Ártículos Más Recientes

1:07 a.m.
León XIII el 9 de diciembre de 1886 aprobó su culto.

Juan Forest nació en 1471, probablemente en Oxford, Inglaterra; a los diecisiete años vistió el hábito de los Hermanos Menores en Greenwich. Nueve años después fue enviado a Oxford para los estudios teológicos, realizados los cuales fue ordenado sacerdote y regresó al convento de origen. Del cardenal Wolsey recibió el encargo de predicar en la iglesia de San Pablo de Londres y al mismo tiempo fue escogido por la reina Catalina de Aragón primero como capellán, luego como confesor.


Gozó de la estimación y la amistad de Enrique VIII, hasta cuando Juan se declaró por la validez del matrimonio del rey, que quería disolverlo sosteniendo la invalidez de las primeras nupcias.


Juan Forest, guardián del convento, advirtió a los cohermanos en un capítulo de 1532 que el rey quería suprimir la Orden. Desde el púlpito de la iglesia de San Pablo había defendido enérgicamente la validez de las nupcias puesta en discusión y había hablado abiertamente contra Cromwell e indirectamente contra el rey. La condena papal de 1534 indignó a Enrique VIII, que suprimió los conventos de los franciscanos y les ordenó dispersarse en otros conventos. Al Beato Juan Forest, lo encontramos en prisión en Newgate, hasta 1534.


En 1538 Juan se encontraba en el convento de los Conventuales, en Smithfield. En aquella especie de confinamiento pudo mantener con la reina Catalina, con su dama de compañía Elisabeth Hammon y con el Beato Tomás Abekl una correspondencia que se conserva todavía por lo menos en parte. Escribió también un tratado contra Enrique VIII, que usurpaba el título de cabeza espiritual de la nación. Este tratado irritó al rey, que ordenó fuese arrestado. Conducido al tribunal, fue víctima de un juego de astucia. Se quería que él aceptase en bloque algunos artículos sometidos a su firma, pero cuando pudo leerlos uno por uno, entendió claramente que uno de ellos conllevaba un acto de apostasía. Los rechazó todos juntos y por esto fue condenado a la hoguera.


La ejecución tuvo lugar en Smithfield el 22 de mayo de 1538. En el lugar del suplicio, fue invitado a pedir perdón al rey y a hacer juramento de fidelidad, pero el mártir resistió impávido: antes bien, quiso añadir una bellísima profesión de fe católica: “Creo en la Iglesia, una, santa, católica, apostólica, romana. Juro que no me apartaré jamás del Papa, Vicario de Cristo, sucesor de San Pedro y Obispo de Roma. Aunque bajase un ángel del cielo y me insinuase algo distinto de esto que he creído por toda mi vida, aunque debiera ser despedazado parte por parte, miembro por miembro, quemado, ahorcado o se me infligiera cualquier otro dolor, no me apartaré de mi fe”. Fue atado de los costados y suspendido sobre las llamas. Murió a fuego lento orando e invocando el nombre del Señor. Tenía 67 años.



1:07 a.m.
Maria Doménica nació el 17 de enero de 1789 en Lucca, a los 12 años perdió el padre y a los 22, después de cinco meses de matrimonio, perdió el marido de paro cerebral.

Volvió todo su amor sobre Lorenzo, el único hijo nacido de tal matrimonio, y además dedicándose a las enfermas en las casas particulares. A los 31 años le murió el hijo de 8 años. Aun viviendo la pérdida en el lleno abandono a la voluntad de Dios, el sufrimiento fue enorme.


Rechazó distintas propuestas de matrimonio y siguió con la actividad de asistencia domiciliaria ya iniciada hace algunos años con otras mujeres: la Pía Unión de las Monjas Oblatas de la Caridad que ella misma había fundado. A los 36 años le murió entre los brazos la mamá diciéndole: ¿Haces todo lo que puedes para Dios y para tu Iglesia?


A los 40 años fundó el instituto de las Hermanas Oblatas Enfermeras bajo la protección de Maria SS. Dolorosa y con los consejos de Padre Scalabrini, después 2 años el instituto viene agregado a la Orden de los Camilianos con el nombre de Ministras de los Enfermos. La actividad fue enfocada sobre enfermas y niños, pero Maria Doménica pasaba también mucho tiempo en la formación de sus hijas espirituales y en la oración enfocada sobre el Jesús que sufre. Exhortaba a sí misma y a sus hijas a rezar antes de ir a asistir a las enfermas: "cuando Irán a los enfermos, recuerdan que están asistiendo a un Dios humanizado y expirante sobre la cruz".


Los puntos fijos de su vida fueron dos: la caridad heroica para descubrir y servir a Jesús en los enfermos y la transformación del sufrimiento propio en amor hacia el otro. La condición para vivir estas dos actitudes era una profunda humildad y apertura de corazón a los deseos de Dios. Maria Dominica construyó paz en sí (un corazón unificado en el amor) y alrededor de a sí (en la familia, en la comunidad, en la Iglesia), compartiendo esto sobre todo con los enfermos.


El 22 de mayo de 1868 a los 79 años Maria Doménica murió santamente: ¿Yo tengo que morir así? he pedido siempre al Señor tanto amor y tanto dolor? el dolor no me falta, pero ¿el amor?. Muriendo mantuvo en el rostro la misma sonrisa que había habido siempre en vida.



2:12 a.m.
Beata nacida en Rieti en el año 1467 y muerta en Perugia (ciudad de Italia Central y capital de la región de Umbría) en 1501.

Hija de Angelo Antonio Petrozzi y Vanna Guardagnoli, familia de modestos comerciantes, llegó a ser una mujer muy influyente en la sociedad italiana de su época. Cuenta su leyenda que Colomba nace el 2 de febrero de 1467, día de la Presentación del Señor. Sus padres decidieron bautizarla con el nombre de Angélica, pero en el momento del bautismo, apareció sobre ella una paloma blanca y decidieron cambiarlo por el de Colomba (Paloma en castellano).


Manifiesta muy pronto su vocación y su gran devoción por la Virgen. A los doce años comienza a tener visiones; en la primera de ellas, ve a Cristo acompañado por Santo Domingo y San Jerónimo, interpretado por ella como una llamada a su propia vocación. Decide así dedicar su vida a Dios y realiza planes para tener una vida solitaria.


Sin embargo su familia había decidido casarla con un joven de su misma ciudad, sin que ella lo supiera. Colomba en ese momento, y prevenida por otra visión de los planes que sus padres habían decidido para ella, se corta el pelo y se lo entrega al que iba a ser su prometido, negándose así a contraer matrimonio. Vista la oposición de los suyos, Colomba se consagra a Dios, y viste en su propia casa el hábito de la “Penitencia de Santo Domingo”, siguiendo el ejemplo de Santa Catalina de Siena (1347-1380), santa por la que sentía gran devoción. Todo esto haría que su hermano, un joven arrogante y violento, tratara de asesinarla.


Colomba empieza a hacerse célebre en su ciudad por sus visiones y sus éxtasis, además de por sus múltiples milagros. Eran famosos sus grandes ayunos y sus austeras penitencias, en los que se alimentaba únicamente de agua y de la Eucaristía.


A los diecinueve años, ingresa en las Terciarias Dominicas de su ciudad natal, mientras aumenta entre sus conciudadanos su fama de santidad. Buscando alejarse de la presión de la gente, Colomba se traslada a Foligno y de aquí a Perugia en 1488, donde toma solemnemente los votos. Vive allí como priora del convento dedicada a las obras de misericordia, hasta su muerte el 20 de mayo de 1501, festividad de la Ascensión, a la edad de 34 años. Sus reliquias son todavía veneradas en esta ciudad.


