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Los datos acerca de este santo los sabemos por el libro de Daniel, en la S. Biblia.

Pertenecía a una familia importante de Jerusalem. Era muy inteligente y estudioso y de agradable presencia. Cuando el rey Nabucodonosor invadió a Jerusalem se lo llevó prisionero a Babilonia junto con otros jóvenes. Al darse cuenta de las cualidades de este adolescente, Nabucodonosor lo hace instruir en todas las ciencias políticas y sociales de su país.


Siendo este profeta todavía muy joven, unos jueces quisieron hacer pecar a una mujer casada y como ella no aceptó las infames pretensiones de ellos, la calumniaron inventando que la habían visto pecar con un joven. La gente creyó la calumnia y la llevaban para matarla a pedradas, cuando apareció Daniel. Llamó a los dos jueces y los interrogó uno por uno, por separado, y les preguntó: "¿Dónde estaba Susana cuando ella cometió la falta?" Uno respondió: "Debajo de una acacia". Y el otro dijo: "Debajo de una encina." Entonces Daniel les dijo: "Ustedes estaban acostumbrados a hacer pecar a mujeres sin fe y sin valor, pero ahora se encontraron a una mujer que cree y es valiente. Su hermosura los sedujo y creyeron poder hacer que ella ofendiera a Dios, pero no lo lograron. Ahora tendrán el pago de su delito". Y el pueblo condenó a muerte a estos dos impuros calumniadores y alabó a Dios por la



sabiduría que le había concedido a Daniel.

Los enemigos de la religión acusaron a Daniel porque tres veces cada día se arrodillaba en la azotea de su casa a adorar y rezar a Dios. En castigo fue echado al foso donde había leones sin comer. Pero Dios hizo el milagro de que los leones no lo atacaran, y esto hizo que el rey creyera en el verdadero Dios.


El joven se abstenía de tomar bebidas alcohólicas y de consumir alimentos prohibidos por la Ley de Moisés, y Dios en cambio le concedió una inmensa sabiduría, con la cual logró escalar los más altos puestos de gobierno hasta llegar a ser primer ministro bajo los gobiernos de Nabucodonosor, Baltasar, Darío y Ciro. A su gran sabiduría, a su habilidad para gobernar y a su santidad debe él que a pesar de los cambios de gobierno lograra conservar su cargo durante el reinado de cuatro reyes.


Daniel recibió de Dios la gracia de revelar sueños y visiones. Soñó Nabucodonosor que estaba viendo una estatua inmensa con cabeza de oro, pecho de plata, piernas de hierro y pies de barro y que una piedrecita se desprendía del monte e iba creciendo hasta llegar y chocar con la estatua y volverla polvo. Y Daniel le explicó que este sueño significaba que vendrían varios reinos en el mundo, uno muy rico, como de oro, otro menos rico, como de plata, y un tercero muy fuerte como de hierro y otro más débil como de barro, y que la verdadera religión, que al principio sería muy pequeña, iría creciendo hasta lograr dominar todos los reinos. Esto se ha cumplido con la religión de Cristo que empezó siendo tan pequeñita y ahora está extendida por todo el mundo y es más poderosa que cualquier reino de la tierra.


Dios anunció que al rey Nabucodonosor por haber cometido maldades y ser orgulloso, lo iba a volver loco. Nabucodonosor le pidió a Daniel que le rogara a Dios que le cambiara el castigo por alguna obra buena, y el Señor le dijo que para librarse de los castigos tenía que dar limosnas a los pobres.


El rey Baltasar cometió el pecado de emplear los cálices sagrados del altar de Dios para tomar licor en una fiesta, y estando en esto apareció una mano misteriosa que escribía tres palabras en la pared: Mene, Tequel, Uparsin. El rey se asustó mucho y el profeta Daniel le explicó: "Mene significa pesado. Es que Dios ha pesado sus obras y han resultado faltas de peso para recibir premios. Tequel significa medido. Dios midió sus obras y no dan la medida para recibir gloria. Uparsin significa dividido. Es que su reino será dividido y pasado a otros".


Y esa misma noche llegaron los enemigos del reino y mataron a Baltasar y dividieron su reino y lo pasaron a los persas.


Daniel fue un profeta tan estimado que pudo corregir a los mismos jefes de gobierno de su tiempo y sus correcciones fueron recibidas con buena voluntad. Ante el pueblo apareció siempre como un hombre iluminado por Dios y de una conducta ejemplar y como un creyente de una profunda piedad y devoción.


En algunos santorales su fiesta se la señala para el 21 de julio, en otros para el 20 de marzo.



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Martirologio Romano: En Lviv, en Ucrania, San José Bilczewski, obispo de los latinos, que se dedicó con gran caridad a la formación de las costumbres y de la doctrina del clero y del pueblo latinos, y durante la guerra hizo de todo para ayudar a los pobres y necesitados (1923).

Etimológicamente: José = Aquel al que Dios ayuda, es de origen hebreo.



Nació en Wilamowice, actualmente diócesis de Bielsko-Zywiec, entonces archidiócesis de Cracovia (Polonia), el 26 de abril de 1860. Hizo los estudios primarios en su ciudad natal y en Kety; los secundarios en Wadowice; luego ingresó en el seminario diocesano de Cracovia.

Recibió la ordenación sacerdotal el 6 de julio de 1884. Por sus cualidades intelectuales fue destinado a perfeccionar sus estudios: en la universidad de Viena se doctoró en teología, en 1886; prosiguió sus estudios en Roma y París, y en 1890 hizo el examen de habilitación en la universidad Jaguellónica de Cracovia. Ya en su diócesis, se dedicó a la pastoral. Al año siguiente fue nombrado profesor de teología dogmática en la universidad de Lvov; más tarde llegó a ser primero decano de la facultad teológica y luego rector de la universidad. Como profesor fue muy apreciado por los estudiantes; al mismo tiempo, gozaba de la estima y amistad de sus compañeros, los profesores. Se dedicó con esmero al trabajo científico. Escribió algunas obras de arqueología cristiana.


Por sus extraordinarias cualidades de inteligencia y de corazón, el emperador de Austria, Francisco José, lo presentó al Santo Padre como candidato a la sede metropolitana de Lvov.


León XIII aceptó la propuesta y el 17 de diciembre del año 1900 lo nombró arzobispo metropolitano de Lvov de los latinos. Al tomar posesión de la archidiócesis presentó un programa pastoral muy claro, que sintetizó en la siguiente expresión: "Darse en holocausto por la causa de la santa Iglesia". La compleja situación social, económica, étnica y religiosa hizo difícil el gobierno pastoral de la archidiócesis y exigió del pastor una gran fuerza moral, una gran confianza en Dios y una fe fortificada en una oración continua. Se distinguió por su gran bondad de corazón, su comprensión, su humildad, su piedad, su laboriosidad y su celo pastoral, que brotaba de su gran amor a Dios y al prójimo. Entre las cosas que consideraba fundamentales se hallaban el desarrollo del culto al santísimo Sacramento y la Comunión frecuente.


Una forma particular de su ministerio fueron las cartas pastorales y los llamamientos a los sacerdotes y a los fieles de la archidiócesis: trataba con ellos problemas de fe y moral y al mismo tiempo cuestiones de tipo social; les hablaba del culto a la Eucaristía y al Sagrado Corazón de Jesús, de la práctica de la confesión y de la importancia de la educación religiosa y moral de los niños y de los jóvenes en la familia y en la escuela; les enseñaba a amar a la Iglesia y al Papa; se preocupaba especialmente de cultivar numerosas y santas vocaciones sacerdotales: veía al sacerdote como maestro de la fe e instrumento de Cristo, un padre tanto para ricos como para pobres; como "alter Christus", debía ser ministro de los sacramentos, debía estar dedicado a la Eucaristía para poder alimentar al pueblo de Dios con el Cuerpo de Cristo.


Dedicó grandes cuidados a la preparación de los niños para que participaran de forma plena en la santa misa. Además, promovió la construcción de iglesias, capillas, escuelas, asilos, impulsó la enseñanza para aumentar la instrucción en los fieles. Ayudaba espiritual y materialmente a sus sacerdotes y a las obras más significativas que surgían en su archidiócesis. En las cuestiones sociales estaba siempre de parte del pueblo y de los pobres; enseñaba que el fundamento de la vida social debe ser la justicia, perfeccionada por el amor cristiano. Su vida santa, imbuida de oración, trabajo y obras de misericordia, le granjeó gran aprecio y respeto por parte de todas las confesiones, ritos y nacionalidades presentes en la archidiócesis: defendió la unidad, la concordia y la paz.


Murió en Lvov el 20 de marzo de 1923. Fue sepultado en el cementerio de Janów, llamado el cementerio de los pobres, porque manifestó el deseo de que sus restos descansaran entre aquellos para los que había sido siempre padre y protector.


