12/29/15

11:14 p.m.

En la festividad de la Sagrada Familia, recordamos y celebramos que Dios quiso nacer dentro de una familia para que tuviera alguien que lo cuidara, lo protegiera, lo ayudara y lo aceptara como era.

Al nacer Jesús en una familia, el Hijo de Dios ha santificado la familia humana. Por eso nosotros veneramos a la Sagrada Familia como Familia de Santos.

¿Cómo era la Sagrada Familia?

María y José cuidaban a Jesús, se esforzaban y trabajaban para que nada le faltara, tal como lo hacen todos los buenos padres por sus hijos.

José era carpintero, Jesús le ayudaba en sus trabajos, ya que después lo reconocen como el “hijo del carpintero”.

María se dedicaba a cuidar que no faltara nada en la casa de Nazaret.

Tal como era la costumbre en aquella época, los hijos ayudaban a sus mamás moliendo el trigo y acarreando agua del pozo y a sus papás en su trabajo. Podemos suponer que en el caso de Jesús no era diferente. Jesús aprendió a trabajar y a ayudar a su familia con generosidad. Él siendo Todopoderoso, obedecía a sus padres humanos, confiaba en ellos, los ayudaba y los quería.

¡Qué enseñanza nos da Jesús, quien hubiera podido reinar en el más suntuoso palacio de Jerusalén siendo obedecido por todos! Él, en cambio, rechazó todo esto para esconderse del mundo obedeciendo fielmente a María y a José y dedicándose a los más humildes trabajos diarios, el taller de San José y en la casa de Nazaret.

Las familias de hoy, deben seguir este ejemplo tan hermoso que nos dejó Jesús tratando de imitar las virtudes que vivía la Sagrada Familia: sencillez, bondad, humildad, caridad, laboriosidad, etc.

La familia debe ser una escuela de virtudes. Es el lugar donde crecen los hijos, donde se forman los cimientos de su personalidad para el resto de su vida y donde se aprende a ser un buen cristiano. Es en la familia donde se formará la personalidad, inteligencia y voluntad del niño. Esta es una labor hermosa y delicada. Enseñar a los niños el camino hacia Dios, llevar estas almas al cielo. Esto se hace con amor y cariño.

“La familia es la primera comunidad de vida y amor el primer ambiente donde el hombre puede aprender a amar y a sentirse amado, no sólo por otras personas, sino también y ante todo por Dios.” (Juan Pablo II, Encuentro con las Familias en Chihuahua 1990).

El Papa Juan Pablo II en su carta a las familias nos dice que es necesario que los esposos orienten, desde el principio, su corazón y sus pensamientos hacia Dios, para que su paternidad y maternidad, encuentre en Él la fuerza para renovarse continuamente en el amor.

Así como Jesús creció en sabiduría y gracia ante Dios y los hombres, en nuestras familias debe suceder lo mismo. Esto significa que los niños deben aprender a ser amables y respetuosos con todos, ser estudiosos obedecer a sus padres, confiar en ellos, ayudarlos y quererlos, orar por ellos, y todo esto en familia.

Recordemos que “la salvación del mundo vino a través del corazón de la Sagrada Familia”.
La salvación del mundo, el porvenir de la humanidad de los pueblos y sociedades pasa siempre por el corazón de toda familia. Es la célula de la sociedad.

Oración

“Oremos hoy por todas las familias del mundo para que logren responder a su vocación tal y como respondió la Sagrada Familia de Nazaret.
Oremos especialmente por las familias que sufren, pasan por muchas dificultades o se ven amenazadas en su indisolubilidad y en el gran servicio al amor y a la vida para el que Dios las eligió” (Juan Pablo II)

“Oh Jesús, acoge con bondad a nuestra familia que ahora se entrega y consagra a Ti, protégela, guárdala e infunde en ella tu paz para poder llegar a gozar todos de la felicidad eterna.”

“Oh María, Madre amorosa de Jesús y Madre nuestra, te pedimos que intercedas por nosotros, para que nunca falte el amor, la comprensión y el perdón entre nosotros y obtengamos su gracia y bendiciones.”

“Oh San José, ayúdanos con nuestras oraciones en todas nuestras necesidades espirituales y temporales, a fin de que podamos agradar eternamente a Jesús. Amén.”
 

