Ártículos Más Recientes

12:28 a.m.
Una mártir de la que conocemos muy poco, que en algunas oportunidades es confundida con Santa Afra de Augusta.

La ´pasión´ escrita por autor desconocido, no da información presisa sobre la identidad de la santa, pero se señala que es esposa del noble Italico Brescia.


De acuerdo al relato, Afra estaba en el anfiteatro para ver como iban a ser torturados Faustino y Giovita, quienes, haciendo la señal de la cruz frenaron a cinco toros salvajes que docilmente se pusieron al pie de los santos.


Viendo tal portento, unos tres mil espectadores se convirtieron al cristianismo. Entre ellos estaba Afra, quien fue denunciada como cristiana al emperador Adriano y fue condenada al martirio luego de la decapitación de Faustino y Giovita.


La iglesia, que, al final del siglo III, se dedicó a Santos Faustino y Giovita, construida en el lugar del martirio, en el año 806 fue dedicada a Santa Afra, tras lo cual los cuerpos de los otros santos fueron trasladados a otro templo.


Afra, Faustino y Giovita son los santos patrones de Brescia.



12:28 a.m.
Martirologio Romano: En Tréveris, en Alemania, beato Juan Martín Moyë, presbítero de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París, que en la localidad de Lorena, en Francia, fundó el Instituto de Hermanas de la Divina Providencia, y en China reunió en régimen de vida común a unas vírgenes dedicadas a la enseñanza. Se mostró siempre inflamado por el celo de las almas, aún después de verse obligado a abandonar su patria durante la Revolución Francesa. ( 1730)

Fecha de beatificación: 21 de noviembre de 1954 por el Papa Pío XII.



El fundador de las Hermanas de la Providencia, Jean-Martin Moye (pronunciado ´Moi´), nació en Cutting, Francia, el 27 de enero de 1730, en una de esas buenas fincas del entonces ducado de Lorena, en la comarca de las salinas y las lagunas. Los establos eran amplios, las cosechas diversas y las bodegas de vino bien surtidas. Sus raíces familiares se hunden profundamente en ese territorio. De larga data, sus ancestros están implantados en Lorena.

Sus padres le hacían trabajar en el campo pero también lo hicieron estudiar. Sus profesores sucesivos previeron para él una carrera brillante. En sus estudios se destacó por los conocimientos en idiomas antiguos, en lógica y en historia de la Iglesia.


"Pero la vida real no me tentaba mucho. Fui ordenado sacerdote a los 24 años para ser sacerdote de Jesucristo y nada más. Felizmente no estaba solo. Con otros sacerdotes jóvenes formamos un pequeño grupo. ¿Cuál era nuestra fuerza? Contar más con el dinamismo del espíritu, la oración y la exigencia personal, que con las opiniones del clero mundano."


Juan Martín va y viene por las calles y las callejuelas de sus parroquias sucesivas. Para ver y escuchar, para sentir la sonrisa de un recién nacido que le llevan a bautizar, el amor de una pareja de ancianos, la pobreza oculta de los tugurios. Y la injusticia: conoce jóvenes apenas en la pubertad que por algunos robos menores terminaron en la horca. Conoce también la angustia de las prostitutas de Metz, ciudad que ha sido siempre un bastión de tropas militares. Y comprende que la piedad popular, manifestada en las procesiones, es impotente para detener esos males. Se necesita algo más. Otra cosa muy distinta: Instruir.


Los colegios existen, pero para los burgueses, para los habitantes de la ciudad, para los hombres jóvenes. A las niñas, incluso a las niñas ricas, no se les enseña sino la piedad y cómo ser buenas amas de casa. ¿Y la lectura y la escritura? A veces, si queda un poco de tiempo.


Sin embargo, mucho antes que Freud, Juan Martín está convencido de que todo se hace desde la infancia. Entonces el joven y brillante intelectual formula un proyecto loco: abrir miniescuelas para las niñas en los lugares más pobres y más apartados de Lorena.


"Se necesitaba poder contar con jóvenes libres y dispuestas a todo; a codearse con la miseria y con la incomprensión. Proyecto insensato el mío, ciertamente. Pero como este pensamiento seguía invadiéndome, podía creer que venía de Dios."


Un día, Marguerite Lecomte llega donde él para confesarse. Él no la ha visto antes. Le hace algunas preguntas, y se da cuenta, sorprendido, de que sabe leer y enseña a unas compañeras de trabajo.


Poco después, Margarita entrará de lleno en el proyecto de Juan Martín e irá a vivir a Vigy-Béfey. Más adelante será seguida por muchas otras ´mujeres apóstoles´ que también irán a instruir a las niñitas de los caseríos abandonados.


Y nace así la Congregación de Hermanas de la Providencia.


Pero esas ´mujeres apóstoles´ molestan


En la Lorena de 1762, Moye respondió a una urgencia sociológica. Aportó un remedio eficaz, por medios desconcertantes, a una carencia social de entonces: la ignorancia crasa en la cual se encontraban las niñitas campesinas. Moye es por lo tanto testigo de muchas miserias.


La oposición a Moye crece en el clero y en la alta sociedad de Metz. Y el obispo prohibe abrir nuevas escuelas en los pueblos. Juan Martín entra en una especie de agonía. Su razón y su corazón vacilan.


