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12:04 a.m.

Fundador del Instituto Artigianelli y de la

Congregación de la Sagrada Familia de Nazaret


Martirologio Romano: En la aldea de Remedello, en la provincia de Brescia, en Italia, San Juan Piamarta, presbítero, que tras grandes dificultades fundó el Instituto de los Artesanitos de Brescia en las cercanías de una colonia agrícola, con la finalidad de facilitar a los jóvenes una formación religiosa, así como también el aprendizaje de un oficio, lo que dio vida a la Congregación de la Sagrada Familia de Nazaret. ( 1913)

Fecha de beatificación: 12 de octubre de 1997 por el Papa Juan Pablo II.


Fecha de canonización: 21 de octubre de 2012 por el Papa Benedicto XVI



San Giovanni Battista Piamarta, nacido en Brescia en 1841 de una familia pobre artesana, se sentirá impulsado a abrazar la causa de los huérfanos y de los jóvenes no sólo por la indigencia infantil, sino también por la filantropía evangélica y por el espíritu de León XIII, el Papa dé los obreros y de la "Rerum 1vIovarum" (1891).

Debía poseer una excepcional sutileza selectiva, aquel Don Pancracio Pezzana, párroco de Vallio, que apreció los requisitos vocacionales de aquel muchacho, que emprendería la cartea eclesiástica sin ningún propósito calculador, sino con la única pasión de hallar la felicidad en el servicio gratuito a los últimos. El nunca querría elevarse al rol de protagonista en la compleja realidad eclesiástica bresciana.


La Divina Providencia lo había esignado "manager" de la caridad y de la sociabilidad, tras de los turineses Don Bosco y Murialdo y del bresciano Pavoni, de quien, bajo cierto aspecto, recogerá la herencia. Los hombres lo hubiesen querido como un artesano perfecto, ojalá peluquero como lo fuera el padre, o colchonero refinado al estilo de Zanolini.


Otras voces evangélicas, otras instancias desde lo alto y desde abajo lo llamaron a su auténtica vocación humanitaria.


Puesto a prueba por la indigencia familiar y por la muerte prematura de la extraordinaria madre, se templó sin lloriqueos en el brioso ambiente del Oratorio bresciano, donde un innato anticonformismo y una espontánea religiosidad fueron canalizados por el camino de una sólida formación católica.


A imagen y semejanza de Don Bosco, él se inserta en el contexto de su tiempo y percibe las exigencias de la clase obrera y campesina en el período final del siglo XIX.


En el andar de este hombre, falto de títulos académicos, pero doctorado en amor, hallamos un ejército de personas, de las cuales no podemos prescindir: Mons. Bonomelli, obispo de Cremona, había sido su profesor de teología y lo había ayudado a romper el pequeño "guetto" de sacristía para mirar "en grande" los problemas del hombre; Mons. Pietro Capretti, el "leader" del movimiento católico bresciano, que le inspiró varios proyectos y no le regaló sólo buenos consejos, sino también conspicuas ayudas económicas; y luego el grupo de laicos comprometidos como Giuseppe Tovini, Giorgio Montini, padre de Paulo VI, y Luigi Bazoli, a los cuales probablemente el P. Piamarta debe no sólo el apoyo económico, sino también una equilibrada selección de fidelidad creativa a las reglas de la Santa Sede (piénsese en la feliz fórmula "preparación en la abstención").


Siguiendo la huella del venerable Pavoni, cuya obra providencial para los aprendices se había derretido bajo el calor candente del anticlericalismo del "Risorgimento", el P. Piamarta creó hace cien años el Instituto Artigianelli (3 de diciembre de 1886).


La iniciativa no bastó para su fervor de sociabilidad evangélica. La caridad cristiana es como el fuego, que salta de una rama a otra e incendia el bosque. En 1895, junto con Bonsignori, fundó la Colonia Agrícola de Remedello Sopra, que transformó una tierra casi árida como un desierto, en edén de fecundidad y bienestar.


En mayo de 1902 el Padre de los "Artigianelli" (Pequeños Artesanos) es el fundador de la Sagrada Familia de Nazaret, la Congregación masculina destinada a recoger su herencia moral. Algunos años después, en pía solidaridad con Elisa Baldo, da inicio a las Humildes Siervas del Señor. Estas dos ramas religiosas, que se adecuaron a continuación con las normas del derecho canónico y se pusieron al día con la urgencia de los tiempos, mantienen viva la llama del P. Piamarta, que se dirige hacia los altares.


Algunas memorias, aún todas por verificar, sostienen que en su curso de estudios no brillase por un alto coeficiente intelectual. Sin embargo, este cura de Ars bresciano fue un creador de cultura y emprendió afortunadas iniciativas en el campo tipográfico editorial, imprimiendo en su imprenta artesanal diarios y periódicos, monografías apologéticas y libros de formación de vasta resonancia, apoyando la propaganda de las sociedades obreras (¡la buena sangre no miente!).


Su promocionalidad creativa ni siquiera rozó el rumor del dinero. Su obra se desarrolló bajo la insignia de la alegre pobreza franciscana.


Afligido por una salud enfermiza se le pronosticó una corta vida.


Llegó a los ?2 años y bajó a la tumba el 25 de abril de 1913, al cabo de un ritmo tan intenso de vida, que habría abatido constituciones más robustas. Tenía mente de padre y corazón de madre, fuerza de caudillo y dulzura digna de S. Francisco de Sales y alegría como la de S. Filippo Neri, el buen "Pippo" de los chistes y de las burlas.


Un amigo. escritor, alérgico al agua santa y bien conocido por una historia de Italia de muy gustoso corte periodístico, hace algún tiempo desahogaba su malhumor, diciéndome: "La Iglesia está desahuciada: las ha hecho de demasiados colores".


La réplica es fácil. Ninguna sociedad ha generado una galería tan tupida de benefactores de la humanidad como el catolicismo.


Hombres como el P. Piamarta valen bastante más que una enciclopedia apologética. Su aventura humana es una apología viviente.


El milagro para su canonizaciòn


Era un miércoles a la hora del almuerzo, cuando a Esteban Figueiredo de Paula Pessoa le quedó una espina de pescado atrapada en la garganta. La mujer y la hija que estaban con él, le suplicaban que fuese al hospital, mas él les dice que no era necesario, porque conocía un secreto casero para hacer descender la espina: comer plátano y harina.


Así lo hizo y, efectivamente, la espina descendió de la garganta. Sin embargo, cerca de 8 días después, Esteban despertó a su mujer diciéndole que tenía un fuerte dolor en el tórax y quería ir al hospital. Ya de mañana, lo llevan a un centro hospitalario. Los médicos de turno lo revisaron y le dieron una medicina para el dolor, diagnosticándole una “virosis” (infección causada por un virus). Volvieron a casa y a la mañana siguiente Esteban continuaba con el mismo malestar, lo llevaron a otro hospital y nuevamente le dijeron que era virosis. Esteban continuó así.


Viendo que su padre no mejoraba, los hijos decidieron llamar a una amiga médico, la doctora Teresina do Merino Jesús Silva, quien indicó que lo mejor era llevarlo a un centro de especialistas en enfermedades infecciosas.


Decidieron llevarlo al Hospital San Mateo. Entró caminando y hablando, pero cuando menos lo esperaban fue colocado en la Unidad de Terapia Intensiva con diagnóstico de “Mediastenite”, que es una infección gravísima. El médico les explicó que esta infección era ocasionada por espinas de pescado que se alojaban en el intestino. En el caso de Esteban, la espina que tiempo atrás había tragado le ocasionó una herida y causó esta grave infección. El médico les explicó la real dimensión del caso: este tipo de infecciones es gravísimo al punto que rara vez las personas sobreviven. Además, les explicó que se debería llevar en forma urgente al paciente a un pabellón quirúrgico para una operación. Fue entonces cuando todo comenzó.


Después de la primera operación aparecieron varias complicaciones y quedó días y días en la UTI, siempre bajo sedantes para no sentir dolor. Vino la segunda operación, la tercera, la cuarta y él cada vez más debilitado. A la quinta operación, los médicos lo declararon sin esperanzas.