NOTA: Usualmente esta festividad es el domingo siguiente a la Navidad, pero en el 2016 ese día es 1 de enero, día de la Solemnidad de María Madre de Dios, por ello se mueve la celebración al día viernes 30 de diciembre.

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11:14 p.m.

Por: P. Felipe Santos |

Obispo de Tours

Martirologio Romano: En Tours, de la Galia Lugdunense, san Perpetuo, obispo, que edificó la basílica de San Martín y muchas otras en honor de los santos, y reguló en su Iglesia la práctica de ayunos y vigilias (491).

Etimológicamente: Perpetuo = duradero, es de origen latino.

Observación: En el antiguo santoral se lo recordaba el 8 de abril

Perpetuo era de familia senatorial. Una vez que lo nombraron obispo de Tours, dejó todo cuanto tenía – que era mucho – para el consuelo de los pobres. Los pobres son mis herederos. Les dejó campos, casas, jardines, pastizales, viñas y hasta la propia ropa.

Sin duda alguna fue uno de los obispos más sobresalientes de su tiempo.

Tenía siempre presente a su predecesor, san Martín, el soldado que rompió su capa en dos para entregar una parte a un mendigo.

Perpetuo agrandó la basílica dedicada a san Martín e hizo una casa grande a su lado para albergue de peregrinos.

Desde el primer año de su episcopado, convocó un concilio provincial en Tours.

Decretó que los fieles observaran algunos días de la semana con especial atención a las cosas del espíritu.

La influencia de san Perpetuo fue enorme. Trece siglos después de su muerte , alguien escribió estas palabras atribuidas al santo: “Vosotros, mis queridos hermanos, mi corona, mi alegría, es decir, el pobre de Cristo, necesitados, mendigos, enfermos, viudas y huérfanos...A todos vosotros os declaro mis herederos”.

Tenía una primavera en el corazón, porque sabía perdonar a todo el mundo y, además, entregaba su propio ser para el bien de los demás.

Catorce años antes de morir, escribió su testamento, un documento perfecto de cómo debían ser los obispos de aquellos tiempos.

Los últimos años de su vida fueron malos, debido a la invasión de lo Godos y a la doctrina arriana.

Murió en el año 494.

¡Felicidades a quien lleve este nombre!

Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com

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11:14 p.m.

Por: . | Fuente: www.FrateFrancesco.org

Monja

Martirologio Romano: En Palestrina, del Lacio, beata Margarita Colonna, virgen, que prefirió a las riquezas y deleites del siglo la pobreza por Cristo, a quien sirvió profesando la Regla de santa Clara (1280).

Etimología: Margarita = Aquella de belleza poco común, es de origen latino.

Margarita nació en 1255, en Palestrina, hija de Odón, de los Príncipes Colonna, y de Mabilia o Magdalena Orsini, que tenían otros dos hijos: Juan y Giacomo (Santiago). Corría en ella, por tanto, la sangre de dos de las más poderosas familias romanas, protagonistas de excepción de la historia de la ciudad de Roma, con fases de paz y fases de enconados enfrentamientos. Palestrina era la plaza fuerte de la familia. Las grandes familias romanas estaban estrechamente unidas al papado y a la curia, y los Colonna. En 1212 había sido legado pontificio para la V Cruzada Juan Colonna, cardenal de Santa Práxedes. Fue él quien trajo a Roma desde Oriente la columna a la que, según la tradición, estuvo atado Jesús durante la flagelación, y que aún se conserva en la iglesia de la que él fue titular.

Los años en los que vivió Margarita fueron tumultuosos y complicados para la Iglesia. La sede papal quedó vacante durante 20 años, el periodo más largo de la historia. Los pontificados de los papas que salían del cónclave eran demasiado breves, y eso perjudicaba su autoridad y prestigio, tan necesarios para mantener el equilibrio entre las pretensiones de Francia y del Imperio germano sobre el territorio italiano.

