Nació en Varsovia en 1902. No se conocen los nombres de sus padres y es probable que tuviera hermanos y hermanas. Hizo la primera comunión el 21 de junio de 1915 y la confirmación el 21 de mayo de 1920. Su padre, simpatizante socialista, se fue con la familia a la Unión Soviética por los años veinte. Desde entonces no se sabe nada de la familia de la Beata.
Por las notas escritas en su librito religioso El libro de la vida,sabemos que se inscribió en la asociación del "Rosario", del "Escapulario de la Inmaculada Concepción", del "Corazón de Jesús", de "San José", de la "Pasión del Señor", de la "Virgen de los Dolores". Pertenecía también a la cofradía de la "Madre de Dios de la Buena Muerte", a la "Archicofradía de la Guardia de Honor", al "Apostolado por los enfermos". Todo esto hace suponer que antes de entrar en la Orden de las Capuchinas llevaba una vida piadosa y ejemplar.
A los 21 años Mieczyslawa recibió la gracia de la vocación religiosa. Entró en el monasterio de las Monjas Clarisas Capuchinas de Przasnysz el 23 de enero de 1923, con la conciencia de reparar la culpa de su familia, contagiada por el ateísmo. Al tomar el hábito el 12 de agosto de 1923 recibió el nombre de Sor Teresa del Niño Jesús. Hizo la primera profesión el 15 de agosto de 1924, y la perpetua el 26 de julio de 1928.
Era una persona delicada y enfermiza, pero muy dispuesta para todo y para todos. En el monasterio servía a Dios con devoción y solicitud. Con su modo de hacer se conquistaba la confianza de todos - cuenta una de las religiosas. Gozaba de grande respeto y consideración por parte de los superiores y de las hermanas. Desempeñó uno tras otro diversos cargos: portera, sacristana, bibliotecaria, maestra del noviciado y consejera.
Sor Teresa vivió su vida religiosa en el silencio, totalmente dedicada a Dios, distinguiéndose por su total entrega. El 2 de abril de 1941 los alemanes irrumpieron en el monasterio y arrestaron a todas las religiosas, llevándolas al campo de concentración de Dzialdawo. Entre ellas iba Sor Teresa, enferma ya de tuberculosis. Todas las 36 hermanas fueron encerradas en un único local y sometidas a condiciones de vida humanamente afrentosas e indignas: ambiente sucio, hambre tremenda, terror continuo. Las religiosas sufrían además sabiendo que en aquel mismo campo eran torturadas personas, como los obispos de Plock Antonio Nowowiejski y León Wetmanski, y tantos otros sacerdotes.
Después de un mes transcurrido en aquellas condiciones de vida, hasta las hermanas con más salud comenzaron a enfermar. La que más se resintió fue Sor Teresa, que no era ya capaz de mantenerse en pie. Aquejada de hemorragias pulmonares, le faltó cualquier clase de socorro médico e, incluso, el agua para aplacar la sed y para las exigencias fundamentales de la higiene.
Pero todos los sufrimientos los soportó con gran valor y, mientras le fue posible, acompañó a las hermanas en los rezos, además de su oración personal. En medio de tan duras pruebas, consciente de que su muerte estaba cercana, decía: Yo no saldré ya de aquí, ofrezco mi vida por que las hermanas puedan retornar al convento. De vez en cuando preguntaba a la Abadesa: Madre, ¿falta mucho todavía? ¿Moriré pronto? Se extinguió en la noche del 25 de julio 1941. Su cuerpo fue llevado de allí sin que se sepa qué fue de él.
Su muerte hizo reflexionar mucho a las hermanas. Estaban convencidas de que Sor Teresa había concluido su vida santamente y que moraba ya en la gloria de los bienaventurados; por ella sentían una particular veneración. Según lo que había predicho, dos semanas después de su muerte, el 7 de agosto de 1941 las monjas fueron dejadas libres. Aquella liberación la interpretaron como una gracia recibida de Dios por intercesión de sor Teresa. Hecho realmente singular, pues normalmente los alemanes no dejaban salir a nadie de los campos de concentración.
Las religiosas no pudieron volver entonces al monasterio de Przasnysz, pero quedaron libres hasta su retorno en 1945. En ellas se ha mantenido siempre vivo el recuerdo de la santa vida y de la muerte como mártir de su hermana. De ello queda constancia en el "Libro de las difuntas" del monasterio de Przasnysz. Las noticias sobre Sor Teresa Mieczyslawa Kowalska eran comunicadas a las nuevas candidatas, lo mismo que a los parientes o amigos que visitaban el monasterio. En la crónica del monasterio, cuando se describen los acontecimientos del arresto y de la permanencia de las monjas en Dzialdowo, se da mucho espacio a la suerte de Sor Teresa. Pero a causa de las condiciones de los monasterios contemplativos bajo el régimen comunista, no ha habido hasta ahora publicaciones sobre Sor Teresa Mieczyslawa Kowalska. Pero, con el proceso de beatificación, se fue difundiendo más la fama de su martirio.
A nuestra Beata Teresa Mieczyslawa Kowalska, monja clarisa capuchina, tratada de manera inhumana en el campo de concentración de Dzialdowo, se pueden atribuir las palabras de la Imitación de Cristo. Plenamente resignada a la voluntad de Dios, su ardiente deseo era unirse a Cristo: Si fuera probada y afligida por tantas adversidades, no tendré miedo del mal, porque Tú estás conmigo. Tu gracia es mi fuerza, me da consejo y me conforta. Es más poderosa que todos mis enemigos.
He aquí por qué Sor Teresa Mieczyslawa Kowalska vivió y testimonió a Cristo con su santa vida y sobre todo con su valerosa muerte.
Fue beatificada por Juan Pablo II el 13 de junio de 1999 en Varsovia junto con otros cinco capuchinos en el grupo de 108 mártires del nazismo. Su memoria no ha sido integrada con la de sus hermanos mártires capuchinos el 16 de junio, sino puesta como celebración personal el día 25 de julio.
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