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Obispo

Martirologio Romano: En Vic, Cataluña, España, san Bernardo Calbó, obispo, quien, siendo juez, renunció a su cargo para profesar como monje cisterciense. Fue abad del monasterio de Santes Creus y, más tarde, resultó elegido para la sede de Vic, promoviendo siempre la verdadera doctrina. ( 1243)
Era español, hijo de uno de los caballeros que rescató Tarragona de manos de los infieles, y se estableció en esa región en la época de la Reconquista; por tanto, Bernardo Calbó pertenecía a una familia de relevancia social. Nació en 1180 y fue el tercero de cinco hijos, tres hermanos y una hermana. Creció en la masía de Calbó, y cuando llegó la hora de orientar su futuro profesional se decantó por las leyes. Posiblemente estudió esta carrera en la universidad de Bolonia, como hizo san Raimundo de Peñafort, contemporáneo suyo, aunque los datos de esta etapa de su vida no han podido ser contrastados con rigor por parte de los hagiógrafos. En 1209 se le sitúa en Tarragona, asistiendo jurídica y administrativamente al arzobispado. Su quehacer en esa época pudo no estar guiado por el juicio de Dios y sí por el de esa clase de hombres que no tienen consideraciones a la hora de proceder. Hasta que una grave enfermedad en le dio un toque de alerta definitivo alrededor de sus 30 años.

Vislumbrando la voluntad de Dios, y fallecido ya su padre, con la salud recobrada en 1215 se unió a la comunidad cisterciense de Santes Creus, Tarragona. Dio este paso en contra del parecer de los suyos, que es el signo compartido por quienes sintiéndose llamados por Dios se deciden a seguirle afrontando el veto que en sus propios hogares pueden querer imponerles. Ha sido frecuente en todas las épocas de la historia que los más cercanos se dispongan a dar su beneplácito a los hijos si la vía del matrimonio es la elegida, pero no han sido siempre tan generosos cuando éstos piensan establecer su compromiso con Dios. Toda la apertura, la comprensión y aceptación –a veces de lo objetivamente dañino–, que tantos jóvenes reciben hoy día de sus progenitores, se torna en intransigencia en no pocas ocasiones cuando se trata de dar alas a la vocación religiosa.

En su propio tiempo, Bernando, haciendo caso omiso del juicio negativo que su decisión había suscitado en sus parientes, al integrarse en el monasterio legó sus pertenencias a su madre y al resto de su familia en un testamento redactado ese mismo año 1215 que revocaba otro anterior. Extrayendo el néctar de la regla cisterciense, fiel al Evangelio, hizo de la caridad el hilo conductor de su entrega, única vía para alcanzar la unión con las Personas Divinas. Era bien conocido por los tarraconenses por tratarse de uno de los canónigos de la catedral, elegido también su vicario. Durante doce años de austeridad, oración y penitencia, aquilató su donación en el convento. Fueron sus edificantes virtudes las que se tuvieron en cuenta en el momento en que se planteó la sucesión del abad Ramón cuando éste falleció. Nadie dudó de que Bernardo sería el idóneo para proseguir manteniendo el espíritu observante del monasterio. Y en torno a 1225 asumió esta responsabilidad.

Su labor apostólica no se limitó a la formación de los monjes, sino que fue director espiritual de las religiosas cistercienses de Valldonzella. Esta comunidad se había establecido en Santa Creu d’Olorde en las cercanías de Vallvidrera y quedaron sujetas (fueron donadas) por iniciativa del obispo de Barcelona, Berenguer de Palou, quien las puso bajo la tutela de la orden del Císter, dependiente del monasterio de Santes Creus. El abad Bernardo fue cofundador de esta comunidad que bajo su amparo vivió una época de gran florecimiento apostólico. También contribuyó a mantener vivo el espíritu reformador de la abadía cisterciense de Ager, Lérida.

En esta época de reconquista, dos figuras señeras de la historia mallorquina, Ramón y Guillermo de Montcada, muy estimados por el rey Jaime I el Conquistador, se disponían a partir a Mallorca para rescatarla. Antes se despidieron del abad Bernardo y se sintieron confortados con su consejo y aliento. Ambos murieron en la batalla de Porto Pi, y a Bernardo le tocó dar cristiana sepultura a sus restos en el monasterio de Santes Creus. En 1230 integró el grupo de electores, entre otros san Raimundo de Peñafort, que, unidos al arzobispo de Tarragona, designaron al obispo de la reconquistada Mallorca. Entretanto, los rasgos de su piedad y caridad se prodigaban dentro y fuera de la comunidad. Manifestaba una predilección por los enfermos.

Cuando el prelado Guillermo de Tavertet dejó vacante la sede de Vic, Bernardo fue elegido para sucederle dada su trayectoria espiritual y apostólica. A su esmerada formación teológica se unía la prudencia, discreción y exquisitez en el trato. Asumir este oficio supuso para él una contrariedad. Su vocación se hallaba en el silencio del claustro. Pero convencido de que el nombramiento obedecía a la voluntad divina, lo acogió e implantó el espíritu monástico en la sede episcopal. Convivió junto a una comunidad de cuatro monjes que le acompañaron hasta su muerte secundándole en todas las tareas de su ministerio que, naturalmente, tenían el signo de la auténtica consagración. Bernardo fue un insigne Pastor que veló por la liturgia y por la formación de los sacerdotes. Fue enérgico y exigente con su forma de vida. Se distinguió también por la modestia, la generosidad, la bondad, y la caridad. En el ejercicio de su misión llevó consigo la reconciliación y la paz.

El papa Gregorio IX, conocedor de sus virtudes y valía pastoral, pensó en él para luchar contra los valdenses designándole inquisidor en 1232. El santo monje luchó contra los albigenses, y se implicó en la guerra de Valencia firmando la capitulación en 1238. Por su valor fue recompensado por el rey Jaime I. En 1239 y en 1243 participó en sendos concilios provinciales. El 26 de octubre de este último año entregó su alma a Dios, con fama de santidad. Antes de cumplirse seis meses de su muerte, su vida comenzó a ser examinada por una comisión de canónigos. En 1338 se abrió el proceso de su canonización. Clemente XI en un breve apostólico fijó la fecha de su celebración dentro del císter el 26 de septiembre de 1710.

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Mártires de Inglaterra y Gales

Se llama así a los católicos que murieron en Inglaterra en defensa de su fe y de la primacía del Papa a raíz de la controversia entre el Papa y el rey Enrique VIII en el siglo 16, las cuestiones de fe se enredaron con cuestiones políticas en las Islas Británicas, con frecuencia se resolvieron mediante la tortura y el asesinato de los fieles católicos.

De los 252 Venerables presentados por la Jerarquía de Inglaterra y Gales, 136 fueron beatificados por Pío XI el 15 de diciembre de 1929. En 1970, el Vaticano seleccionó 40 de esos mártires, hombres y mujeres, laicos y religiosos, para representar un grupo de aproximadamente 300 casos conocidos que dieron su vida, entre 1535 y 1679, por su fe y fidelidad a la Iglesia. Este grupo fue canonizado por el Papa Paolo VI el día 25 de Octubre de ese año.

Cada uno de ellos tienen su propio día del memorial. A continuación la lista de los 40 mártires:

CartujosSan Juan Houghton
Augustine Webster
John Houghton
Robert Lawrence

Brigidino
Richard Reynolds

Agustino
John StoneSan Juan Stone

Jesuitas
Alexander Briant
Edmund Arrowsmith
Edmund Campion
David Lewis
Henry Morse
Henry Walpole
Nicholás OweSan Felipe Evansn
Philip Evans
Robert Southwell
Thomas Garnet

Benedictinos
Alban Roe
Ambrose Barlow
John Roberts
San Juan Jones
Franciscanos
John Wall
John Jones

Clero Secular
Cuthbert Mayne
Edmund Gennings
Eustace White, 1591
John AlmondSan Juan Payne
John Boste
John Kemble
John Lloyd
John Payne
John Plessington
John Southworth
Luke Kirby
Polydore Plasden, 1591
San Juan RigbyRalph Sherwin

Laicos
John Rigby
Philip Howard
Richard Gwyn
Swithun Wells, maestro, 1591
Ana Line
Margaret Clitherow
Margaret Ward


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Al principio del siglo VI, Canna, paso desde Bretaña a Galia, junto con su marido san Saturnino (después en Galia se lo llamó "Sadwrn"), con su hijo, san Crallo, y el tío, san Cadfan.

