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2:03 a.m.
El santo de hoy pertenece al siglo V. Fue obispo y confesor de Amida, Irak.

No le quedó más remedio que vivir el instante. No pensaba en el pasado nunca.


En el año 419, el emperador Teodosio II le envió como embajador al rey de los Persas. Misión nada fácil. El asunto era el siguiente: ver la manera de convocar un concilio de las iglesia persas. Lo promovía un nestoriano.


A los dos años estalló una guerra entre los dos imperios. Los Bizantinos hicieron 7000 prisioneros.


Tan malos eran que querían dejarlos morir en las cárceles de hambre porque – según comentaban los altos jefes – eran muchos para darles cada día de comer.


Ante esta realidad concreta, el obispo Acacio actuó al instante. Vendió los vasos sagrados de su iglesia para pagar sus rescate y liberarlos. Muchos, en agradecimiento al obispo, se hicieron cristianos.


Al enterarse el rey Persa Bahram V de lo que había hecho Acacio, dejó de perseguir a los cristianos nestorianos de su imperio. Le dieron una nueva misión diplomática para que negociase la paz en el año 422.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!


Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com



2:03 a.m.
Martirologio Romano: En Bricherasio, cerca de Pinerolo, en el Piamonte, Italia, beato Antonio Pavoni, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, que fue apuñalado al salir de la iglesia, después de predicar contra la herejía ( 1374).

Etimológicamente: Antonio = Aquel que es digno de estima, es de origen latino.


Fecha de beatificación: 4 de diciembre de 1856 por el Papa Pío IX.



Nacido en Savigliano, provincia de Cuneo, Italia en el año 1326.

Joven inteligente y pío, fue monje con apenas 15 años, y sacerdote a los 25.


En 1360, el Papa Urbano V lo nombró Inquisidor General para luchar contra las herejías en Lombardy y Genoa, siendo uno de los más jóvenes en ocupar ese cargo. Un trabajo duro y difícil, y casi una sentencia de muerte al tener que enfrentar a los herejes.


Su apostolado duró 14 años.


En 1368 fue elegido prior de Savigliano, construyó la nueva abadía, misma que fue hecha sin ningún lujo, mientras, los herejes esperaban cualquier oportunidad para atacar y usar cualquier obstentación como arma para desacreditarlo.


Antonio era amigo de la pobreza, llevaba una vida simple y sencilla, lo que encolerizaba a los herejes por no poder desacreditarlo, entonces deciden matarlo.


El Domingo de Pascua, después de que él predicara contra la herejía en Brichera, siete herejes lo apuñalaron. Era el 9 de abril de 1374.


Fue enterrado en Savigliano, lugar que se convirtió en sitio de peregrinasiones hasta 1827, año en que los restos fueron trasladados a la iglesia dominica de Racconigi.



2:03 a.m.
Martirologio Romano: Cerca de Sirmio, en Panonia, san Demetrio, mártir, muy venerado en todo el Oriente y, de modo especial, en la ciudad de Tesalónica ( s.III/IV).

Etimológicamente: Demetrio = Aquel que se dedica a la agricultura o la Tierra, es de origen griego.



Nació en la ciudad de Solún, Grecia.

Sus padres, quienes practicaban el Cristianismo en secreto, lo bautizaron y le enseñaron la religión.


Su padre, procónsul romano, falleció cuando Demetrio era mayor de edad.


El emperador Maximiano (s. IV) nombró a Demetrio gobernador y militar de toda Tesalónica. La principal función de San Demetrio era defender la provincia de los enemigos, obligándolo el emperador a que exterminara también a los cristianos.


Demetrio en lugar de esto comenzó a eliminar las costumbres paganas y a los paganos los convertía a la fe cristiana.


Pronto llegó a oídos del emperador que el procónsul Demetrio era cristiano; y sabiéndolo Demetrio, se preparó para la muerte, repartió sus pertenencias a los pobres, haciendo una vida de ayuno y penitencia.


El emperador recluyó al procónsul y comenzó a distraerse con escenas de gladiadores y circos, donde llevaba a la arena a los cristianos.


El conocido gladiador Liaco fácilmente dominaba a los sumisos cristianos en las luchas y ante la exaltada multitud los arrojaba sobre las lanzas de los guerreros.


El joven cristiano San Néstor, visitó a San Demetrio en el cautiverio y San Demetrio lo bendijo para un combate cuerpo a cuerpo con Liaco. Reforzado por Dios, San Néstor venció al orgulloso gladiador.


En cuanto Maximiano conoció la razón por la que Néstor había ganado, ordenó que San Demetrio fuera traspasado con las lanzas de sus celadores, y que San Néstor fuera decapitado con su propia espada.


El cuerpo del mártir San Demetrio fue arrojado como alimento para las bestias, pero los pobladores lo sepultaron en secreto.


Durante el gobierno del emperador Constantino el Grande (324-337) ante la tumba del mártir San Demetrio fundaron un templo y a los 100 años fueron encontradas sus santas reliquias.


La biografía de san Demetrio dice que liberaba reclusos de las manos de los contrarios y les ayudaba a llegar hasta Solún.


Desde el siglo VII junto a sus reliquias comenzó a fluir una aromática y milagrosa mirra, lo cual se divulgó en esa época. "por su composición no es agua, es más espesa y eso no se parece a ninguna sustancia conocida por nosotros... Es sumamente aromática no solo de lo que conocemos como artificial sino en relación a todo lo creado por Dios."



2:34 a.m.
Martirologio Romano: Conmemoración de san Dionisio, obispo de Corinto, el cual, dotado de admirable conocimiento de la palabra de Dios, no sólo enseñó con la predicación a los fieles de su ciudad y de su provincia, sino también a los obispos de otras ciudades y provincias mediante sus cartas ( 180).

Etimológicamente: Dionisio = Aquel que mantiene la fe en Dios, es de origen griego.



Los menologios griegos dan noticia de su condición episcopal cuando lo incluyen en las listas de obispos, mencionando su óbito alrededor del año 180. También Eusebio de Cesarea nos relata algo de su actividad al recogerlo en la Historia Eclesiástica como uno de los grandes hombres que contribuyeron a extender por el mundo el Evangelio.

Pertenece a las primeras generaciones de cristianos. Es uno de los primitivos eslabones de la larga cadena que sólo tendrá fin cuando acabe el tiempo. Por el momento en que vivió, resulta que con él entramos en contacto con la antiquísima etapa en que la Iglesia está aún, como aprendiendo a andar, dando sus primeros pasos; su expresión en palabras sólo se siente en la tierra como un balbuceo y la gente que conoce y sigue a Cristo son poco más que un puñado de hombres y mujeres echados al mundo, como a voleo, por la mano del sembrador y desparramados por el orbe.


Dionisio fue un obispo que destaca por su celo apostólico y se aprecia en él la preocupación ordinaria de un hombre de gobierno. Rebasa los límites geográficos del terruño en donde viven sus fieles y se vuelca allá donde hay una necesidad que él puede aliviar o encauzar. En su vida resuena el eco paulino de sentir la preocupación por todas las iglesias. Aún la organización eclesiástica -distinta de la de hoy- no entiende de intromisiones; la acción pastoral es aceptada como buena en cualquier terreno en donde hay cristianos.


Posiblemente el obispo Dionisio pensaba que si se puede hacer el bien, es pecado no hacerlo. Todas las energías se aprovechan, porque son pocos los brazos, es extenso el campo de labranza... y corto el tiempo. Siendo la labor tan amplia, el estilo que impera es prestar atención espiritual a los fieles cristianos donde quiera que se encuentren sin sentirse coartado por el espacio; la jurisdicción territorial vino después. Él se siente responsable de todos porque todos sirven al mismo Señor y tienen el mismo Dueño.


Los discípulos -pocos para lo que es el mundo- se tratan mucho entre ellos, todo lo que pueden; traen y llevan noticias de unos y de otros; todos se encuentran inquietos, ocupados por la suerte del "misterio" y dispuestos siempre a darlo a conocer. Las dificultades para el contacto son muchas, lentas y hasta peligrosas algunas veces, pero por las vías van los carros y por los mares los veleros; lo que sirve a los hombres para la guerra, las conquistas, la cultura o el dinero, el cristiano lo usa —como uno más— para extender también el Reino. Se saben familia numerosa esparcida por el universo; tienen intereses, dificultades, proyectos y anhelos comunes ¡lógico que se sientan unidos en un entorno adverso en tantas ocasiones!


Y en este sentido tuvo mucho que ver Corinto, —junto al istmo y al golfo del mismo nombre— que en este tiempo es la ciudad más rica y próspera de Grecia, aunque no llega al prestigio intelectual de Atenas. Corinto es la sede de Dionisio; fue, no hace mucho, aquella iglesia que fundó Pablo con la predicación de los primeros tiempos y que luego atendió, vigiló sus pasos, guió su vida y alentó su caminar. Tiene una situación privilegiada: es una ciudad con dos puertos, un importante nudo de comunicaciones en donde se mezcla el sabio griego con el comerciante latino y el rico oriental; allí viven hermanadas la grandeza y el vicio, la avaricia, la trampa, la insidia y el desconcierto; todas las razas tienen sitio y también los colores y los esclavos y los dueños. El barullo de los mercados es trajín en los puertos. Hay intercambio de culturas, de pensamiento.