"Y sin embargo yo quería confiar totalmente en Dios. En el corazón mismo de esta absurda situación, mi amigo el padre Jobal llamó mi atención sobre un detalle. Como se me permitía mantener las escuelas existentes, estas serían cimientos para muchas otras. Vi en esto lo que me gusta llamar ´un signo de la Providencia´. Pudo ser un hecho microscópico, pero resucitó mi esperanza y me llevó a dar un sentido nuevo al acontecimiento."


Algún tiempo después el obispo levanta la prohibición y estimula el desarrollo de las miniescuelas.


Pero a Moye le gusta sembrar. Prefiere dejar la mies a otros. Las misiones extranjeras lo atraen, China sobre todo.


Septiembre de 1772: Juan Martín desembarca en Macao


A China llega un Juan Martín totalmente transformado en ´comerciante´: de cabello largo y barba como los chinos. Y con un apellido que también suena a chino: ´Moi´. Pero el país está prohibido a los misioneros. Va a tener que actuar con astucia. Arrastrarse en los campos de maíz para esconderse. Atravesar a pie altas montañas y a nado varios ríos.


Durante 10 años Moye vivirá lo que no dejó de repetir a las Hermanas: asumir los riesgos que exija una buena obra con confianza en la Providencia. Entre benevolencia y traición estará a merced de la gente. Hasta en su deseo, Juan Martín se entrega a Dios. "No me prometí convertir primero muchas almas sino hacer y sufrir en China lo que Dios quisiera."


Juan Martín es un infatigable caminante y su parroquia es tan extensa como Francia y España juntas. En el camino los chinos lo detienen y lo golpean. "A veces tenía tanto miedo que no sentía el dolor." Entre dos vigías celebra la misa, instruye, exhorta. Observa también, escucha, aprende costumbres, nociones jurídicas cuya sabiduría reconoce. En el contacto con la gente perfecciona rápidamente su chino, hasta el punto de escribir bellos textos de oración en este idioma.


Moye desarrolla varias intuiciones que tuvo en Europa. En primer lugar, en esa época en la que las mujeres no tienen casi derecho a la palabra y ciertamente no en las asambleas, él quiere apoyar su trabajo en jóvenes chinas. Excelentes catequistas, son también voluntarias en casos de hambrunas y pestes. Y bautizan a millares de moribundos, y a muchos niños. Como siempre, allí donde otros no ven sino debilidades, Juan Martín ve en los niños el germen de una gran fuerza. Lucha para que se les reconozca el derecho al bautismo, al dinamismo del Espíritu.


En otras partes lucha contra prácticas usureras fuertemente implantadas en China y que impiden a los pobres salir del círculo infernal de las deudas. En un pequeño seminario en la montaña consagra tiempo a la formación del clero local.


En 1783, después de 10 años de trabajo, agotado por varias enfermedades, Moye vuelve a embarcarse para Francia. Allá, durante 10 años más va a recorrer de nuevo las escuelas de las Hermanas, tentadas a veces por la vida fácil.


Tréveris, Alemania, en la primavera de 1793, rebosa de gente que huye de la Revolución Francesa. La ciudad huele a tifo. Juan Martín, que no ha dejado de prodigar cuidados a los enfermos, contrae el implacable mal. En la cama de una humilde buhardilla espera la muerte. Quiere mirarla de frente. Bendice a algunas Hermanas: "Crezcan y multiplíquense si tal es la voluntad de Dios."


El 4 de mayo vive su muerte como vivió su vida: entregándose sencillamente en las manos de Dios.



11:38 p.m.








Ventura de Spello, Santo
Ventura de Spello, Santo

Confesor

Mayo 3




Etimológicamente significa “augurio”. Viene de la lengua latina.


Cuando se vuelven a abrir las heridas del pasado, ¿te atreverías a perdonar incluso a aquellos que ya no están en esta tierra?


¿Amas sólo a aquellos que te aman? Esto lo puede hacer cualquiera sin necesidad del Evangelio. Rezar por aquellos que te hacen daño no es cualquier cosa.


Fue un confesor del siglo XIV. Es un nombre bastante raro en el calendario, y procede de la Edad Media.


Significa “suerte” y se ponía para desearla al recién nacido. Es más frecuente el nombre compuesto de Buenaventura, que lo llevó el famoso teólogo franciscano de Bagnoreggio.

El más célebre con este nombre vivió en la región italiana de la Umbría. Murió mártir hacia el 1250.


Es posible que por devoción a este santo, el de hoy, en la lejana Spello, recibiese su nombre.

Spello se levanta sobre el monte Subasio, entre Asís y Foligno.


Era ya antigua: once siglos a sus espaldas. Aquí nació Ventura. Descendía de una familia llamada Spellicci. Todavía sigue su genealogía viva en la realidad. El no fue franciscano, en contra de lo que se puede pensar.


Estando en Roma, recibió el hábito de los “Crucíferos”, una Orden que suprimiría más tarde el Papa Alejandro VI.


El estudió en Roma, concretamente, en el monasterio de la Fontana de Trevi.


Todo el mundo lo conocía porque llevaba una gran cruz colgada al pecho.


Mas nunca explicó que aquella cruz era el símbolo del martirio y del sacrificio.


Como era hombre de oración y de trabajo para los demás, fundó en su ciudad un albergue para peregrinos. Murió el año 1300.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!



11:38 p.m.
Las fechas exactas de su pontificado son objeto de polémica entre los historiadores ya que mientras Duchesne lo sitúa entre el 106 y el 115, Lightfoot lo sitúa entre el 109 y el 116.