La razón para este traslado se deba quizás a las guerras o por los intensos intercambios que se estaban desarrollando entre Inglaterra y el continente.

Muerto San Saturnino, Canna tuvo un segundo matrimonio con un nomble del noble, ellos tubieron como hijos a san Tegfan y san Elian (Hilario), a quien apodaban "el visitante los lugares santos, peregrino".

Cada uno de estos santos ha dejado su nombre unido a varias localidades, sobre todo s. Elian que disfruta un culto particularmente vívido en la isla de Mona.

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Por: . | Fuente: Somos.Vicencianos.org

Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano: En distintos lugares de España, Beatos Fortunato Velasco Tobar y 13 compañeros, de la Congregación de la Misión;asesinados por odio a la fe ( 1934-1936)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.

Tenemos a la vista un objeto que habla del P. Amado (así le denominábamos casi siempre) más que un libro. Es una toalla empapada en su misma sangre de mártir. La llevaba al cuello al recibir los tiros. Cuando su cuerpo estaba aún ca­liente, una fiel discípula, cual otra Verónica, se atrevió a acer­cársele y se llevó el mejor regalo: sangre del Maestro y Padre, que con muerte heroica selló sus enseñanzas y consejos.

Fue así su martirio:

El 22 de octubre de 1936 ingresó en la cárcel. Días después, cuando dormía plácidamente, voces de terror lo pusie­ron en pie. Y, a poco, oyó cantar su nombre entre otros ca­torce.

Trágico cortejo camino del cementerio. La lista negra ha­bía sido apostillada con la palabra libertad, y el P. Amado dijo, al oírla, con presentimiento de lo terrible: “¡Qué liber­tad será ésta!” Ya el enigma estaba descifrado.

En la sien recibió el tiro mortal. Y él, que tenía costumbre de saludar a lo militar, murió saludando; el dolor le debió de inducir instintivamente a llevarse la mano derecha al lugar de la herida, que, aunque de muerte, tal vez no la produjera instantáneamente. Cruzáronle, al enterrarle, las dos manos so­bre el pecho; pero el día de la exhumación la mano diestra volvió a tomar su postura preferida.

¡Hasta la eternidad!, había dicho al Hermano Jiménez, con abrazo estrecho, al salir de la cárcel. El hermano sueño se unió con la hermana muerte, tras un, breve paréntesis de an­gustia y reflexión. Tales momentos de agonía —llamémoslos así—, convenientes, sin duda, fueron a su espíritu; mas no ne­cesarios. El P. Amado, va al decir, se tenía tragada la muerte desde el día y hora en que fue detenido. Ni obsta aquel pape­lito que escrito desde la checa decía así: “Leonor, estarnos Ji­ménez y yo; envíanos cena.” El tono agresivo que con él usa­ron los esbirros dejaba bien entrever sus pésimas intenciones, mas no era fácil predecir sus planes. La cena, en efecto, llegó, y a punto; que todavía restaban horas de prisión: en la ex igle­sia de los PP. Jesuitas fueron los dos recluidos; Dios le lleva­ba, al sacerdote y al apóstol, para tranquilizar conciencias.

Aunque breve su estancia en aquella mansión, se debió de ganar en seguida las simpatías de sus compañeros de dolor. Al verle tiritando, en aquella mañana que vió su inmolación, al tener que salir de la cárcel, un alma compasiva le dió ru abrigo. No lo quería él recibir; el otro insistió: —Póngase mi abrigo. Y se lo puso, no olvidándose de recomendar al Herma­no: “Si no vuelvo, cómprele un abrigo.”

Harto extraño era que, habiéndose llevado ya los rojos al P. Gutiérrez y andando a caza del P. Lozano, no se acordaran del Superior de la casa, tan conocido como era en el barrió de los Pescadores de Gijón, ni se preocuparan de incautarse de la residencia, sino que dejaron al carpintero y cocinero de los frailes tan tranquilos en su casa. Que carpintero de la casa decía ser el P. Amado, si bien sus manos no tenían callos. Bien descuidado se andaba él y confiado bajo el mono azul con cin­turón de cuero y sobre alpargatas rojas.

Insistiéronle varias veces a que se refugiara en otra parte; mas él respondía invariablemente: “¡Que no; que comprome­to!” Cierto que cuando pensaba en la posibilidad de que le llevaran a las fortificaciones, a las que tenía un terror pánico, tentaciones le venían de marcharse.

Un día fatal los sabuesos rojos olfatearon la malhadada pa­tente de Superior. Sin embargo, entonces no identificaron al titular con el carpintero —cosas que Dios permite—, y el hallazgo no trajo consecuencias desgraciadas y fulminantes.

Tras este incidente, corrieron días. Así ocurrió que tanto el Padre como el Hermano se hicieron la ilusión de que el peli­gro había desaparecido. Y vivían con ilusión y sin perder el apetito: el P. Amado se puso grueso en pocos días, los últimos de tranquilo bienestar. Ni los registros llegaron a inquietarles. Nada tenía de particular: los tiempos, las circunstancias.

Todos los días telefoneaba el P. Amado a las Hermanas, interesándose por ellas. Muchas personas iban a su casa a con­fesarte, singularmente Hermanas de todas las casas de la po­blación. Y él también salía a celebrar Misa y a confesar do­quiera le requerían. El día 12 de agosto confesó en el Asilo Pola unas treinta personas, y el 15 del mismo mes, fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen, celebró en el dicho Asilo la Santa Misa y hasta predicó.

Pero estas solemnidades trascendieron y los rojos trataron de apresarle, en días sucesivos, a aquel cura atrevido e inso­lente. Negaban el hecho las Hermanas del Asilo; pero os rojos afirmaron resueltos: “¿Si ha celebrado aquí, y llevaba mono y pistola.” No debían de ser del todo atravesados, cuan­do se apaciguaron al decirles mansamente y con acentos de súplica: “Si no se mete con nadie.”

La prudencia aconsejó e impuso restricción y miramiento. Y así continuó reinando la paz en medio del revuelto mar de persecución y martirio.

El 13 de octubre, no obstante, dos Hermanas, que fueron a casa a confesarse, encontraron al P. Amado, contra costum­bre, muy nervioso y excitado. ¿Presentía la proximidad de la tragedia?

Cuando el día 21 fue conducido ante “el Tribunal Popu­lar”, la acusación se fundamentaba en que había celebrado Misa el día 15 de agosto. Era Cura. Por consiguiente, “marca­damente faccioso”. Y no negó él. Sacerdote y Mártir usque in aeternum.

El P. Amado, hijo de Tomás e Isabel, nació el 29 de abril de 1903, en Moscardón (Teruel). Estudió para Paúl en la Es­cuela Apostólica de Teruel (“Capuchinos”). Ingresó en el no­viciado el 10 de septiembre de 1917. Hizo los votos el 30 de abril de 1921, siendo ya estudiante de Filosofía, en Hortaleza; la tardanza obedeció a no haber cumplido los dieciocho años de edad requeridos por el Código. Cursó la Teología en Cuen­ca y en Madrid. En Cuenca fue uno de los fundadores de aque­lla inter nos famosa “Brigada de Trabajadores”, que tanto se distinguió, al paso de los años, siempre renovada, en la crea­ción de la hermosa y utilísima Explanada del Seminario de San Pablo, asombro de las presentes y futuras generaciones.

Se ordenó de Menores el 21 de junio y el 12 de julio de 1925; de Subdiácono, el 14 de febrero de 1926; de Diácono, el 20 de marzo, y de Sacerdote, el 2 de mayo del mismo año de 1926.

Estuvo destinado los ocho primeros meses, después de or­denado, en la Casa-Misión de Ávila; en 1927 fue destinado a la fundación de la casa de Granada, y con residencia en ésta, predicó todavía un curso de Misiones en Ávila; asimismo pre­dicó misiones sueltas en la diócesis de Granada; el 16 de fe­brero de 1929 salió para la fundación de Gijón, y en 1935 fue nombrado Superior de esta residencia.

Era el P. Amado de mediana estatura, tipo fino, bien pro­porcionado, color moreno castaño, de temperamento alegre, aunque era formal cuando se requería; excelente predicador, por el fondo, si no abundante, selecto, y por la forma, cuidada y agradable. El P. Amado fue de los que sacan partido a los talentos que el Señor da a cada cual. Se había hecho realmete una joya de la Congregación y su valor iba en crescendo.

