Ártículos Más Recientes

11:42 p.m.

Obispo

Martirologio Romano: En Clermont, Auvernia (Francia), san Galo, obispo, tío paterno de san Gregorio de Tours, varón humilde y bondadoso. ( 551)
Galo nació hacia el año 486 en Clermont de Auvernia. Su familia era una de las más distinguidas de la región. El padre del santo puso gran esmero en la educación de su hijo. Cuando éste llegó a la edad de contraer matrimonio, le propuso que se casase con la hija de un senador. Pero Galo, que había ya resuelto consagrarse a Dios, huyó de la casa paterna y pidió ser admitido en el monasterio de Cournon. El abad se negó a admitirle sin el consentimiento de su padre. No sabemos cómo, el joven se las arregló para convencer a su padre y fue admitido en la abadía.

El obispo Quinciano, que no dejó de advertir las cualidades de Galo, le ordenó diácono, le hizo miembro del cabildo de su catedral y le envió como representante suyo a la corte del rey. El joven, que poseía una voz extraordinaria, pasó a formar parte del coro de la capilla de Teodorico I. Quinciano murió hacia el año 526, y Galo fue elegido para sucederle en el gobierno de la diócesis.

La humildad, la caridad y el celo del santo, encontraron ancho campo de acción en su nuevo cargo. La virtud característica de San Galo era la mansedumbre, como lo demuestran varios incidentes.

En cierta ocasión, un hombre le golpeó en la cabeza; el obispo no mostró enojo ni resentimiento alguno sino con su mansedumbre desarmó al agresor. En otra ocasión, un tal Evodio, que había abandonado el senado para recibir la ordenación sacerdotal, se dejó llevar por la ira y trató a su obispo en forma desacomedida. San Galo no respondió una sola palabra; sencillamente, se levantó de su cátedra y partió a visitar las iglesias de la ciudad. El hecho conmovió tanto a Evodio, que fue en busca del santo y le pidió perdón de rodillas, en la calle.

En los últimos años de su vida, San Galo atendió especialmente a la educación de su sobrino, que llegó más tarde a ser famoso con el nombre de Gregorio de Tours.

No hay que confundir a este san Galo con su famosísimo homónimo irlandés que vivió casi un siglo más tarde y dio su nombre a uno de los cantones suizos.

VIDAS DE LOS SANTOS Edición 1965
Autor: Alban Butler (†)
Traductor: Wilfredo Guinea, S.J.
Editorial: COLLIER´S INTERNATIONAL - JOHN W. CLUTE, S. A.

Let's block ads! (Why?)

11:42 p.m.

Por: . | Fuente: «Vidas de los santos», Alban Butler

Obispo

Martirologio Romano: En el monasterio de Fontenelle, en Neustria, Francia, san Eremberto, que, habiendo sido obispo de Toulouse, abrazó después la disciplina monástica. ( 674)
Entre los numerosos varones de Dios que recibieron el hábito de san Benito en la abadía de Fontenelle, de manos de san Wandregisilo, uno de los más distinguidos fue Eremberto. Era originario de Waucourt, cerca de Poissy, en Seineet-Oise. Eremberto no disfrutó mucho tiempo de la paz del claustro, pues el rey Clotario III le nombró pronto obispo de Toulouse. Sólo ha llegado hasta nosotros el recuerdo de un incidente de su vida de obispo: se hallaba el santo de visita en casa de su hermano Gamardo, en su pueblo natal, cuando se declaró un incendio que amenazaba acabar con todas las casas. San Eremberto se postró en la oración en la iglesia de San Saturnino y salió de ella con su cruz pastoral en la mano; inmediatamente cambió el viento, se extinguió el incendio y todo el pueblo acudió a la iglesia a dar gracias a Dios.

San Eremberto tuvo que renunciar a su sede en el año 668 a causa de su mala salud; después se retiró a Fontenelle, donde permaneció hasta su muerte. Su hermano Gamardo entró más tarde, con sus dos hijos, en la abadía de Fontenelle, a la que hizo donación de todas sus posesiones.

Let's block ads! (Why?)

11:42 p.m.

Por: . | Fuente: Enciclopedia Católica || ACI Prensa

Obispo y Abad

Martirologio Romano: En Lismore, en Irlanda, san Cartago, obispo y abad. ( 637)
San Cartago, a quien también se lo llama Mochuda, nació en una buena familia, en lo que hoy es el Condado de Kerry, Irlanda, aproximadamente en el año 555. En su juventud trabajó cuidando cerdos cerca de Castlemaine; luego ingresó a un monasterio de la zona, donde tomó los hábitos y quedando bajo la guía de San Cartago el Viejo, terminados los estudios recibió la orden sacerdotal. En el año 580 decidió llevar vida eremítica, y construyó una celda en Kiltallagh, donde su aura pronto atrajo peregrinos.

Pasados unos años, los celos de dos obispos vecinos lo obligaron a dejar su ermita, y viajó a Bangor, donde vivió un año. Por consejo de San Comgall volvió a Kerry y fundó sendas iglesias en Kilcarragh y Kilfeighney. Luego visitó Waterford, Clonfert-molua (Kyle), y Lynally, desde donde, por sugerencia de san Colman Elo, fue establecerse en Rahan, cerca de Tullamore, en el actual King´s County.

Alrededor del año 590 San Cartago fundó su monasterio en Rahan, y pronto tuvo cientos de discípulos. Fue consagrado obispo-abad del distrito Fercal, y escribió una regla para sus monjes, un poema métrico irlandés de 580 líneas, dividido en nueve secciones (una de las reliquias literarias más interesantes de la temprana Iglesia irlandesa).

Se le atribuyen numerosos milagros. Finalmente, Blathmaic, un príncipe meatiano, instigado por monjes de monasterios de la zona, ordenó a san Cartago dejar Rahan. Esta expulsión del santo, y ochocientos monjes de su comunidad, tuvo lugar en la Pascua del año 635. Viajó por Saigher, Roscrea, Cashel, y Ardfinnan, al final san Cartago llegó a orillas del río Blackwater, donde el Príncipe de los Decios le otorgó un terreno para la fundación de su monasterio, así surgió la ciudad episcopal de Lios-mor, o Lismore, Condado de Waterford.

Grande como era la fama del convento de Rahan, fue eclipsada por completo por la del nuevo convento en Lisemore, y eso que san Cartago vivió menos de dos años en su nueva fundación. Pasó los últimos dieciocho meses de su vida en oración y contemplación, en una cueva cerca de la actual St Carthag´s Well. Cuando llegó el momento de la muerte, llamó a sus monjes y les dio su reflexión de despedida y su bendición. Fortalecido por el Cuerpo de Cristo murió el 14 de mayo del 637, día en que se celebra su fiesta como primer obispo y patrono de Lismore.

Let's block ads! (Why?)

5:01 p.m.

SAN MATÍAS


APÓSTOL



Etimológicamente significa “don de Dios”. Viene de la lengua hebrea.

Clemente de Alejandría, basándose en la tradición, afirma que San Matías fue uno de los 72 discípulos que el Señor envió a predicar durante su ministerio. Los hechos de los Apóstoles afirman que Matías acompañó al Salvador, desde el Bautismo hasta la Ascensión. 

Cuando San Pedro decidió proceder a la elección de un nuevo Apóstol para reemplazar a Judas, los candidatos fueron José, llamado Bernabé y Matías. Finalmente, la elección cayó sobre Matías, quien pasó a formar parte del grupo de los doce. 

El Espíritu Santo descendió sobre él en Pentecostés y Matías se entregó a su misión. 

Clemente de Alejandría afirma que se distinguió por la insistencia con que predicaba la necesidad de mortificar la carne para dominar la sensualidad. Esta lección la había aprendido del mismo Jesucristo. 

