Nacido alrededor del año 730 en York, Inglaterra.
En York estudió en la escuela principal que había entonces. No era otra que la episcopal.
En ella se enseñaban artes y letras, gramática y la Santa Biblia.
Desde joven se distinguió por su amo al estudio. Se pasaba horas enteras leyendo en la biblioteca libros clásicos, como Aristóteles, Virgilio y Cicerón.
Por eso, no es de extrañar que apenas terminara sus estudios, lo nombrasen profesor.
Tuvo la suerte de acompañar a su obispo a Roma. De regreso, se encontró con Carlomagno en Parma, Italia. A raíz de este encuentro, nació una profunda amistad entre ambos.
Una vez que su misión había concluido, Alcuino se fue a la corte de Carlomagno.
Llevado por su amor a la cultura, fundó la escuela del palacio. Al mismo tiempo que daba clases, atendía la abadía de san Josse-sur-Mer, del a que llegó a ser su abad.
Más tarde, el emperador le nombró abad de la abadía de san Martín de Tours.
A pesar de tantas concesiones, Alcuino mantenía a raya al emperador. No se dejaba embaucar. Por eso en una carta le dijo:” Uno se puede sentir atraído por la fe, pero nunca forzado”.
Murió en el año 804 en Tours, Francia.
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