06/05/17

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Por: . | Fuente: franciscanos.net

Presbítero

Martirologio Romano:En Ortona, en el Abruzo, Italia, beato Lorenzo de Másculis de Villamagna, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, ilustre por su celo en predicar la palabra de Dios. ( 1535)

Fecha de beatificación: Culto aprobado el 28 de febrero de 1923 por el Papa Pío XI.

Lorenzo nació en Villamagna, provincia de Chieti, hijo de Silverio de Masculis y de Pippa D’Eletto, el 12 de mayo de 1476. Ingresó muy joven en la Orden de los Hermanos Menores, donde se distinguió por la asiduidad en la oración, su amor a la pobreza y a la obediencia, su devoción a la Eucaristía y por el amor divino del cual estaba inflamado: desarrolló un intenso apostolado, fue muchas veces solicitado en las principales ciudades de Italia por su santidad y su profunda doctrina. Fue favorecido por Dios con el don de milagros y profecía.

El siglo XV es el siglo de oro del franciscanismo. Los numerosos conventos, esparcidos un poco por todas partes, también en el fuerte y gentil Abruzzo, parecían colmenas, ricos en santos religiosos y ardientes apóstoles. En este feliz período Lorenzo plasmó su eximia virtud, tanto que emulaba a sus grandes cohermanos, el primero de todos San Juan de Capistrano, la gloria más brillante del Abruzzo, el incansable apóstol de Europa. La vida sacerdotal de Lorenzo duró 35 años y puede resumirse en estas pocas y sencillas palabras: predicó, enseñó, exhortó y pacificó pueblos. Fue un profundo teólogo y famoso predicador. Su palabra parecía la de un profeta, conmovía hasta el llanto. Las conversiones eran frecuentes. No subía nunca al púlpito sin someterse antes a ásperas flagelaciones, consciente de que la penitencia atrae las divinas misericordias. Para responder a las frecuentes solicitudes de predicación que le venían de todas partes de Italia, debía emprender largos y difíciles viajes. Caminaba siempre a pie descalzo. Su comportamiento era ya una de sus convincentes predicaciones.

En 1535 los habitantes de Ortona a Mare, deseosos de escuchar la palabra de Lorenzo le pidieron predicar la cuaresma, pero la fibra del infatigable apóstol, se había reducido a un estado lamentable, a causa de las largas fatigas, las ásperas penitencias y los largos viajes. La cuaresma de aquel año marcó la extinción de una llama. El bien obrado entre los ortoneses fue extraordinario. Cuando lo veían subir al púlpito se sentían conmovidos hasta las lágrimas, cuando bajaba de él le besaban las manos y la túnica. Todos le demostraron reconocimiento por el gran bien realizado en medio de ellos. Un día, mientras predicaba, inspirado por el Señor exclamó con espíritu profético: “Dentro de quince días estaré en la eternidad yo en primer lugar y después me seguirán otros de ustedes”.

Efectivamente después de unos días fue atacado por un fuerte acceso de gota que lo obligó a suspender la predicación y reducirse al lecho. Purificado por el dolor soportado con gran resignación, expiraba serenamente el 6 de junio de 1535, a la edad de 59 años, en Ortona a Mare. Su cuerpo después de algunos años fue encontrado incorrupto. En 1829 fue colocado bajo el altar mayor en la iglesia franciscana de Santa María delle Grazie del lugar.

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Por: . | Fuente: http://www.rafaelguizar.org

5° Obispo de Veracruz – México

Martirologio Romano: En Ciudad de México, tránsito de san Rafael Guizar Valencia, obispo de Veracruz, que durante el tiempo de persecución, tanto clandestinamente como en el destierro, ejerció con coraje su ministerio episcopal ( 1938).

Breve Biografía

INFANCIA Y JUVENTUD

El niño Rafael Guízar vio la luz del mundo el 26 de abril de 1878, y al día siguiente fue bautizado como consta en el acta de bautismo en la que se lee:

"En Cotija, Michoacán (MÉXICO), a veintisiete de abril de 1878, yo el Presbítero, Agustín Covarrubias, T. de cura, exorcicé, puse óleo, Sagrado Crisma y bauticé solemnemente a un infante que nació un día ha en esta, púsele por nombre Rafael, hijo legítimo de Prudencio Guízar y de Natividad Valencia. Fueron sus padrinos Juan González y Benigna Valencia, cónyuges, a quienes advertí su obligación y parentesco espiritual y lo firmé". Agustín J. Covarrubias, una rúbrica.

Aprendió sus primeras letras en la escuela parroquial de su tierra natal y más tarde en un colegio que fundaron los Padres Jesuitas en la Hacienda de San Simón en los alrededores de Cotija.

Ingresó al Seminario de la Diócesis de Zamora en el año de 1894 en donde permaneció hasta el año de 1901, en el que en las Témporas de Pentecostés (1 de junio), recibió la Ordenación Sacerdotal, cuando contaba con 23 años de edad. El día 6 de junio del mismo año en la Festividad del Corpus Christi, celebró su Primera Misa en su tierra natal.

