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Mártires Valencianas

Martirologio Romano: En el pueblo de Benicalap, en Valencia, España, beatas mártires Sofía Ximénez Ximénez, madre de familia, María de la Purificación de San José Ximénez y María Josefa del Río Messa, vírgenes del Instituto de las Hermanas Carmelitas de la Caridad, que atravesando la dura prueba del martirio alcanzaron la gloria que no conoce fin. ( 1936)

Breves Biografías


Sofía Ximénez Ximénez

Sofía nació en Valencia, en el seno de una familia militar. Al morir su madre siendo ella muy pequeña, su padre se volvió a casar otra vez, pero su madrastra no quería que las hijas del primer matrimonio de su marido vivieran con ella y por ello tuvo que irse a vivir con una tía suya. El tutor que cuidaba su patrimonio cometió fraude y ella y sus hermanas vieron sus bienes muy mermados. En 1905, se casó con Carlos del Río, viudo de la madrina de Sofía, que tenía tres hijos pequeños, Sofía los cuidó con gran cariño y ella tuvo cuatro hijos. Vivió con su marido en Barcelona, León y Segovia y finalmente en Toledo, donde en 1927 murió su esposo. En Toledo colaboró con la parroquia y fue presidenta de la Asociación de la Virgen Milagrosa.

Como no le quedaba más que un hijo de cinco años, Luis, discapacitado por parálisis infantil, volvió a Valencia. En Valencia cuidó de la madre de la primera esposa de su marido hasta que falleció, y llevó la misma vida de piedad. Pertenecía a la Acción Católica.

Al iniciarse la guerra civil, acogió en su casa a las religiosas expulsadas de sus conventos e intentar sacar de la cárcel y de las checas a diferentes personas, a quienes ayudó en todo lo que pudo. Una criada que tenía en casa, la denunció como católica y fue arrestada con su hijo enfermo y por ello fue martirizada junto con su hermana María de la Purificación Ximénez, carmelita de la Caridad, y otra religiosa de esta Congregación: María Josefa del Río, en Paterna, que era su hijastra. Fue fusilada junto a su hijo en el Picadero de Paterna. Mientras se acercaban al martirio fueron rezando y dando gracias a Dios por concederles la gracia de dar la vida por su amor.

María de la Purificación de San José Ximénez

Nació en Valencia el 3 de febrero de 1871.

Ingresó en el noviciado de Vic. Después de la profesión pasó por varias casas de la provincia hasta que el 11 de septiembre de 1900 la encontramos entre las 5 HH. fundadoras del Colegio-Asilo de La Unión (Murcia) donde permaneció hasta el año 1906 en que es destinada a Vic para encargarse de las novicias. EL año 1911 pasa a Gandía como superiora y en 1917 a Tarragona hasta el año 1936 año en que las HH. tuvieron que abandonar el colegio y refugiarse en casas de familiares y conocidos. Así lo hizo ella refugiándose en Valencia en casa de su hermana Sofía y de allí la sacaron junto con su hermana y su sobrina la Hna. Mª Josefa del Río también carmelita. y Luis su sobrino. El día 23 de septiembre aparecieron sus cuerpos en el cruce de Campanar - Benicalap

Se hacía toda para todas sin distinciones de ninguna clase.

María Josefa del Río Messa

Nació en Tarragona el 30 de abril de 1895. A los 6 años queda huérfana de madre y su padre se casó con Sofía Ximénez Ximénez, hermana de Sor Purificación de San José y vincu­lada a ella no solo por los lazos de la sangre sino por haber compartido la entrega de la vida. Siguiendo los traslados de su padre, se educó en los colegios de las carmelitas de Barcelona y León.

Ingresó en el noviciado de Vic el 23 de mayo de 1917 a los 22 años . Después de la pro­fesión es destinada a Tarrasa y a los pocos meses a Barcelona al colegio de Gracia hasta 1936, fecha en que las HH. tuvieron que abandonar la casa y refugiarse donde encontraban cobijo. Ella marchó a casa de su segunda madre Sofía, y allí salió hacia el martirio junto con todos los de la casa. Era el 23 de septiembre de 1936

En su vida hay una intuición constante: el martirio. La experiencia de su amor a Dios estaba hecha de fidelidad, entrega y confianza total en Dios - Padre.

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Diácono y Mártir

Martirologio Romano: En Misena de Campania, en Italia, san Sosso (antes Sosio), diácono y mártir, quien, al decir del papa san Símaco, deseando proteger de la muerte a su obispo, consiguió también él el martirio con igual precio y gloria (c. 305).

