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Cofundadora de la Congregación

de Religiosas de Santa Isabel


Martirologio Romano: En Nysa, Polonia, beata María Luisa Merkert, cofundadora y primera superiora general de la Congregación de las Religiosas de Santa Isabel (1872).


Nació el 21 de septiembre de 1817 en Nysa, en Silesia de Opole (entonces diócesis de Breslavia), en el seno de una familia muy católica de la burguesía. Era la segunda hija de Carlos Antonio Merkert y María Bárbara Pfitzner. En el bautismo le pusieron los nombres de María Luisa. Sus padres y su hermana pertenecían a la Cofradía del Santo Sepulcro. Su padre murió cuando ella tenía un año. Su madre influyó mucho en la inclinación de sus dos hijas, María Luisa y Matilde, al servicio caritativo de los necesitados y a la vocación a la vida religiosa.

A la muerte de su madre, acaecida en 1842, decidió dedicarse totalmente a los pobres, a los enfermos y a los abandonados. Aconsejada por su confesor, junto con su hermana Matilde y con Francisca Werner, se unió a Clara Wolff, joven virtuosa y terciaria franciscana, que había decidido servir a los enfermos y a los pobres a domicilio. Comenzaron la actividad caritativa en Nysa el 27 de septiembre de 1842. Se prepararon para dar ese paso con la confesión, la comunión y un acto de consagración al Sacratísimo Corazón de Jesús. El presbítero Francisco Javier Fischer les dio la bendición. A partir de entonces, María cumplía diariamente los compromisos asumidos, asistiendo a los enfermos y a los pobres en sus casas y recogiendo limosnas para los necesitados. El 8 de mayo de 1846 murió su hermana Matilde, que se había contagiado de tifus mientras cuidaba a los enfermos.


María Merkert, con Clara Wolff, se dirigió a las Hermanas de la Misericordia de San Carlos Borromeo en Praga, para un período de noviciado, trabajando como enfermera en los hospitales de Podole, Litomierzyce y Nysa. Notando que estas religiosas consideraban secundaria la asistencia de los enfermos a domicilio, dejó su noviciado el 30 de junio de 1850, si bien la formación recibida en ese período le sirvió de mucho. No faltaron incomprensiones, pero María pudo dedicarse totalmente al proyecto original de la asistencia a domicilio de los enfermos, los pobres y los más necesitados.


El 19 de noviembre de 1850, fiesta de santa Isabel de Hungría, María Merkert y Francisca Werner, llenas de confianza en Dios, reemprendieron en Nysa la actividad caritativa-apostólica, escogiendo a santa Isabel, llena de amor a Dios y a los indigentes, por patrona de la comunidad naciente. Nueve años más tarde, el 4 de septiembre de 1859, la Asociación de santa Isabel recibió la aprobación por parte del obispo de Breslavia. El 15 de diciembre sucesivo se celebró el primer capítulo general, que eligió a María Merkert como superiora general. El 5 de mayo de 1860, María, junto con otras veinticinco religiosas hizo los votos de castidad, pobreza y obediencia, a los que añadieron un cuarto voto de servir a los enfermos y necesitados. En los años 1863-1865 construyó en Nysa la casa madre de la congregación; el instituto obtuvo el reconocimiento jurídico estatal en 1864. El 7 de junio de 1871, el Papa Pío IX le concedió el "Decretum laudis"; y León XIII le otorgó la aprobación definitiva en 1887.


El amor a Dios impulsaba a María al amor al prójimo, en favor del cual gastó todas sus energías hasta la muerte. La asistencia a los enfermos y abandonados en sus domicilios no distraía a la sierva de Dios de la vida de oración, pues en su relación íntima con el Señor y en la filial devoción al Sacratísimo Corazón de Jesús encontraba la fuerza para su obra caritativa; sentía también una gran devoción a la Virgen, a la que tenía como modelo de fe y mediadora.


Se preocupaba mucho por sus religiosas, a las que instruía intelectual y espiritualmente en un espíritu de humildad profunda. En sus veintidós años de gobierno, formó a casi quinientas hermanas y fundó noventa casas, distribuidas en nueve diócesis y en dos vicariatos apostólicos. La llamaban "la querida madre de todos" y "la samaritana de Silesia".


Murió con fama de santidad el 14 de noviembre de 1872 y esa fama fue aumentando después de su muerte. Juan Pablo II promulgó el decreto sobre sus virtudes heroicas el 20 de diciembre de 2004; y Benedicto XVI firmó el decreto sobre el milagro el 1 de junio de 2007.


Fue beatificada el 30 de septiembre de 2007.


Reproducido con autorización de Vatican.va



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San Lorenzo nació en Irlanda hacia el año 1128, de la familia O’Toole que era dueña de uno de los más importantes castillos de esa época.

Cuando el niño nació, su padre dispuso pedirle a un conde enemigo que quisiera ser padrino del recién nacido. El otro aceptó y desde entonces estos dos condes (ahora compadres) se hicieron amigos y no lucharon más el uno contra el otro.


Cuando lo llevaban a bautizar, apareció en el camino un poeta religioso y preguntó qué nombre le iban a poner al niño. Le dijeron un nombre en inglés, pero él les aconsejó: "Pónganle por nombre Lorenzo, porque este nombre significa: ‘coronado de laureles por ser vencedor’, y es que el niño va a ser un gran vencedor en la vida". A los papás les agradó la idea y le pusieron por nombre Lorenzo y en verdad que fue un gran vencedor en las luchas por la santidad.


Cuando el niño tenía diez años, un conde enemigo de su padre le exigió como condición para no hacerle la guerra que le dejara a Lorenzo como rehén. El Sr. O’Toole aceptó y el jovencito fue llevado al castillo de aquel guerrero. Pero allí fue tratado con crueldad y una de las personas que lo atendían fue a comunicar la triste noticia a su padre y este exigió que le devolvieran a su hijo. Como el tirano no aceptaba devolverlo, el Sr. O’Toole le secuestró doce capitanes al otro guerrero y puso como condición para entregarlos que le devolvieran a Lorenzo. El otro aceptó pero llevó al niño a un monasterio, para que apenas entregaran a los doce secuestrados, los monjes devolvieran a Lorenzo.


Y sucedió que al jovencito le agradó inmensamente la vida del monasterio y le pidió a su padre que lo dejara quedarse a vivir allí, porque en vez de la vida de guerras y batallas, a él le agradaba la vida de lectura, oración y meditación. El buen hombre aceptó y Lorenzó llegó a ser un excelente monje en ese monasterio.


Su comportamiento en la vida religiosa fue verdaderamente ejemplar. Dedicadísimo a los trabajos del campo y brillante en los estudios. Fervoroso en la oración y exacto en la obediencia. Fue ordenado sacerdote y al morir el superior del monasterio los monjes eligieron por unanimidad a Lorenzo como nuevo superior.


Por aquellos tiempos hubo una tremenda escasez de alimentos en Irlanda por causa de las malas cosechas y las gentes hambrientas recorrían pueblos y veredas robando y saqueando cuanto encontraban. El abad Lorenzo salió al encuentro de los revoltosos, con una cruz en alto y pidiendo que en vez de dedicarse a robar se dedicaran a pedir a Dios que les ayudara. Las gentes le hicieron caso y se calmaron y él, sacando todas las provisiones de su inmenso monasterio las repartió entre el pueblo hambriento. La caridad del santo hizo prodigios en aquella situación tan angustiada.


En el año 1161 falleció el arzobispo de Dublín (capital de Irlanda) y clero y pueblo estuvieron de acuerdo en que el más digno para ese cargo era el abad Lorenzo. Tuvo que aceptar y, como en todos los oficios que le encomendaban, en este cargo se dedicó con todas sus fuerzas a cumplir sus obligaciones del modo más exacto posible. Lo primero que hizo fue tratar de que los templos fueran lo más bellos y bien presentados posibles. Luego se esforzó porque cada sacerdote se esmerara en cumplir lo mejor que le fuera posible sus deberes sacerdotales. Y en seguida se dedicó a repartir limosnas con gran generosidad.


Cada día recibía 30, 40 o 60 menesterosos en su casa episcopal y él mismo les servía la comida. Todas las ganancias que obtenía como arzobispo las dedicaba a ayudar a los más necesitados.


En el año 1170 los ejércitos de Inglaterra invadieron a Irlanda llenando el país de muertes, de crueldad y de desolación. Los invasores saquearon los templos católicos, los conventos y llenaron de horrores todo el país. El arzobispo Lorenzo hizo todo lo que pudo para tratar de detener tanta maldad y salvar la vida y los bienes de los perseguidos. Se presentó al propio jefe de los invasores a pedirle que devolviera los bienes a la Iglesia y que detuviera el pillaje y el saqueo. El otro por única respuesta le dio una carcajada de desprecio. Pero pocos días después murió repentinamente. El sucesor tuvo temor y les hizo mucho más caso a las palabras y recomendaciones del santo.


