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Mártir

Martirologio Romano: En Londres, en Inglaterra, beata Margarita Pole, madre de familia y mártir, que, siendo condesa de Salisbury y madre del cardenal Reginaldo, fue decapitada en la cárcel de la Torre de Londres en tiempo del rey Enrique VIII por haber desaprobado su divorcio, encontrando así reposo en la paz de Cristo. ( 1541)

Breve Biografía

«Creo en la Iglesia, que es una. Esto, que manifestamos en la profesión de fe, tiene su fundamento último en Cristo, en el cual la Iglesia no está dividida (1 Cor 1,11-13)», afirma el papa Juan Pablo II en su carta apostólica Novo millennio ineunte, 48, escrita al concluir el Gran Jubileo del año 2000 y comenzar un nuevo milenio.
Y continúa afirmando:

«Como Cuerpo suyo [de Cristo], en la unidad obtenida por los dones del Espíritu, [la Iglesia] es indivisible La realidad de la división se produce en el ámbito de la histona, en las relaciones entre los hijos de la Iglesia, como consecuencia de la fragilidad humana para acoger el don que fluye continuamente del Cristo Cabeza en el Cuerpo místico»

En este ámbito histórico de «fragilidad humana», en el que se produjo la división de la Iglesia con el llamado Cisma anglicano, se sitúa la vida de la Beata Margarita Poleo O mejor, su existencia se inscribe entre la de aquellos que, por «acoger el don que fluye continuamente de Cristo», cabeza de la única e indivisible Iglesia, ofrecieron su vida, hasta entregarla en martirio, para evitar que la fractura histórica desfigurara en el tiempo el rostro de la única esposa del Señor.

Margarita, «la última Plantagenet», nació el 14 de agosto de 1473 en Castle Farley, cerca de Barth, en Wiltshire, y pertenecía a la Vieja Casa Real Inglesa. Era hija de Jorge Plantagenet, duque de Clarence -hermano de los reyes Eduardo IV y Ricardo III de Inglaterra-, y de Isabel Neville, hija mayor del conde Edmundo de Warwick, quien en 1499, bajo Enrique VII, pagó con su vida ser el último representante masculino de la línea de York.

Perdió la madre cuando contaba tres años de edad y aún no había cumplido cinco cuando falleció también el padre, por lo que debió ser educada junto a los hijas de su tío el rey Eduardo IV, en el palacio de Shene.

En 1491, a los 18 años, el entonces rey Enrique VII la prometió en matrimonio a Sir Richard Pole, cuya madre, Edith St. John, era medio hermana de la madre del rey, Margaret Beaufort, y él hombre de confianza suyo hasta el punto de haberle encargado el cuidado de su primogénito, Arturo. Se celebró la boda el 22 de septiembre de 1494. Pero Margarita quedó viuda muy pronto, en 1505, con no demasiados recursos económicos y con cinco hijos pequeños que cuidar: Enrique, futuro Lord Montague; Godofredo; Arturo; Reginaldo, nacido en 1500, que llegó a ser cardenal en 1536, legado pontificio en 1553 y finalmente Arzobispo de Canterbury (1555-1558), y Úrsula, que se
Casaría con Enrique, Lord Stafford.

Al subir al trono el Joven rey Enrique VIII, que consideraba a su tía Margarita Pole la mujer más santa de Inglaterra, le restableció la posesión de todos los derechos de la familia, que le habían sido confiscados en 1499 a causa de la condena a muerte de su hermano Eduardo y, revocando los derechos del príncipe Arturo, el fallecido hermano mayor del rey, la hizo condesa de Salisbury el 14 de octubre de 1513, dándole posesión de los antiguos dominios de esta casa. Fue también dama de la corte de la rema Catalina de Aragón, ruja de los Reyes Católicos, que, casada primero con el príncipe Arturo y viuda de éste, había contraído matrimonio con el hermano del prematuramente fallecido
Príncipe, el rey Enrique VIII.

Entonces los hijos de los reyes no solían crecer junto a sus padres, empleados en el gob1erno y en los asuntos cortesanos; se les dotaba de una casa con buenos tutores y personas de servicio que cuidaban adecuadamente de ellos. Como prueba de afecto, en 1516 Enrique VIII y su esposa Catalina de Aragón confiaron a Margarita Pole la educación de su hija la princesa María -futura rema María Tudor-, de quien fue madrina de bautismo y de confirmación, y a quien ella cuidó como si fuera su propia hija. La condesa de Salisbury Margarita Pole, fue honrada con un lugar muy destacado en su casa, y era frecuente que la rema Catalina de Aragón se comunicase con su ruja María a través de ella.

En las primeras décadas del sig1o XVI, la Iglesia estaba viviendo en toda Europa, y especialmente en Alemania, una situación muy crítica. Precisamente entre 1513 y 1518, el joven doctor en teología y profesor de la Universidad de Wittemberg, Martín Lutero, que había sido ordenado sacerdote en 1507 y pertenecía a la Orden de San Agustín, se estaba planteando en sus clases la autoridad única de la Sagrada Escritura, el tema de la justificación y la cuestión de las indulgencias, concretadas en 95 tesis, que dio a conocer para ser discutidas en ambientes académicos. Aunque esto no tuvo lugar, su difusión por gran parte de Europa llegó también a Inglaterra, siendo enviadas en 1518 a Tomás Moro por su arrugo Erasmo de Rotterdam, creando defensores y adversarios. Estaban en juego, en realidad, la autoridad del Papa, la eficacia de los sacramentos y la naturaleza de las indulgencias, que dividían a los cristianos tanto en el aspecto doctrinal como en las implicaciones políticas que estos temas conllevaban. Clarificadas las opiniones y posturas, en torno a 1530 la situación era muy tensa entre protestantes y católicos, y el emperador Carlos V de Alemania -rey Carlos I de España- estaba haciendo todo lo posible para evitar un verdadero cisma o división dentro de la Iglesia. En realidad se había ido deslizando el centro de gravedad de los problemas de fe a los de la estructura y formas de la Iglesia, adquiriendo clara versión política lo que había empezado como una cuestión doctrinal para ser tratada en las aulas. La poca formación teológica del pueblo favoreció también que las decisiones de sus dirigentes políticos o religiosos fueran colectivamente asumidas.

Para defenderse del emperador católico que actuaba a favor del Papa, los príncipes protestantes constituyeron en 1531 la llamada «Liga de Esmalcalda», que no sólo unía a los alemanes rebeldes a Carlos V, sino que contaba con el apoyo de Francia, Dinamarca e Inglaterra, no siempre en buenas relaciones con la sede romana. Concretamente, ya desde el siglo XIV se habían suscitado algunas tensiones entre el Parlamento Inglés y la autoridad del Papa, abriendo cauces de opinión hacia una Iglesia nacional, desvinculada de Roma. No obstante, a pesar del sentimiento anti-romano existente, la separación de Inglaterra se debió más bien a una acción personal del rey Enrique VIII, que ejercía un dominio casi absoluto sobre sus súbditos.

Enrique VIII, que ostentó la corona de Inglaterra entre 1509 y 1547, al ser hijo segundo de Enrique VII había sido educado para la carrera eclesiástica, reservando la sucesión real para el príncipe Arturo, su hermano mayor. Pero la muerte prematura de éste había elevado al trono a Enrique, Siendo aún muy joven de edad. Dada su preparación religiosa, pronto dictó algunas disposiciones para mejorar la formación teológica del clero y, decididamente opuesto a los seguidores de Martín Lutero, se colocó aliado del emperador Carlos V, sobrino de su esposa Catalina de Aragón, incitándole a que rompiese con el reformador. Incluso escribió la Assertio Septem Sacramentorum, obra en la que se oponía a la negación de los sacramentos hecha por los protestantes, y la dedicó al Papa «como signo de su fe y su amistad». En este libro afirmaba sin equívocos que «da Iglesia entera está sometida no solamente a Cristo, sino al único representante suyo, el papa de Roma». Todo ello le valió el título de defensor fidei, otorgado por el papa en 1521.

No obstante esto, su deseo de reforma de la Iglesia a veces respondía al propio interés, por lo que, para lograrla, parecía dispuesto incluso a prescindir del papado, igual que otros príncipes contemporáneos. Pero, a la altura de 1527, se había ido sumando otro motivo particular que le alejaba de Roma: su asunto matrimonial.

Como ya hemos indicado, al poco de subir al trono, Enrique VIII se había casado con Catalina de Aragón, tía del emperador Carlos V, después de que ésta enviudara del heredero Inglés, Arturo, que falleció siendo muy joven. Para este matrimonio, Enrique había obtenido en 1503 dispensa del Papa del Impedimento de afinidad, por haber sido ella mujer de su hermano mayor. Pero se había creado una situación difícil de resolver:
De los cinco hijos de Enrique VIII y Catalina de Aragón, sólo sobrevivió María, confiada al cuidado de la condesa Margarita Pole, con lo cual la sucesión al trono comenzaba a plantearse como un verdadero problema, ya que en Inglaterra nunca habían gobernado las mujeres. A ello se añadió el enamoramiento del rey de Ana Bolena, dama de la corte, que podría procurarle un heredero varón.

Así las cosas, el rey pensó en la posible nulidad del matrimonio con su esposa Catalina de Aragón, alegando que la Escritura prohibía casarse con la mujer del hermano (Lev 18,16), lo cual invalidaría la dispensa papal de 1503. Sin embargo, no le inquietaba que también la Escritura ordenase el matrimonio levítico (Dt 25,5; Mt 22,24), y que así mismo estuviera emparentado con Ana Bolena, aunque ilegítimamente, por haber sido amante e una hermana suya.

Ante estos planes, que comenzaban a hacerse efectivos, Enrique encontró la oposición de la autoridad eclesiástica, y en 1527 el canciller y cardenal Wosley y el arzobispo de Canterbury William Warham (1503-1533) le citaron a juicio por vivir incestuosamente. Considerando que la instancia competente para decidir era Roma, enviaron allí un legado con este fin, obteniendo del papa Clemente VII (1523-1534), que entonces estaba en guerra con el emperador, la dispensa del parentesco ilegítimo con Ana Bolena, en el caso de que el matrimonio con Catalina de Aragón no fuera válido. Era un modo de zanjar la Cuestión sin definirse con claridad, a la espera de que el rey abandonase su pretensión. Pero ante la insistencia de Enrique VIII, el Papa envió a Inglaterra en 1528 como legado suyo al cardenal Campeggio, quien, junto con el cardenal Wosley, inició un proceso en 1529. Catalina de Aragón no lo aceptó y apeló al Papa que, entretanto, había concertado la paz con el emperador. A instancias de éste, el papa Clemente VII suspendió los poderes de ambos cardenales y trasladó el proceso al fuero romano, Con notorio desagrado del rey. El canciller y cardenal Wosley cayó en desgracia, y le sucedió como lord canciller el conocido humanista Tomás Moro, también adversario de tan enojoso asunto matrimonial, y que, no obstante, intentó algunas consultas y mediaciones para evitar la separación de la Iglesia de Inglaterra. Ante las instancias del rey, en 1531 el papa Clemente VII prohibió a Enrique VIII que celebrase un nuevo matrimonio hasta que no concluyera la investigación. Pero, dispuesto a continuar con sus planes, el rey cayó bajo la influencia de Tomás Cromwell, miembro del Parlamento y gran político, quien le aconsejó separarse de Roma, como habían hecho los príncipes alemanes.

