Se cree que pertenecía a una familia noble e ilustre de los Buckhard.
Antes de ser benedictino, había vivido como ermitaño. Después incluso, siendo muy joven, se iba de vez en cuando a esta vida solitaria a la isla de Ufnau, en el lago de Zurcí.
Una vez que volvía al monasterio, le encargaron que se hiciera cargo de la portería del monasterio.
Había tres clases de porteros: los del coro, para avisar las horas de la oración a cada monje; el portero de los vinos para las comidas y cenas.
Y por último estaba el portero que atendía con amor y exquisitez a los viajeros y huéspedes.
No se sabe cuál de los tres fue el de Aalarico.
Desde luego, no debería estar muy a gusto cuando pidió al abad que lo dejara irse para siempre a la isla de Ufnau.
En ella, entre plegaria, penitencia, meditación de la Palabra de Dios y sus contemplaciones de la naturaleza, murió en el año 973.
Escogió el amor de Dios manifestado en su creación divina.
Jamás sufrió la tentación de la desilusión porque Dios habitaba en su bello corazón.
¡Felicidades a quien lleve este nombre!
Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com
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