Ártículos Más Recientes

11:42 p.m.
Etimológicamente significa “ triunfador, victorioso”. Viene de la lengua griega.

Desde el principio Cristo estaba en Dios. Desde el nacimiento de la humanidad, él fue la Palabra viva. Vino a la tierra para hacer accesible la confianza de la fe. Resucitado, hace de nosotros su morada, nos habita.. y descubrimos que el amor de Cristo se manifiesta ante todo por su perdón y su continua presencia.


Estas palabras introductorias han marcado la vida de muchos santos y siguen convirtiéndose hoy en el lema de los creyentes en Cristo.


Sin la presencia vivificadora suya, ¿qué sería de nosotros?

Nació en el año 335 y murió en el 414.

Este santo fue un amigo íntimo de san Paulino de Nola. Lo nombraron obispo de Remesiana (Bela Palanca en Serbia) en el 370.


No se conoce mucho acerca de su vida, salvo que fue muy conocido por sus actividades misioneras, especialmente entre los Godos, Dacianos y Bessi.


Todo esto lo conmemora Paulino en un bello poema.

Eran amigos. Nicetas tuvo la ocasión – y si no se las buscó – de visitarle dos veces en Italia.


Habla de él como en auténtico evangelista entre los habitantes de una tierra gélida.


Nicetas escribió una exposición muy importante acerca del Credo de lo Apóstoles, disertaciones sobre la fe, la Trinidad y el valor de los salmos cantados.


Escribió también sobre la importancia del canto en la iglesia. Se cree que fue él el autor y redactor del TE DEUM.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!


Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com



11:42 p.m.
Nacido en Tarentasia, hacia el 1225; elegido en Arezzo el 21 de enero de 1276; murió en Roma el 22 de junio de 1276. Tarentasia en el alto Isère en el sudeste de Francia ciertamente fue su provincia natal, y el poblado de Champagny con alta certeza fue su lugar de nacimiento. A los dieciseis años ingresó a la orden de los dominicos.

Luego de completar sus estudios en la Universidad de París, de dónde se graduó con una maestría en teología sagrada en 1259, logró distinción como profesor de esa institución, en la cual se le conoce como “el más famoso doctor” (Doctor famosissimus). Por algún tiempo fue provincial de su orden en Francia, fue nombrado Arzobispo de Lyon en 1272 y Cardenal-obispo de Ostia en 1273. Jugó un papel importante en el Segundo Concilio Ecuménico de Lyon (1274), durante el cual dio dos discursos a los padres conciliares y también pronunció la oración fúnebre de San Buenaventura.


Al ser elegido sucesor de Gregorio X, de quien era consejero íntimo, tomó el nombre de Inocencio V y fue el primer papa dominico. Su política fue pacifista. Buscó la reconciliación entre los güelfos y los gibelinos en Italia, restauró la paz entre Pisa y Lucca y, medió entre Rodolfo de Habsburgo y Carlos de Anjou. Asímismo, buscó consolidar la unión de los griegos con Roma, la cual había sido pactada en el Concilio de Lyon.


Es el autor de varias obras relacionadas con la filosofía, teología y leyes canónicas, algunas de las cuales aún no se han publicado. La más importante de éstas es su “Comentario sobre las Sentencias de Pedro Lombardo” (Toulouse, 1652). Cuatro tratados filosóficos también son de autoría suya: “De unitate formæ”, “De materia cæli”, “De æternitate mundi”, “De intellectu et voluntate”. Algunos críticos también le adjudican un comentario sobre las Epístolas Paulinas, el cual frecuentemente se publica bajo el nombre de Nicolás de Gorran (Colonia, 1478).



5:10 a.m.
Su vida hizo honor a su nombre.

Parece ser que su candidez y humildad jalonaron su ministerio en Mérida, capital de la provincia Lusitana, en el tiempo de la España visigoda.


Se cuenta de él que su santidad y penitencia las ponía al servicio para impetrar las lluvias, tan deseadas en los tiempos de sequía, presidiendo rogativas, que siempre eran escuchadas por el Omnipotente.


Cuando lo eligieron para ser consagrado obispo, era, según se nos dice, el último en el orden de los diáconos. Y lo consagraron para servir a la diócesis emeritense como sucesor del gran obispo visigodo Masona que abrió la «Edad de Oro» del episcopado de Mérida. «Después de él fue elegido un virtuoso varón, de suma santidad y llaneza, llamado Inocencio, cuya condición la expresa bien su propio nombre. Inocente, en verdad, y cándido; que a nadie juzgó, a nadie condenó, a nadie enjuició; y vivió humilde y piadoso todos los días de su vida»


Asistió al Concilio de Toledo del año 610 que preside San Leandro de Sevilla en tiempos de Gundemaro.


Debió estar pocos años al frente de su sede.


Su fiesta es el 21 de junio.



5:10 a.m.



















Radulfo de Bourges, Santo
Radulfo de Bourges, Santo

Obispo de Bourges


Martirologio Romano: En Bourges, en Aquitania, hoy en Francia, san Radulfo, obispo, el cual, solícito por la vida sacerdotal, junto con presbíteros de la Iglesia que tenía encomendada recogió textos de los santos Padres y de los cánones para uso pastoral. ( 866)

Etimológicamente: Radulfo = Consejero valiente, es de origen germano



San Radulfo (cuyo nombre aparece también como Ralph, Rodulphus o Raúl), era el hijo del conde Raúl de Cahors. Desde su niñez fue confiado a la tutela de Bertrand, el abad de Solignac, de quien aprendió a amar las órdenes monásticas, a pesar de que se tiene entendido que él mismo nunca recibió el hábito. Pero ya fuese o no religioso, lo cierto es que en varias ocasiones desempeñó el puesto de abad, incluso quizá en los famosos monasterios de Saint-Médard y Soissons, a los que habían hecho donativos y otorgado privilegios los padres de Radulfo. En 840, fue elevado a la sede arzobispal de Bourges y, a partir de entonces, desempeñó un papel descollante en los asuntos eclesiásticos, dentro y fuera de su diócesis. Se le consideraba como uno de los clérigos más sabios de su tiempo, y en todos los sínodos se reclamaba su presencia. En una de aquellas asambleas, la de Meaux, en 845, se adoptaron las medidas para salvaguardar los ingresos para los hospicios, particularmente los de Escocia {en realidad, Irlanda), y se determinó que todo aquel que metiese mano en dichos ingresos recibiría el estigma de «asesino de los pobres».

San Radulfo empleó toda su fortuna personal en la fundación y construcción de monasterios para hombres y mujeres. Entre sus abadías más famosos figuran la de Dévres, en Berri, la de Beaulieu-sur-Mémoire, la de Végennes, en la región del Limousin y la de Sarrazac, en Quercy.