En una asamblea general del clero, Enrique VIII consiguió una declaración de que él era la cabeza suprema de la Iglesia en Inglaterra, con lo que la pretendida Iglesia nacional y el humanismo de tendencia anti-romana parecían confabularse para poner las bases hacia el cisma anglicano, modalidad local de la Reforma protestante en Europa.

Tras la muerte del anciano arzobispo de Canterbury William Warham, el rey nombró para sustituirle a Tomás Cranmer (1533-1555), quien, vinculado con el protestantismo alemán, había contraído matrimonio en secreto. En esta situación, el lord canciller Tomás Moro decidió retirarse para evitar ser cómplice del rey en su camino hacia el cisma, siendo sustituido por Audeley. Con ello, el gobierno espiritual y temporal-arzobispo primado, lord canciller- quedaba en manos de personas proclives al protestantismo, simpatizantes de la Liga de Esmalcalda y absolutamente fieles al rey.

En enero de 1533 el arzobispo Cranmer casó al rey con Ana, declarando después nulo el matrimonio con Catalina y válido el que acababa de celebrar. El 1 de julio fue coronada Ana Bolena y en septiembre nació Isabel, que habría de ser reina de Inglaterra. El papa declaró no válido el nuevo matrimonio, pero hasta 1534 no dio el dictamen final, que reconocía como único legítimo el celebrado con Catalma de Aragón. La censura canónica de excomunión afectaba a Ennque VIII, Ana Bolena y al arzobispo Cranmer, con lo que el rey llevó a cabo la ruptura con Roma. El «Acta de supremacía» votada por el Parlamento Inglés en noviembre de 1534 declaraba que el rey y sus sucesores eran la autoridad suprema de la Iglesia en Inglaterra, hecho que no encontró, en general, oposición en el clero, bastante sometido ya desde antes a la autoridad estatal, ni en el pueblo, con poca formación religiosa.

Muy pocos tuvieron la valentía de no aceptar el «Acta de supremacía», entre ellos el obispo Juan Fisher y el antiguo lord canciller Tomás Moro. Ambos fueron encarcelados y después cruelmente ejecutados. También se negaron a Jurarla numerosos religiosos y varios monasterios, cuyos monjes -algunos centenares- corrieron la misma suerte de la prisión y el martirio. En el norte, hubo también un intento de rebelión campesina, la «peregrinación de gracia», que no se oponía al «Acta de supremacía», pero sí al modo de proceder de las autoridades civiles contra los monasterios, las imágenes sagradas y las reliquias.

La condesa Margarita Pole, siempre considerada como una mujer santa, de profunda y arraigada fe, con gran fortaleza y acostumbrada a sufrir, vivió esta tortuosa historia del rey valientemente cercana a Catalina de Aragón y a su luja María, desaprobando sin paliativos el matrimonio con Ana Bolena. Su sentido de Iglesia y su fidelidad al Papa le impedían también aceptar la posible ruptura con Roma, aun reconociendo las evidentes limitaciones y necesidad de reformas en la vida eclesial. Además, su lujo Reginaldo Pole se manifestó con toda claridad en el mismo sentido, lo cual no la favorecía después a ella. Reginaldo era muy apreciado por Catalina de Aragón y lo había sido también por Enrique VIII, quien le había enviado a estudiar a Oxford y a Padua, de donde volvió a los 27 años con brillante Reputación, ocupando después cargos eclesiásticos hasta llegar a ser arzobispo de York. Pero, tras una dlscusión con el rey, que en vano intentó ganarle para su causa, Reginaldo prefirió marcharse de Inglaterra.

Margarita pudo permanecer algún tiempo junto a María, que llevaba dos años separada de su madre. Pero cuando el rey ordenó a su hija que renunciara a su título de princesa y ella se negó, comenzó a temer que la condesa de Salisbury (Margarita Pole), vieja amiga y admiradora de Catalina, fortaleciera los propósitos de María de no someterse a los deseos de su padre, especialmente en lo concerniente al status de su madre y de ella. Por esto y, sobre todo, por su abierta oposición a la conducta de Enrique VIII en su matrimonio y frente al Papa, Margarita no pudo evitar caer en desgracia y en 1533 el rey la exoneró del cuidado de su hija María y la obligó a abandonar la corte. María estaba viviendo en New Hall, en Essex, y en octubre una comisión del rey le quitó su casa, quedando poco después, en 1534, desposeída de todos sus bienes.

Margarita Pole había insistido en ayudar, incluso económicamente, a que María tuviera su propia independencia, como escribía Chapuys al Emperador el 16 de diciembre de 1533, expresando también el modo de ser de la condesa:

«Una señora de virtud y de honor como no hay otra en Inglaterra se ha ofrecido a servir a la princesa a su propia costa, pero esto no ha sido aceptado para evitar que tuviera poder sobre ella»,

María se vio obligada por su padre a integrarse en la casa de la nueva y «única» princesa de Inglaterra, su pequeña medio hermana Isabel, hija de Ana Bolena. Así empezó María, que permaneció siempre católica, sus días de absoluta miseria, considerada bastarda ante el nuevo y reconocido matrimonio del rey, y Margarita Pole, que nunca dejó de quererla y de rezar por ella y por su atormentada madre y su causa, tuvo que desaparecer del círculo de Enrique VIII. Para María, de 18 años de edad, fue muy duro verse tan relegada, pero lo fue todavía más haberla apartado de Margarita.

Reginaldo Pole se había alejado de Inglaterra, pero su madre estaba todavía al alcance del rey. Aunque la condesa de Salisbury no tenía ya contactos con María ni con Catalina, afectiva y espiritualmente estaba cercana a ellas, y había sido testigo de toda su historia, por lo que era considerada como una amenaza para él y su nueva línea de descendencia sin su hija María. Para evitar este peligro, en la primavera de 1536 Enrique VIII y Cromwell pidieron a Reginaldo Pole que regresara a Inglaterra, con la intención de persuadirle a que se pusiera de parte de ellos. Esperaban su retorno al menos para apoyar a su madre, quien, a pesar de superar los 60 años de edad, había sido alejada de la casa real y privada de todos sus bienes.

Ese mismo año 1536, después de la caída de Ana Bolena, Margarita Pole fue incorporada de nuevo a la corte, pero sin llegar a conseguir el favor del rey. Es más, éste se enfureció fuertemente contra ella al saber que Reginaldo había sido llamado a Roma por el papa Pablo III y lo había elevado a la categoría de cardenal. Y se encolerizó más aún, cuando en 1540 le envió su tratado Pro ecclesiasticae unitatis defensione («En defensa de la unidad de la Iglesia»), como contestación a las preguntas que Cromwell y otros le habían hecho en nombre del rey. Además de responder teológicamente a las cuestiones formuladas, el libro era una abierta denuncia a la conducta de Enrique VIII. Éste puso el grito en el cielo, y pronto se hizo evidente que, no estando a su alcance el autor de la defensio, la ira real se cebaría en los rehenes presentes en Inglaterra, y ello a pesar de que la condesa y su hijo mayor habían escrito a Reginaldo reprobándole su modo de expresarse.

El hecho de que el cardenal Pole rehusara volver a Inglaterra y la anécdota de haber encontrado en la casa de su madre un escudo que entrelazaba el pensamiento -flor característica de la Familia Pole- con una de las flores que usaba como símbolo María
Tudor, desencadenó nuevamente la furia del rey, y el 3 de noviembre de 1538, dos de los hijos de Margarita Pole y algunos se sus familiares fueron arrestados con el cargo de alta traición, aunque Cromwell había escrito antes al rey diciendo que «apenas le habían ofendido, y que no tenían otro delito que ser parientes de sangre del cardenal». Fueron encarcelados en la Torre de Londres y en enero, excepto Godofredo Pole, brutalmente ejecutados.

Aunque Enrique VIII había dicho alguna vez de la condesa Margarita Pole que «la amaba y honraba como si fuera su propia abuela», el 13 de noviembre de 1538, diez días después que a sus hijos, ordenó arrestar a la venerable anciana en su casa de Warblington, junto a Havant, en Hampshire. Allí fue ampliamente interrogada en nombre del rey por el conde De Southampton, William Fitzwilliam, y por el obispo de Ely, Tomás Godrich. Al día siguiente escribían a Cromwell:

«Seguramente no se ha visto ni oído a mujer tan honrada, tan firme en su compostura y tan precisa lo mismo en sus gestos que en sus palabras, que se maravilla uno de verla En sus contestaciones y declaraciones así se ha comportado, con sinceridad pura y justa de su parte, de modo que nos ha convencido de que una de dos o sus hijos no la han hecho participe de sus pensamientos mas profundos, o ella es la traidora mas grande que jamás haya existido Ahora que le hemos quitado todo lo que tiene, y que le hemos comunicado el pensamiento del rey, como está arrestada, esperamos que pueda decir algo, al encontrarse desposeída»

A continuación, desde su casa de Warblington la llevaron prisionera a Cowdray Park, cerca de Midhurst, y la recluyeron en la casa del conde de Southampton, Willlam Fltzwilllam, donde fue sometida a todo tipo de vejaciones. Dos días después, informaban a Cromwell:


«Hemos quitado todo a la Señora de Salisbury y la hemos llevado a Cowdray y cuando pensabamos, como dijimos en la carta antenor, que al quitarle todo quizás confesara algo, tenemos que decir que, desde que llegamos aquí, después de intentarlo de todos los modos posibles, no hemos conseguido nada [ ] Podemos llamarla un varon fuerte y firme, mas que una mujer. Ante todos nuestros intentos, siempre se ha mostrado honrada, valerosa y correcta que mas no puede ser. Tanto que pensamos que, a pesar de que hemos usado toda nuestra industria y diligencia para presionarla a que dijera más y hemos empleado mucho tiempo sin conseguirlo, hemos decidido presentarnos al Rey y no trabajar mas de momento»

En Cowdray estuvo seis meses, sometida a las afrentas más grotescas. Mr. Gairdner la trató «con descortesía bárbara». El 12 de abril de 1539 Cromwell escribía al rey para decirle que no habían sido capaces de encontrar algo de qué acusarla, y que la Condesa y su familia »no le han ofendido más que en ser parientes del cardenal». Ante esta dificultad, Cromwell consultó a los jueces sI una persona acusada de traición podía ser condenada a muerte sin previo juicio o confesión. Esta propuesta tan sin sentido encontró rechazo incluso por parte de los más fieles a Enrique VIII. Le contestaron que sería un precedente peligroso, que ningún tribunal se avendría a un proceso tan ilegal, pero que la Corte del Parlamento era suprema y que su decisión se aceptaría como ley. Es el camino que se decidió seguir.