Entre los miles que van vienen, de vez en cuando un cristiano se acerca, contacta, trae noticias y lleva nuevas a otro sitio del Imperio. ¡Cómo aprovechó Dionisio sus posibilidades! Porque resalta su condición de escritor. Que se tengan noticias, mandó cartas a los cristianos Lacedemonios, instruyéndoles en la fe y exhortándoles a la concordia y la paz; a los Atenienses, estimulándoles para que no decaiga su fe; a los cristianos de Nicomedia para impugnar muy eruditamente la herejía de Marción; a la iglesia de Creta a la que da pistas para que sus cristianos aprendan a descubrir la estrategia que emplean los herejes cuando difunden el error. En la carta que mandó al Ponto expone a los bautizados enseñanzas sobre las Sagradas Escrituras, les aclara la doctrina sobre la castidad y la grandeza del matrimonio; también los anima para que sean generosos con aquellos pecadores que, arrepentidos, quieran volver desde el pecado. Igualmente escribió carta a los fieles de Roma en tiempos del papa Sotero; en ella, elogia los notables gestos de caridad que tienen los romanos con los pobres y testifica su personal veneración a los Vicarios de Cristo.


La vida de este obispo griego —incansable articulista— terminó en el último tercio del siglo II.


Sin moverse de Corinto, ejerció un fecundo apostolado epistolar que no conoció fronteras; el papel, la pluma y el mar Mediterráneo fueron sus cómplices generosos en la difusión de la fe.



2:34 a.m.
Martirologio Romano: En Namur, junto al Mosa, en Brabante, hoy en Bélgica, santa Julia Billiart, virgen, que, para asegurar la educación de las jóvenes, fundó el Instituto de Santa María y propagó la devoción al Sagrado Corazón de Jesús ( 1816).

Fecha de canonización: 22 de julio de 1969 por el Papa Pablo VI.



María Rosa Julia Billiart nació el 12 de julio de 1752 en Cuvilly (Bélgica), en el seno de una familia de agricultores acomodados propietarios también un pequeño comercio. Habiendo aprendido el catecismo de memoria, el párroco le permitió hacer la primera comunión a los nueve años.

Aunque Julia tenía que trabajar, pues entonces en la familia había necesidades económicas, siempre buscaba tiempo para visitar a los enfermos, ayudar a los demás y hacer oración. Un día en que se hallaba sentada junto a su padre, alguien disparó una pistola contra éste; el atentado la impresionó tanto que perdió el movimiento de las piernas. Con frecuencia la gente la oía decir: ¡Qué bueno es Dios!


En 1790, durante la revolución francesa y la época napoleónica, tuvo que huir a Compregne, perseguida por las autoridades, debiendo cambiar de residencia constantemente. Las penalidades agravaron de tal suerte su enfermedad que perdió el habla durante varios meses. Al fin del tiempo del Terror se trasladó a Amiens a la casa del vizconde Blin de Borbón. Ahí recobró el habla y conoció a Francisca Blin de Borbón, mujer inteligente y culta, vizcondesa de Gézaincourt, que sería su amiga íntima y colaboradora. La persecución estalló nuevamente y Julia debió refugiarse en casa de la familia Doria, en Bettencourt, donde conoció al padre José Varin.


En Amiens, Julia y Francisca fundaron el Instituto de Nuestra Señora con apoyo del padre Varin. El fin del instituto era el cuidado espiritual de los niños y la formación de catequistas. Fue la primera congregación religiosa moderna sin distinciones entre las religiosas. Pronto ingresaron al instituto algunas candidatas, se abrió un orfanato y se inauguraron clases nocturnas de catecismo. Julia decía: “Pensad cuán pocos sacerdotes hay actualmente y cuántos niños necesitados se debaten en la ignorancia. Tenemos que luchar para ganarlos para Cristo”.


En 1804, al final de una misión popular, sucedió un hecho extraordinario. El padre Enfantin pidió a la madre Julia se uniera a él en una novena por una intención particular. Al quinto día de la novena, que era día del Sagrado Corazón, el padre se acercó a la madre, que llevaba veintidós años paralítica, y le dijo: “Madre, si tiene fe, dé un paso en honor al Sagrado Corazón de Jesús”. La madre se levantó y comenzó a caminar.


La salud le permitió consolidar y extender su obra: se inauguraron los conventos de Namur, Gante y Tournai. El padre Varin fue sustituido por otro sacerdote. El nuevo confesor sembró la discordia y logró alejar de la madre Julia a muchas personas que hasta entonces habían visto con buenos ojos la fundación. El obispo de Amiens exigió que la madre saliera de su diócesis y se retiró con las religiosas al convento de Namur donde el obispo las recibió cordialmente.


La madre Julia pasó los siete últimos años de su vida formando a las religiosas y fundando nuevas casas. Inicios Desde 1816 la salud de la madre decayó rápidamente. Murió el 8 de abril de ese mismo año mientras recitaba el Magnificat; el cardenal Sterckx calificó la obra de la madre como explosión del espíritu apostólico en el corazón de una mujer que supo creer y amar. Fue beatificada por san Pío X en 1906. Pablo VI la canonizó el 22 de julio de 1969.



2:34 a.m.
Martirologio Romano: En Alassio, cerca de Albenga, de la Liguria, en Italia, beato Augusto Czartoryski, presbítero de la Sociedad Salesiana, cuya salud enfermiza no le impidió caminar según la llamada de Dios, mostrando eximios ejemplos de santidad ( 1893).

Etimológicamente: Augusto = Aquel que es venerado y respetado, es de origen latino.


Fecha de beatificación: 25 de abril de 2004 por el Papa Juan Pablo II.



Príncipe polaco del siglo XIX, presbítero y religioso de la Sociedad Salesiana de San Juan Bosco (fecha de beatificación: 25 de abril de 2004).

Nació en París el 2 de agosto de 1858, en el exilio. Desde hacía unos treinta años su noble estirpe, vinculada a la historia y los intereses dinásticos de Polonia, había emigrado a Francia. El príncipe Adán Czartoryski había cedido la sucesión de la estirpe, así como de la actividad patriótica, al príncipe Ladislao, unido en matrimonio con la princesa María Amparo (hija de la reina de España María Cristina y del duque Rianzárez). Son estos los padres de Augusto, primogénito de la familia.


Cuando tenía seis años murió su madre, enferma de tuberculosis, que transmitirá a su hijo. Cuando el mal manifestó en él sus primeros síntomas, comenzó para Augusto una larga peregrinación en busca de la salud, que nunca recuperaría: Italia, Suiza, Egipto, España... Pero no era la salud el principal objetivo de su búsqueda: coexistía en su alma juvenil otra búsqueda mucho más preciosa, la de su vocación.


Era consciente de que no estaba hecho para la vida de la corte. A los veinte años, en una carta a su padre le decía, entre otras cosas, aludiendo a las fiestas mundanas, en las que se veía obligado a participar: «Le confieso que estoy cansado de todo esto. Son diversiones inútiles, que me angustian».


San José Kalinowski —canonizado por Juan Pablo II en 1991—, que había sufrido diez años de trabajos forzados en Siberia, y después se hizo carmelita, fue preceptor de Augusto sólo durante tres años (1874-1877), pero dejó en él una profunda huella. Por él sabemos que quienes orientaron al príncipe en su búsqueda vocacional fueron sobre todo las figuras de san Luis Gonzaga y de san Estanislao de Kostka. Le entusiasmaba el lema de este último: «Ad maiora natus sum». «La vida de san Luis, del padre Cepari, que me mandaron de Italia —escribe Kalinowski— influyó mucho en el progreso espiritual de Augusto y le abrió el camino a una unión más fácil con Dios».


Pero el acontecimiento decisivo de su vida fue el encuentro con don Bosco. Augusto tenía 25 años. Sucedió en París, precisamente en el palacio Lambert, donde el fundador de los salesianos celebró la misa en el oratorio de la familia. Los acólitos fueron el príncipe Ladislao y Augusto. Desde aquel día Augusto vio en el santo educador al padre de su alma y al árbitro de su porvenir.


En el joven la vocación a la vida religiosa se había ido afirmando cada vez más. A pesar de ser el primer heredero, no sentía inclinación a formar una familia. Después del encuentro con don Bosco, Augusto no sólo sintió que se reforzaba su vocación al estado religioso, sino que tuvo la clara convicción de que estaba llamado a ser salesiano. Desde entonces, en cuanto su padre se lo permitía, iba a Turín para encontrarse con don Bosco y recibir sus consejos. Hizo también varias veces ejercicios espirituales bajo la dirección del santo.