Sin, duda, al trasponer los umbrales de la eternidad ha oído estas consoladoras palabras: “Anda, siervo bueno y fiel; por­que fuiste fiel en lo poco, yo te constituiré sobre lo mucho; entra en el gozo de tu Señor.”

Escrita la anterior relación, nos viene a las manos otra del P. Lozano, viva y emocionante, como escrita con tinta reciente de personales impresiones.

Publicamos las dos porque así se completa el apunte bio­gráfico. Las diferencias detallistas entre una y otra obedecen a la diversidad de fuentes de información.

Escribe:

“El P. Amado García quedaba ya solo en casa con el Her­mano Jiménez. Herido profundamente por estas desgracias y temiendo por los que aun quedaban, redoblé mis trabajos para hacerles salir y evitar que la catástrofe tomara más proporcio­nes. Todo inútil. Nuestro buenísimo Superior había llegado a convencerse de que como sacerdote no se le perseguía. Uno tras otro habían ido cayendo más de sesenta sacerdotes y re­ligiosos de distintas órdenes: todos los que habían sido encon­trados. El, sin embargo, continuaba siendo asistido mimosa­mente todos los días, pero en, realidad perfectamente vigilado. En alguna ocasión llegó a instarme a que me fuera con él a casa, en donde me consideraba más seguro.

“Habían pasado ya cuatro meses. Las detenciones y los crímenes aumentaban día por día. Sólo diez o doce sacerdotes quedaban perfectamente escondidos. Por mi mente pasó la idea de ir personalmente a casa, aprovechando uno de mis disfra­ces, y sacármelo a viva fuerza. Con mucho trabajo consiguie­ron disuadirme, pero sólo a condición de que una Hermana, perfectamente disfrazada, iría inmediatamente a suplicarle en, mi nombre que no esperase un momento más. En efecto, aque­lla mañana, perfectamente desfigurado, salió de casa por fin, y fue a esconderse en una casita humilde perteneciente a un izquierdista razonable, que hacía ya meses servía de amparo al único párroco que quedaba con vida, el de San Lorenzo.

Apenas si tuve tiempo de celebrar este triunfo. No habían pasado veinticuatro horas cuando, cansado, creyéndose una car­ga en aquella casa acogedora, excesivamente confiado, o delicado en demasía, volvía a la residencia, sin que fueran bastantes a de­tenerlo cuantas súplicas y lamentos se le opusieron. Era qui­zás más fuerte la voz de Dios que le llamaba al martirio. Los suyos se lo habíamos querido evitar, y la Providencia quiso, torciendo todas nuestras previsiones, que fuera precisamente uno de los suyos el que se lo facilitara. En la tarde de aquel mismo día nuestro buenísimo hermano Jiménez salía camino de una aldea próxima en busca de alguna cosa que comer, pues ya el hambre se había enseñoreado de la población civil. Pa­saba por un puente sobre la ría en que termina la magnífica playa de Gijón, cuando unos centinelas dieron el “¡Alta!”, apuntándole con el fusil. Trémulo y confuso, fue contestando, sin darse cuenta apenas, a las preguntas que le fueron ha­ciendo:

—¿Quién eres?

—Un pobre lego.

—¿De qué convento?

—De los PP. Paúles.

—¿Dónde están los frailes?

—Algunos han sido fusilados y otros no sabemos dónde están.

—Y tú, ¿dónde vives?

—En nuestra casa, con el P. Superior.

Síguenos.

Terminaron. Y, en medio de ellos, como un criminal, el buen anciano fue conducido a la checa y sometido a un sagaz y minucioso interrogatorio.

Poco tiempo después era detenido en casa el P. Amado y llevado a la iglesia de la Compañía. 290 individuos habían sido detenidos aquella misma tarde.

¿Qué pasó en la prisión? Con lágrimas en los ojos me lo contaba, días después, el que había sido compañero de lecho de nuestro buenísimo Superior en aquella noche postrera.

“Horas y horas se pasó en confesarnos a todos, me decía. Teníamos tan segura la muerte…” Cuando todos estuvimos con­fesados, el buenísimo Padre, radiante de alegría, nos invitó a rezar el Rosario a la Milagrosa. Más que rezar, declamaba las oraciones, de tal modo, que sus palabras, rebotando en las bóvedas de la magnífica iglesia, convertida en catacumba, caían sobre todos nosotros como riada de optimismo y de valor. Al cabo, después de bendecirnos, nos recostamos para descansar y esperar tranquilos la muerte próxima. Casi todos nos había­mos proporcionado una manta, un colchón y una almohada, para no dormir en el duro suelo, que infinitos presos habían dejado a su paso infecto y sucio. Yo observé que el P. Amado no tenía en dónde acostarse .y se recogía en un rinconcito. Le llamé y obligué a que se acostara conmigo. Poco después dor­mía tranquilamente: tal era su tranquilidad.

A las doce de la noche nuestra magnífica iglesia-prisión, desmantelada, sin luz apenas, con cerca de trescientos hombres tirados por el suelo en la más rara y policroma confusión, se estremecía todavía con las plegarias de muchos hombres. Sólo el Padre dormía profundamente.

Hacia las dos de la madrugada nuestros verdugos aparecie­ron como una invasión siniestra en el presbiterio. Fueron nom­brando uno a uno y poniendo en libertad a muchos que, nun­ca pensaron en recobrarla.

Al llegar al P. Amado, el que parecía jefe de aquella chus­ma cantó su nombre con una mezcla de odio y de sarcasmo. “Amado García. Fraile.” Tuve que despertarlo con algún es­fuerzo. Se presentó ante ellos, y, como a los demás, también le dijeron, aunque con un tono bien distinto: “También a ti te vamos a dar la libertad. Espérate aquí, a la izquierda.” Su tono sarcástico daba a entender bien claro lo que aquella li­bertad significaba para él. Se acercó a mí y, visiblemente emocionado, me dijo abrazándome:. “Adiós. Hasta la eternidad.”

Después, se acercó de nuevo a los jocosos esbirros y les dijo presentándoles al Hermano: “Matadme a mí, pero no hagáis nada a este pobre viejo, que nada tiene que ver. Es sólo un criado nuestro.”

Aun no había amanecido. A las puertas del cementerio llegó un coche y de él descendieron unos cuantos asesinos, trayendo a un detenido. Joven, resignado, tranquilo. Era el P. Amado, condenado a muerte por el enorme delito de ser un sacerdote santo.

De su muerte edificante decían al día siguiente en un suel­to del periódico los mismos rojos algunas alabanzas, que hoy, por no tener a mano el periódico, no puedo transcribir al pie de la letra. Por alguno de los que asistieron a su fusilamiento pudimos recoger sus últimas palabras, cortas, sentidas, ter­minantes.

“Matadme cuanto antes, pero no me martiricéis. Dios os perdone, como yo también os perdono.”

El primer disparo debió de cogerle en el acto de bendecirles, pues el proyectil, después de atravesar su antebrazo, fue a alojarse en el cráneo, a la altura de la frente. Un nuevo disparo en el parietal derecho lo arrancó para siempre de entre nosotros.

Por medio de algunas buenas mujeres conseguimos resca­tar su cuerpo y enterrarlo en una sepultura particular; se hi­cieron algunas fotografías de los lugares de su martirio y se recogió una toalla empapada en su sangre preciosa.

Permitidme que desde estas cuartillas levante esa toalla santificada y ennoblecida como un símbolo y corno una rúbri­ca. La rúbrica de esa página maravillosa que en los anales de la Congregación ha escrito nuestra casita de Gijón; y el sím­bolo de un porvenir magnífico que sobre esta flagelada tierra de Asturias se abre a nuestra pequeña residencia, coronada por Dios con esa bandera de purísima y novísima libertad.”