Breve Biografía


San Sosso nace en Misena en el 205 D.C., según lo contado en el martirologio del Venerable Beda.

Fue uno de los más ardientes líderes de los grupos de los primeros cristianos. Juan Diacono lo define como "el hombre en quien florecían todos los carismas de la Gracia", para demostrar la reputación de santidad de la que gozaba en vida cabe indicar que prelados de muchos lugares hacían el viaje a Misena para conversar con el Seráfico Diácono.

De acuerdo a uno de los relatos, el celebre San Jenaro, durante una de sus visitas en el año 304, en la celebración de la Misa del tercer domingo de Pascua, vio aparecer en la cabeza de Sosso, mientras este leía el Evangelio, una llama similar a aquellas que cayeron sobre las cabezas de los apóstoles en Pentecostés. Luego San Jenaro revelaría esa visión profetizando que Sosso sería mártir.

San Sosso fue decapitado el 19 de septiembre de 305.

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Fundadora

Martirologio Romano: En Montreal, en la provincia de Quebec, en Canadá, beata María Emilia Tavernier, religiosa, que, al perder el marido y los hijos, se entregó a cuidar a los necesitados, fundando la Congregación de las Hermanas de la Providencia, en favor de los huérfanos, ancianos y débiles mentales (1851).

Etimologícamente: Emilia = amable, viene del griego

Breve Biografía


Émilie Tavernier nació en Montreal, Canadá, el 19 de febrero de 1800, de padres humildes pero virtuosos y trabajadores. Ella es la última de quince hijos nacidos del matrimonio Tavernier-Maurice; sus padres fallecieron cuando ella era una niña, pero dejaron a sus hijos una educación cristiana marcada por la presencia de la Providencia en sus vidas.

A la edad de 4 años, Emilia fue confiada a una tía paterna, que reconoció en la niña una sensible inclinación para con los pobres y desdichados.

A los 18 años, parte para ayudar desinteresadamente a su hermano que ha quedado viudo. Lo único que solicita es tener siempre una mesa para servir comida a los mendigos que se presentan; mesa que ella nombra con cariño: «La Mesa del Rey».

En 1823, contrae enlace con Jean-Baptiste Gamelin, un profesional en el cultivo de manzanas. En él, ella encuentra a un amigo de los pobres que comparte sus mismas aspiraciones. De esta unión nacen tres hijos, pero muy pronto la tristeza invade este hogar con el fallecimiento de los hijos a quienes ella se había dedicado con amor y abnegación. También fallece su esposo, con quien ha vivido años felices y de fidelidad en el compromiso matrimonial.

Emilia, en medio de todas estas pruebas no se repliega sobre sus sufrimientos, sino que encuentra en la Virgen de los Dolores al modelo que orientará toda su vida.

Su oración y su contemplación de la Virgen al pie de la cruz abren su corazón a una caridad compasiva por todas las personas que sufren. ¡Desde hoy en adelante, ellas serán su esposo y sus hijos!

Un pobre deficiente mental y su anciana madre son los primeros de una larga lista de pobres, que se benefician, no solamente con los recursos que le dejara su esposo, sino además con su tiempo, su dedicación, su bienestar, sus diversiones y hasta su salud. Su propia casa llega a ser la casa de todos ellos y multiplica los refugios para albergarlos. Personas ancianas, huérfanos, presos, inmigrantes, desempleados, sordomudos, jóvenes o parejas con dificultades, impedidos físicos y enfermos mentales, todos conocen bien su casa, a la que dan espontáneamente el nombre de «Casa de la Providencia», porque ella misma es una «verdadera providencia».

Emilia es bien recibida tanto en los hogares como en la cárcel, entre los enfermos y entre los que están bien, porque lleva consuelo y asistencia. Ella es verdaderamente el Evangelio en acción: «Lo que haces al más pequeño de mis hermanos, a mí me lo haces».

Familiares y amigas se reúnen alrededor de ella para ayudarle; mientras que otros no logran entender semejante dedicación y al ver que se abre otro refugio comentan: «Madame Gamelin no tenía suficientes locas ¡Tuvo que buscarse otras!».

Durante quince años multiplicará sus gestos heroicos de dedicación, bajo la mirada de reconocimiento y aprobación del obispo Jean-Jacques Lartigue, en un principio y luego de Mons. Ignace Bourget, el segundo obispo de Montréal, quien piensa que una vida tan preciosa para sus feligreses no puede desaparecer sin que alguien tome el relevo.