Fue beatificado por Juan Pablo II, en Lvov, el 26 de junio de 2001.


Fue canonizado el 23 de Octubre de 2005, en la Plaza San Pedro, Roma.


Reproducido con autorización de Vatican.va



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Martirologio Romano: En Siena, en la Toscana, beato Ambrosio Sansedonio, presbítero de la Orden de Predicadores, que fue discípulo de san Alberto Magno, y aunque eximio en doctrina y predicación, se mostró al mismo tiempo sencillo para con todos (1287).

Etimológicamente: Ambrosio = Aquel que es de naturaleza divina, es de origen griego



Nació en Siena, el 16 de Abril de 1220, de la familia noble de Sansedoni , murió en el año 1286.

Cuando tenía un año Ambrosio fue curado de una deformidad congénita, en la iglesia dominica, de Santa María Magdalena. Mientras era niño y joven se notó su amor a la caridad, ejercitada especialmente hacia los peregrinos, los enfermos en los hospitales, y prisioneros. Entró al noviciado del convento Dominico en su ciudad natal a la edad de diecisiete años, fue enviado a París para continuar sus estudios filosóficos y teológicos bajo Alberto el Grande, y tuvo como compañero allí a Santo Tomás de Aquino. En 1248 fue enviado con Santo Tomás a Colonia donde enseñó en las escuelas Dominicas.


En el año 1260 fue uno de los misioneros del grupo de gente que evangelizaron Hungría. En 1266 Siena fue puesta bajo una interdicción por haber apoyado la causa del Emperador Federico II, luego la enemistad con la Santa Sede. Los sienenses pidieron a Ambrosio que defienda su causa ante el Pontífice Soberano, y lo hizo de manera tan exitosamente que obtuvo para su ciudad natal el perdón completo y la renovación de todos sus privilegios.


Los sienenses pronto deshicieron su alianza, una segunda vez Ambrosio obtuvo el perdón para ellos. El trajo una reconciliación entre el Emperador Conrado de Alemania y el Papa Clemente X. Cerca de esta época fue elegido obispo de su ciudad natal, pero rechazó el cargo. Por un tiempo, se dedicó a predicar sobre la Cruzada, y luego, a pedido del Papa Gregorio X, motivó los estudios, los cuáles los últimas guerras habían prácticamente suspendido para ser reanudados en el convento Dominico en Roma.


Después de la muerte del Papa Gregorio X, Ambrosio se retiró a uno de los conventos de su Orden de donde fue convocado por Inocencio V y enviado como Legado Papal a Toscaza. Restauró la paz entre Venecia y Génova, y entre Florencia y Pisa. Su nombre fue incluido en el Martirologio Romano en 1577. Sus biógrafos exhiben su vida como una de humildad perfecta. Él amaba la poesía, y muchas leyendas se cuentan sobre sus victorias acerca de tentaciones carnales. Fue renombrado como predicador apostólico. Su oratoria, simple más que elegante, era más convincente y efectiva. Sus sermones, aunque una vez fueron recopilados, ahora no existen.


¡Felicidades quien lleve este nombre!



11:52 p.m.
Martirologio Romano: En el lugar de Mauthausen, en Austria, beato Marcelo Callo, mártir, que siendo un joven oriundo de la región de Rennes, en Francia, durante la guerra confortaba en la fe, con cristiano ardor, a los compañeros de cautiverio, que se hallaban agotados por los duros trabajos, y por este motivo se le hizo morir en un campo de exterminio (1945).

Etimológicamente: Marcelo = Nacido en Marzo, relativo al dios Marte, es de origen latino.



El Beato Marcel Callo nació en Rennes, Francia, el 6 de Diciembre de 1921, es el segundo de nueve hijos, fue bautizado dos días después en la Iglesia de Nuestra Señora de la Buena Nueva.

Cuando tenía 12 años, se convirtió en aprendiz de imprenta y tomó el rol de hijo mayor cuando su hermano mayor entró al seminario.


Era miembro de la Cruzada Eucarísica, que enseñaba a los jóvenes a vivir una oración ininterrumpida poniendo a la Eucaristía en el corazón de su vida. También era un Scout.


Se convirtió en militante del movimiento Juventud de Obreros Católicos, ya que buscaba vivir su fe en el mundo secular del trabajo. Con la ocupación nazi de Francia, la vida cambió radicalmente para todos, especialmente para los católicos practicantes. Por ejemplo, se prohibieron oficialmente las actividades de las asociaciones cristianas, y las ramas del movimiento de Juventud de Obreros Católicos tuvo que pasar a la clandestinidad. La gente se refería a ellos como los Juventud de Obreros Católicos de las Catacumbas.


En 1943, una de las hermanas de Marcel murió durante el bombardeo. En ese momento, también se vio obligado a realizar servicios de trabajos forzados. Estaba comprometido para casarse en ese tiempo; sin embargo, aceptó realizar los trabajos forzados porque temía por lo que le podía pasar a su familia si se negaba. También veía el servicio de trabajo como una oportunidad para evangelizar.


En Zelha-Melhis, a donde lo enviaron a trabajar, experimentó períodos de angustia y desaliento. Sin embargo, encontró la fuerza para organizar de manera clandestina la vida cristiana de los trabajadores.


El 19 de abril de 1944 lo arrestaron por ser "demasiado católico". Primero, lo enviaron a la prisión en Gotha y luego a los campos de concentración en Flossenburg y Mauthausen.


Marcel y los otros detenidos sufrieron de manera terrible con el régimen de los nazis.

Testigos supervivientes declararon, que aunque en el cautiverio, Callo siguió encabezando a los prisioneros en las oraciones y la instrucción religiosa. Igual que a los otros, lo obligaron a trabajar y a alimentarse con papas podridas y agua arenosa. Durante los seis meses últimos de su vida, se encontraba tan débil que lo dejaban en una cama, que compartía con varios cadáveres. Finalmente murió el 19 de marzo de 1945, después de fuertes dolores de estómago.


En su viaje de fe y en el camino a la santidad, no estaba solo. De hecho, la familia de Marcel, la Diócesis de Rennes, el movimiento de Juventud de Obreros Católicos todos tuvieron un rol en el camino a la santidad de este joven.


El 4 de octubre de 1987, el Papa Juan Pablo II beatificó a Marcel Callo.


"Marcel no se convirtió en un hombre del Evangelio por si solo", dijo el Papa cuando beatificó a Marcel. "Lleno de talento y buena voluntad, también luchó contra este mundo, él mismo, y contra las presiones de los demás. Abierto por completo a la gracia, dejó que el Señor lo guiara, incluso hasta el martirio.


"Las pruebas hicieron madurar su amor a Cristo. Desde la prisión escribió a su hermano, quien hacía poco tiempo había sido ordenado sacerdote: ´Afortunadamente, Él es un amigo que nunca me abandona y sabe cómo consolarme. Con Él, siempre puedo superar los peores momentos. Cuánto agradezco a Cristo por haberme conducido al lugar donde me encuentro ahora.


"Sí, Marcel encontró la Cruz. Separado de su familia y de su novia, a quien amaba tierna y castamente, se fue a Alemania, donde restableció el Movimiento de la Juventud de Obreros Católicos. Muchos de sus amigos del movimiento también murieron como testigos fieles de Jesucristo. Perseguido por la Gestapo, Marcel fue un testigo hasta el final. Como el Señor, amó a su prójimo hasta el extremo y toda su vida se convirtió en la Eucaristía...


"Nos recuerda a todos, laicos, religiosos, sacerdotes, obispos, el llamado universal a la santidad y a la espiritualidad juvenil que nuestro mundo tanto necesita para poder continuar proclamando el Evangelio."


Beato Marcel Callo, danos el coraje para seguir tu ejemplo de santidad.



11:52 p.m.
Martirologio Romano: En Pavía, en Lombardía, beata Sibilina Biscossi, virgen, la cual, ciega a los doce años, transcurrió sesenta y cinco recluida junto a la iglesia de la Orden de Predicadores, alumbrando con su luz interior a muchos que acudían a ella (1367).

Etimológicamente: Sibilina = Sibila = Aquella que es capaz de adivinar el futuro, es de origen griego.



Se le suele llamar indistintamente Sibilina o Sibila.

Nació en Pavía, Italia, en el año 1287. Murió en el año 1367.


Toda su existencia transcurrió en Pavía. Desde los 12 años, se quedó ciega para el resto de su vida.


A los quince ingresó a la Terciaria orden dominica, donde vivió hasta su muerte, enclaustrada en una estrecha celda, cerca del templo de los dominicos en Pavía. Su habitación tenía dos ventanas, una daba hacia el templo y la otra a la calle; a través de la primera recibía la Eucaristía, por la segunda brindaba sabios y prudentes consejos a los numerosos fieles que acudían a ella y enseñaba catecismo a los niños.


