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Presbítero Capuchino

Martirologio Romano: En Amatrice, lugar del Abruzo, san José de Leonessa, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, que en Constantinopla sostuvo en su fe a los cristianos cautivos y, habiendo sufrido grandes tribulaciones por haber predicado el Evangelio incluso en el palacio del Sultán, regresó a su patria y se distinguió por atender a los pobres (1612).

Fecha de canonización: 29 de junio de 1746 por el Papa Benedicto XIV.

Este santo nació en 1556 en Leonessa en Umbria, y a la edad de dieciocho años hizo su profesión como fraile capuchino en su ciudad natal, y tomó el nombre de José, en lugar de Eufranio, su nombre de pila.

Era humilde, obediente y mortificado en grado heroico, y tres días a la semana no tomaba otro sustento que pan y agua. Generalmente predicaba con un crucifijo en la mano, y el fuego de sus palabras inflamaba el corazón de sus oyentes. En 1587 fue enviado a Turquía como misionero entre los cristianos de Pera, suburbio de Constantinopla. Allí animaba y servía a los esclavos cristianos de las galeras con maravillosa devoción, especialmente durante una peste maligna, de la cual se contagió, aunque después recobró la salud. Convirtió a muchos apóstatas, y se expuso al rigor de la ley turca cuando predicaba la fe a los musulmanes. José fue encarcelado dos veces, y la segunda vez lo condenaron a cruel muerte.

Mediante afilados garfios que atravesaban una de sus manos y uno de sus pies fue colgado de una horca. Sin embargo, después de haber sido torturado por muchas horas, fue puesto en libertad y se le conmutó su sentencia por el destierro. Desembarcó en Venecia y, después de una ausencia de dos años, regresó de nuevo a Leonessa, donde reanudó sus labores con extraordinario celo. Hacia el fin de su vida sufrió mucho a causa de un tumor. Para extirpárselo, fue sometido a dos operaciones durante las que no exhaló el menor gemido o queja, sosteniendo todo el tiempo un crucifijo sobre el cual tenía fijos los ojos. Cuando se sugirió que antes de la operación debería ser atado, señaló el crucifijo, diciendo: "Este es el lazo más fuerte; esto me sujetará mejor que cualquier cuerda lo haría". La operación no tuvo éxito y San José murió felizmente el 4 de febrero de 1612, a la edad de cincuenta y ocho años.


 

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Por: . | Fuente: andricki.de

Presbítero y Mártir

Martirologio Romano: En el campo de concentración de Dacahu, en Alemania, Beato Alois Andritzki, sacerdote y mártir ( 1943)

Fecha de beatificación: 13 de junio de 2011 siendo Papa Benedicto XVI.

Andritzki Alois fue el hijo del matrimonio de Magdalena y Juan Andritzki. Tuvo dos hermanas y tres hermanos. Sus tres hermanos también estudiaron teología. El hermano menor, Alfonso, que perteneció a los jesuitas, murió como soldado en la Segunda Guerra Mundial.

Asistió a la escuela primaria en Radibor pasó después de cuatro años de escuela primaria a la escuela secundaria católica en Bautzen, y aprobó el examen de matriculación con distinción. De 1934 a 1937 estudió teología y filosofía en la Universidad de Paderborn. Después de su graduación, vivió en el seminario de la diócesis de Meissen en Schmochtitz, Bautzen.

Alois fue miembro de la asociación soraba de estudiantes de secundaria "Włada" (sorabos: minoría étnica eslava de Alemania, que habita a unos 80 kilómetros al sureste de Berlín) y por dos años se desempeñó como su presidente. Durante sus estudios, fue editor del periódico estudiantil de los estudiantes sorabos "Serbski" y portavoz de los estudiantes de aquella etnia.

Fue ordenado sacerdote el 30 de Julio de 1939 por el obispo Pedro Legge en la Catedral de San Pedro en Bautzen. El 6 de Agosto de 1939 celebró su primera misa en su ciudad natal Radibor. Fue capellán de la Hofkirche de Dresde (Catedral de la Santísima Trinidad). Allí se le encomendó la tarea de ser pastor de jóvenes, Prefecto de la Kapellknaben Dresdner (coro juvenil de la Catedral de Dresden-Meissen) y presidente del Dresdner Kolpingfamilie (rama diocesana de obra fundada por el sacerdote Adolfo Kolping en Colonia y que se extendió por toda Alemania).

Alois Andritzki resultaba incómodo para el partido y las autoridades nazis a causa de su personal sinceridad y negativa actitud a la ideología nazi. Probablemente fue vigilado por los representantes de la supremacía racial, ya que Alois Andritzki no negaba su pertenencia a la minoría eslava de los sorabos. En conferencias y reuniones denunció la persecución de sacerdotes y creyentes por parte de los nazis y criticó los escritos del ideólogo nazi Alfred Rosenberg.

Era el 21 de enero de 1941 cuando fue arrestado por la Gestapo. Después del interrogatorio, el 7 de febrero de 1941 fue llevado a la prisión preventiva de Dresde y luego llevado a juicio acusado de "ataques violentos contra el gobierno y el partido" y condenado a una pena de prisión de seis meses. Dado que se negó rotundamente a cooperar con los nazis, el 2 de octubre de 1941 fue trasladado de Dresde al campo de concentración de Dachau. Allí le asignaron el número 27829 y colocado junto a otros miembros del clero en el "bloque de sacerdotes".

Durante su tiempo de encarcelamineto, Andritzki trató, a pesar de las malas condiciones de detención, de vivir sus votos sacerdotales con la actitud y estilo de vida correspondientes a tal condición. Con otros sacerdotes, estudió la Biblia con regularidad y manatenían el ciclo litúrgico.

En diciembre de 1942, entre los prisioneros desnutridos del campamento de concentración de Dachau se propagó una violenta fiebre como resultado de las malas condiciones de higiene. Poco después de la Navidad de 1942, Alois Andritzki enfermo y fue atendido hasta el 19 de enero de 1943, después de que se recuperó, en la enfermería le pusieron una inyección letal. Su cuerpo fue arrastrado y después incinerado.la Friedrichstrasse.

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Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano: En Londres, en Inglaterra, beato Juan Nelson, presbítero de la Compañía de Jesús y mártir, que por haber negado la suprema potestad de la reina Isabel I en lo referente a la vida del espíritu, fue condenado a muerte y ahorcado en Tyburn (1578).

Fecha de beatificación: 29 de diciembre de 1886 por el Papa León XIII.

Breve Biografía


El Beato Juan (John) Nelson nació en Skelton, Yorkshire, Inglaterra, en el año 1534. Estaba acercándose a los 40 cuando viajó a Douai (Francia) para prepararse para ser sacerdote. Dos de sus cuatro hermanos también harían sus estudios sacerdotales en este mismo lugar. Recibió la ordenación sacerdotal en Binche (Henao, Bélgica) de manos de Monseñor Louis de Berlaymont, Arzobispo de Cambrai, el 11 de junio de 1576. Apenas cinco meses después, en el mes de noviembre, ya estaba en Londres realizando su misión. Fue arrestado el 1 de diciembre de 1578 y llevado a la prisión de Newgate.