En una estadía en París, en 1841, Mons. Bourget solicita el envío de Hijas de San Vicente de Paul para la atención de la obra de la Señora Gamelin, con el fin de establecer las bases para una comunidad religiosa. Al recibir una respuesta afirmativa, hace construir una casa nueva para acogerlas en Montreal. Pero a última hora, las religiosas cambian de parecer. La Providencia tiene otros planes.

¡La obra de Madame Gamelin sobrevive a todo esto!

El obispo Bourget busca candidatas en su propia diócesis; ellas serán confiadas a Madame Gamelin quien las formará para la obra de caridad compasiva que ella realiza con tanta dedicación, y para la misión Providencia que proclama con actos que hablan aún más fuerte que las palabras.

Las Hermanas de la Providencia nacen, a partir de la Casa de la Providencia, en la Iglesia de Montreal. Emilia Tavernier-Gamelin se unirá a las primeras religiosas, primero como novicia y luego como su madre y su fundadora. La primera profesión religiosa se celebra el 29 de marzo de 1844.

Las necesidades de los pobres, de los enfermos, de los inmigrantes, etc. no dejan de aumentar en esta ciudad, en esta sociedad en vías de desarrollo.

La Comunidad naciente conoce horas sombrías, cuando las hermanas disminuyen en número, debido a las epidemias mortales. Cuando el obispo Bourget duda de la buena voluntad de la superiora, influenciado por una religiosa muy negativa, la fundadora se mantiene de pie junto a la cruz, siguiendo el ejemplo de la Virgen de Dolores, su modelo a partir de las tristes horas de sus duelos. El mismo obispo Bourget reconocerá su grandeza de alma y su generosidad que llega al heroísmo.

La nueva comunidad crece para responder a las necesidades del momento: las Hermanas de la Providencia se multiplican, son 50 en 1851, cuando hace solamente ocho años que ha nacido la comunidad y la fundadora misma fallece, siendo una víctima más de la epidemia de cólera. Sus hijas recibieron el último testamento de labios de su madre: humildad, simplicidad, caridad, sobretodo caridad.

A partir de estos humildes comienzos, son 6147 las jóvenes que se han comprometido para seguir el ejemplo de Emilia Tavernier Gamelin. Hoy las encontramos en Canadá, Estados Unidos, Chile, Argentina, Haití, Camerún, Egipto, Filipinas y Salvador.

El 23 de diciembre de 1993, el Papa Juan Pablo II promulgó las virtudes heroicas de Emilia Tavernier Gamelin.

Después, al reconocer oficialmente, el 18 de septiembre de 2000, un milagro atribuido a su intercesión, el Soberano Pontífice proclama su beatificación para el 7 de octubre de 2001 y la propone al pueblo de Dios como modelo de santidad, por su vida dedicada totalmente al servicio de sus hermanos y hermanas más desprovistos de la sociedad. Se ha establecido el 23 de septiembre como fecha de su fiesta litúrgica, día del aniversario de su fallecimiento en 1851.

Reproducido con autorización de Vatican.va

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Por: . | Fuente: Franciscanos.org

Presbítero Capuchino

Martirologio Romano: En Turín, en la región del Piamonte, san Ignacio de Sandone (Lorenzo Mauricio) Belvisotti, presbítero de la Orden de Hermanos Menores Capuchinos, asiduo en atender a penitentes y en ayudar a enfermos (1770).

Fecha de canonización: Fue canonizado por el papa Juan Pablo II el 19 de mayo del 2002.

Breve Biografía

Ingresó en la Orden capuchina a la edad de 30 años, siendo ya sacerdote, para vivir la alegría de la obediencia. Destacó por su celo y asiduidad en la administración del sacramento de la penitencia y en la dirección de las almas, y por su sabiduría y prudencia en la formación de los novicios. Lo beatificó Pablo VI en 1966, y lo canonizó Juan Pablo II en el 2002.

Nació el 5 de junio del año 1686 en la localidad de Santhià (Sandone), Santa Ágata, provincia de Vercelli (Italia). Ese mismo día fue bautizado con los nombres de Lorenzo Mauricio. Era el cuarto de los seis hijos del matrimonio formado por Pier Paolo Belvisotti y María Elisabetta Balocco.

Al morir su padre, cuando él tenía siete años, su madre lo encomendó a un piadoso sacerdote, pariente suyo, que se encargó de su formación intelectual y espiritual. Luego ingresó como seminarista en la colegiata de su pueblo. Hizo sus estudios superiores en la ciudad de Vercelli, y fue ordenado sacerdote en el otoño de 1710.

Al inicio, aceptó la propuesta de ser capellán instructor de una familia noble de Vercelli, los Avogadro, sin descuidar sus deberes estrictamente religiosos: colaboraba en las misiones populares organizadas por los jesuitas, entre los cuales escogió a su director espiritual, el P. Cacciamala.