Cada día encontraba fuerzas para vivir santa y elegantemente participando de la Eucaristía.


Conocía bien a cualquiera que hablaba con ella, le daba buenas orientaciones y consejos para vivir bien la preciosa vida que Dios nos ha dado.


Nada le impedía hacer el bien. Era el lema de su vida.


Poseía un grado tal de amor y de caridad que nunca se agotaba. Cuando se le presentaba alguna dificultad, acudía a sus fuentes interiores , para desde ellas, sacar el agua necesaria que le quitase la sed o la dificultad que podía atormentarla.


Los santos no nacen. Se hacen cuando viven el Evangelio y su novedad de vida.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!


Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com



11:52 p.m.
Martirologio Romano: En Vicenza, en el territorio de Venecia, beato Marcos de Marchio de Montegallo, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que creó la obra llamada Monte de Piedad, para aliviar la indigencia de los pobres (1496).

Etimológicamente: Marcos = Aquel que procede de Marte, con relación a Marte dios de la guerra en la mitología romana, es de origen latino.



Sacerdote de la Primera Orden Franciscana(1425‑1496). Su culto fue aprobado por Gregorio XVI el 20 de septiembre de 1839.

Marcos nació en 1425 en Fonditore, poblado del común de Montegallo, donde su padre, Claro de Marchio, se había retirado hacía algunos años para huir de las feroces facciones que azotaban a Ascoli Piceno. Regresó a esta ciudad para facilitar los estudios a Marcos, que pronto pasó a la Universidad de Perusa y de aquí a Bolonia, donde se doctoró en Leyes y Medicina. En Ascoli ejerció un tiempo la profesión de médico. Para satisfacer los deseos de su padre, en 1451 se casó con Clara Tibaldeschi, noble mujer, con la cual vivió en continencia. A la muerte de su padre, al año siguiente, de común acuerdo los esposos abrazaron la vida religiosa, ella acogida entre las clarisas del monasterio de Santa Clara de las Damas Pobres en Ascoli, él en el convento de los Hermanos Menores de Fabriano.


Hecho el noviciado en Fabriano, fue superior en San Severino, luego comenzó la misión de predicador, bajo la guía del gran cohermano y coterráneo San Jaime de la Marca. Las principales llagas de su siglo eran las guerras civiles y la usura.


Lleno de compasión por el pobre que caía en las garras de los usureros, Marco estableció casas donde los que no tenían dinero podían obtener prestado el que necesitaran, con una pequeña garantía y a veces sin ella. Para fundar un banco semejante en Vicenza, predicó con tal elocuencia, que el dinero requerido se colectó en un día y la oficina se construyó y empezó a funcionar en un año. Esa institución es lo que nosotros conocemos ahora como los Montes de Piedad.


Marco con fervorosa predicación llevó la paz y la concordia y calmó las facciones en Ascoli, Camerino, Fabriano y en otras ciudades. Contra el abuso de los hebreos instituyó Montes de Piedad en Ascoli (1458), Fabriano (1470), en Fano (1471), en Acervia (1483), en Vicenza (1486), en Ancona, Camerino, Ripatransone y en Fermo (1478).


En 1480, junto con otros cohermanos, fue nombrado por Sixto IV predicador y colector para la cruzada. También fue director espiritual de la Beata Camila Bautista Varano. Encontró tiempo para escribir también algunas obras, entre ellas «La Tavola della Salvezza», que imprimió en Florencia en 1494.


El 19 de marzo de 1496 en Vicenza, donde estaba predicando, fue sorprendido por la muerte y fue sepultado en la iglesia franciscana de San Biagio Vecchio, donde fue objeto de culto público. En Ascoli Piceno hay en la iglesia franciscana una pintura del beato, fechada en 1506. En Montegallo se erigieron altares en su honor. No mucho después de su muerte fue compuesta una alabanza rítmica latina que exalta su vida santa.


Marcos de Montegallo pertenece al numeroso grupo de predicadores del Evangelio y de la penitencia del estilo, inalcanzable por su equilibrio sobrenatural, de San Bernardino de Siena. Ellos produjeron una primavera de vida cristiana, una florescencia extraordinaria de santidad.



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Martirologio Romano: En Olomuc, en Moravia, san Juan Sarkander, presbítero y mártir, que, siendo párroco de Holesov, por negarse revelar el secreto de confesión fue sometido al suplicio de la rueda y, arrojado a la cárcel cuando aún respiraba, falleció apenas un mes más tarde (1620).

Etimológicamente: Juan = Dios es misericordia, es de origen hebreo.



Jan Sarkander, sacerdote diocesano y mártir de la fidelidad al servicio ministerial, y en particular, al secreto del sacramento de la confesión, nació el 20 de diciembre de 1576 en la ciudad de Skoczbw, en Silesia, entonces en el principado de Cieszyn, que desde 1291 formaba parte del reino de Bohemia. Fue hijo de Gregorio Matias Sarkander y de Elena Gorecka.

En 1593 ingresó en el colegio de los jesuitas en Olomouc para realizar los estudios superiores y de filosofía, que terminó en 1602 en Praga, con la consecución del titulo de Magister. Fue ordenado sacerdote en Brno, el 22 de marzo de 1609.


Sucesivamente, desempeñó su ministerio sacerdotal en la cura de almas en diversos lugares de la diócesis de Olomouc. Desde 1616 hasta su muerte, fue párroco en la ciudad de Holesov, sede del lugarteniente de Moravia, Ladislao Popel de Lobkovic, de quien fue consejero y confesor.


Su programa de renovación de la vida católica de la parroquia encontró grandes dificultades, sobre todo después de la insurrección de los nobles de Bohemia, en su mayor parte protestantes, contra el imperio de Austria.


El príncipe de Moravia, Wenceslao Bitovsky, protestante, lo mandó encarcelar en Olomouc con la acusación de traición a la patria. Se trataba de un pretexto de carácter político, porque en realidad lo hacia por odio a la fe católica.


El proceso se desarrolló del 13 al 18 de febrero de 1620. En calidad de confesor y consejero de Lobkovic, fue acusado de estar al tanto de la invasión militar de Moravia. Él se defendió diciendo que nada de eso le fue revelado en confesión, pero que, si hubiera sabido algo en la administración de ese sacramento no lo habría revelado de ninguna manera.


En los interrogatorios lo sometieron a numerosos tormentos, entre ellos el potro y la aplicación de antorchas encendidas.


Herido e inconsciente fue arrojado a un calabozo húmedo y oscuro. Allí, después de un mes de sufrimientos a causa de los suplicios, murió el 17 de marzo de 1620. La noticia de una muerte tan cruel se difundió rápidamente y dio origen a una veneración que se ha mantenido hasta nuestros días, especialmente en Moravia, Silesia y en todas las regiones del ex imperio de Austria.


El proceso de beatificación fue introducido en 1715, pero las vicisitudes históricas poco favorables no permitieron concluirlo antes del 11 de septiembre de 1859. El Papa Pio IX lo proclamó beato, el 6 de mayo de 1860.


El domingo 21 de Mayo de 1995, en Olomouc (República Checa) Su Santidad Juan Pablo II lo canonizó.



11:12 p.m.
Martirologio Romano: En Nivelles, en Brabante, santa Gertrudis, abadesa, la cual, nacida de muy preclara estirpe, recibió de san Amadeo el sagrado velo de las vírgenes, presidió sabiamente el monasterio construido por su madre y, asidua en la lectura de las Escrituras, consumió su vida con la austeridad de vigilias y ayunos (659).

Etimológicamente: Gertrudis = Aquella que es una defensora fiel, es de origen germánico.



Nació en Bravante (Bélgica) en el año 626, murió en Ivi el 17 de Marzo de 659.

Esta joven belga vivió y nació en el siglo VII. Era hija de Pipino de Landen, un señor noble de mucho prestigio y emparentado con Carlomagno.


Cuando murió su padre, pensó en hacerse monja juntamente con su madre Ita.


Para ello fundaron dos conventos: uno para hombres y otro para mujeres, pero ambos estaban gobernados por la madre abadesa, que, en este caso, fue Ita hasta su muerte.


Después le sucedió Gertrudis, aunque todos los asuntos administrativos se los encargó a un hermano.


Su gran deber consistió en entregarse a dar cultura a aquella gente ignorante. Era la época de las grandes supersticiones.


Por eso, le pidió a los obispos y abades de Irlanda que enviasen monjes para culturizar a su tierra, Brabante.


Lo mismo hizo con Roma. Quería que, o bien vinieran, o bien dejaran ir a la ciudad eterna a aprender liturgia y la forma de rezar.


Su fama crecía a pasos agigantados no sólo por la santidad de vida, sino también porque se convirtió en una excelente diplomática.


