Aunque nació en Roma, se fue a Constantinopla para seguir sus estudios para el sacerdocio. El propio patriarca de la gran ciudad lo ordenó de sacerdote. El nombre del patriarca era Sisinio.
Con el tiempo, a la muerte de Sisinio la sucedió en el cargo Nestorio.
Este señor – sale mucho en el santoral – era un hereje porque su doctrina personal y particular a cerca de la persona de Cristo.
Maximiano le atacaba dura y con argumentos basados en la Biblia y en los concilios ya celebrados anteriormente.
El concilio de Efeso lo condenó. Dos años más tarde – para tranquilidad de los fieles y para su formación cristiana – se proclamaron la total divinidad y la total humanidad de Jesucristo.
Y le tocó el turno de patriarca de Constantinopla a Maximiano. San Celestino, que era el Papa de Roma, se alegró profundamente.
San Cirilo, patriarca de Alejandría atribuyó la restauración de la unidad de la Iglesia a las oraciones y a la actividad de este obispo prudente y santo.
¡Felicidades a quien lleve este nombre!
Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com
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