BIOGRAFÍAS DE MISIONEROS PAULES Edición 1942
Autor: Elías Fuente

Este grupo de mártires está integrado por:

1. TOMÁS PALLARÉS IBÁÑEZ
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 06 Marzo1890 en Iglesuela del Cid, Teruel (España)
martirio: 13 Octubre 1934 en Oviedo, Asturias (España)

2. SALUSTIANO GONZÁLEZ CRESPO
hermano de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 01 Mayo 1871 en Tapia de la Ribera, León (España)
martirio: 13 Octubre 1934 en Oviedo, Asturias (España)

3. LUIS AGUIRRE BILBAO
hermano de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 13 Septiembre 1914 en Murguía, Vizcaya (España)
martirio: 30 Julio 1936 en Alcorisa, Teruel (España)

4. LEONCIO PÉREZ NEBREDA
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 18 Marzo1895 en Villarmentero, Burgos (España)
martirio: 02 Agosto 1936 en Las Planas de Oliete, Teruel (España)

5. ANDRÉS AVELINO GUTIÉRREZ MORAL
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 11 Noviembre 1886 en Salazar de Amaya, Burgos (España)
martirio: 03 Agosto 1936 en Gijón, Asturias (España)

6. ANTONIO CARMANIÚ MERCADER
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 17 Agosto 1860 en Rialp, Lérida (España)
martirio: 17 Agosto 1936 en Llavorsi, Lérida (España)

7. FORTUNATO VELASCO TOBAR
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 31 Mayo 1906 en Tardajos, Burgos (España)
martirio: 24 Agosto 1936 en Alcorisa, Teruel (España)

8. RICARDO ATANES CASTRO
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 05 Agosto 1875 en Cualedro, Orense (España)
martirio: 14 Agosto 1936 en Gijón, Asturias (España)

9. PELAYO JOSÉ GRANADO PRIETO
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 30 Julio 1895 en Santa María de los Llanos, Cuenca (España)
martirio: 27 Agosto 1936 en Gijón, Asturias (España)

10. AMADO GARCÍA SÁNCHEZ
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 29 Abril 1903 en Moscardón, Teruel (España)
martirio: 24 Octubre 1936 en Gijón, Asturias (España)

11. IRENEO RODRÍGUEZ GONZÁLEZ
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 10 Febrero 1879 en Los Balbases, Burgos (España)
martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)

12. GREGORIO CERMEÑO BARCELÓ
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 09 Mayo 1874 en Sitios, Zaragoza (España)
martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)

13. VICENTE VILUMBRALES FUENTE
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 05 Abril 1909 en Reinoso de Bureba, Burgos (España)
martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)

14. NARCISO PASCUAL y PASCUAL
hermano de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 11 Agosto 1917 en Sarreaus de Tioira, Orense (España)
martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)

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José Baldo nació el 19 de febrereo de 1843 Puegnago, en la orilla occidental del Lago Garda en la provincia de Brescia. Sexto entre nuevo hijos de Angelo Baldo y Ippolita House.

De los ocho hermanos, seis murieron desgraciadamente a edad temprana, la mortalidad infantil era un azote que marcó la vida de muchas familias en esas decadas.

Sus padres, particularmente su madre, le dieron una educación moral y religiosa loable. Aprendió aversión a cualquier forma de falta de compromiso y el estricto cumpliendo de sus deberes.

A los 16 años ingresó al Seminario del Obispado de Verona, diócesis a la que pertenecia Puegnago, se distinguió por su ejemplar comportamiento, la aplicación en los estudios, el espíritu de piedad, el celo apostólico, por lo cual la Santa Sede concedió para su ordenación, misma que tuvo lugar el 15 de agosto de 1865, contando con sólo 22 años.

Después de un parentésis como vicaro parroquial en Montorio (Verona), fue llamado en 1866 nuevamente al seminario, donde se le confió la tarea de sub director del Colegio Obispal de Verona, cargo que ocupó por más de diez años, mostrándose como un muy buen educador y pastor de almas. Escribió un manual de oraciones en el que también estaban impresas homilias y las reglas disciplinarias.

Después de un largo y fructífero período en el Colegio, consiguió que su obispo la autorización para dedicarse a un campo más amplio, asignándosele la parroquia de Ronco all’Adige (Verona), se posicionó el 17 de noviembre de 1877, casi en secreto para evitar confrontación con un grupo masónico, que lo había amenazado de muerte si hubiese usado la solemnidad usual en la ceremonia.

Conciente y convencido de que todo aquello que concierne al desarrollo humano, debe ser planificado y desarrollado por el parroco, concentró todo esfuerzo en la organización de un amplio plan de acción social y caritativa, dirigido a satisfacer las necesidades espirituales y temporales de cada persona.

En 1882 mujeres recogidas para la casa de la lactancia libre, en una asociación pía llamada "las Criadas de Caridad de St. María el del Soccorso”; el l´Asilo del istituì el gratuito infantil, la el di de Scuola Lavoro el il de e el parrocchiale de Ginnasio, una de aprì de inoltre Biblioteca Circolante. María el del Soccorso"; el Asilo instituyó al niño libre, la Escuela de Labor y la parroquia adiestra, también abrió una Biblioteca Actual.

En 1882 reune a mujeres para ayudar como enfermeras gratuitas a domicilio en una asosiación a la que denominó "Asistentes de la Caridad de Santa María del Socorro"; instituyó un Asilo gratuito para niños, la Escuala Técnica y Gimnasio Parroquial, también abrió una biblioteca ambulante.

En 1884 fundó la Sociedad de Obreros de Ayuda Mutua, con el fin de defender a los pobres de los prestamistas, y en 1888 abrió un hospital pequeño llamado "Casa Ippolita" (por el nombre de su madre) para atender a enfermos pobres y acoger a ancianos abandonados. Despues en 1893 abre otro centro para acoger ancianos de Ronco all’Adige y sus alrededores, en 1894 abrió la "Casa Rural Católica" para captar prestamos y conceder prestamos a intereses convenientes. En tiempo de Veneto, la emigración era una lacra social, por lo que difundió el "Decálogo del Emigrante", documento antesesor a la Encíclica ‘Rerum Novarum’ del Papa León XIII.

En el campo religioso puso la Eucaristía como centro de la vida espiritual, popularizó el apostolado de la oración, empezó a enseñar la Doctrina Cristiana. En 1879 reorganizó la Confraternidad del Santísimo Sacramento, reactivó la Sociedad de Doctrina Cristiana.

Para proveer la ayuda al necesitado y la adecuada administración de la "Casa Ippolita", en 1893, fundó las Hermanas de la Misericordia de Verona, la cual luego de un año se disolvió para crear otra institución femenina en Ronco.

A estas alturas, como pasó con tantos otros fundadores, debía establecer una nueva congregación, entonces el 13 de octubre de 1894, inició con algunas postulantes la Congregación de las "Pequeñas Hijas de San José".

El 25 de junio de 1897, las primeras siete hermanas hacían su profesión religiosa, la cofundadora fue Clementina Ippolita Forante (1864-1928). Su propósito es la ayudada a ancianos y enfermos, y la educación de niños y jóvenes.

Después de tan incansable labor, y habiendo sufrido 22 meses de dolorosa enfermedad, el Padre José Baldo murió el 24 de octubre de 1915 a los 72 años de edad.

Fue beatificado por Su Santidad Juan Pablo II el 31 de octubre de 1989.

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Sacerdote y Fundador

Martirologio Romano: En la ciudad de Como, en Italia, beato Luis Guanella, presbítero, que fundó la Congregación de los Siervos de la Caridad y también la de las Hijas de Santa María de la Providencia, para atender a las necesidades de los desamparados y afligidos, y procurarles la salvación eterna. ( 1915)

Fecha de beatificación: 25 de octubre de 1964 por el Papa Pablo VI.

Fecha de canonización: 23 de octubre de 2011 por el Papa Benedicto XVI.

Breve Biografía

Nació en Fraciscio di Campodolcino Italia, el 19 de diciembre de 1842, en un momento en el que se producía el tránsito de san José Benito Cottolengo. Don Bosco, tomando el testigo, daba inicio a su Oratorio. La vida de Luigi Guanella fue signada por la misericordia y un afán incontenible de asistir a los que nada poseen: «No podemos detenernos mientras haya pobres que socorrer». Se preguntaba: «¿Cómo es posible creer que en la frente del pobre está esculpida la imagen de Dios y no correr a ayudarlo, a servirlo?». Nada lo iba a detener: «¿Qué importa siquiera ir a prisión por los pobres, por la causa de los pobres? ¡Se llegaría a ser mártir!».