Sí, es cierto. Durante aquellos años había muchas guerrillas y luchas entre distintas familias señoriales.


Mediante su intervención logró llevar a todos la reconciliación y el perdón.


Murió muy joven, y su culto se extendió en seguida por todos sitios.


Había un relicario del siglo XIII, pero un bombardeo de la Segunda Guerra Mundial lo destruyó.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!


Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com



11:12 p.m.

Presbítero y Fundador

de la Congregación de las Hermanas de la Caridad

de la Santísima Virgen María de la Merced


Martirologio Romano: En la ciudad de Málaga, en España, beato Juan Nepomuceno Zegri y Moreno, presbítero, que consagró su vida en el ministerio al servicio de la Iglesia y de las almas, y, para procurar mejor la gloria de Dios Padre en Cristo, fundó la Congregación de las Hermanas de la Caridad de la Santísima Virgen María de la Merced (1905).

Etimológicamente: Juan = Dios es misericordia, es de origen hebreo.



Juan Nepomuceno Zegrí y Moreno, fundador de la Congregación religiosa de las Hermanas Mercedarias de la Caridad, nació en Granada, el 11 de octubre de 1831, en el seno de una familia cristiana. Sus padres, don Antonio Zegrí Martín y doña Josefa Moreno Escudero, le dieron una esmerada y cuidada educación. Forjaron su rica personalidad en los valores humano‑evangélicos, haciendo de él un verdadero cristiano, comprometido con la causa de Jesucristo y de los pobres, desde su juventud. Fue un excelente estudiante y una gran persona. Cursó estudios de humanidades y de jurisprudencia, destacando por su inteligencia, pero, sobre todo, por su gran humanidad y por una intensa vida cristiana: dedicado a la oración y a la caridad con los pobres.

Dios Padre, que llama a los que quiere para realizar sus grandes obras, le llamó a participar del sacerdocio de Jesucristo para servir a los seres humanos el Evangelio de la caridad redentora. Cursó sus estudios en el Seminario de San Dionisio de Granada, siendo ordenado sacerdote en la catedral de Granada el día 2 de junio de 1855. Ser sacerdote de Jesucristo fue su gran vocación, de tal manera que estaba dispuesto a los mayores sacrificios, con tal de realizar este sueño, alimentado desde su temprana juventud.


Como sacerdote estuvo en las parroquias de Huétor Santillán y de San Gabriel de Loja (Granada). En ambas parroquias desarrolló su vocación de pastor, a ejemplo del Buen Pastor, que da la vida por sus ovejas. Cuando tomó posesión de una de estas parroquias, dijo lo que quería ser para los demás desde la vocación que había recibido: como buen pastor, correr tras las ovejas descarriadas; como médico, curar los corazones enfermos a causa de la culpa y derramar sobre todos la esperanza; como padre, ser la providencia visible para todos aquellos que, gimiendo en la orfandad, beben el cáliz de la amargura y se alimentan con el pan de la tribulación. Su vida sacerdotal estuvo presidida por una profunda experiencia de Dios; un profundo amor a Jesucristo Redentor, con quien se configuró, aprendiendo desde el sufrimiento la obediencia; un gran amor a María, su sin igual Madre y protectora; una vida intensa de oración, fuente de caridad; una pasión grande por el Reino en sus pobres, y un intenso amor a la Iglesia, viviendo la comunión con ella, a pesar de la oscuridad de la fe y de los sufrimientos que le llegaron desde el seno de la misma Iglesia.


Fue un evangelizador infatigable. Le gustaba orar, reflexionar y escribir sus sermones. No decía lo que no oraba, y proclamaba lo que estaba en el centro de su corazón, inflamado por el amor de Dios. Anunciaba lo que creía. Su palabra invitaba a todos a vivir la vida cristiana con radicalidad y los sagrados vínculos de la religión cristiana. Toda su vida fue Eucaristía, pan partido para ser comido; celebración del amor de Dios en la entrega de su propia existencia. Y fue, también, reconciliación. Celebró el sacramento del perdón haciéndose perdón, misericordia y compasión para todos, especialmente para sus enemigos y para aquellos que le calumniaron.


Ostentó cargos importantes, pero él vivió la maravillosa humildad de Dios, revelada en el himno de la carta a los Filipenses 2,5. Fue examinador sinodal en las diócesis de Granada, Jaén y Orihuela; juez sinodal y secretario en oposiciones a curatos en la diócesis de Málaga; Canónigo de la catedral de Málaga y visitador de religiosas. También fue formador de seminaristas, predicador de su Majestad la Reina, Isabel II, y capellán real.


Impactado por los problemas sociales y por las necesidades de los más desfavorecidos, se sintió llamado a fundar una Congregación religiosa para liberar a los seres humanos de sus esclavitudes. La funda bajo la protección e inspiración de María de la Merced, la peregrina humilde de la gratuidad de Dios, en Málaga, el 16 de marzo de 1878. El fin: Practicar todas las obras de misericordia espirituales y corporales en la persona de los pobres , pidiendo a las religiosas que todo cuanto hicieran fuera en bien de la humanidad, en Dios, por Dios y para Dios . La Congregación, en pocos años, se extiende por muchas diócesis españolas bajo la exigencia de la dinamicidad de su inspiración carismática: Curar todas las llagas, remediar todos los males, calmar todos los pesares, desterrar todas las necesidades, enjugar todas las lágrimas, no dejar, si posible fuera en todo el mundo, un solo ser abandonado, afligido, desamparado, sin educación religiosa y sin recursos. El P. Zegrí, inflamado en el amor de Dios, llegó a decir que la caridad es la única respuesta a todos los problemas sociales y que no concluirá mientras haya un solo dolor que curar, una sola desgracia que consolar, una sola esperanza que derramar en los corazones ulcerados; mientras haya regiones lejanas que evangelizar, sudores que verter y sangre que derramar para fecundar las almas y engendrar la verdad en la tierra .


Probado como oro en el crisol, y enterrado en el surco de la tierra, como el grano de trigo, pues fue calumniado y apartado de la obra por él fundada, primero por la Iglesia, y después, por las mismas religiosas, muere un 17 de marzo de 1905 en la ciudad de Málaga, solo y abandonado, como él había decidido morir; a ejemplo del Crucificado, fijos los ojos en el autor y consumador de nuestra fe. Muere como fiel hijo de la Iglesia, y bajo el signo de la obediencia de la fe, como los grandes testigos y los grandes creyentes.


Elaboró una rica espiritualidad en la que hoy bebemos las religiosas, los mercedarios de la caridad y tantos laicos que, impactados por su vida, por la caridad que derramó en los pobres y por la forma en que decidió morir, quieren hacer camino de vida cristiana desde su inspiración carismática. Los ejes fundamentales de la misma son:


— la caridad redentora, para hacer beneficios a la humanidad y servir a los pobres el Evangelio del amor y de la ternura de Dios, pues la caridad, que es Dios, se manifiesta enjugando lágrimas, socorriendo infortunios, haciendo bien a todos y dejando a su paso torrentes de luz


— el amor y la configuración con Jesucristo Redentor, en su misterio pascual, pues el rasgo de amor místico que casi identifica con Jesucristo el corazón del hombre, desprendido de toda recompensa, es el sublime ideal de la caridad


— el amor a María de la Merced, pues Ntra. Sra. de las Mercedes es de todos y para todos, ya que no hay título más dulce, invocación más suave, nomenclatura más amplia que la merced y misericordia de María.


Vivió e hizo suyas todas las virtudes cristianas de manera heroica, sobre todo la fe, la esperanza y la caridad, y todas aquellas virtudes humanas que dan elegancia a la caridad y la hacen entrañable en las relaciones: humildad, afabilidad, dulzura, ternura, misericordia, bondad, mansedumbre, paciencia, generosidad, gratuidad y benevolencia. También se distinguió por su prudencia, por su fortaleza en el sufrimiento, por su transparencia en la búsqueda de la verdad y por el sentido de la justicia que tuvieron todos sus actos y decisiones. La Iglesia reconoció sus virtudes heroicas proclamándolo Venerable el día 21 de diciembre del año 2001.


Dios Padre, por su intercesión, realizó un milagro, en la persona de Juan de la Cruz Arce, en la ciudad de Mendoza, Argentina, que la Iglesia ha considerado de segundo grado, restituyéndole el páncreas, que se le había extirpado totalmente en una intervención quirúrgica.