Don Bosco tuvo siempre una actitud de gran cautela sobre la aceptación del príncipe en su congregación. Fue el Papa León XIII, en persona, quien disipó toda duda. Reconociendo la voluntad de Augusto, el Papa concluyó: «Decid a don Bosco que es voluntad del Papa que os reciba entre los salesianos». «Muy bien, amigo mío», respondió inmediatamente don Bosco, «yo lo acepto. Desde este instante, usted forma parte de nuestra Sociedad y deseo que pertenezca a ella hasta la muerte».


A finales de junio de 1887, tras renunciar a todos sus derechos en favor de sus hermanos, fue enviado a San Benigno Canavese para un breve aspirantado, antes del noviciado, que comenzó en ese mismo año. Tuvo que luchar contra los intentos de su familia, que no se resignaba a esa elección. Su padre iba a visitarlo y trataba de disuadirlo. Emitió los votos el 24 de noviembre de 1887 en la basílica de María Auxiliadora ante don Bosco. «Ánimo, mi príncipe —le susurró el santo—. Hoy hemos alcanzado una magnífica victoria. Pero puedo también decirle, con gran alegría, que llegará un día en el que usted será sacerdote y por voluntad de Dios hará mucho bien a su patria». Don Bosco murió dos meses después.


A causa de su enfermedad lo enviaron a estudiar la teología a la costa de Liguria. El decurso de su enfermedad hizo que su familia renovara con mayor insistencia sus intentos de alejarlo de la vocación. Al cardenal Parocchi, a quien pidieron que influyera para apartarlo de la vida salesiana, él le escribe: «En plena libertad he querido emitir los votos, y lo hice con gran alegría de mi corazón. Desde aquel día, viviendo en la Congregación, disfruto de una gran paz de espíritu, y doy gracias al Señor que me ha permitido conocer la Sociedad Salesiana y me ha llamado a vivir en ella».


Fue ordenado sacerdote el 2 de abril de 1892 en San Remo por mons. Tommaso Reggio, obispo de Ventimiglia. Su padre, el príncipe Ladislao, y su tía Isa no asistieron a la ordenación, aunque poco después toda la familia aceptó plenamente su vocación.


La vida sacerdotal de don Augusto duró sólo un año, que pasó en Alassio, en una habitación que daba al patio de los muchachos. El cardenal Cagliero resume así este último período de su vida: «Ya no era de este mundo. Su unión con Dios, la conformidad perfecta con la divina voluntad en la enfermedad agravada, el deseo de configurarse con Jesucristo en los sufrimientos y en las aflicciones lo hacían heroico en la paciencia, sereno en el espíritu, e invencible, más que en el dolor, en el amor de Dios».


Murió en Alassio la tarde del sábado 8 de abril de 1893, en la octava de Pascua, sentado en el sillón que había usado don Bosco. «¡Qué hermosa Pascua!», había dicho el lunes al hermano que lo asistía, sin imaginar que el último día de la octava lo habría celebrado en el paraíso.


Tenía treinta y cinco años de edad y cinco de vida salesiana. En su recordatorio de primera misa había escrito: «Para mí un día en tus atrios vale más que mil fuera. Bienaventurado quien vive en tu casa: siempre canta tus alabanzas» (Salmo 83).

Sus restos fueron trasladados a Polonia y sepultados en la cripta parroquial de Sieniawa, junto a la tumba de familia. Sucesivamente fueron trasladados a la iglesia salesiana de Przemysl.


(Texto: L’Osservatore romano, edición en lengua española, 23 de abril de 2004).



2:34 a.m.
Martirologio Romano: En Alejandría, en Egipto, san Dionisio, obispo, varón de gran erudición, preclaro por su confesión de la fe y por la diversidad de sufrimientos y tormentos, descansando como confesor de la fe, ya anciano, en tiempo de los emperadores Valeriano y Galieno ( c. 265).

También es conocido comno: San Dionisio Magno o El Grande



Entre los muchos santos que han llevado el nombre de Dionisio, el santo de hoy fue llamado "El Grande", o Dionisio Magno. San Atanasio lo llamó "Maestro de la Iglesia Católica", por su gran sabiduría y el notable ascendiente que tuvo entre los católicos de su tiempo.

Nació y vivió en Alejandría, Egipto. Al principio era pagano, pero después de haber tenido una visión, y al dedicarse a estudiar la S. Biblia se dio cuenta de que la verdadera religión es la católica y se convirtió.


En aquellos tiempos la escuela de teología más famosa que tenía nuestra Santa Iglesia era la de Alejandría. Allá iban a enseñar o a aprender los más destacados intelectuales del clero y Dionisio brilló allí como un alumno especialmente dotado de gran inteligencia y de prodigiosa memoria, y poco después de graduarse fue nombrado como director de tan famosa escuela, cargo que ejerció durante 15 años con aplauso de todos.


En el año 247 Dionisio fue elegido obispo de Alejandría, pero luego empezaron las persecuciones. Al principio eran los sacerdotes paganos que incitaban al populacho contra los seguidores de Cristo. Luego estalló la terrible persecución de Decio, y lo primero que hizo el gobernador de Alejandría fue mandar llevar preso a Dionisio. Los perseguidores lo buscaron por todas partes, menos en su casa, pues se imaginaban que había salido huyendo. Pero él no se había movido de su habitación.


A los cuatro días Dionisio dispuso huir con todos sus ayudantes pero la policía los atrapó y se los llevó presos a todos, menos a uno de los empleados que logró huir a contar la noticia. El fugitivo se encontró con un enorme grupo de personas que se dirigían a celebrar unas bodas y les narró lo sucedido. Aquellas gentes se llenaron de indignación y con palos y piedras atacaron a la policía y les quitaron a los prisioneros. Dionisio se oponía a esto, y se entristecía de que ya no podía ser mártir. Pero aquellos hombres no le hicieron caso a sus ruegos sino que lo subieron sobre una mula y lo mandaron al desierto, para que allá quedara libre de los perseguidores. En el desierto estuvo varios años hasta que terminó la persecución.


Al volver a Alejandría se encontró con que algunos teólogos se oponían al Pontífice de Roma y le pedían a él que los apoyara en esta oposición. Dionisio escribió a Novaciano, que era jefe de los rebeldes: "Es necesario estar resuelto a sufrir cualquier otro daño, antes que destruir la unidad de la Iglesia. Hay que estar tan dispuesto a morir a favor de la unidad de la Iglesia, como estaría uno dispuesto a morir por defender la fe". Y siguió siendo fiel al Papa de Roma.


El hereje Novaciano decía que a los que cometen faltas muy graves no se les debe perdonar nunca. San Dionisio, apoyando lo que enseñaba el Papa San Cornelio, escribió varias cartas recomendando tener una gran misericordia con los pecadores, y narraba cómo cuando un pobre que había sido muy pecador en la vida, estando moribundo pedía el perdón y la comunión, no teniendo más con quién enviarle la eucaristía, le mandaron la comunión con un niñito, y el pobre pecador al comulgar exclamó: "Ya he quedado libre de mis pecados. Puedo partir tranquilo para la eternidad". Y cuenta el santo que aquel hombre pecador Dios le conservó milagrosamente la vida hasta que llegó el que llevaba la Sagrada Eucaristía.

Dionisio que había estudiado y enseñado por 15 años lo referente a la S. Biblia, empleó con gran maestría una serie de frases muy especiales de la Sagrada Escritura para combatir a los herejes. Estas respuestas de tan notable sabio sirvieron mucho en los siglos siguientes para enfrentarse a los que negaban verdades de nuestra santa religión.


En el año 257 estalló la persecución de Valeriano. El gobernador de Egipto llamó a Dionisio y a sus sacerdotes y les exigió que adoraran a los ídolos del imperio. El santo obispo respondió: "Nosotros los seguidores de Cristo no adoramos sino al único Dios que existe, que es el Creador de cielos y tierra. Rezamos por Valeriano y los demás gobernantes, pero en cuanto a la religión sólo obedecemos a nuestra Santa Iglesia. Ofrecemos oraciones y sacrificios por la paz, el bienestar y la prosperidad de la patria, pero en cuestiones religiosas dependemos solamente de Nuestro Señor Jesucristo". Por más que el gobernador trató de convencerlos para que adoraran a sus ídolos, ellos no aceptaron, y fueron desterrados al terrible desierto de Libia.


Pero a los dos años el emperador perseguidor fue hecho prisionero y esclavo por sus enemigos, y Dionisio y sus sacerdotes pudieron volver a Alejandría. Mas allá se encontraron que por falta de enseñanzas religiosas las gentes se habían vuelto violentísimas y peleaban y se mataban por cualquier cosa (la mayor parte de esas gentes eran paganas). No se podía ya ni salir a la calle sinpeligro de ser asesinados. El santo obispo escribía: "Es más peligroso andar tres cuadras por esta ciudad, que viajar 300 kilómetros por el resto de la nación". Les faltaba el espíritu cristiano, que es caridad, perdón y paz con todos.