Son famosos sus milagros y sus visiones fruto del éxtasis. De entre los milagros, caben destacar dos. El primero, cuenta que en 1494 una terrible plaga de peste asolaba Perugia, por lo que sus habitantes acuden a Colomba que se ofrece como víctima en lugar de la ciudad, erradicándose de inmediato. El segundo milagro consiste en que hizo revivir a un niño ya muerto.


Estando en Perugia entra en contacto con muchas personas que acuden a pedirle consejo, no sólo italianos, también españoles y franceses. Hay reyes como Fernando e Isabel, los Reyes Católicos, y miembros del alto clero, como el cardenal francés Raimondo Perauld, que siguen su ejemplo y mantienen una especial devoción por Colomba.


De sus visiones, caben destacar dos. Colomba siempre había anhelado visitar Tierra Santa. Sin embargo nunca le fue posible viajar, aunque sí lo hizo espiritualmente en un éxtasis que le duró cinco días, en los que fue conducida por todos los Santos Lugares, y que posteriormente describió con absoluta exactitud. La segunda de sus destacadas visiones, tiene que ver con el Papa Alejandro VI (1492-1503), con el que mantuvo serias discrepancias. Durante algún tiempo, fue tratada por la curia romana como una impostora y fue desposeída de su cargo. En 1495, mantiene un encuentro en Perugia con el Papa, en el que cae en éxtasis delante del mismo. En el transcurso de la visita, Colomba recrimina al Pontífice su vida de pecado, y la de sus hijos (parece ser que fue duramente contestada por la hija del Papa, Lucrecia Borgia), así como la impiedad e inmoralidad prevalecientes en la Iglesia durante esta época.


Su confesor Sebastiano Angeli escribe su biografía a principios del siglo XVI, y la diócesis de Perugia-Rieti, interpone un siglo más tarde la causa de canonización. Es nombrada beata el año 1713.


En el arte, se la representa junto a un ángel que le lleva la Eucaristía, o con una mano proveniente del cielo que le acerca la Ostia, además de con una guirnalda de rosas en la cabeza, una cruz, una azucena y un rosario, o con una paloma, un lirio y un libro.


Su experiencia mística, sus éxtasis y sus dotes proféticas, unidas a una no común vida penitencial, hacen de Colomba una figura de fuerte reclamo. El pueblo de Perugia y Rieti, la recuerda como la “santa viva”.


Su labor por la paz, le dio el nombre popular de “Paloma (Columba) de la paz”. Antes de morir llamó a los magistrados para recordarles: “Cuantos no aman a sus hermanos, no son dignos del Padre de todos; el odio provoca la cólera divina y las lágrimas de los oprimidos son la condena de los poderosos” Murió a los treinta y cinco años el 20 de mayo de 1501.


Sus reliquias se conservan en el monasterio de las dominicas de Perugia.


El Papa Urbano VIII, confirmó su culto el 25 de febrero de 1627.



2:12 a.m.
Martirologio Romano: En Botticino Sera, cerca de Brescia, Italia, san Arcángel Tadini, presbítero, que trabajó con empeño por los derechos y la dignidad de los obreros, y fundó la Congregación de Religiosas Obreras de la Santa Casa de Nazaret, dedicada de modo particular a la justicia social. ( 1912)

Fecha de canonización: 26 de abril de 2009, durante el pontificado de S.S. Benedicto XVI



Nació en Verolanuova (Brescia, Italia), el 12 de octubre de 1846. Su padre, secretario del Ayuntamiento, se casó en primeras nupcias con Giulia Gadola, con quien tuvo siete hijos y de la que quedó viudo a los 39 años. Después se casó con su cuñada, Antonia Gadola, madre de Arcángel, el cual fue de salud delicada y precaria. Hizo los estudios primarios en su pueblo natal y luego en el instituto de Lovere, como sus hermanos. En 1864 ingresó en el seminario de Brescia, donde se encontraba también su hermano Julio. En aquel período sufrió un accidente que lo dejó cojo para toda la vida.

En 1870 recibió la ordenación sacerdotal. Eran tiempos duros a consecuencia de la lucha por la unificación de Italia y de las tensiones entre el Estado y la Iglesia, caracterizados por una gran pobreza del pueblo, los enfrentamientos políticos y las primeras tentativas de industrialización; pero, al mismo tiempo, había grandes manifestaciones de caridad cristiana y de una profunda religiosidad popular.


Durante su primer año de ministerio, la enfermedad lo obligó a permanecer con su familia. De 1871 a 1873 fue vicario cooperador en Lodrino, pequeña aldea de montaña, y luego capellán en el santuario de Santa María de la Nuez, barrio de Brescia. En ambos lugares fue, al mismo tiempo, maestro nacional. Su atención a las necesidades de la gente constituyó uno de los rasgos característicos de su ministerio sacerdotal, desde el comienzo: cuando, a causa de un aluvión, muchos de sus feligreses perdieron todos sus bienes, organizó en la casa parroquial un comedor para 300 personas y dio cobijo a los que se habían quedado sin casa. En 1885 fue enviado a Botticino Sera como coadjutor. A los 41 años de edad fue nombrado párroco arcipreste de aquella iglesia. Celebró allí sus 25 años de párroco, poco antes de fallecer.


Amaba a sus feligreses y no escatimaba ningún esfuerzo con tal de lograr que crecieran humana y espiritualmente. Formó un coro, una banda musical y varias hermandades; reestructuró la iglesia; daba la catequesis apropiada a cada persona; y cuidaba con esmero la liturgia. Prestaba atención especial a la celebración de los sacramentos. Preparaba las homilías teniendo presente la Palabra de Dios, la doctrina de la Iglesia y el camino espiritual de sus fieles.


Su atención pastoral, en tiempos de la primera revolución industrial, se centró, sobre todo, en la pobreza. Se dio cuenta de que la Iglesia era interpelada por los que sufrían en las fábricas, en las hilanderías y en los campos. Siguiendo el ejemplo de otros sacerdotes, fundó la Asociación obrera de mutuo socorro, que garantizaba a las obreras una ayuda en caso de enfermedad, accidente laboral, invalidez o vejez. Los trabajadores más explotados eran las jóvenes; por eso, a ellas dedicó la mayor parte de sus fuerzas. Impulsado por la encíclica Rerum novarum del Papa León xiii, e interpretando los signos de los tiempos, proyectó y construyó una fábrica de tejidos con su patrimonio familiar. En 1895 quedó concluida, con instalaciones y maquinaria de vanguardia. Tres años más tarde, adquirió con un préstamo la casa anexa con el fin de hacer una residencia para las obreras.


Para educarlas fundó, con muchas dificultades, la congregación de las religiosas Obreras de la Santa Casa de Nazaret. Estas religiosas entraban a trabajar en las industrias con las obreras para compartir sus fatigas y tensiones, ganándose el pan con el trabajo; se preocupan de las muchachas y las educan con el ejemplo.


A sus religiosas, y también a las familias, don Arcángel propuso como modelo la Sagrada Familia de Nazaret, en la que Jesús, José y María trabajaron y vivieron con humildad y sencillez. Nuestro Señor no sólo se sacrificó en la cruz, sino que antes, durante 30 años, no se avergonzó de utilizar los instrumentos de carpintero, ni de tener las manos encallecidas y la frente bañada de sudor. Les enseñaba a aceptar la fatiga y las dificultades, ya que nos permiten cooperar en la redención.