Su vida es un desafío para todos los que seguimos su espiritualidad, no tanto por lo que hizo, sino porque supo amar a la manera de Dios, sirviendo el Evangelio de la caridad a los más necesitados. Él nos reveló que la ternura y la misericordia de Dios se hacen realidad en el corazón de los seres humanos por el misterio de la redención del Hijo y haciendo camino con Él. El P. Zegrí hizo camino de discipulado entregándose total y exclusivamente a Jesucristo crucificado, como podemos leer en su testamento espiritual, viviendo sus mismas actitudes y sentimientos, ofreciéndose totalmente a Él para bien de la humanidad; perdonando a quienes le calumniaron, no teniendo en cuenta el mal y creando lazos de comunión, de encuentro y de relación; construyendo humanidad nueva en aras de la caridad más exquisita y amando a María, la mujer nueva, que sostuvo su existencia en la fe y su fe anclada en el misterio de Dios.


Su beatificación, (realizada el 9 de noviembre de 2003), nos introduce a todos en la merced de Dios, en ese espacio de gratuidad en la que el Señor es jaris permanente, gracia liberada y redención de todo lo que oprime a los hombres y mujeres de hoy. A este testigo de la caridad de Dios nos encomendamos para que el Espíritu Santo transforme nuestra vida en fuego de amor, de tal manera que en nuestro camino de discipulado, y cargando sobre nuestros hombros los dolores de la humanidad, nos asemejemos a un astro que ilumina sin quemar, a una ráfaga que purifica sin destruir, a un arroyo que fecunda sin inundar.


Si usted tiene información relevante para la canonización del Beato Juan Nepomuceno Zegrí y Moreno, contacte a:

Hermanas Mercedarias de la Caridad

C/ Serrano, 132

28006 Madrid, ESPAÑA



10:52 p.m.
Martirologio Romano: En Edesa, en la antigua Siria, San Abraham, anacoreta, cuya vida fue descrita por el diácono San Efrén.

Etimológicamente: Abraham = Aquel que es padre de muchos pueblos.


El admirable varón san Abraham, cuya vida nos dejó escrita san Efrén, nació en las cercanías de Edesa en la Mesopotámica, de padres muy ricos, los cuales le amaban tiernísimamente, y fue tanta la instancia que le hicieron para que se casase, y tantas las lágrimas que derramó la madre, que sólo por no contristarlos dijo que se casaría.

Preparáronse las fiestas y bodas, y habiendo durado seis días el regocijo, el séptimo, al tiempo que toda la casa estaba ocupada en convites, músicas, bailes y danzas, salióse Abraham secretamente de ella y fue a encerrarse en una gruta que distaba a más o menos una legua del lugar.


Halláronle allí al cabo de diecisiete días, y el santo habló a sus padres con tanto espíritu de Dios, que hasta recabó de su esposa que consintiese en una perpetua separación. Todo cuanto poseía en la tierra era una túnica de pelo de cabra, un manto, una escudilla para comer y beber, y una estera de juncos para acostarse.


En esta vida había pasado ya algunos años cuando el obispo de Edesa le mandó que se ordenase de sacerdote y evangelizase una población de gentiles muy obstinados que había en la diócesis. Tres años gastó el santo en la obra de convertirlos: le apedrearon, le dejaron por muerto, le arrastraron tres veces por las calles; pero finalmente se rindieron, y se echaron .a sus pies para que les bautizase.


Volvióse después Abraham a su antiguo encerramiento, y en esta sazón una sobrina suya llamada María quedó huérfana a los siete años de su edad, y la llevaron al santo; el cual la puso en una celda inmediata a la suya y allí por una ventanilla la instruía en las cosas de Dios.

Pero como a los pocos años de su recogimiento viniese la doncella a perderse por la tentación de un mozo que en hábito de monje fue a visitar al santo, en lugar de arrepentirse de su pecado, se fue a una ciudad, que estaba de allí a dos jornadas, y con hábito de seglar, galano y lascivo se entró en un mesón para perderse del todo.


Tuvo Abraham revelación de la caída de su sobrina, y deseoso de sacar aquella alma de las garras del dragón infernal y restituirla a Jesucristo, buscó un caballo, y vestido de soldado, se fue a la ciudad y al mesón donde María vivía, a la cual habló con tan tiernas palabras, que compungida y llena de confusión se deshizo en lágrimas,


Sin osar mirar la cara de su tío. «No te desesperes, hija, -le dijo el santo- porque no hay llaga tan incurable que con la sangre de Cristo no se pueda curar». Volvió luego María a su antigua morada, donde se dio de tal suerte a la penitencia, que fue un perfecto retrato de la santidad de su tío, y finalmente compañera de su gloria en su dichoso tránsito.



Oh Dios,

que cada año nos alegras con la fiesta,

de tu confesor,

el bienaventurado Abraham,

danos tu gracia para que

celebrando la nueva vida

de que goza en la gloria,

imitemos sus virtuosas acciones en la tierra.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.


10:52 p.m.
Martirologio Eomano: En Colonia, en Alemania, san Heriberto, obispo, que, siendo canciller del emperador Otón III, fue elegido a la fuerza para la sede episcopal, desde donde iluminó constantemente al clero y al pueblo con el ejemplo de sus virtudes, que también recomendaba en la predicación (1021).

Etimológicamente: Heriberto = Aquel que es temido en la batalla, es de origen germánico.



Nació en Worms, en el año 970, murió el 16 de Marzo de 1021 en Colonia.

Fue arzobispo de Colonia, canciller del emperador Otón III y fundador de la abadía de Deutz.


Heriberto era hijo del duque Hugo de Worms. Tras estudiar en la escuela de la catedral de Worms, su ciudad natal, pasó algún tiempo en el monasterio benedictino de Gorza, situado en el ducado de Lorena.


Después de este periodo fue nombrado rector de la catedral de Worms.


En 994 fue ordenado sacerdote. Ese mismo año el rey Otón III le nombró canciller para Italia y cuatro años más tarde, también para Alemania, cargo que mantuvo hasta la muerte del emperador en 23 de enero de 1002.


Como canciller, Heriberto se convirtió en el consejero más importante de Otón III, a quien acompañó a Roma en 996 y 997. Todavía estaba en Italia cuando en 999 fue elegido arzobispo de Colonia.


Recibió la investidura eclesiástica y el palio de parte del papa Silvestre II el 9 de julio de 999 en la ciudad italiana de Benevento, siendo consagrado en la Catedral de Colonia en día de Navidad de ese mismo año.


El año 1002 estuvo presente en el lecho de muerte del emperador en Paterno.


Caundo regresaba a Alemania con los restos del emperador y la insignia imperial, fue hecho prisionero por un tiempo por el futuro rey Enrique II, a cuya candidatura Heriberto se había opuesto inicialmente.


Tan pronto como Enrique fue elegido nuevo rey, el 7 de junio de 1002, cambió de postura para pasar a reconocer al nuevo rey y servirlo fielmente, acompañándolo a Roma en 1004 y mediando entre el monarca y la Casa de Luxemburgo entre otras obras.


Sin embargo Heriberto nunca se ganó la total confianza de Enrique II hasta el año 1021, cuando el rey reconoció su error y pidió perdón al arzobispo, el mismo año de la muerte del santo.


Heriberto fundó el monasterio benedictino y la iglesia de Deutz, al que hizo generosos donativos y donde se encuentra su tumba. Heriberto fue considerado santo ya en vida.


El papa Gregorio VII lo canonizó entre 1073 y 1075. Su fiesta se celebra el mismo día de su fallecimiento, el 16 de marzo.



10:52 p.m.
Santos Hilario, obispo, y Taciano, mártires

En Aquileia, en el territorio de Venecia, santos Hilario, obispo, y Taciano, mártires (s. inc.).

San Papas, mártir

En Seleucia, en Persia, san Papas, oriundo de Licaonia, que, tras muchos tormentos, afrontó el martirio por la fe de Cristo (s. IV).


San Julián, mártir

En Anazarbo, en Cilicia, san Julián, el cual, atormentado por largo tiempo, fue metido con serpientes en un saco y precipitado al mar (s. IV).


Santa Eusebia, abadesa

En Artois, de Neustria, santa Eusebia, abadesa de Hamay, que, tras la muerte de su padre, con su santa madre Rictrude se retiró a la vida monástica y, todavía adolescente, fue elegida abadesa después de su abuela santa Gertrudis (c. 680).


San Juan Sordi o Cacciafronte, monje, obispo y martir

En Vicenza, en el territorio de Venecia, beato Juan Sordi o Cacciafronte, obispo y mártir, el cual, siendo abad, fue exiliado por su fidelidad al papa, y elegido después obispo de Mantua y trasladado a la sede de Vicenza, murió en defensa de la libertad eclesiástica, asesinado por un sicario (1181).



6:47 p.m.
Martirologio Romano: En Viena, en Austria, san Clemente María Hofbauer, presbítero de la Congregación del Santísimo Redentor, que trabajó admirablemente por la propagación de la fe y la reforma de la disciplina eclesiástica. Preclaro tanto por su ingenio como por sus virtudes, impulsó a entrar en la Iglesia a no pocos varones prestigiosos en las ciencias y en las artes ( 1820)

Fecha de canonización: 20 de mayo de 1909 por el Papa Pío X



Nació en Tasswitz, Moravia, el 26 de diciembre de 1751; murió en Viena el 15 de marzo de 1821. El nombre de familia de Dvorak era mejor conocido por su equivalente alemán. Fue el más joven de doce niños, e hijo de un carnicero. Tenía seis años cuando su padre murió.