El arzobispo trató de organizar la resistencia pero viendo que los enemigos eran muy superiores, desistió de la idea y se dedicó con sus monjes a reconstruir los templos y los pueblos y se fue a Inglaterra a suplicarle al rey invasor que no permitiera los malos tratos de sus ejércitos contra los irlandeses.


Estando en Londres de rodillas rezando en la tumba de Santo Tomás Becket (un obispo inglés que murió por defender la religión) un fanático le asestó terribilísima pedrada en la cabeza. Gravemente herido mandó traer un poco de agua. La bendijo e hizo que se la echaran en la herida de la cabeza, y apenas el agua llegó a la herida, cesó la hemorragia y obtuvo la curación.


El Papa Alejandro III nombró a Lorenzo como su delegado especial para toda Irlanda, y él, deseoso de conseguir la paz para su país se fue otra vez en busca del rey de Inglaterra a suplicarle que no tratara mal a sus paisanos. El rey no lo quiso atender y se fue para Normandía. Y hasta allá lo siguió el santo, para tratar de convencerlo, pero a causa del terribilísimo frío y del agotamiento producido por tantos trabajos, murió allí en Normandía en 1180 al llegar a un convento. Cuando el abad le aconsejó que hiciera un testamento, respondió: "Dios sabe que no tengo bienes ni dinero porque todo lo he repartido entre el pueblo. Ay, pueblo mío, víctima de tantas violencias ¿Quién logrará traer la paz?". Seguramente desde el cielo debe haber rezado mucho por su pueblo, porque Irlanda ha conservado la religión y la paz por muchos siglos. Estos son los verdaderos patriotas, los que como San Lorenzo de Irlanda emplean su vida toda por conseguir el bien y la paz para sus conciudadanos. Dios nos envíe muchos patriotas como él.


Dichosos los que buscan la paz porque serán llamados hijos de Dios. (Jesucristo).



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San Lorenzo nació en Irlanda hacia el año 1128, de la familia O’Toole que era dueña de uno de los más importantes castillos de esa época.

Cuando el niño nació, su padre dispuso pedirle a un conde enemigo que quisiera ser padrino del recién nacido. El otro aceptó y desde entonces estos dos condes (ahora compadres) se hicieron amigos y no lucharon más el uno contra el otro.

Cuando lo llevaban a bautizar, apareció en el camino un poeta religioso y preguntó qué nombre le iban a poner al niño. Le dijeron un nombre en inglés, pero él les aconsejó: "Pónganle por nombre Lorenzo, porque este nombre significa: ‘coronado de laureles por ser vencedor’, y es que el niño va a ser un gran vencedor en la vida". A los papás les agradó la idea y le pusieron por nombre Lorenzo y en verdad que fue un gran vencedor en las luchas por la santidad.


Cuando el niño tenía diez años, un conde enemigo de su padre le exigió como condición para no hacerle la guerra que le dejara a Lorenzo como rehén. El Sr. O’Toole aceptó y el jovencito fue llevado al castillo de aquel guerrero. Pero allí fue tratado con crueldad y una de las personas que lo atendían fue a comunicar la triste noticia a su padre y este exigió que le devolvieran a su hijo. Como el tirano no aceptaba devolverlo, el Sr. O’Toole le secuestró doce capitanes al otro guerrero y puso como condición para entregarlos que le devolvieran a Lorenzo. El otro aceptó pero llevó al niño a un monasterio, para que apenas entregaran a los doce secuestrados, los monjes devolvieran a Lorenzo.


Y sucedió que al jovencito le agradó inmensamente la vida del monasterio y le pidió a su padre que lo dejara quedarse a vivir allí, porque en vez de la vida de guerras y batallas, a él le agradaba la vida de lectura, oración y meditación. El buen hombre aceptó y Lorenzó llegó a ser un excelente monje en ese monasterio.


Su comportamiento en la vida religiosa fue verdaderamente ejemplar. Dedicadísimo a los trabajos del campo y brillante en los estudios. Fervoroso en la oración y exacto en la obediencia. Fue ordenado sacerdote y al morir el superior del monasterio los monjes eligieron por unanimidad a Lorenzo como nuevo superior.


Por aquellos tiempos hubo una tremenda escasez de alimentos en Irlanda por causa de las malas cosechas y las gentes hambrientas recorrían pueblos y veredas robando y saqueando cuanto encontraban. El abad Lorenzo salió al encuentro de los revoltosos, con una cruz en alto y pidiendo que en vez de dedicarse a robar se dedicaran a pedir a Dios que les ayudara. Las gentes le hicieron caso y se calmaron y él, sacando todas las provisiones de su inmenso monasterio las repartió entre el pueblo hambriento. La caridad del santo hizo prodigios en aquella situación tan angustiada.


En el año 1161 falleció el arzobispo de Dublín (capital de Irlanda) y clero y pueblo estuvieron de acuerdo en que el más digno para ese cargo era el abad Lorenzo. Tuvo que aceptar y, como en todos los oficios que le encomendaban, en este cargo se dedicó con todas sus fuerzas a cumplir sus obligaciones del modo más exacto posible. Lo primero que hizo fue tratar de que los templos fueran lo más bellos y bien presentados posibles. Luego se esforzó porque cada sacerdote se esmerara en cumplir lo mejor que le fuera posible sus deberes sacerdotales. Y en seguida se dedicó a repartir limosnas con gran generosidad.


Cada día recibía 30, 40 o 60 menesterosos en su casa episcopal y él mismo les servía la comida. Todas las ganancias que obtenía como arzobispo las dedicaba a ayudar a los más necesitados.


En el año 1170 los ejércitos de Inglaterra invadieron a Irlanda llenando el país de muertes, de crueldad y de desolación. Los invasores saquearon los templos católicos, los conventos y llenaron de horrores todo el país. El arzobispo Lorenzo hizo todo lo que pudo para tratar de detener tanta maldad y salvar la vida y los bienes de los perseguidos. Se presentó al propio jefe de los invasores a pedirle que devolviera los bienes a la Iglesia y que detuviera el pillaje y el saqueo. El otro por única respuesta le dio una carcajada de desprecio. Pero pocos días después murió repentinamente. El sucesor tuvo temor y les hizo mucho más caso a las palabras y recomendaciones del santo.


El arzobispo trató de organizar la resistencia pero viendo que los enemigos eran muy superiores, desistió de la idea y se dedicó con sus monjes a reconstruir los templos y los pueblos y se fue a Inglaterra a suplicarle al rey invasor que no permitiera los malos tratos de sus ejércitos contra los irlandeses.


Estando en Londres de rodillas rezando en la tumba de Santo Tomás Becket (un obispo inglés que murió por defender la religión) un fanático le asestó terribilísima pedrada en la cabeza. Gravemente herido mandó traer un poco de agua. La bendijo e hizo que se la echaran en la herida de la cabeza, y apenas el agua llegó a la herida, cesó la hemorragia y obtuvo la curación.


El Papa Alejandro III nombró a Lorenzo como su delegado especial para toda Irlanda, y él, deseoso de conseguir la paz para su país se fue otra vez en busca del rey de Inglaterra a suplicarle que no tratara mal a sus paisanos. El rey no lo quiso atender y se fue para Normandía. Y hasta allá lo siguió el santo, para tratar de convencerlo, pero a causa del terribilísimo frío y del agotamiento producido por tantos trabajos, murió allí en Normandía en 1180 al llegar a un convento. Cuando el abad le aconsejó que hiciera un testamento, respondió: "Dios sabe que no tengo bienes ni dinero porque todo lo he repartido entre el pueblo. Ay, pueblo mío, víctima de tantas violencias ¿Quién logrará traer la paz?". Seguramente desde el cielo debe haber rezado mucho por su pueblo, porque Irlanda ha conservado la religión y la paz por muchos siglos. Estos son los verdaderos patriotas, los que como San Lorenzo de Irlanda emplean su vida toda por conseguir el bien y la paz para sus conciudadanos. Dios nos envíe muchos patriotas como él.


Dichosos los que buscan la paz porque serán llamados hijos de Dios. (Jesucristo).



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Santos Nicolás Tavelic,

Deodato de Rodez,

Pedro de Narbona y

Esteban de Cuneo




(† 1391) sacerdotes y mártires de la Primera Orden.


Canonizados por a Pablo VI el 21 de junio de 1970.