A pesar de su frágil salud, don Arcángel sacaba fuerzas de su íntima unión con el Señor, acompañada por la penitencia y la oración. Su confianza en la Providencia era ilimitada. Su humildad y obediencia a sus superiores brillaban en las dificultades.


Debido a sus iniciativas, don Tadini fue objeto de calumnias e incomprensiones, incluso en el ámbito de la Iglesia. En realidad, anticipó los tiempos: intuyó que la religiosa, obrera entre las obreras, podía facilitar una comprensión más positiva del mundo del trabajo, ya no considerado como un lugar contrario a la Iglesia, sino como un ambiente necesitado de fermento evangélico, un mundo con el cual encontrarse más que oponérsele.


Era consciente de que su obra era precursora, pero estaba firmemente convencido de que no era suya, sino de Dios: "Dios la ha querido, la guía, la perfecciona, la lleva a término". Don Tadini, hombre emprendedor, fue un sacerdote auténtico, supo conjugar sabiamente riesgo y fe, amor a los hombres y amor a Dios, austeridad y ternura.


La muerte lo sorprendió, el 20 de mayo de 1912, cuando el sueño de su vida aún no se había realizado, pero, como semilla caída en tierra fértil, dio abundantes frutos.


Fue beatificado por el Papa Juan Pablo II el 3 de octubre de 1999. Con su canonización, Benedicto XVI lo pone como ejemplo a los sacerdotes, lo indica como intercesor a las familias y lo presenta como protector a los trabajadores.



2:12 a.m.
Nació el 28 de mayo de 1852 en Issum, en la Baja Renania (Alemania). Era la mayor de siete hermanos. Ya desde su infancia mostró gran preocupación por los pobres y por los que sufren, a quienes visitaba con su madre. También cuidaba con responsabilidad a sus hermanos menores. Cuando dejó la escuela, contribuyó a los ingresos familiares con su trabajo como tejedora de seda. Ya en su juventud comenzaron a manifestarse las cualidades que la caracterizarían: su naturaleza maternal y jovial, la amabilidad y la compasión. Siempre buscaba a los enfermos y necesitados, y la gente se dirigía a ella en busca de consejo para resolver sus problemas. Sin que ella misma lo supiera, Dios estaba preparando el carácter y los talentos que necesitaría para sus futuras tareas.

A los 19 años entró a formar parte de la Tercera Orden de San Francisco. En ese suelo fértil desarrolló una gran sencillez, tanto en la oración como en su trato con los demás, además de la confianza en Dios y su capacidad de entrega total. Su deseo de consagrarse a Dios fue creciendo en la medida en que absorbía el espíritu de san Francisco, pero la Kulturkampf («lucha por la cultura»), que implicaba una serie de leyes anticatólicas y que por entonces reinaba en Alemania, hacía imposible la vida religiosa. A esto se sumó la promesa que hizo a su madre agonizante de ocuparse de sus hermanos menores. La idea de la vida religiosa parecía cada vez más imposible.


Algunos años más tarde, a través de un aprendiz de su padre, Hendrina encontró el camino que la llevaría a Steyl y a pedirle al fundador de la Sociedad del Verbo Divino, Arnoldo Janssen, que la aceptara en la Casa Misional como Ayudante de cocina. Su intención profunda era apoyar la causa misionera con su trabajo en la cocina. Cuando llegó a Steyl tenía casi 32 años de edad. La carta a Arnoldo Janssen era una expresión de su espiritualidad y de su profundo deseo dedicarse totalmente a la tarea misional. No tenía grandes planes. Simplemente llevaba a cabo lo que reconocía como la voluntad de Dios en cada momento.


Su decisión de vivir en la Casa Misional como ayudante de cocina implicaba para ella, al igual que para su compañera Elena, descender hasta el nivel más bajo de la escala social. Así comenzó una vida de duro trabajo y de renuncias que duraría cinco años, mientras esperaba el momento de la fundación femenina. El 8 de diciembre de 1889, ella y un pequeño grupo de compañeras comenzaron su postulantado. Era la piedra fundamental de la nueva congregación, las Siervas del Espíritu Santo. Luego siguió el noviciado y los primeros votos, emitidos en marzo de 1894, con los que Hendrina recibió el nombre de Josefa.


La ahora hermana Josefa era responsable de dirigir los aspectos prácticos de la casa. Más tarde se convertiría en maestra de postulantes. Se caracterizó por su gran comprensión de la naturaleza humana y mostró su capacidad para introducir a las jóvenes en la vida religiosa con sabiduría y empatía. Luego el convento se abriría para retiros de mujeres, un apostolado que implicaba trabajo extra para las hermanas. Pronto se agregarían el estudio de idiomas y un curso de capacitación docente.


A la hermana Josefa se la conocía sobre todo por su amor a la oración. En medio de sus múltiples tareas, progresaba cada vez más en el. silencio interior y la verdadera contemplación. El rosario y ciertas jaculatorias, como la invocación «¡Ven, Espíritu Santo!», la llevaban a la presencia interior de Dios en su corazón.


Cuando la hermana María Elena pasó a la rama de clausura, Siervas del Espíritu Santo de Adoración Perpetua, la hermana Josefa asumió la dirección de la comunidad de las hermanas misioneras. A pesar del peso de las tareas y las exigencias de una comunidad grande y joven, no se perdió en el activismo. En lo profundo de su corazón permanecía en unión con Dios y supo mantener la paz interior.


Los últimos meses de la vida de la hermana Josefa estuvieron marcados por una grave y dolorosa enfermedad. Ya en su lecho de muerte, en medio de un ataque de asma, entregó su testamento espiritual a las hermanas: cada respiro de una Sierva del Espíritu Santo debía decir «¡Ven, Espíritu Santo!».


Murió en Stevl el 20 de mayo de 1903.


Fue beatificada el 29 de Junio del 2008 en el pontificado de S.S. Benedicto XVI.


Reproducido con autorización de Vatican.va



12:08 a.m.
Nacido en Isernia, Italia (1221)

Nombre: Pietro Angelari de Murrone

Pontificado: Elegido, 5 Julio 1294, ordenado obispo de Roma, 29 agosto, Renuncia el 13 Diciembre, 1294.

Muere en Ferentino, 19 Mayo 1296.

Unico Papa que ha abdicado. Ultimo Papa que lleva ese nombre.

Etimológicamente significa “ hijo del cielo”. Viene de la lengua latina.


Este joven, nacido en el seno de una familia numerosa, 12 hijos, nació en Abruzzos, Italia. El mismo cuenta en su autobiografía:" Mis padres tuvieron doce hijos, como Jacob, y su mayor deseo era ofrecer alguno al Señor. Fue escogido el undécimo, que se llamaba Pedro, como fue escogido José, en casa de Jacob".


Pedro le decía a menudo a su madre:"Quiero ser un buen siervo de Dios". Este joven comenzó a distinguirse entre sus familiares por su alto grado de humildad. Le encantaba vivir solo como un ermitaño. Por eso se fue a una cueva. A ella acudía multitud de gente a hacerle consultas.


Ordenado de sacerdote en Roma, volvió a la cueva de nuevo. No se atrevía a celebrar la misa. Entonces oyó una voz del cielo que le decía:"Celebra la Misa, hijo".