Existe muy poca evidencia histórica de este pontífice. El historiador de la Iglesia Eusebio de Cesarea, lo cita para decir que su pontificado duró diez años, e Ireneo de Lyon lo incluye como uno de los doce primeros papas en su obra Adversus haereses publicada en el 180 d.C.


La tradición dice que instituyó el uso del agua bendita, a la que había que añadir sal, para purificar las casas cristianas, e introdujo en la eucaristía el pan ácimo y el vino mezclado con agua.


También se dice que sufrió martirio al ser decapitado junto a San Evencio y San Teódulo, aunque esta tradición, que data del siglo V, es objeto de polémica desde que, en el siglo XIX, fueron descubiertos en la vía Nomentana, a las afueras de Roma, los restos de tres personas decapitadas y aunque en un principio se atribuyeron a Alejandro I y a sus dos compañeros de martirio y se trasladaron a la iglesia de Santa Sabina, el cuerpo que en un principio se atribuyó a este Papa parece correponder a otro santo llamado también Alejandro.


Hacia el 115, al final del pontificado de Alejandro I, como obispo de Roma, Ignacio de Antioquía escribe a los romanos ensalzando la dignidad de la Iglesia de Roma.



11:38 p.m.
Eduardo Rosaz, obispo de Susa, miembro de la Orden Franciscana Seglar desde antes de su ordenación sacerdotal, fundador de la Congregación de las «Franciscanas Misioneras de Susa», se distinguió por su entrega al apostolado y por su celo pastoral; dedicó gran atención al clero, llevó vida de pobreza y demostró un exquisito amor a los pobres.

Edoardo Giuseppe Rosaz nació en Susa (Turín, Italia) el 15 de febrero de 1830. Recibió una educación cristiana sólida y genuina. A causa de su frágil salud, sus padres le pusieron un maestro en casa. Cuando tenía diez años, su familia se trasladó a Turín y entonces fue enviado al colegio Gianotti de Saluzzo. Tres años después murió su padre y, al año siguiente, un hermano. A los quince años volvió con su familia a Susa, donde se rodeó de amigos, escogiéndolos entre los jóvenes mejores de la ciudad. Durante las vacaciones instruía a los niños en las verdades religiosas. En 1847 ingresó en el seminario. En 1853 se inscribió en la Tercera Orden de San Francisco, cuyo ideal y espíritu promovió desde ese momento y al que permaneció siempre fiel.


Recibió la ordenación sacerdotal el 10 de junio de 1854. Sin preocuparse de trabajos y molestias, buscaba siempre con alegría el bien espiritual y material de los fieles, y colaboraba con celo y desinterés en el cuidado pastoral, cultivando diversas formas de apostolado: se dedicó con entusiasmo a la predicación, a la catequesis, al ministerio de la reconciliación y a las obras sociales. Alimentaba su vida espiritual con la oración, la meditación, la misa, la adoración eucarística, y fomentaba esto mismo en las religiosas por él fundadas, las Franciscanas Misioneras de Susa. En 1874 fue nombrado rector del seminario de Susa, en cuyo cargo tuvo como principio educativo: «firmeza dulce y dulzura firme», «prevención mejor que castigo».


El 26 de diciembre de 1877 fue nombrado obispo de Susa; recibió la consagración episcopal el 24 de febrero de 1878 en la catedral. En su nuevo cargo se distinguió por su celo, prudencia pastoral, abnegación y dinamismo misionero: dedicó gran atención al clero, para el que fue un buen pastor; potenció el seminario diocesano y visitó varias veces la diócesis, incluso las parroquias más aisladas. Era amigo íntimo de Don Bosco, a quien vio por última vez en Turín en 1888.


Murió la mañana del 3 de mayo de 1903. Fue beatificado por Juan Pablo II el 14 de julio de 1991 en Susa.



11:43 p.m.








Atanasio, Santo
Atanasio, Santo

Obispo y Doctor de la Iglesia




Atanasio nació en Alejandría de Egipto en el año 295, y es la figura más dramática y desconcertante de la rica galería de los Padres de la Iglesia. Tozudo defensor de la ortodoxia durante la gran crisis arriana, inmediatamente después del concilio de Nicea, pagó su heroica resistencia a la herejía con cinco destierros decretados por los emperadores Constantino, Constancio, Julián y Valente. Arrio, un sacerdote salido del seno mismo de la Iglesia de Alejandría, negando la igualdad substancial entre el Padre y el Hijo, amenazaba atacar el corazón mismo del cristianismo. En efecto, si Cristo no es Hijo de Dios, y él mismo no es Dios, ¿a qué queda reducida la redención de la humanidad?


En un mundo que se despertó improvisamente arriano, según la célebre frase de San Jerónimo, quedaba todavía en pie un gran luchador, Atanasio, que a los 33 años fue elevado a la prestigiosa sede episcopal de Alejandría. Tenía el temple del luchador y cuando había que presenter batalla a los adversarios era el primero en partir lanza en ristre: “Yo me alegro de tener que defenderme” escribió en su Apologia por la fuga. Atanasio tenía valentía hasta para vender, pero sabiendo con quién tenía que habérselas (entre las acusaciones de sus calumniadores estaba la de que él había asesinado al obispo Arsenio, que después apareció vivo y sano), no esperaba en casa a que vinieran a amarrarlo. A veces sus fugas fueron sensacionales. El mismo nos habla de ellas con brío.