Recibió más de 150 bolsas de sangre, porque la infección era muy grave. Los riñones dejaron de funcionar y hubo que hacer diálisis diariamente.


Su esposa estaba muy angustiada, sobre todo después de la quinta operación, cuando los médicos no le dieron más esperanza.


Un amigo de la familia, Raimundo Arcebio Silva, sabedor de la aflicción de la familia, fue donde su esposa Euridice Almeida, que tenía una imagen del Padre Piamarta en la propia Biblia. Ella miró al marido y le dijo: “Esteban no moriría, porque Padre Piamarta intercedió por él”. Le pidió que le entregara la imagen a la esposa de Esteban para que la colocara en su cama y junto a la familia pidiesen la intercesión del Padre Piamarta.


En la vida todo tiene razón, todo sucede por algo. Es así como en los momentos de máxima aflicción de este grupo familiar, aparecieron la señora Eurídice y el señor Raimundo, amigos de la familia y devotos del Padre Piamarta, junto a quienes rezaron y pidieron la intercesión del Padre Piamarta. Esteban volvió a la vida, se produjo el gran milagro



12:04 a.m.

Religioso Franciscano y

Fundador de la Orden de Nuestra Señora de Belén (Bethlemitas)


Martirologio Romano: En Antigua, cerca de la ciudad de Guatemala, en América Central, san Pedro de San José Bethencourt, religioso de la Tercera Orden Regular de San Francisco, que bajo el patrocinio de Nuestra Señora de Belén se entregó ejemplarmente a la asistencia de huérfanos, mendigos, enfermos, jóvenes sin formación, extranjeros y condenados a trabajos forzados. ( 1667)

Fecha de canonización: 30 de julio de 2002, por el Papa Juan Pablo II.



San Pedro de San José Betancurt nace en Vilaflor de Tenerife, (Islas Canrias, España), el 21 de marzo de 1626 y muere en Guatemala el 25 de abril de 1667.

La distancia en el tiempo no opaca la luz que emana de su figura y que ha iluminado tanto a Tenerife como a toda la América Central desde aquellos remotos días de la Colonia.


San Pedro de San José Betancurt supo leer el Evangelio con los ojos de los humildes y vivió intensamente los Misterios de Belén y de la Cruz, los cuales orientaron todo su pensamiento y acción de caridad. Hijo de pastores y agricultores, tuvo la gracia de ser educado por sus padres profundamente cristianos; a los 23 años abandonó su nativa Tenerife y, después de 2 años, llegó a Guatemala, tierra que la Providencia había asignado para su apostolado misionero.


Apenas desembarcado en el Nuevo Mundo, una grave enfermedad lo puso en contacto directo con los más pobres y desheredados. Recuperada inesperadamente la salud, quiso consagrar su vida a Dios realizando los estudios eclesiásticos pero, al no poder hacerlo, profesó como terciario en el Convento de San Francisco, en la actual La Antigua Guatemala, con un bien determinado programa de revivir la experiencia de Jesús de Nazaret en la humildad, la pobreza, la penitencia y el servicio a los pobres.


En un primer momento realizó su programa como custodio y sacristán de la Ermita del Santo Calvario, cercana al convento franciscano, que se convierte en el centro irradiador de su caridad. Visitó hospitales, cárceles, las casas de los pobres; los emigrantes sin trabajo, los adolescentes descarriados, sin instrucción y ya entregados a los vicios, para quienes logró realizar una primera fundación para acoger a los pequeños vagabundos blancos, mestizos y negros. Atendió la instrucción religiosa y civil con criterios todavía hoy calificados como modernos.


Construyó un oratorio, una escuela, una enfermería, una posada para sacerdotes que se encontraban de paso por la ciudad y para estudiantes universitarios, necesitados de alojamiento seguro y económico. Recordando la pobreza de la primera posada de Jesús en la tierra, llamó a su obra «Belén».


Otros terciarios lo imitaron, compartiendo con el santo penitencia, oración y actividad caritativa: la vida comunitaria tomó forma cuando el Santo escribió un reglamento, que fue adoptado también por las mujeres que atendían a la educación de los niños; estaba surgiendo aquello que más tarde debería tener su desarrollo natural: la Orden de los Bethlemitas y de las Bethlemitas, aún cuando éstas sólo obtuvieron el reconocimiento de la Santa Sede más tarde.


El Santo Hermano Pedro se adelantó a los tiempos con métodos pedagógicos nuevos y estableció servicios sociales no imaginables en su época, como el hospital para convalecientes. Sus escritos espirituales son de una agudeza y profundidad inigualables.


Su caridad no le daba reposo. Su esperanza y su fe lo mantenían en vigilia, el oído atento al dolor. Pedro, un hombre sin techo y sin pan, daba de comer al hambriento y vestía al desnudo. Acudía a los ricos y acercándoles la llama de su caridad derretía su egoísmo y encendía la generosidad de aquellos hombres.


Muere apenas a los 41 años el que en vida era llamado «Madre de Guatemala». A más de tres siglos de distancia, la memoria del «hombre que fue caridad» es sentida grandemente, viva y concreta, en su nativa Tenerife, en Guatemala y en todos los lugares donde se conoce su obra. El Hermano Pedro fue Beatificado solemnemente por S.S. Juan Pablo II el 22 de junio de 1980, y canonizado el 30 de julio de 2002 por el mismo Papa, en un acontecimiento de incalculable valor pastoral y eclesial para Guatemala y para toda América.


Reproducido con autorización de Vatican.va



11:30 p.m.
Martirologio Romano: San Fidel de Sigmaringen, presbítero y mártir, el cual, siendo abogado, decidió entrar en la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, llevando una vida observante de vigilias y oraciones. Asiduo en la predicación de la Palabra de Dios, fue enviado a la región de Recia para consolidar la verdadera doctrina, y en Sevis, de Suiza, fue martirizado por los herejes a causa de la fe católica (1622).

Etimológicamente: Fidel = Aquel que es digno de confianza, es de origen latino.



Nació en Sigmaringen, Alemania, en 1577.

Tenía una inteligencia muy vivaz y fue enviado a estudiar a la Universidad de Friburgo, donde obtuvo doctorado en ambos derechos, y luego llegó a ser profesor muy estimado de filosofía y letras. Durante seis años fue encargado de la educación de varios jóvenes de las familias principales de Suabia (Alemania), a los cuales llevó por varios países de Europa para que conocieran la cultura y el modo de ser de las diversas naciones. Sus alumnos se quedaban admirados del continuo buen ejemplo de su profesor en el cual no podían encontrar ni una palabra ni un acto que no fueran de buen ejemplo. Lo que los otros gastaban en cucherías él lo gastaba en dar limosnas.


Como abogado, Fidel se dedicó a defender gratuitamente a los pobres que no tenían con qué costearse un defensor. Su generosidad era tan grande que la gente lo llamaba "El abogado de los pobres". Ya desde muy joven renunciaba a conseguir y estrenar trajes nuevos y el dinero que con eso ahorraba lo repartía entre las gentes más necesitadas. Jamás en su vida de estudiante ni en sus años de profesional tomó licor, ni nadie lo vio en reuniones mundanas o que ofrecieran peligro para la virtud. Sus compañeros de abogacía se admiraban de que este sabio doctor nunca empleaba palabras ofensivas en los pleitos que sostenía (y sus contrarios sí las usaban y muy terribles).


Un día el abogado contrario a un pleito, le ofreció en secreto una gran cantidad de dinero, con tal de que arreglaran los dos en privado y se le diera la victoria al rico que había cometido la injusticia. Fidel se quedó aterrado al constatar lo fácil que es para un abogado el prestarse a trampas y vender su alma a Satanás por unas monedas como lo hizo Judas. Y dispuso dejar la abogacía y entrar de religioso capuchino. Tenía 35 años.


Dividió sus importantes riquezas en dos partes: la mitad la repartió a los pobres, y la otra mitad la dio al Sr. Obispo para que hiciera un fondo para costear los estudios a seminaristas pobres.


