Juliana de Monte Cornillon, Beata

10:38 p.m.
Martirologio Romano: En el lugar de Fosses, en Brabante, hoy en Bélgica, beata Juliana, virgen de la Orden de San Agustín, que fue priora de Mont-Cornillon, junto a Lieja, y llevó después vida recluida, en la cual, fortalecida con gracias especiales, promovió la solemnidad del Cuerpo de Cristo. ( 1258)

Fecha de beatificación: Culto confirmado en el año 1869 por el Papa Pío IX.


También es conocida como: Juliana de Lieja



Monja, nacida en Retinnes, cerca de Lieja, Bélgica, en 1193; murió en Fosses el 5 de abril de 1258.

A la edad de cinco años perdió a sus padres y fue colocada en el convento de Mont-Cornillon, cerca de Lieja. Hizo rápidos progresos, y leyó con placer los escritos de San Agustín y San Bernardo. También cultivó un ardiente amor por la Santísima Virgen, la Sagrada Pasión, y especialmente el Santísimo Sacramento.


En 1206 recibió el velo y se dedicó a los enfermos en el hospital a cargo del convento.


Desde muy temprano empleó toda su energía para introducir la fiesta del Corpus Christi. Este deseo se dice haberse intensificado por una visión que ella tuvo de la Iglesia bajo la apariencia de luna llena con una mancha negra, que significaba la ausencia de esta solemnidad. Ella comunicó esta visión a Roberto de Thorete, el entonces obispos de Liège, también al docto Dominico Hugh, más tarde cardenal legado de los Países Bajos; a Jacques Pantaleón, en ese tiempo archidiácono de Liège, después obispo de Verdun, Patriarca de Jerusalén y finalmente al Papa Urbano IV.


El obispo Roberto se impresionó favorablemente y como en ese tiempo los obispos tenían el derecho de ordenar fiestas para sus diócesis, invocó un sínodo en 1246 y ordenó que la celebración se tuviera el año entrante; también el Papa ordenó, que un monje de nombre Juan debía escribir el oficio para esa ocasión.


En 1230 fue elegida superiora por el voto unánime de la comunidad. Pero pronto Dios le envió pruebas pesadas. Su convento estaba bajo la supervisión de un superior general, Roger, un hombre de hábitos viciosos y escandalosos; él aseguró esta posición en 1233 mediante intrigas y sobornos.


Disgustado por las virtudes y la piedad de Juliana, y mucho más por sus súplicas y reproches, incitó a la multitud contra ella.


Ella escapó a la celda de Beata Eva de Lieja, y luego a una casa que le fue dada por John, un canónigo de Lausana.


Reivindicada en las cortes mediante la influencia de Roberto de Thorate, Obispo de Lieja, ella fue restaurada a su posición en la comunidad, y Roger fue desposeído.


Pero en 1247 Roger estaba otra vez en el poder, y consiguió de nuevo expulsar a la beata. Juliana encontró refugio en Namur y después en Fosses, donde pasó los últimos años de su vida en reclusión.


Por petición propia fue enterrada en Villiers. Después de su muerte, un número de milagros ocurrieron por su intercesión (Acta SS., April, I, 435 sq.). En 1869 Pío IX confirmó el culto y permitió el oficio y Misa en su honor.



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