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Por: . | Fuente: Corazones.org



Co-Fundadora de la Orden de la Visitación de Santa María


Martirologio Romano: Santa Juana Francisca Frémiot de Chantal, religiosa, que siendo primero madre de familia, tuvo como fruto de su cristiano matrimonio seis hijos, a los que educó piadosamente, y muerto su esposo, bajo la dirección de san Francisco de Sales abrazó con decisión el camino de la perfección y realizó obras de caridad, en especial para con los pobres y enfermos. Dio comienzo a la Orden de la Visitación de santa María, que dirigió también prudentemente, y su muerte tuvo lugar en Moulins, junto al Aller, cerca de Nevers, en Francia, el día trece de diciembre (1641).

Santa Juana Francisca Fremiot nació en Dijon, Francia, el 23 de enero, de 1572, nueve años después de finalizado el Concilio de Trento. De esta manera, estaba destinada a ser uno de los grandes santos que el Señor levantó para defender y renovar a la Iglesia después del caos causado por la división de los protestantes. Santa Juana fue contemporánea de S. Carlos Borromeo de Italia, de Sta. Teresa de Ávila y S. Juan de la Cruz de España, de S. Juan Eudes y de sus compatriotas, el Cardenal de Berulle, el Padre Olier y sus dos renombrados directores espirituales, San Francisco de Sales y San Vicente de Paúl. En el mundo secular, fue contemporánea de Catalina de Medici, del Rey Luis XIII, Richelieu, Mary Stuart, la Reina Isabel y Shakespeare. Murió en Moulins el 13 de diciembre, de 1641.


Su madre murió cuando tenía tan solo dieciocho meses de vida. Su padre, hombre distinguido, de recia personalidad y una gran fe, se convirtió así en la mayor influencia de su niñez. A los veintiún años se casó con el Barón Christophe de Rabutin-Chantal, de quien tuvo seis hijos. Dos de ellos murieron en la temprana niñez. Un varón y tres niñas sobrevivieron. Tras siete años de matrimonio ideal, su esposo murió en un accidente de cacería. Ella educó a sus hijos cristianamente.


En el otoño de 1602, el suegro de Juana la forzó a vivir en su castillo de Monthelon, amenazándola con desheredar a sus hijos si se rehusaba. Ella pasó unos siete años bajo su errática y dominante custodia, aguantando malos tratos y humillaciones. En 1604, en una visita a su padre, conoció a San Francisco de Sales. Con esto comenzó un nuevo capítulo en su vida.


Bajo la brillante dirección espiritual de San Francisco de Sales, nuestra Santa creció en sabiduría espiritual y auténtica santidad. Trabajando juntos, fundaron la Orden de la Visitación de Annecy en 1610. Su plan al principio fue el de establecer un instituto religioso muy práctico algo similar al de las Hijas de la Caridad, de S. V. de Paúl. No obstante, bajo el consejo enérgico e incluso imperativo del Cardenal de Marquemont de Lyons, los santos se vieron obligados a renunciar al cuidado de los enfermos, de los pobres y de los presos y otros apostolados para establecer una vida de claustro riguroso. El título oficial de la Orden fue la Visitación de Santa María.


Sabemos que cuando la Santa, bajo la guía espiritual de S. Francisco de Sales, tomó la decisión de dedicarse por completo a Dios y a la vida religiosa, repartió sus joyas valiosas y sus pertenencias entre sus allegados y seres queridos con abandono amoroso. De allí en adelante, estos preciosos regalos se conocieron como "las Joyas de nuestra Santa." Gracias a Dios que ella dejó para la posteridad joyas aún más preciosas de sabiduría espiritual y edificación religiosa.


A diferencia de Sta. Teresa de Ávila y de otros santos, Juana no escribió sus exhortaciones, conferencias e instrucciones, sino que fueron anotadas y entregadas a la posteridad gracias a muchas monjas fieles y admiradoras de su Orden.