Pasó sus últimos dos destierros en el desierto, en compañía de sus amigos monjes, esos simpáticos anárquicos de la vida cristiana, que aunque rehuyendo de las normales estructuras de la organización social y eclesiástica, se encontraban bien en compañía de un obispo autoritario e intransigente como Atanasio. Para ellos escribió el batallador obispo de Alejandría una grande obra, la “Historia de los arrianos”, dedicada a los monjes, de la que nos quedan pocas páginas, pero suficientes para revelarnos abiertamente el temperamento de Atanasio: sabe que habla a hombres que no entienden las metáforas, y entonces llama al pan pan y al vino vino: se burla del emperador, llamándolo con apodos irrespetuosos, y se burla también de los adversarios; pero habla con entusiasmo de las verdades que le interesan, para arrancar a los fieles de las garras de los falsos pastores.


Durante las numerosas e involuntarias peregrinaciones llegó a Occidente, a Roma y Tréveris en donde hizo conocer el monaquismo egipcio, como estado de vida organizado de modo muy original en el desierto, presentando al monje ideal en la sugestiva figura de un anacoreta, San Antonio, de quien escribió la célebre Vida, que se puede considerar como una especie de manifiesto del monaquismo. Murió en el año 373.


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11:43 p.m.








Antonino (Antonio) Pierozzi de Florencia, Santo
Antonino (Antonio) Pierozzi de Florencia, Santo

Arzobispo


Antonio Pierozzi, llamado Antonino por su pequeña estatura, nació en 1389, y era hijo de un notario florentino. Desde muy joven entró al convento de los Dominicos, en donde fue recibido por el Beato Juan Dominici, a quien recitó de memoria las Decretales de Gracián, para demostrar su preparación cultural, a pesar de ser autodidacta. Del año 1413, año de su ordenación sacerdotal, al año 1446, cuando fue elegido arzobispo de Florencia, ocupó varios cargos en su Orden: Vicario, Visitador, Prior en Fiesole, en Roma, en Nápoles y en Florencia.


A él se debe el mérito de haber encargado al Beato Angelico la tarea de decorar con frescos el convento de San Marcos en Florencia. Entre tanta actividad maravilla el hecho de haber tenido tiempo para escribir numerosas obras, entre las cuales merece una mención particular la Summa moral, definida “una grande enciclopedia sistemática del pensamiento y de la práctica de la vida cristiana”. En todos sus escritos se nota la tendencia a descartar las “doctrinas sublimes” para detenerse solamente en lo que consideraba útil para él y para los demás.


Era un hombre práctico, sensible a los problemas sociales de su tiempo, deseoso de dar un significado cristiano a los nuevos fermentos humanísticos. Lo llamaban ingeniosamente “Antonino de los consejos” por su extraordinaria versatilidad en el campo religioso, jurídico, político y económico, que lo ocupaba diariamente en audiencias a los numerosos visitantes de toda clase que iban a plantearle sus problemas. Cuando quedó vacante la sede episcopal de Florencia, el Papa Eugenio IV lo nombró arzobispo, parece que por sugerencia del Beato Angelico, que en ese momento estaba en Roma haciendo una obra de arte por encargo del Papa.


El primero en maravillarse, e incluso hasta asustarse ante el inesperado nombramiento, fue el humilde fraile Antonino, que huyó









Antonino (Antonio) Pierozzi de Florencia, Santo
Antonino (Antonio) Pierozzi de Florencia, Santo

a esconderse en Maremma. Su delicada salud y los achaques físicos que lo acompañaron desde su juventud, desde que era novicio, no le impidieron desarrollar una actividad prodigiosa. A lomo de mula cabalgaba como un humilde fraile para visitar todas las parroquias de su diócesis y de las sufragáneas de Fiesole, Pistoia y Prato. El pueblo florentino lo amaba mucho, y él defendió sus derechos aun contra el mismo Cosimo de Medici, de quien era amigo. Humilde e ingenioso, celoso y bondadoso, el buen pastor se entregó de lleno a su grey hasta la víspera de su muerte, el 2 de mayo de 1459. Fue canonizado por Adriano VI el 31 de mayo de 1523.

En muchos lugares a San Antonio de Florencia lo siguen recordando en la fecha en la que apareciá en el antiguo santoral: el 10 de Mayo.



11:43 p.m.
Nacida en el siglo IX en Klingna, Aargau. Miembro de la nobleza Suavia.

Su hermano Hatto fue sacerdote y preboste de la iglesia de San Magno.


Widoroba convirtió su casa en un hospital para la gente pobre que le llevaba su hermano.


En un peregrinaje a Roma, ingresó al monasterio Benedictino de San Gallo, donde trabajó como encuadernadora, ocupándose de bordar y ornar las telas destinadas a cubrir los numerosos y suntuosos manuscritos que poseía este monasterio.


Luego de unos años su vida anacoreta retirandose del monasterio para vivir cerca de la una iglesia que atendia su hermano.


Famosa por su austeridad y su don de profesía. Una de las profesías más famosas fue en la que se anticipó a la invasión hungara a la región, lo que permitió escapar a los monjes y religiosas de San Gallo y San Magno, pero ella se nego a abandonar su celda.


Tan pronto como los bárbaros partieron, Wiborada fue encontrada muerta en su celda, destrozada la cabeza por tres golpes de hacha y bañada en sangre. Era el año 926.


