07/22/17

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Por: . | Fuente: Religiòn en Libertad

Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano:En Ferrerías, Menorca, España, Beato Juan Huguet y Cardona, sacerdote diocesano, asesinado por odio a la fe. ( 1936)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.

Nació el 20 de enero de 1913 en Alaior, Menorca (España) en una familia profundamente católica. Entró en el seminario menor a la edad de once años, sobresaliendo en sus estudios y ganando fama por su piedad, amistad y sencillez. Después de estudiar en el seminario de Barcelona, fue ordenado el 6 de junio de 1936 en la ciudad condal por Monseñor Irurita, que después moriría mártir también él.

De vuelta en la isla, fue asignado a la parroquia menorquina de Ferrerías, cantó su primera Misa solemne el día 21 de junio de 1936, que aquel año fue la fiesta del Sagrado Corazón, y en dicha Misa el predicador ya le anunció que estuviese preparado para el martirio, pues el ambiente lo hacía presagiar ya desde hacía muchos meses…En las pocas semanas que el joven cura -tenía solamente 24 años- estuvo en aquella parroquia se ganó el cariño de todos. La gente suele mirar con gran benevolencia a los curitas jóvenes, y él era humilde y trabajador, muy alegre, por lo que en seguida le quisieron.

Pero tardó poco en estallar la guerra civil y el ambiente anticlerical se convirtió, en ciertos círculos, en verdadero odio, que solo en Menorca se llevó por delante a varias decenas de sacerdotes. Nadie le delató, le querían bien, pero él, en la confusión inicial, seguía llevando su sotana y cuando llegaron los milicianos de fuera, que iban de pueblo en pueblo asesinando a los que según su caprichoso parecer creían que debían morir, arrestaron a don Juan. Era el 23 de julio de 1936, por la tarde.

Uno de los hechos que hacen a este caso martirial extraordinario es el poder contar con testigos de cada momento de los hechos ocurridos. Y más extraordinario todavía es el haber contado entre los testigos del proceso con los padres del joven mártir. El dolor de una madre que ve morir a su hijo de modo tan bárbaro (fuera del bando que fuera) es ya de por sí inenarrable, y para una mujer de fe el despedirse de su hijo joven y saber que muere sólo por ser sacerdote, nada más que por eso, debió ser terrible, aunque la fe ayudase a sobrellevarlo.

Y es que murió sólo por ser sacerdote, no se metía en política, ni entendía de ella, ni parece que le importase, al menos nunca habló del tema en público. No tenía enemigos, ni murió por una venganza personal, sino por lo que se consideró un crimen tan horrible: el hecho de ser sacerdote, un curita joven recién estrenado. Cuando fue arrestado no se resistió ni puso mala cara, ni intentó defenderse, lo dicen los que lo vieron.

Y los mismos testigos nos han contado los hechos hasta el final, cosa rara en este tipo de episodios, ya que los asesinatos que no venían precedidos de sentencia judicial se hacían a escondidas, sin testigos.

A don Juan le detuvieron con malas maneras y un tal brigadier Marqués le tuvo en sus manos cuando estaba arrestado. Nos cuentan los compañeros de arresto que con rudeza se le obligó a quitarse la sotana, cosa que hizo mansamente. Y al quitársela le descubrieron un objeto de devoción, llamado cuentafaltas (algo parecido a un rosario y solían llevar los religiosos, monjas o sacerdotes para contar las faltas en su nocturno examen de conciencia y que solía llevar o una cruz o una medalla). Por hacerse el gallito, el tal Marqués le conminó a que escupiese a dicho objeto, a lo que él se negó. Le dijo entonces el susodicho “O escupes o te mato”. Y cuentan los que lo vieron que en ese momento el joven sacerdote, con una tranquilidad y paz que admiraban, puso los brazos en cruz y dijo en voz alta “Viva Cristo Rey”, ante lo cual el brigadier le disparó a la cara dos veces. Moría como el conocido Beato mexicano Padre Miguel Pro, mártir de la guerra de los cristeros.

Pero don Juan no murió en el momento, sino que quedó mal herido y se le intentó curar cuando el tal Marqués se fue, cosa que no se consiguió y poco tiempo después fallecía después de haber recibido la extremaunción. Ni una palabra negativa hacia el asesino, ni una queja, murió con paz.