Su fama de santidad se extendió por todos los contornos. Le siguieron muchos discípulos con los que fundó la Orden de los Celestinos, que más tarde se unió a los Benedictinos.


Cuando menos lo esperaba, se presentaron ante él varios obispos para notificarle que había sido elegido Papa. Era ya un anciano de 73 años.


Estamos en el año 1294. Todos lo aceptaron bien porque la Iglesia necesitaba un Papa santo para que acabara con las intrigas de los Orsinis y Colonnas en la administración burocrática del Vaticano.


Por otra parte, la Iglesia llevaba nada menos que dos años sin Papa.


Al ser nombrado Pontífice, se puso el nombre de Celestino V. Imitando a Jesús, entró montado en un burro. Tras bajarse, los cardenales lo recibieron con alegría. Pero en lugar de irse al Vaticano, se marchó al Palacio Real de Nápoles. Aquí mandó construir una cabaña para vivir mejor en soledad. Al no tener experiencia diplomática, lo pasó francamente mal.


Por eso presentó su renuncia. Duró en el Papado tan sólo 5 meses. El 13 de diciembre de 1294 abdicó Celestino V y once días después el cardenal Gaetano fue elegido papa en el cónclave celebrado en el Castel Nuovo de Nápoles. Tomó el nombre de Bonifacio VIII y fue coronado y consagrado en Roma el 24 de diciembre de 1294. Al día siguiente emitió su primera encíclica en la que anunciaba la renuncia de su antecesor y su propia elevación a la máxima dignidad de la Cristiandad. Después, con la aprobación de los cardenales, revocó todos los derechos y privilegios otorgados por Celestino. Para evitar un posible cisma, Bonifacio VIII ordenó custodiar a Celestino V en Castello di Fumone (Frosinone), donde éste permaneció hasta su muerte (1296).1


El Papa Clemente V lo hizo santo en Avignon en 1313.


¡Felicidades a quienes lleven este nombre!


1 FUENTE: texto extraido de http://ift.tt/TkxGK7



12:08 a.m.
Nací con el nombre de Pietro (Pedro) Fiorentti, en Viterbo, Italia, el 13 de noviembre de 1668.

A pesar de que me consideran un santo alegre, la impresión que me queda de mi infancia es la muerte de mi padre, Ubaldo. Menos mal que mi tío Francisco -su hermano- me quería mucho y me envió, primero, a la escuela de los Jesuitas para que aprendiera gramática y, después, me acogió como aprendiz en su taller de zapatero, donde estuve hasta los 25 años en que me fui a los frailes.


Recuerdo que, de pequeño, me daba por ayudar misas y ayunar; y como era de natural delgaducho y enfermizo, mi tío solía decirle a mi madre: «Tú vales para criar pollos, pero no hijos. ¿No ves que el niño no crece porque no come?» Y en adelante él se encargaba de hacerme comer; pero al ver que seguía igual de pequeño y escuchimizado se dio por vencido y le dijo a mi madre: «Déjalo que haga lo que quiera, porque mejor será tener en casa un santo delgado que un pecador gordo».


Capuchino como San Félix


La gota que colmó el vaso para que me decidiera a hacerme Capuchino fue el ver a un grupo de novicios que había bajado a la iglesia con motivo de unas rogativas para pedir la lluvia; pero en realidad ya lo había pensado mucho y había leído y releído la Regla de San Francisco, por lo que mi opción era madura. Además no quería ser sacerdote, sino como San Félix de Cantalicio, hermano laico.


Inmediatamente me fui a hablar con el Provincial, quien me admitió en la Orden, pensando que ya estaba todo superado, pero no fue así. Los primeros que se opusieron fueron mis familiares, empezando por mi madre. La pobre ya era mayor y con una hija soltera a su cargo; además, no comprendía que, habiendo hecho los estudios con los Jesuitas, no quisiera ser sacerdote sino laico. Sin embargo, la decisión estaba tomada. Procuré que las atendieran unas personas del pueblo y me marché al noviciado.


Cual no sería mi sorpresa al comprobar que, a



pesar de haberme admitido ya el Provincial, el maestro de novicios se negaba a recibirme. Ante mi insistencia me contestó: «Bueno, si al Provincial le compete el recibir a los novicios, a mí me toca probarlos».

Y bien que me probó. Lo primero que hizo fue darme una azada y enviarme al huerto a cavar mañana y tarde. En vista de que resistía, me mandó como ayudante del limosnero para que cargara con la alforja, a ver si aguantaba las caminatas bajo el sol y la lluvia. Y las aguanté. Por último, no se le ocurrió otra cosa que nombrarme enfermero para que atendiera a un fraile tuberculoso. Parece que no lo hice del todo mal, pues tanto el enfermo como el maestro de novicios se ufanaban, cuando ya eran viejos, de haberme tenido como enfermero y como novicio.


Una vez profesé me enviaron por distintos conventos, hasta que recalé en Orvieto. Allí estuve durante cuarenta años de limosnero; es decir, toda mi vida, pues sólo me llevaron a Roma para morir.


Durante los cincuenta años que estuve con los frailes hice de todo menos de zapatero, que era mi profesión. Fui cocinero, enfermero, hortelano y limosnero; y es que yo no era una bestia para estar en la sombra, sino al fuego y al sol; es decir, que debía estar o en la cocina o en la huerta. Sin embargo la mayoría de mi vida se quemó buscando comida para los frailes y atendiendo las necesidades de la gente.


Pidiendo pan y dando cariño


Lo primero que hacía antes de salir del convento era cantar el Ave, maris stella; después, rosario en mano, me dirigía a la limosna, que, de ordinario, solía hacer pronto. Para ahorrar tiempo le pedía antes al cocinero qué necesitaba, y así me limitaba a pedir solamente lo necesario.


Como había muchos pobres, procuraba dirigir las limosnas que sobraban a una casa del pueblo para que desde allí se redistribuyeran; así satisfacía la solidaridad de los pudientes y la necesidad de los pobres.


Tan convencido estaba de que gran parte de la miseria proviene de la injusticia, que no me podía contener ante los abusos de los patronos para con los trabajadores. Cuando alguno tenía que venir al convento procuraba que lo trataran bien, porque al trabajo hay que ir de buena gana.


Una vez que un defraudador me pidió que rogara por su salud, le contesté que cuando pagase lo que debía a sus acreedores y a su servidumbre entonces pediría a la Virgen que lo curara. Y es que me gustaba visitar a los enfermos y encarcelados; no sólo para darles buenos consejos sino para remediarles, en la medida de mis posibilidades, sus necesidades.


No sé por qué, la gente acudía a mí en busca de remedios y se iba con la sensación de que hacía milagros. Incluso me cortaban trozos del manto para hacerse reliquias; hasta que no pude más y les grité: «Pero ¿qué hacéis? Cuánto mejor sería que le cortaseis la cola a un perro.. . ¿Estáis locos? ¡Tanto alboroto por un asno que pasa!»


Sin embargo no todo era pedir limosna y atender a la gente. Esto era la consecuencia. Mi opción había sido seguir a Jesús y eso conlleva mucho tiempo de estar con él y aprender sus actitudes. Mi devoción a la Virgen me ayudó mucho. Me gustaba exteriorizar mis sentimientos para con ella adornando sus altares. Cuando estuve trabajando de hortelano coloqué una imagen de María en una pequeña cabaña. Delante de ella esparcía restos de semillas y migajas de pan para que se acercasen los pájaros, se alimentasen y cantasen, ya que hubiera querido que todas las criaturas del universo se juntasen para alabar en todo momento a la madre de Dios.