Cuando fue interrogado, aproximadamente una semana después, se negó a hacer el juramento que reconocía la supremacía de la Reina en materia espiritual, y fue provocado por los comisionados a declarar que la Reina estaba apartada de la doctrina de la verdadera y única Iglesia, es decir era cismática. Bajo la Legislación de 1571, una declaración así era alta traición y la condena era la muerte. La sentencia fue dictada algunas semanas después, el sábado 1 de febrero de 1578, y confirmada después cuando fue llevado a un calabozo en la Torre de Londres. Mientras estuvo en prisión se alimentó tan sólo de pan y agua y se le permitió decir Misa y confesar.

En el día de su ejecución se negó a ser asistido por ministros protestantes luego de que se reuniera con sus familiares. Llevado a Tyburn y se le permitió hablar a los espectadores, la mayoría de ellos hostiles en la Inglaterra protestante. Se negó a pedir perdón a la Reina y pidió que los católicos presentes en la muchedumbre rezaran con él mientras recitaba varias oraciones comunes en latín.

Él fue colgado, pero aún vivo fue bajado para ser descuartizado. Según relatos de la época, mientras el verdugo lo habría sus últimas palabras fueron: “perdono a la reina y a todos los autores de mi muerte”, aunque este dato puede ser parte de su leyenda.</span></span>

Fuente: Catholic.org
OurLadyStears.blogspot.com


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Por: . | Fuente: Vatican.va

Virgen y Fundadora
de la Congregación de las Hermanas de Jesús y María

Martirologio Romano: En Lyon, en Francia, santa María de San Ignacio (Claudina) Thévenet, virgen, quien, movida por la caridad y con ánimo esforzado, fundó la Congregación de las Hermanas de Jesús y María, para la formación espiritual de las jóvenes, especialmente las de condición humilde (1837).

Fecha de canonización: 21 de marzo de 1993 por S.S. Juan Pablo II.

CLAUDINA THÉVENET, la segunda de una familia de siete hijos, nace en Lyon el 30 de marzo de 1774. " Glady ", como se la llama familiarmente, ejerce muy pronto una bienhechora influencia sobre sus hermanos y hermanas porque su bondad, delicadeza y olvido propio la llevan a complacer siempre a los demás.

Tiene 15 años cuando estalla la Revolución Francesa. En 1793 vive las horas trágicas del asedio de Lyon por las fuerzas gubernamentales y, en enero de 1794, llena de horror y de impotencia, asiste a la ejecución de sus hermanos, condenados a muerte por represalia, después de la caída de la ciudad. Sus últimas palabras: "Perdona, Glady, como nosotros perdonamos" las hace muy suyas, las graba en su corazón y la marcan profundamente dando nuevo sentido a su vida. En adelante se dedicará a socorrer las innumerables miserias que la Revolución había producido. Para Claudina, la causa principal del sufrimiento del pueblo era la ignorancia de Dios y esto despierta en ella un gran deseo de darlo a conocer a todos. Niños y jóvenes atraen principalmente su celo apostólico y arde por hacer conocer y amar a Jesús y a María.

El encuentro con un santo sacerdote, el Padre Andrés Coindre, le ayudará a conocer la voluntad de Dios sobre ella y será decisivo en la orientación de su vida. En el atrio de la iglesia de San Nizier, el Padre Coindre había encontrado dos niñas pequeñas abandonadas y temblando de frío. Las condujo a Claudina quien no vaciló en ocuparse de ellas.

La compasión y el amor hacia las niñas abandonadas son el origen de la Providencia de San Bruno en Lyon (1815). Algunas compañeras se unen a Claudina. Se reúnen en Asociación. Elaboran y experimentan un Reglamento y pronto la eligen como Presidenta.

El 31 de julio de 1818 el Señor se deja oír por la voz del Padre Coindre: "hay que formar una comunidad. Dios te ha elegido" dijo a Claudina. Y así, el 6 de octubre de ese mismo año, se funda la Congregación de Religiosas de Jesús-María, en Pierres-Plantées, sobre la colina de la Croix Rousse. En 1820 la naciente Congregación se instalará en Fourviére (frente al célebre santuario) en un terreno adquirido a la familia Jaricot. En 1823 obtiene la aprobación canónica para la Diócesis del Puy y en 1825 para la de Lyon.

El fin inicial del joven Instituto era recoger las niñas pobres hasta los 20 años de edad. Se las enseñaba un empleo y los conocimientos propios de la escuela primaria, todo ello desde una sólida formación religiosa y moral. Pero querían hacer más, y Claudina y sus hermanas abrieron también sus corazones a niñas de clases acomodadas construyendo para ellas un pensionado. El fin apostólico de la Congregación será pues, la educación cristiana de todas las clases sociales con una preferencia por las niñas y jóvenes, y entre ellas, las más pobres.

Los dos tipos de obras se desarrollan simultáneamente a pesar de las pruebas que acompañarán a la Fundadora a lo largo de los últimos doce años de su peregrinación en esta tierra: la muerte dolorosamente repentina del Padre Coindre (1826) y de las primeras hermanas (1828); la tenacidad para impedir la fusión de su Congregación con otra también recién fundada; los movimientos revolucionarios de Lyon en 1831 y 1834 con todas las consecuencias que debieron sufrir los habitantes de Fourviére, por ser la colina punto estratégico de los dos bandos antagónicos.

El insigne valor de la Fundadora no se deja intimidar por la adversidad, al contrario, emprende con audacia nuevas construcciones, entre ellas la de la Capilla de la Casa Madre, al mismo tiempo que se entrega a la redacción de las Constituciones de la Congregación. Las estaba ultimando cuando, a sus 63 años, la muerte llamó a su puerta. Era el 3 de febrero de 1837.

"Hacer todas las cosas con el único deseo de agradar a Dios" fue el hilo conductor de toda su vida. Esta búsqueda constante de la voluntad de Dios, "llevar una vida digna del Señor agradándole en todo", le dio una fina sensibilidad para leer los signos de los tiempos, discernir los designios de Dios sobre ella y dar una respuesta íntegra y total. Ese camino le ha merecido "compartir la suerte de los santos en la Luz" (Col. 1, 10-11).

"Encontrar a Dios en todas las cosas y todas las cosas en Dios" es vivir en espíritu de alabanza. En un mundo en que está demasiado ausente la esperanza, redescubrir la bondad del Creador, presente en la creación y en las personas, reafirma el sentido de vivir e invita a la acción de gracias. Claudina hizo de su vida religiosa apostólica "un himno de gloria al Señor". Sus últimas palabras: "Qué bueno es Dios" fueron la exclamación admirativa de la bondad de Dios que había sabido descubrir aún en los momentos más dolorosos de su vida.

Claudina imprimió en su Congregación su fuerte personalidad. Dotada de una grandeza de alma poco común, de prudente inteligencia y buena organización, fue, sobre todo, una mujer de gran corazón. Y quería que sus hijas fueran verdaderas madres de las niñas confiadas a su cuidado: "Es necesario ser madres de las niñas - les decía - sí, verdaderas madres, tanto del alma como del cuerpo". Ninguna parcialidad, ninguna preferencia, "las únicas que os permito son para las más pobres, las más miserables, las que tienen más defectos. A estas sí, amadlas mucho".

La solidez de una construcción se revela al paso del tiempo. Cinco años apenas de la muerte de la Fundadora sus hijas llegaban a la India (1842). En 1850 entran en España y en 1855 van al Nuevo Mundo, a Canadá.