Fue canonizada por el Papa Clemente II en el año 1047, siendo la primera mujer oficialmente canonizada por el Vaticano.



12:11 a.m.








José Obrero, Santo
José Obrero, Santo

Obrero

Mayo 1


Se cristianizó una fiesta que había sido hasta el momento la ocasión anual del trabajador para manifestar sus reivindicaciones, su descontento y hasta sus anhelos. Fácilmente en las grandes ciudades se observaba un paro general y con no menos frecuencia se podían observar las consecuencias sociales que llevan consigo la envidia, el odio y las bajas pasiones repetidamente soliviantadas por los agitadores de turno. En nuestro occidente se aprovechaba también ese momento para lanzar reiteradas calumnias contra la Iglesia que era presentada como fuerza aliada con el capitalismo y consecuentemente como el enemigo de los trabajadores.


Fue después de la época de la industrialización cuando toma cuerpo la fiesta del trabajo. Las grandes masas obreras han salido perjudicadas con el cambio y aparecen extensas masas de proletarios. También hay otros elementos que ayudan a echar leña al fuego del odio: la propaganda socialista-comunista de la lucha de clases.


Era entonces una fiesta basada en el odio de clases con el ingrediente del odio a la religión. Calumnia dicha por los que, en su injusticia, quizá tengan vergüenza de que en otro tiempo fuera la Iglesia la que se ocupó de prestar asistencia a sus antepasados en la cama del hospital en que murieron; o quizá lanzaron esas afirmaciones aquellos que un tanto frágiles de memoria olvidaron que los cuidados de la enseñanza primera los recibieron de unas monjas que no les cobraban a sus padres ni la comida que recibían por caridad; o posiblemente repetían lo que oían a otros sin enterarse de que son la Iglesia aquellas y aquellos que, sin esperar ningún tipo de aplauso humano, queman sus vidas ayudando en todos los campos que pueden a los que aún son más desafortunados en el ancho mundo, como Calcuta, territorios africanos pandemiados de sida, o tierras americanas plenas de abandono y de miseria; allí estuvieron y están, dando del amor que disfrutan, ayudando con lo que tienen y con lo que otros les dan, consolando lo que pueden y siendo testigos del que enseñó que el amor al hombre era la única regla a observar. Y son bien conscientes de que han sido siempre y son hoy los débiles los que están en el punto próximo de mira de la Iglesia. Quizá sean inconscientes, pero el resultado obvio es que su mala propaganda daña a quien hace el bien, aunque con defectos, y, desde luego, deseando mejorar.


El día 1 de Mayo del año 1955, el Papa Pío XII, instituyó la fiesta de San José Obrero. Una fiesta bien distinta que ha de celebrarse desde el punto de partida del amor a Dios y de ahí pasar a la vigilancia por la responsabilidad de todos y de cada uno al amplísimo y complejo mundo de la relación con el prójimo basada en el amor: desde el trabajador al empresario y del trabajo al capital, pasando por poner de relieve y bien manifiesta la dignidad del trabajo -don de Dios- y del trabajador -imagen de Dios-, los derechos a una vivienda digna, a formar familia, al salario justo para alimentarla y a la asistencia social para atenderla, al ocio y a practicar la religión que su conciencia le dicte; además, se recuerda la responsabilidad de los sindicatos para logro de mejoras sociales de los distintos grupos, habida cuenta de las exigencias del bien de toda la colectividad y se aviva también la responsabilidad política del gobernante. Todo esto incluye ¡y mucho más! la doctrina social de la Iglesia porque se toca al hombre al que ella debe anunciar el Evangelio y llevarle la Salvación; así mantuvo siempre su voz la Iglesia y quien tenga voluntad y ojos limpios lo puede leer sin tapujos ni retoques en Rerum novarum, Mater et magistra, Populorum progressio, Laborem exercens, Solicitudo rei socialis, entre otros documentos. Dar doctrina, enseñar donde está la justicia y señalar los límites de la moral; recordar la prioridad del hombre sobre el trabajo, el derecho a un puesto en el tajo común, animar a la revisión de comportamientos abusivos y atentatorios contra la dignidad humana... es su cometido para bien de toda la humanidad; y son principios aplicables al campo y a la industria, al comercio y a la universidad, a la labor manual y a la alta investigación científica, es decir, a todo el variadísimo campo donde se desarrolle la actividad humana.


Nada más natural que fuera el titular de la nueva fiesta cristiana José, esposo de María y padre en funciones de Jesús, el trabajador que no lo tuvo nada fácil a pesar de la nobilísima misión recibida de Dios para la Salvación definitiva y completa de todo hombre; es uno más del pueblo, el trabajador nato que entendió de carencias, supo de estrecheces en su familia y las llevó con dignidad, sufrió emigración forzada, conoció el cansancio del cuerpo por su esfuerzo, sacó adelante su responsabilidad familiar; es decir, vivió como vive cualquier trabajador y probablemente tuvo dificultades laborales mayores que muchos de ellos; se le conoce en su tiempo como José «el artesano» y a Jesús se le da el nombre descriptivo de «el hijo del artesano». Y, por si fuera poco, los designios de Dios cubrían todo su compromiso.


Fiesta sugiere honra a Dios, descanso y regocijo. Pues, ánimo. Honremos a Dios santificando el trabajo diario con el que nos ganamos el pan, descansemos hoy de la labor y disfrutemos la alegría que conlleva compartir lo nuestro con los demás.