En 1713 rehusó el cargo de canónigo rector de la colegiata de Santhià. En 1715 aceptó desempeñar el ministerio pastoral en una parroquia, pero un debate jurisdiccional sobre el nombramiento resultó providencial para su futuro, pues lo impulsó a dejar la sotana clerical para vestir el sayo capuchino.

El 24 de mayo de 1716, al ingresar en el convento noviciado de la Orden de Frailes Menores Capuchinos de Chieri (Turín), Lorenzo Belvisotti tomó el nombre de fray Ignacio de Santhià.

Después del noviciado y de la profesión religiosa solemne, fue prefecto de sacristía, director de acólitos y confesor, trabajando apostólicamente con un celo extraordinario.

En 1731 el capítulo provincial le encomendó la formación de los candidatos a la vida capuchina como maestro de novicios en el convento de Mondoví (Cuneo). Con gran acierto supo sostener a los novicios en las pruebas más arduas.

En agosto de 1744 fue enviado como capellán de las tropas del rey de Cerdeña, Carlos Emanuel III, durante la guerra contra las armadas franco-españolas (1744-1747). Con gran caridad asistía a los militares heridos o contagiados en los hospitales militares de Asti, Alessandria y Vinovo.

Restablecida la paz, fue destinado al convento del Monte de los Capuchinos, en Turín, donde residirá veinticinco años, hasta su muerte.

Dividía su actividad entre el convento y la ciudad. Cada domingo explicaba la doctrina cristiana y la regla franciscana a los hermanos legos y cada año dirigía los ejercicios espirituales a su comunidad. En la iglesia era el confesor más solicitado. También realizaba un apostolado fecundo bendiciendo en sus casas a las personas que ya no podían acudir a él hasta el convento.

Los milagros se iban multiplicando y el pueblo lo bautizó como «el Santo del Monte». A su convento acudían innumerables personas, sencillas e ilustres, atraídas por su fama de santidad, entre ellas muchos miembros de la casa real de Saboya. El cardenal arzobispo le pedía con frecuencia que le diera a conocer los casos de personas más necesitadas, para prestarles ayuda.

Murió el 22 de septiembre de 1770, a los 84 años, en la enfermería del convento, donde se hallaba desde hacía un año.

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Los cinco beatos a los cuales dedicamos esta páginas, eran miembros del Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Su única preocupación era seguir a Jesús en la vocación a la cual los había llamado: santificarse educando a los niños y jóvenes, enseñándoles a vivir cristianamente.

Cuando inició la persecución religiosa en España, trabajaban tranquilamente en las instituciones educativas de la Provincia Lasaliana de Barcelona. Viajaron a Valencia para cumplir una obligación propia de su trabajo educativo y el Señor les llamó para que dieran un testimonio extremo. Sus verdugos no los conocían. Al enterarse que eran religiosos, consideraron esto causa suficiente para detenerles y ajusticiarles.

Los Mártires son signo de la Iglesia, Cuerpo de Cristo, que continúa siendo perseguida y condenada a muerte en sus miembros, pero estos mantienen su vista fija en el alba gloriosa de la resurrección.

Esta es la lección que nos dan los Mártires, tanto los de ayer como los actuales. Debemos estar dispuestos a imitar su generosidad.

Los Hermanos Florencio Martín, Bertrán Francisco, Ambrosio León, Elías Julián, Honorato Andrés, y el P. Leonardo O. Buera, capellán del Colegio de la Bonanova, entregaron sus vidas por ser fieles a su condición de ministros y embajadores de Jesucristo.

Aun sabiendo que la afirmación de su condición de religiosos los conduciría a la muerte, no dudaron en confesar su fe en Jesús y su pertenencia al Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas.

Estos cinco Hermanos, ahora nuevos Beatos, no tenían otra ocupación que seguir a Jesús en la vocación a la cual Él los había llamado: Buscar la salvación de los niños y jóvenes, es decir, educar cristianamente, integralmente, a los niños y jóvenes, para el logro de su plena realización, como seres humanos, como cristianos.

Con su beatificación, sus nombres pasan a aumentar la constelación de santos y beatos del Mundo Lasaliano. Comenzando por San Juan Bautista de La Salle, nuestro Fundador y posteriormente por el Hno. Salomón Leclerq, primer Hermano mártir, durante la Revolución Francesa, garantizan que la fidelidad al Señor en el camino de la educación integral de los niños, niñas, jóvenes y señoritas constituye un camino de Evangelio.