Y para colmo de penas llegaron la peste de tifo negro y la disentería. Las gentes morían por centenares, pero entonces brilló la caridad cristiana. Mientras los paganos echaban los cadáveres a las calles y desterraban de sus casas a los enfermos, los cristianos dirigidos por su obispo, sepultaban caritativamente a los muertos y asistían con gran caridad a los infectados. Esto les atrajo muchas simpatías en la gran ciudad.


Después de haber sido obispo de Alejandría por 17 años dando muestra de gran prudencia y santidad y ganándose la simpatía y la admiración de creyentes e incrédulos, San Dionisio murió en el año 265.


San Epifanio cuenta que por muchos años las gentes lo recordaban como un verdadero padre y maestro, y dedicaron un templo en su honor. Sus virtudes y sus sabios escritos le dieron fama universal.



2:33 a.m.
Martirologio Romano: En Alcalá de Henares, en España, beato Julián de San Agustín, religioso de la Orden de Hermanos Menores Descalzos, que fue tomado por loco a causa de su exagerada penitencia y varias veces rechazado de la vida religiosa, predicando a Cristo más con el ejemplo que con palabras ( 1606).

Etimológicamente: Julián = Aquel que pertenece a la familia Julia, es de origen latino.


Fecha de beatificación: el 23 de mayo de 1825 por el Papa León XII.



Religioso profeso de la Primera Orden franciscana, que nació hacia 1553 y murió en 1606.

Julián Martinet, nuestro beato, nació en Medinaceli (Soria), en Castilla la Vieja, España, hijo de Andrés Martinet, francés fugitivo de Toulouse a causa de los calvinistas, y de Catalina Gutiérrez, joven obrera de Aguaviva.


Ya enteramente educado, en edad juvenil vistió el hábito de los Hermanos Menores en el Convento-Retiro de La Salceda. Desde un principio se dio a tan exageradas penitencias, que sus hermanos de religión lo juzgaron loco y le aconsejaron retirarse.


Después de mucha insistencia, fue recibido nuevamente, pero luego fue despedido por los mismos motivos. Entonces se pasó a vivir cerca del convento llevando una vida eremítica; cada día pedía a los frailes un trozo de pan, y éstos, conmovidos por su vida santa, lo aceptaron por tercera vez en el convento y así finalmente pudo emitir la profesión en la Orden franciscana en calidad de religioso laico.


Después de una breve permanencia en los conventos de Alcalá y de Ocaña, regresó de nuevo al convento de San Diego de Alcalá.


Al encomendársele el oficio de limosnero se distinguió por la rigurosa mortificación, la pobreza y la humildad. Favorecido con el don de profecía y de ciencia infusa, mereció una gran veneración de parte del pueblo, al que edificó con sus virtudes y en el que logró muchas conversiones.


El amor hacia Dios le inspiraba comprensión para con el prójimo. La miseria de los pobres despertaba en él una tierna compasión. Se interesaba por sus necesidades, los consolaba hablándoles de la felicidad del cielo; exhortaba a los ricos a ayudar a los pobres y a darles trabajo. Dividía su alimento con los hambrientos.


Era maravilloso su apostolado cuando de puerta en puerta pedía la limosna. Por muchos años ejercitó este apostolado con humildad y paciencia; tenía para todos una palabra de aliento, para llevar almas a Dios, quien glorificaba la humildad de su siervo con prodigios: muchos enfermos fueron curados, multiplicaba los alimentos; profesores de la universidad de Alcalá a menudo iban a consultarle sobre difíciles asuntos y volvían maravillados de sus respuestas, convencidos de que Dios le había infundido la ciencia.


Después de una vida pura, inocente, mortificada, plena de obras buenas, Fray Julián vio llegar finalmente la hora de la recompensa. Recibió los últimos sacramentos con gran fervor y luego, con el rostro iluminado por una luz divina, abandonó el destierro para llegar a la patria del cielo. Era el 8 de abril de 1606. Tenía 53 años de edad.


A la noticia de su muerte el clero, los profesores de la universidad, los nobles y sobre todo el pueblo que él había amado tanto, acudieron al convento de los Hermanos Menores para venerar al siervo de Dios, cuyo cuerpo permaneció expuesto por dieciocho días. Numerosos milagros sucedieron en su tumba, que fue colocada en una capilla que el pueblo de inmediato llamó de San Julián. En Alcalá le dedicaron una calle: Calle San Julián



11:47 p.m.
Martirologio Romano: En el lugar de Dongerkou, en China, beata María Asunto Pallotta, virgen de las Hermanas Franciscanas Misioneras de María, que, dedicada a cargos humildes, trabajó sencilla y desconocida por el reino de Cristo ( 1905).

Fecha de beatificación: 7 de noviembre de 1954 por el Papa Pío XII.



Nació el año 1878 en Force (Marcas, Italia), de una familia campesina, pobre, religiosa.

Era la mayor de cinco hermanos y pronto tuvo que dejar la escuela y ponerse a trabajar para contribuir al sustento de su familia.


Fue siempre laboriosa, sencilla, amable, muy devota. En 1898, con la ayuda de personas buenas, ingresó en las Franciscanas Misioneras de María. Dos años después eran martirizadas en China siete Misioneras.


No tardó nuestra beata en pedir a la Fundadora que la enviara allí, petición que le fue aceptada. Tras recibir la bendición de san Pío X, emprendió el viaje con otras hermanas y llegó a Shansi (China) en junio de 1904. Fue destinada como cocinera al orfanato de un pueblo pequeño, Donger-kou. De nuevo aquí fue la monjita sencilla, dócil, generosa, sacrificada, entregada a trabajos humildes en los que prodigaba el amor que bebía en su vida con Dios.


En 1905 azotó la región una epidemia de tifus y María Assunta fue una de sus víctimas. Murió el 7 de abril de 1905.


María Assunta Pallotta nació en Force (Ascoli Piceno) el 20 de agosto de 1878, primogénita entre cinco hermanos. Vivió los primeros años en Castel di Croce hasta que su familia se trasladó definitivamente a Force. No pudo seguir estudios regulares pues muy pronto tuvo que dedicarse al trabajo.


La determinación de abandonar el mundo surgió en ella de una manera súbita e imperiosa, por lo cual, ayudada de personas buenas, dada la pobreza de su familia, se dirigió a la casa de probación de las religiosas Franciscanas Misioneras de María el 4 de mayo de 1898. Vivió en Roma, Grottaferrata y Florencia, distinguiéndose por la sencillez, la humildad, la prontitud para realizar los servicios más modestos y los trabajos más pesados.


El Instituto de las Franciscanas Misioneras de María recibía su bautismo de sangre el 7 de julio de 1900, al ser martirizadas por los Boxers siete misioneras en Shansi, China. La fundadora les comunicó a las hermanas de la joven Congregación la noticia entre dolorida y orgullosa. Hacia 1903 María Assunta pidió a la fundadora ser enviada a China, para dar la vida por Cristo y por la fe.


La petición fue aceptada y el 19 de marzo del año siguiente, después de recibir la bendición de San Pío X, junto con otras nueve hermanas, se embarcaba en Nápoles para el Shansi, la misma misión de las mártires, donde llegó tres meses más tarde. Su deseo era el de entregarse al apostolado, en cambio fue destinada a la cocina.


El invierno fue rigurosísimo; en los primeros meses del año siguiente, 1905, en todo Shansi cundió una terrible epidemia de tifo, y, además de varias huérfanas, murieron cuatro religiosas, la tercera de las cuales fue sor María Assunta. Había caído enferma el 19 de marzo, aniversario de su partida de Italia. La tarde del 7 de abril recibió los últimos sacramentos y veinte minutos antes de morir, un perfume misterioso inundó las habitaciones donde ella había vivido.


En 1913, al exhumarla, su cuerpo fue hallado en perfecto estado de conservación. Los chinos la llamaron «la santa de los perfumes». Es la primera Franciscana Misionera de María que llegó a la santidad sin pasar por el martirio. Ella hubiera querido convertir a todos los habitantes de China, pero su apostolado fue fugaz: se extinguió antes de cumplir los 27 años de edad.


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Francescane Missionarie di Maria

Via Giusti, 12

00185 Roma, ITALIA



11:47 p.m.
Martirologio Romano: En el monasterio de los Premostratenses de Steinfeld, en Alemania, san Germán José, presbítero, que brilló por su delicado amor hacia la Virgen María y celebró con himnos y cánticos su devoción hacia el divino Corazón de Jesús ( 1241/1252).

También se lo conoce como: San Hermanno José.

También se lo conoce como: San Herman Joseph o Hermann Josef


Fecha de canonización: 15 de mayo de 1960 siendo Papa Juan XXIII, con decreto de la Sagrada Congregación del Rito



Nacido en Colonia en el año 1151, es llamado Germán José por ferviente devoción al Santo Patriarca.

Muy joven todavía, se hace religioso premostratense1 en Steinfeld. Antes de ser sacerdote y durante los estudios, su ocupación predilecta es la de sacristán; para permanecer ante Cristo Eucaristía, lo más posible, día y noche.


