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Obispo de Pavía

Martirologigo Romano: En Calosso d'Asti, en el Piamonte, muerte de san Alejandro Sauli, que fue primero obispo de Aleria, en la isla de Córcega, y después de Pavía, y formó parte de la Congregación de Clérigos Regulares de San Pablo, donde trabajó con gran caridad en favor de los pobres († 1592).

Fecha de beatificación: 23 de abril de 1741 por el Papa Benedicto XIV
Fecha de canonización: 11 de diciembre de 1904 por el Papa Pío X

Breve Biografía


Se cuenta que Alejandro Sauli era muy joven todavía cuando se presentó un día con un crucifijo en la mano ante una multitud que asistía a un espectáculo de acróbatas y saltimbanquis, y predicó severamente contra ese tipo de diversiones frívolas, con gran asombro de todos los presentes. Aunque el santo exageró tal vez un tanto al proceder así; ese gesto puede considerarse como un símbolo de su vida, ya que se consagró por entero a la restauración del orden cristiano en la atmósfera de negligencia y fríaldad religiosas de mediados del siglo XVI. Alejandro nació en Milán en 1535, pero su familia era originaria de Génova. A los diecisiete años, ingresó en la congregación de los clérigos regulares barnabitas. Sus superiores le enviaron a proseguir sus estudios en el colegio que la congregación tenía en Pavía, y el santo pagó de su bolsillo la obra de ensanchamiento de la biblioteca del establecimiento. En 1556, después de su ordenación sacerdotal, empezó a enseñar filosofía y teología en la Universidad. El obispo de la ciudad le tomó pronto por teólogo suyo, y la reputación de Alejandro como predicador empezó a crecer rápidamente. El éxíto que tuvo en Pavía fue tan grande, que San Carlos Borromeo le invitó a predicar en la catedral; a sus sermones asistieron el propio San Carlos y el cardenal Sfondrati quien fue más tarde Papa con el nombre de Gregorio XIV. Las ardientes palabras del joven barnabita arrancaron lágrimas a ambos personajes, quienes le tomaron por confesor; San Carlos Borromeo siguió dirigiéndose con él muchos años. En 1567, el P. Sauli fue elegido preboste general de su congregación. Aunque no tenía más que treinta y ocho años, parecía bastante seguro de sí mismo como para oponerse al parecer de San Pío V y de san Borromeo. En efecto, el cardenal Borromeo, quien era protector de los "Humiliati" que quedaban, había recibido la misión de reformarlos, ya que dichos frailes eran tan ricos como de costumbres poco edificantes. Para ello decidió fundir a los "Humiliati" con la fervorosa congregación de los barnabitas, recientemente fundada. Pero San Alejandro, aunque estaba dispuesto hacer cuanto pudiera por ayudar a los "Humiliati", no se sentía oblígado a aceptar una medida que podía hacer daño a sus hijos, y San Carlos Borromeo tuvo que renunciar a su propósito.

La firmeza de San Alejandro y su celo apostólico no pasaron ínadvertidos a los ojos del gran reformador San Pío V, quien le nombró en 1570 obispo de Aleria, en Córcega, a pesar de sus protestas. San Carlos Borromeo le confirió la consagración, y el nuevo obispo se trasladó a su diócesis. La tarea que tenía ante sí era imponente. El clero era tan ignorante como corrompido; el pueblo, que conservaba aún muchas costumbres bárbaras, poseía apenas algunos rudimentos de religión; la isla estaba infestada de bandidos, y las salvajes venganzas entre las familias eran cosa de todos los días. San Alejandro llevó consigo a tres barnabitas para que le ayudasen en la tarea. Inmediatamente después de establecerse en Tallona, porque la ciudad episcopal estaba en ruinas, congregó un sínodo y anunció las reformas que se proponía llevar a cabo. En seguida procedió a visitar su diócesis, y en el curso de la visita comenzó a aplicar las nuevas leyes con todo el rigor que se imponía. El gobierno del santo duró veinte años, y el cambio que se efectuó en la isla fue tan notable, que las gentes le llamaban el apóstol de Córcega. En el tercer sínodo diocesano, el santo promulgó los decretos del Concilio de Trento y la energía con que supo exigir su cumplimiento fue sin duda lo que más contribuyó a la reforma de las costumbres. San Alejandro tuvo que hacer frente no sólo a la oposición de sus subalternos, sino también a la violencia de los extraños, ya que los piratas berberiscos solían atacar con frecuencia la isla. Debido a ello, el santo obispo se vio obligado a cambiar tres veces de residencia y, finalmente, estableció en Cervione su catedral, su capítulo y su seminario.

Durante su gobierno, tuvo que hacer frecuentes viajes a Roma, donde se hizo muy amigo de San Felipe Neri, quien le consideraba como modelo de prelados. Era un canonista consumado que escribió varias cartas pastorales y obras catequéticas. Habiendo tenido un éxito tan grande en Córcega, es muy natural que se le hayan ofrecido las diócesis de Tortona y Génova; pero el santo se negó a cambiar de sede hasta que Gregorio XIV le impuso, por obediencia, que aceptase el gobierno de la diócesis de Pavía en 1591. Dios le llamó a Sí al año siguiente, cuando se hallaba en Calozza visitando la diócesis. Durante su vida, San Alejandro poseyó el don de profecía y el de calmar las tempestades. Los milagros continuaron después de su muerte y su canonización tuvo lugar en 1904.