Nicolás Tavelic (1340-1391) es el primer croata canonizado. Su figura se destaca grandemente en el ambiente de su tiempo. Nació hacia 1340 en la ciudad dálmata de Sebenic. Siendo adolescente entró en la Orden de Hermanos Menores y ya sacerdote fue enviado como misionero a Bosnia, donde se prodigó por cerca de 12 años por la conversión de los Bogomiles, patarenos balcánicos, junto con Deodato de Rodez. Hacia 1384 ambos se dirigieron a Palestina, donde se juntaron con otros dos cohermanos, Pedro de Narbona y Esteban de Cuneo. Todos cuatro entregaron su vida como mártires de Cristo.


Nicolás y los tres cohermanos, permanecieron en Jerusalén en el convento de San Salvador, en estudio y oración. Después de larga meditación, Nicolás proyectó una empresa audaz. La empresa estaba en el espíritu de San Francisco, movido por el Espíritu Santo, por el celo de la fe y por el deseo del martirio. Se trataba de anunciar públicamente en Jerusalén ante los musulmanes principales la doctrina de Cristo.


Deodato († 1391) nació en una ciudad francesa que en los textos originales latinos de la mayor parte de los autores es llamada “Ruticinium”, identificada con la actual ciudad de Rodez, sede episcopal. Todavía joven se hizo hermano menor y fue ordenado sacerdote en la Provincia franciscana de Aquitania.


En los años 1372‑1373, el vicario general Padre Bartolomé de la Verna había hecho un llamamiento para conseguir religiosos para una particular expedición misionera a Bosnia. Una bula de Gregorio XI del 22 de junio presentaba en aquel momento buenas perspectivas para el progreso en la verdadera fe de aquellas zonas devastadas por la herejía de los Bogomiles, una secta hereje de fuerte tinte maniqueo, que a los errores dogmáticos unía en sus principales representantes una rígida austeridad de vida.


A Deodato de Rodez lo encontramos en este campo de actividad, en compañía de Nicolás Tavelic. Fue a Bosnia para responder al deseo del Vicario general y del Papa Gregorio XI, en las mismas circunstancias en que fue Nicolás de Tavelic. De este encuentro entre los dos santos nace una fraternal e íntima amistad, que los sostiene por doce largos años en medio de dificultades y fatigas comparables a las de los grandes misioneros de la Iglesia. Una relación pormenorizada, la “Sibenicensis” describe esta venturosa expedición apostólica de Bosnia junto con la relación de su martirio.


Hacia 1384 ambos se trasladaron a Palestina, donde encontraron otros dos cohermanos: Pedro de Narbona y Esteban de Cuneo, con quienes compartieron las actividades apostólicas y la palma del martirio.


Pedro de Narbona, de la provincia de los Hermanos Menores de Provenza, por varios años adhirió a la reforma surgida para una mejor observancia de la regla de San Francisco, reforma iniciada en 1368 en Umbría por el Beato Paoluccio Trinci. En poco tiempo se difundió en la Umbría, las Marcas, tanto que en 1373 contaba con una decena de eremitorios. Era un movimiento de fervor que tendía a renovar la forma primitiva de la vida franciscana, especialmente en el ideal de la pobreza y en el ejercicio de la piedad. Que Pedro de Narbona haya llegado de Francia meridional a los eremitorios umbros, es indicio del fervor religioso de su espíritu y esto proyecta una luz singular sobre toda su vida precedente a su permanencia en Jerusalén.


Esteban nació en Cuneo en el Piamonte y se hizo Hermano Menor en Génova, en la provincia religiosa de la Liguria. Durante ocho años trabajó activamente en Córcega, como miembro de la vicaría franciscana corsa. Podemos decir que de este modo hizo un buen noviciado apostólico. Pasó luego como misionero a Tierra Santa, donde el 14 de noviembre de 1391 selló con el martirio la predicación evangélica. Junto con los tres compañeros, quería demostrar que el islamismo no es la verdadera religión. Cristo Hombre‑Dios, no Mahoma, era el enviado de Dios para salvar a la humanidad.




El 11 de noviembre de 1391 después de intensa preparación los cuatro misioneros realizaron su proyecto. Salieron juntos del convento llevando cada uno un papel o pliego escrito en latín y en árabe. Se dirigieron a la mezquita, pero mientras querían entrar fueron impedidos. Interrogados por los musulmanes qué querían, respondieron: “Queremos hablar con el Cadi para decirle cosas muy útiles y saludables para sus almas”. Les respondieron: “La casa del cadi no es aquí, vengan con nosotros y se la mostraremos”.


Cuando llegaron a su presencia, abrieron los papeles y los leyeron, explicándoselos y presentando con firmeza sus propias razones. Dijeron: “Señor cadi y todos ustedes aquí presentes, les pedimos que escuchen nuestras palabras y pongan mucha atención a las mismas, porque todo lo que les vamos a decir es muy provechoso para ustedes, es verdadero, justo, libre de todo engaño y muy útil para el alma de todos aquellos que quieran ponerlo en práctica”. Luego hicieron una prolongada relación que ilustraba la verdad del mensaje evangélico de Cristo, el único en quien está la salvación y demostraron la falsedad de ley de Mahoma. Se reunió una enorme turba de mahometanos, primero asombrados, luego irritados, finalmente hostiles. Nunca se habían oído ante una turba de musulmanes semejantes afirmaciones contra el Corán y contra el islamismo. Al oír este discurso pronunciado con fervor de espíritu por los cuatro Hermanos, el Cadí y todos los presentes se airaron grandemente. Comenzaron a llegar innumerables musulmanes.


El Cadi entonces dirigió la palabra a los cuatro religiosos en estos términos: “¿Esto lo han dicho ustedes en pleno conocimiento y libertad, o en un momento de exaltación fanática, sin el control de la razón como tontos o locos? ¿Han sido enviados a hacer esto por el Papa de ustedes, o por algún rey cristiano?”. A tal pregunta los religiosos respondieron: “Nosotros hemos venido aquí enviados por Dios. Por tanto si ustedes no creen en Jesucristo y no se bautizan, no tendrán la vida eterna”. Fueron condenados a muerte y el 14 de noviembre de 1391 fueron asesinados, despedazados y quemados.



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Nació en 1400, en Cáccamo, Sicilia, en el seno de una familia de pobres labradores. Su madre murió en el alumbramiento. Desde entonces y durante sus 111 años de vida, estuvo plagada de hechos milagrosos.

Su padre tenía que trabajar en el campo, y se vio forzado a dejar al niño solo. Ante el llanto del pequeño, una vecina lo tomó y se lo llevó a su casa, poniéndolo en la misma habitación en donde yacía su marido paralítico, que fue instantáneamente curado. La mujer le contó al padre de Juan el milagro, pero éste, disgustado porque su vecina había tomado al niño sin su permiso, no le prestó atención, y se lo llevó a su casa. Apenas el niño dejó la casa de la vecina, le su marido se vio nuevamente atacado por la parálisis; cuando Juan retornó, el hombre recuperó el movimiento. Hasta el padre del niño tomó esto como una señal del cielo, y permitió que los vecinos lo cuidaran.


Antes de cumplirlos los diez años, Juan recitaba el Oficio Divino. A los 15, durante un viaje a Palermo, en la iglesia de Santa Zita Juan se confesó con el Beato Pedro Jeremías quien le sugirió que considerara entrar en la vida religiosa. Pese a no considerarse apto, Juan siguió su consejo, entrando en loa Orden Dominica en 1415, llevando el hábito durante 96 años, lapso de tiempo no superado hasta ahora por ningún otro miembro de la Orden.


Fundó el convento de Santa Zita en Caccamo. Faltando dinero para la construcción, mientras oraba pidiendo consejo, se le apareció un ángel que le dijo: "construye en los cimientos de lo que ya está construido". Al día siguiente, en el bosque cercano encontró la construcción abandonada de la iglesia Santa María de los Ángeles, presumiendo que ese era el lugar indicado por el Ángel, comenzó la construcción allí, durante la cual muchas dificultades fueron resueltas de forma milagrosa.



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Por: P. Felipe Santos | Fuente: Catholic.net



Obispo de Tasalónica

Noviembre 14


Etimológicamente significa “ vigilante”. Viene de la lengua griega.


Este santo es muy poco conocido en el santoral. Hay que situarlo al final del imperio bizantino.


Era estudiante cuando los 20 años decidió irse al Monte Atos, uno de los monasterios más célebres en aquel tiempo.


En él se santificaron multitud de hombres siguiendo las huellas de Jesús mediante su entrega a la penitencia, a la contemplación y la plegaria.


El mismo se fabricó una ermita, lejos del gran monasterio para vivir mejor su intimidad con el Señor y su manera concreta de alcanzar la santidad.