Según la tradición, predicó primero en Judea y luego en otros países. Los griegos sostienen que evangelizó la Capadocia y las costas del Mar Caspio, que sufrió persecuciones de parte de los pueblos bárbaros donde misionó y obtuvo finalmente la corona del martirio en Cólquida. 

Los "Menaia" griegos sostienen que fue crucificado. Se dice que su cuerpo estuvo mucho tiempo en Jerusalén y que Santa Elena lo transladó a Roma.


ACI Prensa


Este es el apóstol No. 13 (El 14 es San Pablo). Es un apóstol "póstumo" (Se llama póstumo al que aparece después de la muerte de otro). Matías fue elegido "apóstol" por los otros 11, después de la muerte y Ascensión de Jesús, para reemplazar a Judas Iscariote que se ahorcó. La S. Biblia narra de la siguiente manera su elección:

"Después de la Ascensión de Jesús, Pedro dijo a los demás discípulos: Hermanos, en Judas se cumplió lo que de él se había anunciado en la Sagrada Escritura: con el precio de su maldad se compró un campo. Se ahorcó, cayó de cabeza, se reventó por medio y se derramaron todas sus entrañas. El campo comprado con sus 30 monedas se llamó Haceldama, que significa: "Campo de sangre". El salmo 69 dice: "su puesto queda sin quién lo ocupe, y su habitación queda sin quién la habite", y el salmo 109 ordena: "Que otro reciba su cargo".

"Conviene entonces que elijamos a uno que reemplace a Judas. Y el elegido debe ser de los que estuvieron con nosotros todo el tiempo en que el Señor convivió con nosotros, desde que fue bautizado por Juan Bautista hasta que resucitó y subió a los cielos".

Los discípulos presentaron dos candidatos: José, hijo de Sabas y Matías. Entonces oraron diciendo: "Señor, tú que conoces los corazones de todos, muéstranos a cual de estos dos eliges como apóstol, en reemplazo de Judas".

Echaron suertes y la suerte cayó en Matías y fue admitido desde ese día en el número de los doce apóstoles (Hechos de los Apóstoles, capítulo 1).


San Clemente y San Jerónimo dicen que San Matías había sido uno de los 72 discípulos que Jesús mandó una vez a misionar, de dos en dos. Una antigua tradición cuenta que murió crucificado. Lo pintan con una cruz de madera en su mano y los carpinteros le tienen especial devoción.


EWTN

11:39 p.m.

Por: . | Fuente: misa_tridentina.t35.com !! «Vidas de los santos», Alban Butler

Obispo

Martirologio Romano: En Maastricht, junto al río Mosa, en la Galia Bélgica, actualmente territorio de Holanda, san Servacio, obispo de Tongres, que defendió con tenacidad la fe ortodoxa nicena acerca de la naturaleza de Cristo, en las controversias suscitadas en varios concilios. ( c.384)
San Servacio había nacido probablemente en Armenia. Durante el destierro de san Atanasio de Alejandría, le ofreció hospedaje a éste y defendió la causa del gran patriarca en el Concilio de Sárdica. Después del asesinato de Constante, el usurpador Majencio envió a san Servacio y a otro obispo a Alejandría para defender su causa ante el emperador Constancio. La embajada no tuvo éxito, pero san Servacio tuvo ocasión de volver a ver en Egipto a san Atanasio. El año 359, san Servacio asistió al Concilio de Rímini, donde se opuso valientemente a la mayoría arriana, junto con san Febadio, obispo de Agen; sin embargo, ambos santos se dejaron engañar por la fórmula que se firmó ahí, hasta que los ilustró san Hilario de Poitiers.

San Gregorio de Tours cuenta que san Servacio predijo la invasión de los hunos a las Galias y que, con el ayuno, la oración y una peregrinación a Roma, trató de evitar esa catástrofe. El santo emprendió la peregrinación a Roma en espíritu de penitencia para encomendar su grey a los dos grandes Apóstoles. Casi inmediatamente después de su regreso a Tongres, contrajo la peste y murió. Algunos autores sostienen que murió en Maestricht. En ese mismo año, la ciudad de Tongres fue saqueada; pero la profecía de san Servacio se cumplió plenamente setenta años más tarde, cuando Atila y los hunos invadieron y asolaron toda la región.

En los Países Bajos se profesaba gran devoción a san Servacio en la Edad Media, y las leyendas sobre él se multiplicaron. Las reliquias del santo se conservan en Maestricht, en un hermoso relicario antiguo; también se conservan su báculo, la copa en que acostumbraba beber, y su llave de plata. Según la tradición, el mismo san Pedro le dio esa llave en Roma, durante una visión; pero en realidad se trata de una de las Claves Confessionis S. Petri [«llave de la confesión de San Pedro»] que los Papas solían regalar a algunos personajes distinguidos, fundidas con un poco del acero de las cadenas de San Pedro. Otra tradición cuenta que la copa había sido regalada a san Servacio por un ángel y que tenía la propiedad de curar la fiebre.

Let's block ads! (Why?)

11:39 p.m.

Por: . | Fuente: stgemmagalgani.com

Reclusa

Martirologio Romano: En el lugar llamado Goriano Sicoli, en los Abruzos, Italia, beata Gemma, virgen, que vivió recluida en una pequeñísima celda adosada a la iglesia, desde la que podía ver solamente el altar. ( 1439)

Fecha de beatificación: Culto confirmado por el Papa León XIII el 28 de abril de 1890

Santa Gemma de Goriano Sicoli nació en 1385 en San Sebastián en una familia católica pobre pero devota. Siendo aun niña, su familia se mudó a Goriano Sicoli (que en aquel entonces se llamaba Gordianum), donde Gemma pasó su infancia como pastora, cuidando el pequeño rebaño de ovejas que sus padres tenían.

Al igual que a Santa Gemma Galgani, Dios le había dado también una extraordinaria belleza, que estaba unida a la virtud y la modestia, su belleza no era un obstáculo para ella, sino un camino hacia su perfección.

Un día en 1393, el orgulloso y testarudo conde Ruggieri de Celano la vio y trató de seducirla. Ella no tuvo miedo y aquel se vio frustrado, ella le reprochó con palabras tan fuertes que lo llenaron de vergüenza y quiso enmendar su grosero avance. Ella le pidió que le construyera una pequeña habitación adosada a la Iglesia de San Juan en Goriano Sicoli, este pobre morada tenía una pequeña ventana desde donde se podía ver el altar, y participar de la Santa Misa. Entonces, consiguió que su padre le diera permiso para vivir en ese cuarto como una ermitaña, para rezar, expiar y reparar sus pecados y los pecados de otros.

La gente del pueblo pronto conoció de sus sacrificios y extraordinaria santidad, y comenzaron a ir a buscar su consejo sobre todo tipo de temas.

Ella vivió esta expresión del amor a Dios por los siguientes 42 años, murió el 13 de mayo 1439 y en el momento de su muerte las campanas se escucharon en todo el valle, sonaban como si llamaran a una gran fiesta. La población local desarrolló un culto en su honor, y piadosamente recuerda hasta hoy a la "Virgen de Goriano Sicoli".

Debido a la devoción del pueblo, el Obispo local abrió su causa de canonización, y años más tarde, su restos fueron exhumados en la presencia de Guidalotti Perugino, Obispo de Sulmona, para el asombro de todos, sus restos se encontraban milagrosamente incorruptos, y todos los presentes lo vieron como un signo de la presencia de Dios en la "Virgen de Goriano Sicoli".

Un sepulcro privilegiado fue construido en su honor en el interior de la iglesia de San Juan, y los enfermos empezaron a ir allí para ser curados. Luego en 1613 se construyó una iglesia en su nombre en el sitio de la Iglesia de San Juan, y en 1818 se terminó un nuevo templo en aquel mismo lugar.

responsable de la traducción: Xavier Villalta

Let's block ads! (Why?)

