11/12/14

1:43 a.m.
En el año 2011, dado que el domingo siguiente a Navidad es 1 de enero, día en que recordamos a María como Madre de Dios, esta fiesta se traslada al viernes 30 de diciembre.

En la festividad de la Sagrada Familia, recordamos y celebramos que Dios quiso nacer dentro de una familia para que tuviera alguien que lo cuidara, lo protegiera, lo ayudara y lo aceptara como era.


Al nacer Jesús en una familia, el Hijo de Dios ha santificado la familia humana. Por eso nosotros veneramos a la Sagrada Familia como Familia de Santos.


¿Cómo era la Sagrada Familia?


María y José cuidaban a Jesús, se esforzaban y trabajaban para que nada le faltara, tal como lo hacen todos los buenos padres por sus hijos.


José era carpintero, Jesús le ayudaba en sus trabajos, ya que después lo reconocen como el “hijo del carpintero”.


María se dedicaba a cuidar que no faltara nada en la casa de Nazaret.


Tal como era la costumbre en aquella época, los hijos ayudaban a sus mamás moliendo el trigo y acarreando agua del pozo y a sus papás en su trabajo. Podemos suponer que en el caso de Jesús no era diferente. Jesús aprendió a trabajar y a ayudar a su familia con generosidad. Él siendo Todopoderoso, obedecía a sus padres humanos, confiaba en ellos, los ayudaba y los quería.


¡Qué enseñanza nos da Jesús, quien hubiera podido reinar en el más suntuoso palacio de Jerusalén siendo obedecido por todos! Él, en cambio, rechazó todo esto para esconderse del mundo obedeciendo fielmente a María y a José y dedicándose a los más humildes trabajos diarios, el taller de San José y en la casa de Nazaret.


Las familias de hoy, deben seguir este ejemplo tan hermoso que nos dejó Jesús tratando de imitar las virtudes que vivía la Sagrada Familia: sencillez, bondad, humildad, caridad, laboriosidad, etc.


La familia debe ser una escuela de virtudes. Es el lugar donde crecen los hijos, donde se forman los cimientos de su personalidad para el resto de su vida y donde se aprende a ser un buen cristiano. Es en la familia donde se formará la personalidad, inteligencia y voluntad del niño. Esta es una labor hermosa y delicada. Enseñar a los niños el camino hacia Dios, llevar estas almas al cielo. Esto se hace con amor y cariño.


“La familia es la primera comunidad de vida y amor el primer ambiente donde el hombre puede aprender a amar y a sentirse amado, no sólo por otras personas, sino también y ante todo por Dios.” (Juan Pablo II, Encuentro con las Familias en Chihuahua 1990).


El Papa Juan Pablo II en su carta a las familias nos dice que es necesario que los esposos orienten, desde el principio, su corazón y sus pensamientos hacia Dios, para que su paternidad y maternidad, encuentre en Él la fuerza para renovarse continuamente en el amor.


Así como Jesús creció en sabiduría y gracia ante Dios y los hombres, en nuestras familias debe suceder lo mismo. Esto significa que los niños deben aprender a ser amables y respetuosos con todos, ser estudiosos obedecer a sus padres, confiar en ellos, ayudarlos y quererlos, orar por ellos, y todo esto en familia.


Recordemos que “la salvación del mundo vino a través del corazón de la Sagrada Familia”.

La salvación del mundo, el porvenir de la humanidad de los pueblos y sociedades pasa siempre por el corazón de toda familia. Es la célula de la sociedad.


Oración


“Oremos hoy por todas las familias del mundo para que logren responder a su vocación tal y como respondió la Sagrada Familia de Nazaret.

Oremos especialmente por las familias que sufren, pasan por muchas dificultades o se ven amenazadas en su indisolubilidad y en el gran servicio al amor y a la vida para el que Dios las eligió” (Juan Pablo II)


“Oh Jesús, acoge con bondad a nuestra familia que ahora se entrega y consagra a Ti, protégela, guárdala e infunde en ella tu paz para poder llegar a gozar todos de la felicidad eterna.”