Se dio cuenta de que lo más importante para él era tener la paz del corazón. Y entre los orientales existe una forma de orar muy simple pero eficaz. Consiste en repetir muchas veces una jaculatoria o invocación al nombre de Jesús, de la Virgen o de algún santo o santa.


La paz que buscaba se vio turbada por un filósofo calabrés que quería hacerlo hereje.


Gregorio supo mantenerse en su sitio y defendió con elegancia y con fina inteligencia a los monjes. Su experiencia espiritual se fundamenta en una teología que distingue en Dios la parte de inaccesible (la esencia) y la parte participativa (las energías).


A todo esto le siguieron controversias por muchos sitios y ambientes cristianos.


Pero, después de muchos años de controversias y de luchas, la doctrina de Gregorio la adoptó oficialmente la iglesia bizantina.


Debido a sus dotes intelectuales, a su santidad y a su estilo de vida evangélica, lo nombraron obispo de Tasalónica. Desarrolló una gran labor apostólica en su diócesis, en la que ya había estado san Pablo predicando al Cristo resucitado.


Su espiritualidad tiene plena actualidad entre muchos creyentes de Occidente. Murió santamente en el año 1360.


¡Felicidades a los Gregorios!




12:37 a.m.

Sacerdote y Mártir


Martirologio Romano: En Halle (Saale), Alemania, Beato Carl Lampert, sacerdote diocesano asesinado por odio a la fe. ( 1944)

Fecha de beatificación: 13 de noviembre de 2011, durante el pontificado de S.S. Benedicto XVI



Carl Lampert nació el 9 de enero de 1894 en Göfis (Vorarlberg, Austria), siendo el menor de los siete hijos del agricultor Franz Xaver Lampert y de esposa María Rosina Lampert. La primaria la estudió en la escuela de Göfis y la secundaria en el colegio público en Feldkirch. Aunque su padre murió temprano, Lampert pudo continuar estudiando gracias al apoyo de su tío. Finalizado el otoño de 1914 ingresó al seminario arzobispal de Brixen, donde recibió la ordenación sacerdotal el 12 de Mayo de 1918 por el obispo Franz Egger. Su primera misa la celebró el 26 de mayo de 1918.

Carl Lampert comenzó su labor como capellán en Dornbirn, donde su obra fue dedicada sobre todo a los jóvenes. En 1930 se trasladó a Roma, con el apoyo financiero del obispo Sigismund Waitz, con el fin de estudiar derecho canónico, ingresando al Pontificio Instituto Teutónico de Santa María Dell’Anima, donde permaneció hasta 1935, trabajó como secretario de la Rota Romana1. En 1935 obtuvo el título de abogado y también fue nombrado Monseñor.


El 1 de octubre de 1935, Lampert se incorporó a la diócesis de Innsbruck. Aquí, a petición de Obispo Waitz, debe supervisar la creación del tribunal de la iglesia, una tarea bastante administrativa. También fue capellán del Seminario de Innsbruck y en 1936 presidente de la editorial católica Tyrolesa. A mediados de los años 1930, Lampert era considerado un potencial obispo de Innsbruck, pero el Papa Pío XI decidió otra cosa y el 15 de octubre de 1938 seleccionó para ese cargo al joven sacerdote Paulus Rusch, quien era administrador apostólico de esa diócesis. El 15 de enero de 1939 Lampert fue nombrado provicario, por consiguiente era el representante de Rusch.


Franz Hofer, quien en la administración nazi tenía el título de Gauleiter o líder de la zona Tirol-Vorarlberg impuso, una política estricta en contra de las iglesias. Lampert sin embargo expresa su opinión en público en repetidas ocasiones. El Führer había indicado que los obispos no debían ser llevados a las cortes nazis, pero esa orden no protegía a Lampert, representante del obispo.


Hofer ordenó cerrar monasterios y arrestar a los religiosos, entre los sitios cerrados podemos destacar el Canisianum (seminario sacerdotal) en noviembre de 1938, y en los primeros días de marzo de 1940 el Monasterio de Adoración Perpetua de Innsbruck, ya que las monjas no aceptaban las órdenes dadas por los nazis. Hofer culpó de ello al Provicario Lampert y lo hizo arrestar el 4 de marzo de 1940. Después de diez días de detención en las celdas de la policía de Innsbruck-Adamgasse Lampert fue puesto en libertad.


El 23 de marzo del mismo año, Radio Vaticana, hace público un informe –en lengua alemana- sobre la situación de la Iglesia y la represión del régimen nazi en Innsbruck. El Provicario Lampert fue detenido nuevamente. Las autoridades nazis comienzan a ver en Lampert un espía de la Ciudad del Vaticano. Sin embargo, se encontró de nuevo liberado después de un tiempo relativamente corto. La siguiente vez Lampert no tendría tanta suerte.


En 1939 un párroco en Götzens, Otto Neururer, fue deportado a Dachau. Lampert intentó en vano que dejaran libre a Neururer, ya que aquel estaba mal de salud. El 30 de mayo de 1940 Neururer fue asesinado en el campo de concentración de Buchenwald. El régimen envió las cenizas de Neururer a Götzens con el fin de enterrarlos anónimamente. Pero Lampert publicó una nota necrológica en un periódico de la iglesia, en el que citaba el lugar en que Neururer había muerto, por violar las normas de confidencialidad, los nazis lo arrestaron de nuevo el 5 de julio de 1940.


Ahora era Carl Lampert quien era deportado a Dachau, era el 25 de agosto de 1940. El 1 de septiembre de 1940 fue trasladado al campo de concentración de Sachsenhausen cerca de Berlín. Allí fue asignado a la unidad disciplinaria, donde era sometido a trabajos forzados. Sin embargo, él se aferró a su fe, tal como lo demuestra el contacto que Lampert tuvo con Josef Steinkelderer (director de Caritas en Innsbruck), también encarcelado en Sachsenhausen, este le susurró a Lampert "Martyres sumus" (somos mártires), a lo que Lampert respondió "In Christi nomine pro ecclesi" (En el nombre de Cristo por la Iglesia).


Después de tres meses en Sachsenhausen Lampert fue llevado a Dachau el 15 de diciembre de 1940, donde permaneció durante ocho meses en prisión. El 1 de agosto de 1941 fue puesto en libertad, pero con la orden de alejarse de la zona de Tirol-Vorarlberg.


El 16 de Agosto de 1941 se trasladó a Stettin, donde ejerció como párroco en Carolusstift. También cooperó como capellán en los hospitales de Swinoujscie y Parchim .


Lo que Lampert no sabía era que la Gestapo había puesto a un espía a trabajar cerca de él, era el ingeniero Georg Hagen, quien aparentemente era un enemigo de los nazis y hombre profundamente religioso que buscaba mejorar su espiritualidad y aprender más sobre la Biblia, pero en realidad se trataba de un miembro de la Waffen-SS llamado Franz Pissaritsch, de manera subrepticia mantuvo conversaciones con Lampert intentando obtener alguna declaración contra el régimen nazi, lo que nunca consiguió, después de unos meses de espionaje sin obtener ninguna prueba concreta, Pissaritsch diseña una conspiración según la cual Carl Lampert tenía un transmisor enemigo con el cual había difundido información militar y favorecido actividades hostiles.


Esta acusación es la escusa para una ola de arrestos realizados el 4 de febrero de 1943, en total unos 40 sacerdotes y monjas fueron detenidos, entre ellos Carl Lampert. En los meses siguientes Lampert fue sometido a intensos interrogatorios y torturas.


Dos ejemplos tomados de las actas de Lampert:

Comisario Trettin , "Sr. Lampert, usted es un hombre sensible, saldrá de la Iglesia y del sacerdocio. Testifique para el Führer Adolf Hitler. Te daré un buen trabajo!".

Lampert : "Comisario, yo amo a mi iglesia. Sigo siendo fiel a mi Iglesia y al sacerdocio: ¡Estoy a favor de amar a Cristo y a su Iglesia!".

Pregunta : "¿Qué valoras más: el Evangelio o "Mi Lucha" de Hitler? ".

Lampert respuesta : "¡El Evangelio es la Palabra de Dios y predica el amor. El libro de Herr Hitler es obra del hombre, y predica el odio!".


El juicio contra Lampert y otros dos sacerdotes, Herbert Simoleit y Friedrich Lorenz, se realizó en diciembre de 1943 ante el Tribunal del Reich en Halle (Saale). Incluso en los tribunales Pissaritsch, el hombre de la SS, apareció bajo su nombre falso ingeniero Hagen, para confirmar sus declaraciones a la fiscalía.


