Pedro Corradini nació en Magliano, provincia de Macerata en 1442. De Magliano pasó a Perusa para estudiar en la universidad. A los veinticinco años se dejó convencer por un predicador franciscano, el Padre Domingo de Leonissa. No lo siguió inmediatamente, pero después de madura reflexión decidió abrazar también él la vida de pobreza y de apostolado propuesta por los franciscanos. Suspendió su carrera inicial de abogado, cuya láurea había obtenido en la universidad de Perusa. Pero conquistado por la predicación de Fray Domingo de Leonisa, decidió hacerse franciscano, abandonó sus sueños de grandeza y se deshizo de todo lo que podía distraerlo en la nueva forma de vida y tomó el hábito de San Francisco en 1467 en el eremitorio de las Cárceles, de los Hermanos Menores.
Terminado el noviciado y ordenado sacerdote se dedicó con particular empeño a la predicación, inicialmente como compañero de San Jaime de la Marca por no menos de 20 años, en los cuales su palabra docta, clara y fervorosa resonó en las principales ciudades de la Italia central.
El principal propósito de los franciscanos de la época era el de la predicación popular, en la cual muchos se destacaron con éxitos estruendosos. Baste pensar en San Bernardino de Siena, San Juan de Capistrano, San Jaime de la Marca, el los Beatos Alberto de Sarteano, Mateo de Agrigento, Marcos Fantuzzi de Bolonia y muchos otros. Precisamente con San Jaime de la Marca, medio siglo mayor que él, es jefe de un verdadero equipo de predicadores volantes, Pedro de Mogliano fue colaborador y discípulo, antes de llegar a ser predicador en propiedad y afectuoso director de almas.
Con esta ocasión trabó amistad con el Señor de Camerino, Julio César Varano y con su hija Camila Bautista Varano, clarisa en el monasterio de la ciudad, a quien Fray Pedro orientó con santos consejos.
Su palabra docta y persuasiva penetraba las mentes y tocaba los corazones más endurecidos, hasta inducirlos a la conversión. Predicador en la isla de Creta, tres veces ministro provincial de los franciscanos de las Marcas, una vez Ministro provincial en Roma, tuvo una vida rica de satisfacciones humanas, además del gozo espiritual. Un día estuvo a punto de morir sofocado en medio de una turba festiva que quería expresarle su simpatía.
Enfermó el 2 de julio de 1490 y murió en la noche entre el 24 y el 25 del mismo mes, murmurando los nombres de Jesús y de María sereno y feliz, con la sonrisa que acompaña en la tierra y en el cielo el paso de los justos. La primera y más célebre biografía suya fue escrita por la Beata Camila Bautista Varano, la más preciosa gloria espiritual de Camerino. Ella subraya la serenidad del Beato al acercarse la muerte, que se lo llevó después de una muy dolorosa enfermedad que él soportó con paciencia y alegría, tanto que un cohermano suyo presente exclamó: “Padre Pedro, tú te mueres riendo!”.
¡Felicidades a quien lleve este nombre!
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