11:39 p.m.

Por: . | Fuente: OSAnet.org

Abadesa

Martirologio Romano: En Como, de Lombardía, beata Magdalena Albrici, abadesa de la Orden de San Agustín, que reavivó extraordinariamente el fervor de sus hermanas en religión (1834).

Etimológicamente: Magdalena = Torre de Dios, es de origen hebreo. También se relaciona con el lugar de origen de María de Magdala (María Magdalena).

Nació en Como (Italia), hacia 1415.

Con un amor muy grande a Jesús, entró en una casa religiosa que, fuera de los muros de la ciudad, había sido instituida bajo la Regla de S. Agustín, en un lugar llamado Brunate. Habiendo crecido la comunidad paulatinamente con el ingreso de varias jóvenes, se convirtió la casa en monasterio con el título de S. Andrés y bajo la misma Regla. En 1455, la comunidad fue acogida en la Congregación Agustiniana de Lombardía, lo cual fue definitivamente aprobado por el Papa Pío II el 16 de julio de 1459.

Consideraba como una de sus mayores satisfacciones pertenecer a la Orden Agustiniana y estar bajo su jurisdicción. Enamorada de la espiritualidad agustiniana, fue una admirable propagadora de la vida agustiniana. Unió a muchas consagradas, que hacían vida común, a la Orden. Así se acrecentó la familia agustiniana con un considerable número de monasterios.

A las hermanas que estaban a su cargo las incitaba a una mayor perfección en las virtudes, prefiriendo siempre obedecer que mandar, ser súbdita que superiora. También se le atribuye la fundación de una fraternidad de agustinos seculares en Como.

Sobresaliendo en la pureza de vida y en la caridad con todos, murió en mayo de 1465.

S. Pío X confirmó su culto en 1907. Sus restos se conservan en la catedral de Como.

Let's block ads! (Why?)

5:24 p.m.

NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA




La Santísima Virgen María
se manifestó a tres niños campesinos

PALABRA DE DIOS DIARIA

En 1917, en el momento de las apariciones, Fátima era una ciudad desconocida de 2.500 habitantes, situada a 800 metros de altura y a 130 kilómetros al norte de Lisboa, casi en el centro de Portugal. Hoy Fátima es famosa en todo el mundo y su santuario lo visitan innumerables devotos. 

Allí, la Virgen se manifestó a niños de corta edad: Lucía, de diez años, Francisco, su primo, de nueve años, un jovencito tranquilo y reflexivo, y Jacinta, hermana menor de Francisco, muy vivaz y afectuosa. Tres niños campesinos muy normales, que no sabían ni leer ni escribir, acostumbrados a llevar a pastar a las ovejas todos los días. Niños buenos, equilibrados, serenos, valientes, con familias atentas y premurosas.

Los tres habían recibido en casa una primera instrucción religiosa, pero sólo Lucía había hecho ya la primera comunión.

Las apariciones estuvieron precedidas por un "preludio angélico": un episodio amable, ciertamente destinado a preparar a los pequeños para lo que vendría.

Lucía misma, en el libro Lucia racconta Fátima (Editrice Queriniana, Brescia 1977 y 1987) relató el orden de los hechos, que al comienzo sólo la tuvieron a ella como testigo. Era la primavera de 1915, dos años antes de las apariciones, y Lucía estaba en el campo junto a tres amigas. Y esta fue la primera manifestación del ángel:

Sería más o menos mediodía, cuando estábamos tomando la merienda. Luego, invité a mis compañeras a recitar conmigo el rosario, cosa que aceptaron gustosas. Habíamos apenas comenzado, cuando vimos ante nosotros, como suspendida en el aire, sobre el bosque, una figura, como una estatua de nieve, que los rayos del sol hacían un poco transparente. "¿Qué es eso?", preguntaron mis compañeras, un poco atemorizadas. "No lo sé". Continuamos nuestra oración, siempre con los ojos fijos en aquella figura, que desapareció justo cuando terminábamos (ibíd., p. 45).

El hecho se repitió tres veces, siempre, más o menos, en los mismos términos, entre 1915 y 1916.

Llegó 1917, y Francisco y Jacinta obtuvieron de sus padres el permiso de llevar también ellos ovejas a pastar; así cada mañana los tres primos se encontraban con su pequeño rebaño y pasaban el día juntos en campo abierto. Una mañana fueron sorprendidos por una ligera lluvia, y para no mojarse se refugiaron en una gruta que se encontraba en medio de un olivar. Allí comieron, recitaron el rosario y se quedaron a jugar hasta que salió de nuevo el sol. Con las palabras de Lucía, los hechos sucedieron así:

... Entonces un viento fuerte sacudió los árboles y nos hizo levantar los ojos... Vimos entonces que sobre el olivar venía hacia nosotros aquella figura de la que ya he hablado. Jacinta y Francisco no la habían visto nunca y yo no les había hablado de ella. A medida que se acercaba, podíamos ver sus rasgos: era un joven de catorce o quince años, más blanco que si fuera de nieve, el sol lo hacía transparente como de cristal, y era de una gran belleza. Al llegar junto a nosotros dijo: "No tengan miedo. Soy el ángel de la paz. Oren conmigo". Y arrodillado en la tierra, inclinó la cabeza hasta el suelo y nos hizo repetir tres veces estas palabras: "Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman". Luego, levantándose, dijo: "Oren así. Los corazones de Jesús y María están atentos a la voz de sus súplicas". Sus palabras se grabaron de tal manera en nuestro espíritu, que jamás las olvidamos y, desde entonces, pasábamos largos períodos de tiempo prosternados, repitiéndolas hasta el cansancio (ibíd, p. 47).

En el prefacio al libro de Lucía, el padre Antonio María Martins anota con mucha razón que la oración del ángel "es de una densidad teológica tal" que no pudo haber sido inventada por unos niños carentes de instrucción. "Ha sido ciertamente enseñada por un mensajero del Altísimo", continúa el estudioso. "Expresa actos de fe, adoración, esperanza y amor a Dios Uno y Trino".

Durante el verano el ángel se presentó una vez más a los niños, invitándolos a ofrecer sacrificios al Señor por la conversión de los pecadores y explicándoles que era el ángel custodio de su patria, Portugal.

Pasó el tiempo y los tres niños fueron de nuevo a orar a la gruta donde por primera vez habían visto al ángel. De rodillas, con la cara hacia la tierra, los pequeños repiten la oración que se les enseñó, cuando sucede algo que llama su atención: una luz desconocida brilla sobre ellos. Lucía lo cuenta así:

Nos levantamos para ver qué sucedía, y vimos al ángel, que tenía en la mano izquierda un cáliz, sobre el que estaba suspendida la hostia, de la que caían algunas gotas de sangre adentro del cáliz.

El ángel dejó suspendido el cáliz en el aire, se acercó a nosotros y nos hizo repetir tres veces: "Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo te ofrezco el preciosísimo cuerpo, sangre, alma y divinidad de Jesucristo...". Luego se levantó, tomó en sus manos el cáliz y la hostia; me dio la hostia santa y el cáliz lo repartió entre Jacinta y Francisco... (ibíd., p. 48).

El ángel no volvió más: su tarea había sido evidentemente la de preparar a los niños para los hechos grandiosos que les esperaban y que tuvieron inicio en la primavera de 1917, cuarto año de la guerra, que vio también la revolución bolchevique.

El 13 de mayo era domingo anterior a la Ascensión. Lucía, Jacinta y Francisco habían ido con sus padres a misa, luego habían reunido sus ovejas y se habían dirigido a Cova da Iria, un pequeño valle a casi tres kilómetros de Fátima, donde los padres de Lucía tenían un cortijo con algunas encinas y olivos.

