Ricardo Atanes Castro, Beato
Por: . | Fuente: Somos.Vicencianos.org
Sacerdote y Mártir
Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.
Frisaba en los sesenta cuando sobrevino la revolución, y en Gijón residía. Mucho tenía recorrido y había vivido mucho en esa docena de lustros.
Otros vientos revolucionarios le hubieron, de zarandear tiempo hacía, y desde Méjico lanzáronle a Estados Unidos de Norte- América. La buena suerte de entonces, a él corno a otros les había hecho creerse inmunizados; de ahí que presumieran a las veces de lo que no tenían: serenidad para capear el temporal y agilidad de espíritu para plegarse al imperativo de las circunstancias.
Hay que ver en todo ello una Providencia divina, que, mediante sus yerros, los conducía al fin glorioso.
Dos buenas señoras de Gijón acogieron con cariño al P. Atanes en su morada recoleta; pero él, nervioso, sin duda, y con miedo instintivo a que las segundas partes no fueron tan, buenas como las primeras, se asomaba frecuentemente a la ventana, a pesar de las apremiantes advertencias de sus amables huéspedes.
Y pasó lo que tenía que ocurrir: que le vieron desde la calle y subieron por él.
En la parroquia de San José de la misma ciudad de Gijón, convertida en prisión, quedó encarcelado. Días, sin llegar al mes, estuvo en ella. Un día, las turbas pidieron las cabezas de los presos, en desquite vengativo por haber los barcos nacionales bombardeado la ciudad.
Y los gritos de las fieras humanas fueron ahogados con sangre de víctimas.
Un buen número de los cuatrocientos infelices allí aherrojados salieron para el lugar del suplicio.
El P. Atanes iba entre estos héroes gloriosos damnatos ad bestias. Que niñas del Asilo Pola le vieron salir.
Dios, en sus designios, le juzgó en sazón y se llevó a sus celestes mansiones su alma purificada, quedando su cuerpo llagado para dar testimonio de la fe y con sus heridas resplandecientes ser un día instrumento de contradicción, para los viles asesinos.
Mientras ese día de justificación universal llega, en el cementerio de Gijón quedan los restos gloriosos del P. Atanes, esperando el fallo eclesiástico sobre el martirio verdadero, como lo juzgamos nosotros.
El P. Ricardo Atanes Castro, hijo de Antonio y Magdalena, nació el 5 de agosto de 1875, en Cualedro (Orense). Estudió latín y Humanidades en el Santuario de los Milagros. Ingresó en la Congriegación de la Misión, en su Casa Central de calle de García de Paredes, el 11 de mayo de 1891; hizo los votos el 6 de agosto de 1893; cursó los estudios filosóficos y teológicos en la misma residencia, y se ordenó: de Menores y Subdiácono, el 16 y 17, respectivamente, del mes de diciembre de 1898; de Diácono, el 18 de marzo de 1899, y de Sacerdote, el 27 de mayo del, mismo año.
Sus destinos fueron: Quince años en Mérida de Yucatán (Méjico), como profesor del Seminario, menudeando las excursiones misionales a pueblos cercanos; catorce meses de vida completamente misionera entre los indios mayas de Xkanhá; diez años en Fort Worth Fex (Estados Unidos), atendiendo a la colonia mejicana y a otras de habla española; en 1924 volvió a España y se quedó en Orense, de cuya residencia fue nombrado Superior en 1928, y, al cesar en tal cargo, pasó, el año 1935, a Gijón.
Era el P. Atanes de estatura mediana, seco de cara, siempre pálido de color, con el pelo cano desde joven y hablar premioso. Tranquilo por temperamento, buen compañero, lo que ce dice un alma de Dios, un buen hombre que no sirvió jamás a nadie de molestia e incapaz de hacer una mala jugada.
Quizá hemos exagerado la nota crítica y sido en demasía severos al enjuiciar la conducta tachada de indiscreta en su refugio, del P. Atanes.
Atentos a la justificación, publicamos a continuación un escrito del P. Lozano, más lírico y emocional.