175 años después de la fundación de la Congregación, son más de mil ochocientos las Religiosas de Jesús-María repartidas hoy en ciento ochenta comunidades por los cinco continentes. Todas acogen con grande gozo y gratitud la canonización de esta humilde y generosa hija de Francia que el Señor escogió para hacerla su Fundadora.

Reproducido con autorización de Vatican.va

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Por: . | Fuente: www.frasales.edu.ec

Sacerdote y Fundador
de los Oblatos y de las Oblatas de San Francisco de Sales

Martirologio Romano: En Aube, Francia, Beato Luis Brisson, sacerdote fundador de los Oblatos y de las oblatas de San Francisco de Sales ( 1908)

Fecha de beatificación: 22 de septiembre de 2012, durante el pontificado de S.S. Benedicto XVI

Nació en Plancy (Francia) el 23 de junio de 1817. Fue hijo único, con una sólida educación cristiana, precursora de la gran misión a la que Dios le destinaba. A sus cortos 5 años se presentó en la fábrica de su pueblo para exhortar a los obreros a asistir a la Misión que se daba en la Parroquia, al que ellos impresionados por su palabra, acudieron. A los 11 años recibió su Primera Comunión.

Terminada la educación primaria en la casa parroquial entró en el Seminario Menor de Troyes, donde se distinguió por su ardiente piedad e inteligencia. Culminó sus estudios en el Seminario Mayor del que más tarde fue un profesor muy apreciado.

El 19 de Diciembre de 1840, se ordenó como sacerdote y poco después fue nombrado Capellán de la Visitación de Troyes, desempeñando dichas funciones en forma eficiente por más de cuarenta años. Su vida se basa en la espiritualidad de San Francisco de Sales, así como también sus métodos en lo concerniente a la orientación espiritual en general y de la educación de la juventud en particular.

Su porte era noble y digno, su paciencia inalterable, una fina expresión de paz y bondad irradiaba de su mirada penetrante. Con razón León XIII lo llamó el “hombre de la paz”.

Francia a mediados del siglo XIX se encuentra en plena expansión industrial. Mucha gente, especialmente jóvenes, llegan del campo a la ciudad, buscando días mejores, pero al mismo tiempo que ofrecen su mano de obra, las jovencitas en particular se hallan expuestas a la inmortalidad de las fábricas. Todo este entorno se convierte en una inquietud que taladra el Corazón del Padre Brisson. Esto evidenció la real necesidad de fundar una casa que acogiera a estas jovencitas, un lugar que fortifique su espíritu cristiano, y a la vez sirva de apoyo para mejorar sus condiciones de vida y sano esparcimiento.

Es en el mismo año de 1858 cuando inició las primeras obras sociales en Francia: “Las Obras Obreras”, para lo cual contó con el apoyo de Madre Chappuis. La administración inicialmente se encargó a otras personas, pero debido a que esa no era la dirección adecuada aparecieron inconvenientes, entonces es preciso contar con mujeres que realmente se entreguen al proyecto con todo su amor, y esto se lograría a través de la fundación de una congregación religiosa según el espíritu de San Francisco de Sales, esta propuesta no entusiasmó al Padre Brisson, muchas fueron las pruebas que pidió a Dios para conocer su voluntad. Estas se hicieron manifiestas inmediatamente y no pudo seguir resistiendo ya que sucedió un hecho trascendental: la aparición de Nuestro Señor al joven sacerdote en el locutorio del Monasterio de la Visitación de Troyes, con la imposición de obedecer. Rendida su voluntad y dando cumplimiento a los designios de la Providencia, hace a Dios la ofrenda de su incondicional colaboración fundando dos congregaciones: Los Padres Oblatos y las hermanas Oblatas de San Francisco de Sales.

Es a través de la joven Léonie Aviat, que la misión toma fuerza, pues ella se convertiría en la cofundadora junto al Padre Brisson de la Congregación de Oblatas en 1866 y bajo su responsabilidad estará la realización de las actividades que lleven a un pleno desarrollo las obras sociales iniciadas con las “Obras Obreras”, siendo esta una innovación revolucionaria en la manera de brindar ayuda al pueblo, a las obreras; atrae críticas mordaces y burlas grotescas, sin embargo el proyecto se afianza.

Por los años1868 – 1869, a petición de su Obispo, reorganizó la única escuela particular de Troyes, venida a menos por asuntos pecuniarios. Construyó el Colegios San Bernardo que llegó a ser la cuna de los Oblatos de San Francisco de Sales.

La persecución religiosa en Francia (1903 – 1904) es una de las más duras pruebas que deben pasar las congregaciones religiosas. Fuerte e inquebrantable en su fe, lejos de dejarse abatir, El Padre Brisson intensificó su vida de oración y su confianza en Dios. Por su avanzada edad no sale exiliado al exterior, pero se ve obligado a recluirse en Plancy, su pueblo natal en su casa paterna junto al hogar y a los talleres construidos bajo su dirección para albergar a las obreras que venían desde lejos en pos de amparo y de trabajo.

El 2 de Febrero de 1908 falleció, sin embargo su carisma, enseñanzas y ejemplo sobreviven con pujante vitalidad.

Sus instrucciones, conferencias y coloquios diarios, recogidos piadosamente por sus hijas e hijos espirituales constituyen el tesoro de la Congregación y forman su código impregnado de la Doctrina del Salvador.

El Padre Luis Brisson, un perfecto discípulo de San Francisco de Sales, es considerado un Misionero por excelencia, pues su obra no solo se desarrolló en su lugar de origen, sino que no conoce fronteras, fue su deseo beneficiar a más personas con el espíritu salesiano, así apoyó la fundación de Casas de las Oblatas en otros países de Europa, África y América.

El milagro de la beatificación

En la fría mañana del 18 de junio de 1953, en la estación del ferrocarril de Alausí, se encontraba alegrando el día la Hermana Margarita Teresa, en compañía de la Sra. Italia Catani, comentándole afligida por el accidente acaecido el día anterior (17 de junio), que había tenido su sobrino Carlitos Catani de ocho años de edad.

Una rueda de tractor le había aplastado el pie derecho, dejándole tres dedos destrozados e imposibilitándolo para caminar correctamente.

La Sra. Italia, angustiada pidió a la Madre Oblata, ore por su sobrino, ya que los doctores optaban por la intervención quirúrgica amputarle los dedos. Iluminada por la luz divina, Sor Margarita Teresa se le ocurrió realizar una Novena al Padre Luis Brisson, haciéndola partícipe a la Sra. Italia. La Hermana Margarita fue a visitar y conocer a Carlitos, encontrándolo postrado y muy adolorido en la cama. Conversó con los papás del niño, para comenzar con la Novena y aceptar, se le coloque en el pie de Carlitos la reliquia del Siervo de Dios. Los padres aceptaron con fe y devoción, ante la bondad de la oblata, de querer ver a su hijo sano.

Comenzaron el novenario con los familiares, amigos, vecinos, elevando fervientes oraciones y con toda la divinidad de un corazón profundo, se escuchaba con una dulce voz, a la Hermana Margarita clamar:

“Dios mío, por la promesa que habéis en dar, a los que pedirán con fe y confianza. Os suplicamos concedernos el milagro, que prosperimos por la intercesión del Padre Luis Brisson”.

Le encomendó a la mamá, que siga orando y le deje la reliquia del Buen Padre, en el pie y que no debería haber ningún otra, para cuando esté hecho el milagro, no haya confusión. Mientras en la Comunidad de Oblatas San Francisco de Sales, seguían con la misión de rezar por la salud de Carlitos Catani.