Aquí, mientras jugaban, fueron asustados por un rayo que surcó el cielo azul: temiendo que estallara un temporal, decidieron volver, pero en el camino de regreso, otro rayo los sorprendió, aún más fulgurante que el primero. Dijo Lucía:

A los pocos pasos, vimos sobre una encina a una Señora, toda vestida de blanco, más brillante que el sol, que irradiaba una luz más clara e intensa que la de un vaso de cristal lleno de agua cristalina, atravesada por los rayos del sol más ardiente. Sorprendidos por la aparición, nos detuvimos. Estábamos tan cerca que nos vimos dentro de la luz que la rodeaba o que ella difundía. Tal vez a un metro o medio de distancia, más o menos... (ibíd., p. 118).

La Señora habló con voz amable y pidió a los niños que no tuvieran miedo, porque no les haría ningún daño. Luego los invitó a venir al mismo sitio durante seis meses consecutivos, el día 13 a la misma hora, y antes de desaparecer elevándose hacia Oriente añadió: "Reciten la corona todos los días para obtener la paz del mundo y el fin de la guerra".

Los tres habían visto a la Señora, pero sólo Lucía había hablado con ella; Jacinta había escuchado todo, pero Francisco había oído sólo la voz de Lucía.

Lucía precisó después que las apariciones de la Virgen no infundían miedo o temor, sino sólo "sorpresa": se habían asustado más con la visión del ángel.

En casa, naturalmente, no les creyeron y, al contrario, fueron tomados por mentirosos; así que prefirieron no hablar más de lo que habían visto y esperaron con ansia, pero con el corazón lleno de alegría, que llegara el 13 de junio.

Ese día los pequeños llegaron a la encina acompañados de una cincuentena de curiosos. La aparición se repitió y la Señora renovó la invitación a volver al mes siguiente y a orar mucho. Les anunció que se llevaría pronto al cielo a Jacinta y Francisco, mientras Lucía se quedaría para hacer conocer y amar su Corazón Inmaculado. A Lucía, que le preguntaba si de verdad se quedaría sola, la Virgen respondió: "No te desanimes. Yo nunca te dejaré. Mi Corazón Inmaculado será tu refugio y el camino que te conducirá hasta Dios". Luego escribió Lucía en su libro:

En el instante en que dijo estas últimas palabras, abrió las manos y nos comunicó el reflejo de aquella luz inmensa. En ella nos veíamos como inmersos en Dios. Jacinta y Francisco parecían estar en la parte de la luz que se elevaba al cielo y yo en la que se difundía sobre la tierra. En la palma de la mano derecha de la Virgen había un corazón rodeado de espinas, que parecían clavarse en él. Comprendimos que era el Corazón Inmaculado de María, ultrajado por los pecados de la humanidad, y que pedía reparación (ibíd., p. 121).

Cuando la Virgen desapareció hacia Oriente, todos los presentes notaron que las hojas de las encinas se habían doblado en esa dirección; también habían visto el reflejo de la luz que irradiaba la Virgen sobre el rostro de los videntes y cómo los transfiguraba.

El hecho no pudo ser ignorado: en el pueblo no se hablaba de otra cosa, naturalmente, con una mezcla de maravilla e incredulidad.

La mañana del 13 de julio, cuando los tres niños llegaron a Cova da Iria, encontraron que los esperaban al menos dos mil personas. La Virgen se apareció a mediodía y repitió su invitación a la penitencia y a la oración. Solicitada por sus padres, Lucía tuvo el valor de preguntarle a la Señora quién era; y se atrevió a pedirle que hiciera un milagro que todos pudieran ver. Y la Señora prometió que en octubre diría quién era y lo que quería y añadió que haría un milagro que todos pudieran ver y que los haría creer.

Antes de alejarse, la Virgen mostró a los niños los horrores del infierno (esto, sin embargo, se supo muchos años después, en 1941, cuando Lucía, por orden de sus superiores escribió las memorias recogidas en el libro ya citado. En ese momento, Lucía y sus primos no hablaron de esta visión en cuanto hacía parte de los secretos confiados a ellos por la Virgen, cuya tercera parte aún se ignora) y dijo que la guerra estaba por terminar, pero que si los hombres no llegaban a ofender a Dios, bajo el pontificado de Pío XII estallaría una peor.

Cuando vean una noche iluminada por una luz desconocida, sabrán que es el gran signo que Dios les da de que está por castigar al mundo a causa de sus crímenes, por medio de la guerra, del hambre y de la persecución a la Iglesia y al Santo Padre. Para impedirla, quiero pedirles la consagración de Rusia a mi Corazón Inmaculado y la comunión reparadora los primeros sábados. Si cumplen mi petición, Rusia se convertirá y vendrá la paz. Si no, se difundirán en el mundo sus horrores, provocando guerras y persecuciones a la Iglesia... Al final, mi Corazón Inmaculado triunfará. El Santo Padre me consagrará Rusia, que se convertirá, y se le concederá al mundo un período de paz... (ibíd., p. 122).

Después de esta aparición, Lucía fue interrogada de modo muy severo por el alcalde, pero no reveló a ninguno los secretos confiados por la Virgen.

El 13 de agosto, la multitud en Cova era innumerable: los niños, sin embargo, no llegaron. A mediodía en punto, sobre la encina, todos pudieron ver el relámpago y la pequeña nube luminosa. ¡La Virgen no había faltado a su cita! ¿Qué había sucedido? Los tres pastorcitos habían sido retenidos lejos del lugar de las apariciones por el alcalde, que con el pretexto de acercarlos en auto, los había llevado a otro lado, a la casa comunal, y los había amenazado con tenerlos prisioneros si no le revelaban el secreto. Ellos callaron, y permanecieron encerrados. Al día siguiente hubo un interrogatorio con todas las de la ley, y con otras amenazas, pero todo fue inútil, los niños no abandonaron su silencio.

Finalmente liberados, los tres pequeños fueron con sus ovejas a Cova da Iria el 19 de agosto, cuando, de repente, la luz del día disminuyó, oyeron el relámpago y la Virgen apareció: pidió a los niños que recitaran el rosario y se sacrificaran para redimir a los pecadores. Pidió también que se construyera una capilla en el lugar.

Los tres pequeños videntes, profundamente golpeados por la aparición de la Virgen, cambiaron gradualmente de carácter: no más juegos, sino oración y ayuno. Además, para ofrecer un sacrificio al Señor se prepararon con un cordel tres cilicios rudimentarios, que llevaban debajo de los vestidos y los hacían sufrir mucho. Pero estaban felices, porque ofrecían sus sufrimientos por la conversión de los pecadores.

El 13 de septiembre, Cova estaba atestada de personas arrodilladas en oración: más de veinte mil. A mediodía el sol se veló y la Virgen se apareció acompañada de un globo luminoso: invitó a los niños a orar, a no dormir con los cilicios, y repitió que en octubre se daría un milagro. Todos vieron que una nube cándida cubría a la encina y a los videntes. Luego reapareció el globo y la Virgen desapareció hacia Oriente, acompañada de una lluvia, vista por todos, de pétalos blancos que se desvanecieron antes de tocar tierra. En medio de la enorme emoción general, nadie dudaba que la Virgen en verdad se había aparecido.

El 13 de octubre es el día del anunciado milagro. En el momento de la aparición se llega a un clima de gran tensión. Llueve desde la tarde anterior. Cova da Iria es un enorme charco, pero no obstante miles de personas pernoctan en el campo abierto para asegurar un buen puesto.

Justo al mediodía, la Virgen aparece y pide una vez más una capilla y predice que la guerra terminará pronto. Luego alza las manos, y Lucía siente el impulso de gritar que todos miren al sol. Todos vieron entonces que la lluvia cesó de golpe, las nubes se abrieron y el sol se vio girar vertiginosamente sobre sí mismo proyectando haces de luz de todos los colores y en todas direcciones: una maravillosa danza de luz que se repitió tres veces.