Con razón le pusieron después esta leyenda debajo de su retrato:


¡Santo es Fidel, y fue abogado!,

Obra del poder Divino.

Mucho le costó ser capuchino

y morir después martirizado.


Habiendo sido tan rico y tan lleno de comodidades se fue a vivir como el más humilde y pobre fraile capuchino. Le pedía constantemente a Dios que lo librara de la tibieza



(ese vicio que lo hace a uno vivir sin fervor, ni frío ni caliente, descuidado en sus deberes religiosos y flojo para hacer obras buenas) y le suplicaba a Nuestro Señor que no lo dejara perder el tiempo en inutilidades y que lo empleara hasta lo máximo en propagar el Reino de Dios. Le gustaba repetir la famosa frase de San Bernardo: "Sería una vergüenza que habiendo sido coronado de espinas mi Capitán Jesucristo, en cambio yo que soy su soldado, viviera entre comodidades y sin hacer sacrificios".

En Friburgo consiguió la conversión de muchos protestantes. Y la gente se quedó admirada cuando llegó la peste del cólera, pues se dedicaba de día y de noche a asistir gratuitamente a todos los enfermos que podía. Su austeridad o dominio de sí mismo, era impresionante. Su fervor en la oración y en la Santa Misa conmovían a los que lo acompañaban. Las gentes veían en su persona a una superioridad interior que les impresionaba. Su predicación conseguía grandes frutos porque era sencilla, clara, fácil, práctica, suave y amable, pero acompañada por la unción o fuerza de conmover que proviene de quien antes de predicar reza mucho por sus oyentes y después de la predicación sigue orando por ellos. Era tal el atractivo de sus sermones que hasta los mismos herejes iban a escucharlo. Pero este atractivo fue el que llenó de envidia y rabia a sus opositores y los llevó a escogerlo a él, entre todos los compañeros de misión, para martirizarlo.


Hay algo que a los santos les falla de manera impresionante, es la "prudencia simplemente humana", ese andar haciendo cálculos para no excederse en desgastarse por el Reino de Dios. Los santos no se miden. Ellos se enamoran de Cristo y de su religión y no andan dedicándose a darse a cuenta gotas, sino que se entregan totalmente a la misión que Dios les ha confiado. Y esto le sucedió a Fidel. Cada poco le llegaban tarjetas como esta: "Recuerde que está predicando en tierras donde hay muchos protestantes, evangélicos, calvinistas y demás herejes. No hable tan claro en favor de la religión católica, si es que quiere seguir comiendo tranquilamente su sopa entre nosotros".


Pero él seguía incansable enseñando el Catecismo Católico y previniendo a sus oyentes contra el peligro de las sectas de evangélicos y demás protestantes. Tenía que prevenir a sus ovejas contra los lobos que acaban con las devociones católicas.


Al saber en Roma los grandes éxitos del padre Fidel que con sus predicaciones convertía a tantos protestantes, lo nombraron jefe de un grupo de misioneros que tenían que ir a predicar en Suiza, nido terrible de protestantes calvinistas. Lo enviaba la Sagrada Congregación para la Propagación de la fe.


En la ceremonia con la cual lo despedían solemnemente al empezar su viaje hacia Suiza, Fidel dijo en un sermón: "Presiento que voy a ser asesinado, pero si me matan, aceptaré con alegría la muerte por amor a Jesucristo y la consideraré como una enorme gracia y una preferencia de Nuestro Señor.


Pocos días antes de ser martirizado, al escribir una carta a su lejano superior, terminaba así su escrito: "Su amigo Fidel que muy pronto será pasto de gusanos".


Al llegar a Suiza empezó a oír rumores de que se planeaba asesinarlo porque los protestantes tenían gran temor de que muchos de sus adeptos se pasaran al catolicismo al oírlo predicar. Al escuchar estas noticias se preparó para la muerte pasando varias noches en oración ante el Santísimo Sacramento, y dedicando varias horas del día a orar, arrodillado ante un crucifijo. La santidad de su vida lo tenía ya bien preparado para ser martirizado.


El domingo 24 de abril, se levantó muy temprano, se confesó y después de rezar varios salmos se fue al templo de Seewis, donde un numeroso grupo de protestantes se había reunido con el pretexto de que querían escucharlo, pero con el fin de acabar con él. Al subir al sitio del predicador, encontró allí un papel que decía: "Este será su último sermón. Hoy predicará por última vez". Se armó de valor y empezó entusiasta su predicación. El tema de su sermón fue esta frase de San Pablo: "Una sola fe, un solo Señor, un solo bautismo" (EF. 4,5) y explicó brillantemente cómo la verdadera fe es la que enseñan los católicos, y el único Señor es Jesucristo y que no hay varios bautismos como enseñan los protestantes que mandan rebautizar a la gente. Aquellos herejes temblaban de furia en su interior, y uno de los oyentes le disparó un tiro, pero equivocó la puntería. Fidel bajó del sitio desde donde predicaba y sintiendo que le llegaba el fin, se arrodilló por unos momentos ante una imagen de la Sma. Virgen. Quedó como en éxtasis por unos minutos, y luego salió por una pequeña puerta por la sacristía detrás del templo.


Los herejes lo siguieron a través del pueblo gritándole: "Renuncie a lo que dijo hoy en el sermón o lo matamos". El les respondió valientemente: "He venido para predicar la verdadera fe, y no para aceptar falsas creencias. Jamás renunciaré a la fe de mis antepasados católicos." Aquel grupo de herejes, dirigidos por un pastor protestante, le gritaba: "O acepta nuestras ideas o lo matamos". El les contestó: "Ustedes verán lo que hacen. Yo me pongo en manos de Dios y bajo la protección de la Virgen Santísima. Pero piensen bien lo que van a hacer, no sea que después tengan que arrepentirse muy amargamente". Entonces lo atacaron con palos y machetes y lo derribaron por el suelo, entre un charco de sangre. Poco antes de morir alcanzó a decir: "Padre, perdónalos".


Era el 24 de abril del año 1622.


Dios demostró la santidad de su mártir, obrando maravillosos milagros junto a su sepulcro. Y el primer milagro fue que aquel pastor protestante que acompañaba a los asaltantes, se convirtió al catolicismo y dejó sus errores.


El Papa Benedicto XIV lo declaró santo en 1746.


San Fidel mártir: te encomendamos nuestros países tan plagados de ideas ajenas al Evangelio que le van quitando la devoción a nuestra gente y la van llevando al indiferentismo y a la herejía. Haz que a ejemplo tuyo se levanten por todas partes apóstoles Católicos valerosos y santos que prevengan al pueblo y no lo dejen caer en las garras de lobos que asaltan al verdadero rebaño del Señor.


Si el grano de trigo cae a tierra y muere, produce mucho fruto. (Jesucristo).



11:30 p.m.
Según una leyenda medieval, san Ivo fue un obispo persa que gozaba con de gran honor y prestigio entre los suyos, y llevaba una fuerte vida de disciplina de cara a sí mismo. Juntamente con tres compañeros se fue a Inglaterra y se establecieron en ermitas lejanas para vivir en paz, penitencia y soledad.

Murieron en el siglo VII y con el tiempo se olvidó la gente de ellos.


Sin embargo, alrededor del año 1001 se llevaron a cabo unos descubrimientos interesantes: algunos huesos pertenecientes a san Ivo.


Goselin, en su Vida de san Ivo dice que el culto de Ivo se propagó durante un siglo.


Siguiendo las narraciones de los sueños de un campesino, sus huesos fueron identificados y pertenecían a san Ivo. Fueron trasladados a la abadía de Ramsey, en la que se hicieron muchos milagros.


Un siglo más tarde, apareció una luz sobre la abadía. Todos la interpretaron como un significado claro de que eran los huesos de san Ivo. Estos deberían ser llevados a Slepe en donde se fundaría una nueva abadía que daría a conocer mejor la reliquia de san Ivo.


En el arte aparece este santo como un sereno y prudente eremita persa al que se le concede el honor de ser obispo. Hoy es venerado en Huntingdonshire.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!


Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com



11:30 p.m.
Martirologio Romano: En Jerusalén, conmemoración de las santas mujeres María de Cleofás y Salomé, que junto con María Magdalena, al amanecer del día de Pascua, se dirigieron al sepulcro del Señor para ungir su cuerpo y allí recibieron el primer anuncio de la Resurrección. ( s.I)

Etimológicamente: Salomé = Paz, viene de la lengua hebrea



Un cristiano que pone su confianza en el hombre, no llega a ningún puerto con seguridad y mucho menos al corazón de Dios, el primero al que debemos amar y el primero en el que hay que confiar.

Salomé fue una cristiana de las primeras que se sintió fascinada por la revolución que trajo Cristo al mundo. Pertenece al siglo I.


Era la esposa del Zebedeo, uno de los marineros más conocidos de Betsaida, Israel.


Era también la madre de dos de los primeros discípulos que el Señor eligió para el ministerio, Santiago y Juan.


Esta mujer no se contentaba con admirar a Jesús simplemente. Se mojó en todo el sentido pleno de la palabra.


Lo seguía por todas partes y, además, prestaba un servicio estimable a todos los seguidores de Cristo el Señor.


Ella, como toda madre, quería que sus dos hijos estuvieran uno a la derecha y otro a la izquierda de Jesús.


No había comprendido todavía nada del reino que Jesús vino a predicar e implantar en la tierra.


Ella soñaba con un Mesías poderosos, aguerrido y triunfador. Después se daría cuenta de todo lo contrario.


En el día de la Pasión, ella estaba al pie mismo de la Cruz.


Igualmente, lo poco que tuviera de dinero, lo empleó para comprar aromas para embalsamar el cuerpo de Jesús.


Fue también la mujer que se quedó impactada cuando el domingo de Resurrección, al ir a la tumba, la encontró vacía.


En el alba de la preciosa mañana en que Cristo resucitó, tuvo la suerte de ver mucho antes que otros que lo que había dicho el Señor se había cumplido tal y como lo dijo.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!



11:30 p.m.
Martirologio Romano: En Dinan, en Francia, san Benito (Ángel) Menni, presbítero de la Orden de San Juan de Dios, fundador de la Congregación de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús (1914).

Etimológicamente: Benito = Aquel a quien Dios bendice, es de origen latino.


Etimológicamente: Ángel = Aquel que es portador de un mensaje, es de origen griego.



Origen familiar y vocación hospitalaria

La ciudad de Milán fue su cuna, habiendo nacido y sido bautizado el mismo día 11 de marzo de 1841. Se le puso el nombre compuesto de Ángel-Hércules, que han sido como una premonición del espíritu y fuerza, que había de caracterizar su personalidad.


Era el quinto de quince hijos del matrimonio formado por Luis Menni y Luisa Figini. En su hogar cálido y acogedor halló el apoyo y estímulo para su desarrollo intelectual y personalidad.


La llamada de Dios la siguió pronto: fino de conciencia, dejó un buen trabajo en un banco y, altruista ante el que sufre, se ofreció a ayudar al traslado de los soldados heridos que llegaban de la batalla de Magenta, cerca de Milán.


Admirado de la entrega que entonces descubrió en los Hermanos de San Juan de Dios, a los 19 años pidió el ingreso en la Orden Hospitalaria.


Con el nombre de Benito inició la vida religiosa y se consagró a Dios y a la asistencia de los enfermos; con el mismo nombre le veneraremos como San Benito Menni.


Formación y misión hospitalaria


Durante sus estudios de enfermería y sacerdotales fue forjando su personalidad religioso-hospitalaria, que puso a disposición de los superiores, es decir de la causa en favor de la sociedad más necesitada, como eran tantos enfermos.


España, la cuna de la Orden Hospitalaria, vivía entre luchas políticas en declarada hostilidad hacia lo religioso, mientras la obra de Juan de Dios había quedado prácticamente extinguida; necesitaba un impulso renovador, y Benito Menni será la persona providencial para su realización.


Destinado a España en 1867, llevó a cabo sus dos grandes obras: la restauración de la Orden de San Juan de Dios y la fundación de la Congregación femenina, "Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús".


Su espíritu magnánimo, capacidad y disposición le ayudaron a superar muchas dificultades y tomar grandes iniciativas de especial consideración en pro de los enfermos y su asistencia integral.


Restaurador de la Orden Hospitalaria


Mandado por el entonces General de la Orden Juan M. Alfieri, que siempre fue su apoyo, y con la bendición del papa Pío IX antes de salir de Roma, Benito Menni manifiesta desde el primer momento su fuerte voluntad y espíritu decidido. A los pocos meses abre con éxito el primer hospital infantil de España en Barcelona (1867), que constituye el inicio de su extraordinaria obra restauradora, que dirigirá durante 36 años.


Desde el primer momento, gracias a su empeño vocacional, se le unirán numerosos y generosos seguidores, con los cuales a su vez podrá dar continuidad a las nuevas instituciones hospitalarias, que se multiplicarán por España, Portugal y México, continuando después por todo el nuevo mundo.


Fundador de las Hermanas Hospitalarias


Con la llegada a Granada (1878), Benito Menni entra en contacto con dos jóvenes, María Josefa Recio y María Angustias Giménez, las cuales serán en 1881 la semilla de una nueva Institución sanitaria, netamente femenina, con característica específica para la asistencia psiquiátrica.


En Ciempozuelos, Madrid, tiene su origen y se constituye la Casa Madre de la "Congregación de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús", la cual es aprobada por la Santa Sede en 1901.


Como signo de su identidad en el servicio hospitalario les transmite su lema en seis palabras: "rogar, trabajar, padecer, sufrir, amar a Dios y callar".


Muy pronto, sin embargo, la nueva fundación extiende sus alas de caridad misericordiosa y se establece por diversos países de Europa y América Latina, y más tarde por África y Asia. Actualmente, en que tiene lugar la canonización de Benito Menni, su fundador, se hallan presentes en 24 naciones con más de 100 Centros hospitalarios.


Benito Menni, en cuanto Fundador y Padre espiritual, les infundió su espíritu característico juandediano, continuando durante más de 30 años su dirección y formación ascético-hospitalaria.


Visitador y Superior general de la Orden


La magna obra que Benito Menni realizó como restaurador y fundador se extendió, llamado por la Santa Sede, en favor de toda la Orden siendo nombrado primero Visitador Apostólico de la misma (1909-1911) y a continuación como Superior General (1911), a cuyo cargo, sin embargo, tuvo que renunciar un año después por incomprensiones y por motivos de salud.


Sus dos últimos años los pasó en humildad y purificación, muriendo santamente, lleno de méritos, en Dinán, Francia, el 24 de abril de 1914.


Sus restos, trasladados por sus Hermanos de España a Ciempozuelos, hoy son venerados bajo el altar central de la "Capilla de los Fundadores" en la Casa Madre de sus Hijas Hospitalarias de

Ciempozuelos.


En la Gloría de los santos


Abierto su proceso de santidad en la diócesis de Madrid, donde está enterrado, en los años 1945-1947, sus virtudes fueron reconocidas como heroicas por la Congregación para las Causas de los Santos el 11 de mayo de 1982, por lo que pasó a ser considerado " Venerable".


Reconocida como milagrosa la curación en favor de Dña. Asunción Cacho, fue proclamado "Beato" en la Basílica vaticana por el papa Juan Pablo II el 23 de junio de 1985.


Su mensaje en clave hospitalaria


Ante su entrega fecunda y rectitud santa y santificadora, con su vida ofrendada a Dios y a los enfermos con unción y generosidad total, el testimonio de Benito Menni hoy cobra actualidad con su canonización, siendo propuesto a la Iglesia universal como modelo y ejemplo, en especial dentro del campo de la salud y de la enfermedad.


La humanización y la evangelización son desafíos ante el nuevo milenio. San Benito Menni viene a recordar e iluminar las palabras de Cristo, "Estaba enfermo y habéis tenido cuidado de mi. Venid, benditos de mi Padre".