El bill of attainder, o «Acta de condena», no se presentó a los Lores hasta el 10 de mayo, para dar tiempo a añadir otros nombres. Figuran en ella 16 personas, algunas de las cuales ya habían sido ejecutadas. Las dos primeras lecturas se pasaron en un solo día, sin posibilidad de defensa ni examen de testigos, y en la tercera, Cromwell presentó una túnica de seda blanca, encontrada en uno de los cofres de la condesa, que llevaba bordadas las cinco llagas, signo que el rey pretendió hacer creer que la vinculaba con las revueltas del norte llamadas «peregrinación de Gracia», por lo que «se había hecho acreedora de muerte por orden del Parlamento». Los otros cargos aducidos contra ella, a los cuales no le fue permitido responder, tenían que ver con que se le encontraron bulas del Papa, que había mantenido correspondencia son su hijo y que había prohibido a sus sirvientes tener el Nuevo Testamento y otros libros publicados por la autondad real. Los Comunes se mostraron tan dispuestos como los Lores a aceptar esta condena, finalmente aprobada el 29 de Junio de 1539. Este mismo día trasladaron a Margarita desde Cowdray a las prisiones de la Torre de Londres, para esperar allí la ejecución de la sentencia.

Ante esta noticia, el cardenal Pole escribía el 22 de septiembre al cardenal Contarini:

«He oído que a mi madre la han condenado por concilio publico a morir, o mejor, a la vida eterna No solamente han condenado a una mujer de 70 años con la que el rey estaba muy relacionado y de la que él mismo había dicho que no había mujer mas santa en todo el reino. También ha condenado a su ahijado, el hijo de mi hermano, la unica esperanza de nuestra familia. Mira hasta donde ha llegado esta tiranía, que empezó con sacerdotes, siguió con nobles, destruyendo a los mejores, y al final ha alcanzado a las mujeres y a los niños».

No la ejecutaron de momento, esperando que el rey la perdonara. Pero sí padeció todo género de carencias y agravios durante los casi dos años que permaneció allí prisionera, teniendo que soportar, además, un clima muy severo con insuficiente vestido. Todo ello, digna y pacientemente soportado, la preparó, sin duda, para recibir la gracia del martirio.

No hubo más proceso, m posibilidad de defensa, ni otra sentencia que la dictada por el Parlamento hacía dos años. Margarita Pole, última representante de la rama directa de los Plantagenet, fue decapitada en la mañana del 28 de mayo de 1541, cuando contaba casi 68 años de edad, en East Smithfield Green, en la Torre de Londres, cerca de las estancias donde estaba recluida.

Hay distintas versiones, que se complementan entre sí, de los últimos momentos de esta mujer ya anciana, frágil de salud y de baja estatura, aunque fuerte en su fe y siempre fiel a la Iglesia Católica y a su conciencia, a pesar de los ultrajes y vejaciones que por ello tuvo que sufrir. Algunos la presentan resistiéndose a la injusticia que con su muerte se iba a cometer, y proclamando abiertamente su inocencia, como la balada contemporánea que pone estas palabras en boca de Margarita:

«Los traidores encaminados al patíbulo tienen que morir; yo no soy una traidora, no. ¡Yo no! Mi fidelidad es patente, así que no marcharé hacia el tronco. No daré un paso, como veréis. ¡Cristo, en tu míserlcordja, sálvame!».

Otros dicen que se dirigió con toda dignidad y fortaleza desde su celda al lugar donde había de ser decapitada, diciendo solamente que no sabía por qué crimen se la estaba condenando.

No fue decapitada en un patíbulo, sino sobre un tronco de madera. Parece que, en ausencia del verdugo oficial, el joven encargado de cumplir la sentencia tuvo dificultades para manejar la pesada y dura hacha con que había de sacrificarla, y que, al haber fallado algunos golpes, endureció de modo terrible el ya crudelísimo martirio, ante el espanto del grupo de unas 120 personas que asistían al espectáculo, presidido por el alcalde mayor de Londres. Lo cierto es que Margarita Pole, condesa de Salisbury, murió decapitada de una manera brutal, pero sin perder la dignidad propia de su linaje y de su fe, y con lúcida conciencia de la verdadera causa que la había conducido a tan feroz martirio. Fue enterrada en la capilla de San Pedro ad Vincula, dentro de la Torre de Londres.

Marillac, embajador de Francia, escribía al rey Francisco I el 29 de mayo:

«Para empezar, un caso que más merece compasión que largas cartas. La condesa de Salisbury fue decapitada ayer por la mañana, hacia las 7, en una esquina de la Torre, en presencia de tan poca gente que hasta la tarde se dudó si había sido verdad. Era difícil de creer porque había estado en prisión mucho tiempo [...] La manera de proceder en su caso parece indicar que teman miedo de matarla públicamente y la ejecutaron en secreto»

Al llegar a oídos del cardenal Pole la historia de la muerte cruel y grotesca de su madre, con los terribles detalles que la acompañaron, comentó que «nunca temería llamarse hijo de una mártir» Y más tarde escribía al cardenal S. Marcellus que «si su propia muerte trajera como consecuencia la salvación del rey, voluntariamente se ofrecería».

Cuando doce años después subió al trono María Tudor, la hija de Enrique VIII y Catalina de Aragón, sucediendo en 1553 a su medio hermano Eduardo VI, estaba decidida a restablecer el catolicismo en Inglaterra, para lo que solicitó la ayuda de su primo el cardenal Pole, quien fue enviado por el Papa como legado suyo con este fin. Tardó algunos meses en llegar y, ya en Inglaterra, actuó con notoria prudencia y discreción, perdonando a quienes habían apoyado a Enrique VIII y promovido el cisma anghcano. El matrimonio de María en 1554 con el príncipe heredero de España -el futuro rey Fehpe II- favoreció también la solemne readmisión de Inglaterra en la Iglesia católica el 30 de noviembre de ese mismo año 1554, Vigorosamente propiciada por el cardenal. Pero, aunque el Parlamento aceptó la reconciliación con Roma, y aunque se persiguió duramente a los protestantes, el estado religioso del país no era favorable a este cambio, pues el pueblo estaba desorientado o indiferente ante tanta lucha y tanta violencia. La muerte temprana de María Tudor en 1558, y la del cardenal Pole con pocos días de diferencia, impidieron la consolidación del catolicismo. Su medio hermana y sucesora Isabel I (1558-1603), aunque se había declarado católica durante el remado de María Tudor, anuló pronto la restauración de la Iglesia católica en Inglaterra, afirmándose el anglicanismo a partir de la bula de excomunión Regnans in excelsis, del 25 de febrero de 1570, del papa Pío V. Así quedó consolidado un cisma que se prolonga hasta la actualidad.

«En esta perspectiva de renovado camino posjubilar –afirma Juan Pablo II en el Citado numero 48 de la carta apostólica Novo millennio ineunte- se ha de cultivar el dialogo ecuménico con los hermanos y hermanas de la Comunión anglicana y de las Comunidades eclesiales nacidas de la Reforma. La confrontación teológica sobre puntos esenciales de la fe y de la moral Cristiana, la colaboración en la candad y, sobre todo, el gran ecumenismo de la santidad, con la ayuda de Dios, producirán sus frutos en el futuro».

Este «ecumenismo de la santidad» es el que aporta hoy la destacada, valerosa y coherente mujer Margarita Pole, cuya memoria ha permanecido bien viva en Inglaterra y fuera de este país, acompañada siempre por su merecida fama de santidad y heroico martirio. Su retrato puede admirarse en la National Portrait Gallery de Londres.

E12 de febrero de 1886 el papa León XIII beatificó, confirmando su culto, a un numeroso grupo de mártires ingleses, correspondientes todos al mismo momento histórico. Los primeros nombrados en el Decreto, Passi sub Henrico Rege, son: Ioannes Fisber, Episcopus Roffensis, S.RE. Cardinalis - Tbomas More, Angliae Cancellarius - Margarita Pole, Comitissa Salisburiensis, Cardinalis Pole mater.
 

VIDAS DE LOS SANTOS Edición 1965
Autor: Alban Butler (†)
Traductor: Wilfredo Guinea, S.J.
Editorial: COLLIER´S INTERNATIONAL - JOHN W. CLUTE, S. A.

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Por: . | Fuente: OP.org.ar

Religiosa Dominica

Nació en Florencia en 1514. Después de rechazar el matrimonio fue víctima de una enfermedad misteriosa que la tuvo inmovilizada en el lecho durante cuarenta y cinco años, con fortísimos ataques dolorosos, tanto que le fue administrada ocho veces la unción dé los enfermos.

Fue el sufrimiento físico el arma con que Dios se, sirvió para, cincelar su santidad. A los treinta y tres años, en 1547, pasa a formar parte de la Orden seglar de santo Domingo. Su apostolado eficacísimo lo realizó con la aceptación gozosa de sus sufrimientos, con las cartas que escribió y con su palabra de consejo.
La paciencia con que soportó su difícil enfermedad creó en tomo a ella una estimación unánime de santidad y muchos vinieron a ella en busca de consejo, y oraciones.

Estuvo muy relacionada con el monasterio carmelitano de Santa María de los Ángeles en Florencia y a su muerte, el 28 de mayo de 1577, fue enterrada en este monasterio y allí se venera su cuerpo incorrupto. Santa María Magdalena de´ Pazzi, que vivió del 1566 a 1595 y fue monja de ese monasterio, atribuyó su curación a la intercesión de la beata María Bartolomea.

Su culto fue aprobado por Pío VII el 11 de julio de 1804.

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Obispo

Martirologio Romano: En París, en la Galia, san Germán, obispo, que habiendo sido antes abad de San Sinforiano de Autún, fue llamado a la sede de esta ciudad, donde, conservando el estilo de vida monástico, ejerció una fructuosa cura de almas ( 576).

Breve Biografía


Gran parte de su vida la conocemos por el testimonio de su colega el obispo Fortunato que asegura estuvo adornado del don de milagros.

Nació Germán en la Borgoña, en Autun, del matrimonio que formaban Eleuterio y Eusebia en el último tercio del siglo V. No tuvo buena suerte en los primeros años de su vida carente del cariño de los suyos y hasta estuvo con el peligro de morir primero por el intento de aborto por parte de su madre y luego por las manipulaciones de su tía, la madre del primo Estratidio con quien estudiaba en Avalon, que intentó envenenarle por celos.

Su pariente de Lazy con quien vive durante 15 años es el que compensa los mimos que no tuvo Germán en la niñez. Allí sí que encuentra amor y un ambiente de trabajo lleno de buen humor y de piedad propicio para el desarrollo integral del muchacho que ya despunta en cualidades por encima de lo común para su edad.

Con los obispos tuvo suerte. Agripin, el de Autun, lo ordena sacerdote solucionándole las dificultades y venciendo la resistencia de Germán para recibir tan alto ministerio en la Iglesia; luego, Nectario, su sucesor, lo nombra abad del monasterio de san Sinforiano, en los arrabales de la ciudad. Modelo de abad que marca el tono sobrenatural de la casa caminando por delante con el ejemplo en la vida de oración, la observancia de la disciplina, el espíritu penitente y la caridad.