No fue el menor de sus muchos servicios a la Iglesia la compilación de un libro de instrucciones pastorales destinadas a sus clérigos, y fundado en las capitulares de Teodulfo, obispo de Orléans. Su principal objetivo era el de reanimar el espíritu de los antiguos cánones y corregir los abusos. Por entonces se necesitaban con toda urgencia directivas claras y precisas con respecto al tribunal de la penitencia, a fin de remediar los errores provocados por la ignorancia y por la adopción de normas no autorizadas que se atribuían, equivocadamente, a varios santos y maestros famosos. San Radulfo actuó con mucha prudencia al someter a la consideración de sus clérigos aquellas instrucciones, antes de dar su libro a la publicidad. Al cabo de algún tiempo, la obra fue olvidada y no volvió a saberse de ella hasta principios del siglo dicisiete, cuando fue descubierta de nuevo. El escrito demuestra que su autor era muy versado en los escritos de los Padres y en los decretos de los concilios.


No existe, al parecer, una biografía propiamente dicha de san Radulfo, escrita en los tiempos medievales. En el Acta Sanctorum hay un relato formado por fragmentos tomados de diversas fuentes.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!


VIDAS DE LOS SANTOS Edición 1965

Autor: Alban Butler (†)

Traductor: Wilfredo Guinea, S.J.

Editorial: COLLIER´S INTERNATIONAL - JOHN W. CLUTE, S. A.






5:10 a.m.
Nació en Santa María de la Paz, de la parroquia de San Juan Bautista del Teúl, Zac. (Arquidiócesis de Guadalajara), el 28 de noviembre de 1866. Capellán de Matatlán, de la parroquia de Zapotlanejo, Jal. (Arquidiócesis de Guadalajara).

Por 26 años derramó la caridad de su ministerio en esa capellanía, siendo para todos un padre bondadoso y abnegado que los edificó con su pobreza, su espíritu de sacrificio, su piedad y su sabiduría.


Un antiguo compañero, a quien el Padre Flores había protegido, lo denunció ante el cacique de Zapotlanejo y fue apresado el 18 de junio de 1927, cuando se encaminaba a una ranchería para celebrar la Eucaristía.


Fue encerrado en un lugar degradante, atado y maltratado; el cacique le hizo escuchar música al mismo tiempo que le ofrecía: «Oye, qué bonita música, si afirmas acatando las leyes, te dejo en libertad». Sin alterarse, el mártir le expresó: «Yo voy a oír una música mejor en el cielo». El Padre José Isabel cumplía la palabra expresada varias veces: «Antes morir que fallarle a Dios».


El 21 de junio de 1927 fue conducido, en la noche, al camposanto de Zapotlanejo. Intentaron ahorcarlo pero no pudieron. Ordenó el jefe que le dispararan, pero el soldado, que reconoció al sacerdote que lo había bautizado, se negó a hacerlo, entonces enfurecido el verdugo asesinó al soldado. Misteriosamente las armas no hicieron fuego contra el Padre Flores por lo que uno de aquellos asesinos sacó un gran cuchillo y degolló al valeroso mártir.


El Papa Juan Pablo II lo canonizó, junto a otros 24 mártires méxicanos el 21 de mayo de 2000.


Reproducido con autorización de Vatican.va



5:10 a.m.
Martirologio Romano: En Orvieto, Umbría, Italia, beato Tomás, religioso de la Orden de los Siervos de María. ( 1343)

Fecha de beatificación: culto confirmado el 10 de diciembre de 1768, por el Papa Clemente XIII



El beato Tomás nació en Orvieto, ciudad de Umbría, a fines del siglo XIII o principios del XIV.

Para alcanzar con mayor seguridad la patria celestial, en lo cual estaban concentrados todos sus pensamientos y anhelos, decidió consagrarse completamente a Dios en una familia religiosa y, por su acendrado afecto hacia la Virgen, pidió y que fue admitido en la Orden de los Siervos de santa María. En él resplandecieron con luz meridiana las virtudes típicas de los Siervos, consideradas como carisma de nuestra Orden: la humildad, la caridad fraternal, el espíritu de servicio, la misericordia. En efecto, - como se lee en los Anales de la Orden -; “con el objeto de dedicarse de una vez para siempre al servicio de la Virgen […] y de sus siervos”, pidió ser agregado en el número de los frailes que la gente suele llamar “legos”.


Durante muchos años pidió limosna de puerta en puerta y, ejerciendo este oficio, mostró suma afabilidad, paciencia y caridad- Sentía una entrañable compasión por los pobres, a quienes no sólo daba con alegría de lo que sobraba de la mesa de los frailes, sino también del sustento que le era necesario. Dios miró con agrado la sencillez con que el Beato desempeñaba su actividad y según el testimonio de antiguos escritores, manifestó su aprobación con diversos prodigios. Las imágenes del beato Tomás, algunas de ellas notables por sus antigüedad y valor artístico, lo representan cargado con la alforja y llevando una ramita de higuera en la mano o dando, en pleno invierno, unos a higos a una mujer embarazada deseoso de esos frutos. En tales imágenes los artistas han querido expresar la solicitud de este hombre de Dios para con todos los que pedían su ayuda, y su poder de intercesión ante Dios, del cual podía obtener milagros.


El humilde siervo de la Virgen murió en Orvieto, el año 1343, como se lee en la Crónica de fray Miguel Poccianti; su cuerpo recibió honrosa sepultura en la iglesia de los Siervos de esta misma ciudad. Por los milagros, cada vez más frecuentes, los habitantes de Orvieto muy pronto empezaron a tributarle una gran devoción y a celebrar su memoria. Este culto, popular e inmemorable, fue ratificado y confirmado por el papa Clemente XIII en el año 1768.



3:58 p.m.
Este simpático santo nació en Venecia (Italia) en 1632, de familia rica e influyente. La madre murió de peste de tifo negro, cuando el niño tenía solamente dos años. Pero su padre, un excelente católico, se propuso darle la mejor formación posible.

El papá lo instruyó en el arte de la guerra y en las ciencias, y lo hizo recibir un curso de diplomacia, pero al joven Gregorio lo que le llamaba la atención era todo lo que tuviera relación con Dios y con la salvación de las almas.


Estudiando astronomía admiraba cada día más el gran poder de Dios, al contemplar tan admirables astros y estrellas en el firmamento.


Deseaba ser religioso, pero su director espiritual le aconsejó que más bien se hiciera sacerdote de una diócesis, porque tenía especiales cualidades para párroco. Y a los 30 años fue ordenado sacerdote.