En el campo sanitario se utilizan los beneficios del progreso técnico, pero no pocas veces falta el corazón a la asistencia. Con frecuencia el interés sanitario está más orientado hacia la enfermedad que hacia el enfermo, considerado el mismo más como un número o un caso clínico, que como una persona o un hermano, imagen de Dios que sufre, a quien asistir.


Fue canonizado el 21 de noviembre de 1999 por S.S. Juan Pablo II.


Reproducido con autorización de Vatican.va



12:04 a.m.
La vida de San Jorge se popularizó en Europa durante la Edad Media, gracias a una versión bastante "sobria" de sus actas.

Según cuenta la tradición, el santo era un caballero cristiano que hirió gravemente a un dragón de un pantano que aterrorizaba a los habitantes de una pequeña ciudad. El pueblo sobrecogido de temor se disponía a huir, cuando San Jorge dijo que bastaba con que creyesen en Jesucristo para que el dragón muriese. El rey y sus súbditos se convirtieron al punto y el monstruo murió.


Por entonces estalló la cruel persecución de Diocleciano y Maximiano; el santo entonces comenzó a alentar a los que vacilaban en la fe, por lo que recibió crueles castigos y torturas, pero todo fue en vano.


El emperador mandó a decapitar al santo, sentencia que se llevó a cabo sin dificultad, pero cuando Diocleciano volvía del sitio de la ejecución fue consumido por un fuego bajado del cielo.


Esta versión popular de la vida del santo, induce a que en realidad San Jorge fue verdaderamente un mártir de Dióspolis (es decir Lida) de Palestina, probablemente anterior a la época de Constantino.


No se sabe exactamente como llegó a ser San Jorge patrón de Inglaterra. Ciertamente su nombre era ya conocido en las islas Británicas antes de la conquista de los normandos.


En todo caso, es muy probable que los cruzados especialmente Ricardo I hayan vuelto del oriente con una idea muy elevada sobre el poder de intercesión de San Jorge.


Consulta también San Jorge de Capadocia de Jesús Martí Ballester



12:04 a.m.
Martirologio Romano: En el monasterio cisterciense de Grottaferrata, en las inmediaciones de Frascati, cerca de Roma, beata María Gabriela Sagheddu, virgen, que generosamente ofreció su vida por la unión de los cristianos, muriendo a los veinticinco años (1939).

Etimológicamente: María = Aquella señora bella que nos guía, es de origen hebreo.


Etimológicamente: Gabriela = Aquella que es sierva del Señor, es de origen hebreo.



María Gabriela Saghedu, monja trapense. Nació en un pueblito llamado Dorgali en la isla de Cerdeña (Italia), el 17 de marzo de 1914, a los veinticinco años de edad ofreció su vida por la unidad de los cristianos.

Era una joven como las demás, pero además era inflexible con la mediocridad; le bastaba convencerse del valor de una cosa para entregarse sin reservas a ella, sea estudio, oración o apostolado... Tenía dieciocho años cuando murió su hermana tres años menor que ella. A partir de entonces comenzó una vida espiritual intensa: ingresó a la acción católica, se hizo catequista, comenzó a asistir a misa y a la comunión diaria. A los veinte años rechazó dos veces el matrimonio y decidió ingresar en el císter de Grottaferrata, cerca de Roma, a donde llegó el 30 de septiembre de 1935 para consagrarse a Dios en la oración y la ofrenda de sí misma.


Conoció el movimiento del ecumenismo impulsado por el P. Couturier quien le pidió la celebración de ocho días de oración por la unidad de los cristianos. El día de Cristo Rey del año 1937 María Gabriela emitió sus votos y se ofreció a Dios para ser consumida como pequeña ofrenda de amor y tres meses después, el 25 de enero de 1938, durante la semana por la unidad de los cristianos, ofreció su vida a Dios por esa intención.


Nunca había estado enferma y gozaba de buena salud. De pronto se sintió débil y agotada. Se supo entonces que padecía de grave tuberculosis. En el hospital escribió a la madre abadesa: El Señor me tiene sobre la cruz y yo no tengo más consolación que la de saber que sufro por cumplir la voluntad divina con espíritu de obediencia.


Una comunidad anglicana conoció el gesto de oblación de la hermana y escribió: Una caridad como la suya destruye todos los perjuicios que muchos anglicanos tienen contra Roma. Si todos sintiesen su caridad, el muro de la separación dejaría de existir.


Murió en Grottaterrata el 23 de abril de 1939, a los veinticinco años de edad.


Fue beatificada por el Papa Juan Pablo II el 25 de enero de 1983.



12:04 a.m.
Martirologio Romano: En Perusa, en la Umbría, beato Egidio de Asís, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, que, siendo compañero de san Francisco, mostró una fe intrépida y una gran simplicidad en sus peregrinaciones (1262).

Etimológicamente: Egidio = Hijo de Egeo, es de origen griego.



Entre los primeros compañeros de San Francisco está el Beato Egido ( o Gil) de Asís, el cual respaldó su petición de hacerse Hermano Menor cediendo inmediatamente su propio manto cuando al convento de los hermanos llegó un pobre a pedir alguna cosa.

Sencillo, humilde, iletrado, sabía sin embargo impulsar a todos al amor de Dios y expresar dichos llenos de seráfica doctrina. La mayor parte de su vida se caracterizó por peregrinaciones: a Santiago de Compostela, al Monte Gargano (Santuario de San Miguel Arcángel), a Tierra Santa y más tarde al Africa. Ocupaba el tiempo de permanencia y sus esperas forzosas y se ganaba la caridad de las gentes con sus trabajos manuales. Hacía de todo: cargaba agua, recogía nueces o leña, nunca ocioso, siempre en silencio con Dios, con quien hablaba en la oración y en la contemplación, única fuente de su sabiduría cristiana. Así vino a ser el ejemplar de la vida franciscana primitiva, cuyo claustro es el mundo, su ocupación cualquier trabajo honesto y humilde, y su delicia estar con Dios en las noches silenciosas.


El día de San Jorge, el 23 de abril de 1209, Gil después de escuchar la Misa en Asís, bajó a la Porciúncula con la intención de dirigirse a San Francisco. Lo encontró saliendo de un bosquecillo y se le echó a los pies. «¿Qué quieres?», le preguntó Francisco. «Quiero quedarme contigo», respondió Gil. Y se quedó. Francisco lo declaró de inmediato «caballero de la mesa redonda» y en su compañía partió para la Marca de Ancona. A lo largo del camino fray Gil alababa a Dios y lleno de gratitud se postraba en tierra y besaba la hierba, las flores y las piedras. Cuando san Francisco predicaba él permanecía estático y decía a los demás: «Escúchenlo, porque habla maravillosamente». Fuera del tiempo necesario para la oración y la lectura del breviario, Gil trabajaba continuamente y como pago sólo recibía lo estrictamente necesario para la vida. Son célebres sus dichos llenos de sabiduría religiosa y de espíritu práctico. Una vez amonestó a un predicador parlanchín, gritándole detrás: «Bao, bao, bao, hablo mucho, poco hago». Con frecuencia su sabiduría era bondadosamente irónica, como cuando un hermano dijo que había soñado en el infierno y no había visto allí ningún hermano menor, le respondió: «Seguramente no bajaste hasta el fondo!». Ante uno que hablaba mucho sin pensar, dijo: «Pienso que uno debería tener el cuello largo como la grulla; así la palabra tendría que pasar por muchos nudos antes de subir a la boca!».


Entre 1215 y 1219 estuvo como ermitaño en las afueras de Asís. Entre 1219 y 1220 estuvo como misionero en Túnez, del 23 de junio de 1225 al 31 de enero de 1226, vivió en Rieti, en casa del cardenal Niccoló, deseoso de gozar de sus conversaciones espirituales.


Fray Gil era un contemplativo, un místico, que entraba en éxtasis con sólo oír mencionar el paraíso. San Francisco y San Buenaventura tuvieron para con él una gran admiración. Más tarde, muerto ya San Francisco, su vida transcurrió en los eremitorios de la Umbría, sobre todo en el de Monterípido, donde murió muy anciano el 23 de abril de 1262. Cercano a la muerte, cuando las autoridades de Perusa enviaron gente armada a custodiarlo, les envió recado para asegurarles que nunca las campanas de Perusa resonarían por su canonización ni por milagro alguno suyo.