Ya sacerdote, le encargaron dirigir varios conventos de monjas contemplativas y compuso para ellas varios tratados de piedad. En cuanto a sus propias experiencias espirituales, escribió, como tantos otros místicos, un comentario del Cantar de los Cantares.


Sufría continuos dolores de cabeza que se redoblaban con violencia durante las solemnidades litúrgicas. Esto lo llevaba a decir "conozco a uno que no está de fiesta los días de fiesta". A pesar de esta enfermedad y de muchas otras, vivió hasta la edad de noventa años.


Siempre tuvo una devoción muy especial a la Santísima Virgen y su vida estuvo llena de visiones y éxtasis.


De él se dijo: «Piensa tanto en Dios que el mundo le es indiferente; pero su corazón es como un Hospital General, abierto a todos ».


1Premostratense: En España también conocida como Mostenses, es una Orden religiosa de vida monacal fundada por San Norberto el año 1120. Su nombre se debe al lugar donde se originó (Prémontré) en Francia. Su vida se basa en la regla de los canónigos regulares de San Agustín. También reciben el nombre de "canónigos blancos", debido al color de su hábito, o "norbertinos", derivado de su fundador.



10:57 p.m.
Martirologio Romano: En Troyes, de Neustria, san Prudencio, obispo, que preparó para los itinerantes un breviario del Salterio, recogió de las Sagradas Escrituras los preceptos para los candidatos al sacerdocio y restauró la disciplina de los monasterios ( 861).

Etimológicamente: Prudencio = Aquel que prevé, es de origen latino.



Parece que fue el primer controversista español. Probablemente de origen pirenaico. Dejó su patria -como tantos- por la invasión de los musulmanes y buscó fortuna al otro lado de los Pirineos, al amparo de la corte de los carolingios. Supo encontrarla y, además, su vida y ministerio sirvió como vehículo de la tradición isidoriana por tierras más allá de los montes. Amén de historiador erudito y sabio teólogo, fue obispo y santo.

Mantiene a lo largo de su vida con orgullo noble su condición de español. De hecho, en el evangeliario de su biblioteca, bellamente iluminado con las figuras simbólicas de los evangelistas, confiesa su origen hispano: "Yo, Prudencio, soy quien mandó hacer esta obra; yo, que nací en Hesperia y llevo la sangre de los celtíberos". ¡Quién sabe si el mismo nombre de Prudencio lo tomara en honor del paisano historiador y poeta de los siglos IV y V!.


Gobernó la iglesia de Troyes, iluminándola con la doctrina y defendiéndola con su pluma. Gran conocedor de la Sagrada Escritura y consciente de que ella encierra el tesoro de la Palabra, enseñó a rezar a sus fieles con los salmos escribiendo para ellos el Breviarium Psalterii. También divulgó el Florilegium ex sacra Scriptura, un manual de ética con sentencias espigadas de los libros santos.


Consiguió reunir una gran biblioteca -manía de todos los intelectuales- donde se refugiaba en los momentos libres de atenciones pastorales, para preparar otras labores pastorales futuras. Pasa ratos y a veces temporadas dedicados a la reflexión y el estudio. Allí pudo reunir ejemplares que encerraban gran parte del saber teológico del tiempo; sus favoritos son Gregorio Magno, Isidoro de Sevilla, San Agustín.


Adquirió gran erudición eclesiástica y agudeza discursiva que le capacitaron para tomar parte en las controversias teológicas de altos vuelos que hubo en su tiempo. Por ejemplo, la disputa entre Godescalco - a quien es posible que conociera en la juventud, en las aulas de Fulda, donde Rabano Mauro era maestro-, acusado de hereje por Hincmaro, el temible arzobispo de Reims, que no paró hasta meterlo en prisión. Fueron conflictos de pensamiento teológico en cuestiones de predestinación y libre albedrío, y en ellas se vió envuelto el irlandés Escoto Erígena. Tuvo que intervenir Prudencio para dar salida a la pureza de la fe, poniendo en juego toda la agudeza del raciocinio del teólogo al tiempo que supo conjugar la caridad con la más implacable fuerza dialéctica


No extraña que conste en su curriculum de historiador y teólogo el hecho de llegar a ser capellán y consejero de Ludovico Pío y Carlos el Calvo. Troyes lo veneró como santo desde su muerte por haber sido un pastor celoso de la fe y de las almas, que supo hermanar la fuerza y rigidez de pensamiento con la blandura de un padre en sus gestos.



10:57 p.m.
Martirologio Romano: En Turín, en Italia, beato Miguel Rua, presbítero, propagador eximio de la Sociedad Salesiana ( 1910).

Fecha de beatificación: 29 de octubre de 1972 por el Papa Pablo VI.



San Juan Bosco, en 1852, se encontró en la calle con unos jóvenes que le pedían alguna medalla. A cada uno le obsequió su medalla, menos a uno pálido y delgaducho, de noble mirada, al cual el santo le dijo: "A ti sólo te doy esto", al mismo tiempo el santo hacía un gesto con su mano derecha como si partiera su propio brazo izquierdo en la mitad. El joven no entendió ni se atrevió a preguntar, pero 30 años más tarde, le preguntará a Don Bosco: "¿Qué me quiso decir en mi niñez cuando me ofreció regalarme la mitad de su brazo?", y el santo le responderá: "Te quise decir que los dos obraríamos siempre ayudándonos el uno al otro y que tú serías mi mejor colaborador". San Juan Bosco una vez mas probó ser un gran profeta pues así fue en verdad.

Miguel Rúa nació en Turín (Italia) de una modesta familia. Hizo sus estudios de primaria con los Hermanos Cristianos que lo apreciaron mucho porque era sin duda el alumno de mejor conducta que tenían en su escuela. Y resultó que al Instituto de los Hermanos iba San Juan Bosco a confesar y los alumnos se encariñaron de tal manera con este amable santo que ya no aceptaban confesarse con ningún sacerdote que no fuera él. Rúa fue uno de los que se dejaron ganar totalmente por la impresionante simpatía y santidad del gran apóstol.


Al quedar huérfano de padre, empezó a frecuentar el Oratorio de Don Bosco, donde los muchachos pobres de la ciudad iban a pasar alegre y santamente los días festivos. Allí oyó un día que el santo le preguntaba: "Miguelín: ¿nunca has deseado ser sacerdote?". Al jovencito le brillaron los ojos de emoción y le respondió: "Si, lo he deseado mucho, pero no tengo cómo hacer los estudios".


"Pues te vienes cada día a mi casa y yo te daré clases de latín", le dijo Don Bosco. Y así empezó el joven sus clases de secundaria.


Más tarde Don Bosco lo envió a que recibiera clases de un excelente profesor de la ciudad, y cuando le pidió informes acerca de su alumno, el profesor respondió: "Es el mejor de la clase en todo: en aplicación, en conducta y en buenos modales".


San Juan Bosco deseaba mucho fundar una comunidad religiosa para educar a los jóvenes, y se propuso formar a sus futuros religiosos de entre sus propios alumnos. Al primero que eligió para ello fue al joven Rúa. Le impuso la sotana y se interesó porque fuera haciendo sus estudios lo más completamente posible.


En 1856 Don Bosco hizo una votación entre los centenares de alumnos de su Oratoria de Turín (en el cual había muchos internos). Las preguntas eran estas: 1ª. ¿Cuál es el más santo y piadoso de los oratorianos? 2ª. ¿Cuál es el más simpático y buen compañero de todo el Oratorio? La segunda pregunta la ganó Santo Domingo Savio. La primera la ganó por amplia votación el joven Rúa. La votación de aquellos jóvenes resultó ser muy acertada pues ambos llegaron a ser formalmente reconocidos por la Iglesia por su santidad.


Rúa fue el primer alumno de Don Bosco que, ordenado de sacerdote, se quedó a colaborarle en su obra. Fue también el primer director de colegio salesiano y el hombre de confianza que acompañó durante 37 años al gran apóstol en todas sus empresas apostólicas. En él depositaba San Juan Bosco toda su confianza y era en todo como su mano derecha.


Del beato Miguel Rúa hizo San Juan Bosco el siguiente elogio: "Si Dios me dijera: hágame la lista de las mejores cualidades que desea para sus religiosos, yo no sé qué cualidades me atrevería a decir, que ya no las tenga el Padre Miguel Rúa".


Cuando el Padre Rúa fue nombrado para ser director del primer colegio salesiano que se fundaba fuera de Turín, le pidió a su maestro Don Bosco que le trazara un plan de comportamiento, y el santo le escribió lo siguiente: "Ante todo trate de hacerse querer, más que de hacerse temer. Recuerde lo que decía San Vicente de Paúl: ‘Yo tenía un carácter demasiado serio y un temperamento amargo, y me di cuenta de que si no hay amabilidad, se hace más mal que bien en el apostolado. Y me propuse adquirir un modo de ser amable y bondadoso’. Este sea su plan de comportamiento". Miguel Rúa conservó toda su vida estos consejos y llegó a practicarlos de manera admirable.