Desde la más tierna infancia había sido educada por su madre en las virtudes cristianas por su madre, que había conocido a san Francisco en la casa de su hermano Mateo, tío de Margarita. Pero ella y sus hermanos quedaron pronto huérfanos, primero de padre, y luego de madre. Quedó bajo la tutela de su hermano Juan, dos veces senador de Roma, quien le preparó un matrimonio prestigioso y conveniente para las alianzas nobiliarias, mas ella sólo deseaba ser esposa virginal de Jesucristo.

El 6 de marzo de 1273, apoyada por su otro hermano, el cardenal Giacomo Colonna, se retiró con otras dos jóvenes piadosas en la iglesia de Santa María de la Costa, en el Monte Prenestino, hoy llamado Castel San Pietro, encima de Palestrina, donde fundaron una comunidad religiosa, sin aprobación canónica. Vistió el sayo de las damianitas, bajo el cual llevaba un cilicio ceñido a sus carnes. Entre ayunos y penitencias pedía al Señor le concediese su mayor deseo: ser clarisa. Así vivió unos años, siendo un escándalo para su familia.

En 1278, siendo su hermano Juan senador de Roma, su otro hermano, Giacomo, fue nombrado cardenal por expreso deseo del papa Nicolás III (Giangaetano Orsini, también pariente de Margarita). La elección no se obedeció solamente al hecho de pertenecer a una familia importante. El joven Giacomo era un verdadero creyente y amaba a Cristo, de modo que tomó consigo a su hermana y la llevó a Roma, para orar juntos ante los sepulcros de san Pedro y san Pablo. Fue el comienzo de una nueva etapa en la vida de Margarita, pues su ejemplo despertó el interés de otras mujeres, interesadas en dedicar enteramente su vida, como ella, al servicio de Cristo.

Hacía sólo 20 años que había muerto santa Clara, y su ideal de vida y el de Francisco atraía a multitud de personas de toda condición social. A petición de Margarita, el ministro general de los frailes menores fray Jerónimo Masci, futuro papa Nicolás IV, le permitió entrar en el monasterio de santa Clara de Asís, pero los planes del Señor eran otros, y una enfermedad se lo impidió. Pensó entonces en retirarse con sus compañeras en el convento de la Méntola sobre el monte Guadagnolo, entre Palestrina y Tívoli), donde se veneraba una imagen de la Virgen a la que le tenía mucha devoción, pero era un feudo del conde de Poli, que no veía con buenos ojos a una Colonna en su territorio. Fue por eso que, al poco tiempo, se trasladó a Roma, y pasó largo tiempo como huésped de una noble muy piadosa y generosa, llamada Altrudis, apodada “de los pobres” por aquellos a quienes ella había dado sus bienes. Hasta que, en 1278, con ayuda de su hermano cardenal, regresó al monte Prenestrino, junto a su ciudad natal, para fundar monasterio donde se viviera pobremente y se alabara al Señor día y noche.

Ella misma se ocupó de la formación de sus compañeras; pero su caridad se extendía más allá, hasta los enfermos y pobres de la comarca. Cada año, para la fiesta de San Juan Bautista, del que era muy devota, organizaba para ellos una comida. Cuenta la tradición que, en cierta ocasión, se presentaron Jesús y el Bautista a su mesa, pero desaparecieron cuando los reconoció Margarita. Toda su rica dote fue a parar a manos de los pobres y enfermos. Una vez agotado su rico patrimonio personal, no permitió que sus hermanos le ayudasen, sino que prefirió vivir como franciscana, y no le importó recurrir a la “Mesa del Señor”, pidiendo limosna de puerta en puerta, para continuar su obra en favor de los pobres.

Practicó de manera heroica todas las virtudes, edificando al pueblo con la oración asidua y el ejemplo de una caridad heroica. Con ocasión de una epidemia, Margarita se hizo “toda para todos” asistiendo maternalmente a los hermanos enfermos y corrió también en ayuda de los franciscanos de Zagarolo. Otra vez acogió en casa a un leproso de Poli, comiendo y bebiendo en el mismo plato y, en un ímpetu de amor, besó aquellas repugnantes llagas. Sería demasiado prolijo recordar todas las manifestaciones de la intensa vida mística de Margarita: la observancia escrupulosa de la regla de Santa Clara, el amor a la pobreza, la continua unión con Dios, los éxtasis, las efusiones de lágrimas, las frecuentes visiones celestiales, el matrimonio místico con el Señor, quien se le apareció colocándole un anillo en el dedo y una corona de lirios sobre la cabeza y le imprimió la llaga del corazón.