Llamado Beato por la voz del pueblo, la Iglesia le confirmó este título por medio de Pío VI el 4 de julio de 1777.



12:04 a.m.
Martirologio Romano: En Campo Bisenzio, de la Toscana, en Italia, beata Teresa María de la Cruz Menetti, virgen, fundadora de la Congregación de Carmelitas de Santa Teresa (1910).

Etimológicamente: Teresa = Aquella que es experta en la caza, es de origen griego.



Teresa Adelaida Cesina Manetti nació de humilde familia en San Martino a Campo Bisenzio (Florencia-Italia), el 2 de Marzo de 1846.

Familiarmente le llamaban todos "Bettina". Quedó huérfana de padre muy pronto y conoció lo dura que era la vida. A pesar de ello, ayudaba a los pobres privándose hasta de lo más necesario.


En 1872, junto con otras compañeras, se retiró a una casita de campo y allí "oraban, trabajaban y reunían a algunas lóvenes para educarlas con buenas lecturas y enseñarles la doc frina cristiana".


El 16 de Julio de 1876 fueron admitidas a la tercera Orden del Carmen Teresiano y cambió su nombre por el de Teresa María de la Cruz.


El 1877 recibió las primeras huérfanas, cuyo número fue creciendo día a día. Aquellas niñas abandonadas "eran su mejor tesoro".


El 12 de julio de 1888 las 27 primeras religiosas vistieron el hábito de la Orden de Carmen Descalzo, a la que se habían agregado el 12 de junio de 1885.


El 27 de febrero de 1904 el papa Pío X aprobaba el Instituto con el nombre de "Terciarias carmelitas de Santa Teresa".


Madre Teresa Maria vio con gran alegría extenderse el Instituto hasta Siria y el Monte Carmelo de Palestina.


Gozó siempre de muy poca salud y también su espíritu fue duramente probado, por ello le cuadraba muy bien su sobrenombre "de la cruz". Recorrió valientemente su "calvario", y con frecuencia, decía: "Tritúrame, Señor, exprímeme hasta al última gota".


Su caridad no tenía Iímites.Se entregaba a todos y en todo, olvidándose siempre de sí misma.EI obispo Andrés Casullo. que la conocía bien a fondo,atirmaba de ella: "Se desvivía por hacer el bien".


Después de pasar por noches oscurísimas de su alma, preparada por la gracia, le llegó la muerte en su mismo pueblo natal el 3 de abril de 1910, mientras repetía una vez mas. "Oh Jesús mío, sí quiero padecer más..." Y murmuraba extática: "¡Está abierto!... ya voy".


Sus escritos, sencillos y profundos a la vez, fueron aprobados el 27 de noviembre 1937.


El papa Juan Pablo II la beatificaba el 19 de octubre de 1986.


Su fiesta se celebra el 23 de abril.



12:35 a.m.
Martirologio Romano: En la región de Séez, en Neustria, santa Oportuna, abadesa, célebre por su abstinencia y austeridad (c. 770).

Etimológicamente: Oportuna = Aquella que nos conduce al puerto, es de origen latino



Nació cerca de Ayesmes, Normandía y murió en Almenèches, Francia, en el año 770.

Su hermano era el santo Crodegan, obispo de Sées.


Cuando ella llegó a su juventud, pensó que lo fundamental para vivir de acuerdo con su proyecto de vida, lo mejor -repetía- era consagrarse a Dios.


Se lo comunicó a su hermano porque quería que fuera él quien le impusiera el velo de vírgenes.


Ya en el convento brilló por su bondad y fervor.


Las hermanas religiosas la eligieron pronto su abadesa o superiora.


A los pocos meses hizo dos milagros que dejaron a todos alucinados. Uno fue con un campesino que había robado el burro del convento. No quería soltarlo porque decía que lo había comprado y pagado.


Oportuna se puso a rezar. Al día siguiente, el ladrón vio su prado recubierto de un tapiz blanco, es decir, infértil para mucho tiempo.


Esto le hizo recapacitar. Entonces devolvió el burro, y además les regaló el prado. Desde entonces se llama “el Prado sucio”.


El mismo año, una bandada de pájaros invadió el país y se comieron todos los cereales y frutales. Oportuna les hizo ver que iban a caer prisioneros. Al verlos, les reprochó su mala conducta y los dejó irse. Pero en lugar de salir, volaron a su alrededor durante un tiempo y cantando su arrepentimiento. Todos los destrozos que habían causado, se repusieron en seguida.


Murió triste ante la muerte trágica de su hermano, asesinado por un primo que quería sucederle como obispo. Ella murió trece días después.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!


Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com



12:35 a.m.
Martirologio Romano: En Fabriano, del Piceno, en Italia, beato Francisco Venimbeni, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, eximio predicador de la Palabra de Dios (1322).

Etimológicamente: Francisco = Aquel que porta la bandera, es de origen germánico.



Etimológicamente significa “franco, libre”. Viene de la lengua alemana.

Sacerdote de la Primera Orden. (hacia 1261‑1322).


Pío VI aprobó su culto el 1 de abril de 1775.


Nació en Fabriano (Ancona) hijo del médico Compagno Venimbeni y Margarita di Federico. Entró en la Orden Franciscana de dieciséis años de edad, después de haber hecho estudios de filosofía.


Durante el año de noviciado, transcurrido en Fabriano, obtuvo permiso de ir a Asís para ganar la indulgencia de la Porciúncula. Allí conversó con fray León, uno de los primeros compañeros de San Francisco, y, según su testimonio, muy precioso para la historiografía franciscana, leyó sus «escritos».


En 1316 y en el trienio 1318‑21 fue superior del nuevo convento construido por los hermanos de Fabriano. Durante su superiorato, al celebrarse en la ciudad por segunda vez el capítulo provincial, Francisco apeló a sus conciudadanos, que proveyeron generosamente al sostenimiento de los hermanos asistentes de todas partes de las Marcas.


Con los dineros recibidos de su padre construyó una biblioteca donde reunió una notable cantidad de manuscritos. Esto le valió el título de «primer fundador de bibliotecas» en la Orden Franciscana.


Su amor a los pobres fue grande. Ayudó a gran número de indigentes; él mismo preparaba cada día el alimento para sus predilectos, luego lo distribuía en la puerta del convento, donde acudían los pobres.


Vestía una burda túnica que parecía un cilicio por su aspereza. Se flagelaba con ásperas disciplinas, dormía pocas horas en un duro jergón y el resto de la noche lo transcurría en oración.


Incansable en su celo por las almas: pasaba muchas horas en el confesionario o en el anuncio de la palabra de Dios. Asistía a los enfermos y los preparaba para una buena muerte. Tema de su contemplación eran los misterios de la Pasión de Cristo, que le hacían derramar abundantes lágrimas. Celebraba la santa Misa con angélico fervor. Devotísimo de las almas del purgatorio no cesaba de ofrecer sufragios por ellas.


Francisco conoció con tiempo el día de su muerte; el 22 de abril de 1322 serenamente se durmió en el Señor, a los 61 años de edad, de los cuales 45 pasó en el ejercicio de las más heroicas virtudes.



12:35 a.m.
Martirologio Romano: En Constantinopla, nacimiento para el cielo de san Agapito I, papa, que trabajó enérgicamente para que los obispos fuesen elegidos libremente por el clero de la ciudad y se respetase la dignidad de la Iglesia. Enviado a Constantinopla por Teodorico, rey de los ostrogodos, ante el emperador Justiniano confesó la fe ortodoxa, ordenó a Menas como obispo de aquella ciudad y descansó en paz (536).

Etimológicamente: Agapito = Aquel que es amable, es de origen griego.





Reinó del 535-536.




Su fecha de nacimiento es incierta; murió el 22 de abril del 536.

Fue hijo de Gordianus, un sacerdote Romano que había sido liquidado durante los disturbios en los días del Papa Symmachus.


Su primer acto oficial fue quemar en presencia de la asamblea del clero, el anatema que Bonifacio II había pronunciado en contra de Dioscurus, su último rival, ordenando fuera preservado en los archivos Romanos.