Es allí donde comienza a manifestarse en Germán el don de milagros, según el relato de Fortunato. Por lo que cuenta su biógrafo, se había propuesto el santo abad que ningún pobre que se acercara al convento a pedir se fuera sin comida; un día reparte el pan reservado para los monjes porque ya no había más; cuando brota la murmuración y la queja entre los frailes que veían peligrar su pitanza, llegan al convento dos cargas de pan y, al día siguiente, dos carros llenos de comida para las necesidades del monasterio. También se narra el milagro de haber apagado con un roción de agua bendita el fuego del pajar lleno de heno que amenazaba con arruinar el monasterio. Otro más y curioso es cuando el obispo, celoso que de todo hay por las cosas buenas que se hablan de Germán, lo manda poner en la cárcel por no se sabe qué motivo (quizá hoy se le llamaría «incompatibilidad»); las puertas se le abrieron al estilo de lo que pasó al principio de la cristiandad con el apóstol, pero Germán no se marchó antes de que el mismo obispo fuera a darle la libertad; con este episodio cambió el obispo sus celos por admiración.

El rey Childeberto usa su autoridad en el 554 para que sea nombrado obispo de París a la muerte de Eusebio y, además, lo nombra limosnero mayor. También curó al rey cuando estaba enfermo en el castillo de Celles, cerca de Melun, donde se juntan el Yona y el Sena, con la sola imposición de las manos.

Como su vida fue larga, hubo ocasión de intervenir varias veces en los acontecimientos de la familia real. Alguno fue doloroso porque un hombre de bien no puede transigir con la verdad; a Cariberto, rey de París el hijo de Clotario y, por tanto, nieto de Childeberto, tuvo que excomulgarlo por sus devaneos con mujeres a las que va uniendo su vida, después de repudiar a la legítima Ingoberta.

El buen obispo parisino murió octogenario, el 28 de mayo del 576. Se enterró en la tumba que se había mandado preparar en san Sinfroniano. El abad Lanfrido traslada más tarde sus restos, estando presentes el rey Pipino y su hijo Carlos, a san Vicente que después de la invasión de los normandos se llamó ya san Germán. Hoy reposan allí mismo y se veneran en una urna de plata que mandó hacer a los orfebres el abad Guillermo, en el año 1408.


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11:28 p.m.

Por: . | Fuente: SantieBeati.it

Obispo

Martirologio Romano: En Wurzburgo, de Franconia, en Alemania, san Bruno, obispo, que reconstruyó la iglesia catedral, reformó el clero y explicó al pueblo las Sagradas Escrituras (1045).

Etimológicamente: Bruno = Aquel que es de piel oscura, es de origen germánico.

Hijo del duque Conrado I y de Matilde de Suevia, pariente del papa Gregorio V y de los emperadores Conrado II y Enrique III, estuvo al frente de la cancillería imperial romana de 1027 a 1034. Obispo de Würzburg de 1034 a 1045.

Reconstruyó la catedral, preocupado por la instrucción del clero, escribió «Expositio in psalmos» comentando cada salmo, con textos de san Agustín y Casiodoro; «Comentario al Cantar de los cantares»; «Comentario al Padrenuestro».

Nadie entendía de dónde sacaba el tiempo el obispo, porque además acompañó en 1040 al emperador Enrique III por Alemania.

En 1042 dedicó muchas horas a conseguir que Inés de Poitou, hija del rey Guillermo de Aquitania, se casara con Enrique III.

En 1045 le acompañaba en una expedición contra Hungría, que resultó fatal. Llegados a Persenberg a orillas del Danubio, se alojaron en el castillo de la condesa Reichilde.

Un día mientras comían, el pavimento se vino abajo: hubo muertos y heridos, entre ellos Bruno. Que murió una semana después, tras una semana de auténtico purgatorio.

Enterrado en su catedral, hizo muchos milagros. Cuando quisieron canonizarle Inocencio IV avisó: «ni los méritos sin milagros, ni los milagros sin méritos, bastan para declarar santo a un cristiano». Pasó el examen con nota excelente.

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Por: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net

Obispo

Martirologio Romano: San Agustín, obispo de Canterbury, en Inglaterra, el cual, habiendo sido enviado junto con otros monjes por el papa san Gregorio I Magno para predicar la palabra de Dios a los anglos, fue acogido de buen grado por el rey Etelberto de Kent, e imitando la vida apostólica de la primitiva Iglesia, convirtió al mismo rey y a muchos otros a la fe cristiana y estableció algunas sedes episcopales en esta tierra. Murió el día 26 de mayo († 604/605)

Etimológicamente: Agustín = Aquel que es venerado, es de origen latino.

Breve Biografía


La Gran Bretaña, evangelizada desde los tiempos apostólicos (según la leyenda, el primer misionero que desembarcó en la isla fue José de Arimatea), había recaído en la idolatría después de la invasión de los sajones en el quinto y sexto siglo. Cuando el rey del Kent, Etelberto, se casó con la princesa cristiana Berta, hija del rey de París, éste le pidió que fuera erigida una iglesia y que algunos sacerdotes cristianos celebraran allí los ritos sagrados. Cuando el Papa san Gregorio Magno supo la noticia, juzgó que los tiempos estaban maduros para la evangelización de la isla. Le encomendó la misión al prior del monasterio benedictino de San Andrés, cuya principal cualidad no era la valentía, sino la humildad y la docilidad. Ese monje era Agustín.


En el año 597 salió de Roma encabezando un grupo de cuarenta monjes. Se detuvo en la isla de Lérins. Aquí le hablaron del temperamento belicoso de los sajones, y esto lo aterró hasta el punto de hacerlo regresar a Roma a pedirle al Papa que le cambiara de programa. Para animarlo, Gregorio lo nombró abad y poco después, casi para hacerle dar el paso definitivo, tan pronto llegó a Galia, lo hizo consagrar obispo. Continuó su viaje con breves etapas. Finalmente llegó a la isla británica de Thenet, a donde el rey fue personalmente a darle la bienvenida, por invitación de su piadosa esposa.

Los misioneros avanzaron hacia el cortejo real en procesión y cantando las letanías, según el rito recientemente introducido en Roma. Para todos fue una feliz sorpresa. El rey acompañó a los monjes hasta la residencia que le habían preparado en Canterbury, a mitad de camino entre Londres y el mar, en donde se levantó la célebre abadía que después llevará el nombre de Agustín, corazón y sagrario del cristianismo inglés. La obra de los monjes misioneros tuvo un éxito inesperado, pues el mismo rey pidió el bautismo, llevando con su ejemplo a miles de súbditos a abrazar la religión cristiana.

El Papa se alegró con la noticia que llegó a Roma, y expresó su satisfacción en las cartas escritas a Agustín y a la reina. El santo pontífice envió con un grupo de nuevos colaboradores el palio y el nombramiento a Agustín como arzobispo primado de Inglaterra, y al mismo tiempo lo amonestaba paternalmente para que no se enorgulleciera por los éxitos alcanzados y por el honor del alto cargo que se le confería. Siguiendo las indicaciones del Papa para la repartición en territorios eclesiásticos, Agustín erigió otras sedes episcopales, la de Londres y la Rochester, consagrando obispos a Melito y a Justo.

El santo misionero murió el 26 de mayo del 604 y fue enterrado en Canterbury en la iglesia que lleva su nombre.

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Por: . | Fuente: ServitasCadiz.com

Presbítero Servita

Martirologio Romano: En Siena, de la Toscana, beato Francisco Patrizi, presbítero de la Orden de los Siervos de María, que con admirable celo se entregó a la predicación, la dirección espiritual y el ministerio de la penitencia (1328).

Etimológicamente: Francisco = Aquel que porta la bandera, es de origen germánico.

El beato Francisco nació en Siena el año 1266.

Su piadosos padres fueron Arrighetto y Raynaldesca. Según leemos en un escrito de fray Cristóbal de Parma, que fue su compañero y padre espiritual, Francisco siendo de corta edad, acudía con frecuencia a la iglesia y escuchaba asiduamente la palabra de Dios.

Embriagado por la elocuencia de fray Ambrosio Sansedonio, predicador insigne, e impresionado por sus palabras, con las que en otro tiempo había ensalzado con gran fervor las excelencias de la vida solitaria y dedicada a la oración, determinó retirarse a vivir en soledad. Pero lo retuvo el amor a su madre, que estaba ciega, y a quien cuidó con gran cariño.

Al morir ésta, cuando él tenía veintidós años y con la posibilidad de realizar su ardiente deseo de vida eremítica, le pareció oír una voz interior que le sugería: “El mal no está en el trato con los hombres, sino en la imitación de sus vicios” y que Dios vería con agrado que se dedicara, con la palabra y el ejemplo, a conducir a los hombres por el camino del bien.

Entonces él, que ya desde la niñez había elegido a “la gloriosa Virgen como especial Madre y señora” y le había profesado siempre una gran reverencia, tanto en el alma como en el cuerpo, pidió y fue admitido en la Orden de los Siervos de santa María.

En el trato fraterno, aumentaron aún aquellas virtudes que habían adornado el alma de Francisco cuando vivía en el mundo: la caridad para con todos, el amor a la penitencia y a la pobreza, la humildad de corazón, la guarda de la castidad, la paciencia en las adversidades, la filial devoción a la santísima Virgen, a la que llamaba Señora y a la que invocaba con mucha frecuencia por su dulcísimo nombre.

Ordenado sacerdote, mostró un gran amor a la Eucaristía, y así, cuando celebraba, se le veía tan inundado de gozo y alegría que “cualquiera hubiese creído – dice su biógrafo – que vía sin el velo de los sacramentos a Cristo glorioso encarnado”. Tuvo un particular interés en explicar la palabra de Dios, y, para hacerlo con más eficacia, se preparaba más con la oración que con los libros, ya que estaba persuadido de que no la erudición sino la unción, no la ciencia sino la conciencia, no los escritos sino la caridad enseñan la verdadera teología.

Era tanta su entrega en la celebración del sacramento de la penitencia, en el dar saludables consejos, en el apaciguar las discordias, en ayudar a los necesitados, en atender a los enfermos, que acudían a él hombres y mujeres de toda edad y condición.

A la edad de sesenta y tres años, poco antes de la solemnidad de la Ascensión del Señor, presintió que se acercaba la hora de su muerte. Entonces, como el que se dispone a emprender un viaje, dispuso en orden a sus libros y enseres personales, visitó y bendijo a sus hijos espirituales. La vigilia de la Ascensión quiso comer con la comunidad, en señal de fraternidad y de despedida.

El día de la Ascensión – según refiere fray Cristóbal de Parma – purificó su alma con el sacramento de la penitencia; luego, aunque estaba casi extenuado, celebró la santa misa y con el permiso del prior se puso en camino hacia el pueblo de Prisciano, situado en las inmediaciones de Siena, para predicar allí la palabra de Dios. El biógrafo citado parece haber querido expresar el sentido y la índole de toda la vida del beato Francisco, al representarlo, a punto de morir, cumpliendo en el camino un deber de reverencia para con la Virgen: “Salió al encuentro del siervo de Dios una mujer desconocida, la cual, desde una casa de campo se le aproximó con un ramo de rosas, y le dijo: ‘Fray Francisco, aceptad estas rosas’. El siervo de Dios las recibió de buen grado de sus manos y, haciendo acopio de todas sus fuerzas, las llevó a una imagen de la Virgen gloriosa que estaba pintada en una ermita que allí había y , habiendo comenzado la salutación angélica, poco a poco hincó en tierra la rodilla derecha y a continuación se desplomó todo él por el lado derecho, ofreciéndose a sí mismo, como flor y lirio, él que era virgen, a la Virgen, en la inminencia de su muerte”.