El reuma y la gota acabaron conmigo. Ya no podía casi andar y tuve que retirarme a la enfermería de Roma. Pero allí también la gente venía a buscarme. ¿Por qué la gente acudía a mí si no era ni santo ni profeta?


En el mes de mayo la enfermedad fue a más. Para no estropear la fiesta de San Félix le aseguré al enfermero que no me moriría ni el 17 ni el 18. Y, efectivamente, el Señor me escuchó y me llevó en su compañía el 19 de mayo de 1750.


Tengo el singular honor de ser el primer santo canonizado por el Papa Juan Pablo II, acto que se realizó el 20 de junio de 1982.



12:07 a.m.
Etimológicamente significa “ amigo del templo”. Viene de la lengua alemana.

Nacido alrededor del año 730 en York, Inglaterra.


En York estudió en la escuela principal que había entonces. No era otra que la episcopal.


En ella se enseñaban artes y letras, gramática y la Santa Biblia.


Desde joven se distinguió por su amo al estudio. Se pasaba horas enteras leyendo en la biblioteca libros clásicos, como Aristóteles, Virgilio y Cicerón.


Por eso, no es de extrañar que apenas terminara sus estudios, lo nombrasen profesor.


Tuvo la suerte de acompañar a su obispo a Roma. De regreso, se encontró con Carlomagno en Parma, Italia. A raíz de este encuentro, nació una profunda amistad entre ambos.


Una vez que su misión había concluido, Alcuino se fue a la corte de Carlomagno.


Llevado por su amor a la cultura, fundó la escuela del palacio. Al mismo tiempo que daba clases, atendía la abadía de san Josse-sur-Mer, del a que llegó a ser su abad.


Más tarde, el emperador le nombró abad de la abadía de san Martín de Tours.


A pesar de tantas concesiones, Alcuino mantenía a raya al emperador. No se dejaba embaucar. Por eso en una carta le dijo:” Uno se puede sentir atraído por la fe, pero nunca forzado”.


Murió en el año 804 en Tours, Francia.



12:07 a.m.
Mateo de Termini nació en la primera mitad del Siglo XIII en Termini, una villa de Sicilia, situación de la cual se deriva su nombre. Debido a que esa villa perteneció a la Arquidiócesis de Palermo, algunas veces este personaje es llamado también como Panormitano. El Breviario se expresa de él en términos de quem Thermenses at Panormitani civem suum esse dicunt. Al entrar a la religión cambió su nombre por el de Agostino, y más tarde agregó el de Novello, un título sugerido por su gran erudición y virtud.

Sus padres pertenecían a una familia noble que originalmente había venido de Cataluña, España, lo educaron de manera cuidadosa y le instruyeron en las ciencias conocidas. Primero la educación la recibió en casa, y luego en la ciudad de Boloña, donde en sus estudios consiguió altos honores especialmente en las ramas de ley civil y canónica. Al regreso a su tierra nativa, tuvo muchas posiciones de honor en la magistratura, realizando las tareas que imponían los diferentes cargos con prudencia y exactitud, a tal grado, que el rey de Sicilia, Manfredo, lo nombró como uno de sus asesores.


Fue de esta manera como acompañó al rey en su guerra contra Carlos de Anjou, quien le disputaba a Manfredo su derecho a la corona de Sicilia. En la batalla en la cual Manfredo fue muerto, el propio Agostino quedó en el campo de batalla en medio de los cuerpos de otros soldados. Permaneció inconsciente, pero después fue capaz de llegar a casa, y desilusionado con el mundo y con lo efímero de la gloria terrestre, se determinó a servir al Rey de Reyes, Jesucristo, desdeñando todos los honores y dignidades del mundo, al seguir la inspiración celestial.


Pidió ser admitido como hermano laico en la Orden de San Agustín, y fue recibido en el Convento de Tuscana, donde vivió desconocido para el mundo, lejos de su hogar y de su gente. Aquí se dedicó a los ejercicios de piedad y vivó tranquilamente, hasta que un imprevisto accidente le llevó de vuelta al mundo.


Lo que ocurrió fue que algunas propiedades que pertenecían al convento fueron reclamadas como propias por un diestro e instruido abogado de Siena, Giacomo Pallares. Agostino, en un documento escrito, defendió los derechos de la hermandad. Pallares sospechó que debajo del hábito de un hermano laico, se escondía quizá un jurista, de manera que le indicó que deseaba verlo. Para su sorpresa, reconoció en el religioso a su ex compañero de estudios de abogacía en la Universidad de Boloña, Mateo di Termini.


Una vez que lo hubo reconocido, Pallares no perdió tiempo en hacerle ver a los monjes a la persona y la preparación que tenían entre ellos. Cuando el General de la Orden, Clemente de Osimo se enteró de esto, hizo que Agostino, bajo los votos de obediencia, recibiera las Santas Ordenes y lo nombró como uno de sus asociados. Agostino reformó las Constituciones y coadyuvó a dar mayor esplendor a la Orden, de la cual llegó a ser General, un cargo al cual después renunció para vivir en retiro, dedicando así todo su tiempo al estudio, oración y penitencia. Por esos medios alcanzó un alto grado de perfección.


Antes de esa etapa final, fue nombrado General por Nicolás IV, con el cargo de Confesor y Gran Penitenciario. Una posición que aceptó en nombre de la obediencia, y con tanta reticencia y protestas, dado que se consideraba no merecedor de ello, que llegó a afectar visiblemente, al Papa y a los Cardenales.


En su retiro del convento de San Leonardo, cerca de Siena, se dedicó a la práctica de las virtudes propias del estado religioso, lo que llevó en grado heroico, pero también consumido por un ardiente sentido de la caridad. Debido a ello recolectó medios y fue capaz de prácticamente reconstruir un excelente hospicio y hospital para los enfermos y personas de avanzada edad, que no tenían medios para cuidar de si mismos durante los períodos de enfermedad, ni tenían un lugar para pasar sus últimos días.


Muchos milagros se han conseguido por medio de la intersección del Bendito Agostino, los que fueron confirmados y autenticados. Clemente XIII solemnemente lo beatificó, y Clemente XIV autorizó su culto el 23 de julio de 1770.



12:07 a.m.
Nació en el año 909 en Baltonsborough, Glastonbury, Inglaterra.

Hijo de Heorstan, un noble de Wessex. Sobrino de San Athelm, y con parentesco con San Alphege de Winchester.


Obispo de Canterbury, Inglaterra. En su infancia y

juventud recibió una buena formación literaria y también en el arte de la pintura, orfebrería y en el manejo del arpa.


A raíz de una grave enfermedad se hizo monje.


Restauró la Abadía de Grastobury, donde poseía una pequeña fragua donde solía fabricar calices y otros objetos necesarios en la abadía.


Justamente en torno a su fragua existen leyendas en las que venció al demonio gracias a su agudeza. Una de ellas cuenta que una vez el diablo se le apareció como una bellísima mujer que intentó seducirlo, pero al ver que nuestro santo se mostraba indeferente retomó su forma real, ante lo que Dunstan optó por agarrarle la nariz con unas tenazas que estaban en el fuego hasta que el demonio aceptara su derrota.


Vivió exiliado en Gante hasta que fue llamado por el rey Edgar y pasó de la sede episcopal de Worchester a la de Londres y finalmente a la de Canterbury.