El confirmó el decreto del concilio sostenido en Cartago, después de la liberación de África, de la yunta de Vándalo, según los convertidos del Arrianismo, fueron declarados inelegibles a las Santas Ordenes y aquellos ya ordenados, fueron admitidos meramente para dar la comunión.


Aceptó una apelación de Contumeliosus, Obispo de Riez, a quien un concilio en Marsella había condenado por inmoralidad, ordenando a San Caesarius de Aries otorgar al acusado un nuevo juicio ante los delegados papales. Mientras tanto, Belisarius, después de la sencilla conquista de Sicilia, se preparaba para una invasión de Italia.


El rey Gótico, Theodehad, como último recurso, mendigó al viejo pontífice proceder a Constantinopla y traer su influencia para lidiar con el Emperador Justiniano.


Para pagar los costos de la embajada, Agapito se vio obligado a prometer las naves sagradas de la Iglesia de Roma.


Se embarcó en pleno invierno con cinco obispos y un séquito imponente. En febrero del 536, apareció en la capital del Este y fue recibido con todos los honores que convienen a la cabeza de la Iglesia Católica.


Como él había previsto sin duda, el objeto aparente de su visita fue condenado al fracaso. Justiniano no podría ser desviado de su resolución para restablecer los derechos del Imperio en Italia. Pero desde el punto de vista eclesiástico, la visita del Papa a Constantinopla marcó un triunfo escasamente menos memorable que las campañas de Belisario.


El entonces ocupante de la Sede Bizantino era un cierto Anthimus, quien sin la autoridad de los cánones había dejado su sede episcopal en Trebizond, para unir el cripto-Monophysites que, en unión con la Emperatriz Teodora, intrigaban para socavar la autoridad del Concilio de Calcedonia.


Contra las protestas del ortodoxo, la Emperatriz finalmente sentó a Anthimus en la silla patriarcal.


No bien hubo llegado el Papa, la mayoría prominente del clero mostró cargos en contra del nuevo patriarca, como un intruso y un herético. Agapito le ordenó hacer una profesión escrita de la fe y volver a su sede abandonada; sobre su negativa, rechazó tener cualquier relación con él.


Esto enfadó al Emperador, que había sido engañado por su esposa en cuanto a la ortodoxia de su favorito, llegando al punto de amenazar al Papa con el destierro. Agapito contestó con el espíritu: "Con anhelo ansioso vengo a mirar hacia el Emperador Cristiano Justiniano. En su lugar encuentro a un Dioclesiano, cuyas amenazas, sin embargo, no me aterrorizan." Este atrevido idioma hizo que Justiniano tomara una pausa; siendo convencido finalmente de que Anthimus era poco sólido en la fe, no hizo ninguna objeción al Papa en ejercitar la plenitud de sus poderes a deponer y suspender al intruso, y, por primera vez en la historia de la Iglesia, consagrar personalmente a su sucesor legalmente elegido, Mennas.


Este memorable ejercicio de la prerrogativa papal no se olvidó pronto por los Orientales, que, junto con los Latinos, lo veneran como un santo.


Para purificarlo de cualquier sospecha de ayudar a la herejía, Justiniano entregó al Papa una confesión escrita de la fe, que el último aceptó con la juiciosa cláusula, "aunque no pudiera admitir en un laico el derecho de enseñar la religión, observaron con placer que el afán del Emperador estaba en perfecto acuerdo con las decisiones de los Padres".


Poco después Agapito cayó enfermo y murió, después de un glorioso reinado de diez meses. Sus restos fueron introducidos en un ataúd y dirigidos a Roma, siendo depositados en San Pedro.


Su memoria se mantiene el 20 de septiembre, el día de su deposición. Los griegos lo conmemoran el 22 abril, día de su muerte.



12:35 a.m.
Santos Epipodio y compañeros, mártires

En Lyon, de la Galia, san Epipodio, que, detenido con su amigo Alejandro, consumó su martirio al ser degollado, después de la muerte de otros cuarenta y ocho mártires (178).

San Leónidas, mártir

En Alejandría, en Egipto, conmemoración de san Leónidas, mártir, que bajo el emperador Septimio Severo fue muerto a espada por su fe en Cristo, dejando a su hijo Orígenes aún niño (204).


San Maryahb, obispo y mártir

Conmemoración de san Maryahb, que significa “El Señor hace”, corepíscopo y mártir en Persia, que bajo la persecución desencadenada por Sapor II, durante la octava de Pascua sufrió el martirio por Cristo (341).


San León, obispo

En Sens, de Neustria, san León, obispo (s. VI).


San Teodoro, abad y obispo

En la aldea de Siceone, en Galacia, san Teodoro, obispo y hegúmeno, que desde la infancia se distinguió por su amor a la soledad, abrazando una vida austera, y obligado a aceptar su ordenación como obispo de Anastasiópolis, insistió ante el patriarca de Constantinopla para ser dispensado de su cargo y volver a su amada soledad (613).


Santa Senorina, abadesa

En Basto, en Portugal, santa Senorina, abadesa, de la que se narra que, por su intercesión, Dios proveyó de pan a las monjas que pasaban necesidad (c. 980).



11:38 p.m.
Martirologio Romano: San Anselmo, obispo y doctor de la Iglesia, que, nacido en Aosta, fue monje y abad del monasterio de Bec, en Normandía, enseñando a los hermanos a caminar por la vía de la perfección y a buscar a Dios por la comprensión de la fe. Promovido a la insigne sede de Canterbury, en Inglaterra, trabajó denodadamente por la libertad de la Iglesia, sufriendo por ello dificultades y destierros (1109).

Etimológicamente: Anselmo=Aquel que tiene la protección divina, es de origen germánico.

San Anselmo nació en Aosta (Italia) en 1033 de noble familia. Desde muy niño se sintió inclinado hacia la vida contemplativa. Pero su padre, Gandulfo, se opuso: no podía ver a su primogénito hecho un monje; anhelaba que siguiera sus huellas. A causa de esto, Anselmo sufrió tanto que se enfermó gravemente, pero el padre no se conmovió. Al recuperar la salud, el joven pareció consentir al deseo paterno. Se adaptó a la vida mundana, y hasta pareció bien dispuesto a las fáciles ocasiones de placeres que le proporcionaba su rango; pero en su corazón seguía intacta la antigua llamada de Dios.


En efecto, pronto abandonó la casa paterna, pasó a Francia y luego a Bec, en Normandía, en cuya famosa abadía enseñaba el célebre maestro de teología, el monje Lanfranco.


Anselmo se dedicó de lleno al estudio, siguiendo fielmente las huellas del maestro, de quien fue sucesor como abad, siendo aún muy joven. Se convirtió entonces en un eminente profesor, elocuente predicador y gran reformador de la vida monástica. Sobre todo llegó a ser un gran teólogo.


Su austeridad ascética le suscitó fuertes oposiciones, pero su amabilidad terminaba ganándose el amor y la estima hasta de los menos entusiastas. Era un genio metafísico que, con corazón e inteligencia, se acercó a los más profundos misterios cristianos: "Haz, te lo ruego, Señor—escribía—, que yo sienta con el corazón lo que toco con la inteligencia".


Sus dos obras más conocidas son el Monologio, o modo de meditar sobre las razones de la fe, y el Proslogio, o la fe que busca la inteligencia. Es necesario, decía él, impregnar cada vez más nuestra fe de inteligencia, en espera de la visión beatífica. Sus obras filosóficas, como sus meditaciones sobre la Redención, provienen del vivo impulso del corazón y de la inteligencia. En esto, el padre de la Escolástica se asemejaba mucho a San Agustín.


Fue elevado a la dignidad de arzobispo primado de Inglaterra, con sede en Canterbury, y allí el humilde monje de Bec tuvo que luchar contra la hostilidad de Guillermo el Rojo y Enrique I. Los contrastes, al principio velados, se convirtieron en abierta lucha más tarde, a tal punto que sufrió dos destierros.