Francisco fue llevado medio muerto al convento y allí, en presencia de los frailes, expiró, el 26 de mayo de 1328. Su cuerpo fue sepultado con honor en la basílica de Santa María de los Siervos en Siena. Benedicto XIV confirmó su culto el año 1743.

(Texto tomado del "Propio del Oficio de la Orden de los Siervos de Maria")

ORACION
Infunde, Señor, en nosotros
la suave piedad y el amor fuerte
con que tu siervo Francisco
veneró a la Madre de tu Hijo
y se entregó a la dirección espiritual
de tu pueblo.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

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Por: . | Fuente: Archidiócesis de Madrid

Abad

Fue un santo abad del monasterio de San Marcos Evangelista en Espoleto. Debió ser un hombre de grandes y probadas virtudes por los relatos que se conocen de su vida a través del gran Papa Gregorio Magno que fue contemporáneo, conocido personal, amigo y hasta una de las personas que salió beneficiada del trato con el santo abad. De hecho, cuenta San Gregorio de su amigo que, un buen día y con una sola bendición, el abad Eleuterio consiguió curarlo de un vehemente deseo de ingerir alimentos que él sufría. Además, refiere el mismo Papa, su santidad era tan grande que hasta llegó a resucitar un muerto.

Pero lo que llama la atención al relator de la vida del santo es un acontecimiento que tiene valor de ejemplaridad y estímulo para los hombres que, llenos de dificultades, limitaciones y pecados, viven soportando sus faltas de virtud y sufriendo los propios fracasos. Por eso la figura de este santo es más cercana, al ser víctima de su propio desmoronamiento.

Unas monjas habían confiado al santo abad la custodia de un niño atormentado por el Diablo. Como pasaran varios días sin notarse fenómenos extraños, el abad comentó a sus monjes que Satanás tenía asustadas a las pobres monjas, pero que ahora estaba con miedo y por eso no se manifestaba.

Al punto, el mal espíritu se apoderó del niño y de inmediato comenzó a maltratarlo.

Eleuterio cayó en la cuenta de que su expresión fue de soberbia y presunción. Lloró dolorido su pecado y pidió a los monjes oraciones y penitencias para que cesaran los embates del Demonio.

Una simple frase con un poco de vanidad hizo que Satanás se sintiese en terreno propio y se necesitase la oración y mortificación de todos para expulsarlo.


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Por: . | Fuente: OP.org.ar

Obispo

Martirologio Romano: En Pistoya, de la Toscana, beato Andrés Franchi, obispo, quien, después de la peste negra, como prior de la Orden de Predicadores reformó la vida regular en los conventos de su Orden en esta región y aprobó en su ciudad las cofradías de penitentes, para favorecer la paz y la misericordia (1401).

Etimológicamente: Andrès = Aquel que es un Hombre viril, es de origen griego.


Nace en Pistoya (Italia) en 1335 de la noble familia de los Franchi o de Boccagni y a los catorce años entra en la Orden en el convento de Santa María Novella de Florencia, donde hace sus estudios.

Fue uno de los restauradores de la vida religiosa después de la decadencia provocada a causa de la peste negra.

Fue prior de Pistoya (1370), de Lucca y Orvieto (1371-1375). En Pistoya organizó un grupo de artesanos que se dedicaban con eficacia a la caridad con los necesitados con el nombre de “Compañía de los Magos” y allí fundó una farmacia para los pobres.

Nombrado obispo de su ciudad natal fue esforzado promotor de su pacificación. Fue de gran eficacia pastoral, especialmente por sus visitas pastorales y por la asistencia caritativa. Fue excelente en la piedad, en la austeridad y en la predicación. Su piedad se centraba especialmente en la devoción al misterio del niño Jesús con su Madre y los Magos. Recibía a su mesa a peregrinos y forasteros y les lavaba los pies y el mismo les servía.

Fomentó en la ciudad obras magníficas debido a su preparación cultural y dedicación a las artes liberales. Después de dieciocho años de ministerio pastoral presentó su dimisión en 1400 y se retiró al convento de Pistoya, donde vivió con suma sencillez hasta su muerte el 26 de mayo de 1401.

Su cuerpo se venera en el convento de Santo Domingo de Pistoya.

Su culto fue confirmado por Benedicto XV el 23 de noviembre de 1921.

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Por: . | Fuente: franciscanos.net

Terciario Franciscano

Martirologio Romano: En Villamagna, cerca de Florencia, en Toscana (Italia), conmemoración del beato Gerardo Mecatti, quien, siguiendo las huellas de san Francisco, distribuyó sus bienes entre los pobres y se retiró a un lugar desierto, donde, por amor de Cristo, se dedicó a acoger a peregrinos y a ayudar a enfermos. ( c.1245)

Fecha de beatificación: Gregorio XVI aprobó su culto el 18 de marzo de 1833.

Gerardo Mecatti, nacido en Villamagna, a orillas del río Arno, hijo de campesinos, quedó huérfano a los doce años. Repartió todos sus bienes entre los pobres, y así quedó libre para viajar dos veces a Palestina para venerar los Santos Lugares de la Redención. Pasó por diversas aventuras que por fortuna terminaron con final feliz. Durante una peregrinación a Palestina, cayó prisionero de los turcos, sufriendo los más duros maltratos. Regresó a Villamagna, y se instaló junto a una iglesita no lejos de la vivienda. Esta iglesia existe todavía y lleva el título del Beato Gerardo. En su interior se conserva el arca con las reliquias del antiguo e infortunado cruzado.

Las peripecias del joven no habían terminado. Un año después se hizo a la mar nuevamente con un grupo de veinte caballeros, dirigiéndose a Siria, y aquella vez fueron los piratas quienes les hicieron difícil el viaje y precaria la vida.

Vuelto por segunda vez a Palestina, se consagró totalmente a la oración y al ejercicio de la caridad, especialmente para con los enfermos y los peregrinos. Allí permaneció siete años, hasta cuando se dio cuenta de que era objeto de manifestaciones de veneración, a las cuales él quiso huir por humildad.

De regreso en Italia, quiso conocer a San Francisco de cuyas manos recibió el hábito de terciario. Y como terciario regresó a su oratorio junto a Villamagna, esta vez para no moverse más. Mejor, para moverse todavía más a menudo, hasta la altura mayor de la colina florentina del Encuentro, en medio de espesos bosques, donde Gerardo construyó con sus propias manos otro oratorio dedicado a la Virgen.

Fue esa la primitiva construcción de la iglesia que todavía hoy existe, encerrada dentro de un sencillo y sugestivo convento. Pero el convento franciscano del Encuentro no fue construido por el Beato Gerardo. Lo fundó otro Santo, Leonardo de Puerto Mauricio, casi cinco siglos después, continuando y completando la obra de su colega en santidad.

Obró algunos milagros: una vez hizo encontrar ciruelas maduras en el árbol para satisfacer los deseos de un enfermo; otra vez debiendo transportar material para la construcción del propio eremitorio, y rehusando prestarle los bueyes un campesino, encontró súbitamente dos pares de becerros, que, dóciles, lo transportaron a donde él indicó. Cada semana visitaba en piadosa peregrinación tres santuarios, en sufragio de las almas del purgatorio, para obtener la remisión de los pecados y por la conversión de los infieles. Murió el 25 de mayo.

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Obispo

Martirologio Romano:En Inglaterra, san Aldelmo, obispo, varón célebre por su doctrina y escritos, que había sido abad de Malmesbury y después fue nombrado primer obispo de Sherborne, entre los sajones occidentales. ( 709)
San Aldhelmo fue el primer sabio inglés cuya fama fama llegó al continente europeo. Se conservan varios de sus escritos, así en prosa como en verso, redactados en un latín singularmente oscuro. San Aldhelmo, que era pariente de Ine, rey de los sajones del oeste, nació hacia el año 639. Se educó en Malmesbury, bajo la dirección de un maestro irlandés, llamado Maildub. No sabemos exactamente dónde vivió al terminar sus estudios. Entre los treinta y los cuarenta años, san Aldhelmo se trasladó a Canterbury, que se había convertido en un importante centro de las ciencias humanas y divinas, gracias al arzobispo san Teodoro y a san Adrián. San Aldhelmo atribuía al abad Adrián los éxitos que obtuvo posteriormente en el terreno de la cultura. En Canterbury, o tal vez antes de ir a esa ciudad, el santo recibió la tonsura y tomó el hábito. Cuando Maildub se retiró de la enseñanza, san Aldhelmo pasó a Malmesbury para encargarse de la escuela. Hacia el año 683, fue nombrado abad.

El santo fomentó mucho la religión y la educación en Wessex, particularmente después de la elevación del rey Ine al trono, ya que fue consejero de dicho monarca. Para instrucción y edificación de los pobres, a quienes amaba mucho, el santo, que era un músico destacado, compuso versos y cantos en inglés. El rey Alfredo admiraba mucho los himnos ingleses de san Aldhelmo y las baladas compuestas por el siervo de Dios fueron muy populares durante varios siglos; pero, desgraciadamente, no se conserva el texto de ninguna de ellas. San Aldhelmo fundó los monasterios subsidarios de Frome y Bradford-on-Avon y construyó varias iglesias. Todavía se conserva la que dedicó a San Lorenzo, en Bradford-on-Avon, que es, sin duda, el más hermoso monumento del arte sajón. A instancias de un sínodo reunido por el rey Ine, san Aldhelmo escribió una carta a Gerainto, rey de Dummonia (Cornwall y Devon); gracias a ella, aceptaron la costumbre romana muchos clérigos que hasta entonces habían seguido la tradición celta, en la cuestión de la fecha de la Pascua. Se cuenta que el santo hizo un viaje a Roma, pero no hay pruebas suficientes de la veracidad de esta afirmación.

A la muerte de san Hedda, en 705, el territorio de Wessex se dividió en dos diócesis; a san Aldhelmo tocó gobernar la región occidental y fijó su sede episcopal en Sherborne. Cuatro años más tarde murió, cuando se hallaba visitando la población de Doulting, cerca de Westbury. Su cuerpo fue trasladado a Malmesbury con gran solemnidad. En el camino se plantaron cruces en los sitios donde su cuerpo había descansado. El más conocido de los escritos de san Aldhelmo es el tratado de la virginidad, que dedicó a las religiosas de Barking. También se conservan algunos poemas latinos y un tratado de prosodia, en el que la medida de los versos se ejemplifica con adivinanzas; por ello se ha dicho que san Aldhelmo habría gozado con los crucigramas y juegos de palabras de nuestra época. La fiesta del santo se celebra en las diócesis de Clifton, Plymouth y Southwark.