Se le recuerda como gran renovador de la vida

cristiana en Inglaterra.


Murió en el año 988 en Canterbury.


Es el patrono de los herreros, de los orfebres, de los joyeros, de los cerrajeros y de la diócesis de Charlottetown en Canadá.



1:45 a.m.
Era italiano, de Toscana. En 523 fue elegido Sumo Pontífice. En Italia gobernaba el rey Teodorico que apoyaba la herejía de los arrianos. Y sucedió que el emperador Justino de Constantinopla decretó cerrar todos los templos de los arrianos de esa ciudad y prohibió que los que pertenecían a la herejía arriana ocuparan empleos públicos (los arrianos niegan que Jesucristo es Dios y esto es algo muy grave y contrario a la religión Católica). El rey Teodorico obligó entonces al Papa a que fuera a Constantinopla y tratar de obtener que el emperador Justino quitara las leyes que habían dado contra los arrianos. Pero Juan no tenía ningún interés en que apoyaran a los herejes. Y así lo comprendió la gente de esa gran ciudad.

Más de 15,000 fieles salieron en Constantinopla a recibir al Papa Juan, con velas encendidas en las manos, y estandartes. Y lo hicieron presidir muy solemnemente las fiestas de Navidad. Y claro está que el emperador Justino, aunque les devolvió algunas iglesias a los arrianos, no permitió que ninguno de estos herejes ocupara puestos públicos.


Y Teodorico se encendió en furiosa rabia, y al llegar el Santo Padre a Ravena (la ciudad donde el rey vivía) lo hizo encarcelar y fueron tan crueles los malos tratos que en la cárcel recibió, que al poco tiempo murió. Junto con el Papa fueron martirizados también sus dos grandes consejeros, Boecio y Símaco.


Y dicen los historiadores que el rey Teodorico sintió tan grande remordimiento por haber hecho morir a San Juan Primero, que en adelante lo veía hasta en los pescados que le servían en el almuerzo.



1:45 a.m.
Rafaela María del Rosario Francisca Rudencinda Porras y Ayllón nació en Pedro Abad, Córdoba, el 1 de marzo de 1850.

Era miembro de una familia de once hermanos y dos hermanas. Al morir los padres, las hermanas pasaron un tiempo en las clarisas de Córdoba.


A la edad de 15 años habia hecho voto de castidad perpetua, e intensificó su piedad y obras de caridad.


Con la ayuda de Mons. Ceferino González, la santa y su hermana Dolores fundan el Instituto de Adoradoras del Santísimo Sacramento e Hijas de María Inmaculada, pero al poco tiempo se traslada junto con otras 16 religiosas a Madrid, donde se les concede la aprobación diocesana en 1877, y 10 años más tarde, el Papa León XIII apruebla la Congregación con el nombre de Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús.


Pronto se multiplicaron las fundaciones de nuevas casas: obras de apostolado y adoración reparadora. En la base de todo estaba la altísima y continua oración, que la M. Rafaela vivía e infundia en sus hijas, y sus heroicas virtudes, sobre todo la profundísima humildad, tanto que alguien llamó a la Madre "la humildad hecha carne".


Sin embargo, surgen pronto las desconfianzas, las incomprensiones, el arrinconamiento, el largo y absoluto olvido; graves dificultades que surgieron en el gobierno, la movieron a renunciar a favor de su hermana Dolores. Durante 30 años permaneció en el aislamiento, realizando duros trabajos y sufriendo pacientemente terribles humillaciones.


El Año Santo 1925, el 6 de enero, falleció.


Fue beatificada el 18 de mayo de 1952 y el 23 de enero de 1977 el Papa Paulo VI la canonizó.


En muchos santorales se la recuerda el 6 de enero y en otros el 18 de mayo.



1:45 a.m.








Leonardo Murialdo, Santo
Leonardo Murialdo, Santo

Fundador


Leonardo Murialdo no es un hombre lejano: nace en Turín (Italia) el 26 de octubre de 1828 y muere en la misma ciudad el 30 de marzo de 1900. Es una persona dulce y noble, un hermano que se entrega todo a otros hermanos que no tienen casa y familia, que están solos y sin cariño, que non conocen a Dios.


A los 17 años, después de una crisis religiosa, decide consagrarse a Dios y en 1851 recibe la ordenación sacerdotal. Es el cura de los barrios pobres, el apóstol de los pequeños limpiachimeneas, de los chicos de la calle, de los encarcelados, de los jóvenes obreros.


Piensa en la formación profesional de los jóvenes, en su capacitación para el mundo adulto y obrero. En 1866 acepta dirigir el colegio "Artesanitos", una institución para chicos pobres y huérfanos.


Dócil a la voluntad de Dios y para dar continuidad a su misión educativa, el 19 de marzo de 1873 dio vida a la Congregación de San José (Josefinos de Murialdo), formada por sacerdotes y laicos.


La pedagogía de san Leonardo se puede resumir "en el espíritu de dulzura, de paciencia y de familiaridad, porque éste es el secreto para realizar el bien entre los niños y los jóvenes". Este estilo educativo encuentra su fuente en el amor misericordioso de Dios que Murialdo experimentó desde su juventud. Todo esto se puede resumir en el vivir con los niños y jóvenes como "amigo, hermano y padre".


Hoy los Josefinos de Murialdo continúan en la Iglesia su amor hacia los niños y los jóvenes en los centros juveniles, colegios, casa-hogar, parroquias, misiones... Están presentes en varios países de América Latina, de Europa y de Africa.


El 3 de mayo de 1970 Leonardo Murialdo es proclamado santo por el Papa Pablo VI. Su fiesta se celebra el 30 de Marzo, los salesianos lo festejan el 18 de Mayo.



1:45 a.m.
Rey de Suecia de 1156 a 1160.

Es el fundador de la Casa de Erik. Sus obras se encaminaron a la consolidación y propagación de la fé cristiana en Escandinavia. Es considerado el santo patrón de la ciudad de Estocolmo. Su festividad es el día 18 de mayo.


Nació en Västergötland, hijo de un noble llamado Jedvard (esto se sabe porque un hermano de Erik tenía el patronímico Jedvardsson) del cual no se sabe nada. En 1150 fue electo rey por los suecos de Uppland, al mismo tiempo que reinaba en Suecia Sverker I, por lo que Erik fue rival de éste último. Después del asesinato de Sverker en 1154, Erik fue el soberano de toda Suecia, aunque algunos historiadores medievales, como Saxo Grammaticus, lo consideran un usurpador.


Probablemente su derecho a ocupar el trono le venía por su matrimonio con Cristina Bjørnsdatter, noble danesa nieta del rey Inge I de Suecia.


Las obras conocidas durante su reinado tienen un carácter religioso. Se terminó y consagró la Catedral de la Vieja Uppsala. Contando con el apoyo y consejo de San Enrique, Erik emprendió la primera Cruzada de Finlandia en 1155, con el fin de cristianizar a los finlandeses paganos. Esta cruenta guerra finalizaría con la victoria de Erik y constituiría el fundamento para un largo dominio sueco en Finlandia, que duraría hasta el siglo XIX.


Murió asesinado en 1160 el día de la Ascensión del Señor, junto a la Catedral de la Vieja Uppsala, cuando salía de misa. Fue abordado por varios hombres, derribado de su caballo y decapitado. Los sospechosos eran gente ligada a la Casa de Sverker, que pretendía controlar nuevamente el gobierno de Suecia. La Leyenda de San Erik, un manuscrito medieval que narra la vida del monarca, culpa al príncipe danés Magnus Henriksen, pretendiente al trono sueco. Magnus habría obtenido el apoyo de algún sector de la nobleza sueca, que decidió deshacerse de Erik, probablemente por su impopular política de pagar diezmo a la iglesia.