Lampert fue declarado culpable, por primera vez, el 20 de Diciembre 1943. El proceso tuvo que repetirse por luchas internas en la función judicial, luchas que incluso llevaron a que el juez Wermer Leuben se suicidara luego de que declarara que "¡Su única tragedia es que son los sacerdotes católicos!"


El segundo juico se realizó el 8 de septiembre de 1944 y fue condenado a muerte junto a los dos citados sacerdotes.


El 13 de noviembre de 1944 se llevó a cabo la ejecución de Lampert mediante la guillotina, el reloj marcaba las 4 P.M., el P. Carl Lampert murió pronunciando los nombres de Jesús y de María.


La urna que contiene sus cenizas fue enterrada en el pabellón y después de la guerra, en 1948, fue trasladada a su ciudad natal.


NOTAS:


1 Rota Romana: Es el tribunal de apelación de la Santa Sede. Es el tribunal eclesiástico más alto de la Iglesia Católica después del Tribunal Supremo de la Congregación para la Doctrina de la Fe y el Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica.



12:37 a.m.

Por: . | Fuente: patria-nazarena.blogspot.com



Sacerdote y Mártir


Martirologio Romano: En diversos lugares de España, Beatos Jaime Puig Mirosa y 18 compañeros de la Congregación de los Hijos de la Sagrada Familia de Jesús, María y José, además de Sebastián Lorens Telarroja, laico, asesinados por odio a la fe. ( 1936-1937)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.



Hijo de Víctor y de Gertrudis, era natural de Reus (Tarragona) y había nacido el 17 de junio de 1911. Tenía dos hermanos mayores y tres más pequeños. Su padre y su hermano Victorino murieron también víctimas de la persecución de 1936. Su hermana Josefa es religiosa claretiana. Fue alumno del colegio San Pedro Apóstol de Reus, desde 1919 aproximadamente hasta 1922.

A los once años, sintiéndose llamado a la vida religiosa y al sacerdocio, ingresó en el colegio Nazareno de Blanes. El 24 de septiembre de 1926 vistió el hábito religioso e inició el noviciado en el colegio Sagrada Familia de Les Corts, siendo maestro de novicios el padre Ramón Oromí. Profesó el 25 de septiembre de 1927. Cursó los estudios de filosofía y teología en el mismo escolasticado y realizó las prácticas de enseñanza en el colegio de Huérfanos de Sant Julià de Vilatorta y en el colegio Nazareno de Blanes, como viceprefecto de aspirantes. El día 20 de septiembre hizo los votos perpetuos en el escolasticado de Les Corts. Entre noviembre de 1929 y marzo de 1936 fue recibiendo las órdenes sucesivas hasta el sacerdocio, que tuvo lugar el día 7 de aquel último mes y año.


El padre Roberto era de estatura más bien alta y delgado. Era algo nervioso, usaba gafas y tenía buenas cualidades para la música y para la pintura. Era muy piadoso, formal y observante, más bien riguroso y ascético, aunque, quizás, demasiado seguro de sí mismo. Era una persona competente y responsable, siempre atento a la buena enseñanza acompañada del buen ejemplo. Cumplidor de sus obligaciones, destacaba por su porte grave, piadoso, agradable y con vivo interés en cumplir bien su oficio. Rezaba con piedad en todos los actos comunitarios y durante los pocos meses que pudo celebrar la santa misa lo hizo con mucha atención y devoción. Se le recuerda como un religioso ejemplar, jovial y alegre. De carácter bondadoso pero al mismo tiempo impregnado de cierta gravedad. Estaba muy preparado en general y, sobre todo, muy entregado y celoso de su misión pedagógica. El padre Roberto era uno de los destinados a la delegación argentina que debía embarcar el 21 de julio de 1936. Terminado el curso 1935-36 en el escolasticado de Les Corts y en vigilias de embarcar, fue por unos días a Reus para despedirse de sus familiares.


A mediados de noviembre de 1936, los milicianos acordonaron la manzana en la que vivía el padre Roberto y registraron piso por piso, entrando donde estaba hospedado y llevándose a todos los que vivían en la pensión, al propietario y a otros religiosos a la cárcel del castillo Fue asesinado en los alrededores del mismo, probablemente en la fosa de Santa Elena, el día 13 de noviembre de 1936. Contaba 25 años de edad y 9 de profesión religiosa. Sus restos mortales no fueron hallados pero en 1940 se inscribió su desaparición en el Juzgado n° 8 de Barcelona.


Integran el grupo:

(Nombre, Lugar y fecha del martirio)





01.- Jaime (Jaume) Puig Mirosa, Sacerdote- Blanes (Girona) el día 30 VII 1936;

02.- Sebastián Llorens Telarroja, Apóstol Laico- Blanes (Girona) el día 30 VII 1936;

03.- Narciso Sitjà Basté, Sacerdote- Barcelona el 9 VIII 1936;

04.- Juan Cuscó Oliver, Sacerdote- Lérida el 21 VIII 1936;

05.- Pedro Sadurní Raventós, Sacerdote- Lérida el 21 VIII 1936;

06.- Fermín Martorell Víes, Sacerdote- Vila-rodona, Tarragona, 25 VIII 1936;

07.- Francisco Llach Candell, Sacerdote- Vila-rodona, Tarragona, 25 VIII 1936;

08.- Eduardo Cabanach Majem, Sacerdote- Vila-rodona, Tarragona, 25 VIII 1936;

09.- Ramón Cabanach Majem, Sacerdote- Vila-rodona, Tarragona, 25 VIII 1936;

10.- Juan Franquesa Costa, Sacerdote- Cerveza, Lleida, 2 IX 1936;

11.- Segismundo Sagalés Vilà, Religioso Coadjutor- Múnter, Barcelona, 8 IX 1936;

12.- José Vila Barri, Sacerdote- Gurb de la Plana, Barcelona, 21 IX 1936;

13.- Pedro Verdaguer Saurina, Sacerdote- Barcelona, 15 X 1936;

14.- Roberto Montserrat Beliart, Sacerdote- Barcelona, 13 XI 1936;

15.- Antonio Mascaró Colomina, Religioso Escolar- Barcelona, 27 I 1937;

16.- Pedro Ruiz Ortega, Religioso Escolar- Barcelona, 4 IV 1937;

17.- Pedro Roca Toscas, Religioso Escolar- Barcelona, 4 IV 1937;

18.- Ramón Llach Candell, Sacerdote- Barcelona, 19 IV 1937;

19.- Jaime Llach Candell, Sacerdote- Barcelona, 19 IV 1937;

20.- Ramón Oromí Sullà, Sacerdote- Barcelona, 26 IV 1937.

12:37 a.m.

Por: . | Fuente: www2.ocarm.org



Fundadora del Instituto

de Nuestra Señora del Monte Carmelo


Nacida en desamor

Nace María Scrilli el 15 de mayo de 1825 en Montevarchi, ciudad del Gran Ducado de Toscana. Era la segunda niña que nacía en el hogar de los Scrilli-Checcucci; se esperaba fuera un varón y la desilusión fue grande. “Aquella misma mañana de domingo y muy temprano…a las pocas horas de haber nacido, fue llevada a la pila bautismal de forma privada con gran disgusto de mis padres por haber tenido una segunda hija”, cuenta ella misma. “Hasta la edad de cuatro años o poco más, me sentía rechazada por mi misma madre, razón por la cual caía en una profunda tristeza y era propensa al llanto; no siéndole de mucho agrado, procuraba alejarme de ella lo más que podía”. (El drama infantil estaba servido). Y continúa escribiendo: «Cuando apenas fui capaz de comprender el desamor que me tenía mi madre no tengo palabras para poder expresar la magnitud de esa espina que atravesaba mi corazón. Mi tormento no era causado por la envidia de ver a mi hermana tan delicadamente querida por mis padres, sino porque en el fondo también yo sentía la necesidad de verme amada».

Terribles palabras de esta muchacha que descifrarán en parte la vida y la obra de esta singular mujer. Sin embargo, lo que pudo haber sido un verdadero trauma para la chiquilla le sirvió para ir modelando su carácter sin guardar ninguna acritud; afortunadamente supo comprender a tiempo que la envidia es la que corroe el corazón y no el vacío por la ausencia del amor; a colmar esas ansias va a dedicar María Teresa toda su vida sin amargura, sin tan siquiera un mínimo resentimiento para con su propia madre. En María la Virgen encontrará la solución a su íntimo problema de afectividad: Ella será su auténtica Madre, la del Cielo, ya que teniéndola no la tenía en la tierra; una tiernísima devoción mariana brotará con fuerza y modelará aquel corazón hecho para entregarse a cuantos eran víctimas del desamor, a semejanza de María.