Apenas ordenado sacerdote, comenzó a acompañar en las Visitas Pastorales al Excmo. Sr. Obispo de Zamora D. José Ma. Cázares. De este virtuosísimo Prelado, aprendió sin duda alguna, a convertir en misión cada visita pastoral. Posteriormente, durante la enfermedad del Excmo. Sr. Cázares, acompañó al Sr. Obispo Auxiliar D. José de Jesús Fernández en las mismas tareas apostólicas.

MISIONERO INCANSABLE

Tuvo la encomienda de ser el Director Espiritual del Seminario de Zamora donde impartió la cátedra de Teología Dogmática. También fue nombrado Canónigo de la Catedral. Con estos cargos, pudo desarrollar una amplia actividad misionera, en la que involucraba a los alumnos del Seminario y les enseñaba a la vez "el arte del apostolado". Fundó una Congregación Religiosa puesta bajo el cuidado de Nuestra Señora de la Esperanza, desgraciadamente esta obra tuvo poco tiempo de existencia, debido sobre todo a las circunstancias que se vivían en el país en los inicios del pasado siglo.

El amor a Dios y la presencia de N.S. Jesucristo en la Eucaristía así como la devoción a la Santísima Virgen María, eran las notas distintivas de sus misiones.

A todos los pueblos que llegaba, siempre predicaba la Doctrina Cristiana, inspirado en un sencillo catecismo que él mismo compuso y escribió, adaptado sobre todo para los sencillos de corazón. Muchas generaciones aprendieron la Doctrina Cristiana con su catecismo, el cual perdura hasta nuestros días como una forma de instrucción de fe.

GANAR ALMAS PARA DIOS

Para el Padre Rafael Guízar, "ganar almas para Dios" , era el gran reto de su vida. Esto lo lograba mediante las misiones predicadas tanto en el territorio mexicano, como en los lugares fuera de México: Cuba, Guatemala, Colombia y el Sur de los Estados Unidos.

Pero además, durante los conflictos bélicos, existentes en México por la revolución de 1910, pudo prodigar la caridad y derramar la Gracia de Dios en los enfermos y moribundos por el movimiento armado. Disfrazado de vendedor de baratijas, en medio de la lluvia de balas, se acercaba a los heridos que agonizaban y les ofrecía la reconciliación con Dios, les impartía la Absolución Sacramental, muchas veces les daba también el Sagrado Viático, que llevaba consigo de manera oculta para que no lo descubrieran como sacerdote.

Son numerosos los episodios en los que narran las intervenciones heroicas del P. Guízar para salvar almas y encaminarlas al cielo.

Sufrió varios destierros de su patria y en todas partes donde se encontraba su amor por las almas le transformaba en un gigante de la caridad y el amor al prójimo, dando todo lo que tenía a favor de los desposeídos.

NOMBRADO 5 ° OBISPO DE VERACRUZ

Estando desterrado en Cuba, cuando impartía fructíferas misiones, después de haber sido nombrado Misionero Apostólico, fue preconizado Obispo de Veracruz y recibió la consagración episcopal en la ciudad de La Habana, por el Delegado Apostólico, Mons. Tito Trochi, el 30 de Noviembre de 1919.

El día 1º de Enero de 1920, partió rumbo a Veracruz en el navío llamado "La Esperanza”, y después de llegar al Puerto, se dirigió a la Ciudad de Xalapa, Sede de su Obispado, en donde tomó posesión el día 9 de Enero del mismo año.

Apenas hubo llegado a su Diócesis, se distinguió por su celo ardentísimo a favor de las almas y por su gran caridad para con los demás, pues tuvo que enfrentar los estragos de un gran terremoto que había devastado la Zona de Xalapa, dejando sin hogar a muchos de sus hijos. Mons. Guízar se dio a la incansable tarea de ayudar a quines lo necesitaban y a visitar personalmente las regiones más afectadas, llevando la palabra del Señor y víveres para asistir a todos los dañados por el sismo.

1920 – 1938 SU GRAN LABOR EPISCOPAL

Monseñor Rafael Guízar y Valencia no sólo fue un misionero infatigable, sino que también fue un buen pastor que siempre estaba dispuesto a dar la vida por sus ovejas y fue, además, un Padre solícito y Bienhechor de los pobres y desamparados.

Estos fueron los rasgos de su ministerio episcopal. Entre los cuales su visión como pastor, le concedió darle una importancia capital a la formación de los sacerdotes, mediante la obra del Seminario Diocesano, en el que habrían de formarse muchos sacerdotes que multiplicarían sus misiones y la atención a las numerosas parroquias de todo el Territorio Veracruzano.

Como Obispo de Veracruz sufrió los estragos de la persecución religiosa en México, pero de manera especial en este jirón de la patria. Así comenzó su calvario en el que tuvo que padecer calumnias, vejaciones, destierros y hambre.

No obstante todo ello, su grande confianza en Dios Providente y su amor filial a María Santísima, le dieron la fortaleza necesaria para resistir los embates del demonio que quería arrancarle las almas que había ganado para Dios.