Creación y trabajo: Dios creador y el hombre colaborando con él por amor. Meditación sobre el trabajo Jesús Martí Ballester




12:11 a.m.








Jeremías, Santo
Jeremías, Santo

Profeta


Etimológicamente significa “Dios me levanta”. Viene de la lengua hebrea.


Vivió en el año 566 antes de Cristo. Este profeta es uno de los llamados grandes por la extensión de sus escritos. Dios se vale de personas en cada tiempo para hacer el bien y para dar a conocer la buena noticia que viene del cielo.


El vivía feliz con sus padres en una aldea cercana a Jerusalén. De pronto el Señor irrumpió en su vida y le trastornó todos sus planes. Al principio se opuso indicándole que era muy joven y que, además, era tartamudo.


Ante estas palabras, Dios le dijo:" No digas que eres demasiado joven o demasiado débil, porque yo iré contigo y te ayudaré". Le tocó predicar en tiempos difíciles en los que reinaron varios reyes. Profetizó acerca de la destrucción que sufriría Jerusalén. Ante profecías como ésta, alguna gente reaccionaba en contra suya apedreándolo o expulsándolo a otros lugares o naciones.


Entre tanta pena tuvo el consuelo de que el rey Josías lo entendió y le ayudó en suscitar o restaurar la religiosidad del pueblo elegido por Dios, Israel. Otros reyes, sin embargo, le hicieron la vida imposible.


Jeremías, a pesar de su juventud, no tenía pelillos en la lengua para decir las verdades a cualquiera. Cosa que también ocurre con los mártires y profetas de este siglo XXI y del recién acabado XX.


Hubo reyes que se permitieron el lujo de quemarle sus escritos proféticos. Otros lo encarcelaban y le amenazaban con darle muerte si no se callaba.


Estando en estas circunstancias, el Señor que nunca defrauda a nadie que se fíe de él, le dijo estas palabras:" Te haré fuerte como el diamante si no te acobardas. Pero si te dejas llevar por el miedo, me apartaré de ti".


Estas palabras le animaron a proseguir en









Jeremías, Santo
Jeremías, Santo

su labor apostólica. Sentía en sus carnes que parte del pueblo y sus gobernantes “pasaban” de él. "Señor, todos se burlan de mí. Cuando voy por las calles se ríen y y dicen: Allá va el de las malas noticias". Eran los desahogos del profeta ante Dios.

¡Felicidades a quienes lleven este nombre!



12:11 a.m.
Fue rey de la Borgoña desde el 516 hasta su muerte.

Fue hijo del rey Gundebaldo, al que sucedió. Segismundo y su hermano Gundemaro fueron derrotados en batalla por los hijos de Clodoveo I. Segismundo fue capturado por Clodomiro, rey de Orleáns, quien lo mantuvo como prisionero. Gundemaro reunió otro ejército y renconquistó su reino. Mientras tanto, Clodomiro ordenaba la muerte de Segismundo y marchaba con su hermano Teodorico, rey de Austrasia.





Segismundo fue estudiante del Obispo San Avito de Viena, quien le convirtió a la fe católica. Segismundo a construir un monasterio dedicado a San Mauricio en Agaune (Valais) en el 515. Al año siguiente se convirtió en el rey de Borgoña.

Cuando su hijo Sigerico se opuso a él e insultó a su nueva esposa, en el 517, Segismundo ordenó su muerte por estrangulamiento. Después, con el remordimiento se retira al monasterio que había fundado.


En el 523, dirigió a los burgundios contra la invasión de Childeberto I, Clotario I y Teodeberto I. Aunque se puso el hábito de monje y se escondió en una celda cerca de su abadía, fue capturado por Clotario,llevado a Orleáns y condenado a muerte. Después fue honrado como mártir. Sus huesos fueron recuperados en Columelle, donde su cuerpo fue arrojado. Los monjes, al ir a rescatarlo, vieron que en el pozo se hacían milagros.


Más tarde fue canonizado.


Sobrevivió su correspondencia con el poeta Avito.


En el s. XIV, Carlos IV, Emperador Romano, transladó las reliquias de Segismundo a Praga, donde se convirtió en el Santo Patrón de la República Checa.


Se casó con Ostrogota, la hija ilegítima de Teodorico el Grande en el 494 como parte de las negociaciones de Teodorico para aliarse con Segismundo. Ambos tuvieron dos hijos:

° Sigerico (asesinado por su propio padre)

° Suavegotha casada con Teodorico I de Austrasia, hijo de Clodoveo I.



12:11 a.m.
Infanta de Portugal y reina de Castilla. Era hija de Sancho I el Poblador y de su mujer, Dulce de Barcelona.

En 1215 contrajo matrimonio con Enrique I de Castilla pero la juventud de ambos hizo que el matrimonio no se llegara a consumar. Al año siguiente, el matrimonio fue anulado por el Papa Inocencio III.


A la muerte de su padre, Mafalda, según las disposiciones del testamento, tenía que recibir el castillo de Seia y la porción restante del término municipal así como todas las rentas que ahí se producían. Además, se le concedía el derecho a utilizar el título de reina.


Esto generó un conflicto con su hermano Alfonso II el Gordo que, deseando un poder centralizado, obstaculizó que su hermana pudiera recibir los títulos y derechos que le correspondían. Alfonso temía que algo parecido pudiera suceder con sus otras dos hermanas, Teresa y Sancha, y con los eventuales herederos de estas, creando un problema de soberanía que podía llegar a dividir el país.