Venerable y bondadoso, la piedad y recogimiento vestidos de blanco en su cabeza de anciano y en su corazón de niño, fue la primera víctima (de Gijón); corno si esas virtudes que él encarnaba sublimemente, fueran el mayor estorbo al triunfo del libertinaje que en rey quería erigir al Comunismo.
Despojado de sus hábitos sacerdotales, a instancias mías y bien a su pesar, salió de casa el mismo día 19, fiesta del Santo Padre, para refugiarse, junto con el Hermano Jiménez, en una casa amiga.
A su salida, hervían ya en las calles y en las plazas de Gijón las más exaltadas pasiones. Los primeros rugidos de la fiera desatada y hambrienta habían paralizado toda la vida de la ciudad y helado todas sus actividades. Convertidas las calles en selva, los que todavía se sentían racionales se habían encerrado en sus casas convertidas en cavernas.
A merced de la confusión, el anciano venerable pudo llegar en paz a su escondite, si bien con el alma asaeteada de blasfemias y de insultos los más crueles a lo más sagrado. Sólo tres días pudo estar allí. La fiera bolchevique, temerosa de perder su triunfo y verse encadenada de nuevo, comenzaba a romper todo lo que en otro tiempo fue para ella cadenas, y, como consecuencia, a tender sus garras de muerte sobre todas las gentes justas y honradas, y los dueños de aquella casa eran de los más destacados por su españolismo y por sus actividades sociales. Amistosamente avisados por ellos, cuando ya preparaban su propia fuga, salieron de allí cuidadosamente el Hermano para nuestra casa y el P. Atanes en dirección a otra casa amiga, más humilde y menos señalada. Frente a sus puertas, el Hospital, el Depósito de Cadáveres y el Cuartel de Seguridad mostraban a nuestro Hermano lo más hediondo de la tragedia, que ya había comenzado: la muerte espeluznante de los primeros fascistas, la macabra cabalgata de los Padres Capuchinos, con sus manos cargadas de bombas, etc.
Desde una casa trasera yo seguía esta espantosa película y miraba por la suerte del Hermano, que me parecía relativa mente segura. Por las noches, en mis correrías de observación, pasaba con él algunos ratos de mutuo consuelo. Una noche, no sé si la cuarta o quinta de su encierro, cuando intentaba verle, me comunicaron que había sido detenido, ¡qué sarcasmo, Dios mío, por paco! Un anciano que no había visto más armas que sus rezos.
Así había sido, sin, embargo. De las infinitas balas que los héroes sublevados del Cuartel de Simancas lanzaban como una lluvia sobre la ciudad, para tener en jaque a los asesinos, al- tunas habían estallado en los tejados de su albergue. Los rojos, a quienes hasta los dedos se les antojaban pacos, entraron a saco en aquella casa, y, entre befas y amenazas, se llevaron al único hombre que había en ella. Era el P. Atanes. Locos, enfurecidos ante sus protestas de inocencia, dudaron si fusilarle o no en el acto mismo; pero ante las reflexiones de alguno menos cruel, decidieron llevarle detenido a la iglesia de la Compañía.
Tendido en el suelo, enfermo, maltratado y escarnecido estuvo allí algunos días, sin ni siquiera darle de comer, hasta que por medio de las Hermanas de la cocina tuvimos que atenderle nosotros mismos, no sin acudir a toda suerte de subterfugios. Había comenzado su calvario.
Poco a poco se fue agudizando más y más. Arrojadas de la cocina las Hermanas, por el enorme delito de cuidar con esmero la comida de los infortunados presos, algunos días después volvía a sufrir el hambre y el abandono. Ocasión hubo en que, durante cincuenta y seis horas no se les proporcionó ni un vaso de agua. En cambio, se les regalaba de día y de noche con exquisitas torturas morales y abundantes malos tratos.
Otro día, insuficiente ya la iglesia de la Compañía para contener ni aun de pie a tantos detenidos, fue llevado el Padre Atanes, con un grupo, a la iglesia de San José. Fría de ruyo, hedionda por las circunstancias higiénicas deplorables en que se les tenía, resultó para nuestro anciano un terrible calabozo. Hasta la guardia se conjuró para hacerlo más infernal. En la primera prisión habían tenido para custodiarlos carabineros y guardias de Asalto. Malos y todo, eran hombres algo educados. En San José los atormentaban más que custodiaban esbirros comunistas de los más bajos fondos sociales.