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El Beato Jacobo nació en 1407, en Ulm de Alemania, en el seno de la respetable familia de los Griesinger. A los veinticinco años partió de su patria a Italia, donde se enroló como soldado en Nápoles; pero, disgustado por las costumbres licenciosas de sus compañeros de filas y al comprobar que su buen ejemplo no les hacía mella, abandonó el ejército y entró a servir como secretario a un abogado de Capua.

Desempeñó su oficio con tanto acierto que, cinco años después cuando decidió partir, el abogado no se lo permitió. Pero Jacobo logró escabullirse y se dirigió a Alemania, aunque no llegó a su país natal, pues en Bolonia volvió a enrolarse en el ejército. Durante su estancia en esa ciudad, acostumbraba a ir con frecuencia al santuario de Santo Domingo y acabó por ingresar en la orden como hermano lego. Su prior, queriendo demostrar la obediencia de Jacobo a un prelado que se hallaba de paso en el convento, le entregó una carta y le dijo que la llevase inmediatamente a París. No obstante que el viaje era largo, difícil y peligroso, el hermano Jacobo tomó la carta como la cosa más natural del mundo y pidió simplemente permiso de pasar por su celda para tomar su sombrero y su bastón.

Los hijos de Santo Domingo ocupan un sitio distinguido en la historia del arte. El Beato Jacobo, como su hermano en religión Guillermo de Marcillat, era un maestro consumado en el arte de pintar sobre vidrio. Sus superiores le dedicaron a ese trabajo y el beato solía prepararse a él con la oración asidua.

En cierta ocasión, fue arrebatado en éxtasis y se le atribuyeron numerosos milagros, antes y después de su muerte. Dios le llamó a Sí el 11 de octubre 1491, cuando tenía ochenta y cuatro años. Fue beatificado en 1825.

Su contemporáneo, Fray Ambrosino de Saracino, nos legó una semblanza del Jacobo en italiano; puede verse traducida al latín en Acta Sanctorum, oct., vol. v. CL Wilms, lakob Griesinger (1922); y Procter, Dominican Saints, pp. 287-291.

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Patrono de Letonia

Martirologio Romano: En Riga en el mar Báltico, la conmemoración de San Meinardo, obispo que, ya entrado en años, se dedicó a evangelizar a la población de Letonia; construyó la iglesia de Üksküll y fue ordenado obispo, para poner los fundamentos de la fe cristiana en esta región ( 1196).

Breve Biografía


Meinhard nació en Alemania entre los años 1134 y 1136. Por desgracia, nada ha llegado a nosotros sobre su infancia y su juventud. Dos crónicas muy de confianza que hemos entregado la poca información que hemos recibido un testimonio de su apostolado y de su vida ejemplar.

Durante su juventud formaba parte de la Congregación de los Canónigos Regulares de Letrán, en Segeberg en Holstein. Pero, empujado por el deseo de anunciar el Evangelio a todas las naciones, tomó la decisión de ir en misión de solidaridad en Livonia, región del noreste de Europa. Obtuvo del príncipe ruso Wladimiro el permiso para predicar a los nativos paganos.

En 1184 Meinardo emprendió la construcción de la primera iglesia de la ciudad de Uxkull, situado en la margen derecha del Daugava. Dos años más tarde tuvo a bien informar al arzobispo de Bremen Hartwig II de su apostolado y que no dudan en consagrarlo como primer obispo de Livoni. También en la exhortación Hartwig, el Papa Clemente III reconoció oficialmente la nueva diócesis de Uxkull como sufragánea de Bremen el 25 de septiembre 1188. La misión creada por Meinardo fue creciendo y no tardaron en asumir más y nuevas tareas. Es por ello que el 27 de abril 1191 el Papa Celestino III autorizó a un poco de ayuda en su tierra natal, pero sin tener en cuenta que ya no albergaba mucha confianza y la simpatía de los alemanes y el entusiasmo inicial ahora había consumido .

Meinardo, ahora anciano y en mal estado de salud, murió probablemente entristecido por el aparente fracaso de la obra para la cual había prodigado tanta energía. La fecha más probable de su muerte parece ser el 11 de octubre 1196, aunque algunas fuentes informan de 12 de abril y 14 de agosto. Entre 1380 y 1390 sus restos fueron trasladados a la catedral de Riga, la capital letona actual.

El 8 de septiembre de 1993 durante una visita apostólica a esa tierra, Juan Pablo II oficialmente restauró el culto de la santa proto-obispo, el establecimiento de la memoria litúrgica al 11 de octubre.

Traducción publicada originalmente en Santos de Dios.

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Cerca de la fortaleza de Schemaris, en las montañas del Cáucaso, muerte de san Anastasio, presbítero, apocrisario de la Iglesia Romana y compañero en la confesión de la fe católica y en el destierro de san Máximo el Confesor, que entregó su espíritu a Dios mientras pronunciaba en la celebración de la santa Sinaxis: «Lo santo para los santos».

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En la ciudad de Colonia, en la Lotaringia, de Germania, san Bruno, obispo, que siendo hermano del emperador Otón I, recibió conjuntamente el gobierno de Lotaringia y la función episcopal, y llevó a cabo su misión sacerdotal con gran fidelidad, mostrando a la vez su gran magnanimidad como príncipe.