Una buena parte de los nobles portugueses se pusieron de parte de Mafalda y sus hermanas, pero terminaron derrotados. A la muerte de Alfonso II, su hijo Sancho II concedió a sus tías algunas tierras y castillos pero les hizo renunciar al título de princesa-reina. La paz definitiva llegó en 1223.


VIDA RELIGIOSA


Finalmente, tanto Mafalda como sus hermanas se hicieron monjas cistercienses. Mafalda fundó la Abadía de Arouca. El 1 de mayo de 1256 falleció en el monasterio de río Tinto. Al querer trasladar su cuerpo hasta Arouca lo encontraron incorrupto, lo que generó una fuerte devoción hacia la infanta portuguesa.


El 27 de junio de 1793 fue beatificada por el Papa Pío VI, acompañando así a sus hermanas Teresa y Sancha, declaradas beatas desde principios del siglo XVIII.



12:11 a.m.
Etimológicamente significan “amaneciente”, de la lengua griega, y “paciente”, de la lengua latina.

¿Se hace un uso abusivo del perdón? El amor que perdona no es ciego, está impregnado de lucidez. El perdón no preserva de esta dura prueba, cuando algunos hacen este cálculo "yo puedo permitírmelo todo, incluso destrozar a aquel o aquella de quien sé que de todas maneras terminará por perdonarme".


Era a mediados del siglo III cuando en la ciudad de Huesca florecían dos personas queridas por todos a causa de que hacían el bien a todo el mundo.


Orencio se casó con una dama acaudalada. Pero no vivieron a lo grande, sino que se entregaron a vivir con los pobres y a socorrerlos en todas sus necesidades.


Tuvieron dos hijos (Lorenzo y Orencio) que merecieron el respeto de todos por el grado de virtud que le habían inculcado sus padres.


Paciencia, su mujer, murió y él se quedó muy abatido. Mas una noche, mientras hacía oración, tuvo una visión. Se le apareció un ángel y le dijo: "Toma a tu hijo Orencio y vete al lugar que te mostraré".


Cogió a su hijo y se marchó a Tarbes, Francia. Desapareció la luz de sus ojos.

Entonces se dio cuenta de que aquel sitio era el idóneo para vivir. Se dedicaba a las tareas del campo.


Cuentan que tenía dos novillos blancos muy indóciles. Cansado de su travesuras, hizo sobre ellos la señal de la cruz, y se convirtieron en mansos.


Un día, un lobo le mató un novillo. Al poco tiempo apareció el lobo y se unió a la yunta con el otro. Este hecho está reproducido en la catedral de Zaragoza y de Huesca. A su vuelta a su ciudad, fue muy bien recibido. Al morir, lo enterraron en la capilla de Loret, en donde estaba su mujer sepultada.


Felicidades a quienes lleven estos nombres!



11:38 p.m.
Martirologio Romano: En el monasterio de Molesmes, en Francia, san Roberto, abad, el cual, deseoso de una vida monástica más sencilla y más estricta, ya fundador de monasterios y superior esforzado, ya director de ermitaños y restaurador eximio de la disciplina monástica, fundó el monasterio de Cister, que rigió como primer abad, y llamado de nuevo como abad a Molesmes, allí descansó en paz (1111).

Etimológicamente: Roberto = Aquel que brilla por su fama, es de origen germánico.



Nacido alrededor del año 1029, en Champagne, Francia, de padres nobles llamados Thierry y Ermengarde; muerto en Molesmes, el 17 de Abril de 1111.

A los quince años de edad comenzó su noviciado en la abadía de Montier-la-Celle, o St.Pierre-la-Celle, situada cerca de Troyes, de la cual posteriormente llegó a ser prior.


En 1068 fue sucesor de Hunaut II como abad de St. Michael de Tonnerre, en la diócesis de Langres.


En esa época una banda de siete ermitaños que vivían en el bosque de Collan, en la misma diócesis, buscaron tener a Roberto como su jefe, pero los monjes, a pesar de que resistían su autoridad constantemente, insistieron en conservarlo como su abad porque gozaba de una gran reputación y era el ornamento de su casa.


Las intrigas de ellos determinaron a Roberto a renunciar a su cargo en 1071 y buscar refugio en el monasterio de Montier la Celle. El mismo año él fue colocado en el priorato de St. Ayoul de Provins, que dependía de Montier-la-Celle. Mientras tanto dos de los eremitas de Collan viajaron a Roma y rogaron a Gregorio VII les concediera como superior al prior de Provins. El Papa accedió a la solicitud y en 1074 Roberto inició a los eremitas de Collan en la vida monástica.


Como la localización de Collan fue encontrada inadecuada, Roberto fundó un monasterio en Molesme, en el valle de Langres a fines de 1075. A Molesmes llegó como huésped el distinguido canonista y doctor (écolâtre) de Reims, Bruno, quien en 1082, se colocó él mismo bajo la dirección de Roberto, antes de fundar la celebrada orden de Chartreux (Cartuja).


En ese tiempo la primitiva disciplina estaba aun en pleno vigor, y los religiosos vivían del trabajo de sus manos. Pronto, sin embargo, el monasterio llegó a enriquecerse a través de una multitud de donaciones, y con la riqueza, a pesar de la vigilancia del abad, vino el aflojamiento de la disciplina.