Un amigo suyo y de su familia, el Cardenal Chigi, había sido elegido Sumo Pontífice con el nombre de Alejandro VII, y lo mandó llamar a Roma. Allá le concedió un nombramiento en el Palacio Pontificio y le confió varios cargos de especial responsabilidad.


Y en ese tiempo llegó a Roma la terrible peste de tifo negro (la que había causado la muerte a su santa madre) y el Santo Padre, conociendo la gran caridad de Gregorio, lo nombró presidente de la comisión encargada de atender a los enfermos de tifo. Desde ese momento Gregorio se dedica por muchas horas cada día a visitar enfermos, enterrar muertos, ayudar viudas y huérfanos y a consolar hogares que habrían quedado en la orfandad.


Acabada la peste, el Sumo Pontífice le ofrece nombrarlo obispo de una diócesis muy importante, Bérgamo. El Padre Gregorio le pide que lo deje antes celebrar una misa para saber si Dios quiere que acepte ese cargo. Durante la misa oye un mensaje celestial que le aconseja aceptar el nombramiento. Y le comunica su aceptación al Santo Padre.


Llega a Bérgamo como un sencillo caminante, y a los que proponen hacerle una gran fiesta de recibimiento, les dice que eso que se iba a gastar en fiestas, hay que emplearlo en ayudar a los pobres. Luego él mismo vende todos sus bienes y los reparte entre los necesitados y se propone imitar en todo al gran arzobispo San Carlos Borromeo que vivía dedicado a las almas y a las gentes más abandonadas. En Bérgamo jamás deja de ayudar a quien le pide, y los pobres saben que su generosidad es inmensa.


Propaga libros religiosos entre el pueblo y recomienda mucho los escritos de San Francisco de Sales. En sus viajes misioneros se hospeda en casas de gente muy pobre y come con ellos, sin despreciar a nadie. Después de pasar el día enseñando catecismo y atendiendo gentes muy necesitadas, pasa largas horas de la noche en oración. El portero del palacio tiene orden de llamarlo a cualquier hora de la noche, si algún enfermo lo necesita. Y aun entre lluvias y lodazales, a altas horas de la noche se va a atender moribundos que lo mandan llamar. Y es obispo.


El médico le aconseja que no se desgaste tanto visitando enfermos, pero él le responde: "ese es mi deber, y ¡no puedo obrar de otra manera!".


El Sumo Pontífice lo nombra obispo de una ciudad que está necesitando mucho un obispo santo. Es Padua. Los habitantes de Bérgamo decían: "Los de Milán tuvieron un obispo santo, que fue San Carlos Borromeo. Nosotros también tuvimos un obispo muy santo, Don Gregorio. Que gran lástima que se lo lleven de aquí".


En Padua se encuentra con que los muchachos no saben el catecismo y los mayores no van a Misa los domingos. Se dedica él personalmente a organizar las clases de catecismo y a invitar a todos a la S. Misa. Recorrió personalmente las 320 parroquias de la diócesis. Organizó a los párrocos y formó gran número de catequistas. Aun a las regiones más difíciles de llegar, las visitó, con grandes sacrificios y peligros. En pocos años la diócesis de Padua era otra totalmente distinta. La había transformado su santo obispo.


El nuevo Pontífice Inocencio XI nombró Cardenal a Monseñor Gregorio Barbarigo, como premio a sus incansables labores de apostolado. El siguió trabajando como si fuera un sencillo sacerdote.


Fundó imprentas para propagar los libros religiosos, y se esmeró con todas sus fuerzas por formar lo mejor posible a los seminaristas para que llegaran a ser excelentes sacerdotes.


Todos estaban de acuerdo en que su conducta era ejemplar en todos los aspectos y en que su generosidad con los pobres era no sólo generosa sino casi exagerada. La gente decía: "Monseñor es misericordioso con todos. Con el único con el cual es severo es consigo mismo". Su seminario llegó a tener fama de ser uno de los mejores de Europa, y su imprenta divulgó por todas partes las publicaciones religiosas. El andaba repitiendo: "para el cuerpo basta poco alimento y ordinario, pero para el alma son necesarias muchas lecturas y que sean bien espirituales".


San Gregorio Barbarigo murió el 18 de junio de 1697 y fue beatificado en 1761 y canonizado por S.S. Juan XXIII, el 26 de mayo de 1959.



3:58 p.m.
Esta santa tuvo la dicha de ser sobrina de un santo (San Alejo Falconieri, hermano de su padre) y de ser dirigida espiritualmente por otro santo (San Felipe Benicio).

Nació en Florencia en el año 1270. Su padre era riquísimo y había construido por su propia cuenta un templo en honor de la Sma. Virgen de quien era sumamente devoto.


Los papacitos habían suplicado por muchos años a Dios que les concediera descendencia y al fin consiguieron que les diera esta hija que iba a ser su gloria y su alegría.


De joven era tan virtuosa, que San Alejo le dijo a la mamá de Juliana: "Dios no sólo te dio una hija, sino que te regaló un verdadero ángel".


De niña acostumbraba pasar largos ratos rezando en el templo, por lo cual la mamá le repetía: "Si no concedes más tiempo a la costura y a la cocina, no vas a encontrar marido". Pero aquella amenaza no le producía ningún temor, ya que sentía una inmensa inclinación hacia la virginidad. Habiendo muerto su padre cuando ella era muy pequeña, la mamá y el tío le prepararon un honroso matrimonio, pero ella los llamó aparte y les dijo que había tomado la decisión inquebrantable de quedarse soltera y dedicar su vida a la oración, a la meditación, a la caridad y al apostolado. Tenía apenas 15 años.


Bien preparada por su tío, San Alejo (fundador de los Siervos de María) recibió del gran apóstol San Felipe Benicio el distintivo de Terciaria de los Siervos de María. Este distintivo era un manto sobre la cabeza. Ella siguió viviendo en su casa con la mamá, pero observando una conducta tan religiosa y tan santa como la de una fervorosa religiosa. A otras les agradó este modo de practicar la vida religiosa (quedándose con sus familiares, pero observando una conducta como la de una santa monja) y siguieron su ejemplo. Todas llevaban como distintivo un manto sobre la cabeza, por lo cual la gente las llamaba: las muchachas de la pañoleta.


Creció mucho el número de las jóvenes Terciarias (se llaman terciarias a las que pertenecen a la tercera rama de una comunidad religiosa; la primera son los hombres; la segunda son las monjas y la tercera son las personas laicas que viven en el mundo pero llevando una conducta como de gente muy piadosa) y tuvieron que conseguir una casa para reunirse. Entonces ellas eligieron como superiora a Juliana. Su asociación tomó el nombre de "Siervas de la Virgen María". Durante 35 años, hasta su muerte, dirigió nuestra santa a esta piadosa asociación, llevándola a un alto grado de perfección.