S.S. Benedicto XVI firmó el 10 de mayo de 2012 el decreto con el cual se reconoce el martirio del Siervo de Dios Juan Huguet y Cardona, lo cual permitirá su próxima beatificación que se realizará, Dios mediante, el 13 de octubre de 2013

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Por: . | Fuente: Minimas.org

Mártires

Martirologio Romano:En Barcelona, España, Beatas María de Montserrat, (en el siglo Josefa Pilar García y Solanas), y 8 compañeras religiosas profesas del Instituto de las Mínimas Descalzas de San Francisco de Paula, junto a la seglar Lucrecia García y Solanas (laica, viuda y hermana de Sor María de Montserrat), asesinadas por odio a la fe ( 1936)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.

Integran el grupo: Madre María de Montserrat (Josefa Pilar García Solanas), Madre Margarita de Alacoque (Raimunda Ors Torrents), Madre María de la Asunción (Dolores Vilaseca Gallego), Sor María de las Mercedes (Mercedes Mestre Trinché), Sor María de Jesús (Vicenta Jordá Martí), Hna. Josefa del Corazón de María (Josefa Panyella Doménech), Sor Trinidad (Teresa Rius Casas), Hna. María de San Enrique (Montserrat Ors Molist), Hna. Filomena de San Francisco de Paula (Ana Ballesta Gelmá) y Lucrecia García y Solanas (laica)

Breves Biografías

El día 23 de Julio de 1936, nueve Monjas Mínimas y la hermana de una de ellas, que las asistía en los quehaceres externos del Monasterio de Barcelona, ofrecieron su vida como testimonio de su fe y recibieron la palma del martirio. Cuantas las conocieron testifican de ellas la ejemplaridad de su vida.

Madre María de Montserrat (Josefa Pilar García y Solanas), nació en Aniñón, (Zaragoza), el 8 de marzo de 1872. A la edad de 27 años ingresa en al convento de Monjas Mínimas de Barcelona, y profesa de votos solemnes en noviembre de 1899. Fue martirizada a los 64 años de edad y 37 de vida religiosa.

Era una monja muy edificante que sobresalía en la humildad, muy puntual a todos los actos de la comunidad, caritativa con todos, y muy amante de la Virgen.

Había sido superiora de la Comunidad anteriormente y se adelantó deseando vivamente poner a salvo a sus hermanas, sin importarle para ello perder su vida.

Madre Margarita de Alacoque de San Ramón, (Raimunda Ors Torrents). Nace en Centellas, diócesis de Vic, provincia de Barcelona, el 28 de octubre de 1862. A los 22 años de edad ingresó en el convento de Monjas Mínimas de Barcelona y en abril de 1887 hizo su profesión solemne.

“Sobresalía en todas las virtudes, sumamente obediente, caritativa, se consideraba la última de todas Asidua en la lectura de la Sagrada Escritura. En su juventud tuvo el ejemplo y el consejo de la Sierva de Dios Carmen de Sojo porque trabajó en su casa”.

Tenía 74 años de edad y 49 de vida religiosa cuando fue martirizada. El Señor la dotó de una inteligencia extraordinaria que ocultaba con su gran HUMILDAD y sencillez.

Madre María de la Asunción (Dolores Vilaseca y Gallego). Nacida el 19 de junio de 1871 en Piera diócesis de Barcelona. Ingresó en el convento de Monjas Mínimas de Barcelona y profesó de votos solemnes en enero de 1893.

"Era muy sencilla y destacaba de manera especial en la mansedumbre”.

Desempeñó el oficio de maestra de novicias. Junto con Madre Margarita fue una de las hermanas que tramitó el traslado al convento de Horta, donde sirvió a la comunidad como Superiora del 1889 al 90, del 1922 al 25 y del 1931 al 35 desde su humildad y servicio incondicional. Tenía 65 años de edad y 43 de vida religiosa.

Sor María de las Mercedes (Mercedes Mestre Trinché) Nacida en Barcelona el 18 de junio de 1889. Ingresó a los 26 años en el convento de Monjas Mínimas de Barcelona. Profesó de votos solemnes el 5 de octubre de 1920. Quienes la conocieron atestiguan de ella que fue siempre muy humilde y trabajadora, asidua a la adoración eucarística y de notable piedad mariana Fue premiada con el martirio a los 47 años de edad y 20 de vida religiosa.

Alma de profunda VIDA INTERIOR, deseaba gastar su vida por la gloria de Dios y el bien de sus hermanas. Se entregaba al trabajo con espíritu alegre y actitud de humilde servicio.