Fue sepultado en la catedral de Gamla Uppsala. En 1167 sus restos fueron guardados como reliquias, y en 1273 trasladados a la nueva Catedral de Uppsala, sede del nuevo arzobispado.


Es considerado el santo patrono de Estocolmo y el escudo de armas de la ciudad contiene la efigie del rey.



1:45 a.m.
Nació en Cantalicio (Italia) en 1513. Hijo de dos campesinos muy pobres y muy piadosos. De niño tuvo por oficio pastorear ovejas, y allá en el campo, trazaba una cruz en la corteza de un árbol, y ante esa cruz pasaba horas rezando. Le encantaba rezar el Santo Rosario. Y decía que en cualquier oficio y a cualquier hora hay que acordarse de Dios y ofrecer por El todo lo que se hace o sufre.

Cuando ya era mayor, un día estaba arando el campo y de pronto los bueyes se asustaron y se le lanzaron encima. Al sentir que iba a morir allí pisoteado, prometió a Nuestro Señor dedicarse a una vida más perfecta. Salió ileso del accidente y al oír leer un libro de vidas de santos sintió un fuerte deseo de imitar a los grandes amigos de Dios en la oración y en la penitencia. Entonces le preguntó a un amigo cuál era la Comunidad religiosa más exigente y fervorosa que existía en ese entonces. El otro le dijo que eran los padres Capuchinos. Y hacia allá se dirigió a pedir que lo admitieran.


El superior, para que no se hiciera ilusiones le describió de manera muy fuerte las penitencias que había que hacer en aquella comunidad y la gran pobreza en que allí se vivía. Félix le preguntó: "Padre ¿en mi habitación hay un crucifijo?". "Sí, lo habrá", le dijo el superior. "Pues bastará mirar a Cristo Crucificado y su ejemplo me animará a sufrir con paciencia". El superior comprendió que este joven amaba y meditaba la Pasión de Cristo, y lo admitió.


El oficio de Félix desde que entró a la comunidad hasta que se murió, fue por 40 años, el de pedir limosna por las calles de Roma, para ayudar a los necesitados. Era un oficio duro, cansado y humillante, pero él lo hacía con una alegría que impresionaba gratamente a la gente. A su compañero de limosnería le decía: "Amigo: los ojos en el suelo, el espíritu en el cielo y en la mano, el santo rosario". Y repetía: "o santo, o nada". "La única tristeza es la de no ser santo". Y con lo que recogía ayudaba a familias muy necesitadas y a enfermos y gente abandonada.


La gente se admiraba de sus buenos consejos y le preguntaba en qué libro había aprendido tanta sabiduría y él respondía: en un libro que tiene seis páginas: cinco son las heridas de Cristo Crucificado, y la sexta es la Sma. Virgen María.


Siempre alegre, parecía no sufrir. Se chistoseaba con San Felipe Neri. Un día San Felipe le dice: "Fray Félix, que te quemen vivo los herejes, para que te consigas un gran puesto en el cielo". Fray Félix le responde: "Padre Felipe: que lo picadillen los enemigos de la religión para que así se consiga una gran gloria en la eternidad".


Siempre viajaba descalzo por calles y caminos, todos los días. Dormía sobre una tabla. La mayor parte de la noche la pasaba rezando. Se alimentaba con las sobras que quedaban de la mesa de los demás. Cuando ya estaba anciano, un cardenal le dijo: "Fray Félix, ya no cargue más esa maleta de mercados que recoge para los pobres. Ya es tiempo de descansar", y el santo le respondió: "Monseñor: el burro se hizo para llevar cargas. Mi cuerpo es un borriquillo y si lo dejo descansar le puede hacer daño al alma".


Ya desde pequeño nunca se sentía ofendido cuando lo humillaban e insultaban. Cuando alguien lo insultaba u ofendía muy fuertemente le decía: "Que Dios te haga un santo. Pediré a Dios que te haga un buen santo".


Ayunaba muchas veces a pan y agua. Trataba de ocultar los dones sobrenaturales que recibía del cielo, para que nadie los supiera, pero muchas veces mientras ayudaba a Misa se elevaba por los aires.


Eran tantas las veces que repetía la frase "Gracias a Dios", que las gentes sencillas al verlo decían: allá viene el hermanito "Gracias a Dios".


San Carlos Borromeo le pidió unos consejos para obtener que sus sacerdotes se hicieran más santos y le respondió: "Que cada sacerdote se preocupe por celebrar muy bien la Misa y por rezar muy devotamente los salmos que tiene que rezar cada día, el Oficio Divino".


Al franciscano Padre Montalto que iba a ser nombrado Sumo Pontífice le dijo: "Si un día lo nombran Papa, esmérese por ser un verdadero santo, porque si no es así, sería mucho mejor que se quedara como sencillo fraile en un convento". Montalto llegó a ser Papa Sixto V y siempre recordaba el consejo del humilde hermano Félix.


Desde pequeñito se sintió favorecido por la Santísima Virgen y le tuvo un cariño inmenso. Cuando pasaba por frente a las imágenes de Nuestra Señora le repetía aquello que a San Bernardo le agradaba tanto decirle: "Acuérdate que eres mi Madre". Y le decía frecuentemente: "Yo soy siempre un pobre niño y los niños no pueden andar sin la ayuda de la madre. No me sueltes jamás de tus manos".


Pocos minutos antes de morir se llenó de alegría y de emoción y exclamó: "Veo a mi Madre, la Virgen María, que viene rodeada de ángeles a llevarme".


Murió el 18 de mayo de 1587 a los 72 años.


El Papa Sixto V decía que en su tiempo ya se habían obtenido 18 milagros por intercesión de Félix de Cantalicio.


En 1712, el Papa Inocencio XI lo declaró santo.



1:45 a.m.
Camerino, ciudad del ducado de Espoleto, junto a la Marca de Ancona, fue patria, y al mismo tiempo teatro, del glorioso martirio de San Venancio.

Desde la edad de quince años empezó este santo a desear con ansia que todos conociesen y amasen a Jesucristo. Este celo suyo contribuía al crecimiento de la Iglesia y a la ruina de la idolatría.


Llegó esto a oídos de Antíoco, que gobernaba aquella ciudad por orden de Decio. Y, como Venancio supo que le habían mandado prender, él mismo se presentó y le dijo que los dioses que adoraba no eran sino hombres y mujeres de vida estragada y disoluta, invención del diablo, para que en ellos adorasen el vicio; que no hay más que un solo Dios, Criador de Cielo y Tierra, cuyo único Hijo se hizo hombre y se dejó prender y matar para libramos de la servidumbre y dé la muerte que acarrea el pecado.


Irritado el gobernador al ver que un imberbe joven osase vilipendiar en su presencia el culto de los ídolos, mandó a los soldados que le prendiesen y atormentasen del modo más cruel que pudieran imaginar.


Empezaron los verdugos por azotarle con tanta fiereza, que hubiera muerto en este martirio si no enviara Dios un ángel, el cual quebrantó sus prisiones y alejó a los que le maltrataban. Pero estos desventurados, en vez de ablandarse por esta maravilla, más crueles que fieras, colgándole cabeza abajo, le quemaron el cuerpo con planchas encendidas, y le abrían la boca para que, recibiendo el humo, se ahogase.