La impresión general, acompañada de enorme estupor y preocupación, era que el sol se había desprendido del cielo y se precipitaba a la tierra. Pero todo vuelve a la normalidad y la gente se da cuenta de que los vestidos, poco antes empapados por el agua, ahora están perfectamente secos. Mientras tanto la Virgen sube lentamente al cielo en la luz solar, y junto a ella los tres pequeños videntes ven a san José con el Niño.

Sigue un enorme entusiasmo: las 60.000 personas presentes en Cova da Iria tienen un ánimo delirante, muchos se quedan a orar hasta bien entrada la noche.

Las apariciones se concluyen y los niños retoman su vida de siempre, a pesar de que son asediados por la curiosidad y el interés de un número siempre mayor de personas: la fama de Fátima se difunde por el mundo.

Entre tanto las predicciones de la Virgen se cumplen: al final de 1918 una epidemia golpea a Fátima y mina el organismo de Francisco y Jacinta. Francisco muere santamente en abril del año siguiente como consecuencia del mal, y Jacinta en 1920, después de muchos sufrimientos y de una dolorosísima operación.

En 1921, Lucía entra en un convento y en 1928 pronuncia los votos. Será sor María Lucía de Jesús.

Se sabe que, luego de concluir el ciclo de Fátima, Lucía tuvo otras apariciones de la Virgen (en 1923, 1925 y 1929), que le pidió la devoción de los primeros sábados y la consagración de Rusia.

En Fátima las peticiones de la Virgen han sido atendidas: ya en 1919 fue erigida por el pueblo una primera modesta capilla. En 1922 se abrió el proceso canónico de las apariciones y el 13 de octubre de 1930 se hizo pública la sentencia de los juicios encargados de valorar los hechos: "Las manifestaciones ocurridas en Cova da Iria son dignas de fe y, en consecuencia, se permite el culto público a la Virgen de Fátima".

También los papas, de Pío XII a Juan Pablo II, estimaron mucho a Fátima y su mensaje. Movido por una carta de sor Lucía, Pío XII consagraba el mundo al Corazón Inmaculado de María el 31 de octubre de 1942. Pablo VI hizo referencia explícita a Fátima con ocasión de la clausura de la tercera sesión del Concilio Vaticano II. Juan Pablo II fue personalmente a Fátima el 12 de mayo de 1982: en su discurso agradeció a la Madre de Dios por su protección justamente un año antes, cuando se atentó contra su vida en la plaza de San Pedro.

Con el tiempo, se han construido en Fátima una grandiosa basílica, un hospital y una casa para ejercicios espirituales. Junto a Lourdes, Fátima es uno de los santuarios marianos más importantes y visitados del mundo.

11:47 p.m.

Patrono de los Ingenieros de Caminos, canales y puertos
y de los Ingenieros de Obras Públicas

Martirologio Romano:En la región de Castilla, en España, en la localidad que posteriormente fue distinguida con su nombre, santo Domingo de la Calzada, presbítero, que dispuso puentes y caminos empedrados para uso de los peregrinos jacobeos y, movido por su inmensa piedad, construyó también un hospital de peregrinos, provisto de salas destinadas a socorrerles (1060/1109).

Etimológicamente: Domingo = Aquel que es consagrado al señor, es de origen latino.

Domingo García, conocido como Santo Domingo de la Calzada (Viloria de Rioja, provincia de Burgos, 1019 - † Santo Domingo de la Calzada, La Rioja, 12 de mayo de 1109). Fue un religioso de España y uno de los mayores impulsores del Camino de Santiago.

Hijo de un labrador llamado Ximeno García y de su esposa Orodulce, tras el fallecimiento de sus padres, intentó ser admitido en los monasterios benedictinos de Valvanera y San Millán de la Cogolla, pero no lo consiguió. Tras este traspiés se retiró como eremita a un lugar apartado en los bosques de encinas de Ayuela, lugar cercano al actual Santo Domingo de la Calzada, llevando una vida contemplativa hasta 1039. Sobre ese año comenzó a colaborar con Gregorio, obispo de Ostia, llegado a Calahorra como enviado papal para combatir una plaga de langosta que asolaba los territorios navarros y riojanos. Este le otorgó la ordenación sacerdotal. Juntos construyeron un puente de madera sobre el río Oja para facilitar el tránsito de los peregrinos hacia Compostela. Hasta la muerte de Gregorio en 1044.

Tras morir Gregorio, volvió a la zona de Ayuela y emprendió una profunda labor de colonización. Taló bosques, roturó tierras y comenzó la construcción de una calzada de piedra que supuso una desviación del camino tradicional por la calzada romana entre Logroño y Burgos, pero que se convirtió, a partir de entonces, en la ruta principal entre Nájera y Redecilla del Camino. Por esta labor es conocido como Domingo de la calzada.

Para mejorar las condiciones de los peregrinos que empezaron a transitar la nueva calzada, sustituyó el puente de madera que había construido con Gregorio por uno más robusto de piedra, y construyó un complejo integrado por hospital, pozo e iglesia, para atender a las necesidades de los viajeros, donde en la actualidad se encuentra la Casa del Santo, utilizada como albergue de peregrinos.

Al apoderarse en 1076 de La Rioja, Alfonso VI de Castilla y viendo que el desarrollo del Camino contribuía a su proyecto de la castellanización de la zona, se hizo partidario del santo, de sus obras, y de su villa, visitando a Domingo en 1090 y responsabilizándolo de las obras viarias que se realizaban a lo largo del Camino de Santiago. En esos momentos, y con la ayuda de su discípulo Juan de Ortega, había iniciado ya la construcción de un templo dedicado al Salvador y Santa María. Este fue consagrado por el obispo de Calahorra en 1106. En el exterior del templo y adosado a sus muros, el santo escogió un lugar para su propia sepultura.

El burgo, llamado Masburguete o Margubete que se dice hoy día, de Santo Domingo de la Calzada empezó como unas pocas casas construidas en torno a la ermita del santo durante su vida. Al morir Domingo en 1109 ya contaba la villa con una creciente población. La iglesia de Santo Domingo de la Calzada, en la que fue enterrado, fue elevada al rango de catedral poco después, al trasladarse a esta la diócesis de Calahorra en 1232 hasta 1235.

Nueve tablas pintadas, adornan hoy una pared de la catedral y recuerda los milagros de Santo Domingo.

Let's block ads! (Why?)

11:47 p.m.

Obispo

Martirologio Romano:En Constantinopla, san Germán, obispo, el cual, insigne por su doctrina y virtudes, refutó con gran persuasión el edicto contra las imágenes sagradas promulgado por el emperador León el Isáurico (733).

Etimológicamente: Germán = Aquel que es un guerrero fuerte, es de origen germánico.

Nació el 635, siendo Heráclio emperador bizantino. Su padre fue un prestigioso patricio, llamado Justiniano, muerto alrededor del 669 por orden del suspicaz o envidioso emperador Constantino Pogonato.

De la vida y actividad de Germán antes de obtener su primera prelacía apenas sabemos nada. Dos documentos antiguos (un menologio y un sinaxario) nos ponderan su afición a las Escrituras y a la contemplación, su viveza de ingenio y experiencia de los negocios. En todo caso parece que ya antes del 711 era obispo de Cízico, en el Helesponto. Poco después el monotelismo (herejía defensora de una sola voluntad en Cristo), aunque ya recibido el golpe de muerte en el VI concilio ecuménico de 681, revivió por corto espacio con el emperador Filípico (711-713), el cual presionó de tal modo a Germán, que el anciano prelado tuvo la debilidad de ceder en el sínodo de Constantinopla, año 712. Pero su reacción en pro de la ortodoxia fue rápida. Al subir al trono de Oriente el católico Artemio (Anastasio II) mejora la situación.