Terminado el novenario, al tercer día, el niño le dijo a la mamá, que ya no sufría más. La Hermana Margarita, regresó de su viaje a los 15 días, cuál fue su sorpresa y se llenó de gozo, ver a Carlitos salir de la escuela, alegre y caminando. Sor Margarita le preguntó, que si estaba bien y le contestó, que sí, se encontraba mejor. Preguntándole también, qué le había dicho el médico, diciéndole:

-Ya estoy bueno y no tengo que viajar a Quito, sino a Riobamba, para una radiografía.

La Hermana sigue preguntando:

- ¿Cuándo vas a Riobamba?

A lo que Carlitos contesta:

- Después de los exámenes, porque mi mamá no quiere que falte a clases.

Sor Margarita le dice a Carlitos, que desea ver sus dedos del pie derecho, invitándolo para el día siguiente que vaya con su mamá a la Comunidad de las Oblatas.

Carlitos va a la comunidad y la Hermana le quitó el zapato y la media, para poder constatar que los huesos de los tres dedos del pie, estén correctos. Le tocó sus deditos, preguntándole que si le dolía, a lo que el niño, contestó, que no.

“Hay que seguir orando, para que las falanges de los dedos, crecieran”, mencionó la buena Madre.

Interesada la Hermana Margarita por el bienestar de Carlitos, lo visitaba en la escuela, viéndolo jugar como un cabrito inquieto con sus compañeros, le preguntaba si le dolía sus dedos, recibiendo una respuesta negativa.

El doctor Miguel Albán, a pedido de Sor Margarita, emitió un certificado muy detallado del accidente de Carlitos, antes y después de todo lo que había ocurrido. La Hermana le preguntó al doctor Albán, si en el proceso de haber recuperado la dureza de los huesos de los dedos del pie de Carlitos, hay algo extraordinario en la curación. Respondiendo el doctor, que sí, el niño se sanó sin terapia física alguna, ni instrumento ortopédico

La Madre Margarita Teresa viajó a Europa y regresó al Ecuador, a recoger y dar testimonio de fe, de lo que había acontecido.

Este relato fue redactado por la Lic. Sofía Pincay San Lucas.

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Por: . | Fuente: notidiocesis.com.mx

Presbítero y Mártir

Martirologio Romano: En Hanoi, en Tonquín, hoy Vietnam, san Juan Teófano Vénard, presbítero de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París y mártir, que tras pasar seis años de trabajos de ministerio en la clandestinidad y en medio de grandes dificultades, aceptó con alegre ánimo, en tiempo del emperador Tu Duc, ser encerrado en una cueva y después degollado (1861)

Fecha de canonización: 19 de junio de 1988 por el Papa Juan Pablo II, junto a otros 116 mártires en Vietnam.</span>

Breve Biografía

Sacerdote de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París y mártir que tras pasar seis años de trabajos de ministerio en la clandestinidad y en medio de grandes dificultades, aceptó con alegre ánimo el martirio por la causa de Cristo. Permaneció encerrado en una jaula por más de ocho semanas y después fue degollado. Sus cartas, escritas durante el cautiverio, inspiraron a Santa Teresita del Niño Jesús a orar por las misiones.

Jean-Théophane Vénard (en francés) nació el 21 de febrero de 1829 en Saint-Loup-sur-Thouet (Francia), en el seno de una familia profundamente cristiana y patriarcal.

Solía leer los "Anales de la Propagación de la Fe"; de ahí fue que supo de los atroces sufrimientos que padecían los cristianos por odio a la fe en tierra vietnamita. Entonces tomó una decisión heroica: "Yo también quiero ir a Tonkín, yo también quiero ser un mártir".

En 1841 el jovencito ingresó al colegio Doué-la-Fontaine. A sus 18 años estudiaba la Filosofía en el Seminario de Montmorillon y posteriormente la Teología en el Seminario Mayor de Poitiers. "El Seminario es el paraíso en la tierra", escribió un día.

Sintiendo en su corazón el llamado de Dios a un apostolado más vasto, manifestó a su obispo el deseo de adherirse a la Sociedad de las Misiones Extranjeras de París.

Ordenado sacerdote en 1852, después de 15 meses de viaje el P. Vénard arribó a Hong Kong, donde le fue anunciado su destino: el Tonkín (Vietnam) adonde llegó en 1854.

Invocando a María, "mi reina y mi madre", y bajo la protección de su ángel de la guarda, se dispuso a entregarse completamente al servicio de Dios, aprendiendo rápidamente la lengua indígena.

Desde 1851 el rey Tu-Duc, instigado por sus consejeros, emanó un edicto para ordenar que los sacerdotes europeos fueran arrojados al río, los vietnamitas descuartizados y el delator premiado; posteriormente ordenó que todos los cristianos fueran proscritos. Algunos alcanzaron a esconderse, entre ellos el Obispo y el P. Vénard, pero toda la villa fue destruida.

Siempre de refugio en refugio, el misionero continuó evangelizando hasta su arresto, el 30 noviembre de 1860 en Kim-Bang. Fue encerrado en una jaula de bambú y transportado en ella hasta Hanoi donde fue condenado a muerte.

Transcurrieron ocho semanas antes de que se ratificara la sentencia, tiempo que el padre Vénard aprovechó para catequizar a cuanto visitante llegaba y escribir cartas, algunas de ellas dirigidas a su familia.

El 2 de febrero de 1861, a sus casi 32 años de edad, el P. Vénard fue cruelmente decapitado tras cinco golpes de espada. Sus despojos mortales fueron trasladados a Francia en 1865, al Seminario de la Sociedad para las Misiones Extranjeras de París.

Beatificado por Pío X (1906), fue canonizado por Juan Pablo II (1988) junto a 116 compañeros mártires en Vietnam de los siglos XVIII-XIX, siendo su festividad el 24 de noviembre, en tanto que la memoria litúrgica de Saint-Jean-Théophane la recordamos el 2 de febrero.</span>


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Por: . | Fuente: santiebeati.it

Religioso Mínimo

Martirologio Romano: En Roma, San Nicolás Saggio de Longobardi, religioso de la Orden de los Mínimos, que ejerció con humildad y santamente el oficio de portero (1709).

Fecha de beatificación: 17 de septiembre de 1786 por el Papa Pío VI.</span>

Fecha de canonización: 23 de noviembre de 2014 por el Papa Francisco

El Beato Nicolás les nació en Lombardía (Longobardi) el 6 de enero de 1619, hijo de Fulvio Saggio y Aurelia Pizzini, pertenecientes a una antiquísima familia. Fue el primero de los tres hijos de esta familia. Se cuenta que, en el momento mismo en que nació, una flama misteriosa fue vista resplandecer sobre el techo de su casa, casi como queriendo simbolizar la vida llena de luz que tendría Nicolás. En el día del bautismo le pusieron el nombre de Juan Bautista, que él luego cambió al de Nicolás.

Incluso teniendo una gran inclinación por el estudio, ya que sus padres no tenían la posibilidad económica, no fue mandado a escuela. Ayudó, pues, a su padre en el trabajo en el campo. Ya de joven ayunaba varias veces a la semana y no nunca faltó a la Santa Misa. En alguna oportunidad, su padre le habría dicho que era algo torpe el dejar de trabajar para ir a la iglesia, entonces él fingió no sentirse bien y se fue al pueblo a escuchar la Misa. A su regreso, logró segar el trigo en gran abundancia y con una velocidad prodigiosa. Frecuentaba a menudo la Iglesia que los Religiosos Mínimos tenían en Lombardía, donde pasaba días enteros en oración.

