09/08/21

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Presbítero y Fundador
de la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora del Monte Calvario

Martirologio Romano: En la ciudad de Gramat, en la región de Cahors, en Francia, beato Pedro Bonhomme, presbítero, que se distinguió por las misiones populares y la evangelización de los campesinos, fundando la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora del Monte Calvario, para cuidar a jóvenes, enfermos y necesitados.

Fecha de beatificación: Fue beatificado el 23 de marzo de 2003 por S.S. Juan Pablo II.

En 1803, nace Pedro Bonhomme en Gramat, en el hogar de un artesano, armero. El Causse del Quercy todavía está marcado por la devastación del período revolucionario: lo que queda del clero ha envejecido, el Seminario Mayor aún no ha abierto sus puertas y las necesidades apostólicas son inmensas en este departamento que cuenta entonces con unos 250.000 habitantes.

Muy pronto, el joven Pedro Bonhomme, apasionado por Jesucristo y motivado por la inmensa misión a realizar para «salvar almas», toma la decisión: será sacerdote.

Entra al Seminario Mayor con el diploma de Bachiller que obtuvo en el Colegio Real de Cahors, para ser ordenado sacerdote en 1827.

A partir de ese momento, él dio pruebas de un dinamismo extraordinario:

– En Gramat abre un Colegio para varones y al año siguiente otro en Prayssac;

– Presta una ayuda eficaz a los sacerdotes ancianos de dos parroquias de Gramat y crea el grupo de las «Hijas de María», movimiento de espiritualidad para las jóvenes.

Ahí está su primera obra. Está tan persuadido de la necesidad de la instrucción y de la formación humana y espiritual para las jóvenes, cuando nada hay en esos lugares.

– Pronto es nombrado Párroco de Gramat, descubre la miseria de los pobres, ancianos y enfermos y la precariedad de los medios para ayudarlos. Invita a las jóvenes a ponerse a su servicio para las visitas, los cuidados, los socorros materiales y espirituales..., y muy pronto, de acuerdo con la Sociedad de Beneficencia del pueblo, decide construir un Hogar.

– De este proyecto nace la Congregación de Hermanas de Nuestra Señora del Calvario.

En esta época, es habitual que se pida una comunidad religiosa para poner en funcionamiento un Hogar.

El Padre Bonhomme no encontrándola y viendo el fervor y la entrega de las jóvenes del grupo de las Hijas de María, las invita y las forma para que sean estas religiosas. Con esta propuesta, él sale al encuentro de su deseo de consagrarse a Dios.

Cuatro gramatenses: Hortensia y Adela Pradel, Cora y Matilde Rousset son el primer eslabón de una cadena no interrumpida hasta hoy.

En Rocamadour, destacado lugar de peregrinación mariana en el Quercy, ellas hacen un retiro de discernimiento de ocho días, que concluye con su primer compromiso. Después de algunos meses de estadía en Cahors, para su formación, en diversas congregaciones, ellas regresan a Gramat para vivir en comunidad y ponerse al servicio de los pobres y los niños.

En 1833 pronuncian sus primeros votos y 30 años más tarde, a la muerte del Padre Fundador, son más de doscientas y las comunidades se han multiplicado en el Lot y más allá, al servicio de:

— los niños y jóvenes (catequesis, instrucción y formación...)

— las parroquias

— los pobres y enfermos (cuidados a domicilio, obras sociales...)

— los marginados de la época (sordomudos, enfermos mentales...)

Y durante este tiempo, el Padre Bonhomme, por su parte, despliega una actividad desbordante al servicio de las parroquias. Predica numerosas misiones en el Lot y en el Tarn y Garonne: unas sesenta en diez años. Estas misiones duran de una a tres semanas y tienen un éxito notable si se juzga por la frecuentación de los fieles, el número de confesiones y de conversiones.

Allí comienza la fama de gran orador popular que, a partir de un contenido muy clásico: las grandes verdades (muerte, juicio, pecado, infierno, cielo y también los diez mandamientos) sabe conmover, hacer llorar pero sobre todo convertir y conducir al compromiso cristiano a numerosos paisanos de buena voluntad y jóvenes para su Congregación. El predicaba en patois, con fuerza y siempre. Se revela un extraordinario ministro de la Reconciliación.

Misionero del Quercy,es a los pies de Nuestra Señor de Rocamadour donde busca fuerzas e inspiración. Por su intercesión obtiene su curación cuando quedó completamente afónico durante un retiro que predica, en la Parroquia de Gramat.