Joven, maestro, maestra, colaborador lasaliano, padre de familia: este mensaje te invita también a ti a entregar tu vida por el Reino, desde el estado de vida que hayas escogido, en la actividad profesional que desempeñes. La causa del Reino hace que nuestra vida adquiera la dimensión religiosa que es fuente de alegría y fortaleza permanente, aún ante las pruebas más duras de la vida.

Junto a los nuevos beatos lasalianos hacemos y guardamos memoria de otros muchos mártires a quienes arrancaron violentamente sus vidas por la única razón de ser anunciadores de Jesucristo. Recordamos a nuestros mártires de Francia, México, Filipinas, Polonia, Vietnam, Guatemala, Colombia y España. También veneramos la memoria de tantos Hermanos y Colaboradores lasalianos que entregaron su vida gota a gota, día a día, trazo a trazo como una tiza en la pizarra, en el anonimato de la fidelidad cotidiana.

Y resuena en los oídos y en el corazón, la voz familiar de nuestro Fundador que nos dice: "todo el reconocimiento que deben esperar por haber instruído a los niños, particularmente los pobres, son injuruias, ultrajes, persecuciones y la misma muerte. Es la recompensa de los santos y de los hombres apostólicos, como lo fue Jesucristo, nuestro Señor" (Medit.155.3).

HNO. ELÍAS JULIÁN

Nació en Torrijo del Campo, Teruel, el 17 de noviembre de 1900. Fue bautizado el 18 del mismo mes. Entró en el Aspirantado de Cambrils el 13 de noviembre de 1916. Recibió el hábito el 11 de febrero de 1917 en Hostalets de Llers (Gerona).

Comenzó su apostolado con los niños de Santa Coloma Farnés en 1920. Cambrils, Manlleu, San Hipólito de Voltregá, Condal y la escuela Nuestra Señora del Carmelo, en Barcelona, fueron sus campos de apostolado.

A causa de una enfermedad, tuvo que acudir a Cambrils. Allí le sorprendió la persecución religiosa. El Hermano Elías tenía 35 años († 22 de noviembre de 1936).

HNO. HONORATO ANDRÉS

Nació en Bañón, Teruel, el 18 de abril de 1908. El 27 de julio entró al Aspirantado de Cambrils y el 15 de agosto del 1924 tomó el hábito en el Noviciado de Hosarlets de Llers.

Terminada su formación pedagógica y religiosa en el Escolasticado de Cambrils, inició su apostolado en Tortosa y sucesivamente en Gracia y en el Colegio de Nuestra Señora de la Bonanova en Barcelona.

De carácter serio y reflexivo, se mostró siempre amable con sus Hermanos y alumnos, sencillo y competente en su trabajo de educador. En julio de 1936, el Hermano Honorato sufrió la misma suerte de la comunidad: el 19 de abril tuvo que abandonarla y refugiarse donde pudo. Con los Hermanos Florencio Martín y Ambrosio León, se puso de acuerdo para volver a su tierra: Aragón. Iniciaron el viaje a pie y a la llegada a Valencia se dieron cuenta que no era posible continuar hacia Aragón. Se hospedaron en casa de una caritativa señora.

Después de algunos días, fueron descubiertos y reconocidos como religiosos. Esto fue suficiente para decretar su condena a muerte († 22 de octubre de 1936).

HNO. FLORENCIO MARTÍN

Nació en Godos, Teruel el 12 de junio de 1913. Al día siguiente de su nacimiento fue bautizado. Entró en el Aspirantado de Cambrils el 10 de noviembre del 1927. Tomó el hábito en el Noviciado en la misma casa el 14 de agosto del 1929. Inició su apostolado en la escuela de la Barceloneta, en febrero del 1932.

En el verano de 1933, pasó a la comunidad de la Bonanova, donde lo sorprendió la persecución religiosa. Se destacaba por ser bueno y optimista por naturaleza, de carácter simpático y cordial. A esas cualidades se unían dotes para el arte y el canto.

En julio de 1936, cuando la comunidad se dispersó, en compañía de los Hermanos Honorato Andrés y Ambrosio León, primeramente recorrieron diversos lugares en Barcelona, luego decidieron regresar a su tierra natal. Durante el viaje, en una parada en Valencia, fue capturado y ajusticiado († 22 de octubre de 1936).

HNO. AMBROSIO LEÓN

Nació en Ojos Negros, Teruel, el 7 de enero de 1914. Fue bautizado el día 11 del mismo mes. Entró primero en el Aspirantado de Monreal del Campo y luego, el 7 de noviembre del 1925 en el Aspirantado de Cambrils. Tomó el hábito el primero de febrero del 1930.

