02/28/21

11:49 p.m.

Por: . | Fuente: Catholic.net

Abadesa

Martirologio Romano: En el monasterio de Bassano, en la región de Venecia, beata Juana María Bonomo, abadesa de la Orden de San Benito, que, dotada de místicos carismas, experimentó en el cuerpo y en el alma los dolores de la Pasión del Señor ( 1670).

Fecha de beatificación: 9 de junio de 1783 por el Papa Pío VI.

Breve Biografía

La Beata Juana María Bonomo nació en Asiago (Vicenza, Italia) el 15 de agosto de 1606. Fue educada por las Hermanas Pobres de Santa Clara en Trento. A los nueve años hizo voto de virginidad, a los doce ya era religiosa y con tan sólo quince años ingresó al monasterio benedictino en Bassano (Italia) donde fue maestra de novicias, priora y por tres ocasiones abadesa.

Muy favorecida por visiones místicas, recibió durante un éxtasis los estigmas de la Pasión. Ella cayó en éxtasis por primera vez durante la ceremonia de su profesión. Su dedicación y experiencias místicas ocasionaron que algunas de sus Hermanas le pensaran que todo era algo herético o que Sor Juana deseaba llamar la atención.

Esto llegó al punto que hasta se le negó la comunión. Siempre lo mismo, el mundo es tan miope que no acierta a distinguir entre Dios y el demonio, entre la luz y la oscuridad, entre la vida y la muerte.

En medio de sus sollozos, Cristo se presentaba delante de ella, sacaba de su costado una hostia y se la daba en comunión, diciéndole: “Toma, esposa mía”; o le permitía ir a comulgar a otra parte sin moverse de su celda, o le enviaba un querubín para que éste tomase de la patena una partícula mientras el sacerdote daba la comunión y se la llevase a sor Juana, silenciosamente acurrucada en un rincón del convento.

Ingresó a la casa del Padre el 1 de marzo de 1670 luego de una vida perdida en el océano del amor a Dios.

bibliografía: ÁNGELES EN VUELO DE SIGLOS
de Francisco Javier Álvarez Medina, Presbítero; y
Hno. Humberto Álvarez Ruesga, Marista
Editorial Progreso
ISBN 970-641-407-X


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11:49 p.m.

Por: . | Fuente: ACI Prensa

XLVIII Papa

Martirologio Romano: En la basílica de San Pablo de Roma, en la vía Ostiense, san Félix III (II), papa, que fue antepasado del papa san Gregorio I Magno (492).

Etimológicamente: Félix = Aquel que es feliz, es de origen latino.

Nace de una familia senatorial romana, y se dice que es descendiente de San Gregorio el Magno. Sobre la vida de Félix nada se conoce con certeza hasta que en 483 sucede a San Simplicito en la Cátedra de San Pedro. En este tiempo la Iglesia estaba en medio de su largo conflicto con la herejía de Eutiques. El año anterior el Emperador Zenón decreta el Henoticon (o instrumento de unión), donde declara que ningún símbolo de la fe debe de ser recibido, exceptuando el de Nicea con las adiciones del 381. Lo hizo según las sugestiones de Acacio, el perfidioso Patriarca de Constantinopla. El edicto trataba de sellar la reconciliación entre los católicos y los eutiquianitas, pero causa más conflictos que nunca y divide la Iglesia Oriental en tres o cuatro facciones.

Mientras los Católicos en todas partes rechazaban el edicto, el Emperador removía a los Patriarcas de Antioquia y Alejandría de sus Sedes. Pedro el Batanero, un notorio hereje, nuevamente infringe en la Sede de Antioquia, y Pedro III (“Peter Mongus”), quien era el verdadero causante de las dificultades durante el pontificado de Félix, tomaba la sede de Alejandría. En su primer sínodo Félix excomulga a Pedro el Batanero, al que Acacio ya había condenado en un sínodo en Constantinopla. En 484, Félix excomulga a Pedro III, acto que causa un cisma entre Occidente y Oriente que no fue sanado por treinta y cinco años. Este Pedro, siendo oportunista y de ingeniosa disposición, se congracia con el emperador y con Acacio, al suscribírse al Henoticon. Y para el desagrado de muchos obispos Acacio nuevamente lo admite en comunión.

Félix, habiendo convenido un sínodo, envía legados al emperador y a Acacio, pidiéndoles que expulsaran a Pedro III de Alejandría y que Acacio personalmente fuera a Roma a explicar su conducta. Los legados fueron detenidos y encarcelados. Posteriormente, incitados mediante amenazas y promesas, entran en comunión con los herejes al distintivamente mencionar el nombre de Pedro III en la lectura de los trisagios litúrgicos. Cuando Simeón, uno de los monjes de Acaemeti, informa en Roma la traición, Félix convoca un sínodo de setenta y siete obispos en la Basílica de Letrán, donde Acacio y los legados papales son excomulgados. Apoyado por el emperador, Acacio ignora la excomunión, remueve el nombre del Papa de los trisagios litúrgicos y permanece en su Sede hasta su muerte, evento que sucede uno o dos años después.

Flaviano, su sucesor, envía mensajeros a Félix asegurándole que no estaría en comunión con Pedro III. Pero al Papa percatarse que esto no era cierto, continua el cisma. Eutimio, el sucesor de Flaviano, al morir Pedro III también procura la comunión con Roma. Pero el Papa se rehúsa, ya que Eutimio no removía los nombres de sus dos predecesores de los trisagios litúrgicos. Este cisma, conocido como el cisma de Acacio, no fue sanado hasta el 518 durante el reino de Justiniano.

En África los vándalos arrianos, Genserico y su hijo Hunerico, han perseguido la Iglesia por mas de 50 años y expulsan a muchos católicos al exilio. Cuando se restaura la paz, muchos de aquellos que por temor cayeron en la herejía y habían sido rebautizados por los arrianos deseaban retornar a la Iglesia. Al ser rechazados por los que estuvieron firmes, apelaron a Félix. En 487 este convoca un sínodo y envía una carta a los obispos de África estipulando las condiciones para el retorno de estos. Félix muere el 492, habiendo reinado ocho años, once meses y veintidós días.

Tradicionalmente se le da el número de orden III entre los papas llamados Félix, pero se trata en realidad del II, puesto que el antipapa Félix II (año 365) no tiene derecho a figurar en el número de la sucesión. Como al antipapa Félix II se lo ha retirado de las listas en fecha relativamente recientemente, se prefiere seguir nombrando a éste como Félix III (II) para evitar confusiones al consultar listados más antiguos.

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Obispo de la diócesis de Vercelli, fue consagrado en el 452, en un período histórico muy tormentoso en Italia.

Reconstruyó la iglesia metropolitana, sobre las ruinas de la pequeña basílica que San Eusebio había construido sobre la tumba del mártir San Teofrasto, y que el emperador Teodosio había hecho ampliar.

Para la solemne celebración del rito Albino esperaba la visita de algún obispo importante. La espera fue premiada con el paso de San Germán, obispo de Auxerre, que se dirigía a Ravena. Como no podía esperar, el santo obispo prometió que asistiría al rito, cuando regresara.

San Germán murió durante su estadía en Ravena, y a Vercelli regresó solamente su cadáver.

Cuando colocaron el féretro en el centro de la basílica, todas las velas se encendieron simultáneamente. El hecho, más prodigioso porque en los días anteriores ninguno había podido encenderlas, fue interpretado como el cumplimiento de la promesa que San Germán había hecho a San Albino.

Del obispo de Vercelli no sabemos sino que su culto es muy antiguo.

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