A los veinte años, Nicolás decidió entrar a monasterio, pero sus padres trataron de impedirlo con firmeza. Su madre estaba furiosa por la elección, ya definitiva de su hijo. Frete a esto Nicolás se quedó ciego, y tan sólo recuperó la vista cuando sus padres se arrepintieron y lo dejaron libre de seguir su propia vocación.

Nicolás solicitó el hábito de San Francisco y fue asignado al Convento de Paula donde entró como hermano lego, por no tener estudios, y por ello nunca recibió las órdenes sagradas. Acabado el año de noviciado, pasó a Lombardía y luego a San Marco Argentano, Montalto, Cosenza, Spezzano y Paterno. La fama de sus virtudes, llegó bien pronto hasta Roma. Justamente en Roma, en el Colegio de San Francisco de Paola, hacía falta un religioso, el Beato Nicolás fue llamado a la parroquia cercana al Colegio. Estando allí visitó el Santuario de Loreto. Volvió tan enriquecido que hizo decir a sus compañeros: “Fray Nicolás era bueno al ir a Loreto pero ha regresado a Roma santo”.

Siendo ya una figura muy popular, el Beato Nicolás fue enviado, por sus superiores, a Calabria. Era el año 1693. En aquel período los calabreses estaban alarmados por los continuos sismos. Los marqueses del Valle lo invitaron a su feudo en Fiumefreddo, donde vivían con temor, desde que él llegó los temblores cesaron. En el 1696 Nicolás les fue trasladado a Lombardía. Aquí ejecutó una serie muy larga de prodigios. Encontrándose una vez en la costa con un pescador, este se negó a proporcionarle un pez, entonces Nicolás llamó a los peses del mar que se deslizaron fuera del agua y se dejaron tomar con las manos.

En los últimos años de su vida, Nicolás fue enviado nuevamente a Roma donde a menudo fue consultado por los papas, por los cardenales y por la nobleza de la ciudad. Aquí hechos excepcionales demostraron que el Beato Nicolás había recibido el don de la bilocación. Predijo la fecha de su muerte que llegó a la medianoche del 2 de febrero de 1709.</span>

Reproducido con autorización de Santiebeati.it
responsable de la traducción: Xavier Villalta

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Por: . | Fuente: santiebeati.it

Fundadora del Instituto de las
Pequeñas Siervas del Sagrado Corazón de Jesús para los enfermos pobres

Martirologio Romano: En Turín, en Italia, beata Juana Francisca de la Visitación (Ana) Michelotti, virgen, que fundó el Instituto de las Hermanitas del Sagrado Corazón, para servir al Señor cuidando desinteresadamente a los enfermos pobres (1888).

Fecha de beatificación: 1 de noviembre de 1975 por el Papa Pablo VI.

"He rogado mucho y por mi y porque esta sea la voluntad de Dios: vive en mí un ardiente deseo de consagrarme toda a Jesús, en la asistencia a los enfermos pobres”. Este pensamiento, presente entre los pocos escritos que por humildad Ana Michelotti nos ha transmitido directamente, indica una misión nacida entre mil problemas, que gracias a una voluntad extraordinaria aún está floreciente y fecunda dentro de la Iglesia.

Ana nació en la alta Saboya (en aquella época territorio del Reino de Cerdeña), en Annecy, el 29 de agosto de 1843. El padre, originario de Almese (Turín), murió joven, dejando la familia en la completa miseria. La piadosísima madre les transmitió a sus dos hijos una gran fe: el día de la primera comunión de la pequeña Ana la llevó a visitar a un pobre enfermo, en la casa de aquel. Ese día nació un carisma.

La familia fue a Almese por primera vez cuando la joven tenía catorce años, fue huésped de su tío el canónico Michelotti. Establecida en Lyon, algunos años después, Ana entró en el instituto de las Hermanas de San Carlos, primero como alumna, luego como novicia. Pero educar no era su misión.

En la vuelta de pocos años murieron su madre y su hermano Antonio, novicio de los Hermanos de las Escuelas Cristianas: estaba sola en el mundo. Para subsistir laboró como instructora de las hijas de un arquitecto, pero ya era la señorita de los “enfermos pobres”, porque en cuanto podía los buscaba y se ponía a su servicio. En Annecy encontró a cierta Sor Catalina, ex-novicia del instituto de San José, que tenía los mismos sentimientos: juntas dieron inicio, en Lyon, a una obra privada de asistencia de los enfermos pobres en sus domicilios. Con el permiso del arzobispo vistieron el hábito religioso e hicieron la profesión de votos temporales. Pero la naciente congregación tuvo vida breve a causa de la guerra entre Francia y Prusia y en 1870 la beata, vestida por monja, volvió a Annecy y luego a Almese, estos viajes la hicieron pasr por Turín a menudo. Pasada la tormenta Sor Catalina la invitó a regresar a Lyon, obligándola a recomenzar como postulante. Ana aceptó humildemente, pero luego dejó el instituto por motivos de salud. En aquellos días, orando al pie de las tumbas de San Francisco de Sales y Santa Juana Francisca de Chantal, sintió que su obra nacería más allá de los Alpes.

Volvió a Almese a lomo de mula, continuando luego hacia Turín (septiembre1871). Alojada por un año en Moncalieri, cerca de las señoritas Lupis, iba todos los días a pie a la ciudad en busca de enfermos en dificultad para servirles. Alquiló luego un dormitorio, para sustentarse confeccionaba guantes, mientras que algunas chicas empezaban a ayudarla en su apostolado. El arzobispo Gastaldi, a inicios de 1874, les concedió que vistieran el hábito religioso, ceremonia que se realizó en la iglesia de Santa Maria di Plaza: nacía así el Instituto de las Pequeñas Siervas del Sagrado Corazón de Jesús que además de los tres votos ordinarios daría asistencia domiciliaria y gratuita a los enfermos pobres. La fundadora tomó el nombre de Madre Juana Francisca en honor de los fundadores de la Orden de la Visitación.

Los inicios fueron difíciles, caracterizados por la extrema pobreza, algunas de las religiosas murieron y otras abandonaron el instituto. El clérigo superior y el médico de la comunidad aconsejaron cerrar el instituto pero para animar a la Madre estuvo el sacerdote oratoriano1 Pade Félix Carpignano, de venerada memoria. En el piso que alquilaba en la Piazza Corpus Domini, mas de una vez se oyó a la Madre exclamar entre lagrimas: “¡Estoy dispuesta, o mi amado Señor, a recomenzar tu obra cincuenta veces si es necesario, pero ayúdame!”. Dios lo escuchó. En 1879 Antonia Sismonda, enterada de las pobres condiciones en que vivían las Pequeñas Siervas, las hospedó en una villa de la colina turinesa. Para 1882 lograron adquirir su propia villa en Valsalice.