Allí también, el Padre Caillau, Sacerdote de las Misiones de Francia y restaurador de las peregrinaciones, le pide que inaugure, en 1835: las Semanas Mariales de Setiembre.

Antes de emprender este trabajo misionero, el Padre Bonhomme toma el tiempo necesario para la reflexión. Con grandes deseos de ser fiel al Señor, hace en 1836, un retiro en la Trapa de Mortagne. El mismo se siente atraído por la vida religiosa y más particularmente por la Orden de los Carmelitas. Quería llevar con él dos compañeros para hacer el noviciado, con la posibilidad de regresar a Gramat con una Comunidad Carmelita... Pero, el Obispo de Cahors, Monseñor d´Haupoul se opone a este proyecto.

El Padre Bonhomme obediente, se somete y colabora leal y activamente con el grupo de misioneros diocesanos,establecidos en Rocamadour y al cual, el nuevo Obispo, Mons. Bardou, ha dado otro superior: el Padre Jouffreau.

Después de diez años consagrados a la renovación y evangelización de las campañas, en 1848, durante la Misión de Puy le Eveque, un pueblo del Lot, pierde definitivamente la voz y debe renunciar a la predicación.

El misionero diocesano no está más pero queda el Fundador y durante los últimos años de su vida, continuará trabajando por su Congregación y por ella contribuirá aún a extender Reino de Dios pues, atento a los signos del Espíritu, tiene un sentido agudo de los llamados y de las necesidades de su tiempo.

La Congregación cuenta entonces con 61 religiosas en distintas comunidades implantadas en las parroquias rurales para la educación de los niños y el cuidado de los enfermos.

En 1844, había enviado una comunidad para prestar un servicio en el Hospital Psiquiátrico del Departamento, en Leyme, y sostuvo a las Hermanas, en esta tarea tan difícil, con sus numerosas visitas. El toma conciencia de la suerte de los enfermos mentales que la medicina no llegaba a tratarlos como hoy. Y cuando, en París, encuentra al Dr. Falret, médico en la Salpetrière, que le pide Hermanas para atender un asilo de día para «los alienados convalecientes e indigentes», decide concretar esta fundación. Las Hermanas llegan a Grenelle (París) el 1 de julio de 1856.

Por su enfermedad de laringe, privado de voz, el Padre Bonhomme experimenta todos los días las dificultades de comunicación con su entorno. Durante las misiones descubre en los pueblos del campo inválidos, sordo-mudos, privados de comunicación, de educación y con frecuencia excluidos. Su enfermedad lo hace más sensible al discapacitado. Desea hacer alguna cosa por ellos quiere ante todo, hacerles oír, para que sean accesibles a la Palabra, para hacerles conocer el amor de Dios.

En octubre de 1854 abre la primera escuela para sordos en Marynhac-Lentour (Lot) y en 1856 envía Hermanas a París, calle de Postes, para fundar un asilo para sordomudos, a pedido del Padre Lambert, Capellán del Instituto Imperial de Sordos.

Durante este último período de su vida, el Padre Bonhomme trabaja en la redacción de la Regla del Instituto que ha puesto bajo la protección de Nuestra Señora del Calvario, dándole a Maria al pie de la Cruz por Madre y Modelo.

Hace preceder el texto de las Constituciones por un comentario de las Bienaventuranzas. El mismo ha fundado su vida sobre el Evangelio y escribe: «Mi modelo será Jesucristo y uno se complace en parecerse a quien ama».

Este apasionado por Jesucristo sufre la prueba de la persecuciónen su ciudad natal donde no le evitan ni críticas, ni calumnias, ni burlas durante los primeros años de su ministerio. Este sufrimiento lo marca profundamente. El que es muy sensible, delicado en la amistad y compasivo en las penas. Está en comunión con la Pasión de Cristo que celebra con el Vía Crucis. En el curso de sus misiones, lo hizo erigir por decenas en las Iglesias parroquiales.

Su confianza filial a María,lo conduce frecuentemente como peregrino, sobre la ruta de Rocamadour, el rosario en mano. «Mi apoyo, mi todo junto a Dios, eres Tú Santa Virgen María... Pongo mi salvación entre tus manos...», tal es su oración y sin dudas la del último encuentro en ese Santuario Mariano, donde tres días antes de su muerte, fue a pie!

La tarde del 9 de Setiembre de 1861, es para él la hora del encuentro con Aquél a quien dio toda su vida!... Bienaventurado Padre Bonhomme, testigo de Jesucristo!