Su gran deseo fue ser sacerdote, pero su familia siendo incapaz para darle la educación necesaria, forzó a que fuera ayudante de panadero; consagrando todo su tiempo de descanso al estudio.


Era sirviente en el monasterio de premonstratensiano de Bruck, en el período de 1771 a 1775. Vivió durante algún tiempo como ermitaño.


Cuando el Emperador José II abolió a los hermitaños en Viena, fue a trabajar una vez más como panadero.


Luego de dos peregrinaciones a Roma fue nuevamente un ermitaño (1782-3); este tiempo estuvo bajo la protección de Barnaba Chiaramonti, Obispo de Tivoli, quien después sucedería al Papa Pío VII; él tomó el nombre de Clemente, por el que fue mejor conocido.


Una vez que retornó a Viena, la generosidad de los benefactores hizo posible que regresara a la universidad y completara sus estudios.


En 1784 realizó una tercera peregrinación a pié a Roma, fue con amigo, Thaddäus Hübl, y ambos fueron recibidos en el noviciado redentorista de San Giuliano en el Esquilino.


Después de un corto período de prueba, hicieron su profesión el 19 de marzo de 1785, y fueron ordenados sacerdotes unos días más tarde.


Fueron enviados a fines de esse mismo año, a fundar una casa al norte de los Alpes, San Alfonso, quien todavía estaba vivo profetizando con éxito. Fue imposible, bajo el mandato de José II, fundar una casa en en Viena, por ello, Clemente y Thaddäus volvieron a Varsovia. Allí el rey Estanislao Poniatowski, a requerimiento del nuncio, hizo que existiera un lugar en San Benno, la iglesia nacional alemana, a disposición de ellos.


Aquí, en 1795, ellos vieron el fin de la independencia polaca. Los trabajos realizador por Clemente y sus compañeros en Viena, de 1786 a 1808, fueron increíbles. Además de San Benno, otra iglesia grande fue reservada para ellos, donde se predicaron sermones en francés, y había clases diarias de instrucción para protestantes y judíos.


Además de esto, Clemente fundó un hospicio y una escuela para muchachos. Su asistente principal, Thaddäus Hübl, murió en 1807. Al año siguiente fueron suprimidas con base en órdenes de París, la casa en Varsovia y tres otras casas que Clemente había fundado. Los redentoristas fueron expulsados del Gran Ducado. Clemente junto a uno de sus compañeros, fue a Viena, donde durante los últimos doce años de su vida sirvió como capellán y director de un convento ursulino.


Durante esos años ejerció un verdadero apostolado que se extendió hacia todas las clases sociales en la capital, desde el Emperador Franciso. Incapaz para fundar una casa regular para su congregación, la que sin embargo se estableció (inmediatamente luego de su muerte) tal y como había predicho, se dedicó a las conversiones y a la capacitación de hombres jóvenes. "Yo sé de tres hombres con energía sobrehumana", había dicho su amigo, Werner, "Napoleon, Goethe, y Hofbauer Clemente". "la Religión en Austria", dijo Pío VII, "ha perdido su apoyo principal". De hecho Clemente Hofbauer fue el factor calave, más que cualquier otro, para la desaparición del josefinismo.


Fue beatificado por León XIII, el 29 de enero de 1888. Canonizado el 20 de Mayo de 1909.



6:47 p.m.
Martirologio Romano: En Przemysl, ciudad de Polonia, beato Juan Adalberto Balicki, presbítero, que se dedicó con ardor al ejercicio de su ministerio en favor del pueblo de Dios, demostrando una especial disposición para predicar el Evangelio y asistir a las jóvenes descarriadas.( 1948)

Fecha de beatificación: 18 de agosto de 2002 por el Papa Juan Pablo II



Juan Adalberto Balicki nació el 25 de enero de 1869 en Staromiescie, Polonia (hoy el distrito de Rzeszow). Murió de pulmonía y TBC en Przemysl el 15 de marzo de 1948.

Educación


Juan Adalberto vió la luz en el seno de una familia profundamente religiosa y, aunque materialmente pobre, eran ricos en honestidad y virtud. De 1876-1888 asistió a las escuelas de Rzeszow bajo la guía de educadores de alto nivel y con amor por la cultura polaca. En Septiembre de 1888 entró en el Seminario diocesano de Przemysl. Después de cuatro años de estudio preparación espiritual, el 20 de julio de 1892 fue ordenado.


El obispo lo envió a que fuera pastor auxiliar en la parroquia de Polna. Fue apreciado como un hombre de oración, confesor paciente y predicador dotado. Después de aproximadamente un año, lo enviaron a Roma para seguir su formación en la Pontificia Universidad Gregoriana. Durante sus cuatro años de estudio (1893-1897), era consciente de su doble responsabilidad: como sacerdote, para continuar haciendo progresos en la perfección Cristiana, y como estudiante, para completar sus estudios.


Su acercamiento espiritual a la teología fue fruto posterior a su período de aprendisaje. Escuchaba las conferencias por la mañana. Por la tarde leía a los autores de referencia y, sobre todos, a Santo Tomás de Aquino. Entonces iba a la capilla para orar sobre lo que había estudiado. Usó su tiempo libre en Roma para visitar las urnas de los Apóstoles y los cuartos de los santos. Era una manera concreta de aprendizaje sobre la fe.


Profesor de teología, prefecto de estudios.


En el verano de 1897, reresó a su diócesis, donde fué colocado como profesor de teología dogmática en el seminario. Era un convencido de que la Teología no sólo es la ciencia relativa a Dios, sino que es la ciencia que ayuda al hombre a encontrar a Dios. Sus lecciones constituían verdaderas meditaciones sobre los misterios divinos y tenían una buena influencia en la formación moral de sus estudiantes. A partir de 1900, Fr. Balicki también fue prefecto de estudios.


Rector del seminario


En 1927, en espíritu de obediencia, aceptó el puesto de vice-rector del seminario y un año después asumió el rectorado. Se preocupaba por la formación espiritual de los sacerdotes. Antes de que presentar los candidatos al obispo, estudiaba los informes y oraba pidiendo iluminación para tomar la decisión apropiada.


Dirección espiritual y confesión


En 1934 fue forzado a dejar su cargo de rector y de profesor de teología debido a pobre estado de salud, pero continuó viviendo al seminario. De 1934-1939 podría sólo sólo confesiones y dar dirección espiritual. Muchos de sus penitentes testificaron que él tenía un don extraordinario para penetrar en la profundidad de sus almas. Como confesor tenía un corazón abierto para todos quines se acerban con sinceridad. Siempre estaba disponible para recibir confesión a pesar de pobre salud. No era tan sólo un juez justo o un "dador de absoluciones", hacía todo lo que podía para motivar a sus penitentes para que crecieran espiritualmente. Dió también dirección espiritual a través de cartas.


Segunda Guerra Mundial: restricciones y deterioramiento de salud.


En Septiembre de 1939, Polonia se sumergió en la tragedia de la Segunda Guerra Mundial. En seguida la ciudad de Przemysl quedó dividida en dos partes: la sección vieja ocupada por tropas soviéticas, y el resto de la ciudad ocupada por los alemanes. Aunque los sacerdotes, el obispo y sus colaboradores podían moverse libremente hacia el lado Alemán, Fr Balicki permanecía en la zona soviética en la espera de iniciar nuevamente la actividad de formación en el Seminario. Al final, fue obligado a trasladarse a un cuarto en la casa obispal temporal.


En Octubre de 1941, las peleas en la zona terminaron y la barrera artificial que dividía la ciudad fue demolida. Fr Balicki permaneció allí en su cuarto temporal en el obispado.


En la segunda mitad de Febrero de 1948, se puso gravemente enfermo y se le diagnosticó pulmonía bilateral y tuberculosis en fase avanzada. Fue admitido en el hospital donde murió el 15 de Marzo de. Fue considerado por todos un "sacerdote santo" y "la humildad personificada".


Después de su muerte, la fama de su santidad se extendió a lo largo y más allá de Polonia a través de los emigrantes polacos. Luego las personas empezaron a informar a las autoridades las respuestas a sus oraciones en las que ellos pedían a Juan Adalberto que intercediera por ellos.


Modelo de Sacerdote Diocesano

El 22 de Diciembre de 1975, el entonces Cardenal Wojtyla escribió a Pablo VI pidiéndole que sea reconocidocomo un modelo para los presbíteros de nuestro tiempo.