“Oh María, Madre amorosa de Jesús y Madre nuestra, te pedimos que intercedas por nosotros, para que nunca falte el amor, la comprensión y el perdón entre nosotros y obtengamos su gracia y bendiciones.”


“Oh San José, ayúdanos con nuestras oraciones en todas nuestras necesidades espirituales y temporales, a fin de que podamos agradar eternamente a Jesús. Amén.”



1:43 a.m.

Por: O. C. Moreno | Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina04


Gabriel Ferretti nació en Ancona hacia el año 1385, hijo de los condes Liberotto y Alvisa Sacchetti. A los 18 años contra la voluntad de sus padres tomó el hábito de los hermanos Menores en el convento anconitano de San Francisco ad Alto, donde se consagró totalmente a Dios emitiendo los votos de pobreza, castidad y obediencia.

En el silencio de su eremitorio, todo concentrado en Dios en el ejercicio de la vida religiosa profundizó en el estudio de las ciencias teológicas. Ordenado sacerdote se dedicó al apostolado entre pobres y enfermos y pronto fue considerado el Padre de Ancona.


Las virtudes y dotes de Gabriel llamaron la atención de los superiores, que en 1425 lo eligieron guardián del convento de San Francesco ad Alto. No sólo restauró y engrandeció el convento, sino que se distinguió en la heroica asistencia a los apestados en los años 1425 y 1427.


Los Hermanos Menores de la Provincia Seráfica de las Marcas, reunidos en capítulo, en 1434 lo eligieron Ministro Provincial. Contribuyó eficazmente a propagar la fiel observancia de la regla franciscana en las Marcas. El Pontífice Eugenio IV le concedió amplias facultades para abrir nuevos conventos, como en Santa María de las Gracias en San Severino Marcas, San Nicolás en Ascoli Piceno y la Anunciación en Osimo. Además, a pesar de las múltiples y pesadas ocupaciones, continuó interesándose por el convento de San Francisco ad Alto y sus conciudadanos de Ancona.


En 1438, por sugerencia de su íntimo amigo San Jaime de la Marca, fue llamado por el Ministro general Padre Guillermo de Casale a predicar en Bosnia, donde ya anunciaban la divina palabra el mismo San Jaime de la Marca y otros religiosos.


El consejo comunal de Ancona, temiendo verse privado de la amorosa asistencia de su santo fraile, suplicó que se le volviera a dejar en Ancona, petición que fue acogida. Así el Beato Gabriel permaneció en las Marcas continuando su asistencia a los pobres y enfermos de su ciudad.


Alma eminentemente mariana, tenía una tierna devoción a la Sma. Virgen y difundió ampliamente la corona franciscana de las siete alegrías de la Bienaventurada Virgen María. La Virgen recompensó el amor filial de su siervo con apariciones y dulces coloquios.


También Dios mismo quiso premiar las virtudes de su siervo con el don de la profecía y de los prodigios. Una sobrina suya de nombre Casandra, imposibilitada para caminar, se dirigió a su santo tío. Este oró, luego trazó un signo de la cruz sobre la articulación afectada y la enferma quedó curada.


Gabriel terminó su virtuosa y laboriosa existencia a los 71 años en el convento de Ancona el 12 de noviembre de 1456, asistido por San Jaime de la Marca, quien en el funeral exaltó las virtudes del santo cohermano.


Benedicto XIV Aprobó su culto el 19 de septiembre de 1753



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Nació en Taxco, Gro. (Diócesis de Chilapa), el 22 de febrero del 1899.

Párroco de Atenango del Río, Guerrero., (Diócesis de Chilapa). Tres años de ministerio fueron suficientes para conocer la entrega sacerdotal del Padre Margarito.


Se encontraba fuera de la Diócesis a causa de la persecución, cuando supo de la muerte heroica del Sr. Cura David Uribe, exclamó: «Me hierve el alma, yo también me voy a dar la vida por Cristo; voy a pedir permiso al Superior y también voy a emprender el vuelo al martirio».