Sor María de Jesús (Vicenta Jordá y Martí). Nacida en Zorita, provincia de Castellón el 6 de marzo de 1899,

“Sobresalía de una manera especial en el recogimiento, siendo muy amante del silencio y vida interior. Su refugio era la oración. Manifestó que se había ofrecido totalmente al Señor>” A su lado todosse encontraban a gusto. En la comunidad tenía fama de santidad"

Fue martirizada a la edad de 37 años y 15 de vida religiosa.

Hermana Josefa del Purísimo Corazón de María (Josefa Panyella y Doménech), nacida el 7 de enero de 1865 en San Andrés de la Barca, diócesis de Barcelona. A los 21 años ingresó en el convento de Monjas Mínimas de Barcelona como Hermana lega y en noviembre de 1887 hizo su profesión de votos solemnes.

Su lema era sonreír siempre. Fue martirizada a los 71 años de edad y 49 de vida religiosa.

Sor Trinidad (Teresa Rius y Casas). Nacida el 17 de noviembre de 1875 en San Martín de Provençals (Barcelona). Tenía 61 años cuando fue martirizada y 31 de vida religiosa.

Ingresó a los 24 años en el convento de Monjas Mínimas de Barcelona.

Poseía el don de la CONTEMPLACIÓN y una gran alegría, sencillez y humildad de corazón
Todos los ratos libres los pasaba con Jesús presente y vivo en el Sagrario.

Sor María de San Enrique (María Montserrat Ors y Molist). Nació en S. Martín de Centellas provincia de Barcelona y diócesis de Vic el 10 de noviembre de 1890. Ingresó en el convento a los 24 años de edad e hizo su profesión solemne el 8 de octubre de 1919.

Tenía 46 años de edad y 17 de vida religiosa, cuando fue martirizada.

Muy amante de meditar en la Pasión de Jesús, tenía gran SED DE SACRIFICIOS, y cumplía su deber con alegría y generosidad.

Sor Filomena de San Francisco de Paula (Ana Ballesta y Gelmá), nacida en Barcelona el 28 de septiembre de 1895. Ingresó en el convento de Monjas Mínimas de Barcelona a los 20 años y en noviembre de 1920 emitía los votos solemnes.

Era muy observante de la Santa Regla y muy caritativa Destacaba por su vida de penitencia y oración constante. Fue martirizada a los 41 años de edad y 19 de vida religiosa.

Junto a las hermanas Mínimas ofrecía también su vida Lucrecia (Aniñón 1866), hermana de Montserrat que había decido vivir en el convento de su hermana haciendo los servicios externos.</span></span>

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Por: . | Fuente: Archidiócesis de Madrid

Profeta del A.T.

Martirologio Romano:Conmemoración de san Ezequiel, profeta, hijo del sacerdote Buzi, que elegido durante la visión de la gloria de Dios que tuvo en su exilio en el país de los caldeos, y puesto como atalaya para vigilar a la casa de Israel, censuró por su infidelidad al pueblo elegido y previó que la ciudad santa de Jerusalén sería destruida y su pueblo deportado. Estando en medio de los cautivos, alentó a éstos a tener esperanza y les profetizó que sus huesos áridos resucitarían y tendrían nueva vida.
Cuando vive, ya se ha terminado el imperio asirio con la caída de Nínive; ahora los poderosos son los caldeos, con Nabucodonosor.

Es una época dificultosa para el pueblo de Israel. En Jerusalén reina Joaquín, hijo del piadoso rey Josías que murió en la batalla de Megiddo (609 a. C.). En un primer momento, Joaquín intenta halagar al coloso babilónico, pero termina uniéndose en coalición con pequeñas potencias contra Nabucodonosor. Jeremías ya dio la voz de alerta, sugiriendo la sumisión, pero el orgullo de los elegidos la hizo imposible. En 598 los babilonios ponen cerco a Jerusalén y capitula Judá. Su precio es la deportación de gran parte de la población, entre ellos el rey Jeconías, hijo de Joaquín que murió durante el asedio. Con los deportados va también el joven Ezequiel que será el profeta del exilio.

Dos etapas enmarcan su acción profética.