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Obisopo y Mártir

Martirologio Romano:En Milán, de la Liguria, Italia, conmemoración de san Dionisio, obispo, el cual, habiendo sido desterrado a Armenia por el emperador arriano Constancio a causa de su fe católica, murió allí, por lo que mereció el título propio de los mártires. ( c.361)
Entre los pocos obispos que sostuvieron a san Atanasio cuando todo el mundo estaba contra él, ocupa un sitio de honor san Dionisio, quien sucedió a Protasio en la sede de Milán, en 351.

San Dionisio, gran paladín de la fe católica, asistió en el año 355, en el palacio de su ciudad episcopal, a un sínodo que el emperador Constancio, favorecedor de los arrianos, había reunido para que condenase a Atanasio. San Dionisio, san Eusebio de Vercelli y san Lucifer de Cagliari, formaron parte del reducido grupo de los que se negaron a firmar el decreto. El emperador los desterró por ello.

San Dionisio se retiró a Capadocia, donde murió hacia el año 360, probablemente poco antes de que el emperador Juliano restituyese a los obispos desterrados a sus diócesis. Hay que hacer notar que san Basilio envió, desde Capadocia a Milán, los despojos mortales de san Dionisio. Todavía se conserva la carta en que san Basilio cuenta a san Ambrosio las medidas que tomó para asegurarse de la autenticidad de las reliquias.

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Por: . | Fuente: Vaticanradio.org

Obispo y Fundador de la Comunidad de las Hermanas de San José

Recordar tu vida es ver al apóstol de débil contextura física, que llegó a ser un sólido soporte moral para la fe de muchos.

Naciste el 1 Abril de 1824 en Bécancour, Quebec, Canada.

Ya desde niño mostraste excepcionales signos de fe, devoción y amor por las cosas espirituales. En un corazón así cultivado, muy pronto aparecieron los signos de la vocación sacerdotal. Pero, como era de esperar, al ver tu fragilidad física, te recomendaron que mejor abandonases la idea y siguieses por otro camino.

Pero cuando la vocación viene de Dios, no hay otro camino que pueda reemplazarla. Aunque algunas puertas se te cerraron, una se te abrió que te permitió entrar por el camino de la carrera sacerdotal.

Mons. Prince, obispo de Montreal, al descubrir la sinceridad de tu vocación, te recibió en su seminario. Y así empezó una carrera sacerdotal que no paró hasta, nada menos, en la consagración episcopal.

El Frágil Zeferino llegó a ser Obispo de Saint-Hyacinthe. Tu sensibilidad y fragilidad natural fueron en este cargo, una ayuda más que un estorbo. Ellas te ayudaron a ser sensible a las necesidades de la gente. Con todos mostrabas una gran dulzura, caridad excepcional y gran humildad. La gente te conocía con el cariñoso nombre de "el buen Mons. Moreau".

Visitabas con regularidad y dedicación a toda tu grey, ya que querías sentir en primer plano sus necesidades y problemas y querías personalmente ayudarles, a encontrar el camino hacia el buen Dios. El clero encontró en ti un buen padre y un auténtico amigo en quien confiar. Tu fragilidad natural no te impidió salir al frente para combatir con valentía los muchos desordenes existentes en la época: intemperancia, falta de modestia, mala prensa, sociedades secretas, abusos políticos. Con todos mostraste firmeza y, al mismo tiempo, dulzura. Mucha gente te escribía y a todos contestabas. Esto hizo que pudieras dejarnos en herencia un tesoro epistolario de más de 15,000 cartas.

Beato Luis Zeferino Moreau, gracias por tu vida y por tu ejemplo. Nunca olvidaremos cómo Dios hizo de un hombre frágil un campeón del apostolado.

Hoy la Iglesia, llena de alegría, conmemora el nacimiento para el cielo del Beato Luis Zeferino Moreau, quien muriera santamente en un día como hoy de 1901 en Saint-Hyacinthe, Canadá.

Fue beatificado por S.S. Juan Pablo II el 10 de mayo de 1987.

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Por: . | Fuente: Franciscanos.org

Sacerdote franciscano español, misionero y mártir en Marruecos.

Nació el Beato Juan de Prado en Morgovejo, en el reino de León, de una familia ilustre en toda España.

A los cinco años quedó huérfano, por lo que un sacerdote, movido a piedad, le envió a Salamanca para su educación; pero desaparecidos sus bienes por culpa de su tutor, bien pronto empezó a sentir gran fastidio por el mundo; y a los veinticuatro años abrazó el estado religioso tomando el hábito franciscano en la Provincia de San Gabriel.

Desde el primer momento se distinguió por su gran amor a la perfección, y, estudiada la teología, fue destinado a predicar y confesar, ministerios para los cuales estaba favorecido del cielo con dotes singulares. Estas ocupaciones no le impedían la presencia continua de Dios y el ejercicio de la santa oración, en la que concibió deseos de pasar a tierra de infieles para ejercer allí su apostolado, aunque todavía no era el momento oportuno. Mientras llegaba éste, se dio a la austera mortificación de su carne, ayunando todo el año, durmiendo en el suelo y macerándose con cilicios y disciplinas. A la mortificación exterior unía la del espíritu, obedeciendo a todos, hasta a los novicios, haciendo los oficios más humildes aun siendo Guardián de Badajoz y de Sevilla.

A pesar de ser angelical, le levantaron una grave calumnia contra la pureza, que soportó en silencio sin defenderse, manifestando que sólo sentía el escándalo y el desdoro de la Orden. Bien pronto resplandeció su inocencia, y dadas todas las satisfacciones imaginables, fue nombrado Provincial en atención a su prudencia, a su severidad consigo mismo y su celo por la observancia.

Pudo conseguir, no sin graves dificultades, el permiso para trasladarse a Marruecos, para lo que obtuvo licencia de Urbano VIII, y en Mazagán se dedicó con gran celo a la evangelización de los soldados y demás fieles, que estaban muy abandonados en sus deberes religiosos.

Quiso salir de Mazagán para la capital, adonde iba destinado, pero se lo impidieron repetidas veces con pretextos de prudencia hasta que acompañado de otro fraile, el P. Matías, logró sus anhelos. Al llegar a las cercanías de Marrakech y ver a los esclavos cristianos, abrazóse a ellos, los consoló y les prometió dedicarse por completo a la atención de sus almas. Bien pronto tuvo noticia el Sultán de la llegada de los dos religiosos, y los hizo comparecer en su presencia. Al conocer el objeto de su venida, los encerró en un calabozo, cargados de cadenas. Venía con ellos un fraile hermano lego, a quien, como al P. Matías, había profetizado el beato Juan la próxima libertad después de morir él.

Los obligaron a moler diariamente muchos kilos de sal para fabricar pólvora, y cuando no terminaban la cantidad de labor señalada, les castigaban con palos. Sus cadenas no les impedían decir misa cotidianamente, enseñar y alentar a los cautivos y trabajar en la conversión de los paganos. Cuantas veces fue llamado a la presencia del rey, otras tantas dio respuestas dignas de los primeros mártires del cristianismo, tan claras y enérgicas, con tales razones, que parecían convencer o al menos confundir al rey.

Un día, por fin irritado del valor intrépido del santo, lo mandó azotar atado a una columna, y como no cesase de predicar la fe cristiana, el mismo rey le dio un fuerte golpe en la cabeza con su cimitarra. Después lo asaetearon y, como aun tuviera vida, después de darle muchas puñaladas, lo echaron en una hoguera para quemarlo vivo. Allí lo remataron a pedradas, rompiéndole el cráneo de un cruel hachazo.

Sus venerandos restos fueron traídos a España por sus compañeros, y recibidos con gran honor en Sanlúcar de Barrameda por el duque de Medina Sidonia, siendo trasladados años después a Santiago de Galicia.

Sufrió el martirio el 24 de mayo del año 1631, a los sesenta y ocho años de edad.

Glorioso por los milagros que obraron sus sagradas reliquias, lo beatificó Su Santidad Benedicto XIII, siendo venerado como patrón y protector de las misiones franciscanas de Marruecos.

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Por: . | Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01

Alrededor del año 517, nació Simeón en Antioquia, de una mujer llamada Marta, que también es venerada como santa. Su padre, natural de Edessa, pereció en un terremoto cuando Simeón tenía cinco años. Desde entonces, se contaban cosas extrañas sobre el chiquillo, quien acabó por alejarse de su ciudad natal y anduvo errante por las montañas hasta llegar a un pequeño monasterio en el que se refugió y, por expreso deseo, se puso bajo la guía y la tutela de un estilita muy conocido que se llamaba Juan. Durante el resto de su vida, el ermitaño se ocupó de Simeón, quien también construyó su pilar cerca del de su maestro. Desde la edad de siete años, antes de haber perdido sus dientes de leche, Simeón estableció su morada en la columna. Muy pronto la fama de su excentricidad, de su santidad y de sus poderes para realizar milagros, se extendió tanto que, para evitar la constante visita de peregrinos, Simeón se retiró a vivir en la cumbre de una roca, sobre una montaña inaccesible que llegó a conocerse con el nombre de Monte de Maravillas. Por entonces, tenía veinte años. Una década después, como resultado de una visión, estableció un monasterio para sus discípulos y mandó levantar una nueva columna para él mismo, a la que fue conducido, solemnemente, por dos obispos.

De esta manera extraordinaria, pero auténtica sin duda, vivió Simeón durante otros cuarenta y cinco años. De vez en cuando, se trasladaba a otro pilar; cuando tenía treinta y tres años, fue ordenado sacerdote, sin haber bajado de su columna, puesto que el obispo subió para hacerle la imposición de manos. Al parecer, sobre la columna había una plataforma de amplitud suficiente para que Simeón pudiese celebrar la misa ahí mismo; sus discípulos ascendían por una escalera para recibir la comunión de sus manos. En los registros de su historia se afirma que Dios manifestó la santidad de su siervo con el don de hacer milagros, sobre todo la curación de enfermos, el vaticinio de las cosas por venir, y el conocimiento de los pensamientos secretos de los demás. Evagrio, historiador sirio, fue testigo de muchas de aquellas maravillas y asegura que experimentó por sí mismo el poder de Simeón para leer los pensamientos, cuando lo visitó para pedirle consejos espirituales.

Verdaderas multitudes procedentes de todas partes acudían a San Simeón en busca de una palabra de consuelo y con la esperanza de presenciar algún milagro o beneficiarse con él. Después de la muerte de San Juan el Estilita, ya nadie pudo restringir las austeridades a que se entregaba Simeón. Evagrio dice que se mantenía enteramente con una dieta de frutas y hortalizas. Simeón escribió al emperador Justino II para pedirle que castigase a los samaritanos que habían atacado a los cristianos de las vecindades, y San Juan Damasceno atribuye a Simeón un breve texto en que alaba la veneración a las sagradas imágenes. Hay otros escritos, homilías e himnos, que también se le atribuyen, pero sin razón suficiente. Simeón había vaticinado que Justino II sucedería a Justiniano, y a Juan el Escolástico, que llegaría a ser elegido para la sede de Constantinopla, como efectivamente lo fue.

