Diciembre 5
Etimológicamente significa “ de pelo rizado”. Viene de la lenguas alemana.
Dice el Salmo: “Dios mío, te doy gracias por tu amor y tu verdad; aumentaste la fuerza de mi alma”.
Esta mujer tenía mucho dinero e hijos a quien alimentar y educar.
Vivía en Tebaste, Africa, al final del siglo III y comienzos del IV.
La gracia de Dios tocó su corazón. Resplandecía ante todos por su virtud y todos, ya en vida, comenzaron a llamarla la “santa.
Su salud no era muy fuerte que digamos, pero lo compensaba todo con la fortaleza de su alma.
Dios aumentaba la fuerza de su alma como dice el Salmo.
Los creyentes en Cristo el Señor la querían y respetaban con cariño profundo.
Era una buena consejera en asuntos cristianos y humanos. Las dos cosas van íntimamente unidas.
Las orientaciones que daba, eran acertadas.
Todo era paz y felicidad hasta que estalló la décima persecución de Diocleciano.
Este hombre estaba ciego y maniático por acabar con todos los nuevos creyentes.
Una de las primeras víctimas – porque era la más conocida – fue santa Crispina.
La llevaron ante la presencia del juez Anulino. Le hizo muchas preguntas. Y más amenazas todavía. Ella no se inmutaba ante nadie.
El mismo juez sintió la humillación ante la valentía de esta señora.
La atormentó sin cesar hasta dejarla extenuada. Irritado, mandó que la degollaran en Tebaste el 5 de diciembre del año 305.
¡Felicidades a quien lleve este nombre!
“Donde la igualdad no se discute, allí también hay subordinación” (B. Shaw).
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