Fue el noveno de trece hijos y experimentó tempranamente una inmensa piedad por los necesitados. Tenía 7 años cuando se dio de bruces con un anciano mendigo, famélico y solitario, que se acercó a él pidiendo ayuda. Rápidamente escondió los caramelos que su padre le acaba de comprar, antes de oír misa, para no tener que dárselos. El viejecito desapareció. Según develó años más tarde, lo consideró una aparición. A esa edad la Virgen le hizo ver que debía dedicarse a los necesitados. Y a los 12, con madura determinación, comunicó a sus padres: «¡Quiero ser sacerdote!». Partía con un caudal de bendiciones, llevando en su equipaje una fe bien cimentada y otras muchas cualidades y habilidades que aprendió en su hogar en las que se encerraban grandes valores como el sacrificio, el esfuerzo y el desprendimiento.

Se formó en el colegio Gallio de Como, y luego prosiguió estudios en el seminario diocesano. Fue ordenado por el obispo de Foggia en 1866. Su primera misión pastoral fue auxiliar a un anciano presbítero. Afligido por la lejanía de la Iglesia que algunos mostraban, inició un camino de ayunos y mortificaciones que unía a su oración suplicando la conversión de todos, hasta que el rigor que se impuso comenzó a dañar su salud, y el virtuoso y lúcido sacerdote se las vetó. El anticlericalismo acérrimo de ciertos ciudadanos vinculados a la política, y los declarados masones, le obligó a oficiar misa teniendo detrás a la policía que lo vigilaba.

En 1875 se trasladó a Turín con el fin de unirse a la labor apostólica de Don Bosco; consideraba que le serviría de gran ayuda para la misión que debía iniciar. Él le ofreció ir a América, pero aunque le hubiera gustado aceptar la oferta, se dejó guiar por la impresión espiritual que le instaba a responder a los mensajes sobrenaturales que había recibido. Siendo vicario parroquial en Traona, en 1880 creó un colegio para niños pobres. Incomprendido por personas de la diócesis, tuvo que cerrarlo con todo el dolor de su corazón. Después pasó por Olmo dejando atrás soledad y sufrimientos, expectante por dilucidar la voluntad divina; esperaba ver los signos pertinentes para poder actuar en consecuencia.

Supo aguardar a que llegase lo que denominó: «la hora de la misericordia», vislumbrada a sus 40 años. Tiempo atrás le había confiado a Don Bosco: «Tengo en el alma la caridad y la conciencia de que Dios nos ha enviado al mundo para construir una sociedad justa y convertirnos para estas personas en sus padres, madres o hermanos, y servir en esta alegría de vivir». Llegó a Pianello del Lario en 1881, por indicación del obispo, para ocuparse de una casa que había dejado al morir el P. Carlo Coppini. Desde 1878 cinco mujeres con inclinación a la vida religiosa ayudaban al desparecido sacerdote a auxiliar a los huérfanos y ancianos que había recogido. Ellas fueron el germen de una de las fundaciones de Guanella: las Hijas de Santa María de la Providencia surgidas en 1886, y de la que nació la Congregación de Siervos de la Caridad.

En 1890 Luigi ya albergaba a 200 enfermos y pobres de todas las edades y condiciones. Esta obra de caridad vio la luz en medio, y a pesar, de los muchos recelos surgidos en su entorno. A los que padecían alguna discapacidad nunca los calificó como retrasados, ni consintió que otros lo hicieran. Eran sus «buenos niños», sus «tesoros». Cuando en 1896 los extremistas prendieron fuego a esta Casa de la Providencia, condujo a todos al templo. Mientras les consolaba, oraba así: «Señor, en tus designios has permitido que nuestra casa se quemase. Nos volveremos a alojar aquí en la tuya». Sin perder tiempo, comenzaron a ponerla en pie. Un día, cuando levantaban la capilla, aunque nada permitía pensar en un accidente, dio la indicación de que se apartaran de la zona sin dilación. A renglón seguido el andamio caía en medio de gran estrépito, sin haber dañado a nadie.

Confiar en la providencia de Dios, esperar en Él, era su lema. Ante el asombro por los logros que obtenía, decía: «Dios es el que hace el trabajo». Se ocupó de que hubiera una imagen de María dedicada a sus obreros, que denominó Nuestra Señora del Trabajo. Las obras de beneficencia se multiplicaron dentro y fuera de Italia. No hay más que ver la expansión que se produjo en Roma con la ayuda de su amigo san Pío X. En 1903 se estableció en la colina romana de Monte Mario. En el terremoto de 1905 realizó una admirable labor asistiendo a los damnificados. En la colina del Gianicolo abrió un centro para ancianos en 1907. Dos años más tarde erigió una iglesia dedicada a san José, además de otras obras de carácter educativo.

Realizó un viaje apostólico al continente americano para visitar a los emigrantes, y al regreso siguió extendiendo su obra. Además, promovió la devoción a la Virgen de Lourdes e instituyó la Pía Unión del Tránsito de San José. En 1515 auxilió a los damnificados en el terremoto de Abruzzo. Ésto mermó su ya delicada salud por sus muchos afanes y sufrimientos. En septiembre de ese año quedó paralítico. No se recuperó y el 24 de octubre falleció en Como. Pablo VI lo beatificó el 24 de octubre de 1964. Benedicto XVI lo canonizó el 23 de octubre de 2011. Denominado «padre de los pobres», Pío XI lo consideró el «Garibaldi de la caridad». Su cuerpo se venera en el Santuario del Sagrado Corazón en Como.

Una intercesión milagrosa para su canonización:

El milagro atribuido a la intercesión del ahora santo fue la milagrosa curación de William Glisson, un joven de Pennsylvania a quien los médicos no dieron oportunidad de recuperación tras sufrir un severo accidente mientras patinaba.

William tenía 21 años cuando en marzo de 2002 cayó de cabeza por patinar en reversa en la calle. Quedó en estado de coma y los médicos le practicaron cinco cirugías, incluyendo dos para unir las piezas de su cráneo. Los especialistas esperaban que el joven presentara un daño cerebral permanente.

Sin embargo, Glisson se recuperó completamente luego que se organizara una campaña de oración por intercesión del Padre Guanella con una comunidad de los Siervos de la Caridad, así como residentes y estudiantes de la Aldea de Don Guanella dedicada a personas con discapacidades.

¡Felicidades a quien lleve este nombre!

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Por: O. C. Moreno | Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina04

San Alucio, patrono de Pescia de Toscana, era pastor.

Debido al gran interés que se tomó por el hospital de Val di Nievole, fue nombrado director de él y se le considera como su segundo fundador.

Más tarde, Alucio se dedicó a fundar albergues en los puertos y pasos peligrosos de las montañas y a otras obras de beneficencia pública, tales como la construcción de un puente sobre el Arno.

Los jóvenes que formó para el servicio en los hospitales, recibieron el nombre de hermanos de San Alucio.

Se cuentan muchos milagros del santo y a él se atribuye la reconciliación entre las ciudades enemigas de Ravena y Faenza. En 1182, cuarenta y ocho años después de la muerte de San Alucio, sus reliquias fueron trasladadas al hospital de Val di Nievole, que recibió su nombre.

El culto del santo fue confirmado por Pío IX, quien concedió una misa propia para el día de su fiesta.

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Julio Nicolás Rèche nace en una familia pobre de Landroff en Lorraine.

Abandona pronto la escuela para trabajar como mozo de caballerizas, cochero y finalmente carretero al servicio de una empresa de construcción.

Siendo joven, es conocido por sus compañeros de trabajo por su piedad y su autodisciplina. Conoce a los Hermanos Cristianos de La Salle por primera vez cuando sigue clases nocturnas y pide ingresar en la congregación tomando por nombre Arnoldo.

Enseña durante cuatro años en un pensionado de la calle de Venecia en Reims. A pesar de las exigencias de un tiempo completo dedicado a la enseñanza, logra estudiar y llega a ser competente en teología, matemáticas, ciencias y agricultura que enseña a pequeños grupos de alumnos más adelantados.

Durante la guerra Franco-Prusiana de 1870, trabaja con otros Hermanos como enfermero, para dar respuesta a las necesidades médicas y espirituales de los heridos de los dos bandos. Por ello es condecorado con la cruz de bronce.

La intensidad de su vida de oración y su amor por las prácticas de penitencia deciden a los superiores a nombrarle Director del Noviciado de Thillois. Conquista el corazón de aquellos de quienes está encargado por su atención evidente a su desarrollo espiritual y profesional.