Reproducido con autorización de Vatican.va



6:47 p.m.
Martirologio Romano: En Roma, junto a San Pablo, en la vía Ostiense, beato Plácido Riccardi, presbítero de la Orden de San Benito, quien, a pesar de sentirse afectado por fiebres continuas, enfermedades y parálisis, abrazó incansablemente la observancia de la Regla y la oración. ( 1915)

Fecha de beatificación: 5 de diciembre de 1954 por el Papa Pío XII.



Tomás Riccardi nació el 24 de junio de 1844 en Trevi, pequeña ciudad de Umbria. Su padre fabricaba aceite de oliva y tenía un comercio de especias; gozaba de una gran fortuna, que le permitió poner a su hijo en el convento para nobles de Trevi, donde estudió humanidades. Tomás era un buen alumno; le gustaba el teatro y la música; se confesaba regularmente, pero en su piedad no había nada excesivo.

En 1865, fue a Roma para estudiar filosofía en el Angélico, célebre colegio de los dominicos. Aunque él declaró que no tenía vocación religiosa, ciertamente por este lado era por donde buscaba orientar su vida. Conoció y admiró a los dominicos y a los jesuitas, pero, poco atraído por el apostolado activo y menos aún por la agitación de la ciudad, se presentó a la abadía de San Pablo Extramuros, que, situada en pleno campo, le ofrecía la soledad, el recogimiento, y la vida de oración que deseaba.


Ingresó en la abadía el 12 de noviembre de 1866 y tomó el hábito benedictino y el nombre de Plácido, el 15 de enero de 1867. Desde un principio, mostró una gran asiduidad a la oración. Tuvo, por el contrario gran repugnancia por la claridad de conciencia que contradecía completamente su independencia de carácter; sin embargo, lejos de obstinarse ante las instancias de su padre maestro, reflexionó, se humilló, y animosamente intentó practicar esta ascesis tan poco atractiva. Y fue fiel a esta práctica toda su vida, primero con su padre maestro, y después con los abades sucesivos. Plácido Riccardi, durante todo su noviciado, se acomodó muy bien a esta vida austera casi eremítica, y la comunidad se regocijó de las cualidades del recluta. Hizo su profesión el 19 de enero de 1868.


Volvió a estudiar la filosofía y después, con mayor placer, la teología, a la que se entregó con amor. Nunca cesó de repasar sus conocimientos religiosos, calmadamente, a la manera de los monjes antiguos. Pronto le disgustaron los manuales, que no había abierto más que por deseo de prepararse terminan por obstaculizar la conducta que los confesores deben seguir con los penitentes. Más que del espíritu de bondad del Salvador, parecen estar llenos de los principios sutiles de los antiguos rabinos. A los modernos expositores, prefería los autores antiguos; leía asiduamente a Cornelio a Lápide, las "Mora les" de San Gregorio, San Bernardo, San Agustín, y de los Padres de la Iglesia. Frecuentaba algunos libros más recientes: los "Sufrimientos de Jesús", del padre Tomás de Jesús; las obras de Catherine Emmerich, del padre Faber, de Mons. Gay... y, por el contrario, descartaba deliberadamente todos los libros profanos, considerándolos no sólo inútiles, sino dañosos para un monje.


El 26 de abril de 1868, Plácido Riccardi recibió de su abad la tonsura y las órdenes menores; fue ordenado subdiácono el 7 de abril de 1870, diácono el 4 de septiembre de 1870, tres días después de haber entrado el ejército piamontés en Roma. El no había cumplido su servicio militar, lo que le valió ser arrestado como desertor, el 5 de noviembre, y ser condenado a un año de prisión en Florencia. Puesto en libertad el mismo año, fue enviado al 57 regimiento de infantería en Liborno. Fue dado de baja en Pisa, el 26 de enero de 1871: el ejército italiano perdió un soldado, pero la abadía de San Pablo encontró con alegría a su monje, que fue admitido a la profesión solemne ello de marzo de 1871 y ordenado sacerdote, el 25 de marzo.


Don Plácido fue empleado, al principio, en la escuela de la abadía. Cuándo contaba los recuerdos de esta época, los comentaba con un proverbio: "a quien los dioses odian, lo hacen pedagogo". Vigilar a infantes turbulentos era un suplicio para un hombre miope y amante de la paz y del silencio. Los chicos le preparaban sorpresas demasiado extrañas al reglamento. El clima malsano de Roma acabó de quebrantar su frágil salud; tuvo crisis de paludismo, que, a pesar de algunos calmantes, nunca cesaron completamente.


Su abad, sin embargo, se preocupó en darle un oficio más adaptado a sus gustos: lo nombró ayudante del maestro de novicios, confesor de las monjas de Santa Cecilia en Roma, después, el 22 de agosto de 1864, lo envió como vicario abacial a las monjas de San Magno D´ Amelia. La comunidad, abusando de la debilidad de una anciana abadesa, se había relajado un poco. Don Plácido lo tomó muy a mal: no contento con multiplicar sus exhortaciones públicas y privadas, entró a los detalles de la observancia, suprimió las pláticas inútiles y las habladurías, y revisó con cuidado el horario del día. No tenía cuidado de su enfermedad y jamás intentó acortar las confesiones prolijas; preparaba además con cuidado sus sermones. Bien pronto, las hermanas, cuyos defectos había que atribuir principalmente a su falta de formación, mostraron un fervor digno de su excelente maestro.


El nombramiento de Don Plácido en Amelia se justificaba por su capacidad para desempeñar el cargo; sin embargo, tenía otro motivo: había entonces en San Paulo Extramuros un novicio, en quien se tenían grandes esperanzas, quien al cabo de algún tiempo fue favorecido por gracias místicas extraordinarias. Todo el mundo pudo ver sus estigmas y escucharle narrar sus visiones; el abad, el padre maestro y muchos otros vacilaban en confiar en él; Don Plácido, a quien se pidió al principio su opinión por deferencia, pronto se dio cuenta de que este novicio, aparentemente místico, ignoraba la humildad y la mortificación. Lo invitó a ir a pasar con él algunas horas de la noche delante del Santísimo Sacramento. Mientras Don Plácido permanecía de rodillas delante del altar, como lo hacía frecuentemente cuando estaba solo, el novicio se instaló del coro. Don Plácido no llevaba en Roma una vida distinta de aquella que él tanto amaba en Sanfiano y en Farfa.


La salud de Don Plácido decaía cada día más, y su abad le envió para que lo ayudara a un monje alemán, que se consideró también como el superior. Los campesinos de Sabine no tenían costumbres delicadas e intentaron desembarazarse del encumbrado personaje, colocando arriba de la puerta del santuario una viga que debía caerle sobre la cabeza cuando entrara; el atentado fracasó, pero la iglesia se vio abandonada por los fieles. Don Plácido se afligió sobre manera al ver aniquilada su obra, su salud sufrió por ello y su desarreglo intestinal se agravó, al punto de que le fue completamente imposible celebrar la misa.


El 17 de noviembre de 1912, cuando subía una escalera, un ataque de parálisis, acompañada de convulsiones, lo tiró por tierra y lo hizo rodar por los escalones de mármol. Su estado pareció tan grave, que se le administró inmediatamente la extremaunción; sin embargo, soportó la prueba y se le pudo conducir de nuevo a la abadía de San Pablo Extramuros, el 23 de diciembre siguiente.


Quedó paralítico del lado derecho; sus piernas se encogieron, después se arquearon, y no podía permanecer ni siquiera recostado sobre la espalda. Acaba do físicamente, hizo de sus días una oración perpetua y no se quejaba jamás, ni reclamaba nada, atento solamente a no molestar o contrariar a aquellos que se ocupaban de él. Durante este penoso período, tuvo la alegría de ver con frecuencia a su lado al joven y fiel amigo Don Ildefonso Schuster, quien lo había dirigido por los caminos de la perfección monástica. Liturgista, arqueólogo, historiador, excelente administrador, Schuster, el futuro cardenal, arzobispo de Milán tenía gustos y aptitudes absolutamente opuestas a las de su viejo maestro; sin embargo, tenían en común un amor a Dios, sincero y profundo, y el atractivo por una vida ascética seria y severa. Don Plácido mostró su confianza al discípulo escogiéndolo como confesor; Don Schuster obtuvo para su maestro el favor que podía agradarle más: Pío X autorizó la celebración de una misa, cada se- mana, en la celda del enfermo.


Don Plácido, murió dulcemente mientras Don Schuster velaba cerca de él el 15 de marzo de 1915.