La Madre Juana Francisca era la Regla viviente. Era mujer de intenso plegaria, mortificaba su cuerpo durmiendo en tierra o sobre un montón de paja o mezclando ceniza a la sopa. En la congregación quería monjas generosas, decía: "Si falláis, descendéis un peldaño, si os humilláis, subís tres". Al reprender a las religiosas a veces fue un poco fuerte, pero la querían, porque ante las dificultades infundía confianza. Leía y meditaba con ellas las Sagradas Escrituras, recomendándoles “ser prudentes, celosas y llenas de caridad”, buscando en los pobres a Jesucristo. Debían asistirlos material y espiritualmente, favoreciendo, si era posible, su acercamiento a los Sacramentos. Antes de tomar una decisión importante pedía consejo a sus confesores entre los que contaba a Don Bosco. La beata no se excuso de las tareas de recaudación, asistiendo incluso a actividades públicas, en las que a veces fue insultada. Habría querido instituir un grupo de monjas adoradoras, pero dado que el superior no se lo permitió, dispuso que cada monja hiciera cotidiana y profunda adoración al Sacratísimo Sacramento. Cuando pedía una gracia particular oraba con los brazos en cruz, de rodillas, alargando las manos hacia el tabernáculo. De Francia había traído una estatuita de la Virgen que fue bendecida por Monseñor Gastaldi. De vez en cuando, teniéndola entre sus brazos, en procesión con las monjas por el jardín, oraba cantando las letanías. Exhortó el rezar el Rosario y la devoción a la Virgen. Transmitió una profunda devoción a la Pasión del Señor: el viernes Santo almorzaba de pie o de rodillas, besaba los pies a las religiosas, antes de sentarse a comer tan sólo un mendrugo de pan.

En los últimos años de vida el asma bronquial a menudo obligó a la Madre a guardar cama. Creyéndose inadecuada de gobernar el instituto, que estaba en constante desarrollo, sobre todo en Lombardía, pero básicamente porque sus métodos disgustaron a un grupo de monjas ancianas, el 26 de diciembre de 1887 fue exonerada del cargo de superiora general. Aceptó la degradación, sometiéndose por primera a la nueva superiora, a quien ella misma había sugerido. Desde aquel día los dolores aumentaron, pero sonriendo decía: "Por Jesús todo sacrificio es poca cosa", "Yo estoy a punto de morir, pero vosotras no temáis. Yo continuaré ayudando y a dirigiendo a las Pequeñas Siervas del Sagrado Corazón de Jesús para los enfermos pobres".

Ana Michelotti murió el 1 de febrero de 1888, un día después de Don Bosco. Pocas horas antes de su muerte permitió, cediendo a las repetidas insistencias de las monjas, que la fotografiaran. Quien por toda la vida, olvidándose de sí misma, sirvió a los más indefensos, fue enterrada, llevando en sus caderas el cíngulo franciscano, en un pobre ataúd, en la tierra mojada por la lluvia de un pequeño cementerio. "El grano de trigo" murió pero una luz de amor habría de seguir brillando en sus hijas, hoy activas también en tierras de misión.

Sus reliquias son veneradas en Turín en la casa matriz de Valsalice.

Si usted tiene información relevante para la canonización de la Beata Juana Francisca, contacte a:
Piccole Serve del Sacro Cuore di Gesù
Viale Catone, 29
10131 Torino, Italia

Oración
Dios,
Padre de todo,
que en la vida de Anna Michelotti
nos has dado un ejemplo de total dedicación a los enfermos y a los pobres.
Ayúdanos a saber reconocer a Nuestro Señor Jesucristo
en los más débiles y abandonados,
y el servirlos con un corazón generoso.
Por Cristo Nuestro Señor.
Amén.

Reproducido con autorización de Santiebeati.it

responsable de la traducción: Xavier Villalta


1Oratoriano: miembro de la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri.

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Presbítero y Mártir

Martirologio Romano:En Londres, en Inglaterra, san Enrique Morse, presbítero de la Compañía de Jesús y mártir, que, apresado en diversas ocasiones y exiliado dos veces, fue encarcelado de nuevo en tiempo del rey Carlos I por ser sacerdote y, después de haber celebrado la Misa en la cárcel, ahorcado en Tyburn entregó su alma a Dios (1645).

Fecha de canonización: Fue canonizado el 25 de octubre de 1970, por Pablo VI como uno de los 40 mártíres de Inglaterra y Gales.

Nacido en la Iglesia Anglicana en 1595 en una familia de la pequeña nobleza, cuando estudiaba leyes en Londres, se adhirió al Catolicismo y se ordenó sacerdote en Roma. En 1624 volvió a Inglaterra y realizó sus votos en la Compañía de Jesús estando en prisión, ante su compañero de cautiverio en York, el Padre John Robinson, con quien compartió la cárcel.

A continuación fue desterrado a Flandes. Regresó a Inglaterra, de modo clandestino, ayudó a los enfermos durante una epidemia de peste en 1636, contrajo la enfermedad y salió sano de ella.

Fue retenido y acusado de predicar a los protestantes solicitando su conversión al catolicismo. Fue condenado a muerte en 1645. El día de su ejecución celebró en la cárcel la santa misa.

Camino del cadalso observaron el cortejo los embajadores de países católicos: Francia, España y Portugal, con sus séquitos correspondientes, para rendir homenaje al mártir. En el patíbulo, con la soga en su cuello, declaró profesar su religión y haber trabajado siempre por el bienestar de sus conciudadanos, negando rotundamente que hubiera organizado o participado en conspiración alguna contra el rey, a continuación, rezó en alta voz por la salvación de su alma, por la de sus perseguidores y por el Reino de Inglaterra. Murió ahorcado el 1º de febrero de 1645.

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Por: . | Fuente: EvangelioDelDia.org

Mártir

Martirologio Romano: En Frigia, conmemoración de san Trifón, mártir (s. inc.)
San Trifón, nació en Lámpsaco (hoy en día Lapseki) en Frigia (Turquía)

Según la tradición oriental, Trifón se dedicó con diligencia al estudio de la Sagrada Escritura y el conocimiento del Santo Evangelio.

En 250, dada la crueldad del Emperador Decio, Trifón fue detenido y torturado por no obedecer el edicto imperial, lo cual requería honrar a los dioses paganos, y por lo cual fue decapitado el 2 de febrero, en Nicea (Asia Menor), a la edad de dieciocho años.

Según las narraciones hagiográficas, de las cuales el documento más antiguo data del siglo VIII, Trifón se presenta como un joven pastor.

San Trifón es muy estimado por el campesino griego para la protección de los cultivos de la invasión de langostas, reptiles, insectos y otras especies de parásitos.

En el siglo VI en Constantinopla, hubo dos Iglesias en honor del santo: la primera ordenada por el emperador Justiniano (565) y la segunda por el emperador Justino II (578). El culto es muy común en muchas ciudades de Italia.

En Roma, hacia el final del siglo X, se construyó una iglesia en Campo Marzio, San Trifón en Posterula, y en la mitad del siglo XVIII sirvió para la ampliación de la actual iglesia de San Agustín.

La iglesia local de San Trifón celebra la fiesta del santo el 10 de noviembre, cuando fueron transferidos los huesos de Kotor hacia Roma, mientras que el Martirologio Romano lo sitúa el 1 de febrero.

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Por: . | Fuente: Religi?n Libertad

Reina de las Dos Sicilias

Martirologio Romano: En Nápoles, Italia, Beata María Cristina de Saboya, Reina, que se destacó por sus virtudes, obras de piedad y prácticas religiosas. ( 1836)

Fecha de beatificación: 25 de enero de 2014, durante el pontificado de S.S. Francisco.