El que haya sido un estilita desde niño y desplegara sus manifestaciones espirituales desde su tierna edad; el que llegase a vivir casi sin comer y sin dormir; sus luchas con los espíritus malignos, sus mortificaciones físicas y sus numerosos milagros, como se relata en su biografía, tienen un carácter tan especial, que cualquier lector se inclinará a pensar que se trata de un personaje de fábula. El padre Delehaye dice que se trata de un documento fuera de lo común que debe leerse con buen sentido; pero sus declaraciones pueden ser comprobadas y, por cierto, que no carecen de veracidad histórica. El santo enfermó en mayo de 592. El patriarca Gregorio de Antioquia, al saber que agonizaba, corrió para ayudarle en sus últimos momentos; pero San Simeón murió antes de que él llegara.

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11:22 p.m.

Por: Lamberto de Echeverría, Bernardino Llorca y José Luis Repetto Betes | Fuente: AÑO CRISTIANO Edición 2004

Presbíteros y Mártires

Martirologio Romano: En la ciudad de Witowo, en Polonia, beatos José Kurzawa y Vicente Matuszewski, presbíteros y mártires, asesinados por los perseguidores de la Iglesia cuando, en tiempo de guerra, su patria estuvo sometida por la fuerza a un poder extranjero. ( 1940)

Fecha de beatificación: 13 de junio de 1999 por el Papa Beato Juan Pablo II como parte de un grupo de 108 mártires polacos.

Breve Biografía


En la madrugada del 23 de mayo de 1940 la policía nazi sacó de la casa rectoral en que dormían al párroco y al coadjutor de la parroquia de Osiecyni, Polonia, y los obligó a montar en un coche, que de inmediato tomó la carretera en dirección a Witowo. Cuando había recorrido unos cinco kilómetros, el coche paró, los sacerdotes fueron obligados a descender de él y fueron asesinados con tiros de pistola. Sus cuerpos quedaron en una fosa al borde de la carretera.

Este trágico final lo habían visto venir no pocas personas como consecuencia de la actitud valerosa que ambos sacerdotes venían mostrando desde la entrada de las tropas nazis en la población tras desencadenarse la II Guerra Mundial. Ellos no habían querido dejar el pueblo porque decían que su sitio estaba junto a los fieles, y seguían ejerciendo su ministerio con toda la normalidad que les era posible. Más aún, llegado el día del Corpus Christi decidieron sacar la tradicional procesión a la calle, acto al que los fieles acudieron, y que disgustó sobremanera a las autoridades de ocupación. El antiguo alcalde del pueblo acudió al párroco para decirle que era perentorio que ambos se marcharan. El párroco dijo que él de ningún modo se iba pero que el coadjutor era libre de hacerlo, a lo que éste igualmente se negó diciendo que no pensaba abandonar a su párroco. Su valentía y firmeza les costó la vida.

El párroco se llamaba Vicente Matuszewski y había nacido en Chruscienska Wola el 3 de marzo de 1869, ordenándose de sacerdote el 17 de febrero de 1895. Estuvo destinado en diferentes parroquias hasta que en 1918 se le nombró en la de Osiecyni, donde trabajó con gran entrega y mucho fruto. El obispo quiso premiar ese trabajo nombrándole canónigo de la colegiata de Kalisz sin por eso tener que dejar su parroquia.

El coadjutor se llamaba José Kurzawa y había nacido en Swierczyn el 6 de enero de 1910, ordenándose sacerdote el 14 de junio de 1936. Fue destinado a la parroquia de Osiecyni como primer encargo, siendo además de vicario parroquial el prefecto de las escuelas locales. Era muy apreciado por su mansedumbre y bondad.
 

AÑO CRISTIANO Edición 2004
Autores: Lamberto de Echeverría (†), Bernardino Llorca (†) y José Luis Repetto Betes
Editorial: Biblioteca de Autores Católicos (BAC)
Tomo V Mayo ISBN 84-7914-709-1

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11:22 p.m.

Obispo y Mártir

Martirologio Romano: En Langres, en la Galia Lugdunense, hoy Francia, martirio de san Desiderio, obispo, de quien se narra que viendo a su grey oprimida por los vándalos, se dirigió a su rey para suplicar por ella, pero por orden del monarca fue condenado a muerte, ofreciéndose así, libremente, por las ovejas que le habían sido confiadas. ( c.355)

Breve Biografía

Su existencia en el siglo IV está garantizada por San Atanasio, que lo menciona como participante y subscritor del Concilio de Sárdica del año 343; su nombre aparece también en las actas del pseudo-concilio de Colonia del 346. San Desiderio ocupa el tercer lugar en la lista de obispos de Langres (Francia), aunque parece que era procedente de las inmediaciones de Génova, y designado a la sede de Langres de alguna manera milagrosa.

Un clérigo de dicha ciudad, de nombre Varnacario escribió, al inicio del siglo VII, un relato del martirio de San Desiderio, lo hizo basándose en tradiciones locales. Según Varnacario, el obispo Desiderio habría sido decapitado durante una invasión de los vándalos guiados por Croco; es posible que haya aquí una cierta confusión en las tradiciones locales, porque Langres tuvo diversas invasiones bárbaras, y la de los Alemanes comandados por el auténtico Croco (298-307) no coinciden con las fechas de permanencia de Desiderio como obispo de Langres; probablemente la mencionada invasión sea la de los Germanos entre los años 355 - 57, misma que fue repelida por el emperador Juliano el Apóstata.

Una leyenda dice que el santo obispo, después de su decapitación, como tantos otros “cefalóforos” (que cargan sus cabezas), recogió su cabeza y volvió a entrar en la ciudad a través de una apertura de la roca que se abrió para dejarlo pasar; esa abertura sigue siendo exhibida hoy.

El culto de san Desiderio de Langres es indisputablemente anterior al siglo VII, y el Martirologio Jeronimiano lo menciona el 11 de febrero; pero en el siglo XI, por error de un copista, error que luego fue copiado por otros, fue confundido con San Desiderio de Vienne. En la actualidad al Santo Obispo de Vienne se lo recuerda el 26 de mayo, y al de Lagres el 23 del mismo mes.

La ciudad de Langres lo recuerda el 19 de enero, aniversario de la traslación de las reliquias, acaecida en el año 1315. Su culto se difundió no sólo en Francia, sino también en Italia, Suiza y Alemania; es el patrono de la ciudad de Langres, y muchas iglesias de las diócesis están dedicadas a él; su tumba estaba al cuidado de un priorato benedictino en el centro de la ciudad. En 1354 se fundó en su honor una célebre confraternidad de la que formaron parte reyes y príncipes.

A San Desiderio se lo tiene como intercesor en los partos difíciles y como testigo de la verdad de un juramento.

responsable de la traducción: Xavier Villalta

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11:22 p.m.

Por: . | Fuente: P. Felipe Santos || «Vidas de los santos», Alban Butler

Monje

Martirologio Romano: Cerca de Gemboux, en la comarca de Lieja, en Lotaringia, hoy en Bélgica, sepultura de san Guiberto, monje, que, habiendo abandonado sus insignias militares y abrazado la disciplina de la vida monástica, construyó un cenobio en un terreno de su heredad, retirándose después al monasterio de Gorze. ( 962)

Etimológicamente: Guiberto = “protector”. Viene de la lengua alemana.

Guiberto presintió en su corazón la presencia de Alguien que lo llamaba a ser feliz, alejado de tantos bienes como le había dejado su padre en herencia.

Guiberto descendía de una de las más ilustres familias de Lotaringia. Después de una brillante carrera militar, Guiberto se sintió llamado por Dios a abandonar el mundo y practicar la vida solitaria en una de sus posesiones. Durante sus años de vida eremítica, maduró el proyecto de fundar un convento en que los monjes, totalmente retirados del mundo, se consagrasen a cantar incesantemente las divinas alabanzas. La abuela de san Guiberto, que se llamaba Gisla, contribuyó a la dotación de la fundación. El primer abad fue un hombre de Dios, llamado Herluino. En cuanto el nuevo convento quedó organizado, San Guiberto se retiró a la abadía de Gorze, en la que tomó el hábito; así pudo librarse de las muestras de respeto que le prodigaban los monjes de Gembloux y evitar toda forma de complacencia.

Algún tiempo antes de su muerte, los monjes de Gembloux, al acordarse de él, fueron a pedirle que regesara al monasterio. San Guiberto pasó los últimos años de su vida en Gorze, donde sufrió una dolorosa enfermedad. Murió a los setenta años de edad, el 23 de mayo de 962. Su tumba se vio honrada con numerosos milagros.

En toda la Edad Media, Gembloux fue un atractivo religioso de primer orden debido al desprendimiento de este joven que, en lugar de enamorarse de las riquezas materiales, se enamoró de Cristo.

¡Felicidades a quien lleve este nombre!

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11:23 p.m.

Por: . | Fuente: EWTN.com

Viuda y Fundadora

Martirologio Romano: En Barcelona, en España, santa Joaquina de Vedruna. Madre de familia, educó piadosamente a sus nueve hijos y, una vez viuda, fundó el Instituto de las Carmelitas de la Caridad, soportando con tranquilidad de ánimo toda clase de sufrimientos hasta su muerte, que ocurrió por contagio del cólera (1854).

Fecha de canonización: Fue declarada santa por el Papa Juan XXIII en 1959 (siendo ella la primera persona que canonizó este Pontífice).

Breve Biografía

Esta es una santa que duró casada hasta los 33 años. Tuvo ocho hijos y bastantes nietos. A los 47 años fundó la Comunidad de las hermanas Carmelitas de la Caridad, y al morir a los 61 años había fundado conventos, escuelas y hospitales en diversos sitios de España.

Nació en Barcelona, España, en 1773. Su padre, Don Lorenzo de Vedruna, era rico y alto empleado del gobierno. Su familia era muy católica.

La niña desde muy pequeña tuvo mucha devoción al Niño Jesús y a las benditas almas.

Algo que la caracterizó desde sus primeros años fue un gran amor a la limpieza. No toleraba ninguna mancha de mugre en sus vestidos. Y esto la fue llevando a no tolerar tampoco manchas de pecado en su alma.

A los doce años sintió un gran deseo de ser religiosa carmelita. Pero las monjitas no la aceptaron porque les parecía muy niña todavía para decidirse por la vocación religiosa.

A los 26 años, en 1799, contrae matrimonio con un rico hacendado, don Teodoro de Mas, muy amigo de su padre, y empleado oficial como él. Teodoro estimaba mucho a las tres hijas de Don Lorenzo y para decidirse por una de ellas les llevó un pequeño paquetico de dulces de regalo. Las dos primeras lo rechazaron como un regalo demasiado infantil, pero Joaquina lo aceptó con alegría exclamando: "Me encantan las almendras". Este gesto de humildad decidió al joven a elegirla como esposa.

Al principio de su matrimonio sentía a veces serios escrúpulos por no haber seguido la vocación de religiosa que de niña tanto le llamaba la atención, pero su esposo la consolaba diciéndole que en la vida de hogar se puede llegar a tan alta santidad como en un convento y que con sus buenas obras de piedad iría reemplazando las que iba a hacer en la vida religiosa. Esto la tranquilizó. 16 años vivió con su esposo, y Dios le regaló ocho hijos. Y como premio a su sacrificios, cuatro hijas se hicieron religiosas, y varias de sus nietas también.