Juliana se propuso un Reglamento sumamente riguroso. Ayunaba tres días por semana, y a veces pasaba días sin comer bocado (sobre todo cuando se dedicaba a altísimas oraciones). Esto hizo que se enfermara muy gravemente del estómago (úlcera llamaríamos quizás hoy a la tal enfermedad). Los viernes los dedicaba a meditar en la Pasión y Muerte de Jesucristo. Los sábados a pensar y leer acerca de la Santísima Viren (de quien fue supremamante devota desde sus primeros años). Muchas veces dormía sobre el duro suelo. Se propuso hacer los oficios más humildes de la casa, y tratar a cada una de sus compañeras como si fuera muy superior a ella (cumpliendo lo que recomienda San Pablo: "Considerad a los demás como superiores en todo a vosotros)."(Filip. 2,3).


Redactó para su comunidad un Reglamento que fue aprobado después por 4 Sumos Pontífices (Honorio IV, Nicolás IV, Benedicto XI y Martín V). Ella misma era la más exacta en cumplir cada uno de los artículos del Reglamento, dando así muy buen ejemplo a todas.


Los que tuvieron que tratar con ella estuvieron de acuerdo en que su caridad, su amabilidad y su inclinación a buscar el bien de las almas de los demás, eran extraordinarias. La gente gozaba al recibir las demostraciones de su afectuosa bondad. Nunca dejaba escapar una oportunidad de ayudar a los que necesitaban de su colaboración.


Los sacerdotes decían que a los pecadores les hacían mayor bien los sencillos consejos de esta sencilla religiosa seglar, que los sermones de los mejores predicadores. Muchos pecadores se convirtieron de su vida de maldad, después de tener una charla con Juliana, la de la "pañoleta".


Enemigos que se odiaban a muerte, hacían las paces y se declaraban para siempre la paz, cuando la santa se dedicaba a volverlos otra vez a la amistad.


Pasaba horas y horas seguidas dedicada a la oración, sin sentir pasar el tiempo. A quien le preguntaba por qué se estaba tanto tiempo de rodillas, le respondía: "Es para alejar las tentaciones".


Muchos días los pasó solamente con la Sagrada Comunión, sin ningún alimento más.

Su fama de santidad se extendió por todos los alrededores de la casa donde vivía y por toda la ciudad. Y por medio de sus fervorosas oraciones consiguió favores especialísimos para quienes se encomendaban a sus plegarias.


En su última enfermedad, a la edad de 71 años, ya su estómago no le recibía ningún alimento. Vomitaba todo lo que comía. Así que tuvo que dejar de recibir la Sagrada Comunión. Y esto constituía para Juliana la más grande mortificación y penitencia. Y sucedió que en la última visita que le hizo el sacerdote, llevando el Santísimo Sacramento, la santa, sabiendo que no podía comulgar, pidió que le colocaran sobre su corazón un mantel blanco y sobre este mantel la Santa Hostia. Y he aquí que de un momento a otro, la Hostia Consagrada desapareció y nadie la pudo encontrar. Ella había pedido poder recibir a Jesús Sacramentado antes de morir, y su estómago no le permitía, pero su fe le consiguió el prodigio de poder comulgar. Después de muerta encontraron sobre su corazón, en la piel, una cicatriz redonda, como si hubieran cortado para que pasara una Hostia.


En recuerdo de esto, sus religiosas llevan siempre sobre su hábito, en el lado del corazón, una medalla donde está grabada una Santa Hostia.


Tan pronto como la Hostia Consagrada colocada sobre su corazón desapareció, Juliana, con una expresión de inmensa alegría en su rostro, como si estuviera en éxtasis, murió llena de amor hacia Nuestro Señor.


En su sepulcro se obraron numerosos milagros. Y nosotros le pedimos a tan grande santa que nos obtenga de Dios que también a la hora de nuestra muerte, recibamos con todo el fervor posible la Sagrada Hostia, donde está el cuerpo Santísimo de Cristo.


Fue canonizada por Clemente XII el 16 de junio de 1737.



3:58 p.m.
Osanna Andreasi nació el 17 de enero del año 1449 en Mantua (Italia) de padres allegados a la familia Gonzaga, que gobernaba el ducado de Mantua en el siglo XV.

Desde su primera juventud, habiendo rehusado al matrimonio, vistió el hábito de las Hermanas de la Penitencia de Santo Domingo, cultivando en grado sumo las virtudes cristianas, en especial la humildad. Rigió el ducado de Mantua en 1478 en ausencia del duque Federico de Gonzaga.


Pudo valerse de la prudente dirección espiritual del celebérrimo teólogo Francisco de Silvestri (llamado el Ferrarense) que fue después Maestro de la Orden y escribió la biografía de ella.


Alegre y caritativa unió con admirable sabiduría la contemplación de los misterios divinos con las ocupaciones del gobierno y la práctica de las buenas obras, como lo atestiguan sus numerosas cartas.


Llena de gracias místicas extraordinarias murió el 18 de junio de 1505 y su cuerpo se venera en la catedral de Mantua.


A los diez años de su muerte León X permitió su culto en la diócesis de Mantua en 1515, e Inocencio XII lo confirmó universalmente el 27 de noviembre de 1694.



3:58 p.m.
Nacida por el año 1126 en Alemania, radicada y educada en un monasterio Benedictino cerca de Bonn, Alemania, desde los 12 años de edad.

Isabel llegó a ver el monasterio como su propia casa, e hizo votos en 1147.


Ella fue vidente, empezando en 1152 comenzó a tener éxtasis místicos y visiones, poseía el don de la profecía, y sufrió ataques de fuerzas demoniacas.


Con la ayuda de su hermano Egberto, monje y abad, escribió tres volúmenes que describen sus visiones.


Fue abadesa de Schönau desde 1157 hasta su muerte, el 18 de junio de 1164.


Nunca a sido formalmente canonizada, pero su nombre consta en el Martirologio Romano.



3:58 p.m.
Stephen (en castellano Esteban) Sandor nació en Szolnok, Hungría, el 26 de noviembre de 1914, hijo de Esteban y María Fekete, primero de tres hermanos. Su padre trabajaba para los Ferrocarriles del Estado y su madre en la casa. Ambos le dieron a sus hijos un profundo espíritu religioso. Esteban estudiaba en la ciudad habiendo obtenido un diploma en metalúrgica. Cuando joven era admirado por sus amigos, y era alegre, serio y amable. Le gustaba andar con sus amigos y era un líder entre ellos, al igual que lo fue Juan Bosco entre los jóvenes de Chieri. Ayudó a estudiar y rezar a sus hermanos menores, dándoles su propio ejemplo. Fue ferviente devoto al momento de su Confirmación y prometió imitar a San Pedro, cuyo nombre tomó para la Confirmación.