Roberto se esforzó en reestablecer la primitiva austeridad, pero los monjes mostraron tanta resistencia que abdicó y dejó el cuidado de su comunidad a su prior, Alberico, quién se retiró en 1093.


Al año siguiente él volvió con Roberto a Molesme. El 29 de Noviembre de 1095, el Papa Urbano II confirmó el instituto de Molesme. En 1098 Roberto, aún incapaz de reformar a sus rebeldes monjes, obtuvo de Hugo, arzobispo de Lyons y Le gado de la Santa Sede, autoridad para fundar una nueva orden conforme a nuevas reglas.


Veintiún religiosos dejaron Molesmes y alegremente se pusieron en camino hacia un lugar deshabitado llamado Cister en la diócesis de Chalons, y la abadía de Cîteaux fue fundada el 21 de Marzo de 1098.


Dejados a sí mismos, los monjes de Molesmes apelaron al Papa, y Roberto fue reestablecido en Molesme, que desde entonces llegó a ser un ardiente centro de vida monástico.


Roberto murió el 17 de Abril de 1111 y fue sepultado con gran pompa en el iglesia de la abadía. El Papa Honorio III en 1222, mediante Cartas Apostólicas, autorizó su veneración en la iglesia de Molesmes y poco después esa veneración se extendió a la Iglesia entera mediante un Decreto pontificio.


La fiesta fue fijada inicialmente el 17 de Abril, pero luego fue transferida al 29 de Abril.


La abadía de Molesmes existió hasta la Revolución Francesa. Los restos del santo fundador se conservan en la iglesia parroquial.



11:37 p.m.
Martirologio Romano: En el monasterio de Cluny, en Borgoña (hoy Francia), san Hugo, abad, que gobernó santamente su cenobio durante sesenta y un años, mostrándose entregado a las limosnas y a la oración, mantenedor y promotor de la disciplina monástica, atento a las necesidades de la Iglesia y eximio propagador de la misma (1109).

Etimológicamente: Hugo = Aquel de inteligencia clara, es de origen germano.




El glorioso y venerable abad de Cluny, san Hugo, nació en Semur, de una ilustre y antigua familia de Borgoña. Su padre llamado Dalmacio era señor de Semur, y su madre Aremberga, descendiente de la antigua casa de Vergi.


Quería el padre que su hijo Hugo siguiese, como noble la carrera de las armas, pero sintiéndose él más inclinado al retiro y a la piedad que a la guerra, recabó licencia para ir a cultivar las letras humanas en Châlon-sur-Saône, donde la santidad de los monjes de Cluny, gobernados por el piadoso abad Odilón, le movió a dar libelo a todas las cosas de la tierra, y a tomar el hábito en aquel célebre monasterio.


Hizo allí tan extraordinarios progresos en las ciencias y virtudes, que corriendo la fama de su eminente santidad, sabiduría y prudencia por toda Europa, el emperador Enrique le nombró padrino de su hijo; y Alfonso rey de España, hijo de Fernando, acudió a él para librarse de la prisión en que le tenía su ambicioso hermano Sancho, lo cual recabó el santo con su grande autoridad, y también puso fin a las querellas del prelado de Autún y del duque de Borgoña que devastaba las posesiones de la Iglesia. Y no fue menos apreciado de los sumos pontífices, por su rara prudencia y santidad. Nombróle León IV para que le acompañase en su viaje a Francia, y su sucesor Víctor II previno al cardenal Hildebrando, después Gregorio VII, que le tomase por socio y consejero en la legacía cerca del rey de los franceses; Esteban X que sucedió a Víctor, le llamó y quiso morir en sus brazos. El gran pontífice Gregorio VII se aconsejaba con este santísimo abad de Cluny en todos los negocios más graves de la cristiandad.


Entre las muchas cartas de san Hugo, se halla una escrita a Guillermo el Conquistador, el cual le había ofrecido para su monasterio cien libras por cada monje que le enviase a Inglaterra. Respóndele el santo abad que él daría la misma suma por cada buen religioso que le enviasen para su monasterio. si fuese cosa que se pudiese comprar en cuyas palabras manifestaba el temor de que se relajasen los monjes que enviase a Inglaterra no pudiendo vivir allí en monasterios reformados. Y si todas estas preocupaciones juzgaba el santo necesarias para conservar la virtud de aquellos tan fervorosos monjes, ¿cómo imaginamos nosotros poder estar seguros de no perder la gracia divina, si temerariamente nos metemos en medio de los peligros y lazos del mundo? Quéjanse muchos de las tentaciones que padecen, y murmuran de la Providencia por los recios y continuos combates que les dan los tres enemigos del alma: mundo, demonio y carne: pero día vendrá en que Dios se justifique recordándo1es que ellos mismos se metían las más de las veces en las tentaciones, y haciéndose sordos a las voces de la gracia y de la conciencia, se ponían voluntariamente en las ocasiones de pecar, y se rendían a sus mortales enemigos.


Es increíble lo mucho que trabajó este santo en la viña del Señor, edificándola con sus heroicas virtudes, defendiéndola de sus enemigos, y acrecentándola con su celo apostólico, Finalmente después de haber fundado el célebre monasterio de monjas de Mareigni, y echado los cimientos de la magnífica iglesia de Cluny, lleno de días y mere cimientos falleció en la paz del Señor a la edad de ochenta y cinco años.



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