Predicó muchas misiones en el territorio veracruzano y mantuvo abierto su Seminario, aun en contra de las leyes persecutorias contra la Iglesia, y supo infundir en todos los fieles la confianza en Dios para resistir a los males de este mundo. La caridad, la pobreza, la humildad, la obediencia y el espíritu de sacrificio, fueron entre otras, algunas virtudes que más adornaron su alma y ministerio episcopal.

SU ULTIMA ENFERMEDAD Y SANTA MUERTE

Escondido en la Ciudad de México por la persecución religiosa en el Estado de Veracruz, se dedicaba a prodigar la caridad entre los fieles y a conseguir bienes para el sostenimiento de su Seminario, el cual era para él “como la pupila de sus ojos”.

Afectado de diversas enfermedades (diabetes, flebitis, insuficiencia cardiaca y otros padecimientos) fue llamado por el Señor para otorgarle el premio a sus fatigas, el día 6 de junio de 1938 en la Ciudad de México, en una casa contigua al edificio de su Seminario, donde éste estaba escondido por la persecución religiosa en Veracruz. Trasladado su cuerpo a Xalapa, sede de su Diócesis, fue sepultado con grandes manifestaciones del pueblo fiel, que le demostró su amor y gratitud por el inmenso bien que pasó haciendo cuando vivía.

Su fama de santidad se ha extendido por todo México y por diversos países, particularmente en donde misionó incansablemente: Guatemala, Cuba, Colombia y el Sur de los Estados Unidos. Muchos milagros se han logrado por su valiosa intercesión particularmente curaciones asombrosas y ayudas en situaciones de penuria, especialmente para los necesitados.

Su Santidad Juan Pablo II lo ha declaró Beato el día 29 de Enero de 1995, en Roma, Italia, en la Patriarcal Basílica Vaticana, y es un ejemplo de pastor abnegado y héroe de las virtudes cristianas.

Fué canonizado el 15 de octubre de 2006 en la Plaza de San Pedro, presidida por el Papa Benedicto XVI

Visita el sitio oficial de </span>San Rafael Guizar y Valencia

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Por: . | Fuente: Franciscanos.org

Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano:En Sachsenhausen, en Alemania, beato Inocencio Guz, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Conventuales y mártir, el cual, durante la ocupación militar de Polonia, su patria, por un régimen contrario a la religión y a los hombres, fue asesinado por los guardias del campo de concentración a causa de su fe en Cristo. ( 1940)

Fecha de beatificación: 13 de junio de 1999 por el papa Juan Pablo II junto a otros 107 mártires polacos de la última Guerra Mundial en Polonia.

José Adalberto Guz nació el 18 de marzo de 1890 en Lvov, siendo bautizado a los pocos días en la parroquia de San Andrés Apóstol. Hechos ya los estudios primarios y el bachiller, escogió la vida religiosa e ingresó en la Orden de Hermanos Franciscanos Conventuales el 25 de agosto de 1908, tomando el nombre de fray Inocencio. Hizo los primeros votos el 26 de agosto de 1909, y pasó al convento de Cracovia donde hizo los estudios filosóficos y teológicos. Hecha la profesión perpetua el 8 de diciembre de 1912, se ordenó sacerdote el 2 de junio de 1914. Fue destinado sucesivamente a los conventos de Hanaczow, Czyzki, Halicz, Varsovia, Lvov y Radomsko. Luego fue destinado a la casa de Grodno, donde se encontró con san Maximiliano Kolbe, que por entonces dirigía la revista El Caballero de la Inmaculada. Pasó luego al convento de Níepokalanów y fue confesor de la comunidad, vicemaestro de coristas, y profesor de canto en el seminario menor seráfico. Pasó en 1936 a Grodno y aquí estaba cuando se declaró la II Guerra Mundial.

Arrestado por los soviéticos el 21 de marzo de 1940, pudo huir de la cárcel de Grodno, pero al atravesar las líneas fronterizas ruso-alemanas fue detenido por los alemanes, y llevado al campo de concentración de Dzialdowo, del que pasó luego a Sachsenhausen. Aquí padeció muchos malos tratos, enfermó y fue muerto a manos de la guardia del campo el 6 de junio de 1940.

Bibliografía: AÑO CRISTIANO Edición 2003
Autores: Lamberto de Echeverría, Bernardino Llorca y José Luis Repetto Betes
Editorial: Biblioteca de Autores Católicos (BAC)
Tomo VI Junio ISBN 978-84-7914-729-7


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San Marcelino José Benito Champagnat Chirat, fundador de la Congregación de los Hermanos Maristas o los Hermanitos de María, entrega su vida a la educación de los jóvenes pobres que desconocían a su Padre Celestial, fundando a los hermanitos de María, hermanos religiosos quienes al no ser sacerdotes entregan su vida por completo a la educación de niños y jóvenes para que amen y conozcan a su Santísima Madre y a su Padre Dios.

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En la región de Bolonia, en la Emilia, tránsito de san Alejandro, obispo de Fiésole, el cual, de regreso de la ciudad de Pavía, a la que había ido para reclamar ante el rey de los longobardos los bienes de su iglesia, retenidos por usurpadores, estos lo ahogaron arrojándole a un río.

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