AÑO CRISTIANO Edición 2003

Autores: Lamberto de Echeverría (†), Bernardino Llorca (†) y José Luis Repetto Betes

Editorial: Biblioteca de Autores Católicos (BAC)

Tomo III Marzo ISBN 84-7914-663-X


2:04 a.m.
Matilde era descendiente del célebre Widukind, capitán de los sajones en su larga lucha contra Carlomagno, como hija de Dietrich, conde de Westfalia y de Reinhild, vástago de la real casa de Dinamarca. Cuando la niña nació en el año 895, fue confiada al cuidado de su abuela paterna, la abadesa del convento de Erfut. Allí, sin apartarse mucho de su hogar, Matilde se educó y creció hasta convertirse en una jovencita que sobrepasaba a sus compañeras en belleza, piedad y ciencia, según se dice. A su debido tiempo se casó con Enrique, hijo del duque Otto de Sajonia, a quien llamaban "el cazador". El matrimonio fue excepcionalmente feliz y Matilde ejerció sobre su esposo una moderada, pero edificante influencia. Precisamente después del nacimiento de su primogénito, Otto, a los tres años de casados, Enrique sucedió a su padre en el ducado. Más o menos a principios del año 919, el rey Conrado murió sin dejar descendencia y el duque fue elevado al trono de Alemania. No cabe duda de que su experiencia de soldado valiente y hábil le resultó muy útil, puesto que su vida fue una lucha constante en la que triunfó muchas veces de manera notable.

El mismo Enrique y sus súbditos atribuyeron sus éxitos, tanto a las oraciones de la reina, como a sus propios esfuerzos. Esta seguía viviendo en la humildad que la había distinguido de niña. A sus cortesanos y a sus servidores, más les parecía una madre amorosa que su reina y señora; ninguno de los que acudieron a ella en demanda de ayuda quedó defraudado. Su esposo rara vez le pedía cuentas de sus limosnas o se mostraba irritado por sus prácticas piadosas, con la absoluta certeza de su bondad y confiando en ella plenamente. Después de veintitrés años de matrimonio, el rey Enrique murió de apoplejía, en 936. Cuando le avisaron que su esposo había muerto, la reina estaba en la iglesia y ahí se quedó, volcando su alma al pie del altar en una ferviente oración por él. En seguida pidió a un sacerdote que ofreciera el santo sacrificio de la misa por el eterno descanso del rey y, quitándose las joyas que llevaba, las dejó sobre el altar como prenda de que renunciaba, desde ese momento, a las pompas del mundo.


Habían tenido cinco hijos: Otto, más tarde emperador; Enrique el Pendenciero; San Bruno, posteriormente arzobispo de Colonia; Gerberga que se casó con Luis IV, rey de Francia y Hedwig, la madre de Hugo Capeto. A pesar de que el rey había manifestado su deseo de que su hijo mayor, Otto, le sucediera en el trono, Matilde favoreció a su hijo Enrique y persuadió a algunos nobles para que votaran por él; no obstante, Otto, resultó electo y coronado. Enrique no aceptó de buena gana renunciar a sus pretensiones y promovió una rebelión contra su hermano, pero fue derrotado y solicitó la paz. Otto lo perdonó y, por la intercesión de Matilde, le nombró duque de Baviera. La reina llevó desde entonces una vida de completo auto-sacrificio; sus joyas habían sido vendidas para ayudar a los pobres y era tan pródiga en sus dádivas, que dio motivo a críticas y censuras. Su hijo Otto la acusó de haber ocultado un tesoro y de mal gastar los ingresos de su corona; le exigió que rindiera cuentas de todo cuanto había gastado y envió espías a vigilar sus movimientos y registrar sus donativos.


Su sufrimiento más amargo fue descubrir que Enrique instigaba y ayudaba a su hermano en contra de ella. Lo sobrellevó todo con paciencia inquebrantable, haciendo notar, con un toque de patético humor, que por lo menos la consolaba ver que sus hijos estaban unidos, aunque sólo fuera para perseguirla. "Gustosamente soportaré todo lo que puedan hacerme, siempre que lo hagan sin pecar, si es que con ello se conservan unidos", solía decir, según se afirma.


Para darles gusto, Matilde renunció a su herencia en favor de sus hijos y se retiró a la residencia campestre donde había nacido. Pero poco tiempo después de su partida, el duque Enrique cayó enfermo y comenzaron a llover los desastres sobre el Estado. El sentimiento general era que tales desgracias se debían al trato que los príncipes habían dado a su madre; Edith, la esposa de Otto, lo convenció para que fuera a solicitar su perdón y le devolviera todo lo que le habían quitado. Sin que se lo pidieran, Matilde los perdonó y volvió a la corte, donde reanudó sus obras de misericordia. Pero no obstante que Enrique había cesado de importunarla, su conducta continuó causándole gran aflicción. El nuevamente se volvió contra Otto y, posteriormente castigó una insurrección de sus propios súbditos en Baviera con increíble crueldad; ni aun los obispos escaparon a su cólera.


En 955, cuando Matilde lo vio por última vez, le profetizó su próxima muerte y lo instó a arrepentirse, antes de que fuera demasiado tarde. En efecto, al poco tiempo, murió Enrique y la noticia causó un dolor muy profundo en la reina.


Emprendió la construcción de un convento en Nordhausen; hizo otras fundaciones en Quedlinburg, en Engern y también en Poehlen, donde estableció un monasterio para hombres. Es evidente que Otto jamás volvió a resentirse porque su madre gastara los ingresos en obras religiosas, pues cuando él fue a Roma para ser coronado emperador, dejó el reino a cargo de Matilde.


La última vez que Matilde tomó parte en una reunión familiar fue en Colonia, en la Pascua de 965, cuando estuvieron con ella el emperador Otto "el Magno", sus otros hijos y nietos. Después de esta reaparición, prácticamente se retiró del mundo, pasando su tiempo en una y otra de sus fundaciones, especialmente en Nodhausen. Cuando se disponía a tratar ciertos asuntos urgentes que la reclamaban en Quedlinburg, se agravó una fiebre que había venido sufriendo por algún tiempo y comprendió que pronto iba a llegar su último momento. Envió a buscar a Richburg, la doncella que la había ayudado en sus caridades y que era abadesa en Nordhausen. Según la tradición, la reina procedió a hacer una escritura de donación para todo lo que hubiera en su habitación, hasta que no quedó nada más que el lienzo de su sudario. "Den eso al obispo Guillermo de Mainz (que era su nieto). El lo necesitará primero que yo". En efecto, el obispo murió repentinamente, doce días antes de que ocurriera el deceso de su abuela, acaecido el 14 de marzo de 968. El cuerpo de Matilde fue sepultado junto con el de su esposo, en Quedlinburg, donde se la venera como santa desde el momento de su muerte.



2:04 a.m.
Martirologio Romano: En Lieja, en la actual Bélgica, beata Eva del Monte Cornelio, recluida junto al cenobio de San Martín, que con santa Juliana, priora del mismo cenobio, trabajó mucho para que el papa Urbano IV instituyese la fiesta del Cuerpo de Cristo. ( 1265)

Fecha de beatificación: El Papa León XIII confirmo su culto el 22 de abril de 1902



Etimológicamente significa “la que da vida”. Viene de la lengua hebrea.

Este nombre, que llevan tantas chicas de cualquier cultura, aparece, de una forma más clara, en el libro titulado “Vida de la beata Juliana”, su amiga íntima.


Eran tan amigas que todo se lo confiaban. De ellas surgió la celebración de la fiesta del Corpus.


Vino al mundo en 1205. El ambiente en el que se educó no era el más propicio para alimentar una profunda vida cristiana. Era un mar de dudas.


Poco a poco, sin embargo, Juliana le fue aclarando todo su rico manantial -aunque inexplorado– de su alma estupenda.


La amistad sincera ayuda en momentos cruciales de la existencia. Guiada, pues, por su amiga entró en el convento de san Martín de Lieja (Bélgica).


Tuvo la fortuna de que la visitara a menudo su amiga. Le confiaba el gozo que sentía de haber fundado un instituto dedicado a la glorificación del Sacramento de la Eucaristía.


Por diversas circunstancias, Juliana tuvo que salir para estar junto a su amiga Eva en el mismo convento. Aquí fue donde Eva constató personalmente los arrebatos místicos de su amiga.


Al principio dudaba de que los tuviera. Se convenció más tarde del alto grado de santidad de su amiga y de los éxtasis con que Dios le regalaba.


Gracias a las dos, el Papa Urbano IV publicó la Bula en la que anunciaba la fiesta de la institución de la fiesta del Corpus para toda la Iglesia.


Esta Bula es un documento importante de la fecha de la institución, en agosto- septiembre del año 1264.


Justamente, al año siguiente moría en olor de santidad. Se le da de forma indistinta el título de santa o beata.


Sus restos mortales por una u otras razones han ido de aquí para allá hasta el 18 de diciembre de 1746, fecha en la que se colocaron en el altar de san Martín. Su popularidad va siempre unida a Juliana.


¡Felicidades a quien lleve este nombre!



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