Se habla de pequeños milagros de curación, así como de su sorprendente capacidad para discernir los pensamientos secretos. El Hermano Arnaldo es conocido por su devoción a la Pasión del Salvador y su docilidad al Espíritu Santo, que, como a menudo lo hace observar "fortifica el corazón de los hombres". Cuando el Noviciado se traslada a un nuevo centro en Courlancy cerca de Reims en 1885, el Hermano Arnaldo contribuye a hacérselo dedicar al Sagrado Corazón. Fallece a la edad de 52 años, con fama de santidad, solamente unos meses después de haber sido nombrado Director del Sagrado Corazón.

Nacido en Landroff, Francia, el 2 de septiembre de 1838
Entrado en el Noviciado, el 23 de diciembre de 1862
Fallecido en Reims, Francia, el 23 de octubre de 1890
Beatificado el 1 de Noviembre de 1987.

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Juan Ángel Porro nació en el ducado de Milán el año 1451.

Ingresó en la Orden de los Siervos de María y vivió primero en el convento milanés de santa María; más tarde, fue trasladado a Florencia.

Se retiró a Monte Senario, permaneciendo allí casi veinte años, para dedicarse por completo a la penitencia y a la contemplación.

Finalmente regresó a Milán, en donde se ocupó de manera especial de la cristiana educación de los niños.

Murió el 23 de octubre de 1505.

El papa Clemente XII lo proclamó Beato en 1737.

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Abad
Mayo 5

El siglo VII es, sin ninguna clase de duda, el siglo de oro, en la comunidad cristiana de Mérida. Consecuentemente la vida monástica fue floreciente: cuna de futuros prelados y cantera de santos. En tiempos del rey Leovigildo, vino de las regiones del África a la provincia de Lusitania un abad por nombre Nancto. Fray Justo Pérez de Urgel amplía noticias sobre este personaje y su monasterio. Por el libro de "Las Vidas de los Santos Padres de Mérida" sabemos de su vida monástica: por una parte, su aislamiento del mundo, en especial de las mujeres, como revela el encuentro a través del diácono Redempto en la Basílica eulaliense con la piadosa y noble viuda, llamada Eusebia, tras mucho rogarle; por otra, su retirada a un lugar desértico con unos pocos hermanos. Empezó a brillar por su fama de santidad debido a sus muchas virtudes. El calendario español de Sainz de Baranda lo incluye entre los santos.

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Obispo

Martirologio Romano: En Fiésole, de la Toscana, san Donato Scoto, obispo, insigne por su erudición y su piedad, el cual, oriundo de Irlanda y peregrinando hacia Roma, fue elegido obispo de esa ciudad. ( c.875)

Fecha de canonización: Información no disponible, la antigüedad de los documentos y de las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y en muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que tengamos esta concreta información el día de hoy. Si sabemos que fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Obispo de Roma: el Papa.

Según la tradición, el santo, que era irlandés, emprendió una peregrinación a Roma hacia el siglo IX y de regreso pasó por Fiésole, encontró al clero y el pueblo reunidos para la elección de un obispo.

Cuando éste entró a la catedral, los cirios se encendieron solos y las campanas comenzaron a sonar. El pueblo interpretó aquello como una señal del cielo e inmediatamente fue elegido obispo por aclamación.

La fiesta de este santo se celebra actualmente en toda Irlanda.

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Ella había nacido en el Castillo de Foix en 1255 y fue bautizada con el mismo nombre que su bisabuela, Esclaramunda la Mayor, quien fuera archidiaconesa de los cátaros. Esclaramunda contaba sólo veinte años cuando se casó, el 4 de Octubre de 1275, en Perpiñán, con el heredero del trono de Mallorca, que ya había cumplido los treinta y dos.

Jaime II Rey de Mallorca, a quien se le conocería como El Buen Rey Jaime, fueron condes del Rosellón y la Cerdaña, señores de Montpellier y vizcondes de Carlat y fundadores de una dinastía que, por espacio de tres cuartos de siglo, hasta 1343, gobernaría este “reino en medio del mar”, como sería denominado, con una franja continental en la actual Francia.

Se sabe que ella se hizo cargo de la tutela de su nieto Jaime III de Mallorca.

Fue parte de la Orden Mercedaria de San Pedro de Amer a la cual fue admintida en el año 1291.

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Eremita

Martirologio Romano:En Tréveris, de Austrasia, en territorio que hoy pertenece a Alemania, san Vendelino, eremita (s. VII).
Príncipe de Escocia, nacido en el año 534, hijo del rey Forchado y la Reina Irelina. Fue educado por el obispo local, Vendelino decidió abandonar la vida en la familia real, y consagrarse a Dios. Vestido de peregrino, Vendelino salió de su castillo en el medio de la noche, y dejó la vida mundana atrás.

Peregrinó a muchos lugares sagrados, llegando a Roma en 574. Durante una audiencia con el Papa Benedicto I, quien le dijo que siguiera su deseo de tener una vida unida a Dios. Vivió por un tiempo en Einsidel, Alemania y luego como ermitaño en el bosque de Westerich.

Durante un viaje a los santuarios en Tréveris, según los informes, conoció a un rico ladrón de caminos. El ladrón le amonestó que fuera un mendigo cuando obviamente era muy capaz de ganarse la vida. Trabajó para el ladrón como un porquero, hasta que encontró que no había tiempo para sus oraciones. Fue transferido a criar ganado, Vendelino de nuevo tuvo tiempo para la oración. Sin embargo, el rebaño que atendía creció tan rápido que pronto se encontró de nuevo con exceso de trabajo. Esta vez fue transferido a cuidar ovejas, un trabajo tradicionalmente asignado a los niños o a los hombres mayores, ya que era menos exigente físicamente. Aun cuando su rebaño creció, tenía tiempo para la oración. La leyenda dice que Dios trasportaba a Vendelino y sus rebaño a la antigua ermita muchas veces, y luego los regresaba por la noche.

Para el año 590 era ermitaño en Tréveris, y para el año 597 era abad en Tholey, donde falleció alrededor del año 617.

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Por: . | Fuente: Santiebeati.it

Mártir Laico

Martirologio Romano: En Seúl, en Corea, san Pedro Yu Tae-ch’l, mártir, que a los trece años exhortaba a los compañeros de cárcel a aceptar los tormentos, consumando su martirio al recibir cien azotes y ser estrangulado ( 1839).

Fecha de beatificación: 6 de octubre de 1968 por el Papa Pablo VI
Fecha de canonización: 6 de mayo de 1984, por S.S. Juan Pablo II.

Breve Biografía


Desde los primeros siglos, siempre ha sido muy difícil encontrar información segura sobre los mártires, ya que, aunque constituyen el grupo más grande de los santos, los cristianos probablemente nunca han considerado correcto recopilar los detalles de su existencia terrena, sino más bien poner debida atención en su último testimonio de fe cristiana, el cual lo realizó con el derramamiento de su sangre. Este problema subsiste incluso con mártires de los tiempos modernos, especialmente si vivía en algún rincón remoto del planeta, o si murió a una edad temprana. Y éste es indisputablemente el caso del mártir que recordamos hoy: San Pedro Yu Tae-ch’l, de nacionalidad coreana y muerto con apenas trece años.

Pedro nació en 1826 en Ipjeong, cerca de Seúl. A la edad de trece años (aproximadamente, porque no sabemos la fecha exacta de su nacimiento), fue encarcelado en Seúl por los enemigos de la fe cristiana. Durante su permanencia en la cárcel no paró de exhortar a los demás presos a resistir las torturas a las que eran sometidos. El padeció muchos sufrimientos, y consumó su martirio por estrangulación.

Fue beatificado en 1925 y canonizado por S.S. Juan Pablo II el 6 de mayo de 1984, con 102 mártires que regaron con su sangre el suelo de Corea. El grupo, conocido como "Santos Andrés Kim Taegön, Pablo Chöng Hasang y compañeros" es recordado el 20 de septiembre.

Reproducido con autorización de Santiebeati.it
responsable de la traducción: Xavier Villalta

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Madre de San Remigio de Reims

Martirologio Romano: En Laon, ciudad de la Galia, santa Cilina, madre de los santos obispos Principio de Soissons y Remigio de Reims (post 458).

Etimología: Celina = que viene del cielo, viene de la lengua latina

Breve Biografía

Lo mismo que Santa Silvia, madre del Papa Gregorio el Grande, y muchas otras madres de santos que también alcanzaron la santidad, Celina fue famosa a causa de su hijo, puesto que dio al mundo ese gran santo, Remigio o Remi, obispo de Reims.