A los 21 años ingresa en Santa María de los Ángeles en Florencia, el monasterio de Sta. María Magdalena de Pazzis, pero no prospera en su propósito. De aquella experiencia carmelitana adquiere unos sólidos fundamentos, base de toda su espiritualidad para el futuro; en su diario escribe, por ejemplo: “Pureza, pureza de intención. Buscar en todo complacer a Dios, hacer bien a los demás (esto también en Dios), y la abnegación de uno mismo. Todo basta para hacer un santo”. La pureza de intención y el amor propio fueron los ejes centrales de la espiritualidad de la santa florentina. Este principio no es solamente una feliz coincidencia. Del Carmelo de Florencia sale con una clara decisión: será contemplativa, pero «contemplativa en acción». Y lo conseguirá, perdiéndose.


Por la cultura y la dignidad humana

Y es que desde 1849 aquella región toscana vive un virulento anticlericalismo originado por el liberalismo más radical entonces de moda; aquella sociedad yace bajo un ínfimo nivel de analfabetismo y de miseria, factores que de ordinario suelen ir juntos. María Scrilli piensa qué puede hacer para remediarlo y, consciente de que la incultura e ignorancia degrada especialmente a la mujer, comienza a impartir enseñanza en su propia casa de Montevarchi a un grupo de niñas que encontraba por la calle. “En 1849 el número de mis pequeñas alumnas había llegado a doce; las tenía gratuitamente, pero ellas correspondían con tantas demostraciones de agradecimiento, que no tenía más remedio que corresponderlas”, escribe. Pronto se le unen a esta labor otras compañeras. “Éramos Edvige Sacconi, Ersilia Betti, Teresa del Bigio y yo…Escribí algunas normas que nos regularan, pero regularmente lo hacía de palabra”. En 1854 nace el Pío Instituto de Pobres Hermanitas del Corazón de María aprobado por el obispo de Fiésole. En agosto de 1857, estando en el monasterio de Sta. María Magdalena de Pazzis, Pío IX la bendice: “…y puso su mano sobre mi cabeza, mientras que yo me incliné y le besé los pies”, escribe, interpretando aquel gesto como un signo aprobatorio.


En junio de 1859 las tropas piamontesas entran en Montevarchi y ocupan el convento de las religiosas y por un decreto del 30 de noviembre el Instituto es suprimido; toda la obra de M. Scrilli se viene abajo y las monjas han de marchar a casa secularizadas. María Teresa se refugia en Florencia desde donde trata de reconstruir su instituto, hasta que en 1878 el arzobispo Eugenio Cecconi les concede recomponer la comunidad, quedando restablecido en 1892. “El Instituto, sin duda, según el diseño de Dios, debía fundarse con lagrimas, con dolor y con los combates de la fundadora”. Algunas Hermanas abandonan la casa, otras fallecen y ninguna otra ingresa. La mejor colaboradora, Clementina Mosca, se marcha con las dominicas de clausura. Todo el proyecto de la Scrilli se derrumba. Pero su ánimo no decae. Sabe muy bien que si aquello es obra de Dios y María su Madre lo quiere, la obra saldrá adelante; es consciente de que ella, como grano de trigo, debe morir y desaparecer para que una nueva vida surja.


Y así acontece. María Teresa se ofrece como víctima por aquella obra de la Iglesia. Cae gravemente enferma y muere en el mayor de los desamparos; el panorama congregacional era desolador: una Hermana anciana, otra enferma prácticamente paralítica y una novicia. Era el 14 de noviembre de 1889. Tras la muerte de María Teresa se presagia la total extinción. Todo ha terminado. Pero, el grano de trigo no cae en tierra y muere… (Jn 12, 24). Y se produce el milagro. He aquí que inesperadamente vuelve Clementina Mosca (1862-1934), «el ángel enviado por Dios»; adopta el nombre de María de Jesús y recoge el precioso legado de María Teresa. «Bajo el dinámico liderazgo de esta segunda fundadora el Instituto cobró nueva vida, creció en miembros y multiplicó las fundaciones, ampliando el arco de la acción apostólica: enseñanza, cuidado de enfermos y otros trabajos de caridad. Elaboró Constituciones y logró que su congregación fuese reconocida de derecho diocesano por el Cardenal Mistrangelo en 1929; el mismo año el prior general Elías Magennis las afilió a la Orden ya con el definitivo nombre de Instituto de Nuestra Señora del Monte Carmelo.


Fue beatificada el 8 de octubre de 2006.



12:37 a.m.

Por: . | Fuente: ACIprensa.com | Asuncionistas.atspace.org


Martirologio Romano: En Sofía, ciudad de Bulgaria, beatos Kamen (Pedro) Vitchev, Pavel (Pablo, en el siglo José) Djidjov y Josaphat ( en el siglo Roberto) Chichkov, presbíteros de la Congregación de los Agustininos de la Asunción, que bajo un régimen hostil a Dios, acusados falsamente y encarcelados por ser cristianos, merecieron recibir por su muerte el premio prometido a los discípulos de Cristo (1952)


El domingo 26 de mayo de 2002, en la ciudad búlgara de Plovdiv, el Papa Juan Pablo II beatificó a tres religiosos asuncionistas búlgaros, mártires asesinados por el entonces régimen comunista en noviembre de 1952.

Los beatos son los Agustinos de la Asunción Kamen Vitchev (1893-1952), Pavel Djidjov (1919-1952) y Josaphat Chichkov (1884-1952) -el primero de rito oriental y los dos segundos de rito latino-, que serán los primeros beatos de esta congregación, fuertemente comprometida, desde su fundación hace 150 años, en el acercamiento con el Oriente cristiano.


Fue la segunda vez, después de Ucrania en junio de 2001, que Juan Pablo II beatifique fuera de Roma a mártires del comunismo.


Testimonio heroico


Los tres religiosos fueron fusilados el 11 de noviembre de 1952 en la prisión central de Sofía, junto a Mons. Eugenio Bossilkov, obispo de Nicopoli, beatificado en 1998. Durante su larga prisión, los cuatro clérigos fueron torturados, tuvieron que soportar malos tratos y, a pesar de retractarse de las confesiones que habían hecho por la fuerza, los cuatro fueron condenados a muerte el 3 de octubre como “espías del Vaticano” y “lacayos del imperialismo” en un proceso dirigido por Moscú contra la Iglesia.


Sus cuerpos, enterrados en una fosa común, nunca fueron hallados.


El proceso contra 40 sacerdotes, religiosos y laicos católicos búlgaros, entre los que se encontraban Mons. Bossilkov y los tres asuncionistas, fue abierto el 29 de septiembre de 1952 ante la Corte Suprema de Bulgaria, en Sofía.


Los inculpados, presos y maltratados durante varios meses, fueron objeto de un “Acto de acusación contra la Organización Católica de complot y espionaje en Bulgaria”. Se los acusó de haber “organizado y dirigido, desde el 9 de septiembre de 1944, una organización que tenía como finalidad invertir, minar y debilitar el poder democrático popular a través de un golpe de Estado, insurrección, motines, actos terroristas, crímenes e intervenciones armadas del extranjero”.


Además fueron declarados “miembros de una organización de espionaje y de complot en una serie de ciudades del país para preparar una guerra imperialista contra la URSS, Bulgaria y otros países de democracia popular”.


La sentencia, dictada el 3 de octubre de 1952, víspera del XIX Congreso del Partido Comunista Soviético en Moscú, declaraba a los tres religiosos “culpables de haber organizado y dirigido en Bulgaria, desde el 9 de septiembre de 1944 hasta el verano de 1952, una organización clandestina, una agencia de servicios secretos del Papa y de los imperialistas”, y los condenaba “a muerte por fusilamiento con privación de sus derechos, confiscándoles todos sus bienes en beneficio del Estado”.


Kamen VitchevKamen Vitchev (nacido en 1893), tal vez el más conocido de los tres, fue profesor, un erudito, y un líder. Cuando lo arrestaron en diciembre de 1951, era Vicario Provincial de los Asuncionistas de Bulgaria. Había sido profesor en el seminario asuncionista de Estambul y durante mucho más tiempo, en el colegio de San Agustín de Plovdiv . Era muy conocido en Bulgaria como experto profesor, predicador de la fe y muy activo en toda relación ecuménica entre las Iglesias. Escribía regularmente en la revista asuncionista de estudios teológios orientales "Ecos de Oriente", y fomentaba las buenas relaciones con el clero ortodoxo de Ploviv, al que acogía frecuentemente la comunidad. Sus artículos versaban sobre temas especializados de Derecho Canónico Ortodoxo, y también sobre acontecimientos destacables en las Iglesias católica y ortodoxa, o eran reflexiones sobre la vida del cristiano en el mundo. Es indudable que la difusión de su pensamiento sobre el valor de la visión cristiana de la vida frente a la que tenían las doctrinas ateas y materialistas dominantes no le granjeó el aprecio del régimen. Se hizo "culpable" de ser un distinguido intelectual y educador, y un apasionado de la causa de la unidad entre la Iglesia Oriental y la Iglesia Latina. Él mismo había sido ordenado sacerdote en el rito Bizantino.