Destinado en 1932 a la escuela de Nuestra Señora del Carmelo de Bonanova, demostró ser un profesor competente, amado y estimado por los alumnos.

En el 1936 los milicianos irrumpieron en la escuela y lo obligaron, junto con sus cohermanos, a abandonar la comunidad. Habiéndose refugiado en Valencia con los Hermanos Honorato Andrés y Florencio Martín, fue descubierto como religioso, encarcelado, luego procesado sumariamente y ajusticiado († 22 de octubre de 1936).

HNO. BERTRÁN FRANCISCO

Nació en Campos, Teruel, el 15 de octubre del 1912. Fue bautizado al día siguiente de su nacimiento. Entró en el Aspirantado de Cambrils el 10 de agosto del 1925, proveniente del de Monreal del Campo. Recibió el hábito el 2 de febrero del 1929.

Se convirtió primeramente en profesor del Aspirantado, donde se ocupó de los alumnos más necesitados en el aprendizaje, luego encargado de la catequesis de los Novicios. De carácter firme y austero era un trabajador incansable.

En el mes de septiembre del 1936, a causa de la persecución religiosa, fue encargado, junto con el Hermano Elías Julián, de acompañar a algunos Novicios de Valencia a Aragón. Pero fue preso, puesto en una celda de aislamiento y luego ajusticiado en el campo militar de Benimamet. El Hermano Bertrán Francisco tenía sólo 24 años. Fue sepultado en una fosa común en el cementerio de Valencia († 22 de noviembre de 1936).

Beatificados el 11 de marzo de 2001.

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Mártires

El domingo 11 de marzo de 2001 fue la beatificación de los mártires salesianos muertos en la diócesis de Valencia, en 1936, durante los primeros meses de la guerra civil española. La solemne ceremonia fue presidida por el Papa Juan Pablo II en la Basílica de San Pedro, en Roma.

El grupo de beatos mártires salesianos de Valencia está compuesto por 32 miembros de la Familia Salesiana: 29 salesianos, de los cuales 16 sacerdotes, 7 coadjutores y 6 clérigos; 2 Hijas de María Auxiliadora y 1 laico Cooperador Salesiano. Encabeza el elenco el P. José Calasanz Marqués, asesinado en Valencia el 27 de julio de 1936, cuando era el Inspector Provincial de la entonces denominada Inspectoría Tarraconense, hoy dividida en las inspectorías de Valencia y Barcelona.

Todavía es difícil un juicio sereno sobre los graves sucesos sangrientos ocurridos en España durante la guerra civil de 1936-1939. El número de las víctimas superó el millón, y entre ellas hubo personas de todas las clases y de todas las creencias. Pero los historiadores serios han reconocido ya que en el fondo de esta terrible mortandad, en los territorios de la llamada “zona roja” (dominados por anarquistas y social comunistas) hubo una verdadera persecución contra los cristianos, y una auténtica mortandad de sacerdotes, religiosas, religiosos y cristianos comprometidos. Laicos cristianos fueron asesinados a decenas de miles sólo por ser cristianos. Y con ellos fueron asesinados 283 religiosas, 2,365 religiosos (sacerdotes y hermanos), 4,148 sacerdotes diocesanos, 12 obispos.

Las ejecuciones se efectuaron en ciudades y pueblos alejados del frente donde se combatía, muchas veces sin ningún proceso o con procesos falsos, la mayoría de las veces clandestinamente. Andrés Nin, jefe del Partido Obrero de Unificación Marxista, había declarado públicamente en un teatro de Barcelona: “En España había muchos problemas que los republicanos burgueses no tuvieron interés en resolver, como el problema de la Iglesia. Nosotros lo hemos resuelto yendo a la raíz. Hemos eliminado curas, iglesias, culto”.

Dentro de esta tremenda tragedia que convulsionó la nación y la Iglesia española, se desarrolló también la pequeña pero dolorosísima tragedia de los hijos e hijas de Don Bosco. En una nación y en una Iglesia mártir, 97 salesianos mártires. La Familia Salesiana, en 1936, era floreciente en España. Se articulaba en tres “inspectorías” de salesianos y en una “inspectoría” de la Hijas de María Auxiliadora. En ellas el Señor acogió como mártires a 39 salesianos sacerdotes, 26 salesianos coadjutores, 22 salesianos clérigos, cinco salesianos cooperadores, tres aspirantes salesianos, dos Hijas de María Auxiliadora. En esta ocasión queremos rememorar con afecto y dolor a los 32 mártires de Valencia.