De acuerdo con el pseudo Venancio Fortunato, Celina y su esposo pertenecían a la nobleza. En cierta ocasión, un monje llamado Montano, que tres veces consecutivas había recibido un aviso celestial en sueños, vaticinó a Celina que daría a luz un hijo que llegaría a ser un hombre de grandísimos méritos. A su debido tiempo, Remigio vino al mundo.

Hinemar de Reims complementó estos datos tan escasos en el siglo nueve: Celina y Emilio, su marido, habían tenido dos hijos: Principio, quien llegó a ser obispo de Soissons, y su hermano Emilio, quien a su vez tuvo un hijo, Lupo, sucesor de su tío Principio en la sede de Soissons, a la que gobernó hasta la muerte de Remigio (Duchesne, Fastes Episcopaux, vol. III, 1915, pp. 89-90).

Cuando el monje Montano anunció el nacimiento del niño, Celina quedó desconcertada, puesto que tanto ella como su marido ya eran entrados en años. Pero Montano, que era ciego, reiteró su profecía y aun agregó estas palabras: "Cuando hayas parido al niño cuyo nacimiento te anuncio, me frotarás los ojos con unas gotas de la leche de tus pechos y así recuperaré la vista". Fue el propio Remigio, a los pocos días de nacido, quien puso su manecita mojada con la leche del pecho de su madre, en los ojos de Montano, y éste obtuvo la gracia de volver a ver. Hinemar hace la advertencia de que, al nacer, Remigio quedó limpio de toda culpa por obra del Espíritu Santo. Había sido concebido "en la iniquidad, como todo hombre", pero contrariamente a lo que sucede en la condición humana, "su madre no lo parió en los delitos de la prevaricación, sino en la gracia de la remisión". Por esa razón, Remigio se asemejaba a San Juan Bautista (Luc. 1, 15) y a Isaac (Gen. XVII, .Nació en el país de Laon y se le impuso el nombre de Remigio porque estaba destinado a regir, a dirigir la nave de su Iglesia a merced de las olas tempestuosas y también sería el "Remedio" (otro significado de su nombre) tconra la justa cólera de Dios o bien contra la ferocidad de los paganos.

Luego de cursar breves estudios en los que destacó sobremanera, Remigio tuvo deseos de imitar el ejemplo del monje Montano, se retiró al convento y se separó para siempre de Celina. De acuerdo con uno de los párrafos del testamento de San Remigio, su madre había sido sepultada en Labrinacum (Lavergny), cerca de Laon, en el Aisne. La traslación de sus restos a Laon, según Molanus y Vermeulen, los editores del Martirologio de Usuardo (ed. Du Sollier, Anvers, 1714, p. 194) tuvo lugar un 5 de abril.

Actualmente, en la diócesis de Reims se conmemora a Santa Celina el 22 de octubre.

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Megalomártir

Santo Tradicional, no incluido en el Martirologio Romano actual
Martirologio Romano (1956): En Antioquía, san Artemio, Procónsul, que habiendo desempeñado, en tiempo de Constantino el Grande, muy honrosos cargos en la milicia, por orden de Juliano Apóstata a quien echó en cara su crueldad contra los Cristianos, fue apaleado, diversamente atormentado, y por último degollado. ( 363)
San Artemio de Antioquía, conocido como "el gran mártir" o "megalomártir", fue militar y prefecto del imperio romano en Egipto, durante el siglo IV de nuestra era. Anteriormente había servido como oficial en el imperio de Constantino I. Uso su elevada posición para difundir el cristianismo.

Durante el reinado de Juliano el Apóstata fue un hereje arriano, cazando y persiguiendo monjes, religiosas y obispos, incluido San Atanasio de Alejandría. Sin embargo a través de la oración y debido al horror de las persecuciones Artemio se convirtió a la ortodoxia cristiana, apoyando la fe y volviéndose contra los paganos, incluido el emperador Juliano.

Artemio fue decapitado en la ciudad de Antioquía en el año 363, a donde había sido llamado por el emperador Juliano por mala administración de su provincia. Los cargos provenían de su persecución de los paganos en Alejandría, y su uso de tropas en la captura y despojo del Templo de Serapis promovida por el obispo arriano Jorge de Laodicea. En base a su martirio es considerado santo.

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Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano: En los alrededores de Wloclawek (Polonia), Beato Jerzy Popieluszko, sacerdote diocesano asesinado por odio a la fe. ( 1984)

Fecha de beatificación: 6 de junio de 2010 durante el pontificado de Benedicto XVI.

Jerzy Popie?uszko nació el 14 de septiembre de 1947 en Okopy cerca de Suchowola (Polonia), fue un sacerdote católico, asociado con el sindicato Solidaridad. Fue asesinado por la agencia de inteligencia interna comunista operada por los soviéticos, la S?u?ba Bezpiecze?stwa.

Jerzy Popie?uszko era un sacerdote carismático que fue primero enviado a los huelguistas en la fábrica de acero de Varsovia. Luego, se asoció con trabajadores y sindicalistas del movimiento Solidaridad, quienes se oponían al régimen comunista polaco. Era un acérrimo anticomunista y, en sus sermones, intercalaba exhortaciones espirituales con mensajes políticos que criticaban el sistema comunista y motivaban a las personas a protestar. Durante el periodo de vigencia de la ley marcial, la Iglesia Católica fue la única fuerza que pudo tener una voz de protesta comparativamente abierta, con la celebración regular de misas que presentaban oportunidades para las reuniones públicas en las iglesias.

Los sermones de Popie?uszko eran normalmente transmitidos por Radio Free Europe, con lo cual se volvió famoso a lo largo de toda Polonia por su postura intransigente contra el regimen. La S?u?ba Bezpiecze?stwa trató de silenciarlo o intimidarlo. Cuando estas técnicas no funcionaron, fabricaron evidencia contra él. Así, fue arrestado en 1983, pero fue pronto liberado por la intervención del clero y perdonado por una amnistía.

Se escenificó un accidente automovilístico para asesinar a Jerzy Popie?uszko el 13 de octubre de 1984, pero logró escapar con vida. El plan alternativo era secuestrarlo y fue llevado a cabo el 19 de octubre de 1984. El sacerdote fue golpeado y asesinado por tres oficiales de la policia de seguridad. Luego, su cuerpo fue lanzado al interior del Reservorio del rió Vístula, cerca de W?oc?awek, desde donde fue recuperado el 30 de octubre de 1984.

Las noticias del asesinato político causaron una conmoción en toda Polonia y los asesinos y uno de sus superiores fueron condenados por el crimen. Más de 250.000 personas asistieron al funeral del sacerdote, incluyendo a Lech Wa??sa, el 3 de noviembre de 1984. A pesar del asesinato y de sus repercusiones, el regimen comunista permaneció en el poder hasta 1989. En 1997, la Iglesia Católica comenzó el proceso para su beatificación; para el año 2008 ya se encontraba con el estatus de Siervo de Dios.

El conocido compositor polaco Andrzej Panufnik escribió su Bassoon Concerto (1985) en memoria de Popie?uszko. El documental de Ronald Harwood La muerte deliberada de un sacerdote polaco fue estrenado en el teatro Almeida en Londres en octubre de 1985, como un escenificación del juicio a los asesinos de Popieluszko.

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Obispo de la Primera Orden

Jacobo de Strepa, de noble familia polaca, nació hacia 1340. Muy joven ingresó en la Orden de los Hermanos Menores. Por muchos años ejerció el ministerio en Rusia, fue vicario general de aquella misión y trabajó activamente por la unidad de los cristianos. Elegido obispo de Halicz, cuya sede metropolitana fue luego trasladada a Leópoli.

Como obispo y pastor de almas, Jacobo de Strepa se consagró por entero a las necesidades de la diócesis y se mostró modelo perfecto del pastor de almas. En muchos distritos el número de las iglesias era insuficiente para las necesidades de la población, para remediarlo, hizo construir nuevas iglesias, erigió nuevas parroquias y colocó allí sacerdotes de probado celo. Fundó también casas religiosas para multiplicar los medios de santificación, edificó hospitales, proveyó a los pobres con largueza y generosidad. Las rentas de su obispado eran enteramente destinadas al mantenimiento de los lugares de culto y a la caridad y beneficencia para con los pobres y necesitados.