El Vicario general de la Diócesis le nombró vicario con funciones de párroco de Atenango del Rio, Guerrero. El Padre Margarito se puso luego en camino.


Fue descubierto como sacerdote al llegar a su destino; apresado y conducido a Tulimán, Guerrero., donde se dio la orden de fusilarlo.


El Padre Margarito pidió permiso para orar, se arrodilló unos momentos, besó el suelo y luego, de pie, recibió las balas que le destrozaron la cabeza y le unieron para siempre a Cristo Sacerdote, el 12 de noviembre de 1927.


Es uno de los mártires mexicanos canonizados por Juan Pablo II el 21 de mayo del año 2000.



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Por: P. Felipe Santos | Fuente: Catholic.net



Noviembre 12


Etimológicamente significa “ augusta”. Viene de la lengua latina.


Cuando se va teniendo la experiencia del trato profundo con los seres humanos, se da uno cuenta de que Dios mira a cada uno con una infinita ternura y una gran compasión.


Estas palabras se hicieron realidad en esta joven, nacida en 1864 y fallecida tal día como hoy del 1894.


Es una de las tantas gloria de las Hijas de la Caridad de san Vicente Paúl.


A sus 22 años floridos se consagró a Dios para servirle mejor y para ponerse a total disposición de los enfermos.


Hay de todo en la vida. No sólo va a haber matrimonios – que son santos y buenos porque Dios los ha instituido.


Y lo que son las cosas: Un enfermo al que cuidaba, la asesinó a puñaladas en el hospital del Espíritu Santo en Roma. Murió pidiendo compasión por su alma.


Estuvo su vida entera, desde que entró en la congregación en el hospital de Roma, dedicada a los niños enfermos y a los tuberculosos.


Y justo en 1894 contrajo esta enfermedad.


Prefirió quedarse en el hospital antes que irse a una casa de reposo.


Estaba feliz y dichosa con su trabajo, su acción apostólica con los enfermos, con el cuidado y atenciones a los familiares que iban a visitarlos. Era el ángel del hospital.


Nadie podía suponer que el ingrato Giuseppe Romanelli la iba a dar muerte a puñaladas a la que tantas veces atendió con amor y total gratuidad.


Ya le habían avisado las superioras que tuviera cuidado con este señor, pues la amenazaba continuamente. Sin embargo, ella permanecía impertérrita. Lo cuidaba si es posible mejor.


En el fondo, sabía lo que le esperaba. Juan Pablo II la proclamó santa en 1999.


Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com


¡Felicidades a quien lleve este nombre!



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Por: P. Felipe Santos | Fuente: Catholic.net



Monje

Noviembre 12


Etimológicamente significa “amable”. Viene de la lengua latina.


Jesús, tomando consigo a Juan, santiago y Pedro, subió a la montaña para orar. Y ocurrió mientras oraba que el aspecto de su rostro cambió. Se formó una nube que los cubría, y de ella salió una voz que proclamaba: Este es mi Hijo, mi elegido. Escuchadlo”.


Emiliano fue monje en el siglo VI.


El santo que hoy veneramos y recordamos se llamaba Emiliano de la Cogolla o Cocola.


Nació en Castilla, en la provincia de Logroño – hoy la comunidad autónoma de la Rioja - cerca del monte llamado Cocola.


La vida de este santo español nos la cuenta otro monje, Braulio, que después sería obispo de Zaragoza.


Por ese tiempo la península ibérica estaba dominada por los Visigodos.


Su familia era pobre. Cuando cumplió los 20 años, se marchó de anacoreta.


Cuando su santidad llegó a oídos de la gente, no cesaba de hacerle visitas.


Entonces tomó la decisión de irse a otra parte que fuera inaccesible, en lo alto de una montaña.

Aquí se pasó la friolera de 40 años. El obispo de Tarazona, enterado de su virtud, lo ordenó de sacerdote.


Fue un apóstol entre la gente del campo, de donde él provenía. Su caridad era tan grande que se quedaba sin comer con tal de ver feliz al pobre.


Acusado injustamente de que robaba en la parroquia, se fue a la soledad hasta que murió en el año 574.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!



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