Pavel DjidjovPavel Djidjov era el más joven de los tres (nacido en 1919). Buen atleta, hombre práctico, con estudios de Economía, se le confió la gestión financiera de la misión asuncionista de Bulgaria, pero volcó lo mejor de sus energías en la educación de la juventud. Durante sus años de profesor en la escuela asuncionista de Varna, en el Mar Negro, se hizo notar por su postura nada ambigua respecto del Partido en Bulgaria. Se hizo "culpable" de defender la libertad religiosa frente a un régimen totalitario; era muy querido de sus alumnos y firme en su lealtad hacia la Iglesia.


Josaphat ChichkovJosaphat Chichkov el de más edad de los tres (nacido en 1884), ha sido durante mucho tiempo profesor y educador de jóvenes aspirantes al sacerdocio. Era un hombre sencillo, especialmente eficaz con los alumnos que tenían dificultades; y un tecnófilo, que para su ministerio echaba mano de las herramientas "modernas" apenas se inventaban (máquinas de escribir de caracteres cirílicos, cámaras de cine y gramófonos). Acusado de espiar a favor del Vaticano y de las potencias occidentales, fue en realidad "culpable" de ser un buen educador y muy popular, y un pastor afectuoso.



12:37 a.m.
Nació en Tortosa, el 4 de Enero de 1874 y murió en Portichol de Tavernes de Valldigna, el 13 de Noviembre de1936.

Religiosa profesa de la Congregación de las Religiosas de María Inmaculada Misioneras Claretianas


Por muchos años formadora de las jóvenes generaciones de claretianas y educadora en Carcagente. Fundadora de la comunidad y colegio en Puerto de Sagunto, Sufrió la primera persecución el año 1931. Entregó la vida por Cristo y Su Evangelio ofreciéndola por la paz y reconciliación.


Ella es uno de los mártires de Valencia. Para ver más sobre los 233 mártires en España haz "click" AQUI



12:37 a.m.
Una tierra... una familia

"Existía una vez y sigue existiendo todavía, con una imagen nueva, un pueblo llamado Pozzaglia, en las colinas de Sabina... y había una casa bendecida, nido lleno de voces infantiles, entre las cuales la de Oliva, llamada más tarde Livia, y quien se llamará en la Vida Religiosa hermana Agustina... ".

La vida muy breve de la hermana Agustina, empieza y se desarrolla así: "simple, límpida, pura, amante... pero al final... dolorosa y trágica... o mejor... simbólica". Vida que inspiró a Pablo VI, el Papa que la Beatificó, palabras de extraodinaria poesía, para narrar el transcurso de su vida.


27 de marzo de 1864. Es en el pequeño pueblo de Pozzaglia a 800 metros de altitud en la linda zona geográfica que se extiende entre Rieti, Orvinio, Tivoli donde nace y es bautizada Livia; ¡la segunda de once hermanos! Sus padres, Francisco Pietrantoni y Catalina Costantini, pequeños agricultores trabajan sus tierras y otras alquiladas. La infancia y la juventud de Livia respiran los valores de la famiglia honesta, trabajadora, religiosa y en la casa bendecida "todos estaban pendientes de hacer el bien y de rezar a menudo...". Este período está marcado todo por la sabiduría del abuelo Domingo un verdadero ícono patriarcal.


A los 4 años, Livia recibe el sacramento de la Confirmación y alrededor de 1876 hace su Primera Comunión, con un conocimiento ciertamente extraordinario si la juzgamos por lo que fue su posterior vida de oración, generosidad y donación. Muy pronto, en la gran famiglia, donde todos parecían tener derecho a su tiempo y a su ayuda, aprende de su mamá Catalina las atenciones y los gestos maternales que emplea con dulzura a la vista de sus numerosos pequeños hermanos. Trabaja en los campos y cuida los animales, no conoce ni los juegos ni el colegio, al que ella va de una forma muy irregular, pero del que consigue obtener un provecho extraordinario, hasta el punto de merecer de sus compañeras el título de "profesora".


Trabajo... orgullo


A los 7 años y con otros niños empieza a trabajar, transportando miles de baldes de piedra y arena para la construcción de la ruta que va de Orvinio a Poggio Moiano. A los doce años, se va con otras jóvenes jornaleras que se dirigen a Tivoli, durante los meses del invierno para la recolección de aceitunas. Precozmente sabia. Livia asume la responsabilidad moral y religiosa de sus jóvenes compañeras, las sostiene en ese rudo trabajo, lejos de la familia y se enfrenta con fuerza y coraje a los "jefes" arrogantes y sin escrúpulos.


Vocación y desprendimiento


Livia es una joven agradable por su sabiduría, su sentido de ayuda al prójimo, su generosidad, su belleza... y varios jóvenes en el pueblo tienen puestos los ojos en ella. Sus miradas de admiración no pasan desapercibidas a su mamá Catalina que sueña con un buen partido para su hija. Pero, ¿qué piensa Livia? ¿Qué secreto guarda? ¿Por qué no elije? ¿ Por qué no se decide? "Livia... extremadamente audaz por la voz que le habla interiormente, la voz de su vocación, cede: Cristo será su amor, Cristo, su Esposo". Su búsqueda se orienta hacia una vida de sacrificio; a quién, en su familia o en el pueblo, quiere hacerla cambiar de opinión, definiéndola como un escape de la fatiga, Livia responde "quiero elegir una Congregación donde haya trabajo para el día y la noche" y todos están seguros de la autenticidad de estas palabras. En un primer viaje a Roma, acompañada por su tío Fray Mateo, vive una desilusión dolorosa: han rechazado acogerla.


Algunos meses después, por tanto, la Superiora General de las Hermanas de la Caridad de Santa Juana Antida Thouret, Madre Josefina Boquien, le hace saber que la espera en la Casa General, calle Santa María in Cosmedin. Livia comprende que esta vez el adiós es definitivo. Con emoción, se despide de todos los habitantes del pueblo, de todos los rincones de su pueblo, sus lugares de oración: la Parroquia, la Virgen de la Rifolta; abraza a sus familiares, recibe de rodillas la benedición del abuelo Domingo, "besa la puerta de su casa, hace el signo de la Cruz y se va corriendo".


Formación y servicio


23 marzo de 1886. Livia tenía 22 años, cuando se fue a Roma, vía S. Maria in Cosmedin. Algunos meses de postulantado y de noviciado son sufficientes para mostrar que la joven tiene la pasta de una hermana de la Caridad, es decir de una "sierva de los pobres" según la tradición de S. Vicente de Paúl y de Santa Juana Antida. Livia, in efecto, lleva al convento un potencial humano heredado de su familia particularmente sólido y que ofrece garantía. En ella la mujer y la religiosa están en perfecta armonía. Cuando toma el hábito religioso y se le da el nombre de hermana Agustina tiene el presentimiento que será ella quien encarne una santa con ese nombre: efectivamente no conoce ninguna santa Agustina.


Enviada al hospital Espíritu Santo, que tiene 700 años de gloriosa historia y definido como "el gimnasio de la caridad cristiana", tras las huellas de los santos que la han precedido, entre los cuales se encuentran Carlos Borromeo, José de Calasanz, Juán Bosco, Camilo de Lelis... la hermana Agustina aporta su contribución personal y en este lugar de sufrimiento expresa su caridad hasta el heroísmo.


Silencio, oración y bondad


El ambiente del hospital es hostil a la religión. La cuestión romana envenena los espíritus; los Padres Capuchinos son expulsados, se prohíbe el crucifijo y cualquier otro signo religioso. Quisieran también alejar a las Hermanas, pero tienen miedo de la reacción de la gente: les hacen la vida "imposible" y se les prohibe hablar de Dios; pero la hermana Agustina no tiene necesidad de su boca para "proclamar a Dios" y ninguna mordaza puede impedirle anunciar el Evangelio. Primero en el cuidado de los niños, y después de haberse contagiado mortalmente, de lo cual se recupera milagrosamente, en el cuidado de los tuberculosos, servicio de desesperación y de muerte, expresa siempre una devoción total y una atención extraordinaria a cada enfermo, sobre todo a los más difíciles, violentos y obscenos, como "Romanelli".