Conoció a Don Bosco a través del Boletín Salesiano


Todos los días ayudaba a Misa en los Franciscanos y comulgaba. Leyendo el Boletín Salesiano llegó a conocer a Don Bosco. Inmediatamente se sintió atraído por el carisma salesiano. Habló con su director espiritual, expresándole su deseo de entrar a la Congregación Salesiana. Habló con sus padres sobre ello. No le dieron permiso y buscaron disuadirlo. Pero Esteban terminó convenciéndolos y en 1936 fue aceptado en el Clarisseum, donde hizo el aspirantado de dos años. Hizo un curso de imprenta en la Imprenta “Don Bosco”. Inició su noviciado, el que fue interrumpido por el servicio militar.


Maestro ejemplar


En 1939 empezó a completar su noviciado e hizo sus primeros votos el 8 de setiembre de 1940. Enviado al Clarisseum, inmediatamente empezó a dar cursos técnicos. También era ayudante en el Oratorio, algo que hizo competentemente y con entusiasmo. Apadrinó a los Jóvenes Trabajadores Católicos. Su grupo fue reconocido como el mejor en el Movimiento. Siguiendo el ejemplo de Don Bosco, se convirtió en un maestro ejemplar. En 1942 fue llamado nuevamente al frente, y ganó una medalla de plata por su valentía militar. Hizo de las trincheras un oratorio festivo, animando a sus amigos jóvenes al estilo Salesiano.


Maestro de imprenta y Hermano Salesiano


Al finalizar la Segunda Guerra Mundial se involucró en la reconstrucción de la sociedad moral y materialmente, especialmente en el caso de la gente joven pobre, de la que se rodeó para enseñarles algún oficio. El 24 de julio de 1946 hizo su profesión perpetua como Hermano Salesiano. En 1948 obtuvo el título de Maestro de Imprenta. Cuando sus alumnos completaban sus estudios, eran empleados por las mejores imprentas del país y de la ciudad.


Causal por martirio


Se inició un período de persecución a los colegios católicos, así que tuvieron que cerrar. Esteban trabajaba en la imprenta, pero tuvo que escapar y refugiarse en las Casas Salesianas, trabajando bajo un nombre falso en imprentas públicas.


En julio de 1952 fue arrestado mientras trabajaba, y sus cofrades nunca más lo vieron. Un documento oficial certifica el proceso y la condena a muerte por ejecución en la horca el 8 de junio de 1953. Su Causa por martirio fue abierta en Budapest el 24 de mayo de 2006.


El 28 de marzo de 2013 S.S. Francisco firmó el decreto reconociemdo el martirio de este Siervo de Dios, la fecha de la ceremonia de beatificación aún no ha sido señalada.



11:20 a.m.
La lejana historia de Avito la conoce plenamente sólo Dios; los documentos que tenemos hoy muestran el núcleo histórico de su existencia santa, pero a falta de otros datos, los relatos posteriores hablan de él con los adornos añadidos por la fábula y la devoción popular menos exigente con la verdad histórica y más condescendiente con los efluvios de la piedad.

Se dice de él que nació en la zona de Orleáns, teniendo por padres a unos cristianos pobres y que, cuando era pequeño conoció a los monjes de la abadía de Micy que está próxima a la ciudad; llevado de la curiosidad propia de los niños, les preguntó, quienes eran, qué hacían, por qué vivían lejos de la gente y para qué servían. Esas preguntas, contestadas con simpatía y desparpajo por alguno de aquellos frailes que tenía gracejo y estaba lleno de sentido sobrenatural, dichas al alcance de una cabecita pequeña dieron fruto con el paso de los años. Un buen día, aquella curiosidad se convirtió en deseo de imitarlos, pero con tal gana y empeño que el joven Avito ruega al abad Maximino o Mesmino que le admita en el monasterio y que si no puede ser como monje, que lo admita como criado. Está dispuesto a no dejar la puerta del convento y a morir de frío y de hambre hasta conseguir lo que pide.


Cuentan de él que la primera época de fraile la vivió tan amable, servicial y obediente que su sencillez y deseos de agradar a la comunidad a veces fue considerado por algunos como una actitud que rayaba con lo estúpido.


De todos modos, el abad experimentado descubre el regalo que les ha llegado del cielo; el abad le encomienda muy pronto el oficio de ecónomo y pasa a ser el responsable de preparar las cosas que atañen en el convento al alimento de los frailes; debe cuidar de que no les falte el alimento necesario, ha de disponer el orden de las comidas, cuidar del pobre almacén, reponer alimentos y reservar una parte para los pobres cosa en la que siempre se mostró lleno de generosidad. Que lo hiciera bien o mal en preparar la intendencia sólo Dios lo sabe, pero el resultado fue la continua crítica y murmuración que provocó en los compañeros de salmos.


La situación de aparente fracaso le llevó a replantearse con mayor seriedad sus deseos de soledad. Resuelve el asunto, después de haberlo rezado y pensando Dios le pedía un cambio; organiza una trama nocturna consistente en introducirse en la celda del abad, esperar a que lo rinda el sueño y meter bajo su almohada las llaves de ecónomo, simbolizando con ello su renuncia al cargo. Se marcha del monasterio. Ahora sí que podrá en el bosque cercano dedicarse a la oración y penitencia a sus anchas sin necesidad de escuchar las protestas de sus hermanos y dando cuenta al abad de su vida de vez en cuando. Intentará imitar a los ermitaños comiendo la yerba, raíces y frutas que encuentre por el campo.


Hizo falta el ruego de los frailes y la intervención del obispo de Orleáns para sacarlo del retiro de Solaña y conseguir que aceptara el gobierno de la abadía, en el año 520, después de la muerte de Maximiano. El nuevo abad hace más con humildad y ejemplo que con mandatos; pero por su medio se restablece la primera disciplina y se eleva el tono sobrenatural del monasterio. Las cosas marchan bien, pero a él le sigue hormigueando en el alma el run-run de la soledad.


Ahora será Percha, más distante y menos accesible el nuevo lugar donde plantará su residencia entre cuevas o chozas de ramas de árboles. Allí no será fácil que le encuentren los monjes en caso de que le busquen; ha llevado con él a otro fraile que también tenía las mismas ansias de soledad. Vivirán como en la primera época en la contemplación y penitencia, metidos en el alejamiento y el silencio. Sólo que no pudo ser por mucho tiempo porque lo descubrió el milagro de Avito: un porquero mudo desde niño, por mandato del santo ha comenzado a hablar, y ya es imposible hacerlo callar. Y la gente se entera ¡Adiós soledad! La noticia del hecho se transmite y la gente acude a ver y a tocar; él catequiza, enseña, reza y hace rezar. Vienen discípulos y, sin quererlo, no hay más remedio que fundar el monasterio que con el tiempo llevará su nombre.