Durante siete años sobrellevó pacientemente una herida ulcerosa en el costado, como si llevara una llaga de la pasión de Jesucristo. Aún no había cumplido los 30 años cuando murió al alba del 30 de diciembre de 1284, a causa de la úlcera y de unas fiebres altísimas. Su muerte fue en todo digna de una perfecta hija de San Francisco, el cual por amor de dama pobreza quiso morir desnudo sobre la desnuda tierra. La noche de Navidad se le había aparecido la Virgen con el Niño en brazos, y la dejó en un estado de profunda exaltación. Después que hubo recibido el viático y la unción de los enfermos, pidió a su hermano el cardenal Giacomo, que la colocaran en tierra, deseando morir pobre como Jesús y el Seráfico Padre San Francisco. Fue complacida, pero sólo por un breve espacio de tiempo, porque estaba demasiado extenuada. Por último pidió que le dieran el crucifijo: habiéndolo besado con intenso afecto, lo mostró a sus hermanas, exhortándolas a amarlo con todas sus fuerzas. Se adormeció un poco y luego volviendo en sí exclamó con vigor: “He ahí a la santísima Trinidad que viene, adoradla!”. Luego, cruzados los brazos sobre el pecho, y fijando los ojos en el cielo, expiró serenamente.

Los funerales se desarrollaron el mismo día, en la iglesia de San Pietro sul Monte Prenestino con gran concurso de pueblo y de todos los franciscanos de la zona. El sepulcro de Margarita se convirtió enseguida en meta de peregrinos, que recibían gracias por su intercesión. Cuando el papa Honorio IV autorizó en 1285 el traslado de su comunidad de clarisas al monasterio de San Silvestre in Cápite de Roma, éstas se llevaron consigo el cuerpo de la beata, que permaneció allí hasta el año 1871. Hoy sus reliquias se veneran en la iglesia de Castel San Pietro, donde la semilla sembrada por Margarita hace más de siete siglos sigue aún viva, gracias a las clarisas del monasterio de Santa María de los Ángeles.

Sus primeros biógrafos fueron su hermano Juan y la primera abadesa de San Silvestre. Pío IX aprobó su culto el 17 de septiembre de 1847. Pocos años antes el papa Gregorio XVI había dispuesto que los Colonna y los Orsini eran las únicas familias con el privilegio exclusivo de Príncipes asistentes de la sede pontificia.

Margarita representa para el mundo una delicadísima figura de mujer en quien las dotes naturales de inteligencia, fascinación y sensibilidad, unidas al realismo y a la dignidad de su hogar, se insertan en el robusto árbol de la espiritualidad franciscana. Su vida brilla como un arco iris de paz en la historia tormentosa de su tiempo.

ORACIÓN
Oh Dios, que has hecho admirable
en el desprecio de los bienes terrenos
a la Beata virgen Margarita,
ardiente de amor por ti:
concédenos, por su intercesión,
permanecer siempre unidos solamente a ti
mientras cargamos con nuestra cruz.
Derrama sobre nosotros, Señor,
el espíritu de santidad
que concediste a la Beata Margarita Colonna,
para que podamos conocer el amor de Cristo,
que supera todo conocimiento,
y gozar de la plenitud de la vida divina.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

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Personaje bíblico: heroína judia que defendió la libertad y religión del pueblo de Israel degollando al general Holofernes.

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Las últimas noticias históricas de [Santiago Apóstol] nos llegan de Palestina, donde muerte mártir (el primero de los Apóstoles de Jesús) decapitado en Jerusalén. A partir de aquí surge una profunda tradición de que su cuerpo es trasladado al fin del mundo, al occidente europeo, a Galicia (España). Arribaría en barco a Iria Flavio (Padrón) y de allí sería conducido tierra adentro hasta acabar enterrado en tierras de la actual Santiago de Compostela. La historia da lugar a la tradición con el paso de las generaciones y la invasión musulmana, hasta reencontrarse la tumba en el siglo IX, iniciándose una segunda historia del Apóstol Santiago que marcaría España y toda Europa con el Camino de Santiago.

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