San Juan Bosco decía al final de su vida: "Si el Padre Rúa quisiera hacer milagros, los haría, porque tiene la virtud suficiente para conseguirlos". El era humilde y no hablaba de sus logros. Pero un día, ya ancianito, le preguntaron los religiosos jóvenes: "Padre, ¿nunca le ha sucedido algún hecho extraordinario?". Y él, por bromear, les dijo: "Sí, un día me dijeron: ya que está reemplazando a Don Bosco que era tan milagroso, por favor coloque sus manos sobre una enferma que está moribunda. Yo lo hice, y tan pronto como le coloqué las manos sobre la cabeza, en ese mismo instante... ¡la pobre mujer se murió!".


Cuando San Juan Bosco era ya muy ancianito, el Santo Padre León XIII le dijo: "Dígame cuál es su sacerdote de mayor reemplazo". El santo le dijo que era Miguel Rúa y este recibió el encargo Pontificio de reemplazar a Don Bosco cuando muriera. Y así lo hizo en 1888 al morir el santo. Quedó Rúa elegido como Superior General de los salesianos y en los 22 años que dirigió la Congregación Salesiana, esta multiplicó por cinco el número de sus religiosos y abrió casas y obras sociales en gran cantidad de países.


Los salesianos decían: "Si alguna vez se perdiera nuestra Regla o nuestros Reglamentos, bastaría observar cómo se porta el Padre Rúa, para saber ya qué es lo que los demás debemos hacer". Su exactitud era admirable. Siempre amable y bondadoso, comprensivo con todos y lleno de paciencia, pero exactísimo en el cumplimiento de todos sus deberes.


Cuando Rúa tenía apenas unos 25 años, un día se enfermó muy gravemente y mandó llamar a San Juan Bosco para que le impusiera los santos óleos y le llevaran el viático. El santo respondió: "Miguel no se muere ahora, ni aunque lo lances de un quinto piso". Y después explicó el por qué decía esto. Es que en sueños había visto que todavía en el año 1906 (40 años después) estaría Miguel Rúa extendiendo la comunidad salesiana por muchos países del mundo. Y a él personalmente le dijo después: "Miguel: cuando ya seas muy anciano y al llegar a una casa alguien te diga: ‘Ay padre, ¿por qué se ha envejecido tan exageradamete?’, prepárate porque ya habrá llegado la hora de partir para la eternidad". Y así sucedió. Al principio del año 1910, el Padre Rúa fue a Sicilia a visitar un colegio salesiano y un antiguo discípulo suyo, al verlo le dijo: "Ay padre, ¿por qué se ha envejecido tan exageradamente?". El santo sacerdote palideció y se preparó para bien morir.


El 6 de abril de 1910, después de exclamar: "Salvar el alma, eso es lo más importante", expiró santamente. Había dedicado su vida con todo su corazón a comunicar el amor de Dios según el carisma que recibió de San Juan Bosco.



10:57 p.m.
Martirologio Romano: En el lugar Fiobbio di Albino, cerca de Bérgamo, en Italia, beata Pierina Morosini, virgen y mártir, que a los veintiséis años, regresando a casa desde su trabajo, por defender frente a un joven la virginidad que había prometido a Dios, fue herida en la cabeza hasta la muerte ( 1957).

Etimológicamente: Pierina = En Italiano es una variante femenina de Pedro = Piedra


Fecha de beatificación: 4 de octubre de 1987 por el Papa Juan Pablo II.



Beatificada por Juan Pablo II el 4 de octubre de 1987.

Hija mayor de los esposos Roque Morosini y Sara Noris, nació en Fiobbio, diócesis y provincia de Bérgamo, el 7 de enero de 1931. Educada cristianamente por sus padres, y en especial por su madre. Hizo sus estudios primarios con buenos resultados, pero, debido a la pobreza de la familia, que necesitaba de su trabajo, aprendió el oficio de la costura, y a la edad de quince años se colocó a trabajar en la fábrica de confecciones Honeger de Albino.


Allí iba todos los días a pie, con la alegría de ser útil a los suyos. En el ambiente de trabajo se distinguió siempre por su diligencia y cortesía, su espíritu reservado, su fe y caridad, de modo que se ganó la estima y el respeto de los directivos y de sus compañeros de trabajo, a quienes edificaba con su ejemplo.


Inscrita en la Juventud Femenina de la Acción Católica participó en la peregrinación a Roma para la beatificación de María Goretti (27.04.1947); fue el único viaje que realizó en su vida.


Se empeñó activamente en todas las obras parroquiales, especialmente como celadora del seminario y de las Misiones. Cada mañana antes de ir al trabajo se acercaba a la mesa eucarística y mientras iba al trabajo o regresaba del mismo, rezaba siempre el Rosario.


Como de costumbre, el 4 de abril de 1957 había comenzado oportunamente su actividad acostumbrada. En las primeras horas de la tarde, mientras regresaba de Albino a su casa, en un lugar solitario fue abordada por un joven que no le ocultó sus torpes propósitos. Pierina trató de hacerle entender la gravedad de sus intenciones y le opuso una fuerte resistencia. Fue inútil. Agredida, se defendió con todas sus fuerzas. Herida mortalmente en la nuca con una piedra repetidas veces, siguió pronunciando palabras de fe y de heroico perdón, hasta que entró en un coma irreversible.


Hallada más tarde en el lugar de su martirio, fue llevada al hospital de Bérgamo, donde, sin volver en sí, falleció el 6 de abril siguiente. Tenía 26 años de edad.


El cirujano que la visitó en el hospital, inmediatamente exclamó: «Tenemos una nueva María Goretti» y cuantos conocían su bondad yrectitud, de inmediato la consideraron mártir.


La Beata Pierina ofrece un sendero luminoso para todos los que sienten la fascinación de los retos del evangelio.


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10:57 p.m.
Martirologio Romano: En el monasterio de San Gallo, de Suabia, en Alemania, beato Notkero Bálbulo, monje, que pasó casi toda la vida en este cenobio componiendo secuencias, grácil de cuerpo pero no de ánimo, tartamudo de voz pero no de espíritu, firme en todo lo divino, paciente en lo adverso, manso para con todos, diligente en la oración, la lectura, la meditación y el dictado ( 912).

También es conocido como: Notkero el tartamudo.



Por el año 840 nació Notkero en Elgg (cantón de Zurich), o más bien en Jonswyl (cantón de St. Gallen), de familia distinguida.

Todavía niño llamó a las puertas de la abadía, cuando se hallaba ésta en el período de su mayor esplendor, como uno de los centros culturales más notorios de Europa. Los monjes no dudaron en admitirlo, a pesar de su defecto de lengua, que le proporcionó el sobrenombre de Bálbulus, es decir, tartamudo.


En la escuela monacal recibió educación esmerada, que proporcionó frutos ubérrimos en las ciencias y artes entonces conocidas, en gramática, poesía, música; en medicina, historia y patrística.


Tuvo por maestros a los monjes Iso, el famoso, comentarista de nuestro calagurritano Prudencio -en St. Gallen fue siempre estudiado con mimo el gran poeta español-, y después al irlandés Moengal. Llegó a ser bibliotecario en 890, recinto el más sagrado de la abadía después de la iglesia; y años más tarde hospedero, (892-894), cargo importante en aquellos tiempos de arduas peregrinaciones.


Por su vasta cultura se le confió la dirección de la escuela abacial, germen de las universidades medievales, también de origen eclesiástico. Tuvo por discípulos a nobles y potentados, así como a Salomón III, obispo de Constanza en 890, y Waldo, obispo de Freising en Baviera del 884 al 906. Su larga vida se extinguía plácidamente el año 912, dejando, una larga estela de santidad y de ciencia. Un Papa humanista, Julio II, beatificó al gran artista benedictino en 1512, autorizando su culto en St. Gallen y en la diócesis de Constanza.


Su producción literaria fue muy extensa. En prosa cultivó el género epistolar, en que expone cuestiones científicas con estilo llano y atractivo, aunque a veces revela afición por las palabras raras y rebuscadas. Cuando su discípulo el obispo Salomón era todavía diácono dedicóle la Notatio, que puede ser considerada como el primer tratado de patrología latina. La avidez discente del aventajado alumno es comparada con la hidra de Lerna, y con una hoguera, basándose en Prudencio (Pe. 10, 881 s.).


Allí trae un catálogo de las obras que deben leerse, entre las que menciona el comentario al Cantar de los Cantares de nuestro Justo de Urgel. De carácter histórico son el Breviario de los reyes francos, que él continuó hasta Carlos III el Gordo. En Gesta Caroli Magni demuestra nuestro Beato su admiración por el emperador y anota en el prólogo las fuentes de que se sirvió para la composición de esta obra, de excelente valor literario, aunque históricamente no se separen siempre los hechos de las leyendas. A base del Martirologio que el arzobispo Ado de Vienne entregó a St. Gallen el año 870 redactó Notkero su famoso Martirologio, enriquecido con las muchas noticias hagiográficas existentes en el monasterio, de donde vino a resultar un pequeño Año Cristiano, con la vida sucintamente descrita de los santos.