Dicen que a ruegos de Avito, llegaron a soltar en Orleáns a los presos de la cárcel. Y además hablan del ciego curado milagrosamente; y el mismo Lubin, el obispo de Chartres, relata la resurrección de un monje. Y con el rey Clodomiro, el hijo de Clodoveo y Clotilde, tiene palabras de paz intercediendo por el preso rey de Borgoña, Segismundo y su familia.


Después de muerto, refieren de él muchos milagros y le atribuyen bastantes victorias guerreras logradas por su intercesión.


Avito terminó sus días el 17 de junio del año 530. Chateaudrum y Orleáns se distribuirán posteriormente sus preciosas reliquias.



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Joseph-Marie Cassant nació el 6 de marzo de 1878 en Casseneuil, en el Lot-et-Garonne (diócesis de Agen, Francia) en una familia de agricultores que ya contaba con un hijo varón de nueve años.

Estudió en el internado de los hermanos de San Juan Bautista de la Salle de Casseneuil, donde tuvo dificultades debido a su falta de memoria. Tanto en su casa como en el internado recibió una sólida formación cristiana y, poco a poco, creció en él el deseo profundo de ser sacerdote.


Su párroco, D. Filhol, le apreciaba mucho y le ayudó en sus estudios por medio de un vicario, pero su poca memoria siguió siendo un obstáculo para su ingreso en el seminario menor. Mientras tanto, el adolescente fue introduciéndose en el silencio, el recogimiento y la oración. El párroco Filhol le sugirió que se dirigiera a la Trapa: el joven de 16 años aceptó sin dudarlo. Tras un tiempo de prueba en la casa parroquial, Joseph entró en la abadía cisterciense de Santa María del Desierto (diócesis de Toulouse, Francia) el 5 de diciembre de 1894.


En ese momento el maestro de novicios era el Padre André Malet. Él sabia captar las necesidades de las almas y responder a ellas con humanidad. Desde el primer encuentro manifestó su benevolencia: «!Confía! yo te ayudaré a amar a Jesús». Los hermanos del monasterio no tardaron en mostrar aprecio por el recién llegado: Joseph no era ni discutidor ni gruñón, sino que siempre estaba contento y sonriente.


Contemplando frecuentemente a Jesús en su pasión y en la cruz, el joven monje se impregnó del amor a Cristo. El «camino del Corazón de Jesús», que le enseñó el Padre André, es una llamada incesante a vivir el instante presente con paciencia, esperanza y amor. El Hermano Joseph-Marie es consciente de sus lagunas y su debilidad. Pero se fía cada vez más de Jesús que es su fuerza. No le gustan las medias tintas. Quiere darse totalmente a Cristo. Su divisa lo atestigua: «Todo por Jesús, todo por María». Fue admitido a pronunciar sus votos definitivos el 24 de mayo del 1900, en la fiesta de la Ascensión.


A partir de entonces comenzó su preparación al sacerdocio. El Hermano Joseph-Marie lo deseaba sobre todo en función de la Eucaristía. Ésta es para él la realidad presente y viviente de Jesús: el Salvador entregado totalmente a los hombres, cuyo corazón traspasado en la cruz, acoge con ternura a los que acuden a Él con confianza. Los cursos de teología que le dio un hermano poco comprensivo causaron afrentas muy dolorosas en la viva sensibilidad del joven monje. En todas las contradicciones él se apoya en Cristo presente en la Eucaristía, «la única felicidad en la tierra», y confía su sufrimiento al Padre André que lo ilumina y reconforta. Finalmente, habiendo aprobado los exámenes, tiene la inmensa alegría de recibir la ordenación sacerdotal el 12 de octubre de 1902.


Pronto constatan que está afectado de tuberculosis. El mal está muy avanzado. El joven sacerdote no revela sus sufrimientos hasta el momento en que no puede ocultarlos más: por qué quejarse cuando se medita frecuentemente el Vía Crucis del Salvador? A pesar de su estancia de siete semanas con su familia, a petición del Padre Abad, sus fuerzas declinan cada vez más. A su regreso al monasterio, lo mandan a la enfermería donde tuvo una nueva ocasión de ofrecer, por Cristo y la Iglesia, sus sufrimientos físicos cada vez más intolerables, agravados por las negligencias de su enfermero. Más que nunca, el Padre André le escucha, le aconseja y le sostiene. Joseph-Marie dijo: «Cuando no pueda celebrar más la Misa, Jesús podrá retirarme de este mundo». El 17 de Junio de 1903, por la mañana, tras comulgar, el Padre Joseph-Marie alcanzó para siempre a Cristo Jesús.


El 9 de junio de 1984, el Santo Padre Juan Pablo II reconoció la heroicidad de sus virtudes, beatificándolo el 3 de octubre de 2004 en la Plaza de San Pedro en Roma.


A veces se ha subrayado la banalidad de esta corta existencia: dieciséis años discretos pasados en Casseneuil y nueve años en la clausura de un monasterio, haciendo cosas simples: oración, estudios, trabajo. Cosas simples, sí, pero supo vivirlas de forma extraordinaria; pequeñas acciones, pero realizadas con una generosidad sin límites. Cristo puso en su espíritu, limpio como agua de manantial, la convicción de que sólo Dios es la suprema felicidad, que su Reino es semejante a un tesoro escondido y a una perla preciosa.


El mensaje del Padre Joseph-Marie es muy actual: en un mundo de desconfianza, a menudo víctima de la desesperación, pero sediento de amor y de ternura, su vida puede ser una respuesta, sobre todo para los jóvenes que buscan un sentido a la propia vida. Joseph-Marie fue un adolescente sin relieve ni valor a los ojos de los hombres. Debe el acierto de su vida al encuentro impresionante con Jesús. Supo seguirle en una comunidad de hermanos, con el apoyo de un Padre espiritual que fue al mismo tiempo testimonio de Cristo y capaz de acoger y comprender.


Él es para los pequeños y humildes un magnífico modelo. Les enseña cómo vivir, día tras día, para Cristo, con amor, energía y fidelidad, aceptando ser ayudados por un hermano o una hermana experimentados, capaces de conducirlos tras las huellas de Jesús.


