de diciembre de 1862

Fallecido en Reims, Francia, el 23 de octubre de 1890

Beatificado el 1 de Noviembre de 1987.



Juan Ángel Porro nació en el ducado de Milán el año 1451.

Ingresó en la Orden de los Siervos de María y vivió primero en el convento milanés de santa María; más tarde, fue trasladado a Florencia.


Se retiró a Monte Senario, permaneciendo allí casi veinte años, para dedicarse por completo a la penitencia y a la contemplación.


Finalmente regresó a Milán, en donde se ocupó de manera especial de la cristiana educación de los niños.


Murió el 23 de octubre de 1505.


El papa Clemente XII lo proclamó Beato en 1737.



Nace en Mántua en 1168.

No obstante su apellido, que es una abreviación de Buonomini, Juan no se distinguió por su piedad en la juventud.


Cuando murió su padre, teniendo Juan apenas 16 años, partió de Mántua y empezó a ganarse la vida como actor en las cortes y palacios de Italia.


No obstante las oraciones de su devota madre, Juan llevaba una vida licenciosa y alocada. En 1208, cuando tenía cerca de cuarenta años, una peligrosa enfermedad le puso a las puertas de la muerte. Interpretó aquello como una señal del cielo y cambió de vida en cuanto recobró la salud, como lo había prometido.


Tales promesas son fáciles de hacer, pero menos fáciles de guardar. Juan abrió su corazón al obispo de Mántua, quien le aconsejó la vida eremítica. En un paraje de las cercanías de Cesena el beato se dedicó a domeñar su cuerpo en la soledad y a adquirir los hábitos de la devoción y la virtud.


Pronto adquirió gran fama de santidad y se le reunieron algunos discípulos. Durante algún tiempo, el Beato Juan los dirigió según la inspiración del momento. Más tarde, construyeron una iglesia y la comunidad tomó una forma más definida. Inocencio IV les impuso la regla de San Agustín al aprobar la congregación.


El Beato Juan recibió numerosas ilustraciones sobrenaturales en la oración y obró muchos milagros extraordinarios.


Ni siquiera en su ancianidad aflojó en la mortificación: observaba tres cuaresmas cada año, en lo más crudo del invierno se vestía con telas muy ligeras, en su celda había tres lechos, de los cuales uno era malo, otro peor y el tercero pésimo.


El demonio siguió tentándole violentamente hasta el fin de su vida. Por otra parte, no faltó quien le calumniase, pero la vida que llevaba el beato desmentía todas las acusaciones. El número de penitentes y personas que acudían a visitarle aumentó de tal modo, que Juan decidió huir secretamente. Después de haber caminado toda la noche, se encontró nuevamente, al amanecer, ante la puerta de su celda, en lo cual vio una manifestación de que la voluntad de Dios era que permaneciese allí.


Murió en Mántua en 1249. Dios honró su sepulcro con numerosos milagros. La oongregación que había fundado no conservó mucho tiempo la independencia. Los "Boniti", como los llamaba el pueblo, llegaron a tener once conventos a los pocos años de la muerte de su fundador; pero en 1256 el Papa Alejandro IV los fundió con otras congregaciones en la orden de los ermitaños de San Agustín. Los frailes agustinos y los agustinos de la Asunción celebran la fiesta del Beato Juan Buoni, cuyo nombre fue incluido en el Martirologio Romano en 1672.



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