11/05/13

Martirologio Romano: En Parma, de Italia, San Guido María Conforti, obispo y buen pastor, siempre en vela por la defensa de la Iglesia y de la fe de su pueblo, el cual, movido por el anhelo de la evangelización de los pueblos, fundó la Pía Sociedad de San Francisco Javier (1931).

Etimología: Guido = Aquel que pertenece al bosque, es de origen germánico.


Fecha de canonización: 23 de octubre de 2011 por el Papa Benedicto XVI.



GUIDO MARIA CONFORTI nació en Ravadese (Parma -Italia ) el 30 de marzo de 1865.

Era el octavo de los diez hijos de Rinaldo Conforti y Antonia Adorni.


La óptima educación cristiana recibida de su madre, la complementaron los Hermanos de las Escuelas Cristianas en cuya escuela de Parma realizó su primaria. Guido solía decir que su vocación se debía a la educación recibida de estos religiosos y, además, a una singular experiencia que tuvo contemplando el Crucifijo.


Venciendo la resistencia de su padre, en 1876 entró en el seminario, donde realizó brillantemente sus estudios, distinguiéndose por su diligencia, piedad y obediencia. Durante sus estudios de teología, el Beato Andrés Ferrari fue su rector en el seminario., Sin haber sido aún ordenado sacerdote Guido fue nombrado vicerector del seminario, tarea que continuó realizando después de su ordenación sacerdotal que tuvo lugar el 22 de septiembre de 1888. En esta misión pudo mostrar sus elevadas dotes de educador siendo un modelo para los jóvenes seminaristas por su testimonio de santidad y caridad pastoral.


Su vocación sacerdotal y misionera había nacido a los pies del Crucifijo. "No es posible - escribió - fijar la mirada en este modelo divino sin sentirse empujado a cualquier sacrificio por grande que sea".


"El Crucifijo es el gran libro que ofrece a nuestros ojos horizontes infinitos". De hecho, a pesar de que la vida de Guido transcurrió en la región italiana de Emilia, su mirada abarcaba los horizontes de toda la humanidad, y nunca desfalleció en el deseo ardiente de anunciar el Evangelio a todos los hombres. El "espectáculo" de la cruz le hablaba "con la elocuencia de la sangre", manifestándoles el amor infinito de Dios hacia la humanidad. En 1895, Guido funda una Congregación Misionera de hombres consagrados a Dios con el único fin de llevar el Evangelio a los no cristianos.


El 9 de junio de 1902, el Siervo de Dios fue llamado a regir la Arquidiócesis de Rávena. El día de su ordenación episcopal pronunció los votos religiosos junto con el voto de dedicarse sin reservas al anuncio del Evangelio "ad gentes". En Rávena, la enfermedad le obligó a largos períodos de inactividad. Su profundo sentido de responsabilidad pastoral hacia el rebaño que le había sido confiado le llevó a presentar su dimisión que fue aceptada.


Regresó humildemente a su Instituto Misionero donde, recuperada algo su salud, se ocupó en la formación de los alumnos misioneros y a la redacción de las Constituciones de su familia misionera.


A finales de 1907, el Santo Padre confió al Siervo de Dios la diócesis de Parma. Durante 25 años él fue buen pastor, signo viviente de la "solicitud maternal de la Iglesia hacia todos los hombres, tanto fieles, como infieles, por su preocupación particular por los pobres y los más débiles".


La catequesis fue el punto principal de su tarea pastoral: instituyó las escuelas de la doctrina cristiana en todas las parroquias, preparó a los catequistas con apropiados cursos de cultura religiosa y pedagógica. Fue el primer obispo de Italia que celebró un congreso de catequética en su diócesis.


Cinco veces realizó la visita pastoral a las parroquias, celebró dos sínodos diocesanos, instituyó y promovió la Acción Católica, especialmente de los jóvenes. Cuidó de manera especial la cultura y la santidad del clero, la formación de los seglares, las asociaciones y la prensa católica, las misiones populares, los congreso eucarísticos, marianos y misioneros. Logró reconciliar a los ánimos divididos, se preocupó por llevar a los extraviados a la unidad del rebaño y fomentó el amor y el respeto incondicional hacia el Papa.


Su presencia en los momentos difíciles de la historia de aquellos años en la ciudad de Parma fue discreta, casi inobservada, pero eficaz y con resultados. Durante las huelgas de 1908, fundó un grupo de abogados dedicados a la defensa de los derechos de los campesinos y de los sacerdotes, Cuando una parte de la ciudad se opuso violentamente a la instauración del fascismo y se corría el peligro de un baño de sangre, la mediación de Conforti obtuvo la retirada de las milicias fascistas, evitando así una guerra civil.


La preocupación por la Iglesia local que le había sido confiada no le quitó la "preocupación por aquellos lugares del mundo donde la Palabra de Dios no ha sido anunciada". Creía firmemente que el anuncio del Evangelio "ad gentes" fuese el camino más seguro por la nueva evangelización de su pueblo. Se entregó incansablemente a la tarea de "la Evangelización ad gentes" ya fuese a través de su familia misionera, como colaborando con las varias iniciativas de animación misionera en Italia y en el resto del mundo.


Puso especial cuidado en colaborar en la fundación y en la difusión de la Pontificia Unión Misionera del Clero, de la que fue su primer presidente. "Fue providencial que, en la fundación de la Unión Misionera del Clero, al lado de P. Pablo Manna se encontrase Guido María Conforti, que no sólo ayudó excepcionalmente con su consejo y su colaboración a la naciente Unión, sino que con su autoridad logró para dicha Unión la aprobación pontificia" (Pablo VI ).