Si usted tiene información relevante para la canonización del beato Pedro, contácte a:
33 Ave. Louis Mazet
46500 Gramat, FRANCIA

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Religiosa

Martirologio Romano: En Münster, en Alemania, beata María Eutimia (Emma) Üffing, virgen, de la Congregación de las Hermanas de la Compasión, que pasó su vida sirviendo a los enfermos, mostrando su eximia piedad, su benignidad y su olvido de sí misma (1855).

Fecha de beatificación: Fue beatificada el 7 de Octubre de 2001 por el Papa Juan Pablo II.

Sor María Eutimia (en el mundo: Emma Üffing) nació el 8 de abril de 1914 en Halverde, Alemania. Ella era la hija de Augusto Üffing y María Schnitt, y creció junto a 10 hermanos y hermanas en el ambiente de una pequeña ciudad. Su gran y religiosa familia y la vida de la parroquia caracterizaron su niñez y juventud. Contando con apenas 18 meses de edad fue atacada por una forma de raquitismo que terminó afectando su salud para el resto de su vida, provocando también una disminución en la velocidad de su desarrollo físico. A pesar de esto, ella nunca se quejó dedicándose a ayudar en la granja, no se indignaba cuando era víctima de alguna injusticia y, siempre que podía, evitaba a sus hermanos y hermanas cualquier trabajo desagradable.

El 27 de abril de 1924 Emma hizo su Primera Comunión y el 3 de septiembre de 1924 recibió el Sacramento de Confirmación. A la edad de 14 años, Emma expresó su deseo de hacerse religiosa. El 1 de noviembre de 1931, ella comenzó su formación como aprendiz de economía doméstica en el cercano hospital de santa Ana en Hopsten, misma que completó en mayo de 1933. Fue aquí donde conoció a las Hermanas de la Compasión de Münster, la Madre Superiora de la casa, Sor Eutimia Linnenkämper, valoraba la constante y siempre disponible actitud de servicio que caracterizaba a Emma. Regreso a casa para atender a su padre enfermo, quien falleció en 1932. En 1934, con el consentimiento de su madre, Emma envió una carta a la la Casa Matriz en Münster solicitando ser admitida en la Congregación de las Hermanas de la Compasión. Después de un titubeo inicial de las Superioras de la Orden, motivado por la delicada constitución física de Emma, las Superioras aceptaron su solicitud. El 23 de julio, Emma Üffing entró en la Congregación de las Hermanas de la Compasión en Münster como una de las 47 postulantes. Ella tomó el nombre de "Eutimia", en memoria de la Madre Superiora en Hopsten, Eutimia Linnenkämper.

Durante su formación, ella se preparó intensa y concienzudamente para realizar su gran deseo de estar al servicio de Dios y de la humanidad, esta etapa fue completada el 11 de octubre de 1936 cuando ella hizo sus votos simples. En una carta a su madre ella feliz escribió, " encontré al amado de mi alma; quiero sostenerlo y nunca dejarle ir " (cf. Cantar de los Cantares 3,4).

En octubre de 1936 Sor María Eutimia fue asignada al Hospital de san Vicente en Dinslaken. El 3 de septiembre de 1939, después de aprobar con distinción sus exámenes, ella recibió su diploma como enfermera profesional. Un año más tarde, el 15 de septiembre de 1940, Sor María Eutimia hizo su profesión final.

Durante el período de la guerra la pobreza agravó el trabajo de asistencia a los enfermos. En 1943, Sor María Eutimia fue asignada a cuidar a los prisioneros de guerra y trabajadores extranjeros enfermos, sobre todo aquellos de nacionalidad británica, francesa, rusa, polaca y ucraniana que tenía enfermedades infecciosas. Ella se dedicó a ellos con infatigable atención y cordialidad. El sacerdote francés, fray Emilio Esche, que vivió durante varios años como prisionero de guerra en el hospital en Dinslaken, brinda un extraordinario testimonio: Cuando atendía a un enfermo (Sor María Eutimia) estaba llena de una caridad y bondad que brotaban de su corazón, nada era demasiado para ella. Ella sabía que los prisioneros enfermos no tenían tan sólo que enfrentarse tan sólo a los sufrimientos físicos, a través de su ardiente compasión y cercanía ella les brindaba un sentimiento de estar seguros y en casa. Ella rezó con el enfermo y se aseguraba de que ellos pudieran recibir los Sagrados Sacramentos Santos.... "La vida de Sor Eutimia era un cántico de esperanza en medio de la guerra", expreso fray Emilio Esche.