Los mártires de Valencia

Amanecer del 27 de julio de 1936.La casa salesiana de Valencia, después de haber sido atacada con ráfagas de proyectiles durante la noche, es invadida por los milicianos. Se están haciendo los ejercicios espirituales, presididos por el inspector Padre José Calasanz, uno de los primeros salesianos de España, que en 1886 conoció a don Bosco en Sarriá. Un salesiano sobreviviente declaró bajo juramento: “Los milicianos al irrumpir armados nos encontraron a todos los salesianos colocados a lo largo de la escalinata central. Nos apuntaron con los fusiles. Algún instante después llegó uno que riñó a sus compañeros. “¿Por qué no han disparado’ ¿No estábamos de acuerdo en que cada uno matase a uno?”...El Padre Calasanz nos dio la absolución”. El Padre Calasanz y tres hermanos fueron obligados a subir al camión. “Nos llevaban hacia Valencia. Durante el trayecto yo notaba que un miliciano apuntaba continuamente su fusil contra el P. Calasanz, del que sabía que era sacerdote. En cierto momento se disparó un tiro. El Padre Calasanz dijo “¡Dios mío!”, y cayó sin muestras de vida en un mar de sangre”.

Don Antonio Martín, director de la casa salesiana de Valencia, fue encarcelado por los milicianos. “A las cuatro de la mañana abrieron nuestra celda y llamaron al “camarada” Antonio Martín. Él respondió. “Servidor”... Levantó los ojos, juntó las manos y pronunció estas palabras: “Vamos, Señor, al sacrificio”. También fueron llamados los hermanos Recadero de los Ríos, P. José Jiménez, P. Julián Rodríguez, el coadjutor Agustín García, encerrados en la misma prisión. Conducidos fuera de la ciudad, alineados junto a un cerco, fueron asesinados”.

El P. Sergio Cid “viajaba en un tranvía en Barcelona. Algunos milicianos, fijándose bien, tuvieron la sospecha de que era un cura. Agarrándolo por un brazo, le sacaron la mano del bolsillo: entre los dedos tenía el rosario. Lo arrojaron del tranvía en marcha. Murió destrozado contra un farol”. (Testimonio jurado).

También “en Barcelona, las FMA reunidas en el colegio de Santa Dorotea pudieron embarcarse y llegar a Italia –cuenta el P. Juan Canals. Mientras tanto, sor Amparo Carbonell y sor Carmen Moreno no quisieron partir, para poder asistir a una hermana operada recientemente. Las tres fueron arrestadas. Después del interrogatorio, la hermana enferma fue dejada en libertad, las dos enfermeras fueron fusiladas.

A continuación los nombres de los 32 mártires:

  • Siervo de Dios José Calasanz Marqués. Sacerdote, Inspector de la Provincia Tarraconense. (* Azanuy, Huesca, 23-XI-1872 † Valencia 29-VII-1936)
  • Siervo de Dios Jaime Buch Canals. Coadjutor. (* Bescanó, Girona, 9-IV-1889 † El Saler de Valencia, 31-VII-1936).
  • Siervo de Dios Juan Martorell Soria. Sacerdote. (* Picassent, Valencia, 1-IX-1889 † Valencia, 10-VIII-1936).
  • Siervo de Dios Pedro Mesonero Rodríguez. Clérigo. (* Aldearrodrigo, Salamanca, 29-V-1912 † El Vedat de Torrent VIII-1936).

Los cinco que siguen, después de haber pasado algunos meses en San Miguel de los Reyes y en la Cárcel Modelo de Valencia, fueron fusilados en el Picadero de Paterna el 9 de diciembre de 1936.

  • Siervo de Dios Antonio Marún Hernández. Sacerdote (* Calzada de Béjar, Salamanca, 18-VII-1885).
  • Siervo de Dios Recaredo de los Ríos Fabregat. Sacerdote. (* Bétera, Valencia, 11-I-1893).
  • Siervo de Dios Julián Rodríguez Sánchez. Sacerdote. (* Salamanca, 16-X-1896).
  • Siervo de Dios José Giménez López. Sacerdote. (* Cartagena, Murcia, 31-X-1904).
  • Siervo de Dios Agustín García Calvo. Coadjutor. (* Santander, 3-II-1905).

A la Comunidad Salesiana de Alcoi (Alicante) pertenecían:

  • Siervo de Dios José Otín Aquilé. Sacerdote. (* Huesca, 22-XII-1901 † Valencia, 1-XI-1936).
  • Siervo de Dios Alvaro Sanjuan Canet. Sacerdote. (* Alcocer de Planes, Alicante, 26-IV-1908 † Villena, 2-X-1936).