En 1928, Conforti viajó a China para visitar las comunidades y los lugares que habían sido confiados a la familia religiosa de la que él era Superior General. Su viaje fue signo de la comunión entre las Iglesias.


El 5 de noviembre de 1931, consumido por su incansable tarea pastoral, habiendo recibido devotamente el Sacramento de los Enfermos y el Santo Viático, después de haber profesado públicamente su fe y haber implorado la bendición de Dios para su clero y su pueblo, Guido María Conforti entró en la Casa del Padre.


El Papa Juan Pablo II lo beatificó el 17 de marzo de 1996.



Martirologio Romano: En el campo de concentración de la ciudad de Abez, en la Siberia rusa, beato Gregorio Lakota, obispo de Przemysl y mártir, que al ver despreciada la fe de su patria por los perseguidores, superó los tormentos corporales muriendo intrépidamente por Cristo (1950).

Etimología: Gregorio = Aquel que está siempre preparado, es de origen griego


Nació el 31 de Enero de 1883 en Holodivka, Distrito de Lviv, Ucrania.


Estudió teología en Lviv y fue ordenado sacerdote en el rito greco-católico en Przemysl en 1908.


Doctorado en teología en la Universidad de Viena en 1911, luego fue profesor y rector del seminario de Przemysl.


Fue nombrado Obispo auxiliar de Przemysl el 16 de mayo de 1926. Ese mismo mes las autoridades lo deportaron a Ucrania. Se le infligió una pena de diez años de cárcel en el campo de concentración de Abez, en las cercanías de Vorkuta (Siberia).


Falleció allí el 5 de noviembre de 1950.


El grupo beatificado está integrado por:


Mykolay Charneckyj, Obispo, 2 abril

Josafat Kocylovskyj, Obispo, 17 noviembre

Symeon Lukac, Obispo, 22 agosto

Basilio Velyckovskyj, Obispo, 30 Junio

Ivan Slezyuk, Obispo, 2 diciembre

Mykyta Budka, Obispo, 28 septiembre

Gregorio (Hryhorij) Lakota, Obispo, 5 noviembre

Gregorio (Hryhorij) Khomysyn, Obispo, 28 diciembre

Leonid Fedorov, Sacerdote, 7 marzo

Mykola Konrad, Sacerdote, 26 junio

Andrij Iscak, Sacerdote, 26 junio

Román Lysko, Sacerdote, 14 octubre

Mykola Cehelskyj, Sacerdote, 25 mayo

Petro Verhun, Sacerdote, 7 febrero

Alejandro (Oleksa) Zaryckyj, Sacerdote, 30 octubre

Klymentij Septyckyj, Sacerdote, 1 mayo

Severijan Baranyk, Sacerdote, 28 junio

Jakym Senkivskyj, Sacerdote, 28 junio

Zynovij (Zenón) Kovalyk, Sacerdote, 30 junio

Vidal Vladimir (Vitalij Volodymyr) Bajrak, Sacerdote, 16 Mayo

Ivan Ziatyk, Sacerdote, 17 mayo

Tarsicia (Olga) Mackiv, Monja, 18 Julio

Olympia (Olha) Bidà, Suora, 28 enero

Laurentia (Leukadia) Harasymiv, Monja, 26 agosto

Volodymyr Pryjma, Laico, 26 Junio

(las fechas indicadas corresponden a las de su martirio)


Reproducido con autorización de Vatican.va



Martirologio Romano: Conmemoración de los santos Zacarías e Isabel, padres de san Juan Bautista, Precursor del Señor. Isabel, al recibir a su pariente María en su casa, llena de Espíritu Santo saludó a la Madre del Señor como bendita entre todas las mujeres, y Zacarías, sacerdote lleno de espíritu profético, ante el hijo nacido alabó a Dios redentor y predicó la próxima aparición de Cristo, Sol de Oriente, que procede de lo Alto.

La alabanza más sintética, autorizada y profunda que se ha dicho de este matrimonio es que "ambos eran justos ante Dios". Fue nada menos que el evangelista san Lucas quien la hizo.


Se sabe que él era sacerdote del templo de Jerusalén y que su esposa Isabel era pariente —puede ser que prima— de la Virgen María. Se sabe, también por el testimonio evangélico y por sus propias palabras, que eran ya mayores y que no habían logrado tener descendencia por más deseada que fuera.


Un día, cumple Zacarías el oficio sacerdotal y, mientras ofrece el incienso, ve un ángel —se llama Gabriel— que le dice: "Tu oración ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo al que pondrás por nombre Juan".


Aunque Zacarías es un hombre piadoso y de fe, no da crédito a lo que está pasando. Cierto que los milagros son posibles y que Dios es el Todopoderoso, cierto que se cuenta en la historia un repertorio extenso de intervenciones divinas, cierto que conoce obras portentosas del Dios de Israel, pero que "esto" de tener el hijo tan deseado le pueda pasar a él y que su buena esposa "ahora" que es anciana pueda concebir un hijo... en estas circunstancias... vamos que no se lo cree del todo por más que a un ángel no se le vea todos los días.


El castigo por la debilidad de su fe será la mudez hasta que lo prometido de parte de Dios se cumpla. Cuando nace Juan —el futuro Bautista— Zacarías recupera el habla, bendice a Dios y entona un canto de júbilo, profetizando. También Isabel prorrumpió en una exclamación sublime —que repetimos al rezar cada Avemaría— cuando estaba encinta y fue visitada por la Virgen: "Bendita tú entre todas las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre". Añadiendo: "¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte de Dios!".


Con Zacarías e Isabel la fe es aclamada con exultación y reconocida en su inseparable oscuridad.


En algunos santorales su celebración está marcada para el 23 de septiembre, en otros el 5 de noviembre.