Uno de los factores providenciales en la vida de Sta. Juana fue el hecho de que su vida espiritual fuera dirigida por dos de los más grandes santos todas las épocas, S. Francisco de Sales y S. Vicente de Paúl. Todos los escritos de la Santa revelan la inspiración del Espíritu Santo y de estos grandiosos hombres. Ellos, a su vez, deben haberla guiado a los escritos de otros grandes santos, ya que vemos que ella les indicaba a sus Maestras de Novicias que se aseguraran de que los escritos de Sta. Teresa de Ávila se leyeran y estudiaran en los Noviciados de la Orden.


Santa Juana fue una auténtica contemplativa. Al igual que Sta. Brígida de Suecia y otros místicos, era una persona muy activa, llena de múltiples proyectos para la gloria de Dios y la santificación de las almas. Estableció no menos de ochenta y seis casas de la Orden. Se estima que escribió no menos de once mil cartas, que son verdaderas gemas de profunda espiritualidad. Más de dos mil de éstas se conservan todavía. La fundación de tantas casas en tan pocos años, la forzó a viajar mucho, cuando los viajes eran un verdadero trabajo.


Sta. Juana le escribió muchas cartas a S. Francisco de Sales, en búsqueda de guía espiritual. Desafortunadamente, después de la muerte de S. Francisco la mayoría de las cartas le fueron devueltas a Sta. Juana por uno de los miembros de la familia de Sales. Como era de esperarse, ella las destruyó, a causa de su naturaleza personal sagrada. De este modo, el mundo quedó privado de lo que pudo haber sido una de las mejores colecciones de escritos espirituales de esta naturaleza.


El día de hoy recordamos su ingreso al reino de los cielos, pero su fiesta fue asignada para el 12 de agosto.



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Juan Marinoni, llamado en el siglo Francisco, nació en Venecia en 1490, de una familia oriunda de Bérgamo.

Ordenado sacerdote, fue nombrado en 1515 Sacristán de la Catedral de S. Marcos, y pocos años después, Canónigo de aquella Basílica.


Cuando, huyendo del Saco de Roma (1527), los teatinos establecieron en Venecia la segunda casa de la Orden, Marinoni renunció a su canonjía para ingresar en la nueva milicia clerical.


Cambiando su nombre por el de Juan, recibió la sotana teatina de manos del mismo fundador, el 9 nov. 1529.


Plegándose a los deseos de Clemente VII, los teatinos decidieron aceptar, en agosto de 1545, la fundación de una casa en Nápoles, y comisionaron para llevarla a término a Cayetano y Marinoni.


En trienios sucesivos se turnaron ambos en el gobierno de la Comunidad napolitana, para compartir después la gloria del mismo sepulcro.


Características de Marinoni fueron su acendrada devoción a la Pasión de Cristo y su dedicación constante a la dirección espiritual de las almas.


Fundó con San Cayetano de Thiene los "Montes de Piedad" para liberar de la miseria a los pobres y marginados, institución que dió origen al actual Banco de Nápoles.


En su escuela se formaron Andrés Avelino, Pablo Burali y Jaime Tormo, a los que transmitió con fidelidad la herencia espiritual del fundador, S. Cayetano. M. el 13 dic. 1562, en la misma Casa de S. Pablo de la que había sido cinco veces prepósito.


En sus últimos años de vida abrió hospicios para ancianos y fundó hospitales.


Declarado beato en 1762 por decreto de Clemente XIII, su fiesta se celebra el 13 de diciembre.



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En Neustria septentrional, san Judoco, presbítero y eremita, quien, siendo hijo de Jutael, rey de Armórica, y hermano de san Judicael, para no ser obligado a suceder a su padre abandonó la patria y se dedicó a la vida eremítica en Runiacum que luego cambió su nombre a Saint-Josse-sur-Mer.

Murió hacia el año 668 en Saint-Josse-sur-Mer de causas naturales, su cuerpo se ha mantenido incorupto.


Se lo representa como un hombre con un peregrino con un cayado en una de sus manos y una corona a sus pies.


Suele pedirsele ayuda contra la fiebre, contra los incendios, contra los naufragios, es patrono de los hombres de mar.