Maria Cristina de Saboya nació en Cagliari el 14 de noviembre de 1812, fue la última hija de Vittorio Emanuel I, rey de Cerdeña, y de la Archiduquesa Maria Teresa de Austria-Este. La educaron esegún los principios de una rigurosa religiosidad católica. A los nueve años, después de la abdicación de su padre, la familia se mudó a Génova, en donde frecuentemente visitaba a su hermana, la duquesa de Modena y Lucca.

Ya desde 1817, cuando tenía 5 años, Francisco I, rey de Nápoles, había pensado en ella como posible esposa de su hijo Fernando. Y a éste, dos años mayor, le gustó la idea en cuanto empezó a pensar en ello como príncipe. Así que al subir al trono en 1830 empezó un tira y afloja diplomático (la madre de María Cristina, María Teresa de Austria-Este, se oponía por la epilepsia de Fernando) hasta que todos concordaron.

Todos, salvo María Cristina. A todos había insistido en que a las pompas del mundo prefería el retiro del claustro y la paz del corazón. Pero entendiendo que era su deber como hija y heredera, el 21 de noviembre de 1832 contrajo matrimonio en Génova.

Según Harold Acton (1904-1994), erudito británico estudioso de los Borbones de Nápoles, "cuando llegó la hora de vestirse, rompió en lágrimas y sus damas de honor no sabían cómo consolarla. María Cristina les explicó que no podía apartar de sí el terror al matrimonio, hacia el cual no sentía la más mínima inclinación". Sin embargo, durante toda la ceremonia mantuvo el tipo y el gesto correctos.

El matrimonio con Fernando II de las Dos Sicilias, fue celebrado en el santuario de Voltri, cerca de Génova, el 21 de noviembre de 1832.

Durante el breve periodo en que fue reina, Maria Cristina, a quien sus contemporáneos describen come una dama fina y dulce y de salud delicada, se dedicó sobre todo a obras de piedad y a las prácticas religiosas. En el convento de Santo Domingo Soriano fundó un hogar para los necesitados.

Fernando y ella fueron felices en su matrimonio, aunque la leyenda negra unitarista difamó esa verdad. María Cristina orientó a su esposo y rey hacia las obras de caridad. Muy devota, se había consagrado a la Virgen desde muy pequeña, y leía a diario la Biblia en la corte, donde procuraba que todos asistiesen a misa el domingo. No tenía respetos humanos, y cuando iba en su carroza y se cruzaba con un sacerdote que llevaba el viático en procesión a un enfermo, mandaba parar y se arrodillaba a su paso. Facilitó muchos matrimonios de personas pobres que no tenían dinero haciéndoles donativos, y su preocupación por los más necesitados la hacía muy querida por casi todos.

Muchas veces obtuvo de su marido la mitigación de una política represiva contra los condenados políticos, y consiguió se les conmutara la pena de muerte.

Murió el 31 de enero de 1836 al dar a luz su primer hijo, el futuro Francisco II.

Pese a morir en olor de santidad cuestiones políticas frenaron su causa, cuando murió faltaba poco para que se pusiese en marcha un proceso que ni políticamente (por el carácter revolucionario del evento) ni religiosamente (por su carácter masónico) admitía que una Borbón devota y piadosa fuese elevada a los altares y convertida en icono popular.

El 2 de mayo de 2013 S.S. Francisco firmó el decreto reconociemdo un milagro atribuido a su intercesión.


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Presbítero

Martirologio Romano:En Nápoles, ciudad de la Campania, en Italia, san Francisco Xavier María Bianchi, presbítero de la Orden de Clérigos Regulares de San Pablo (Barnabitas), el cual, dotado de carismas místicos, convirtió a muchos a una vida según la gracia del Evangelio (1815).

Fecha de canonización: 21 de octubre de 1951 por el Papa Pío XII.

Francisco Javier M..ª Bianchi nació en Arpino, patria de Cicerón, el 10 de diciembre de 1743, y fue bautizado el día de San Francisco Javier, cuyo nombre recibió con el agua lustral.

Su padre, Carlos Antonio, tenía una fábrica de tejidos de lana, en la que el buen ejemplo de las virtudes del propietario y la caridad con que éste conjugaba la justicia con las necesidades familiares de sus obreros, hacía del lanificio Bianchi un excelente modelo. La madre, Faustína Morelli, excedía al esposo en virtudes cristianas de toda clase, principalmente en la caridad, completamente entregada al servicio social de la ciudad arpinatense, habiendo transformado su casa en un hospital o asilo, donde se acogía continuamente a dieciséis enfermos o necesitados. Con el ejemplo de tantas virtudes se formé y templó el espíritu de nuestro santo, dando ya desde su más tierna infancia frutos prometedores de santidad.

Para completar su formación literaria, fue mandado al seminario de Nola, cursando el bachillerato, confirmándose en su ánimo la vocación religiosa, contribuyendo a ello la escogida dirección espiritual, que no escatimaba medios para poner a disposición de los futuros levitas los grandes maestros del espíritu. En este centro de formación conoció y trató con el fundador de los redentoristas, San Alfonso María de Ligorio.

Cursados los estudios de filosofía en Nola y pasado algún tiempo en Nápoles, donde tuvo que vencer muchas dificultades, entró en el instituto de los barnabitas en 1762, y habiendo hecho su profesión y realizado diversas pruebas, el año 1765 empezó el curso de teología en el colegio que los barnabitas tenían en San Carlos alle Mortelle, de Nápoles, y en esta misma ciudad recibió las órdenes mayores del subdiaconado, diaconado y presbiterado, los días 11, 18 y 25 de enero de 1767, celebrando su primera misa el día de San Francisco de Sales de dicho año.

Para reponer su salud, algo quebrantada, con los aíres de la patria, fue destinado a Arpino, enseñando en el gimnasio público retórica durante dos años, transcurridos los cuales, fue enviado de nuevo a Nápoles, al colegio de San Carlos, esta vez como profesor de filosofía. El año 1773 pasó al colegio que los barnabitas tenían en Santa María in Cosmedin o de Portanova, en la misma ciudad de Nápoles, con la misma misión pedagógica. No había aún cumplido los treinta años cuando fue nombrado propósito de dicho colegio, cargo que regentó durante doce años.

Los testigos, llamados a declarar en los procesos de beatificación, le llaman el San Felipe de Nápoles, porque ambos santos, el Bianchí y el Neri, como se decía agudamente, tienen muchos rasgos paralelos, no sólo por su largo apostolado de dirección espiritual, sino también por el don de discreción de los espíritus.

Durante estos doce años, su apostolado fue fecundo, principalmente en el confesionario y en el púlpito, y sobre todo, conforme exigían los calamitosos tiempos, con el ejemplo que dio siempre de la más observante disciplina regular. Director y consejero de la clase más escogida de Nápoles, su discreción y su cultura se propagaba entre los círculos concéntricos de su celda y del confesionario, a donde acudían cada día toda clase de personas. principalmente del ambiente intelectual. Movido por esta fama el rector magnífico de la Universidad de Nápoles, monseñor Mateo Genaro Testa Piccolomini, titular de la sede de Cartago, le ofreció una cátedra en el Estudio General, que Bianchi rehusó. A pesar de esto, el rector del Ateneo, el 15 de septiembre, extendió el nombramiento de profesor de teología dogmática y polémica a favor del padre Bianchí, y el 21 de marzo del año siguiente (1779), el príncipe de Francavilla, presidente de la Academia de Ciencias y Letras, propuso fuera nombrado socio de número de dicha Academia, propuesta que fue aceptada por unanimidad.