Depuesto Juan VI, patriarca heterodoxo de Constantinopla, es nombrado sustituto suyo, en 715, Germán, que cuenta ya unos ochenta años, pero cuyo espíritu joven sabrá resistir los embates de sus adversarios en la época subsiguiente. Se suele colocar al comienzo de su patriarcado un sínodo de 100 obispos, donde habrían sido anatematizados los fautores del monotelismo, entre otros los antecesores de Germán en la sede constantinopolitana, Sergio, Pirro y Pablo. Pero, según Grumel, el documento de las Actas es, por lo menos, dudoso. Sin embargo, el repudio de aquella herejía se manifiesta en la carta del Santo a los armenios, de que hablaremos después. De todos modos, la gloria más excelsa de Germán es su actitud indomable ante la herejía iconoclasta, denominada así por propugnar la destrucción de las imágenes (de Cristo y de los santos).

El furor de este movimiento, avivado por cierta tendencia oriental, idealista y antiplástica, data del siglo VIII. Sea por influjo de la actitud hostil de los árabes (para quienes el culto cristiano de tales representaciones sensibles equivalía al idolátrico de los paganos), sea por motivos religiosos de reforma (ante algunos abusos de la época en lo tocante a este culto), tal vez por razones políticas de cesaropapismo, o mejor aún por la educación del emperador León III el Isáurico (716-741) en un ambiente de paulicianismo maniqueo, lo cierto es que este príncipe desencadena una violenta lucha contra las imágenes en 725 con la adhesión de algunos obispos (sobre todo de Constantino de Nicolia, en Frigia), que quizá veían en el culto de los iconos un estorbo para la conversión de los infieles. Germán resiste desde el principio. Debió de ser bien doloroso para el Santo recordar la escena (a. 717) donde él mismo había coronado a León, conforme al ceremonial católico, y donde el príncipe había jurado retener la fe verdadera, decisión reiterada por él en carta al papa Gregorio II. Ahora, en 724-725, León cambia por completo y da comienzo a su campaña iconoclasta. Germán pone en guardia al Pontífice y le informa de su resistencia al emperador; el texto de la carta se ha perdido, pero se conserva la respuesta del Papa, lleno de admiración ante la actitud vigorosa del patriarca, que contaba entonces unos noventa años: "cada hora me acuerdo de tu entrega y considero mi más sagrado deber el saludarte como a hermano mío y propugnador de la Iglesia".

También se conservan otras tres cartas del Santo referentes a esta misma controversia. Una a Juan, metropolitano de Synades, a propósito del ya citado Constantino de Nicolia, hostil al culto de las imágenes; otra a éste, recordándole las promesas hechas a Germán de cesar en su actitud iconómaca, y la tercera a Tomás de Claudiópolis: en esta última principalmente se esfuerza el patriarca en demostrar por la Escritura y los Padres que la honra tributada a las imágenes de Cristo, la Virgen y los santos no es idolatría, sino culto dirigido al prototipo a través de la representación sensible.

Más emotiva es la admonición al mismo emperador (17 de enero del 730), donde el casi centenario prelado se declara dispuesto a morir en defensa del culto de las imágenes: hermoso es dar la vida por el nombre de Cristo, impreso en su efigie externa. Tal grandeza de alma, junto con el apoyo que el Papa y San Juan Damasceno prestaban al patriarca, contiene a León de tomar decisiones demasiado violentas, pero manifiesta su deseo de que Germán señale sucesor en la sede constantinopolitana. Finalmente, en una reunión celebrada por el emperador, el noble anciano, despojándose de su ropaje episcopal, concluye un largo discurso con estas palabras: "Si soy como Jonás, que se me arroje al mar; pero haría falta un concilio ecuménico para que yo cambiara mis creencias". Después se retira a Platanión, finca de familia, cercana a la capital, y allí muere en 733.

Las epístolas dogmáticas de Germán fueron leídas y aprobadas con cálidos elogios en la cuarta sesión del segundo concilio Niceno (ecuménico 7.°) el año 787. Otra carta a los armenios defiende la doctrina calcedonense sobre las dos naturalezas en Cristo, rechazando, por otra parte, toda sospecha de nestorianismo. También se explica en ella el dogma cristológico de las dos operaciones y dos voluntades, lo cual es una abierta repulsa del monotelismo.

De vitae termino es el título latinizado de un diálogo del Santo, donde se justifica el proceder de la divina Providencia al asignar a cada hombre diferente duración de vida: tal discrepancia no proviene de la ciega casualidad; todo está previsto y decretado por Dios. Otro escrito teológico-histórico de Germán enumera concisamente la serie de herejías aparecidas a lo largo de los siglos y los sínodos celebrados para combatirlas.

Especial interés reviste el aspecto oratorio-pastoral del patriarca. Los nueve sermones que llevan su nombre revelan un estilo cuidadoso y una retórica a tono con el ampuloso ambiente literario de la época. El género dialogado, que ya en el siglo IV ocupa un puesto de honor en la homilética, toma, a partir del siglo siguiente, un carácter "nuevo, poético y afectivo". Fecioru nos ofrece recientemente un ejemplo, al editar (en el texto griego de Migne, completado con el del códice gr.964 de la AcademIa Rumana) un sermón de Germán acerca de la Anunciación.

Desde el punto de vista doctrinal son importantes sus sermones mariológicos, por ejemplo en lo tocante a la mediación universal de la Virgen. Dos de ellos, consagrados a la muerte (= Dormición) de Nuestra Señora, son buen testimonio de la creencia del docto y piadoso patriarca en la asunción corporal y en la realeza de la Madre de Dios. Los golpes de la corrupción no podían quebrar el vaso de la divinidad, ni el cuerpo virginal, todo casto y santo, iba a resolverse en polvo, como el de la antigua Eva, madre del polvo. No así María: Madre de la Vida y de la luz, es transportada al paraíso, llenándolo de su propia gloria; es el tránsito al descanso celeste y a las delicias de Dios.

Let's block ads! (Why?)

11:47 p.m.

Por: . | Fuente: santiebeati.it

Presbítero

Martirologio Romano: En Agira, en Sicilia, san Felipe, presbítero, que, oriundo de Tracia, se estableció en esta ciudad (s. V).

Etimológicamente: Felipe = Aquel que es amigo de los caballos, es de origen griego.

La vida de este san ha sido escrita por un monje llamado Eusebio, que se dice compañero de Felipe, el que le nació en Tracia, región al sudeste de la península balcánica, en aquel entonces provincia romana, en los tiempos de Arcadio emperador romano de oriente, (395 -408).

Fue instruido en las disciplinas eclesiásticas y también en la lengua siríaca, a los 21 años recibió el diaconado y luego llegó a Italia junto al monje Eusebio, quien le sirvió de intérprete en Roma. Después de haber sido ordenado sacerdote, recibió el encargo de evangelizar la Sicilia centro-occidental, dónde los habitantes, aterrorizados por la actividad eruptiva del Etna, seguían viendo en el volcán una manifestación del demonio, cuando llegó a la isla se estableció en Agira, provincia de Enna, siempre con la compañía del monje Eusebio.

Desarrolló con fervor apostólico su ministerio sacerdotal entre las poblaciones sicilianas, volviéndose célebre por los numerosos milagros que obró, especialmente por liberar a posesos de los demonios que los atormentaban.

Murió un 12 mayo del siglo V, el año exacto no es conocido pero está entre el 453 y el 457, tenía 63 años.

Sobre el lugar de su sepulcro, fue edificada una iglesia y posteriormente un monasterio, alrededor de los que el antiguo ´Agyrium´ resurgió con el nombre de S. Felipe de Agira, nombre conservado hasta el 1939, (actualmente se llama tan sólo Agira); una reconocimiento de las reliquias fue hecho el 21 de julio1625.