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En la época de Childerico II, había en Alsacia un señor feudal franco, llamado Adalrico, casado con Bereswinda. A fines del siglo VII, tuvieron una hijita ciega, que nació en Obernheim, en los Vosgos. Adalrico, que tomó esa desgracia como una ofensa personal y una injuria al honor de su familia, en la que nunca había sucedido nada semejante, se dejó arrastrar por una cólera que no entendía razones.

En vano trató su esposa de explicarle que era la voluntad de Dios, quien sin duda quería manifestar su poder en la niña. Adalrico no le prestó oídos, e insistió en que había que matar a la cieguita. Finalmente, Bereswinda consiguió disuadirle de ese crimen, pero para ello tuvo que prometerle que enviaría a su hija a otra parte sin decir a qué familia pertenecía.


Bereswinda Cumplió la primera parte de su promesa, pero no la segunda, ya que confió la niña al cuidado de una campesina que había estado antiguamente a su servicio y le dijo que era su hija. Como los vecinos de la campesina empezasen a hacerle preguntas embarazosas, Bereswinda la envió con toda su familia a Baumeles Dames, cerca de Besancon, donde había un convento en el que la niña podría educarse más tarde. Ahí vivió ésta hasta los doce años, sin haber sido bautizada, aunque no sabemos porque razón.


Por entonces, San Erhardo, obispo de Raisbona, tuvo una visión en la que se le ordenó que fuese al convento de Baume, donde encontraría a una joven ciega de nacimiento; debía bautizarla y darle el nombre de Otilia, y con ello recobraría la vista. San Erhardo fue a consultar a San Hidulfo en Moyenmoutier y, juntos, se dirigieron a Baume, donde encontraron a la joven y la bautizaron con el nombre de Otilia. Despúes de ungirle la cabeza, San Erhardo le pasó el crisma por los ojos y, al punto, recobró la vista.


Otilia se quedó a servir a Dios en el convento. Pero el milagro del que había sido objeto y los progresos que empezó a hacer en sus estudios, provocaron la envidia de algunas de las religiosas y éstas empezaron a hacerle la vida difícil. Santa Otilia escribió entonces a su hermano Hugo, del que había oído hablar y le pidió que la ayudara como se lo dictase el corazón. Entre tanto, San Erhardo, había comunicado a Adalrico la noticia de la curación de su hija. Pero aquel padre desnaturalizado se encolerizó más que nunca y prohibió a Hugo que fuese a ayudarla y que revelase su identidad.


Hugo desobedeció y mandó traer a su hermana. Un día en que Hugo y Adalrico estaban en una colina de los alrededores, Otilia se presentó en una carreta, seguida por la muchedumbre. Cuando Adalrico se enteró de quien era y supo porque había ido, descargó su pesado bastón sobre la cabeza de Hugo y lo mató de un golpe. Pero los remordimientos le cambiaron el corazón, de suerte que empezó a amar a su hija tanto cuanto la había odiado antes. Otilia se estableció en Obernheim, con algunas compañeras que se dedicaron como ella a los actos de piedad y a las obras de caridad entre los pobres.


Al cabo de un tiempo, Adalrico determinó casar a su hija con un duque alemán. Otilia emprendió la fuga. Cuando los enviados de su padre estaban ya a punto de capturarla, se abrió una grieta en la roca, en Schossberg, cerca de Friburgo en Brisgovia y ahí se escondió la santa. Para conseguir que volviese, Adalrico le prometió regalarle el castillo de Hohenburg. Otilia lo transformó en monasterio y fue la primera abadesa. Como las montañas eran muy escarpadas y hacían difícil el acceso a los peregrinos, Santa Otilia fundó otro convento, llamado Niedermunster, en un sitio más bajo, y edificó una posada junto a él.


Se cuenta que la santa, poco después de la muerte de su padre, vio que sus oraciones y penitencias le habían sacado del purgatorio. San Juan Bautista se apareció a Otilia y le indicó el sitio y las dimensiones de una capilla que debía construirse en su honor. Se cuentan muchas otras visiones de la santa y se le atribuyen numerosos milagros. Después de gobernar el convento durante muchos años, Santa Otilia murió el 13 de Diciembre, alrededor del año 720.



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