Debemos tener presente que el siglo XVII transmitió al XVIII gérmenes de ideas nuevas, que se manifestaban externamente en una fiebre de saber. Por otra parte. los barnabitas, con sus renombrados colegios. recogían este afán de cultura, manifestada en la amplitud y brillantez de conocimientos que comunicaban a los escolares de su tiempo, pero principalmente a los religiosos de su instituto, que habían de profesarlos en sus cátedras. San Francisco Javier alcanzó este afán, que él llamaba intemperantia Iitterarum, que fue moderada después por consideraciones espirituales, religiosas, que desembocaron en sus últimos años al apostolado de la predicación y del consejo, en medio del cual, como en su ambiente propio, terminó los últimos años de su sufrida existencia.

Así se explica la nutrida correspondencia que mediaba entre el tío, canónigo, y el sobrino, barnabita, pidiendo éste libros a don Antonio y reclamando éste su devolución. Un modelo de esta erudición son también las notas que preparaba para sus lecciones y conferencias. Y la variedad de sus conocimientos se adivina en la lista de los libros del Santo, en el cual figuran tratados de omnire scibili, desde las lenguas, hebreo, griego y latín, literatura italiana y cristiana, hasta la filosofía, cristiana y profana, entre cuyos autores se distinguen Voltaire y Rousseau, para combatirlos, pues sabían todos que había obtenido del Santo Oficio permiso para leer estos autores. Cuando fue decretada la persecución a las órdenes religiosas, intentó salvar d6s cosas: la caja o fondo de la beatificación de la madre Francisca de las Llagas, de la que era el promotor con permiso de sus superiores, y treinta cajas de libros que quiso poner a salvo de las ruinas y destrucciones, que van siempre emparejadas con todas las persecuciones religiosas.

Los procesos están llenos de testigos, que narran sucesos extraordinarios o experimentados en sus propias personas o presenciados u obrados en otros.

Queremos reducir a pocos casos verdaderamente atestiguados por personas que los presenciaron: se refieren a las erupciones del Vesubio, La revolución, y la invasión francesa después, habían creado en Nápoles un ambiente de materialismo capaz de ahogar el espíritu religioso y moral que había conservado la tradición de la ciudad y los grandes ejemplos de santidad dados por una legión de sacerdotes y religiosos edificantes y santos. Los terremotos habían agrietado muchas casas de la ciudad, y el Vesubio, de cuándo en cuándo, rugía arrojando de sus entrañas ríos de fuego vivo. El dedo de Dios, vengándose de tantas iniquidades, parecerá evidente a las personas más temerosas y religiosas; pero, en medio de tantas pruebas, era también potente el Dios consolador, que hacia surgir hombres extraordinarios para conservar su fe con sus prodigios.

Dos casos solamente. El 22 de mayo se hallaba el padre Bianchí en Torre del Greco, a las faldas del Vesubio, en el Retiro de la Visitación. Instantáneamente, las llamas del volcán se desbordan y avanzan hacia el Retiro. La destrucción de la casa religiosa parecía inminente. Los más desesperados intentaron salvar lo irreparable, poniendo a salvo muebles y enseres. Este nerviosismo contrastaba con la calma y serenidad del padre Bianchí, asegurando que no pasaría nada. Enfermo, a duras penas pudo subir a la terraza, y ante aquel espectáculo apocalíptico del fuego que avanza, se detiene, musita una oración rogando a Dios detuviera aquel torrente amenazador. Y la lava se detuvo al margen mismo del Retiro, y se solidificó, no pasando adelante. En el mismo muro, formado por la solidificación de la lava, el cardenal arzobispo Guillermo Sanfelice levantó una capilla.

El día 12 de agosto, desde Pietra Bianca, escribe a las religiosas del refugio de Vía dei Portici que se pongan a salvo, pues el Vesubio quiere vengarse. La carta llegó al día siguiente; pero aquella noche, a las doce, el volcán irrumpió de nuevo y la casa fue destruida. El volcán estaba imponente y ante el gran peligro que todos presentían, el padre Bianchí fue llevado casi a cuestas al encuentro de la lava, y al hallarse frente a frente, venció la oración del padre Bianchí, pues la lava se detuvo instantáneamente a los pies del Santo.

La alcantarina Francisca de las Llagas le predijo una enfermedad larga y dolorosa. Y el vaticinio fue cumplido al pie de la letra. Empezó con una hinchazón en las piernas, que ni la ciencia de los médicos ni los cuidados de los amigos podían detener. Y en medio de terribles sufrimientos, recluido en la soledad de su celda, continuaba su apostolado de consejo y de edificación. A sus médicos les pedía sufrimientos, pues sus dolores eran las misericordias de Dios. Un alma eucarística como la suya sufría solamente ante el temor de no tener fuerzas para celebrar la santa misa. Sus amigos lo bajaban a la iglesia, y cuando ni esto podía hacer, le fue concedida la gracia de celebrarla en su celda. Durante la misa todos notaban la alegría que se leía en su semblante, como si le hubieran pasado todos los dolores. Se probó todo, incluso el cambio de clima; su amigo Buoncore le hospedó en su casa de Castelamare durante los años 1804-05. Un poco de alivio animaba a Bianchi físicamente; pero las calamidades morales que se cernían sobre la Iglesia y sus amigos le atormentaban extraordinariamente y quiso volver a animar a todos desde su soledad de Portanova. La dispersión de las órdenes religiosas fue un golpe duro para su alma apostólica. El párroco de Santa María in Cosmedin se arregló para que la celda que ocupaba en el contiguo colegio de Portanova fuese considerada como formando parte íntegramente de la parroquia, atendida la impotencia en que se hallaba el padre Bianchi. Esto sucedió el año 1810. Un cáliz más amargo tuvo que apurar hasta las heces: el abandono casi total de sus amigos, precisamente cuando más necesitaba de ellos: hubo tiempo en que era un peligro para el gobierno el trato con el padre Bianchi, Y el espionaje funcionaba.

Los últimos días de su existencia no tenía fuerzas para celebrar; pero cada día tuvo el consuelo de recibir la santa Eucaristía. El último aviso llamó a su puerta el día 27 de enero de 1815 bajo la apariencia de un accidente simple y fortuito. En virtud de una especie de contrato que había hecho con la venerable Francisca de las Llagas, ésta se le apareció para anunciarle que había llegado la hora de recibir el Viático, para el cual se preparó sonriente y alegre con todos los que le visitaron. El 31 del mismo mes de enero, muy de mañana, insistió en que le administraran la sagrada Eucaristía, habiendo recibido la noche anterior la extremaunción, y poco después de haber sido confortado con el pan de los ángeles, plácidamente expiró.

La fama de su santidad corrió rápidamente después de su muerte. Las gracias por él concedidas eran innumerables. Probáronse con la suficiencia requerida los milagros necesarios, y el barnabita padre Francisco Javier Bianchi fue solemnemente canonizado por la Iglesia.

Para el mundo, la vida es un hombre entre dos fechas: 2 diciembre 1743 - Francisco Javier María Bianchi - 31 de enero 1815.

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