Muchos de los que presenciaban estos tormentos, viendo la constancia del mártir, se convirtieron a la fe, entre los cuales se cuenta Anastasio Cornientario, admitido después a la palma del martirio.


Antioco, admirado de que Venancio no hubiese todavía muerto, quiso ver si con promesas y halagos le arrancaría de su propósito. Viendo que nada podía conseguir, le llamó y trató de inobediente a sus órdenes, mandando que le partiesen los dientes y las quijadas, y le echasen en un muladar.


Le sacó de allí un ángel; y como le hubiesen llevado ante un juez para oír su sentencia, hablándole Venancio en defensa de la religión cristiana, cayó el juez de su tribunal y murió diciendo que el Dios de Venancio era el verdadero, a quien todos debían adorar, desechando los ídolos.


Antioco, luego que llegó esto a su noticia, mandó que Venancio fuese arrojado a los leones, los cuales, olvidados del hambre y de su natural fiereza, se postraron a sus pies lamiéndole la cara, predicando el mártir entre tanto la fe de Jesucristo al pueblo que había concurrido a aquel espectáculo, y exhortándolo a que obedeciesen al verdadero Dios, supuesto que hasta las bestias fieras se amansaban reconociéndole como a su Señor, traspasando las leyes de la naturaleza por cumplir en todo su divina voluntad. Desesperados con esto los verdugos, volvieron al Santo a la prisión.


El gobernador, ciego ya de ira y de cólera, y cada vez más empedernido y desatinado, dispuso que nuevamente le arrastrasen por lugares ásperos y pedregosos a mil pasos de la ciudad. En este martirio consiguió su corona; obrando antes el santo mártir un prodigio, que fue con la señal de la cruz sacar agua de una piedra para apagar la sed de sus verdugos. Muchos se convirtieron a la fe a vista de esta maravilla, a los cuales, juntamente con Venancio, mandó degollar el gobernador en el mismo sitio. Todo esto acaeció en el año 250.


Fue canonizado por Clemente X.


Baronio dice que las actas de este santo mártir, que vio en Camerino, están llenas de inexactitudes, de las cuales ha entresacado la Iglesia lo que hay de verdad para ponerlo en su Oficio. No debe confundirse este Santo con otro del mismo nombre, obispo y mártir, de que habla el Martirologio el día 1 de Abril.



1:21 a.m.
Es un nombre latino (Honoratus) que significa en primer lugar "persona a la que se honra por sus merecimientos". Como derivado de éste, llegamos al significado de "honrado" que nos es más familiar. Tuvo que ser en los primeros tiempos del cristianismo un sobrenombre bastante frecuente, convertido luego en nombre, puesto que aparecen en el santoral hasta ocho santos así llamados, sin contar el femenino Honorata, con cuyo nombre tenemos una santa (hermana de San Epifanio) que murió en Pavía el año 1500 y San Honorio, nombre de la misma raíz latina y que suele asimilarse con el de Honorato.

San Honorato, patrón de los panaderos, fue obispo de la localidad francesa de Amiens allá por el siglo VI. Nació en Port-leGrand, en Pothieu, no conociéndose con exactitud en que fecha concreta, y murió en la misma localidad un 16 de mayo en la primera mitad del siglo VII (alrededor del 650).


Era miembro de una de las familias más importantes del país y practicó desde la infancia la virtud. Fue San Beat su maestro y su guía espiritual, y fallecido su prelado, y en atención a sus altas virtudes fue escogido para sucederle, pese a su fuerte resistencia, ya que no creía merecer tal honor.


Según cuenta la tradición, durante su consagración, Dios quiso confirmarle con un prodigio, y los asistentes vieron descender sobre su cabeza un rayo divino y un aceite misterioso.


Cuando se supo en Port-leGrand que había sido proclamado al episcopado, su mamá, que estaba en esos momentos cociendo pan en la casa paterna, acogió la buena nueva con completa incredulidad, y dijo que sólo se lo creería si la requemada pala para hornear que tenía en la mano echase raíces y se convirtiese en árbol. Fiel a su palabra, a continuación plantó en el patio de la casa la pala, convirtiéndose en una morera que pronto dio flores y frutos. Todavía en el siglo XVI se seguía enseñando este árbol en la casa paterna de San Honorato. Desde entonces, floristas y panaderos se disputaron el santo patrón.


Volviendo a la vida del santo, después de haberse producido el milagro, se cuenta que durante su episcopado fue honrado con otros sucesos extraordinarios, tales como la invención de los cuerpos de los santos Fuscio, Victorico y Genten, que habían permanecido ocultos de los fieles más de trescientos años. Dicen también de San Honorato, que su obispado fue significado por una serie de prodigios que demostraron su santidad, siendo, además especialmente distinguido por el Señor.


Sigue la leyenda atribuyendo a este santo numerosos milagros durante su vida y después de su muerte. Muchos siglos después de su fallecimiento, para socorrer las necesidades del pueblo en épocas de terrible sequía, el obispo Guy, hijo del conde de Amiens, ordenó una procesión general en la que se llevó la urna con el cuerpo del santo alrededor de los muros de la ciudad, consiguiéndose, al fin, la lluvia tan deseada y necesitada. Se le atribuyen a lo largo de los siglos infinidad de milagros, los paralíticos anduvieron, los sordos oyeron, los ciegos vieron y los prisioneros recobraron la libertad.


San Honorato señalaba claramente a los molineros y a los panaderos como sus protegidos. El culto a San Honorato desbordó los límites del obispado y se extendió, primero, por todo el país, y más tarde, más allá de las fronteras.


En 1202, el panadero Renold Theriens, regaló en París unos terrenos para construir una capilla en honor al santo. Más tarde, esta llegó a ser una de las más ricas de París, dando lugar además a la Rue y al Faubourg Saint Honoré, una de las calles más simpáticas y bulliciosas de la capital gala. En 1400, los panaderos de París establecieron su cofradía en la iglesia de San Honorato, celebrando desde entonces su fiesta patronal el 16 de mayo y propagando esta devoción y patronazgo por todo el mundo.


Era tan grande esta devoción, que en 1659, Luis XIV precisa que cada panadero "debe observar la fiesta de San Honorato, asistir el día 16 de mayo al servicio divino y pagar todos los domingos una retribución para subvenir a las expensas de la comunidad".


De todas formas, no en todos los lugares de religión cristiana o católica, los panaderos rinden culto a San Honorato. En otros sitios lo fue San Ludardo, que en el siglo XIII, ejerció la profesión de panadero; en Saint-Denis lo es San Illes, porque su nombre en griego, significa trigo; en Flandes y en diversaas localidades belgas es San Ambert, obispo de Cambrai, porque un panadero fue curado por su mediación; en Valencia es la Virgen de la Merced; en Castellón, Nuestra Sra. De Lidón; en Zaragoza, Santa Rita de Casia. Sin embargo, no siempre lo ha sido, en Barcelona, fueron también patronos de la panadería San Gim y San Juan del Pan.


Aunque haya lugares concretos en donde no sea San Honorato patrón de los panaderos, lo cierto es que para casi todo el mundo cristiano, no cabe lugar a dudas, a quien se debe venerar. El 16 de mayo ha sido y lo será siempre él día en que los panaderos festejan su patronazgo.



Hermanos Franciscanos

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Con tecnología de Blogger.