Fue a Roma no sólo para pedir que se reconocieran sus derechos, sino también para pedir que se mitigaran las sanciones decretadas contra sus adversarios, alejando así el peligro de un cisma. Esta muestra de virtud suya terminó desarmando a sus opositores. Murió en Canterbury el 21 de abril de 1109. En 1720 el Papa Clemente XI lo declaró doctor de la Iglesia.



11:38 p.m.
Hoy nos encontramos con este santo que murió el año 434. Lo vemos como un luchador valiente contra Nestorio.

Aunque nació en Roma, se fue a Constantinopla para seguir sus estudios para el sacerdocio. El propio patriarca de la gran ciudad lo ordenó de sacerdote. El nombre del patriarca era Sisinio.

Con el tiempo, a la muerte de Sisinio la sucedió en el cargo Nestorio.


Este señor – sale mucho en el santoral – era un hereje porque su doctrina personal y particular a cerca de la persona de Cristo.


Maximiano le atacaba dura y con argumentos basados en la Biblia y en los concilios ya celebrados anteriormente.


El concilio de Efeso lo condenó. Dos años más tarde – para tranquilidad de los fieles y para su formación cristiana – se proclamaron la total divinidad y la total humanidad de Jesucristo.


Y le tocó el turno de patriarca de Constantinopla a Maximiano. San Celestino, que era el Papa de Roma, se alegró profundamente.


San Cirilo, patriarca de Alejandría atribuyó la restauración de la unidad de la Iglesia a las oraciones y a la actividad de este obispo prudente y santo.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!


Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com



11:38 p.m.
Martirologio Romano: En Nochistlán, en el territorio de Guadalajara, en México, san Román Adame, presbítero y mártir, que en la persecución contra la Iglesia fue martirizado por confesar a Cristo Rey (1927).

Etimológicamente: Román = Aquel que pertenece a Roma, es de origen latino.



Nacido en Teocaltiche, Jalisco, el 27 de febrero de 1859, fue ordenado presbítero por su obispo, Don Pedro Loza y Pardavé, el 30 de noviembre de 1890, tras lo cual, le fueron conferidos varios nombramientos hasta que el 4 de enero de 1914 llegó al que sería su último destino, Nochistlán, Zacatecas.

Prudente y ponderado en su ministerio, fue nombrado Vicario Episcopal foráneo para las parroquias de Nochistlán, Apulco y Tlachichila.


Quienes lo conocieron, lo recuerdan fervoroso; rezaba el oficio divino con particular recogimiento; todas las mañanas, antes de celebrar la Eucaristía, se recogía en oración mental. Atendía con prontitud y de buena manera a los enfermos y moribundos, predicaba con el ejemplo y con la palabra. Evitaba la ostentación; vivía pobre y ayudaba a los pobres. Su vida y su conducta fueron intachables y la obediencia a sus superiores constante. Edificó en su parroquia un templo a Señor San José y algunas capillas en los ranchos; fundó la asociación Hijas de María y la cofradía Adoración Nocturna del Santísimo Sacramento.


En agosto de 1926, viéndose como todos los sacerdotes de su época, en la disyuntiva de abandonar su parroquia o permanecer en ella aún con la persecución religiosa, el anciano párroco de Nochistlán se decidió por la segunda, ejerciendo su ministerio en domicilios particulares y no pasó un año cuando tuvo que abandonar su domicilio, siendo desde entonces su vida, un constante andar de la «Ceca a la Meca».


La víspera de su captura, el 18 de abril de 1927, comía en la ranchería Veladores; una de las comensales, María Guadalupe Barrón, exclamó: ¡Ojalá no vayan a dar con nosotros! Sin titubeos, el párroco dijo: ¡Qué dicha sería ser mártir!, ¡dar mi sangre por la parroquia!.


Un nutrido contingente del ejército federal, a las órdenes del Coronel Jesús Jaime Quiñones, ocupaban la cabecera municipal, Nochistlán, cuando un vecino de Veladores, Tiburcio Angulo, pidió una entrevista con el jefe de los soldados para denunciar la presencia del párroco en aquel lugar.


El coronel dispuso de inmediato una tropa con 300 militares para capturar al indefenso clérigo. Después de la media noche del 19 de abril; sitiada la modesta vivienda donde se ocultaba, el señor cura fue arrancado del lecho, y sin más, descalzo y en ropa interior, a sus casi setenta años, maniatado, fue forzado a recorrer al paso de las cabalgaduras la distancia que separaba Veladores de Yahualica.


Al llegar a río Ancho, uno de los soldados, compadecido, le cedió su cabalgadura, gesto que le valió injurias y abucheos de sus compañeros. El Padre Adame estuvo preso, sin comer ni beber, sesenta horas. Durante el día era atado a una columna de los portales de la plaza, con un soldado de guardia y durante la noche era recluido en el cuartel; conforme pasaban las horas, su salud se deterioraba.


A petición del párroco, Francisco González, Jesús Aguirre, y Francisco González Gallo, gestionaron su libertad ante el coronel Quiñones, quien, luego de escucharlos, les dijo: Tengo órdenes de fusilar a todos los sacerdotes, pero si me dan seis mil pesos en oro, a éste le perdono la vida.


Con el dinero en sus manos, el coronel quiso fusilar a quienes aportaron la cantidad, pero intervinieron Felipe y Gregorio González Gallo, para garantizar que el pueblo no sufriera represalias. El azoro y el terror impuesto por los militares y la inutilidad de las gestiones cancelaron las esperanzas de obtener la libertad del párroco.


La noche del 21 de abril un piquete de soldados condujo al reo del cuartel al cementerio municipal. Muchas personas siguieron al grupo llorando y exigiendo la libertad del eclesiástico. Junto a una fosa recién excavada, el sacerdote rechazó que le vendaran los ojos, sólo pidió que no le dispararan en el rostro; sin embargo antes de fusilarlo uno de los soldados, Antonio Carrillo Torres, se negó repetidas veces a obedecer la orden de preparen armas, por lo que se le despojó de su uniforme militar y fue colocado junto al señor cura. Se dio la orden ¡apunten!, enseguida la voz ¡fuego!; el impacto de las balas derrumbó al Padre Adame y, acto continuo, a Antonio Carrillo. Quince minutos después, cuatro vecinos colocaron el cadáver del mártir en un mal ataúd, y lo sepultaron en la fosa inmediata al lugar de la ejecución, donde yacía el soldado Carrillo.


Años después, fueron exhumados los restos del sacerdote y trasladados a Nochistlán, Zacatecas, donde se veneran. El párroco de Yahualica, Don Ignacio Íñiguez, testigo de la exhumación, consignó que el corazón de la víctima se petrificó, y su Rosario estaba incrustado en él.


Fueron muchos los fieles que sufrieron el martirio por defender su fe, de entre ellos presentamos ahora a veinticinco que fueron proclamados santos de la Iglesia por Juan Pablo II.


Los 25 santos canonizados el 21 de mayo del 2000 fueron:


Cristobal Magallanes Jara, Sacerdote

Roman Adame Rosales, Sacerdote

Rodrigo Aguilar Aleman, Sacerdote

Julio Alvarez Mendoza, Sacerdote

Luis Batis Sainz, Sacerdote

Agustin Caloca Cortés, Sacerdote

Mateo Correa Magallanes, Sacerdote

Atilano Cruz Alvarado, Sacerdote

Miguel De La Mora De La Mora, Sacerdote

Pedro Esqueda Ramirez, Sacerdote

Margarito Flores Garcia, Sacerdote

Jose Isabel Flores Varela, Sacerdote

David Galvan Bermudez, Sacerdote

Salvador Lara Puente, Laico

Pedro de Jesús Maldonado Lucero, Sacerdote

Jesus Mendez Montoya, Sacerdote

Manuel Morales, Laico

Justino Orona Madrigal, Sacerdote

Sabas Reyes Salazar, Sacerdote

Jose Maria Robles Hurtado, Sacerdote

David Roldan Lara, Laico

Toribio Romo Gonzalez, Sacerdote

Jenaro Sanchez Delgadillo

David Uribe Velasco, Sacerdote

Tranquilino Ubiarco Robles, Sacerdote


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