En secreto, en el pequeño rincón oculto donde ha encontrado un sitio para que la Virgen María siga en el hospital, ella le confía a sus enfermos y le promete vigilias más numerosas, sacrificios más grandes, para obtener la gracia de la conversión de los más obstinados. ¿Cuántas veces le ha presentado a José Romanelli? Es el peor de todos, el más vulgar y el más insolente sobre todo con la hermana Agustina, quien multiplica las atenciones con él y que con gran bondad, acoge a su madre ciega cuando viene a visitarlo. De él se puede esperar cualquier cosa, todos están hartos.


Cuando después de su enésima bravuconería hacia las mujeres en la lavandería, el Director lo expulsa del hospital, su rabia busca una víctima y la pobre Agustina es la elegida. "¡Te mataré con mis propias manos!", "¡Hermana Agustina, no tienes más de un mes de vida!", son las amenazas que le hace llegar varias veces por medio de cartas.


Romanelli no bromea, en efecto, y la hermana Agustina tampoco, no pone límites a su generosidad por el Señor... Está dispuesta a pagar con su propia vida el precio del amor, sin escapar, sin acusar. Cuando Romanelli la sorprende y la golpea cruelmente sin que ella pueda escapar, el 13 de noviembre de 1894, de sus labios no salen más que las invocaciones a la Virgen y las palabras de perdón.



1:43 a.m.
En el año 2011, dado que el domingo siguiente a Navidad es 1 de enero, día en que recordamos a María como Madre de Dios, esta fiesta se traslada al viernes 30 de diciembre.

En la festividad de la Sagrada Familia, recordamos y celebramos que Dios quiso nacer dentro de una familia para que tuviera alguien que lo cuidara, lo protegiera, lo ayudara y lo aceptara como era.


Al nacer Jesús en una familia, el Hijo de Dios ha santificado la familia humana. Por eso nosotros veneramos a la Sagrada Familia como Familia de Santos.


¿Cómo era la Sagrada Familia?


María y José cuidaban a Jesús, se esforzaban y trabajaban para que nada le faltara, tal como lo hacen todos los buenos padres por sus hijos.


José era carpintero, Jesús le ayudaba en sus trabajos, ya que después lo reconocen como el “hijo del carpintero”.


María se dedicaba a cuidar que no faltara nada en la casa de Nazaret.


Tal como era la costumbre en aquella época, los hijos ayudaban a sus mamás moliendo el trigo y acarreando agua del pozo y a sus papás en su trabajo. Podemos suponer que en el caso de Jesús no era diferente. Jesús aprendió a trabajar y a ayudar a su familia con generosidad. Él siendo Todopoderoso, obedecía a sus padres humanos, confiaba en ellos, los ayudaba y los quería.


¡Qué enseñanza nos da Jesús, quien hubiera podido reinar en el más suntuoso palacio de Jerusalén siendo obedecido por todos! Él, en cambio, rechazó todo esto para esconderse del mundo obedeciendo fielmente a María y a José y dedicándose a los más humildes trabajos diarios, el taller de San José y en la casa de Nazaret.


Las familias de hoy, deben seguir este ejemplo tan hermoso que nos dejó Jesús tratando de imitar las virtudes que vivía la Sagrada Familia: sencillez, bondad, humildad, caridad, laboriosidad, etc.


La familia debe ser una escuela de virtudes. Es el lugar donde crecen los hijos, donde se forman los cimientos de su personalidad para el resto de su vida y donde se aprende a ser un buen cristiano. Es en la familia donde se formará la personalidad, inteligencia y voluntad del niño. Esta es una labor hermosa y delicada. Enseñar a los niños el camino hacia Dios, llevar estas almas al cielo. Esto se hace con amor y cariño.


“La familia es la primera comunidad de vida y amor el primer ambiente donde el hombre puede aprender a amar y a sentirse amado, no sólo por otras personas, sino también y ante todo por Dios.” (Juan Pablo II, Encuentro con las Familias en Chihuahua 1990).


El Papa Juan Pablo II en su carta a las familias nos dice que es necesario que los esposos orienten, desde el principio, su corazón y sus pensamientos hacia Dios, para que su paternidad y maternidad, encuentre en Él la fuerza para renovarse continuamente en el amor.


Así como Jesús creció en sabiduría y gracia ante Dios y los hombres, en nuestras familias debe suceder lo mismo. Esto significa que los niños deben aprender a ser amables y respetuosos con todos, ser estudiosos obedecer a sus padres, confiar en ellos, ayudarlos y quererlos, orar por ellos, y todo esto en familia.


Recordemos que “la salvación del mundo vino a través del corazón de la Sagrada Familia”.

La salvación del mundo, el porvenir de la humanidad de los pueblos y sociedades pasa siempre por el corazón de toda familia. Es la célula de la sociedad.


Oración


“Oremos hoy por todas las familias del mundo para que logren responder a su vocación tal y como respondió la Sagrada Familia de Nazaret.

Oremos especialmente por las familias que sufren, pasan por muchas dificultades o se ven amenazadas en su indisolubilidad y en el gran servicio al amor y a la vida para el que Dios las eligió” (Juan Pablo II)


“Oh Jesús, acoge con bondad a nuestra familia que ahora se entrega y consagra a Ti, protégela, guárdala e infunde en ella tu paz para poder llegar a gozar todos de la felicidad eterna.”


“Oh María, Madre amorosa de Jesús y Madre nuestra, te pedimos que intercedas por nosotros, para que nunca falte el amor, la comprensión y el perdón entre nosotros y obtengamos su gracia y bendiciones.”


“Oh San José, ayúdanos con nuestras oraciones en todas nuestras necesidades espirituales y temporales, a fin de que podamos agradar eternamente a Jesús. Amén.”



1:43 a.m.

Por: O. C. Moreno | Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina04


Gabriel Ferretti nació en Ancona hacia el año 1385, hijo de los condes Liberotto y Alvisa Sacchetti. A los 18 años contra la voluntad de sus padres tomó el hábito de los hermanos Menores en el convento anconitano de San Francisco ad Alto, donde se consagró totalmente a Dios emitiendo los votos de pobreza, castidad y obediencia.

En el silencio de su eremitorio, todo concentrado en Dios en el ejercicio de la vida religiosa profundizó en el estudio de las ciencias teológicas. Ordenado sacerdote se dedicó al apostolado entre pobres y enfermos y pronto fue considerado el Padre de Ancona.


Las virtudes y dotes de Gabriel llamaron la atención de los superiores, que en 1425 lo eligieron guardián del convento de San Francesco ad Alto. No sólo restauró y engrandeció el convento, sino que se distinguió en la heroica asistencia a los apestados en los años 1425 y 1427.


Los Hermanos Menores de la Provincia Seráfica de las Marcas, reunidos en capítulo, en 1434 lo eligieron Ministro Provincial. Contribuyó eficazmente a propagar la fiel observancia de la regla franciscana en las Marcas. El Pontífice Eugenio IV le concedió amplias facultades para abrir nuevos conventos, como en Santa María de las Gracias en San Severino Marcas, San Nicolás en Ascoli Piceno y la Anunciación en Osimo. Además, a pesar de las múltiples y pesadas ocupaciones, continuó interesándose por el convento de San Francisco ad Alto y sus conciudadanos de Ancona.


En 1438, por sugerencia de su íntimo amigo San Jaime de la Marca, fue llamado por el Ministro general Padre Guillermo de Casale a predicar en Bosnia, donde ya anunciaban la divina palabra el mismo San Jaime de la Marca y otros religiosos.


El consejo comunal de Ancona, temiendo verse privado de la amorosa asistencia de su santo fraile, suplicó que se le volviera a dejar en Ancona, petición que fue acogida. Así el Beato Gabriel permaneció en las Marcas continuando su asistencia a los pobres y enfermos de su ciudad.


Alma eminentemente mariana, tenía una tierna devoción a la Sma. Virgen y difundió ampliamente la corona franciscana de las siete alegrías de la Bienaventurada Virgen María. La Virgen recompensó el amor filial de su siervo con apariciones y dulces coloquios.


También Dios mismo quiso premiar las virtudes de su siervo con el don de la profecía y de los prodigios. Una sobrina suya de nombre Casandra, imposibilitada para caminar, se dirigió a su santo tío. Este oró, luego trazó un signo de la cruz sobre la articulación afectada y la enferma quedó curada.


Gabriel terminó su virtuosa y laboriosa existencia a los 71 años en el convento de Ancona el 12 de noviembre de 1456, asistido por San Jaime de la Marca, quien en el funeral exaltó las virtudes del santo cohermano.


Benedicto XIV Aprobó su culto el 19 de septiembre de 1753



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