¿Se hace un uso abusivo del perdón? El amor que perdona no es ciego, está impregnado de lucidez. El perdón no preserva de esta dura prueba, cuando algunos hacen este cálculo "yo puedo permitírmelo todo, incluso destrozar a aquel o aquella de quien sé que de todas maneras terminará por perdonarme".
Era a mediados del siglo III cuando en la ciudad de Huesca florecían dos personas queridas por todos a causa de que hacían el bien a todo el mundo.
Orencio se casó con una dama acaudalada. Pero no vivieron a lo grande, sino que se entregaron a vivir con los pobres y a socorrerlos en todas sus necesidades.
Tuvieron dos hijos (Lorenzo y Orencio) que merecieron el respeto de todos por el grado de virtud que le habían inculcado sus padres.
Paciencia, su mujer, murió y él se quedó muy abatido. Mas una noche, mientras hacía oración, tuvo una visión. Se le apareció un ángel y le dijo: "Toma a tu hijo Orencio y vete al lugar que te mostraré".
Cogió a su hijo y se marchó a Tarbes, Francia. Desapareció la luz de sus ojos.
Entonces se dio cuenta de que aquel sitio era el idóneo para vivir. Se dedicaba a las tareas del campo.
Cuentan que tenía dos novillos blancos muy indóciles. Cansado de su travesuras, hizo sobre ellos la señal de la cruz, y se convirtieron en mansos.
Un día, un lobo le mató un novillo. Al poco tiempo apareció el lobo y se unió a la yunta con el otro. Este hecho está reproducido en la catedral de Zaragoza y de Huesca. A su vuelta a su ciudad, fue muy bien recibido. Al morir, lo enterraron en la capilla de Loret, en donde estaba su mujer sepultada.
Felicidades a quienes lleven estos nombres!
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