Numerosas son las procesiones y las manifestaciones de devoción que se desarrollan en aquella parte de Sicilia, dónde es más fuerte el culto a san Felipe; como el ofrecimiento de los cirios durante la procesión del 12 de mayo, hecha por los fieles que han recibido gracias.

Reproducido con autorización de Santiebeati.it

responsable de la traducción: Xavier Villalta


Let's block ads! (Why?)

5:24 p.m.

SAN NEREO, SAN AQUILEO 



Y SAN PANCRACIO


MÁRTIRES


San Nereo y Aquineo. Siglo I.

Estos dos militares estaban al servicio de Flavia Domitila una de las primeras señoras de Roma. El historiador Eusebio dice que esta noble dama era sobrina del Emperador Domiciano y que el tal mandatario la envió al destierro, porque ella se había declarado seguidora de Jesucristo. Con Domitila fueron enviados también al destierro San Nereo y San Aquileo, porque proclamaban su fe en el Divino Redentor. 

Afirma San Jerónimo que el destierro fue tan cruel y tan largo que les sirvió de martirio. Después otro emperador mandó que les cortaran la cabeza y así tuvieron el honor de derramar su sangre por proclamar su fe. El Papa San Dámaso escribió en el año 400 la siguiente inscripción en la tumba de estos dos mártires: "Nereo y Aquileo pertenecían al ejército del emperador. Pero se negaron a cumplir ciertas órdenes que a ellos les parecían crueles. Al convertirse al cristianismo abandonaron toda violencia y prefirieron tener que abandonar el ejército antes que ser crueles con los demás. Proclamaron su amor a Cristo en esta tierra y ahora gozan de la amistad de Cristo en la eternidad". 


San Pancracio. Año 304.

El doce de mayo se celebra también la fiesta de San Pancracio, un jovencito romano de sólo 14 años, que fue martirizado por declarase creyente y partidario de Nuestro Señor Jesucristo.

Dicen que su padre murió martirizado y que la mamá recogió en unos algodones un poco de la sangre del mártir y la guardó en un relicario de oro, y le dijo al niño: "Este relicario lo llevarás colgado al cuello, cuando demuestres que eres tan valiente como lo fue tu padre".

Un día Pancracio volvió de la escuela muy golpeado pero muy contento. La mamá le preguntó la causa de aquellas heridas y de la alegría que mostraba, y el jovencito le respondió: "Es que en la escuela me declaré seguidor de Jesucristo y todos esos paganos me golpearon para que abandonara mi religión. Pero yo deseo que de mí se pueda decir lo que el Libro Santo afirma de los apóstoles: "En su corazón había una gran alegría, por haber podido sufrir humillaciones por amor a Jesucristo". (Hechos 6,41).

Al oír esto la buena mamá tomó en sus manos el relicario con la sangre del padre martirizado, y colgándolo al cuello de su hijo exclamó emocionada: "Muy bien: ya eres digno seguidor de tu valiente padre".

Como Pancracio continuaba afirmando que él creía en la divinidad de Cristo y que deseaba ser siempre su seguidor y amigo, las autoridades paganas lo llevaron a la cárcel y lo condenaron y decretaron pena de muerte contra él. Cuando lo llevaban hacia el sitio de su martirio (en la vía Aurelia, a dos kilómetros de Roma) varios enviados del gobierno llegaron a ofrecerle grandes premios y muchas ayudas para el futuro si dejaba de decir que Cristo es Dios. El valiente joven proclamó con toda la valentía que él quería ser creyente en Cristo hasta el último momento de su vida. Entonces para obligarlo a desistir de sus creencias empezaron a azotarlo ferozmente mientras lo llevaban hacia el lugar donde lo iban a martirizar, pero mientras más lo azotaban, más fuertemente proclamaba él que Jesús es el Redentor del mundo. Varias personas al contemplar este maravilloso ejemplo de valentía se convirtieron al cristianismo.

Al llegar al sitio determinado, Pancracio dio las gracias a los verdugos por que le permitían ir tan pronto a encontrarse con Nuestro Señor Jesucristo, en el cielo, e invitó a todos los allí presentes a creer siempre en Jesucristo a pesar de todas las contrariedades y de todos los peligros. De muy buena voluntad se arrodilló y colocó su cabeza en el sitio donde iba a recibir el hachazo del verdugo y más parecía sentirse contento que temeroso al ofrecer su sangre y su vida por proclamar su fidelidad a la verdadera religión.

Allí en Roma se levantó un templo en honor de San Pancracio y por muchos siglos las muchedumbres han ido a venerar y admirar en ese templo el glorioso ejemplo de un valeroso muchacho de 14 años, que supo ofrecer su sangre y su vida por demostrar su fe en Dios y su amor por Jesucristo.

San Pancracio: ruégale a Dios por nuestra juventud que tiene tantos peligros de perder su fe y sus buenas costumbres.

11:39 p.m.

Laico

Martirologio Romano: En Varennes, de la región de Langres, Francia, san Gangulfo. ( 760)
San Gangulfo era un caballero de Borgoña que durante algún tiempo fue mayordomo de palacio en época de Pipino el Breve. Éste le profesaba mucho aprecio. Gangulfo se casó con una joven de alta dignidad, la cual le traicionó escandalosamente al cabo de muchos años de matrimonio. Como no consiguiese nada con sus exhortaciones, san Gangulfo se retiró discretamente a su castillo de Avallon (ciudad entre Auxerre y Autun), no sin dejar a su mujer bien provista de dinero. En dicho castillo se entregó el santo a la penitencia y al socorro de los pobres.

Según cuenta la leyenda, San Gangulfo murió asesinado por el amante de su esposa, a quien ésta había incitado a darle muerte una noche, en su propio lecho. La distribución de las reliquias del santo y la fama de sus milagros popularizaron, más tarde, su culto en Holanda, Bélgica y Saboya.

Let's block ads! (Why?)

11:39 p.m.

Por: . | Fuente: misa_tridentina.t35.com !! «Vidas de los santos», Alban Butler

Presbítero y Mártir

Martirologio Romano: En Bizancio, san Mocio, presbítero y mártir. ( inc.)
San Mucio era un sacerdote cristiano que fue martirizado en Constantinopla durante la persecución de Diocleciano, es decir, a inicios del siglo IV. Su culto data de muy antiguo. Esto es prácticamente todo lo que sabemos con certeza sobre él, pues sus «actas» son indudablemente espurias. En ellas se lee que san Mucio era un elocuente predicador en Anfípolis de Macedonia. Durante las fiestas de Baco, san Mucio destrozó el altar del dios y derribó por tierra los ex-votos. La muchedumbre le habría asesinado ahí mismo, si el procónsul no le hubiese arrestado. El tribunal le condenó a ser quemado vivo, pero el santo salió ileso de las llamas, junto con tres desconocidos, en tanto que el prefecto y los asistentes perecieron quemados. Entonces, el mártir fue enviado a Heraclea, donde sufrió la tortura de la rueda; después fue arrojado a las fieras, pero éstas no le hicieron daño alguno. Finalmente fue decapitado en Constantinopla.

El carácter novelesco de las actas no basta para echar por tierra la certeza sobre la existencia histórica del santo. Su culto antiquísimo está fuera de toda duda, y es cierto que existió en Constantinopla, a fines del siglo IV, una iglesia dedicada a San Mucio, construida tal vez por el emperador Constantino. Además, es prácticamente cierto que el antiguo martirologio sirio, de la misma época, menciona al santo, aunque su nombre está transformado en el de «Máximo», no sabemos por qué. También el Martyrologium Hieronymianum hace mención de San Mucio. El Nuevo martirologio Romano ha restituido la fecha a la propia del Sinaxario de Constantinopla.

Let's block ads! (Why?)

11:39 p.m.

