Matrona (Madrona), Santa
Mártir
Una vez ocupada Tesalónica por los turcos decidieron deshacerse d ela reliquias de la Santa para humillar a los cristianos y privarles de uno de los centros más importantes de peregrinación de la ciudad. Vendieron el cuerpo a unos mercaderes franceses que vieron ahí la oportunidad de hacer dinero. Lo compraron por veintinueve monedas, ya que si hubieran pagado treinta habrían llegado a la misma suma que en otro tiempo se pagó por Jesús, y pensaron que una santa no valía tanto como Nuestro Señor. Los mercaderes embarcaron el cuerpo en una nave que se dirigía a Marsella y se hicieron a la mar. Cuando el barco llegó a aguas de Barcelona se desencadenó un furioso temporal que puso a la nave en peligro. El patrón ordenó atracar en la playa de Sant Bertran, justo donde arrancaba el camino que conducía a la ermita de Sant Fruitós, en la montaña de Montjuïc, y allí depositaron el cuerpo de Santa Matrona en espera de que amainara la tormenta. Los elementos se calmaron pronto, y la tripulación decidió proseguir viaje con el cuerpo a bordo. Pero el fenómeno se repitió una y otra vez, las aguas se encrespaban para calmarse de inmediato en cuanto lo desembarcaban. Finalmente, comprendieron que el deseo de la Santa era el de permanecer en su ciudad natal, y depositaron su cuerpo en la ermita Sant Fruitós, en la montaña de Montjuïc, Barcelona, ciudad que durante muchos siglos le rindió devoción.
Las reliquias fueron veneradas primero en la ermita que con el paso del tiempo paso a ser jurisdicción de la Orden de los monjes capuchinos y al trasladadarse estos al convento de las Ramblas también trasladaron el cuerpo de la Santa. En el primitivo lugar todavía existe una capilla, también dedicada a Santa Madrona, restaurada en 1907.
Según la leyenda dorada, las golondrinas acompañaron el cuerpo de la santa desde que lo embarcaron en Tesalónica hasta su llegada a Barcelona. Al divisar la ciudad gritaron para avisarle del lugar donde se encontraba, desde entonces, cada año, el 27 de marzo, llegan las primeras golondrinas, más chillonas que nunca, en recuerdo de su gesta, puesto que la leyenda afirma que son descendientes de aquellas que viajaron con la santa y cada año, fieles a una tradición familiar, la visitan y se quedan unos días en Barcelona para hacerle compañía.
Santa Matrona es la abogada de las comadronas y parturientas, así como de las muchachas de servicio.
fuente: diversos archivos públicos en Internet