Reproducido con autorización de Vatican.va



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Alberto Adamo Chmielowski, Santo
Alberto Adamo Chmielowski, Santo

Fundador


Martirologio Romano: En Cracovia, en Polonia, san Alberto (Adán) Chmielowski, religioso, célebre pintor, el cual se entregó a los pobres procurando ser bueno con todos, y fundó las Congregaciones de Hermanos y Hermanas de la Tercera Orden de San Francisco, siervos de los pobres (1916).

Alberto Chmielowski nació en Igolomia, cerca de Cracovia (Polonia), el 20 de agosto de 1845, de padres nobles. Creció en un clima de ideales patrióticos, de una profunda fe en Dios y de amor cristiano hacia los pobres. Quedó huérfano muy pronto y sus familiares se hicieron cargo de él y de los demás hermanos. A los 18 años se matriculó en el Instituto Politécnico de Pulawy. Tomó parte en la insurrección de Polonia en 1863. Cayó prisionero y se le amputó una pierna a causa de una herida. Al fracasar la insurrección, se trasladó al extranjero, huyendo de la represalia zarista.


En Gante (Bélgica) inició estudios de ingeniería. Dotado de buenas cualidades artísticas, decidió estudiar pintura en París y en Munich. En 1874, maduro ya como artista, regresó a Polonia, decidido a dedicar “el arte, el talento y sus aspiraciones a la gloria de Dios”. Uno de los mejores cuadros, el “Ecce Homo”, fue el resultado de una experiencia profunda del amor misericordioso de Cristo hacia el hombre, experiencia que llevó a Chmielowski a su transformación espiritual.


En 1880 entró en la Compañía de Jesús como hermano lego. Después de seis meses tuvo que dejar el noviciado por su mala salud. Acercándose a la miseria material y moral de quienes carecen de techo y a los desheredados en los dormitorios públicos de Cracovia, descubrió en la dignidad menospreciada de aquellos pobrecillos el rostro humillado de Cristo, y decidió por amor del Señor renunciar al arte y vivir al lado de los marginados una vida pobre, dedicándoles toda su persona.


El 25 de agosto de 1887 vistió el sayal gris y tomó el nombre de hermano Alberto. Pasado un año, pronunció los votos religiosos, iniciando la congregación de los Hermanos de la Orden Tercera de San Francisco, denominados Siervos de los Pobres o Albertinos. En 1891 fundó la rama femenina de la misma congregación (Albertinas) con la finalidad de socorrer a las mujeres necesitadas y a los niños. El hermano Alberto organizó asilos para pobres, casas para mutilados e incurables, envió a las hermanas a trabajar en hospitales militares y lazaretos, fundó comedores públicos para pobres, orfanatorios para niños y jóvenes sin techo. Todos contaban con su ayuda, sin distinción de religión o nacionalidad.


Para su acción caritativa tomaba fuerza del misterio de la Eucaristía y de la Cruz. A pesar de su invalidez, viajaba mucho para fundar nuevos asilos en otras ciudades de Polonia y para visitar las casas religiosas. Gracias a su espíritu emprendedor, cuando murió dejó fundadas 21 casas religiosas en las cuales prestaban su trabajo 40 hermanos y 120 religiosos. Murió pobre entre los pobres, de cáncer de estómago, el día de Navidad de 1916 en Cracovia, en el asilo que él mismo fundó. Antes de su muerte dijo a los hermanos y hermanas, señalando a la Virgen de Czestochowa: “Esta Virgen es vuestra fundadora, recordadlo”. Y “Ante todo, observad la pobreza”. Enseñó a todos con el ejemplo de su vida que “es necesario ser buenos como el pan, que está en la mesa, y que cada cual puede tomar para satisfacer









Alberto Adamo Chmielowski, Santo
Alberto Adamo Chmielowski, Santo

el hambre”.

Es considerado entre sus hermanos el San Francisco polaco del siglo XX.


El hermano Alberto fue beatificado en Cracovia el 22 de junio de 1983 por el Papa Juan Pablo II, quien también lo canonizó el 12 de noviembre de 1989 en Roma.


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ACI PRENSA


La vida del Santo que inspiró la vocación del

Papa Juan Pablo II


Alberto, en su juventud, luchó por la libertad de su patria; luego se dedicó al estudio y al ejercicio de su vocación artística en el campo de la pintura; pero pronto centró su vida en el seguimiento de Cristo que atiende a los más pobres y necesitados; los "Albertinos" y "Albertinas", por él fundados en el seno de la Orden Tercera de San Francisco, han seguido y ampliado su obra y su estilo humilde y fraterno.

Alberto Chmielowski, en el siglo Adán, nació en Igolomia, cerca de Cracovia (Polonia), el 20 de agosto de 1845, de padres nobles: Adalberto y Josefina Borzyslawska. Creció en un clima de ideales patrióticos, de una profunda fe en Dios y de amor cristiano hacia los pobres. Quedó huérfano muy pronto y sus familiares se hicieron cargo de él y de los demás hermanos, ocupándose de su formación.


A los 18 años se matriculó en el Instituto Politécnico de Pulawy. Tomó parte en la insurrección de Polonia en 1863. Cayó prisionero y se le amputó una pierna a causa de una herida. Al fracasar la insurrección, se trasladó al extranjero, huyendo de la represalia zarista. En Gante (Bélgica) inició estudios de ingeniería. Dotado de buenas cualidades artísticas, decidió estudiar pintura en París y en Munich. En 1874, maduro ya como artista, regresó a Polonia, decidido a dedicar «el arte, el talento y sus aspiraciones a la gloria de Dios». Comenzaron así a predominar en sus actividades artísticas los temas religiosos. Uno de los mejores cuadros, el «Ecce Homo», fue el resultado de una experiencia profunda del amor misericordioso de Cristo hacia el hombre, experiencia que llevó a Chmielowski a su transformación espiritual.


En 1880 entró en la Compañía de Jesús como hermano lego. Después de seis meses tuvo que dejar el noviciado por su mala salud. Superada una profunda crisis espiritual, comenzó una nueva vida, dedicada totalmente a Dios y a los hermanos. Acercándose a la miseria material y moral de quienes carecen de techo y a los desheredados en los dormitorios públicos de Cracovia, descubrió en la dignidad menospreciada de aquellos pobrecillos el rostro humillado de Cristo, y decidió por amor del Señor renunciar al arte y vivir al lado de los marginados una vida pobre, dedicándoles toda su persona.