Pero el principal mérito literario de Notkero estriba en la poesía y en la música. Como el poeta español Prudencio, a quien él tanto estimaba, vio en la poesía un instrumento adecuado de santificación, y a ella se consagró con entusiasmo, destinándola al noble servicio de la liturgia y de la Iglesia. Escribió un poema dialogado sobre las artes, y otro con el título De los cinco sentidos, seguido de un apéndice en prosa rítmica.


Ambos los dedicó al joven obispo Salomón, y abundan en exhortaciones morales. De Gran Bretaña e Irlanda se propagó por el continente anglosajón la moda de los enigmas y acertijos en versos hexámetros, cuya fuente deriva de Celio Firmiano Sinfosio, poeta del siglo V después de Cristo. Varias de estas fábulas en dístico elegíaco se atribuyen a nuestro poeta: "El león enfermo", "La ternera y la cigüeña", "La pulga y la podagra", etc. Al protomártir San Esteban dedicó cuatro poemas, en que la oda sáfica y el endecasílabo dan expresión a su entusiasmo devoto ante los milagros obrados por el mártir en Asia, Africa, Metz y España. Quedan fragmentos de una vida dialogada de San Galo en versos trocaicos.


El impulso lírico medieval produjo una forma poética, derivada de la liturgia de la misa, en el siglo IX. Los floridos melismas que enriquecían el a final del Alleluia se hacían difíciles de retener en la memoria de los cantores, ya que la melodía estaba desprovista de notas escritas. Notkero buscaba un medio para facilitar el aprendizaje musical, cuando la casualidad se lo brindó excelentemente.


En el proemio o epístola dedicatoria de sus himnos a Liutward, obispo de Vercelli (880-899), lo cuenta él mismo: "Cuando yo era todavía un jovencillo y las melodías larguísimas, frecuentemente aprendidas de memoria, se me escapaban del corazoncillo, comencé a pensar en silencio la manera de ligarlas fuertemente. Entretanto aconteció que un sacerdote del monasterio de Jumiéges, poco antes destruido por los normandos (862), vino a nosotros trayendo consigo su antifonario, en el que había algunos versos para ser cantados en la vocalización final del aleluya (ad sequentias erant modulati), pero que ya estaban muy viciados.


Su vista me produjo alegría, pero su gusto me causó amargura". Continúa refiriendo cómo comenzó a imitar aquellos versos, pero sin sus defectos, y que su maestro Iso le felicitó por los méritos poéticos, corrigiéndole las faltas, mientras le formuló la regla de oro para la poesía secuencial: A cada nota debe corresponder una sílaba. Entonces él comenzó a escribir versos, que pronto cantaron los niños y monjes de la abadía, y que rápidamente resonaron por toda Europa.


Este es el nacimiento de la secuencia, que invadió los misales de Europa, registrándose hasta 5.000, de diferente valor literario, de las que el misal romano sólo conserva ahora cinco, verdaderas joyas de la poesía secuencial. De este relato se deduce que Notkero no es estrictamente el creador de la secuencia o prosa aleluyática —pues, si no se debe ya a Alcuino († 804), se originó en el monasterio benedictino de Jumiéges, en el norte de Francia—, pero sí su perfeccionador definitivo y, junto con Adam de San Víctor, el mejor poeta secuencial. La forma primitiva y auténtica de la secuencia, que entronca en Notkero, consiste en un par de versos, de diferente extensión (cola), con sustitución de la cantidad métrica por el acento, y terminados generalmente en a, debido a la vocal final del alleluia. La secuencia se cantaba en grupos de dos estrofas de ordinario, alternando el coro de voces graves con las voces blancas de los niños, o también en estrofas sucesivas. La variación métrica llevaba consigo la variedad melódica.


Por citar una muestra, en la trilogía himnódica del Espíritu Santo, formada por el himno Veni, creator Spiritus, del siglo IX, de hechura ambrosiana en cuanto a su metro yámbico, donde ya se atisban los ecos de la rima románica; por la secuencia Veni, Sancte Spiritus, del siglo XII, con manifiesta disposición rimada del gótico, brilla por su estro y encendida devoción la Sancti Spiritus assit nobis gratia, "reina de las secuencias" de Notkero, el primer poeta secuencial de la Historia, cuyos ecos resonaron en las fiestas pentecostales de Alemania, Italia, Francia, España... durante prolongados siglos. Así santificó a la poesía y a la música, y se santificó a sí mismo por medio de la himnodia sacra el Beato Notkero, "débil de cuerpo, pero no de espíritu; tartamudo de lengua, pero no del alma, vaso del Espíritu Santo, como no lo hubo en su tiempo con tal abundancia" (Ekkehard, IV, 980-1060).



10:38 p.m.
Martirologio Romano: En Kaufbeuren, junto al río Iller, en Baviera, santa María Crescencia (Ana) Höss, virgen, que ingresó en la Tercera Orden Regular de San Francisco y procuró comunicar a los demás el fervor del Espíritu Santo con el que ella misma ardía. ( 1744)

Fecha de canonización: 25 de noviembre de 2001, por el Papa Juan Pablo II.





Nació el 20 de octubre de 1682. Era hija de un modesto tejedor de lana en la ciudad de Kaufbeuren, que en aquel tiempo contaba sólo con dos mil quinientos habitantes, en su mayoría protestantes. En la escuela se distinguió por su inteligencia y su devoción. Se hizo tejedora, para ayudar a su padre, pero su mayor aspiración era entrar en el monasterio de las Franciscanas de Kaufbeuren. Sin embargo, su familia era demasiado pobre para pagar la dote requerida y sólo con la ayuda decisiva del alcalde protestante pudo entrar finalmente en el convento.

Su vida consagrada estuvo siempre impregnada de amor alegre a Dios, con la preocupación fundamental de cumplir en todo su santísima voluntad. Vivía una gozosa y profunda relación con Dios.


Su intensa oración, mediante fervorosos coloquios con la Trinidad, con la Virgen María y con los santos, desembocó muchas veces en visiones místicas, de las que sólo hablaba por obediencia ante sus superiores eclesiásticos.


Desde su infancia oraba mucho y con fervor al Espíritu Santo, devoción que cultivó durante toda su vida. Deseaba que las personas vieran en él un camino más fácil de vida espiritual.


Se la suele representar sosteniendo la cruz con la mano derecha, mientras con la izquierda se dirige al Salvador crucificado, pues durante toda su vida predominó en ella la contemplación y devoción a Cristo en su agonía, que la llevaba a un gran espíritu de sacrificio personal, siguiendo el ejemplo del Salvador.


Siempre buscó hacerlo todo por amor a Dios, a quien deseaba glorificar por la fe, con obediencia y humildad.


Sus experiencias místicas no la alejaban del mundo real; al contrario, sus ojos se hallaban abiertos de par en par a las necesidades del prójimo. Ciertamente, dedicaba largos ratos a la oración y a la contemplación, pero durante gran parte de su jornada se entregaba a socorrer a los necesitados, en los que veía a Cristo mismo.


Durante muchos años fue portera del convento, cargo que aprovechó para aconsejar a mucha gente y realizar una generosa labor de caridad. Más tarde, nombrada maestra de novicias, se entregó a la formación espiritual de las hermanas jóvenes para la vida monástica.


En 1741 fue elegida superiora. Desempeñando ese cargo dirigió de modo sabio y prudente el monasterio, tanto en el campo espiritual como en sus intereses seculares, mejorando hasta tal punto la posición económica que, por mérito suyo, el monasterio pudo ayudar a mucha gente con sus limosnas.


Solía subrayar que sin amor a los demás no podía haber amor a Dios y que «todo el bien que se hacía al prójimo era tributado a Dios, que se escondía en los andrajos de los pobres».


Consideraba importante que también las mujeres se realizaran en la vida religiosa. De modo constante y consciente se esforzó siempre por aumentar la fe en todos aquellos con quienes entraba en contacto, haciéndoles comprender cuál era el camino que debían seguir. Por eso, para numerosas personas, tanto consagradas como laicas, fue guía espiritual y consejera decisiva. Tenía la rara capacidad de reconocer rápidamente los problemas y ofrecerles la solución adecuada y razonable.


El príncipe heredero y arzobispo de Colonia Clemente Augusto la consideraba una guía de almas sabia y muy comprensiva; quedó tan prendado de su santidad que llegó a pedir al Papa que la canonizara inmediatamente después de su muerte.


Numerosas personas iban a consultarla en su monasterio y con tal de mantener una conversación con ella estaban dispuestas a esperar varios días. Eran miles los que le escribían desde las regiones de Europa de lengua alemana, pidiéndole consejo y ayuda, y recibiendo siempre una respuesta adecuada. Gracias a ella, el pequeño monasterio de Kaufbeuren desempeñó un sorprendente e importante apostolado epistolar.