Por: Lamberto de Echeverría, Bernardino Llorca y José Luis Repetto Betes | Fuente: AÑO CRISTIANO Edición 2004

Presbítero

Martirologio Romano: En el monasterio de Esterp, cerca de Limoges, en Francia, san Gualterio, presbítero, que fue superior de los canónigos, y educado desde su infancia en el servicio a Dios, resplandeció por su mansedumbre para con sus hermanos y por su caridad hacia los pobres. ( 1070)

Breve Biografía


Gualterio, Gautier o Walter era natural del castillo de Conflans en Aquitania, y debió nacer a comienzos del siglo XI, hijo de una familia principal. Llevado a educar a la escuela de Dorat, regentada por los canónigos regulares agustinos, el joven sintió el atractivo de la vida religiosa y pidió el ingreso en la misma comunidad, donde profesó los votos religiosos e hizo los estudios teológicos, siendo inmediatamente ordenado sacerdote.

Su comunidad pasó por diversas dificultades que trajeron consigo disgustos y divisiones, y huyendo de ellos Gualterio regresó a Conflans. Pero la comunidad canonical de L´Esterp, en el Limousin, conocedora de sus buenas cualidades, lo eligió su superior y Gualterio aceptó, yéndose a presidirla.

Muy pronto todos se hacían lenguas de las buenas cualidades del rector de L´Esterp, cuya piedad y celo apostólico atraían a muchas almas a confesar con él, ministerio para el que se mostró especialmente dotado. Tenía el don de saber decir palabras oportunas a los pecadores para moverlos a sincera penitencia y hacerles cambiar de vida y satisfacer por sus pecados. La fama del notable confesor llegó hasta la Santa Sede. El papa Víctor II le dio amplias facultades para poder absolver excomuniones y también para poder excomulgar a los Impenitentes, facultades que usó siempre en beneficio de las almas. Fue también en él sobresaliente la insigne caridad con que trataba a los pobres y los socorría, y con que continuamente trataba a todos y singularmente a sus compañeros de comunidad, cuya unidad la quería basada en el más puro amor fraterno.

Con un grupo de canónigos regulares de su comunidad hizo la peregrinación a Tierra Santa. Siete años antes de su muerte quedó ciego y llevó su limitación con gran paciencia y continuó trabajando en cuanto pudo. Murió el 11 de mayo de 1070. Enseguida comenzó a dársele culto.
 

AÑO CRISTIANO Edición 2004
Autores: Lamberto de Echeverría (†), Bernardino Llorca (†) y José Luis Repetto Betes
Editorial: Biblioteca de Autores Católicos (BAC)
Tomo V Mayo ISBN 84-7914-709-1

Let's block ads! (Why?)

5:24 p.m.

SAN MAYOLO DE CLUNY

ABAD




Hijo de Foquer, señor rico y poderoso en Provenza. Mayolo o también Mayeul nació en el año 906, en la pequeña villa de Valenzola. Sus padres murieron pronto, cuando Mayolo era aún muy joven. Pronto le ronda por la cabeza el pensamiento de abandonar sus muchas posesiones y retirarse a la soledad; pero antes de tomar esta determinación le obligan a salir de sus tierras los sarracenos que van haciendo incursiones desde España. Esta es la razón de refugiarse en Mâcon donde le conociera el obispo Bernon que le da la prebenda de un canonicato al ver sus buenas cualidades y disposiciones. Termina sus estudios en la entonces célebre escuela de Lyon de donde regresa para instruir en filosofía y teología al clero local, recibir el diaconado y ser nombrado arcediano, o sea, el primero del orden de los diáconos. Como el ministerio del diaconado lleva consigo preparar la mesa a los pobres, repartiéndoles las limosnas de la iglesia, su nuevo cargo le proporciona la ocasión de ejercitar la caridad limosnera de un modo poco común; de hecho, vende sus muebles, casas y tierras para repartirlos entre los más menesterosos, incrementando así las limosnas del obispo.


Quieren nombrarlo obispo de Besanzon a la muerte de Guifredo; pero se resiste y, temeroso de que se presenten otras ocasiones que no pueda declinar, se retira al claustro. Cluny la abadía recientemente fundada -en el 910, bajo la advocación de san Pedro apóstol y sometido a la autoridad del papa, por Guillermo, duque de Aquitania-, será su casa desde entonces, cuando su tercer abad es Aymardo. Se observa estrictamente la Orden de San Benito de Arriano. Allí le encargan de la biblioteca y le nombran apocrisario, una especie de legado para resolver asuntos fuera del convento y, de modo especial, los que se refieren a las relaciones con los nobles o los príncipes.

Pasa a ser abad de Cluny al quedarse Aymardo imposibilitado para el gobierno por la ceguera. Con el abad Mayolo es cuando la abadía más resplandece por su rectitud, disciplina y espíritu de reforma, volviéndose hacia ella los ojos de los príncipes, emperadores y papas.

La reforma propugnada por Cluny pasa a los monasterios de Alemania a petición del emperador Otón I y de la emperatriz Adelaida.

Las abadías de Marmontier de Turena, San German de Auxerre, Moutier-San-Juan, San Benito de Dijon y San Mauro de las Fosas, en las proximidades de París, conocen la reforma cluniacense en Francia. El mismo papa Benedicto VII encomienda al abad Mayolo la reforma del monasterio de Lerins.

Fue toda una labor apasionante y pletórica realizada sólo en diez años. Claro está que nada de esto hubiera podido realizarse con un espíritu pusilánime o sin oración, sin penitencia y sin su piedad recia que incluía el tierno amor a Santa María como queda expresado en sus peregrinaciones a los santuarios de Nuestra Señora de Valay y de Loreto.

No todos los trabajos fueron ad intra propiciando la reforma de los buenos. Tuvo también escarceos apostólicos y proselitistas con los infieles sarracenos durante el tiempo en que le tuvieron preso, en Pont-Ouvrier, y de quienes fue rescatado por una fuerte suma de dinero que pudo reunirse entre los frailes y con las ayudas de amigos y ricos nobles conocidos.

El emperador Otón II quiso que fuera elegido papa, pero topó con su firme negativa.

Cansado de trabajos y pensando que su misión estaba concluida, propone se elija a su fiel discípulo Odilón para sucederle y renuncia a ser abad. Pero, aunque anciano ya, le queda todavía una última aventura reformadora; fue Hugo, el fundador de la dinastía de los Capetos, quien le pide como rey de Francia que regrese a París para introducir la reforma en la abadía de san Dionisio; no supo negarse, se puso en camino y muere en el intento generoso de mejorar ese monasterio para bien de la Iglesia; en Souvigni, el 11 de Mayo del año 994, casi nonagenario, muere el reformador Mayolo, uno de los hombres más eminentes de la cristiandad del siglo X, organizador insigne que preparó el estallido de vitalidad del siglo XI. Su figura se presenta magnífica en la escena del siglo de hierro en un mundo que estaba en construcción. Además de extender la Orden de Cluny en influencia y prestigio para reformar el mundo cristiano, su obra se extiende a otros aspectos de la vida social: construye y restaura, favorece las letras e introduce las ideas cristianas en los gobiernos de Alemania, de Francia y de Italia y, además, es incapaz de contemplar a un necesitado sin derramar lágrimas.

La abadía de Cluny, el templo mayor del mundo hasta que en el siglo XVI se construyó en Roma la basílica de san Pedro, que llegó a ser uno de los más importantes centros religiosos, que preparó decisivamente el camino a la reforma gregoriana y que se convirtió en potente foco de radiación del románico europeo, está convertida hoy en un montón de ruinas sólo recuperadas para la posteridad en el papel y el diseño. Se cerró y arrasó en el 1790 por la Revolución francesa. Se entiende que no todas las revoluciones son respetuosas con la cultura, ni con el arte, ni con la historia o que quizá existan más interpretaciones de historia, de arte y de cultura.

Hermanos Franciscanos

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Con tecnología de Blogger.