Al cabo, en lo primeros días de agosto, Dios quiso galardonar su martirio. Con motivo de un bombardeo aéreo por los militares, el populacho, ya enfangado en todos los crímenes, irresponsable, ebrio de sangre y de venganza, con alaridos y convulsiones de epiléptico, rodeó la prisión, mandando más que pidiendo la muerte de los inocentes presos. Hubo dudas, cabildeos, arengas por parte de las autoridades aun no bolchevizadas absolutamente, se intentaron convenios, se prodigaron promesas; pero, al fin, se impuso la voluntad de aquellas mujeres desgreñadas, de aquellos hombres alcoholizados, que, como voz del pueblo soberano, las autoridades tuvieron que acatar.
Y el inocente anciano, con la blancura de su cabeza y su rostro sonriente, fue arrojado en uno de los camiones, y, entre maldiciones y golpes, a merced de los más desharrapados, fue llevado a fusilar con los demás presos a una de las colinas que rodean la ciudad, mientras en ésta los nuevos Pilatos, con excusas y lamentaciones, se lavaban las manos salpicadas de sangre y cieno.
BIOGRAFÍAS DE MISIONEROS PAULES Edición 1942
Autor: Elías Fuente
1. TOMÁS PALLARÉS IBÁÑEZ
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 06 Marzo1890 en Iglesuela del Cid, Teruel (España)
martirio: 13 Octubre 1934 en Oviedo, Asturias (España)
2. SALUSTIANO GONZÁLEZ CRESPO
hermano de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 01 Mayo 1871 en Tapia de la Ribera, León (España)
martirio: 13 Octubre 1934 en Oviedo, Asturias (España)
3. LUIS AGUIRRE BILBAO
hermano de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 13 Septiembre 1914 en Murguía, Vizcaya (España)
martirio: 30 Julio 1936 en Alcorisa, Teruel (España)
4. LEONCIO PÉREZ NEBREDA
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 18 Marzo1895 en Villarmentero, Burgos (España)
martirio: 02 Agosto 1936 en Las Planas de Oliete, Teruel (España)
5. ANDRÉS AVELINO GUTIÉRREZ MORAL
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 11 Noviembre 1886 en Salazar de Amaya, Burgos (España)
martirio: 03 Agosto 1936 en Gijón, Asturias (España)
6. ANTONIO CARMANIÚ MERCADER
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 17 Agosto 1860 en Rialp, Lérida (España)
martirio: 17 Agosto 1936 en Llavorsi, Lérida (España)
7. FORTUNATO VELASCO TOBAR
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 31 Mayo 1906 en Tardajos, Burgos (España)
martirio: 24 Agosto 1936 en Alcorisa, Teruel (España)
8. RICARDO ATANES CASTRO
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 05 Agosto 1875 en Cualedro, Orense (España)
martirio: 14 Agosto 1936 en Gijón, Asturias (España)
9. PELAYO JOSÉ GRANADO PRIETO
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 30 Julio 1895 en Santa María de los Llanos, Cuenca (España)
martirio: 27 Agosto 1936 en Gijón, Asturias (España)
10. AMADO GARCÍA SÁNCHEZ
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 29 Abril 1903 en Moscardón, Teruel (España)
martirio: 24 Octubre 1936 en Gijón, Asturias (España)
11. IRENEO RODRÍGUEZ GONZÁLEZ
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 10 Febrero 1879 en Los Balbases, Burgos (España)
martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)
12. GREGORIO CERMEÑO BARCELÓ
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 09 Mayo 1874 en Sitios, Zaragoza (España)
martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)
13. VICENTE VILUMBRALES FUENTE
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 05 Abril 1909 en Reinoso de Bureba, Burgos (España)
martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)
14. NARCISO PASCUAL y PASCUAL
hermano de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 11 Agosto 1917 en Sarreaus de Tioira, Orense (España)
martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)