Inmediatamente después de su muerte, que aconteció el 5 de abril de 1744, domingo de Pascua, la gente acudió en gran número a visitar su tumba en la iglesia del monasterio, convencida de encontrarse ante una santa. Kaufbeuren se convirtió en un lugar famoso de peregrinaciones en Europa. Ese fenómeno se verificó ininterrumpidamente desde su muerte, y se intensificó después de su beatificación, llevada a cabo por el Papa León XIII el 7 de octubre de 1900. Esa veneración ha seguido viva hasta hoy de modo sorprendente, no sólo entre los católicos sino también entre las comunidades surgidas de la Reforma.



10:38 p.m.
( 1983)

Fecha de beatificación: 5 de noviembre de 2006, durante el pontificado del Papa Benedicto XVI.



Nació el 31 de diciembre de 1905 en Barrio de la Puebla (Palencia, España), en el seno de una familia profundamente cristiana. Sus padres se llamaban Manuel y Martina. Siguiendo el ejemplo de tres hermanos suyos ―Leovigildo, Tomás y Baltasar―, después de los estudios humanísticos, el 9 de septiembre de 1921, ingresó en la Orden de San Agustín. Un año más tarde, el 10 de septiembre de 1922, terminado el tiempo de noviciado, emitió la profesión temporal, depositándola en manos del prior de la casa, Anselmo Polanco, futuro obispo de Teruel, mártir de la fe de Cristo, beatificado por el Papa Juan Pablo II en 1995.

Con los estudios filosóficos iniciados en la capital del Pisuerga, en 1926 se trasladó al monasterio de "Santa María" de La Vid (Burgos), en el cual realizó los teológicos, formando parte de la provincia agustiniana de España. Se consagró definitivamente a Dios con los votos solemnes el 23 de enero de 1927 y recibió la ordenación sacerdotal el 25 de julio de 1930.


Tras una fugaz estancia en el colegio de la Encarnación de Llanes (Asturias) como profesor, en julio de 1931 fue destinado a la viceprovincia de Brasil, primero a Taquaritinga, donde desempeñó durante dos años el ministerio sacerdotal, y posteriormente a Santo Agostinho, donde conjugó la labor educativa con los cargos de administrador (1942-1945) y secretario.


Durante el trienio (1945-1948) fue prior viceprovincial, y más tarde (1948-1951 y 1960-1963) asesoró a sus sucesores en ese cargo como consejero. Finalizada la tarea de comisario, se incorporó al colegio Engenheiro Schmitt como ecónomo (1951), director (1957) y profesor. En 1961 regresó de nuevo a São Paulo, en cuyo centro simultaneó la tarea docente y el cargo de viceprior del colegio San Agustín (1973-1977), con el trabajo de coadjutor parroquial.


Físicamente el padre Mariano fue una persona alta y bien proporcionada, con gruesas gafas y abundante calvicie. Era un hombre activo y emprendedor, generoso, abierto y comunicativo, lleno de simpatía, sencillez y bondad, con la sonrisa siempre en los labios. Aunque tenía un temperamento fuerte, era incapaz de ocultar los sentimientos y las lágrimas. Sus hermanos de Brasil recuerdan con emoción el momento en el que, tras haber sido operado de cataratas en Belo Horizonte y llevar varios días con los ojos cerrados, al volver a abrirlos y contemplar un cuadro de la Virgen de la Consolación, comenzó a llorar como un niño.


El padre Mariano nació para ayudar humana y espiritualmente a las personas que estaban a su lado, que no eran otras que las hambrientas de pan humano y divino. Era un mensajero de la caridad: amigo de los niños y los mayores, un cirineo de los enfermos y necesitados, consolador y limosnero de los pobres, sacerdote celoso de sus obligaciones ministeriales.


Por las tardes era frecuente verlo recorrer las calles de São Paulo, visitando los 200 Talleres de Caridad de Santa Rita, de los que fue muchos años asesor religioso, y llevando ayuda material y espiritual a los sedientos de salud humana y religiosa. La muerte ―solía decir― no espera.

¡Cuántas veces volvió tarde al colegio, porque la atención al prójimo le había impedido llegar a tiempo! Para él siempre existían otras prioridades más importantes que la hora comunitaria.


Una de sus grandes pasiones la constituían las plantas. Hablaba con ellas, acariciaba sus hojas, le emocionaba su colorido. Sus pétalos le recordaban la grandeza del Creador. La terraza del colegio San Agustín de São Paulo sabe mucho de este su mimo por las flores y los pájaros. Tampoco le eran ajenas las colecciones de sellos y estampas religiosas.


La edad y el esfuerzo que había desplegado en todas sus actividades terminaron haciendo mella en su naturaleza física. En los últimos días de enero de 1983 comenzó a sentir un extraño dolor en el vientre, como si un "gatinho", según sus palabras, lo estuviera arañando. Era el principio del fin.


Desde hacía tiempo venía enseñando una herida en la sien derecha, que a pesar de las atenciones médicas, no logró restañar. Sin duda alguna era la terrible enfermedad del cáncer que se estaba insinuando y de la que moriría el 5 de abril de 1983. Contaba 77 años de edad y 60 de vida religiosa. Sus restos descansan en la iglesia agustiniana de São Paulo.


Su trayectoria humana y religiosa fuera de lo común ―era un gran devoto de la Eucaristía y de la Santísima Virgen― hizo que el pueblo de Dios y sus hermanos de la Orden acudieran a las autoridades eclesiásticas pidiendo el reconocimiento de sus virtudes con vistas a una próxima beatificación, ceremonia que se llevó a cabo en São Paulo el 31 de mayo de 1997 con la presencia del cardenal Paulo Evaristo Arns, o.f.m. La Orden agustiniana le tiene dedicadas en esa ciudad una guardería, un centro de juventud y un colegio profesional; y la alcaldía, una calle. Igualmente el Gobierno español, a través de su consulado general en Brasil, le concedió la gran cruz de Isabel la Católica.



10:38 p.m.
Martirologio Romano: En el lugar de Fosses, en Brabante, hoy en Bélgica, beata Juliana, virgen de la Orden de San Agustín, que fue priora de Mont-Cornillon, junto a Lieja, y llevó después vida recluida, en la cual, fortalecida con gracias especiales, promovió la solemnidad del Cuerpo de Cristo. ( 1258)

Fecha de beatificación: Culto confirmado en el año 1869 por el Papa Pío IX.


También es conocida como: Juliana de Lieja



Monja, nacida en Retinnes, cerca de Lieja, Bélgica, en 1193; murió en Fosses el 5 de abril de 1258.

A la edad de cinco años perdió a sus padres y fue colocada en el convento de Mont-Cornillon, cerca de Lieja. Hizo rápidos progresos, y leyó con placer los escritos de San Agustín y San Bernardo. También cultivó un ardiente amor por la Santísima Virgen, la Sagrada Pasión, y especialmente el Santísimo Sacramento.


En 1206 recibió el velo y se dedicó a los enfermos en el hospital a cargo del convento.


Desde muy temprano empleó toda su energía para introducir la fiesta del Corpus Christi. Este deseo se dice haberse intensificado por una visión que ella tuvo de la Iglesia bajo la apariencia de luna llena con una mancha negra, que significaba la ausencia de esta solemnidad. Ella comunicó esta visión a Roberto de Thorete, el entonces obispos de Liège, también al docto Dominico Hugh, más tarde cardenal legado de los Países Bajos; a Jacques Pantaleón, en ese tiempo archidiácono de Liège, después obispo de Verdun, Patriarca de Jerusalén y finalmente al Papa Urbano IV.


El obispo Roberto se impresionó favorablemente y como en ese tiempo los obispos tenían el derecho de ordenar fiestas para sus diócesis, invocó un sínodo en 1246 y ordenó que la celebración se tuviera el año entrante; también el Papa ordenó, que un monje de nombre Juan debía escribir el oficio para esa ocasión.


En 1230 fue elegida superiora por el voto unánime de la comunidad. Pero pronto Dios le envió pruebas pesadas. Su convento estaba bajo la supervisión de un superior general, Roger, un hombre de hábitos viciosos y escandalosos; él aseguró esta posición en 1233 mediante intrigas y sobornos.


Disgustado por las virtudes y la piedad de Juliana, y mucho más por sus súplicas y reproches, incitó a la multitud contra ella.


Ella escapó a la celda de Beata Eva de Lieja, y luego a una casa que le fue dada por John, un canónigo de Lausana.


Reivindicada en las cortes mediante la influencia de Roberto de Thorate, Obispo de Lieja, ella fue restaurada a su posición en la comunidad, y Roger fue desposeído.


Pero en 1247 Roger estaba otra vez en el poder, y consiguió de nuevo expulsar a la beata. Juliana encontró refugio en Namur y después en Fosses, donde pasó los últimos años de su vida en reclusión.


Por petición propia fue enterrada en Villiers. Después de su muerte, un número de milagros ocurrieron por su intercesión (Acta SS., April, I, 435 sq.). En 1869 Pío IX confirmó el culto y permitió el oficio y Misa en su honor.



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