El 25 de agosto de 1887 vistió el sayal gris y tomó el nombre de hermano Alberto. Pasado un año, pronunció los votos religiosos, iniciando la congregación de los Hermanos de la Orden Tercera de San Francisco, denominados Siervos de los Pobres o Albertinos. En 1891 fundó la rama femenina de la misma congregación (Albertinas) con la finalidad de socorrer a las mujeres necesitadas y a los niños. El hermano Alberto organizó asilos para pobres, casas para mutilados e incurables, envió a las hermanas a trabajar en hospitales militares y lazaretos, fundó comedores públicos para pobres, y asilos y orfanotrofios para niños y jóvenes sin techo. En los asilos para los pobres, los hambrientos recibían pan; los sin techo, alojamiento; los desnudos, vestidos; y los desocupados eran orientados a un trabajo. Todos contaban con su ayuda, sin distinción de religión o nacionalidad. En la medida en que satisfacía las necesidades elementales de los pobres, el hermano Alberto se ocupaba también paternalmente de sus almas, tratando de reavivar en ellos la dignidad humana, ayudándoles a reconciliarse con Dios.


Tomaba fuerza del misterio de la Eucaristía y de la Cruz para su acción caritativa. A pesar de su invalidez, viajaba mucho para fundar nuevos asilos en otras ciudades de Polonia y para visitar las casas religiosas. Gracias a su espíritu emprendedor, cuando murió dejó fundadas 21 casas religiosas en las cuales prestaban su trabajo 40 hermanos y 120 religiosos.


Murió, de cáncer de estómago, el día de Navidad de 1916 en Cracovia, en el asilo por él fundado, pobre entre los pobres.


Antes de su muerte dijo a los hermanos y hermanas, señalando a la Virgen de Czestochowa: «Esta Virgen es vuestra fundadora, recordadlo». Y: «Ante todo, observad la pobreza». Su entera dedicación a Dios mediante el servicio a los más necesitados, su pobreza evangélica a imitación de San Francisco de Asís, su filial confianza en la divina Providencia, su espíritu de oración y su unión con Dios en el trabajo de cada día son la herencia que ha dejado el hermano Alberto a sus hijos e hijas espirituales. Enseñó a todos con el ejemplo de su vida que «es necesario ser buenos como el pan, que está en la mesa, y que cada cual puede tomar para satisfacer el hambre».


La herencia espiritual del hermano Alberto pervive en sus congregaciones, que extienden su acción misionera por tierras de Polonia, Italia, Estados Unidos y Argentina. Convencidos de la santidad del hermano Alberto, sus contemporáneos lo definieron como «el hombre más grande de su generación». Considerado el San Francisco polaco del siglo XX, el hermano Alberto fue beatificado en Cracovia el 22 de junio de 1983 por el Papa Juan Pablo II, quien también lo canonizó el 12 de noviembre de 1989 en Roma.



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Nació en el año 1117 en Pisa (Italia). Sus padres, Gandulfo Scacceri, próspero comerciante, y Mingarda, perteneciente a la noble familia de los Buzzacherini, deseosos de impartirle una educación rigurosa a su único hijo, encomendaron su formación al sacerdote don Enrico de San Martino. Pero Rainiero, particularmente dotado para la música (tocaba la lira) y para el canto, prefería las diversiones y la vagancia a los estudios.

De nada valieron los esfuerzos de sus padres por conducirlo a un comportamiento más cristiano, pues el joven pisano descuidó tanto las enseñanzas de sus padres como las de don Enrico. No obstante, a los 19 años su vida cambió. Fue crucial, para su conversión y decisión de abrazar plenamente la fe y vivir en extrema austeridad, su encuentro con el eremita Alberto, establecido en el monasterio pisano de San Vito y del cual escuchó sus consejos y lo hizo su modelo.

Cuatro años después, hacia el 1140, se embarcó rumbo a Tierra Santa decidido a imitar fielmente a Cristo en los lugares donde nuestro Señor había consumado su sacrificio.


Permaneció ahí por trece años, viviendo exclusivamente de limosnas, comiendo dos veces a la semana y exponiendo su cuerpo a grandes sacrificios. Además, peregrinaba en repetidas ocasiones a todos los lugares santos, demorándose de preferencia en el Calvario cerca del Santo Sepulcro, donde recibió de un sacerdote la túnica pelosa del eremita, la "pilurica", con la cual es representado en la iconografía.


Regresó a Pisa en 1153, rodeado de fama de santidad por los muchos milagros que Dios operó a través de su mano en Tierra Santa. Fue acogido por los canónigos de la Catedral y por el pueblo, quienes estaban al corriente de su admirable vida. Vivió un año en calidad de oblato en el monasterio de San Andrés, en Chinseca, y de ahí se transfirió a San Vito, donde desarrolló una intensa actividad apostólica con la venia del clero, predicando como simple laico y obrando numerosas conversiones.


Tanta era su fama de santidad que a su muerte, acaecida el 17 de junio de 1161, fue súbitamente proclamado santo, y este día -en el que actualmente le conmemoramos- fue declarado fiesta de precepto.


En 1632 el Arzobispo de Pisa, el Clero local, el Magistrado pisano, con la anuencia de la sacra Congregación de los Ritos, eligieron a Rainiero patrono principal de la ciudad y de la diócesis; y en 1689 fueron solemnemente colocados sus restos sobre el altar mayor de la Catedral pisana.



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Etimológicamente significa “Dios escucha”. Viene de la lengua hebrea.

Esta primavera es visible donde el espíritu de misericordia aparece para humanizar nuestro corazón por la claridad de un amor fraterno. Y allí se enciende una hoguera.


Incluso bajo las cenizas, una brasa continuará ardiendo.


Ismael y dos hermanos, Manuel y Savelio, eran primaveras en su tierra porque quisieron humanizar a los pueblos.


Eran muy conocidos en Calcedonia y Bitinia. ¿Por qué razón?, te preguntarás.


Y es muy sencilla. Querían que Juliano el Apóstata y el rey de Persia llegaran a un acuerdo para que reinase la paz entre los súbditos.


Ellos, en el hogar, habían recibido una densa y práctica formación cristiana, al mismo tiempo que una amplia cultura.


Todo se debió, en gran parte, a su preceptor Eunoico.


El testimonio de sus vidas les llevó, sin querer, a verse envueltos en un acontecimiento que dio lugar a otra dura persecución.


El templo del dios Sol se incendió. Y, naturalmente, les echaron la culpa a ellos.


Vinieron una serie de interrogatorios postizos, una pura farsa. Al final de los mismos, se les entregó al martirio tal día como hoy del año 326.


De las brasas de su martirio por la fe en Cristo, su testimonio continuó ardiendo por siglos y siglos.


Juliano el Apóstata no respetó los tratados de paz, y le hizo la vida imposible a los persas.


Al clavársele una flecha en una batalla, exclamó:"Venciste, Galileo". Juliano el Apóstata murió en el año 363.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!


Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com



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