Pertenecían a la Comunidad Salesiana de Sarriá (Barcelona):

  • Siervo de Dios Francisco Bandrés Sánchez. Sacerdote. (* Hecho, Huesca, 24-1V-1896 †Barcelona, 3-VIII-1936).
  • Siervo de Dios Sergio Cid Pazo. Sacerdote. (* Allariz, Orense, 24-IV-1884 †Barcelona, 30-VII-1936).
  • Siervo de Dios José Batalla Parramón. Sacerdote. (* Abella, Lleida, 15-1-1873 † Barcelona, 4-VIII-1936).
  • Siervo de Dios José Rabasa Bentanachs. Sacerdote. (* Noves (Lleida), 26-VII-1862 †Barcelona, 8-VIII-1936).
  • Siervo de Dios Gil Rodicio Rodicio. Coadjutor. (* Requejo, Orense, 20-III-1888 † Barcelona, 4.VIII.1936).
  • Siervo de Dios Angel Ramos Velázquez. Coadjutor. (* Sevilla, 9-III-1876 † Barcelona, 11-X- 1936)
  • Siervo de Dios Felipe Hernández Martínez. Estudiante de Teología. (* Villena, Alicante, 14-III-1913 † Barcelona, 27-VII-1936).
  • Siervo de Dios Zacarías Abadía Buesa. Clérigo. (*Almuniente, Huesca, 5-XI-1913 †Barcelona, 27-VII-1936).
  • Siervo de Dios Jaime Ortiz Alzueta. Coadjutor. (* Pamplona, 24-V-1913 † Barcelona, 27-VII-1936).
  • Siervo de Dios Javier Bordás Piferer. Clérigo. (* San Pol de Mar, Barcelona, 24-IX-14 †Barcelona, 23-VII-1936).
  • Siervo de Dios Félix VIVET TRABAL. Clérigo. (* San Félix de Torelló, Barcelona, 23-I-1911 † Esplugues, Barcelona, 25-VIII-1936).
  • Siervo de Dios Miguel Domingo Cendra. Clérigo. (* Caseres, Tarragona, 1-III- 1909 †Prat de Compte, Tarragona, 12-VIII-1936).

De la Comunidad Salesiana del Tibidabo, de Barcelona:


  • Siervo de Dios José Caselles Moncho. Sacerdote. (* Benidoleig, Alicante, 8-VIII-1907 † Barcelona, 27-VII-1936).
  • Siervo de Dios José Castell Camps. Sacerdote. (* Ciudadela, Menorca, 12-X-1902 †Barcelona, 28-VII-l936).

De la Comunidad Salesiana de la calle de Rocafort, de Barcelona:

  • Siervo de Dios José Bonet Nadal. Sacerdote. (* Santa María de Montmagastrell, Lleida, 26-XII-1875 † Barcelona, 13-VIII-1936).
  • Siervo de Dios Jaime Bonet Nadal. Sacerdote. (* Santa María de Montmagastrell, Lleida, 4-VIII-1884 † Tárrega, 18.VIII.1936). Primo hermano del anterior.

De la Comunidad Salesiana de Sant Vicent dels Horts, Barcelona:

  • Siervo de Dios Alejandro Planas Saurí Fiel laico, célibe. (* Mataró, Barcelona, 31-X-1878 †Garraf, 19-XI-1936) Conocido como El Sordo, por lo que no pudo profesar salesiano, aunque lo fue por voluntad y dedicación.
  • Siervo de Dios Elíseo García GarcíA. Coadjutor. (* El Manzano, Salamanca, 25-VIII-1907 † Garraf, 19-XI-1936)

De la comunidad Salesiana de Girona:

  • Siervo de Dios Julio Junyer Padern. Sacerdote. (* Vilamaniscle, Girona, 30-X-1892 †Monjuic, 26-IV-1938). Condenado a muerte el 23-X-1938, por el Tribunal de Espionaje y Alta Traición, que manifestó su odio al sacerdote.

El 6 de septiembre de 1936 alcanzaron el Martirio en Barcelona dos Hijas de María Auxiliadora, del colegio de Santa Dorotea de Sarriá (Barcelona), unidas en su renuncia a la libertad para atender a una hermana enferma, unidas también al dar la vi Cristo:

  • Sierva de Dios María del Carmen Moreno Benítez, f.m.a. (* Villamartín, Cádiz, 1885).
  • Sierva de Dios María Amparo Carbonell Muñoz, f.m.a (* Alboraia, Valencia, 9-XI-1893).


Texto reproducido con autorización de: Boletín Salesiano DON BOSCO EN CENTROAMÉRICA
Edición Nº130 (Marzo-Abril 2001)

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