Cuando Napoleón invadió España; el esposo de Joaquina se fue al ejército a defender la patria y participó valerosamente en cinco batallas contra los invasores. Joaquina y sus niños tuvieron que abandonar la ciudad de Barcelona y huir hacia la pequeña ciudad de Vich.

Cuando Joaquina y sus hijos andaban por la llanura huyendo, de pronto apareció una misteriosa señora y la condujo hasta Vich a casa de una familia muy buena, que los recibió con gran cariño. Enseguida la Señora desapareció y nadie pudo dar razón de ella. Joaquina creyó siempre que fue la Sma. Virgen quien llegó a auxiliarla.

Un día mientras estaba rodeada de su familia, le pareció oír una voz que le decía: "Pronto te vas a quedar viuda". Ella se preparó a aceptar la voluntad de Dios, y a los dos meses, aunque su esposo gozaba de buena salud, y apenas tenía 42 años, murió imprevistamente. Joaquina quedaba viuda a los 33 años, y encargada de ocho hijitos.

Desde aquel día dejó todos sus vestidos de señora rica. Y se dedicó por completo a ayudar a los pobres y a asistir a los enfermos en los hospitales. Al principio la gente creía que se había vuelto loca por la tristeza de la muerte de su esposo, pero pronto se dieron cuenta de que lo que se estaba volviendo era una gran santa. Y admiraban su generosidad con los necesitados. Ella vivía como la gente más pobre, pero todas sus energías eran para ayudar a los que padecían miseria o enfermedad.

Durante diez años estuvo dedicada a penitencias, muchas oraciones y continuas obras de caridad, pidiéndole a Dios que le iluminara lo que más le convenía hacer para el futuro. Cuatro de sus hijas se fueron de religiosas y los otros cuatro hijos se fueron casando, y al fin ella quedó libre de toda responsabilidad hogareña. Ahora iba a poder realizar su gran deseo de cuando era niña: ser religiosa.

Se encontró providencialmente con un sacerdote muy santo, el Padre Esteban, capuchino, el cual le dijo que Dios la tenía destinada para fundar una comunidad de religiosas dedicada a la vida activa de apostolado. El sabio Padre Esteban redacta las constituciones de la nueva comunidad, y en 1826, ante el Sr. Obispo de Vich, que las apoya totalmente, empieza con ocho jovencitas su nueva comunidad a la cual le pone el nombre de "Carmelitas de la Caridad".

Pronto ya las religiosas son trece y más tarde cien. Su comunidad, como el granito de mostaza, empieza siendo muy pequeña, y llega a ser un gran árbol lleno de buenos frutos. Ella va fundando casas de religiosas por toda la provincia.

Tuvo Santa Joaquina la dicha de encontrarse también con el gran apóstol San Antonio María Claret cuyos consejos le fueron de gran provecho para el progreso de su nueva congregación.

Vino luego la guerra civil llamada "Guerra Carlista" y nuestra santa, perseguida por los izquierdistas, tuvo que huir a Francia donde estuvo desterrada por tres años. Allí recibió la ayuda muy oportuna de un joven misteriosos que ella creyó siempre haber sido San Miguel Arcángel, y Dios le preparó en estas tierras a una familia española que la trató con verdadera caridad.

Al volver a España, quizás como fruto de los sufrimientos padecidos y de tantas oraciones, empezó a crecer admirablemente su comunidad y las casas se fueron multiplicando como verdadera bendición de Dios.

En 1850 empezó a sentir los primeros síntomas de la parálisis que la iba a inmovilizar por completo. Aconsejada por el Vicario Episcopal renunció a todos sus cargos y se dedicó a vivir humildemente como una religiosa sin puesto ninguno. Aunque conservaba plenamente sus cualidades mentales, sin embargo dejó a otras personas que dirigieran la Congregación. Dios le suscitó un nuevo y santo director para su comunidad, el Padre Bernardo Sala, benedictino, quien se propuso dirigir a las religiosas según el espíritu de la santa fundadora.

Durante cuatro años la parálisis se fue extendiendo y la fue inmovilizando por completo hasta quitarle también el habla. Vino luego una epidemia de cólera, la cual acabó con su vida y el 28 de agosto de 1854 pasó santamente a la eternidad.

Antes había tenido el gusto de ver aprobada su Comunidad religiosa por la Santa Iglesia en 1850. Y desde entonces ha venido ayudando de manera prodigiosa a sus religiosas que se han extendido por muchos países.

La Comunidad de Carmelitas de la Caridad tiene ahora 290 casas en el mundo con 2,724 religiosas. 40,079 niñas son educadas en sus colegios y 4,443 personas soln atendidas en sus hospitales.

Fue declarada santa por el Papa Juan XXIII en 1959 (siendo ella la primera persona que canonizó este Pontífice).

Santa Joaquina: sin hacer milagros en vida, y siendo una sencilla madre de familia, una esposa afectuosa, y una mujer que tuvo que sufrir mucho en la tierra, y que dedicó sus grandes energías en ayudar a los necesitados, sea para nosotros un modelo para imitar, y una poderosa protectora que ruegue por nuestra santificación y la salvación. Que Dios nos mande muchas santas como ésta, muchas Joaquinas más.

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11:23 p.m.

Por: . | Fuente: Franciscanos.net

Sacerdote y mártir de la Primera Orden

Martirologio Romano: En Londres, en Inglaterra, beato Juan Forest, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores y mártir, que en tiempo del rey Enrique VIII, por defender la unidad católica consumó el martirio en la plaza de Smithfield, en Londres, donde fue quemado vivo junto con imágenes sagradas de madera ( 1538).

Fecha de beatificación: El Papa León XIII el 9 de diciembre de 1886 aprobó su culto.

Breve Biografía


Juan Forest nació en 1471, probablemente en Oxford, Inglaterra; a los diecisiete años vistió el hábito de los Hermanos Menores en Greenwich. Nueve años después fue enviado a Oxford para los estudios teológicos, realizados los cuales fue ordenado sacerdote y regresó al convento de origen. Del cardenal Wolsey recibió el encargo de predicar en la iglesia de San Pablo de Londres y al mismo tiempo fue escogido por la reina Catalina de Aragón primero como capellán, luego como confesor.

Gozó de la estimación y la amistad de Enrique VIII, hasta cuando Juan se declaró por la validez del matrimonio del rey, que quería disolverlo sosteniendo la invalidez de las primeras nupcias.

Juan Forest, guardián del convento, advirtió a los cohermanos en un capítulo de 1532 que el rey quería suprimir la Orden. Desde el púlpito de la iglesia de San Pablo había defendido enérgicamente la validez de las nupcias puesta en discusión y había hablado abiertamente contra Cromwell e indirectamente contra el rey. La condena papal de 1534 indignó a Enrique VIII, que suprimió los conventos de los franciscanos y les ordenó dispersarse en otros conventos. Al Beato Juan Forest, lo encontramos en prisión en Newgate, hasta 1534.

En 1538 Juan se encontraba en el convento de los Conventuales, en Smithfield. En aquella especie de confinamiento pudo mantener con la reina Catalina, con su dama de compañía Elisabeth Hammon y con el Beato Tomás Abekl una correspondencia que se conserva todavía por lo menos en parte. Escribió también un tratado contra Enrique VIII, que usurpaba el título de cabeza espiritual de la nación. Este tratado irritó al rey, que ordenó fuese arrestado. Conducido al tribunal, fue víctima de un juego de astucia. Se quería que él aceptase en bloque algunos artículos sometidos a su firma, pero cuando pudo leerlos uno por uno, entendió claramente que uno de ellos conllevaba un acto de apostasía. Los rechazó todos juntos y por esto fue condenado a la hoguera.

La ejecución tuvo lugar en Smithfield el 22 de mayo de 1538. En el lugar del suplicio, fue invitado a pedir perdón al rey y a hacer juramento de fidelidad, pero el mártir resistió impávido: antes bien, quiso añadir una bellísima profesión de fe católica: “Creo en la Iglesia, una, santa, católica, apostólica, romana. Juro que no me apartaré jamás del Papa, Vicario de Cristo, sucesor de San Pedro y Obispo de Roma. Aunque bajase un ángel del cielo y me insinuase algo distinto de esto que he creído por toda mi vida, aunque debiera ser despedazado parte por parte, miembro por miembro, quemado, ahorcado o se me infligiera cualquier otro dolor, no me apartaré de mi fe”. Fue atado de los costados y suspendido sobre las llamas. Murió a fuego lento orando e invocando el nombre del Señor. Tenía 67 años.

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11:23 p.m.

Por: . | Fuente: Santopedia.com

Fundadora

Martirologio Romano: En Lucca, en la región de Toscana, Italia, beata María Dominica Brun Barbantini, religiosa, fundadora de la Congregación de Hermanas Ministras de los Enfermos de San Camilo ( 1868).

Fecha de beatificación: 7 de mayo de 1995 por SS. Juan Pablo II.

Breve Biografía


Maria Doménica nació el 17 de enero de 1789 en Lucca, a los 12 años perdió el padre y a los 22, después de cinco meses de matrimonio, perdió el marido de paro cerebral.

Volvió todo su amor sobre Lorenzo, el único hijo nacido de tal matrimonio, y además dedicándose a las enfermas en las casas particulares. A los 31 años le murió el hijo de 8 años. Aun viviendo la pérdida en el lleno abandono a la voluntad de Dios, el sufrimiento fue enorme.

Rechazó distintas propuestas de matrimonio y siguió con la actividad de asistencia domiciliaria ya iniciada hace algunos años con otras mujeres: la Pía Unión de las Monjas Oblatas de la Caridad que ella misma había fundado. A los 36 años le murió entre los brazos la mamá diciéndole: ¿Haces todo lo que puedes para Dios y para tu Iglesia?

A los 40 años fundó el instituto de las Hermanas Oblatas Enfermeras bajo la protección de Maria SS. Dolorosa y con los consejos de Padre Scalabrini, después 2 años el instituto viene agregado a la Orden de los Camilianos con el nombre de Ministras de los Enfermos. La actividad fue enfocada sobre enfermas y niños, pero Maria Doménica pasaba también mucho tiempo en la formación de sus hijas espirituales y en la oración enfocada sobre el Jesús que sufre. Exhortaba a sí misma y a sus hijas a rezar antes de ir a asistir a las enfermas: "cuando Irán a los enfermos, recuerdan que están asistiendo a un Dios humanizado y expirante sobre la cruz".

Los puntos fijos de su vida fueron dos: la caridad heroica para descubrir y servir a Jesús en los enfermos y la transformación del sufrimiento propio en amor hacia el otro. La condición para vivir estas dos actitudes era una profunda humildad y apertura de corazón a los deseos de Dios. Maria Dominica construyó paz en sí (un corazón unificado en el amor) y alrededor de a sí (en la familia, en la comunidad, en la Iglesia), compartiendo esto sobre todo con los enfermos.

El 22 de mayo de 1868 a los 79 años Maria Doménica murió santamente: ¿Yo tengo que morir así? he pedido siempre al Señor tanto amor y tanto dolor? el dolor no me falta, pero ¿el amor?. Muriendo mantuvo en el rostro la misma sonrisa que había habido siempre en vida.


 

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