El celoso pastor se esforzó por infundir la fe en los fieles con prácticas de devoción que produjeron frutos abundantes de santidad. Amó con tierno y filial afecto a la Santísima Virgen. En su escudo episcopal colocó la imagen de la Madre de Dios que también había hecho esculpir en su anillo pastoral. Difundió ampliamente el culto a la Santísima Virgen. Todas las tardes el pueblo se reunía en las iglesias para rezar el Rosario y otras oraciones a la Virgen. La Eucaristía fue el centro irradiador de toda su vida. En Leópoli instituyó la adoración perpetua. Tuvo la alegría de ver reflorecer en su diócesis la piedad y la moral.

Recorrió su extensa diócesis a pie, vestido con el hábito franciscano, sembrando en su camino la palabra de Dios, uniendo a su apostolado activo una vida de austeridad y de penitencia. Nombrado senador en el consejo de su patria, dio sabios consejos e hizo tomar importantes y útiles decisiones. Por su interés se frenaron en el territorio polaco las incursiones de los bárbaros, los enemigos fueron rechazados. Después de 19 años de dinámico episcopado el Beato Jaime fue a recibir el premio de sus trabajos. Murió el 20 de octubre de 1409. Por sus excepcionales méritos civiles fue proclamado defensor y custodio de su patria. Fue sepultado en la iglesia de los franciscanos de Leópoli, vestido con el hábito religioso y con las insignias pontificales. En su tumba se produjeron milagros. Su culto se difundió en Polonia, Lituania y Rusia, de donde en un tiempo venían numerosos peregrinos para invocar su protección. En su exhumación realizada en 1419, su cuerpo fue encontrado incorrupto.

Su culto fue aprobado por Pio VI el 11 de septiembre de 1790

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Por: . | Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01

Patrona de Oxford

Martirologio Romano: En Oxford, en Inglaterra, santa Frideswide, virgen, que, siendo de estirpe regia, fue elegida abadesa de un monasterio doble de monjes y de monjas (735).
Santa Frideswide es la patrona de Oxford. Guillermo de Malmesbury nos dejó la reseña más sencilla de la leyenda de la santa en un escrito anterior al año 1125. Frideswide, una vez que se vio libre de las solicitudes de un reyezuelo, fundó en Oxford un monasterio y pasó ahí el resto de su vida. Según la forma más compleja de la leyenda, Frideswide era hija del cortesano Didán y de su esposa Safrida. La educación de la niña fue confiada a una dama llamada Algiva. Cuando Frideswide leyó que "todo lo que no es Dios es nada" se sintió llamada a la vida religiosa. Pero el príncipe Algar, prendado de su belleza, trató de raptarla. Entonces, la joven huyó con dos compañeras por el río Isis y se ocultó durante tres años en la cueva que servía de guarida a un jabalí. Como continuase la persecución de Algar, Frideswide invocó la ayuda de Santa Catalina y Santa Cecilia, con el resultado de que el pretendiente quedó ciego hasta que prometió dejar en paz a la doncella. Según la leyenda, esa era la razón por la que los reyes de Inglaterra, hasta Enrique II, no iban jamás a Oxford. Para poder consagrarse más plenamente a Dios en la soledad, Santa Frideswide construyó con sus manos una celda en el bosque de Thornbury (actualmente Binsey), donde se acercó al Reino de los Cielos mediante el fervor y la penitencia. Se cuenta que la santa hizo brotar la fuente de Binsey con sus oraciones y que los peregrinos solían acudir allá en la Edad Media. La muerte de Frideswide suele situarse en el año 735. Dios honró su sepulcro con numerosos milagros, de suerte que se convirtió en uno de los principales santuarios de Inglaterra.

Por lo que parece, la leyenda de Santa Frideswide, tal como se canserva carece de fundamento histórico y no merece crédito alguno. Sin embargo, es probable que la santa haya fundado un monasterio en Oxford, en el siglo VII El monasterio fue restablecido en el siglo XII por los canónigos regulares de San Agustín. En 1180, las reliquias de Santa Frideswide fueron trasladas solemnemente a la iglesia construida en su honor. El canciller y los miembros de la Universidad solían ir al santuario dos veces al año, a la mitad de la Cuaresma y el día de la Ascensión. En 1525, el cardenal Wolsey, con autorización del Papa Clemente VII, disolvió el convento de Santa Frideswide y fundó ahí el Cardinal College; la iglesia conventual se convirtió en capilla del colegio. En 1546, Enrique VIII cambió el nombre de colegio por el de "Aedes Christi" (Christ Church) y la capilla se convirtió en catedral de la nueva diócesis de Oxord. Durante el reinado de María, la Santa Sede reconoció la diócesis y catedral. Por entonces, las reliquias de Santa Frideswide fueron recogidas, aunque probablemente no dispersadas, ya que el año de 1561, cierto canónigo de Christ Church, que probablemente estaba loco, profanó las reliquias con un fanatismo increíble. Durante el reinado de Eduardo VI, había sido sepultada en la iglesia la monja apóstata Catalina Cathie, quien había contraído matrimonio con el fraile Pedro Mártir Vermigli. Los restos de Catalina habían sido removidos en la época de la reina María; pero el canónigo Calfhill los reunió con los de Santa Frideswide y los sepultó en la iglesia. Al año siguiente, vio la luz un escrito latino (y otro alemán) en el que se relataban los sucesos, con ciertos comentarios seudopiadosos sobre el texto "Hic jacet religio cum superstitione" (aquí yace la religión junto con la superstición). No es seguro que dicho texto haya sido grabado sobre el sepulcro, aunque varios autores, entre los que se cuenta Alban Butler, lo afirman así. Este comenta: "el sentido obvio de la inscripción nos lleva a pensar que aquellos hombres querían matar y sepultar toda religión."

El nombre de Santa Frideswide figura en el Martirologio Romano. Su fiesta celebra en la arquidiócesis de Birmingham.

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11:45 p.m.

Por: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net

Presbíteros y Mártires

Martirologio Romano: Santos mártires Juan de Brébeuf e Isaac Jogues, presbíteros, y compañeros de la Compañía de Jesús, en el día en que san Juan de la Lande, religioso, fue asesinado por los paganos en el lugar llamado Ossernenon, entonces en territorio del Canadá (hoy Auriesville, estado de Nueva York), el mismo lugar donde algunos años antes había conseguido la corona del martirio san Renato Goupil. Son venerados conjuntamente sus santos compañeros Gabriel Lalemant, Antonio Daniel, Carlos Garnier y Natal Chabanel, que en la región canadiense, en días distintos, después de fatigar en la misión del pueblo de los hurones para anunciar el evangelio de Cristo a aquellos pueblos, terminaron muriendo mártires (1642-1649).

Fecha de canonización: 29 de junio de 1930, durante el pontificado de Pío XI.

Breve Semblanza


Ocho fueron los santos mártires de Canadá, que a comienzos del siglo XVII dieron sus vidas por la evangelización de las poblaciones indígenas que habitaban las regiones donde hoy se encuentran las ciudades de Quebec y Montreal.

Los primeros en llegar fueron misioneros franciscanos, pero en 1623 llegaron a Canadá los jesuitas, quienes se dedicaron con entusiasmo a la misión entre los indios hurones y a la fundación de los poblados de San José, San Ignacio, San Luis y Santa María.

En 1642, estas misiones fueron atacadas por los temibles iroqueses, que vivían al sur de los lagos San Lorenzo y del Ontario y se desencadenó una guerra implacable durante la cual fueron hechos prisioneros el Padre Isaac Jogues, y el hermano Renato Goupil, que fue muerto por un indio, enfurecido por verlo predicar a los verdugos. El padre Jogues, después de trece meses de cautiverio fue bárbaramente mutilado y perdió la vida en el martirio junto con otro sacerdote jesuita, el Padre Juan Ladande.

Después de un período de paz, los iroqueses ocuparon nuevamente el país hurón y arrasaron la misión de San José, dando muerte al Padre Antonio Daniel. Más tarde devastaron San Ignacio, San Luis y Santa María, dando muerte en martirio a los Padres Juan Brébeuf y Daniel Lalemant.

Después fue devastada la misión de San Juan Bautista, matando al Padre Carlos Garnier. También murió el Padre Natal Chabanel, quien poco antes había dicho: "Esta vida vale poco; en cambio, la felicidad del cielo no me la podrán arrebatar los iroqueses".

La lista de estos 8 santos es la siguiente:
Natal Chabanel;
Juan Brébeuf;
Isaac Jogues;
Renato o René Goupil;
Juan de La Lande:
Antonio Daniel;
Gabriel Lalement y
Carlos Garnier.

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