La primera es antes de la destrucción de Jerusalén por los caldeos (598 a. C.). Aquí el hombre de Dios se encuentra con un pueblo ranciamente orgulloso y lleno de falso optimismo, fruto de la presunción. "¿Cómo va Dios a abandonarnos? ¡Están las Promesas! Es imposible una catástrofe total". Así razonaban ante los requerimientos del profeta. Es verdad que siglo y medio antes había permitido Dios la desaparición de Samaría, el Reino del Norte; pero Jerusalén es otra cosa; Yahwéh habita en ella. Pensaban que pasaría como en tiempos de Senaquerib, un siglo antes, cuando tuvo que abandonar el asedio por una intervención milagrosa; ahora Dios repetiría el prodigio. Ezequiel no piensa como ellos. Afirma y predica que Jerusalén será destruída con el Templo. Dice a todos que ha llegado la hora del castigo divino para el pueblo israelita pecador; sólo queda aceptar con compunción y humildad los designios punitivos de Yahwéh. A esta altura el profeta tiene una misión ingrata porque es un agorero de males futuros y próximos. Para la gente sencilla y las autoridades pasa por ser considerado como un judío despreciable que no tiene categoría para comprender los altos designios del Pueblo; es un derrotista ciego de pesimismo.

La segunda fase de su profecía se desarrolla una vez consumada la catástrofe. Ahora ha de levantar los ánimos oprimidos; debe dar esperanzas luminosas sobre un porvenir mejor. Creían sus compatriotas deportados que Dios se había excedido en el castigo, o que les había hecho cargar con los pecados de los antepasados. "¡Nuestros padres comieron las agraces y nosotros sufrimos la dentera!", es el grito unánime de protesta. Ezequiel se preocupará de hacerles ver que Dios ha sido justo y que el castigo no tiene otra finalidad que la de purificarlos antes de pasar a una nueva etapa gloriosa nacional.

Y esto lo hace Ezequiel empleando un estilo que no tiene nada que ver con el de los profetas preexílicos Amós, Oseas, Isaías y Jeremías; no goza de su sencillez y frescor. Ezequiel pertenece a la clase sacerdotal, está cabalgando entre dos épocas y se aproxima a la literatura apocalíptica del judaísmo tardío. Frecuentemente su mensaje viene expresado con el simbolismo de las visiones y también con el simbolismo de su propia existencia. Es conocidísima la visión "de los cuatro vivientes" (c. 1) en la que, toda la creación simbolizada en el hombre, el toro, el león y el águila, son el trono del Creador que viene triunfante y esplendoroso a visitar a los exiliados de Mesopotamia. Y el expresivo contenido de la visión del "campo lleno de huesos" (c. 37) que reviven por el poder de Yahwéh, cubriéndose de nervios y carne, cobrando vida nuevamente. O la otra del "Templo que mana un torrente de aguas" (c. 47) para regar y hacer feracísima la nueva tierra con plenitud edénica. En todas ellas está vivo el mensaje de restauración nacional; volverá del exilio un pueblo purificado y vendrá con certeza una teocracia mesiánica.

Fue la vida profética de Ezequiel un período de veinte años (593-573) de amplia actividad para salvar las esperanzas mesiánicas de sus compañeros de infortunio, al derrumbarse la monarquía israelita.

Quizá hoy en la Iglesia convenga también un nuevo tipo religioso que, surgido en horas de aturdimiento y desaliento general, sea instrumento de Dios para salvar la crisis de conciencia que trae el desmoronamiento de los principios. Bien puede estar el secreto en copiar la fidelidad de Ezequiel.

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Patrona de Europa. Santa Brígida, religiosa, nacida en Suecia, que contrajo matrimonio con el noble Ulfo, del que tuvo ocho hijos, a los cuales educó piadosamente, consiguiendo al mismo tiempo con sus consejos y con su ejemplo que su esposo llevase una vida de piedad. Muerto éste, peregrinó a muchos santuarios y dejó varios escritos, en los que habla de la necesidad de reforma tanto de la cabeza como de los miembros de la Iglesia. Puestos los fundamentos de la Orden del Santísimo Salvador, en Roma pasó de este mundo al cielo.

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En Marsella, ciudad de la Provenza, en la Galia, san Juan Casiano, presbítero, que fundó un monasterio para varones y otro para mujeres, y, como fruto de su larga experiencia en la vida monástica, escribió para los monjes dos obras: Instituciones Cenobíticas y Conferencias de los Padres (c. 435).

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En Bizia (hoy Wiza), en Tracia, san Severo, mártir en tiempo de los emperadores Diocleciano y Maximiano, que, según cuenta la tradición, convirtió al centurión [san Memnón] y fue martirizado después de él (c. 304).

Hermanos Franciscanos

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