Después de la guerra, Sor María Eutimia, quien antes había trabajado con tal dedicación ayudando al enfermo, fue asignada al cuarto de lavandería en Dinslaken y, tres años más tarde, a la gran lavandería de la Casa de Matriz y de la Clínica San Rafael en Münster. Aunque ella hubiera preferido seguir ayudando al enfermo, ella se adaptó a esta nueva tarea sin dificultad. "Todo es para Dios Todopoderoso", era su respuesta.

Incluso aunque tuviera una enorme y demandante cantidad de trabajo, ella siempre era una monjita simpática y disponible, quien tenía siempre una risa amistosa y una palabra amable, siempre presta para ayudar a quien se lo pidiera. Ella vivió su vida diaria de un modo extraordinario. Todo su tiempo libre, que por lo general era muy poco, ella lo pasó rezando ante el tabernáculo. Muchos que la conocían, le pedían que interceda por ellos en sus oraciones. Una forma seria de cáncer llevó a Sor María Eutimia a una muerte prematura, luego de largas semanas de enfermedad. Murió durante la mañana del 9 de septiembre de 1955.

Reproducido con autorización de Vatican.va

responsable de la traducción: Xavier Villalta


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Religioso Jesuita

Martirologio Romano: En Bilbao, ciudad del País Vasco, en España, beato Francisco Gárate Aranguren, religioso de la Compañía de Jesús, que se santificó practicando la humildad en el ejercicio de portero durante cuarenta y dos años (1929).

Fecha de beatificación: Su causa se introdujo en 1950 y fue beatificado por Juan Pablo II el 6 de octubre de 1985.

Francisco Gárate Aranguren nació el 3 de septiembre de 1857 en Azpeitia (Guipúzcoa), España, en un caserío muy cercano, a sólo 105 metros, de la Casa torre de Loyola. Fue el segundo de una familia de siete hermanos. De los 4 varones, tres fueron jesuitas.

A la edad de 14 años dejó su casa para emplearse en trabajos domésticos en el recién abierto Colegio de Nuestra Señora de la Antigua, en Orduña, Vizcaya. En 1874 hizo discernimiento vocacional con los jesuitas y decidió ingresar en la Compañía de Jesús. Él y otros dos muchachos hicieron el viaje a pie hasta Poyanne, en el sur de Francia, donde estaba el Noviciado de los jesuitas españoles después de la Revolución de 1868. El país vasco era entonces escenario de la Tercera Guerra carlista.

El final de su noviciado coincidió con la pacificación de España y el retorno paulatino de los jesuitas españoles. Su primer trabajo fue el de Enfermero en el Colegio de la Guardia (Pontevedra) en la costa atlántica y muy cercano a la frontera portuguesa. Allí estuvo 10 años y los estudiantes recordaron siempre su paciencia, entrega y caridad para todos y en especial para los enfermos.

En 1888 fue destinado a Bilbao, a la portería de la Universidad de Deusto, donde va a permanecer 41 años, hasta su muerte.

Su trabajo era el de recepcionista, pues estuvo encargado de recibir a las personas que llegaban a la Universidad, como de todo lo relacionado con el edificio, aún en construcción, y de la planta telefónica instalada en 1916. Además ayudaba al sacristán y a cuidar el jardín v patios.

Durante todo ese largo período, hasta 1929, pasaron por Deusto muchos jesuitas y personajes notables, pero el más recordado, siempre, por los universitarios fue el Hermano Francisco. Él los saludaba cariñosamente todas las mañanas al legar a clases, los animaba, daba consejos y confortaba cuando parecía haber malos momentos. Incluso, ayudó a muchos a copiar apuntes de clases. A los pobres, que venían conocedores de su bondad, ayudó con alimentos y también con alguna ropa. Los estudiantes lo llamaban cariñosamente “Hermano Finuras”, por sus finos modales y delicadeza de alma.

La larga permanencia del Hermano Gárate en Deusto, para él, no fue algo que considerara extraordinario, ni mucho menos heroico. Él pensaba que cumplía con lo que el Señor le estaba pidiendo a través de la Compañía, Supo convertir esos años, de servicio y oración, como su patrono San Alonso Rodríguez, en un camino de santidad.

Se enfermó el 8 de septiembre de 1929 y murió al día siguiente, sin dar molestias a nadie.

Su fama de santidad siempre había sido grande, aún en vida; pero creció extraordinariamente después de su muerte.

Sus restos descansan en la “Capilla del Hermano Gárate” en la Universidad de Deusto.

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